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Asalariados Sin Fronteras (ASF)
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Autor Mensaje
José Mª Rodríguez Vega



Registrado: 11 Oct 2003
Mensajes: 1429

MensajePublicado: Sab Oct 18, 2008 11:48 pm    Título del mensaje: Asalariados Sin Fronteras (ASF) Responder citando

No puedo resistirme a meter esto aquí... Me he partido literalmente de risa y me quedo con la boca abierta de que se deje a semejante necio editar semejantes necedades.
Mi cachondeo entre paréntesis y en negritas:

<<Declaramos nuestra voluntad de luchar para que los banqueros pierdan sus ahorros y toda su riqueza. (-??- La voluntad es un algo subjetivista! y eso no está bien visto por estos andurriales, y los banqueros no tienen "ahorros", tienen depósitos. Depósitos de la gran masa ¿proletaria? que en conjunto ahorra más que los cuatro capitalistas muy acaudalados)

Primer Comunicado de Asalariados Sin Fronteras (ASF) a la Opinión Pública con Motivo de la Actual Crisis Financiera del Capitalismo

(¡Asalariados sin fronteras!, apátridas entonces, parias puros..., y crisis financiera "del capitalismo", como si hubiera otro sistema o fuese posible otro sistema! después del derrumbe del "otro sistema". Para estos iluminados cuanto peor mejor. Parece que esto aún vende algo entre nuestra idiotizada y tatuada juventud!! Las crisis son muy sanas de vez en cuando, señor mío.)


Los miembros de la rama española de ASF, coordinados con las demás ramas regionales de nuestra organización, que se extiende ya por 222 países, (¡¡222 países!! Qué éxito y que movilización!! No tienen fronteras políticas, dicen estos "asalariados sin fronteras"-con qué rapidez actúa el permitido subjetivismo revolucionario que se quita de encima las fronteras en un santiamén y según les da su proletaria gana-, pero sí que gustan de las fronteras regionales..., como si las fronteras regionales se pudieran entender sin las fronteras políticas. Por lo visto, estos "Asalariados sin fronteras tan graciosos, van meándose como los leones por todas partes para reconocer sus apolíticas "regiones".) deseamos manifestar lo siguiente

Martes 7 de octubre de 2008, por Diego Guerrero

Nuestra primera labor ideológica es sacar de su error a esa parte de los trabajadores que creen que la política económica de los partidos de izquierda difiere de la de los partidos de derecha
(Efectivamente no difiere en nada. Lo que difiere de uno de ellos es la pseudo filosofía mesiánica de nuestro hombre, y esto es lo peligroso)

Los miembros de la rama española de ASF, coordinados con las demás ramas regionales de nuestra organización, que se extiende ya por 222 países, deseamos manifestar lo siguiente:

Nos oponemos a que el Gobierno español, en sintonía con los Gobiernos de los demás países capitalistas, garantice aun más los depósitos bancarios de la burguesía mientras quedan sin garantizar las rentas mínimas de la mayoría de la población, así como una mínima dignidad en sus condiciones de existencia. (Parece que el Estado garantizará hasta 100.000 euros por cuenta o persona. También los trabajadores meten sus ahorros en el banco se supone, excepto Diego Guerrero que mete su sueldo como "Profesor de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid"enterito en una caja de zapatos arriba del armario....Nada tienen que ver los ahorros depositados en el banco con esas "rentas mínimas"ni con esa sosa manía archigastada de la "mínima dignidad en sus condiciones de existencia"..., porque ¿Cuanto es el sueldo de un Profesor de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid?... Lo que no se comprende es como no lo echan a la calle de una vez por todas dada su alta ciencia de "economía política"...Ja, ja!!! Para tener depósitos en el banco algo habrán de tener esos de las "rentas mínimas", supongo, y muy mínima no será esa "mínima dignidad en sus condiciones de existencia").

Nos oponemos a que el Gobierno salve a los banqueros y reclamamos que los bancos implicados en esa economía de mercado que normalmente les favorece, y que tanto perjudica al pueblo, vayan a la quiebra como consecuencia de su mala gestión económica.
(¿Y entonces quienes serán los que gestionen los depósitos bancarios? ¿Los Asalariados Sin Fronteras o la camarilla de Diego Guerrero cuando logren tan altos y lejanos fines? Este lumbreras cree que sin sistema financiero la cosa podría tirar mejor hacia adelante. Ni por asomo se percata que la liquidez bancaria es también la fluidez de los salarios de esos Asalariados suyos sin fronteras. ¿De quienes y de donde iban a cobrar sus sueldos los "Profesores de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid" y demás gente proletaria. Este revolucionario ignora que hasta el mismísimo Lenin tuvo que dar marcha atrás con sus manías y paranoias de quitar el dinero y el entero sistema financiero. Así les fue.

Declaramos nuestra voluntad de luchar para que los banqueros pierdan sus ahorros y toda su riqueza, con la intención de arrebatarles así su poder y negarles la posibilidad de escapar a la capacidad que tenemos los trabajadores para gestionar la economía sin que ningún capitalistas pueda seguir viviendo del trabajo ajeno que nos extraen mediante la explotación diaria que sufrimos en sus fábricas, oficinas y empresas en general.
(¡¡¡Ja, ja, ja!!! Este hombre está enfermo. Los banqueros pueden ir a la quiebra, pero los ahorros no son de los banqueros, sino de todos, incluyendo a sus proletarios apátridas que se quedarán más pobres que las ratas al desvalorizarse todo. Lo mejor del párrafo de este iluminado es ese supuesto que ya se ha experimentado en el socialismo real respecto a eso de "la capacidad que tenemos los trabajadores para gestionar la economía"... Este materialista -se le supone también- cree que la cosa depende de una supuesta "capacidad" de "clase" -?-, subjetivista, pues "la capacidad" -capacĭtas- no es otra cosa que aquello de que es capaz el continente...de ese colectivo o agrupación a distancia que son los "trabajadores", y encima sin fronteras. Las "capacidades" señor mío son individuales y sujetuales y la gestión de la economía no la hace una clase sino los sujetos operatorios o actuantes concretos y, además todos: compradores y vendedores ya que no es posible comprar algo sin vender algo libremente. Por otra parte es irónico por completo que aún sigan estos farsantes viviendo del cuento ese del trabajo "explotado", y esto es dicho por un "Profesor de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid" que no desvaloriza su propio trabajo jamás, cuando por él nadie daría ni un duro de tan bochornosamente malo como es. Es muy gracioso o hilarante que este heliotropo hable de la supuesta explotación en plural, como si él fuese un proletario más de estos sin fronteras que "sufre en sus fábricas, oficinas y empresas en general")

A este fin, proponemos organizar la RETIRADA MASIVA DE LOS DEPÓSITOS BANCARIOS que tenemos cada uno de los trabajadores en sus bancos. (Propone pues acabar con toda la economía y acabar con toda la producción que depende de esa liquidez, de esos empréstitos. Semejante locura no aparecía por el planeta desde los tiempos del comunismo salvaje y del comunismo mesiánico a lo Joaquín de Fiore. Guerrero aconseja meter los ahorros en la caja de zapatos y encima cree -según dice- que eso sería un relevo en el poder de los "agentes máximos del capital". Innecesario es decir que este iluminado no comprende en lo más minimo la función de la banca.) Como la liquidez bancaria es una pequeña proporción del total de los depósitos, sólo hace falta que la parte más consciente de los trabajadores vaya a su banco a sacar el saldo íntegro de sus cuentas corrientes y de ahorro para que, un banco tras otro, todo el sistema bancario se vea incapaz de hacer frente a sus obligaciones con los depositantes (Es decir, que se vea incapaz de hacer frente a estos mismos trabajadores ..."conscientes"...¡sic!...en tanto depositantes). La crisis bancaria en que ellos mismos se han metido nos abre a los trabajadores una vía factible de poner fin al poder de los agentes máximos del capital. (Las medidas que pondría en práctica este Mably cuentista son las más adecuadas para arruinar a toda la sociedad entera incluyendo en ella a esos proletarios regionales suyos. Parece increíble que todo un "Profesor de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid" no sepa ni ver que los "depositantes" mismos a los que la banca no podría atender por incapacidad o falta de liquidez son los mismos depositantes -esos trabajadores- que retirarían sus ahorros si siguieran el loco consejo de este iluminado a lo Cayo Graco Babeuf y su ridícula Conspiración de los iguales.)

Cada miembro de ASF se compromete a luchar por convencer a quienes dudan de que esta es la única forma de salir de esta crisis que puede salvarnos a los trabajadores de la enorme pérdida en las condiciones de vida y trabajo a la que nos conduce la situación actual (Mejor es la caja de los zapatos arriba del armario que no las arcas de la perfidia bancaria y estatal! ¿Cómo explicar que una gran parte de culpa de esta crisis se debe a los deseos de créditos baratos y sin cortapisas que esos mismos asalariados han pedido sin aval de ningún tipo para así poder comprarse una "vivienda digna"?). Por eso debemos convencer a todos de que nuestro partido, el partido del trabajo (¿El partido del trabajo en la Complutense?), se opone en primer lugar al partido del capital, a los intereses y leyes del capitalismo como sistema (¿Y qué se nos ofrece a cambio?, ¿Acaso se nos ofrece lo mismo que el anterior "socialismo" supuestamente fundamentado en los asalariados?). Sabemos que el Gobierno es el primer asalariado de ese capital (¡Que necedad! Esto supondría que no es el Estado el fundador de las clases sociales sitas en él, sino la clase social de la burguesía la que crea al Estado y al Gobierno como "asalariado suyo", cosa absurda como a simple vista se ve) y que su responsabilidad sólo viene en segundo lugar. Pero cuando nos encontramos en situaciones excepcionales como la presente, son las decisiones gubernamentales las que ponen ante nuestros ojos con toda evidencia cómo el Gobierno sirve al capital. Por todo ello, nuestra primera labor ideológica es sacar de su error a esa parte de los trabajadores que creen que la política económica de los partidos de izquierda difiere de la de los partidos de derecha. Es significativo que Rajoy y Zapatero estén plenamente de acuerdo en este punto (¡Son más sensatos, juntos, que tu necedad! Tan grande es la necedad de este hombre). En cuanto partido del trabajo (¿Serán de la septimia Séptima Generación?), nos oponemos al partido del capital y, por tanto, no sólo a la burguesía sino también a sus Gobiernos. Con esta idea en la cabeza (Con esta mera idealidad de trasnochados idealistas que creen aún en "Gobiernos proletarios") iremos a los bancos en busca de nuestro dinero. Acción y pensamiento siempre van unidos en ASF.
(¡Acción y pensamienrto! siempre van unidos en esa agrupación a distancia y encima artificiosa que es ese otro invento de estos profesionales revolucionarios de pacotilla. ¡Ni las agrupaciones colectivas piensan y menos aún actúan colectivamente! Sin embargo, muy bien... Ahora díganos señor iluminado a lo Babeuf y después de expoliar a los desiguales, a los no iguales, después que los pobres se hayan alzado y saqueado a los ricos banqueros al quitarles todos nuestros depósitos, ¿Qué hacemos con esa inmensa cantidad de dinero? ¿Lo anulamos estilo Polt Pot o se lo entregamos al Comité Ejecutivo de los ASF, o cada uno de nosotros gestionamos lo nuestro particularmente abandonando así -¡por fin!- al capital financiero y por tanto productivo y volviendo en tres días a la mera economía de subsistencia? Semejante demencia es digna de lástima y de una buena generación de las izquierdas.

Denunciamos que, tras convocar los bancos al Presidente del Gobierno –que no al revés–, se haya decidido poner a salvo todo el dinero de los capitalistas que estos están sacando de una Bolsa que cae en picado y que ven cada vez más amenazado por las crecientes dificultades de funcionamiento de todas las instituciones financieras mundiales, incluidas las más sofisticadas y escondidas en paraísos fiscales de todo tipo (¡Como si la masa de demandantes consumidores de subprimes no fuese la parte activa de todo este galimatías!). A partir de ahora, y “gracias†a la decisión de nuestro Gobierno, estos capitalistas sólo tendrán que repartir su fortuna entre varios depósitos en bancos distintos para asegurarse de que no van a seguir perdiendo dinero (esto es falso por completo..., se trata de la liquidez al sistema productivo, a las industrias. Lo que estos lumbreras proponen en su desquiciado delirio es el suicidio y la muerte de millones y millones de personas al paralizar todo el sistema productivo. Es lo mismo de la banda de los Cuatro y de Polt Pot: subversión de todo para llegar antes a la hecatombe o al Apocalipsis revolucionario propio de dementes iluminados). Mientras tanto, a ningún miembro de ASF y a ningún trabajador que conozcamos nos han ofrecido protección ni salvaguarda alguna frente a la creciente amenaza de impagos de nuestras viviendas o frente a la caída de nivel de vida que nos impone la subida de nuestras hipotecas a causa del nivel del euríbor y demás medios que tiene la burguesía de quedarse incluso con una parte de lo que nos paga por nuestra fuerza de trabajo. (¡Qué bestialidad! La subida de las hipotecas la impone le demanda misma de los consumidores y su ausencia total de garantías. La crisis no hubiera acaso aparecido si el Estado hubiese prohibido a su debido tiempo a la banca dar ni un sólo crédito para todo aquél Asalariado sin fronteras que no hubiese podido avalarlo con sus propios medios. No hay un afán de lucro en la venta si no hay un afán de lucro en la respectiva compra)

Por último, prometiendo análisis más detallados de la situación en breve, repetimos nuestra principal consigna en el momento actual:

ORGANICEMOS LA RETIRADA MASIVA DE NUESTRO DINERO DE TODOS LOS BANCOS. PERDAMOS EL MIEDO Y HAGAMOS QUE LOS BANCOS QUIEBREN, PUES ES EN BUENA MEDIDA NUESTRO MIEDO EL QUE ASEGURA SU PODER. SUSTITUYAMOS A LOS BANQUEROS ACTUALES POR EMPLEADOS CAPACES DE GESTIONAR LOS BANCOS EN INTERÉS DE LOS TRABAJADORES. Y PREPARÉMONOS PARA SOSTENER UNA LARGA LUCHA CONTRA LA BURGUESÃA Y SU PODER ECONÓMICO Y POLÃTICO, Y CONTRA SU GOBIERNO Y SUS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.>>


(Ja, ja, ja, ja, ja, jo, jo, jo, jo.....Ji, ji, ji.... Ay! que me desternillo de risa!!...EMPLEADOS CAPACES DE GESTIONAR LOS BANCOS EN INTERÉS DE LOS TRABAJADORES... ¡¡Sustituyamos a los banqueros por los "Profesores de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid" y por los proletarios Asalariados Sin Fronteras -y sin sesera frontal- y descargadores de muelles!! ¡Hay que poner lo más rápido posible en lugar del banquero al botones y al bedel del banco que pertenecen a esta magna asociación misteriosa de los Asalariados Sin Fronteras unidos que jamás serán vencidos! ¡¡Sustituyamos a los cirujanos por enfermeras y a los camilleros o sanitarios metámoslos de cirujanos!!, el alumno que enseñe al profesor, a todos menos al nuestro porque ya sabe bastante ya que él es professorrr en la Complutense, ya que él -como buen cuentista- es otro buen John Goodwyn Barmby, otro buen Pontifarca de la Iglesia Comunista... Que el hijo enseñe al padre y que los puentes sean construidos por los del manguito y los pegasellos. ¡Qué lucidez más revolucionaria! ¿Será eso de la libertad de expresión que dejen a este bon home expresarse como lo hace?

Y encima y por en medio, oh, apreciados y añorados contertulios, este majareta u otros de su sagrada grey nos mete el retrato este del asesino profesional, la esfinge de la nobleza en vilo: Patria o muerte..., es la muerte, fue la muerte y siempre estas estupideces en las que un día también yo creí esten e imperen, será la muerte y nada más que la muerte.

Es falso que el capitalismo haya salido del protestantismo como decía Max Weber..., del luteranismo mesiánico lo que ha surgido es el marxismo y toda su apestosa hediondez. El capitalismo, es decir, el Mercado pletórico libre y la libertad junto con la valorización subjetiva proviene teóricamente de los escolásticos españoles, de la Escuela de Salamanca. Loor y gloria a ellos y abajo toda esa retahíla de la emancipación de no se qué de los Asalariados sin Fronteras en un mundo en que se están quedando sin trabajo y que por ello en un futuro no muy lejano acaso ya no puedan ni ser "explotados", como parece creer y dice este lumbreras. Salud.


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http://www.elrevolucionario.org/rev.php?articulo937
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Santiago Armesilla Conde



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MensajePublicado: Dom Oct 19, 2008 2:07 am    Título del mensaje: ¿Tú no estabas en el purgatorio? Responder citando

1.- El texto de Guerrero es típicamente agitprop, pero no deja de tener razón al decir que, sin ahorros de los sujetos, los bancos no serían nada. Su propuesta no es nada descabellada, aunque sí muy difícil. Obviamente, ASF es un proyecto de Guerrero y otros compañeros suyos de la Universidad de Columbia, Nueva York. Es gratificante saber que en El Revolucionario escribe alguien como él, que atrae a muchos lectores y, además, realiza unos muy buenos análisis.

2.- A lo mejor si pones la letra tamaño 72 la leemos incluso mejor, que así al 20 como que no se lee bien. Los materialistas tenemos problemas en los ojos. Pero siempre se agradece que de vez en cuando algún habitante del purgatorio filosófico se acerce para ayudarnos a leer mejor.

3.- Regresa al purgatorio (el infierno es demasiado honor para tí).
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José Mª Rodríguez Vega



Registrado: 11 Oct 2003
Mensajes: 1429

MensajePublicado: Dom Oct 19, 2008 7:49 am    Título del mensaje: Asalariados sin froteras 2. Responder citando

"Su propuesta no es nada descabellada, aunque sí muy difícil", ay que me desternillo de risa, jo, jo, jo!!!



No puedo resistirme a meter esto aquí... Me he partido literalmente de risa y me quedo con la boca abierta de que se deje a semejante necio editar semejantes necedades.
Mi cachondeo entre paréntesis y en negritas:

<<Declaramos nuestra voluntad de luchar para que los banqueros pierdan sus ahorros y toda su riqueza. (-??- La voluntad es un algo subjetivista! y eso no está bien visto por estos andurriales, y los banqueros no tienen "ahorros", tienen depósitos. Depósitos de la gran masa ¿proletaria? que en conjunto ahorra más que los cuatro capitalistas muy acaudalados)

Primer Comunicado de Asalariados Sin Fronteras (ASF) a la Opinión Pública con Motivo de la Actual Crisis Financiera del Capitalismo

(¡Asalariados sin fronteras!, apátridas entonces, parias puros..., y crisis financiera "del capitalismo", como si hubiera otro sistema o fuese posible otro sistema! después del derrumbe del "otro sistema". Para estos iluminados cuanto peor mejor. Parece que esto aún vende algo entre nuestra idiotizada y tatuada juventud!! Las crisis son muy sanas de vez en cuando, señor mío.)


Los miembros de la rama española de ASF, coordinados con las demás ramas regionales de nuestra organización, que se extiende ya por 222 países, (¡¡222 países!! Qué éxito y que movilización!! No tienen fronteras políticas, dicen estos "asalariados sin fronteras"-con qué rapidez actúa el permitido subjetivismo revolucionario que se quita de encima las fronteras en un santiamén y según les da su proletaria gana-, pero sí que gustan de las fronteras regionales..., como si las fronteras regionales se pudieran entender sin las fronteras políticas. Por lo visto, estos "Asalariados sin fronteras tan graciosos, van meándose como los leones por todas partes para reconocer sus apolíticas "regiones".) deseamos manifestar lo siguiente

Martes 7 de octubre de 2008, por Diego Guerrero

Nuestra primera labor ideológica es sacar de su error a esa parte de los trabajadores que creen que la política económica de los partidos de izquierda difiere de la de los partidos de derecha
(Efectivamente no difiere en nada. Lo que difiere de uno de ellos es la pseudo filosofía mesiánica de nuestro hombre, y esto es lo peligroso)

Los miembros de la rama española de ASF, coordinados con las demás ramas regionales de nuestra organización, que se extiende ya por 222 países, deseamos manifestar lo siguiente:

Nos oponemos a que el Gobierno español, en sintonía con los Gobiernos de los demás países capitalistas, garantice aun más los depósitos bancarios de la burguesía mientras quedan sin garantizar las rentas mínimas de la mayoría de la población, así como una mínima dignidad en sus condiciones de existencia. (Parece que el Estado garantizará hasta 100.000 euros por cuenta o persona. También los trabajadores meten sus ahorros en el banco se supone, excepto Diego Guerrero que mete su sueldo como "Profesor de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid"enterito en una caja de zapatos arriba del armario....Nada tienen que ver los ahorros depositados en el banco con esas "rentas mínimas"ni con esa sosa manía archigastada de la "mínima dignidad en sus condiciones de existencia"..., porque ¿Cuanto es el sueldo de un Profesor de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid?... Lo que no se comprende es como no lo echan a la calle de una vez por todas dada su alta ciencia de "economía política"...Ja, ja!!! Para tener depósitos en el banco algo habrán de tener esos de las "rentas mínimas", supongo, y muy mínima no será esa "mínima dignidad en sus condiciones de existencia").

Nos oponemos a que el Gobierno salve a los banqueros y reclamamos que los bancos implicados en esa economía de mercado que normalmente les favorece, y que tanto perjudica al pueblo, vayan a la quiebra como consecuencia de su mala gestión económica.
(¿Y entonces quienes serán los que gestionen los depósitos bancarios? ¿Los Asalariados Sin Fronteras o la camarilla de Diego Guerrero cuando logren tan altos y lejanos fines? Este lumbreras cree que sin sistema financiero la cosa podría tirar mejor hacia adelante. Ni por asomo se percata que la liquidez bancaria es también la fluidez de los salarios de esos Asalariados suyos sin fronteras. ¿De quienes y de donde iban a cobrar sus sueldos los "Profesores de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid" y demás gente proletaria. Este revolucionario ignora que hasta el mismísimo Lenin tuvo que dar marcha atrás con sus manías y paranoias de quitar el dinero y el entero sistema financiero. Así les fue.

Declaramos nuestra voluntad de luchar para que los banqueros pierdan sus ahorros y toda su riqueza, con la intención de arrebatarles así su poder y negarles la posibilidad de escapar a la capacidad que tenemos los trabajadores para gestionar la economía sin que ningún capitalistas pueda seguir viviendo del trabajo ajeno que nos extraen mediante la explotación diaria que sufrimos en sus fábricas, oficinas y empresas en general.
(¡¡¡Ja, ja, ja!!! Este hombre está enfermo. Los banqueros pueden ir a la quiebra, pero los ahorros no son de los banqueros, sino de todos, incluyendo a sus proletarios apátridas que se quedarán más pobres que las ratas al desvalorizarse todo. Lo mejor del párrafo de este iluminado es ese supuesto que ya se ha experimentado en el socialismo real respecto a eso de "la capacidad que tenemos los trabajadores para gestionar la economía"... Este materialista -se le supone también- cree que la cosa depende de una supuesta "capacidad" de "clase" -?-, subjetivista, pues "la capacidad" -capacĭtas- no es otra cosa que aquello de que es capaz el continente...de ese colectivo o agrupación a distancia que son los "trabajadores", y encima sin fronteras. Las "capacidades" señor mío son individuales y sujetuales y la gestión de la economía no la hace una clase sino los sujetos operatorios o actuantes concretos y, además todos: compradores y vendedores ya que no es posible comprar algo sin vender algo libremente. Por otra parte es irónico por completo que aún sigan estos farsantes viviendo del cuento ese del trabajo "explotado", y esto es dicho por un "Profesor de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid" que no desvaloriza su propio trabajo jamás, cuando por él nadie daría ni un duro de tan bochornosamente malo como es. Es muy gracioso o hilarante que este heliotropo hable de la supuesta explotación en plural, como si él fuese un proletario más de estos sin fronteras que "sufre en sus fábricas, oficinas y empresas en general")

A este fin, proponemos organizar la RETIRADA MASIVA DE LOS DEPÓSITOS BANCARIOS que tenemos cada uno de los trabajadores en sus bancos. (Propone pues acabar con toda la economía y acabar con toda la producción que depende de esa liquidez, de esos empréstitos. Semejante locura no aparecía por el planeta desde los tiempos del comunismo salvaje y del comunismo mesiánico a lo Joaquín de Fiore. Guerrero aconseja meter los ahorros en la caja de zapatos y encima cree -según dice- que eso sería un relevo en el poder de los "agentes máximos del capital". Innecesario es decir que este iluminado no comprende en lo más minimo la función de la banca.) Como la liquidez bancaria es una pequeña proporción del total de los depósitos, sólo hace falta que la parte más consciente de los trabajadores vaya a su banco a sacar el saldo íntegro de sus cuentas corrientes y de ahorro para que, un banco tras otro, todo el sistema bancario se vea incapaz de hacer frente a sus obligaciones con los depositantes (Es decir, que se vea incapaz de hacer frente a estos mismos trabajadores ..."conscientes"...¡sic!...en tanto depositantes). La crisis bancaria en que ellos mismos se han metido nos abre a los trabajadores una vía factible de poner fin al poder de los agentes máximos del capital. (Las medidas que pondría en práctica este Mably cuentista son las más adecuadas para arruinar a toda la sociedad entera incluyendo en ella a esos proletarios regionales suyos. Parece increíble que todo un "Profesor de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid" no sepa ni ver que los "depositantes" mismos a los que la banca no podría atender por incapacidad o falta de liquidez son los mismos depositantes -esos trabajadores- que retirarían sus ahorros si siguieran el loco consejo de este iluminado a lo Cayo Graco Babeuf y su ridícula Conspiración de los iguales.)

Cada miembro de ASF se compromete a luchar por convencer a quienes dudan de que esta es la única forma de salir de esta crisis que puede salvarnos a los trabajadores de la enorme pérdida en las condiciones de vida y trabajo a la que nos conduce la situación actual (Mejor es la caja de los zapatos arriba del armario que no las arcas de la perfidia bancaria y estatal! ¿Cómo explicar que una gran parte de culpa de esta crisis se debe a los deseos de créditos baratos y sin cortapisas que esos mismos asalariados han pedido sin aval de ningún tipo para así poder comprarse una "vivienda digna"?). Por eso debemos convencer a todos de que nuestro partido, el partido del trabajo (¿El partido del trabajo en la Complutense?), se opone en primer lugar al partido del capital, a los intereses y leyes del capitalismo como sistema (¿Y qué se nos ofrece a cambio?, ¿Acaso se nos ofrece lo mismo que el anterior "socialismo" supuestamente fundamentado en los asalariados?). Sabemos que el Gobierno es el primer asalariado de ese capital (¡Que necedad! Esto supondría que no es el Estado el fundador de las clases sociales sitas en él, sino la clase social de la burguesía la que crea al Estado y al Gobierno como "asalariado suyo", cosa absurda como a simple vista se ve) y que su responsabilidad sólo viene en segundo lugar. Pero cuando nos encontramos en situaciones excepcionales como la presente, son las decisiones gubernamentales las que ponen ante nuestros ojos con toda evidencia cómo el Gobierno sirve al capital. Por todo ello, nuestra primera labor ideológica es sacar de su error a esa parte de los trabajadores que creen que la política económica de los partidos de izquierda difiere de la de los partidos de derecha. Es significativo que Rajoy y Zapatero estén plenamente de acuerdo en este punto (¡Son más sensatos, juntos, que tu necedad! Tan grande es la necedad de este hombre). En cuanto partido del trabajo (¿Serán de la septimia Séptima Generación?), nos oponemos al partido del capital y, por tanto, no sólo a la burguesía sino también a sus Gobiernos. Con esta idea en la cabeza (Con esta mera idealidad de trasnochados idealistas que creen aún en "Gobiernos proletarios") iremos a los bancos en busca de nuestro dinero. Acción y pensamiento siempre van unidos en ASF.
(¡Acción y pensamienrto! siempre van unidos en esa agrupación a distancia y encima artificiosa que es ese otro invento de estos profesionales revolucionarios de pacotilla. ¡Ni las agrupaciones colectivas piensan y menos aún actúan colectivamente! Sin embargo, muy bien... Ahora díganos señor iluminado a lo Babeuf y después de expoliar a los desiguales, a los no iguales, después que los pobres se hayan alzado y saqueado a los ricos banqueros al quitarles todos nuestros depósitos, ¿Qué hacemos con esa inmensa cantidad de dinero? ¿Lo anulamos estilo Polt Pot o se lo entregamos al Comité Ejecutivo de los ASF, o cada uno de nosotros gestionamos lo nuestro particularmente abandonando así -¡por fin!- al capital financiero y por tanto productivo y volviendo en tres días a la mera economía de subsistencia? Semejante demencia es digna de lástima y de una buena generación de las izquierdas.

Denunciamos que, tras convocar los bancos al Presidente del Gobierno –que no al revés–, se haya decidido poner a salvo todo el dinero de los capitalistas que estos están sacando de una Bolsa que cae en picado y que ven cada vez más amenazado por las crecientes dificultades de funcionamiento de todas las instituciones financieras mundiales, incluidas las más sofisticadas y escondidas en paraísos fiscales de todo tipo (¡Como si la masa de demandantes consumidores de subprimes no fuese la parte activa de todo este galimatías!). A partir de ahora, y “gracias†a la decisión de nuestro Gobierno, estos capitalistas sólo tendrán que repartir su fortuna entre varios depósitos en bancos distintos para asegurarse de que no van a seguir perdiendo dinero (esto es falso por completo..., se trata de la liquidez al sistema productivo, a las industrias. Lo que estos lumbreras proponen en su desquiciado delirio es el suicidio y la muerte de millones y millones de personas al paralizar todo el sistema productivo. Es lo mismo de la banda de los Cuatro y de Polt Pot: subversión de todo para llegar antes a la hecatombe o al Apocalipsis revolucionario propio de dementes iluminados). Mientras tanto, a ningún miembro de ASF y a ningún trabajador que conozcamos nos han ofrecido protección ni salvaguarda alguna frente a la creciente amenaza de impagos de nuestras viviendas o frente a la caída de nivel de vida que nos impone la subida de nuestras hipotecas a causa del nivel del euríbor y demás medios que tiene la burguesía de quedarse incluso con una parte de lo que nos paga por nuestra fuerza de trabajo. (¡Qué bestialidad! La subida de las hipotecas la impone le demanda misma de los consumidores y su ausencia total de garantías. La crisis no hubiera acaso aparecido si el Estado hubiese prohibido a su debido tiempo a la banca dar ni un sólo crédito para todo aquél Asalariado sin fronteras que no hubiese podido avalarlo con sus propios medios. No hay un afán de lucro en la venta si no hay un afán de lucro en la respectiva compra)

Por último, prometiendo análisis más detallados de la situación en breve, repetimos nuestra principal consigna en el momento actual:

ORGANICEMOS LA RETIRADA MASIVA DE NUESTRO DINERO DE TODOS LOS BANCOS. PERDAMOS EL MIEDO Y HAGAMOS QUE LOS BANCOS QUIEBREN, PUES ES EN BUENA MEDIDA NUESTRO MIEDO EL QUE ASEGURA SU PODER. SUSTITUYAMOS A LOS BANQUEROS ACTUALES POR EMPLEADOS CAPACES DE GESTIONAR LOS BANCOS EN INTERÉS DE LOS TRABAJADORES. Y PREPARÉMONOS PARA SOSTENER UNA LARGA LUCHA CONTRA LA BURGUESÃA Y SU PODER ECONÓMICO Y POLÃTICO, Y CONTRA SU GOBIERNO Y SUS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.>>


(Ja, ja, ja, ja, ja, jo, jo, jo, jo.....Ji, ji, ji.... Ay! que me desternillo de risa!!...EMPLEADOS CAPACES DE GESTIONAR LOS BANCOS EN INTERÉS DE LOS TRABAJADORES... ¡¡Sustituyamos a los banqueros por los "Profesores de Economía Política de la Universidad Complutense de Madrid" y por los proletarios Asalariados Sin Fronteras -y sin sesera frontal- y descargadores de muelles!! ¡Hay que poner lo más rápido posible en lugar del banquero al botones y al bedel del banco que pertenecen a esta magna asociación misteriosa de los Asalariados Sin Fronteras unidos que jamás serán vencidos! ¡¡Sustituyamos a los cirujanos por enfermeras y a los camilleros o sanitarios metámoslos de cirujanos!!, el alumno que enseñe al profesor, a todos menos al nuestro porque ya sabe bastante ya que él es professorrr en la Complutense, ya que él -como buen cuentista- es otro buen John Goodwyn Barmby, otro buen Pontifarca de la Iglesia Comunista... Que el hijo enseñe al padre y que los puentes sean construidos por los del manguito y los pegasellos. ¡Qué lucidez más revolucionaria! ¿Será eso de la libertad de expresión que dejen a este bon home expresarse como lo hace?

Y encima y por en medio, oh, apreciados y añorados contertulios, este majareta u otros de su sagrada grey nos mete el retrato este del asesino profesional, la esfinge de la nobleza en vilo: Patria o muerte..., es la muerte, fue la muerte y siempre estas estupideces en las que un día también yo creí esten e imperen, será la muerte y nada más que la muerte.

Es falso que el capitalismo haya salido del protestantismo como decía Max Weber..., del luteranismo mesiánico lo que ha surgido es el marxismo y toda su apestosa hediondez. El capitalismo, es decir, el Mercado pletórico libre y la libertad junto con la valorización subjetiva proviene teóricamente de los escolásticos españoles, de la Escuela de Salamanca. Loor y gloria a ellos y abajo toda esa retahíla de la emancipación de no se qué de los Asalariados sin Fronteras en un mundo en que se están quedando sin trabajo y que por ello en un futuro no muy lejano acaso ya no puedan ni ser "explotados", como parece creer y dice este lumbreras. Salud.


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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Dom Oct 19, 2008 3:59 pm    Título del mensaje: Estulticia sin fronteras Responder citando

Estimados amigos:

Saludo al amigo Vega, que estuvo en el purgatorio y parece volver, aunque espero que no por sus antiguos fueros. No me cabe duda que el comunicado que señala aquí y que publica Diego Guerrero es bastante desconcertante, por no decir absurdo en muchos casos. Pero a mí no me sirve eso de agarrar el rábano por las hojas y descalificar la totalidad de escritos de alguien por un solo artículo que resulta flojo. De hecho, el que escribe sobre la crisis actual es muy interesante. Sobre todo por lo que afirma en este fragmento, que ya estamos discutiendo en el foro de Economía.

Cita:
Si la crisis actual supone, como cabe razonablemente esperar, la paralización o contracción generalizada del crédito, el citado suplemento de crecimiento habrá pasado a la historia. Si suponemos que los mercados cotizan correctamente el valor de las mercancías, concluiremos que deben hacer otro tanto con el del conjunto de la economía y que, por tanto, acabarán reconociendo que, puesto que un buen porcentaje del crecimiento podría haber sido mera apariencia –la de la, hasta ahora, imparable «burbuja de deuda»–, nos estamos dando de bruces con la realidad de que ya somos bastante más pobres de lo que creíamos. Lo somos ya, porque la burbuja ha explotado ya. Aunque eso no quiera decir que los efectos de ese estallido se perciban todos de forma inmediata…



Diego Guerrero, La ¿«grandísima»? depresión y el «lado malo» de la Historia

Cito este fragmento para contrastar. Más que nada, porque Vega realiza afirmaciones que en ningún momento justifica. Véase como muestra un botón:

José Mª Rodríguez Vega escribió:
El capitalismo, es decir, el Mercado pletórico libre y la libertad junto con la valorización subjetiva proviene teóricamente de los escolásticos españoles, de la Escuela de Salamanca.


Esta afirmación, pese a ser repetida habitualmente en los foros liberales, no por ello se va a convertir en una verdad. La Escuela de Salamanca afirma que es inmoral obtener beneficio en un intercambio económico. Por lo tanto, ¿de dónde saca Vega que semejante tesis esté en la base teórica de un sistema que necesita ante todo de beneficios?

Por otro lado, la valorización subjetiva no es escolástica, sino protestantismo. Más concretamente, neokantismo e idealismo subjetivo a mares. De hecho, Von Mises afirmó que la Economía había de convertirse en Praxeología, en tanto que sólo interesaban las acciones subjetivas de los individuos. Puro voluntarismo protestante, vaya.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Dom Oct 19, 2008 10:30 pm    Título del mensaje: La muy liberal y noble escuela salmantina. Responder citando

Saludo al amigo Pardo, que sigue con los elegidos en la Gloria. Yo vuelvo cuando quiero y por los fueros que me da mi santa y real y subjetivista gana, mientras el cuerpo aguante (lo mismo hace él).
..................

Cita:
José Mª Rodríguez Vega escribió:

El capitalismo, es decir, el Mercado pletórico libre y la libertad junto con la valorización subjetiva proviene teóricamente de los escolásticos españoles, de la Escuela de Salamanca.


<Esta afirmación, pese a ser repetida habitualmente en los foros liberales, no por ello se va a convertir en una verdad. La Escuela de Salamanca afirma que es inmoral obtener beneficio en un intercambio económico. Por lo tanto, ¿de dónde saca Vega que semejante tesis esté en la base teórica de un sistema que necesita ante todo de beneficios?


Esto y por mi fama se merece una contestación, aunque sea apoyada por el argumento de autoridad:

Lo que en general afirmaban muchos de la Escuela de Salamanca es la prohibición de la usura, el prestamismo o "banca" (Francisco Suárez. De Legibus. De lege naturali. ED. C.S.I.C. Vol. III, pág. 182). Para nada proponían que los intercambios económicos no obtuviesen beneficio o quedasen a la par, cosa evidentemente absurda (Pardo parece creerlos tontos y puritanos, pero los puritanos no eran los de Salamanca, sino los calvinistas y demás luteranos ingleses y alemanes (culturales) como Hegel y Adam Smith y su alumno Marx).

El católico Francisco Suárez dice:<...Respecto a la ley natural....permitió que los hombres se repartieran y apropiaran las cosas, pues es de derecho natural que puedan repartírselas y convertirlas en propiedad privada...> (Francisco Suárez. De Legibus. De legis obligatione. ED. C.S.I.C. Vol. II, pág. 112)
Y aunque ese derecho no es preceptivo, ya que "podían los hombres no habérselas repartido -las cosas- y no convertirlas en propiedad privada". He de suponer que no habrá nadie tan lerdo que crea que Suárez comprende la propiedad privada sin intercambios y que no comprende los intercambios sin beneficio alguno, es decir, que son hechos esos intercambios con perjuicio o sin fruición o fruto, en una perfecta calma y quietud de movimiento, en una perfecta muerte. Eso sería absurdo, por tanto Suárez admite el beneficio en los intercambios económicos ya que la propiedad privada los supone, a menos que no se piense que los que cambian hacen el tonto en una quietud eterna (simile la contemplación de la Gloria) o en un abocarse en cada cambio a la ruina más vil por cambiar siempre perdiendo. La lógica de Pardo sigue siendo la de siempre (por eso está en la Gloria con los elegidos, allí, inmóvil, muerto, filosóficamente muerto, como el dogma).
Para Suárez <"una cosa es amar algo como sumo bien y otra distinta amarlo como un bien que merce ser amado por sí mismo".> (Op cit Vol. III, pág. 169) Y Francisco Suárez, del que Rothbard dice que es un tanto irrelevante en asuntos económicos ya que su especialidad es lo jurídico, lo que en realidad dice y piensa sobre eso de los beneficios es lo siguiente:<Prohíbe también la ley natural vender una cosa por precio superior al justo y, no obstante, esa venta no queda invalidada por el propio derecho natural.> (Op cit Vol. III, pág. 180). Lo que quiere decir que el justo beneficio no está prohibido, que lo que sí está prohibido es cobrar por encima del precio justo o de mercado, es decir, lo que está prohibido es ROBAR, según la concepción de Suárez.

<Puede también decirse que un acto es lícito naturalmente, es decir, por derecho de gentes, o sea que no está prohibido...Por eso explica -Covarrubias- que la palabra ì]engañar[/i] no debe tomarse en el sentido estricto por cuanto significa engaño mediante dolo o fraude, sino en el sentido de que hace referencia al ingenio y habilidad de los hombres que al comprar procuran reducir en lo posible el valor de la mercancía y aumentarlo al vender, no con fraude y dolo sino dentro de los límites del precio justo y de la recta razón......Del mismo modo que al comprar y vender se admite como natural el comprar en menos lo que vale más haya que entenderlas según esta interpretación de los limites del precio justo, ya que el comprador procura comprar al mínimo precio justo y el vendedor intenta vender al máximo.> (Op cit Vol. IV, pág. 145)
Obsérvese como en este último párrafo de Suárez es un limpio precursor del marginalismo económico. Esta cita hubiera hecho las delicias de Murray Rothbard, que no dio mucha importancia económica a Suárez. De este texto sobran comentarios, ya que en él se ve tanto la subjetividad en las valorizaciones marginalistas (máximo y mínimo) como en la naturalidad de "obtener beneficio en un intercambio económico", en ese "al comprar y vender se admite como natural el comprar en menos lo que vale más". Por tanto en la escolástica española tenemos la valorización -y precio- subjetiva (la supuestamente objetiva la consagró Adam Smith), la compra y venta sin dolo (como Dios manda), y un ápice o precedente de la teoría marginalista de Menger. ¡Casi nada!

Por vender una cosa por encima de su precio justo, a precio superior al legal (justiprecio) por amor al dinero, etc.: (Op cit Vol. IV. DE Politica Obligatione, pág. 119, 172, 293)

<<Luis de Molina -(de Évora, que no de Salamanca, pero es igual)- fue un liberal sólido en temas económicos, proporcionando un completo análisis, en la tradición escolástica salmantina, de la oferta y la demanda y del modo en que conjuntamente determinan el precio. El precio justo es, por supuesto, el precio común del mercado. Molina añade sobre sus predecesores que los bienes que se ofrecen al por menor o al detalle, en cantidades pequeñas, se venden a un precio unitario mayor que en las ventas que se contratan al por mayor o en grandes cantidades.>> (Cf. Murray N. Rothbard. Historia del pensamiento económico. Unión Editorial Vol. I, pág. 145 y también pág. 147). Por tanto ese precio unitario mayor es el beneficio a pesar de hacerse los intercambios bajo el precio justo (pues las gentes tienen un ius a algo, a la propiedad..., un comerciante tiene el ius a vender sus productos). Molina y los demás escolásticos aún no estaban contaminados por la hediondez del beneficio injusto por la supuesta explotación smithiana y marxista de la llamada fuerza de trabajo.

Teoría del Justiprecio de Luis de Molina: http://www.eumed.net/cursecon/economistas/textos/molina_justo_precio.htm ... de la cual se desprende el beneficio, y si no, ¿para qué coño iban a ser los precios?

En esta Teoría del Justiprecio dice Molina:<Debe observarse, en primer lugar, que el precio se considera justo o injusto no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en sí mismas —lo que llevaría a valorarlas por su nobleza o perfección—, sino en cuanto sirven a la utilidad humana; pues en esa medida las estiman los hombres y tienen un precio en el comercio y en los intercambios.>
Por tanto aquí lo <objetivo> sería eso de "la naturaleza de las cosas consideradas en sí mismas....lo que llevaría a valorarlas por su nobleza o perfección", y lo subjetivo sería eso de "sino en cuanto sirven a la utilidad humana; pues en esa medida las estiman los hombres y tienen un precio en el comercio y en los intercambios". Queda muy claro que Luis de Molina es un subjetivista como la copa de un pino y que entendía lo suyo del asunto de los intercambios con beneficio.

Domingo de Soto prohibió la usura, pero nunca pudo decir ni suponer inmoral la obtención de un justo beneficio, ya que él mismo fue uno de los primeros teóricos del <"más elevado precio que deberá pagar quien desee enviar desde España dinero a Flandes, puesto que la demanda de moneda es menor en España que en Flandes....>, por tanto se estudia ahí el beneficio sin hacer mal moral a nadie, es decir, bajo el llamado "precio justo" que se desprende de las diferentes valoraciones que se hacen en los diferentes lugares por su diferente abundancia o escasez. (Cf. Murray N. Rothbard. Op. cit. pág. 135)

Se pueden estudiar también a Martín de Azpilcueta, a Cayetano, o a Juan de Medina, el cual jocosamente dice:<<<...Exponer la propiedad privada al riesgo de que pueda perderse es algo que puede venderse, y comprarse, a un precio, no se cuenta entre las cosas que se hacen gratuitamente.> Lo que se compra y se vende es intercambio y lo que no se hace gratuitamente en mi purgatorio imperfecto e infecto se le llama "Beneficio"...
<Además, señala Juan de Medina, los teólogos admiten que quién avala el préstamo de un deudor puede lícitamente cobrar por ese servicio; en ese caso, si el prestatario (praestātus) no encuentra avalista, ¿por qué no va a poder el prestamista cobrar al prestatario por asumir directamente el riesgo de impago? ¿Acaso no es el cobro que hace el prestamista similar al que hace el avalista?>>> (Cf. Murray N. Rothbard. Op. cit. pág. 140) ¿Y no es ese "cobro" un "beneficio"?

Diego de Covarrubias dice que <<<El valor de un artículo no depende de su naturaleza esencial sino de la estimación humana, aún cuando ésta fuera estúpida. Por ejemplo, en las Indias el trigo es más caro que en España porque allí lo estiman más, aunque la naturaleza del trigo sea la misma en ambos lugares...Los precios caen si los compradores son pocos y los bienes abundantes, y viceversa.> (Cf. Murray N. Rothbard. Op. cit. pág. 141) Por tanto el que intercambiaba el trigo español en la India obtenía más beneficio que si lo intercambiaba en España (caeteris paribus), y en su justo precio, sin hacer un mal moral a nadie. Supongo que estas elucubraciones económicas no se hubieran dado de ser cierto que creían inmoral obtener un beneficio de un intercambio económico. Semejante absurdo es difícil de comprender a menos que uno no esté obnubilado por las nubes de la Gloria o corroído por la Leyenda Negra contra los logros españoles en economía.

Parece que Covarrubias con eso de que "El valor de un artículo no depende de su naturaleza esencial sino de la estimación humana, aún cuando ésta fuera estúpida", no está en las miras de pardo cuando éste afirma que:
Cita:
<...la valorización subjetiva no es escolástica, sino protestantismo. Más concretamente, neokantismo e idealismo subjetivo a mares.>
Tal vez es que Diego de Covarrubias (o Molina) ni es escolástico ni es de la escuela de Salamanca ni estudió en la Universidad de Salamanca derecho canónico con Martín de Azpilicueta y teología con Francisco de Vitoria y Domingo de Soto y otros varios más.
¡Qué manía con eso del subjetivismo! Parece que hubiéramos de rechazar o de desechar las materialidades segundogenéricas por ser peores que las primogenéricas cuando lo único que hay que tener en cuenta es la symploké!! Sin embargo Pardo al elegir novia elige "objetivamente"-eso dice él- (??) y para nada "elige" nada de nada, ni tan siquiera el color de sus zapatos. Él se limita a decir que va objetivamente calzado paseando con su novia objetivamente por la calle.

Sobre el luteranismo o catolicismo respecto al mercado y los intercambios:

<El centro de atención, para los escolásticos (contrariamente a los modernos "marxistas" o smithianos), era el consumo, el consumidor, entendidos como objetivo del trabajo y la producción. El trabajo no es tanto un bien en sí mismo (como lo es en los marxistas y luteranos), cuanto un medio para el consumo en el mercado. El equilibrio aristotélico, la regla de oro del "justo medio", se consideró requisito para la vida buena, una vida dirigida a la felicidad por ajustarse a la naturaleza del hombre. Y en esa vida equilibrada destacaba el disfrute del consumo, así como del ocio, además de la importancia del esfuerzo productivo. Por contraste, la cultura calvinista comenzó a insistir con cierta severidad en el trabajo y en el ahorro. Esta pérdida de énfasis en el ocio encaja bien, por supuesto, con un espíritu iconoclasta que alcanzó en el calvinismo altas cotas: la condena del placer de los sentidos como medio de expresar la devoción religiosa. Este conflicto se manifiesta en las vacaciones religiosas, de las que los países católicos disfrutaban en abundancia. Para los puritanos, algo rayano en la idolatría; es más, ni siquiera la Navidad debía ser ocasión de sensato u honesto disfrute.> (Cf. Murray N. Rothbard. Op. cit. pág. 173).

<De ahí que Gran Bretaña, bajo la intensa influencia del pensamiento y cultura calvinistas, y de su glorificación del mero ejercicio laboral, acabara desarrollando una teoría del valor-trabajo, mientras que Francia e Italia, todavía bajo influencia de conceptos aristotélicos y tomistas continuara el énfasis escolástico en el consumidor y adoptara la valoración subjetiva como fuente del valor económico...> (Cf. Murray N. Rothbard. Op. cit. pág. 175).
Por tanto la valoración subjetivista es católica y escolástica como sabe y dice Rothbard y como dice y sabe Covarrubias y los otros en los textos arriba citados.

Se podrían citar más y más textos para demostrar que Pardo está por completo equivocado: La valorización subjetiva es casi aristotélica y es claramente escolástica y tomista!! Y lo que es peor aún... ¿Se le podría ocurrir a alguien que reflexionase un poquito argumentar que estos eminentes hombres españoles creían en el siglo XVI, en el siglo del Imperio, que era pecado o inmoral el obtener beneficios en los intercambios económicos? ¿Entonces..., si así fuera, los hombres de esta Tierra de donde iban a sacar sus frutos? ¿Del aliciesco campo puro o del Maná del Cielo? ¿Del Edén tal vez? ¿Para qué querían entonces la lana los de Medina del Campo? ¿Para cambiarla por su moral "equivalente"?

Ellos han hablado, no yo.

Repito: en lo único que los salmantinos eran unos intolerantes mojigatos es en el asunto de la usura, de los "intereses cobrados a los hombres sobre lo que ya no existe" (Por ejemplo: Cf. John Chamberlain. Las raíces del capitalismo. Unión editorial 1976, pág. 64)

Yo ya he acabado esta corta incursión en la Gloria de ustedes. Adiós, y hasta dentro de varios meses o hasta vete tú a saber cuando!
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Lun Oct 20, 2008 10:00 am    Título del mensaje: Sofismas desde el purgatorio Responder citando

Estimados amigos:

Efectivamente, Vega ha vuelto por sus antiguos fueros. Los de la sofística más habitual en él, con citas que nada dicen y que luego recorta y a las que añade juicios implícitos que nada tienen que ver con lo citado.

Por ejemplo, lo que cita de Suárez, que nada aporta a esta discusión. ¿Qué tiene que ver el justo precio con el beneficio? Nada en absoluto, y lo voy a probar suficientemente. Supongamos —es un suponer— que soy un artesano que fabrico una mesa de madera y la vendo en el mercado, obteniendo dinero suficiente para comprarme la Biblia que tanto deseo. He vendido la mesa de manera por el «justo precio», es decir, el precio que equivale al que se necesita para comprar una Biblia (lo justo en español es lo equivalente: cuando el agua llega a la marca que realizamos en el balde, decimos que ya está justo, es decir, equivalente a la marca). Se trata del modo simple de intercambio de mercancías, totalmente objetivo pero que no implica ningún tipo de beneficio. Fabriqué algo, lo vendí y compré lo que quería, quedándome en beneficios exactamente igual que estaba.

Las citas de Luis de Molina que Rodríguez Vega nos aporta tampoco dicen nada de la utilidad marginal; ese es un supuesto que introduce él gratuitamente. Molina está hablando de algo tan aristotélico como el valor de uso. El artesano que fabricó la mesa lo hizo porque tiene algún uso concreto, y no por ello obtuvo beneficio alguno.

Asimismo, Vega nos cita a Rothbard y otros con la profusión que usaba el liberal Zugasti para así probar su presunta teoría. Me parece muy bien, pero permítaseme citar al traductor de La Teoría del Justo Precio de Luis de Molina para desmentir tales extremos:

Cita:
Todo cuanto acabo de exponer sobre la utilidad como fuente del valor económico es de sobra conocido y no necesito insistir en ello. Lo que no se conoce y, sin embargo, es igualmente importante para comprender el pensamiento económico de Molina en lo referente al justo precio es el análisis que, a propósito del contrato de compra venta, realiza de la transacción económica, que constituye el substrato y contenido material de ese contrato. Los pocos autores que se han ocupado de la teoría molinista del justo precio suelen saltar, una vez mencionada la utilidad como fuente del valor económico, a la estimación común del justo precio, identificando esa estimación común con la estimación del libre mercado. Razonando así pasan por alto todo cuanto Molina expone a propósito de la compra-venta y la circulación de mercancías que en la compra-venta se realiza. Aplican con ello un esquema de razonamiento inspirado en la mentalidad económica liberal, puede resultar un obstáculo para explicitar y comprender cuanto en la circulación de mercancías se encierra. No se puede saltar con la facilidad que estos autores saltan de la estimación común al libre mercado; es, necesario, antes de dar ese salto identificador de ambos conceptos, analizar el contenido que en ellos se encierra y comprobar si los contenidos permiten o no la identificación. Una identificación de conceptos sin identificación de contenidos difícilmente podría admitirse.


Francisco Gómez Camacho, «Introducción» a Luis de Molina, La Teoría del Justo Precio. Editora Nacional, Madrid 1981, pág. 25.

Cita:
Quien se tome la molestia de comparar la explicación molinista sobre el origen del dinero y la compra-venta con la ofrecida por Adam Smith en La Riqueza de las Naciones, encontrará que ambas explicaciones son semejantes, que, en realidad, A. Smith, en 1776, sólo estaba recogiendo una tradición que, remontándose a Aristóteles, habían hecho suya los doctores españoles del XVI y, más concretamente, Luis de Molina.


Francisco Gómez Camacho, «Introducción» a Luis de Molina, La Teoría del Justo Precio. Editora Nacional, Madrid 1981, pág. 26.

¿Se ha tomado dicha molestia Vega? Vemos que no. Entonces, si se vincula a Adam Smith, uno de los teóricos mercantilistas, a Luis de Molina y a ambos con Aristóteles, ¿de dónde salen esos saltos entre la teoría del valor-trabajo y el catolicismo? De la fértil imaginación del hombre que volvió, por su propia subjetividad, al purgatorio.

Por otro lado, si tenemos en cuenta la distinción que realizaba Aristóteles entre economía como forma de obtener valores de uso por medio de la compra-venta, y crematística, por otro, siendo la segunda la conservación e incremento del dinero hasta el infinito, es decir, el beneficio, entonces Molina entraría en la primera definición. Veamos.

Cita:
2. Que la compra-venta puede entenderse en un triple sentido.


Supuesto lo anterior, se han venido distinguiendo tres clases de compra-venta, y lo mismo puede decirse del intercambio en sentido amplio. Existe la compra-venta por la que una persona compra aquellas cosas que le son necesarias para su propio sustento y el de su familia, y por la que vende aquellas cosas que le sobran. Esta clase de compra-venta es prácticamente natural y, en sí misma, buena y lícita, como afirma Santo Tomás y enseñan comúnmente los doctores siguiendo a Aristóteles en el lib. 1 de los Políticos. Ciertamente, pues esta clase de compra-venta no se ordena al lucro, sino al conveniente sustento de la familia, y su práctica corresponde a los administradores (o ecónomos) y los políticos, no a los negociantes en el sentido estricto. Otra compra-venta es aquella por la que se compra algo con el fin de transformarlo mediante el trabajo y venderlo después más caro. Esta compra-venta, como afirma Crisóstomo, no constituye un mero negocio, ya que el bien que así se compra se mejora con el trabajo y la propia habilidad, por lo que puede incluirse en la venta de objetos artesanales, que, como los mismos artesanos saben, se distingue de la mencionada en primer lugar, aunque, según parece, Santo Tomás la incluyera en ese primer género de venta. Pertenece a esta clase de compra-venta no sólo la compra de lana para fabricar paños y venderlos, o la compra de hierro para forjar espadas y venderlas, sino también la compra de caballos y aves para venderlas una vez domados y domesticadas. Finalmente, otra clase de compra-venta es aquella por la que se compra algo para venderlo más caro sin haberlo modificado con el trabajo, y ésta es la que propiamente se conoce como «negocio» y de la que se duda si es o no lícita, pues parece que Crisóstomo la condena en el c. ejiciens citado.


Luis de Molina, La Teoría del Justo Precio, Editora Nacional, Madrid, 1981, pág. 128. Disputa 39, n. 2.

Y como comenta el traductor de Molina:

Cita:
En las tres formas de practicar la compra-venta, cuya licitud moral admite Molina, existe un elemento común que justifica esa licitud: en todas ellas se busca satisfacer una necesidad, es decir, se busca un valor de uso. En el primer caso, el valor de uso se evidencia en la finalidad de la compra-venta: satisfacer una necesidad de consumo. En el segundo, la finalidad productiva sería inconcebible separada de la utilidad del bien que se transforma intrínsecamente; la utilidad del paño y la espada justifican y motivan la compra y transformacíón de la lana y el hierro. En el mismo sentido se explica la compra-venta en la que se verifica una «transformación extrínseca»; el servicio que con ella se presta a la comunidad constituye suficiente título legitimador. Así, pues, el negocio de la compra-venta se considera moralmente lícito por Luis de Molina cuando no se actica por razón exclusiva del lucro sino para satisfacer una necesidad, sea ésta de consumo directo o indirecto (producción). Nos bailamos, por tanto, ante una visión económica de la compra-venta, no ante una visión crematística.


Francisco Gómez Camacho, «Introducción» a Luis de Molina, La Teoría del Justo Precio. Editora Nacional, Madrid 1981, pág. 41.

Y, finalmente, la puntilla al marginalismo liberal:

Cita:
Supongamos ahora que esta visión de la compraventa se compara con la propia del capitalismo naciente en el siglo XVI, cuando, según K. Marx, comenzó «la biografía moderna del capital... con el comercio y el mercado mundiales». A la forma directa de la circulación de mercancías se contrapone la circulación del capital (D-M-D). En palabras del mismo Marx, «el ciclo M-D-M arranca del polo de una mercancía y se cierra con el polo de otra mercancía. Su fin último es, por tanto, el consumo, la satisfacción de necesidades o, dicho en otros términos, el valor de uso. Por el contrario, el ciclo D-M-D arranca del polo del dinero para retornar por último al mismo polo. Su motivo propulsor y su facilidad determinante es, por tanto, el propio valor de cambio». Ls circulación de mercancías, en su forma directa, pertenece a la economía; la circulación del capital, a la crematística. Por eso no puede extrañarnos que K. Marx recuerde y cite la distinción aristotélica como ilustración y confirmación de su pensamiento al señalar que «la circulación simple de mercancías —el proceso de vender para comprar— sirve de medio para la consecución de un fin último situado fuera de la circulación: la asimilación de valores de uso, la satisfacción de necesidades. En cambio, la circulación del dinero como capital lleva en sí mismo su fin, pues la valorización del valor sólo se da dentro de este proceso constantemente renovado. El movimiento del capital es, por tanto, incesante».


Francisco Gómez Camacho, «Introducción» a Luis de Molina, La Teoría del Justo Precio. Editora Nacional, Madrid 1981, pág. 42.

Ahora resulta que Gómez Camacho asimila a Luis de Molina a El Capital de Marx y al marxismo, por medio de Aristóteles. Nada que ver con los sofismas de Vega, que supone que Aristóteles lleva al liberalismo nada menos. En fin, vuelva usted al purgatorio si lo desea, o retorne a discutir, pero al menos sea riguroso con las citas y no realice juicios implícitos tan ligeros y falsos.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Lun Oct 20, 2008 11:33 am    Título del mensaje: Apostilla sobre Schumpeter. Responder citando

Lo lamento, pero he de meter una última apostilla.

Se me olvidó citar al imprescindible Schumpeter. Su Historia del análisis económico (History of Economic Analysis, 1954. Ariel 1971, Cap. 2, apartado 4c: Del siglo XIV al XVII, pág. 133 y ss.)

Rodríguez Pardo escribió:
<...la valorización subjetiva no es escolástica, sino protestantismo. Más concretamente, neokantismo e idealismo subjetivo a mares.>
Parece que no sólo la valoración subjetiva (no puede haber nunca otra valoración que no sea subjetiva) era cosa de los escolásticos españoles (y franceses e italianos, pues Cayetano no es moco de pavo!), sino que encima fueron ellos los fundadores de la ciencia económica y de la misma teoría de la valorización subjetiva mucho tiempo antes de que naciera Kant y el "neokantismo".

Allí, en esa obra citada nos habla Schumpeter de los jesuítas Molina y Lugo, y dice entre otras cosas:<En los sitemas de teología moral de estos escolásticos tardíos la economía conquistó definitivamente si no su existencia autónoma, sí al menos una existencia bien determinada; éstos son los autores de los que con menos incongruencia se puede decir que han sido los "fundadores" de la economía científica...>...................<La economía del bienestar propia de los doctores escolásticos se enlazaba con su economía "pura" por medio del concepto axial de esta última, el concepto de valor, el cual se basaba también en las "necesidades y su satisfacción". Este punto de partida no era, desde luego, nuevo en sí mismo. Pero la distinción aristotélica entre valor de uso y valor de cambio se profundizó y desarrolló hasta desembocar en una teoría subjetiva o utilitarista del valor de cambio o precio, de un modo que no presentaba analogías con nada contenido en la obra de Aristóteles o Santo Tomás, aunque sin duda existía en una y otra una indicación en ese sentido. (La nueva teoría es fragmentaria, pero merecedora de ese nombre.) En primer lugar, en la crítica de Duns Escoto y sus seguidores, los escolásticos tardíos, particularmente Molina, dejan completamente en claro que el coste, aunque es un factor de la determinación del valor de cambio (o precio), no es la fuente lógica o "causa" de éste.
---(En nota apunta Schumpeter:<Creo que esa afirmación reproduce fielmente la significación de las palabras de Molina en tract. II, disp. 348, si se entiende como es debido al núcleo analítico del concepto "justo". Aún menos se puede atribuir a estos autores una teoría del valor-trabajo, aunque a veces se les ha atribuido. Más adelante veremos que el atractivo emocional de esta última ha inducido a algunos historiadores a interpretar en esta sentido la mayor cantidad posible de autores. Por lo tanto, habría que tener presente que la mera acentuación de la importancia del elemento trabajo o esfuerzo en el proceso económico no equivale a la postulación de las tesis según la cual el gasto de trabajo explica o causa el valor, cosa que, para los criterios utilizados en este libro, constituye propiamente la teoría del valor-trabajo.)---
Y sigue diciendo Schumpeter:<En segundo lugar esos escolásticos descubrieron con inequívoca claridad la teoría de esa utilidad que ellos consideraban fuente o causa del valor. Molina y Lugo, por ejemplo, fueron tan precisos como lo sería C. Menger al puntualizar que esa utilidad no es una propiedad de los bienes mismos, ni coincide con ninguna de sus cualidades intrínsecas, sino que es reflejo de los usos que los individuos observados se proponen hacer de dichos bienes, y de la importancia que atribuyen a esos usos. Pero ya un siglo antes San Antonino, evidentemente movido por el deseo de despojar al concepto de "utilidad" de indeseables sentidos "objetivos", había utlizado un término no clásico, pero excelente:complacibilitas, equivalente exacto de la `desiredness´ ["deseacidad"] del profesor Irving Fisher, usado para significar el hecho de que una cosa está siendo efectivamente deseada, y nada más.>................<Dos aspectos más de esta teoría del valor de cambio merecen mención. Por un lado, los escolásticos tardíos identificaron su precio justo -a diferencia de lo que parecen haber hecho Aristóteles y Duns Escoto- no con el precio competitivo normal, sino con cualquier precio competitivo (communis estimatio fori, o pretium currens) Si existe un precio así, es "justo" pagarlo y aceptarlo, cualesquiera que puedan ser las consecuencias para las partes negociantes: es perfectamente justo que los mercaderes consigan ganancias si lo hacen pagando y aceptando los precios del mercado, y si sufren pérdidas, eso será mala suerte o una penalidad por ser incompetentes, siempre que la ganancia o la pérdida sean resultado del funcionamiento sin obstáculos del mecanismo del mercado, pero no si resultan, por ejemplo, de la fijación del precio por la autoridad pública o por conglomerados monopolísticos (Véase, por ejemplo, Molina, trac, II disp. 348 y 364) La condena de la fijación de precios que pronuncia Molina (aunque es una condena con matices) y su aprobación de las ganancias procedentes de precios altos, pero competitivos, en tiempos de escasez son sin duda alguna juicios éticos. Pero revelan una percepción de la función orgánica de la ganancia comercial y de las fluctuaciones del precio causante de ella, percepción que indica un paso considerable en el análisis. Hay que tenerlo en cuenta porque, generalmente, no estamos acostumbrados a buscar en los escolásticos el origen de las teorías propias del liberalismo del laissez-faire ochocentista.

Por otro lado, los escolásticos tardíos analizaron la actividad económica en sí misma -la industria, decía San Antonino-, y particularmente la actividad comercial y de especulación, desde un punto de vista contrapuesto diametralmente al de Aristóteles. El hombre económico de épocas posteriores asomó ya en la concepción de la "razón económica prudente", frase tomista que adquirió una connotación nada tomista por la interpretación de Juan de Lugo: la prudente razón implica en efecto, según Lugo, la intención de conseguir ganancias por cualquier medio legítimo. Esa tesis no equivalía a una redonda aprobación moral de la caza de beneficios. Parece plausible suponer que ni Juan de Lugo ni ningún otro doctor escolástico ha tenido a este respecto sentimientos diferentes de los de Aristóteles.>


Y ya basta, pues no puedo transcribir las 1300 páginas de la obra de Schumpeter.

En conclusión: es el puritanismo luterano el que persiguió más a la usura y a todo beneficio normalito. No en vano el comunismo mesiánico apareció en la Inglaterra de la Guerra Civil de la mano de Gerrard Winstanley, el amado de los comunistas, el cual castigaría con la muerte toda venta o compra de bienes por constituir una traición al sistema comunista suyo. Son los "bienes comunes", el comunismo -el fin de todo cambio- lo estrictamente luterano y es de él de donde surgen los Mably, los Morelly, los Graco Babeuf y su "Conspiración de los iguales", que pregonaban la "igualdad absoluta" y por tanto la prohibición del comercio y su consecuente lucro. Es de los luteranos de donde surgen los Robert Owen, los Wilhelm Weitling, los John G. Barmby y al final Hegel y los neohegelianos con Marx y Engels a la cabeza con su lujuria comunal y su mesianismo universalista en el cual "el hombre ya no será nunca más siervo de su naturaleza", sino que será ese realizado "exceso" de animalidad, ese ser ya no alienado, perfecto.

¿De que sirve todo esto? De nada, porque se parte de un prejuicio, a saber, que las "izquierdas" son cojonudas y los escolásticos españoles también, y claro, no podía ser un matrimonio de semejante ralea, que nuestros amados compatriotas de antaño no fuesen también de "izquierdas", es decir, que no es posible a los ojos de algunos que sea el libre y subjetivista cambio y valorización subjetiva cosa de racionalistas católicos, ya que Max Weber dejó dicho la necedad aquella de que la Etica Protestante y El Espiritu del Capitalismo son tal para cual, sin percatarse de que Weber es ya un apologeta del capitalismo tardío. Es muy curioso que sea el Reino de Dios en la Tierra de los luteranos la raíz psicológica y fanática y social del comunismo salvaje y del comunismo de Marx y Engels (Cf. Murray N Rothbard Op. cit. Vol. II, pág. 353 y ss.)
Lo que verdaderamenbte casa con el puritanismo luterano estilo amish, es el comunismo y la valorización según el sudor del trabajo, según el "sacrificio"..., el sacrificio del crucificado en la cruz..., en la cruz del trabajo también. Es lo que se entiende por "sudar sangre", pues sólo pasando un "Calvario" se puede alcanzar la inefable Gloria en la que -por otra parte- estáis vosotros. Ha sido un placer. Adiós.

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P. D. Lástima que Rodríguez Pardo se me ha adelantado y he de meter esta cuña debajo de su mensaje y no junto al mío.

A mi Gómez Camacho me importa por ahora un comino, ya que yo no lo he leído; aunque si una cuchara se usa para comer también el dinero se usa para otros usos ya que es una mercancía intercambiable por cualquier otra y también se "consume" de una determinada manera... ¿Cómo capital lleva el dinero en sí mismo su fin? ¿Y cual es el fin del capital? ¿Acaso no es su fin el proceso productivo para la fabricación de bienes de consumo? Parece que hay algunos que creen que los capitalistas comen dinero... En fin... Me gusta más Schumpeter, que se le va a hacer.

Me he limitado a poner textos de esos autores (no sólo de Molina) y yo creo que la cosa está muy clara.

El resto sería proseguir una discusión que a mi no me interesa establecer con ningún glorioso pata negra y por tanto quede lo dicho para el juicio del resto de contertulios de los Foros de Nódulo. Que cada cual juzgue como crea oportuno y según su juicio. Ahora tendrá la palabra Rodríguez Pardo mientras yo vuelvo otra vez a hacer mutis por el foro. Adiós.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Lun Oct 20, 2008 12:43 pm    Título del mensaje: TEORI&#769;A DEL PRECIO JUSTO Responder citando

Subrayo en negritas las subjetividades y la permisividad del cambio económico (que no es inmoral obtener beneficio en un intercambio económico) de Luis de Molina (me es indiferente la opinión de Pardo al cual yo también tengo por un practicante de la manipulación y la sofística):
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TEORÍA DEL PRECIO JUSTO


<<<< Causas por las que el precio natural puede considerarse justo o injusto



1. Existen dos clases de precio natural

Aún nos queda señalar que existen dos clases de precio natural: uno es el precio de aquello que se acostumbra vender en una provincia, y que suele cambiar cuando cambian las circunstancias, como sucede con el precio del trigo, del pan, del vino, del calzado y de otros bienes parecidos; otro es el precio de aquello que se introduce por vez primera en alguna provincia en la que no se solía vender. Así, por ejemplo, el precio al que se empezó a vender en España aquel árbol que se utiliza para teñir cuando se trajo por primera vez de Brasil. Así, también, el precio a que empezaron a venderse en Portugal muchas cosas traídas de la India que antes no solían venderse aquí en Portugal. Por todo ello, nos ocuparemos primero de las causas que pueden hacer justo o injusto el precio natural mencionado en primer lugar, para ocuparnos después del mencionado en segundo lugar.



2. Circunstancias que justifican el que se considere justo el precio natural

Debe observarse, en primer lugar, que el precio se considera justo o injusto no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en sí mismas —lo que llevaría a valorarlas por su nobleza o perfección—, sino en cuanto sirven a la utilidad humana; pues en esa medida las estiman los hombres y tienen un precio en el comercio y en los intercambios. Más aún, con este fin las entregó Dios a los hombres y con el mismo fin dividieron los hombres entre sí el dominio de las mismas, a pesar de que, en el momento de su creación, todas fueron comunes. Cuanto acabamos de exponer explica que los ratones, aunque por su naturaleza sean más nobles que el trigo, no se estiman ni aprecien por los hombres, pues no les son de utilidad alguna. También se explica así que la casa se suela vender justamente por un precio mayor que el precio a que se vende un caballo e incluso un esclavo, siendo así que tanto el caballo como el esclavo son por naturaleza mucho más nobles que la casa.



3. La cuantía del precio depende, principalmente, de la estima menor o mayor que los hombres tengan de las cosas en orden a su uso.

Debemos observar, en segundo lugar, que el precio justo de las cosas tampoco se fija atendiendo sólo a las cosas mismas en cuanto son de utilidad al hombre, como si, “caeteris paribusâ€, fuera la naturaleza y necesidad del empleo que se les da lo que de forma absoluta determinase la cuantía del precio; sino que esa cuantía depende, principalmente de la mayor o menos estima en que los hombres desean tenerlas para su uso. Así se explica que el precio justo de la perla, que sólo sirve para adornar, sea mayor que el precio justo de una gran cantidad de grano, vino, carne, para o caballos, a pesar de que el uso de estas cosas, por su misma naturaleza, sea más conveniente y superior al de la perla. Por eso podemos afirmar que el precio justo de la perla depende de que los hombres quisieron estimarla en ese valor como objeto de adorno. Por eso, también el precio justo del azor es para el cazador mayor que el precio de otros bienes que le superan en utilidad. Se explica así también que objetos antiguos de hierro y arcilla que, roídos por el paso del tiempo, nosotros no estimamos, los japoneses los estimen en mucho por su antigüedad. Es evidente que ese precio, que para ellos es justo, no proviene de la naturaleza de dichas cosas ni de su utilidad, sino de que los japoneses se aficionaron a ellas ya sí quisieron estimarlas. Finalmente, esto explica que chucherías y objetos sin valor para nosotros, llevadas y ofrecidas a los etíopes, tengan para ellos un precio mayor que el oro por el que las cambian, cuando, por el contrario, para nosotros es el oro el que tiene mayor precio. Estos hechos y otros semejantes se deben exclusivamente a la estimación por la que los hombres, en sitios y lugares diferentes, quisieron apreciar en más una cosa que otra; y no parece deban condenarse los intercambios que los hombres realizan de acuerdo con la estimación común de las cosas en sus respectivas regiones, aunque algunas veces pueda mover a risa debido a la primitivez y costumbres de quienes las intercambian, tema del que ya nos ocupamos al hablar de los esclavos. En resumen, el precio justo de las cosas depende, principalmente, de la estimación común de los hombres de cada región; y cuando en alguna región o lugar se suele vender un bien, de forma general, por un determinado precio, sin que en ello exista fraude, monopolio ni otras astucias o trampas, ese precio debe tenerse por medida y regla para juzgar el justo precio de dicho bien en esa región o lugar, siempre y cuando no cambian las circunstancias con las que el precio justificadamente fluctúa al alza o a la baja.[1]



4. Las circunstancias que hacen subir o bajar el precio de las cosas son numerosas

Debe observarse, en tercer lugar, que son muchas las circunstancias que hacen fluctuar el precio de las cosas al alza o a la baja. Así, por ejemplo, la escasez de los bienes, debida a la mala cosecha o a causas semejantes, hace subir el justo precio. La abundancia, sin embargo, lo hace descender. El número de compradores que concurren al mercado, en unas épocas mayor que en otras, y su mayor deseo de comprar, lo hacen también subir. Igualmente, la mayor necesidad que muchos tienen de algún bien especial en determinado momento, supuesta la misma cantidad de dicho bien, hace que su precio aumente, como sucede con los detalles, que valen más cuando la guerra está próxima que en tiempos de paz. De igual forma, la falta de dinero en un lugar determinado hace que el precio de los demás bienes descienda, y la abundancia de dinero hace que el precio suba. Cuanto menor es la cantidad de dinero en un sitio, más aumenta su valor y, por tanto, “caeteris paribusâ€, con la misma cantidad de dinero se pueden comprar más cosas. Por ejemplo, si los frutos de la tierra abundasen en la misma proporción en dos provincias distintas y una tuviera mayor cantidad de dinero que otra, esos frutos se venderán a un menor precio en la provincia con menos cantidad de dinero, y a un menor precio se colocarán también los obreros en dicha provincia.



5. El precio justo de los bienes se modifica también según sea uno u otro el modo de venderlos

Hay que notar, en cuarto lugar, que la modalidad de la venta también influye y hace variar el justo precio de los bienes. Por ejemplo, en los casos siguientes suelen venderse los bienes a un precio inferior al que suelen vender los comerciantes: cuando se vende algo en subasta o se lleva para su venta a un corredor intermediario, al pregonero o a las mujeres que, en algunos lugares, tienen el oficio de vender bienes ajenos; cuando un estudiante vende sus libros o, a su muerte, vende sus muebles. Sin embargo, siempre y cuando dicho precio no se aparte del acostumbrado en esa clase de venta, no deberá juzgarse injusto. La razón para pensar así es doble: bien porque cuando las cosas se venden de ese modo se suelen estimar en ese precio, como lo prueba la costumbre; bien porque al venderlas de ese modo se supone que faltan compradores, lo que no ocurre cuando están en manos de comerciantes, que tiene en cuenta la demanda que existe e invierten su dinero en las mercancías para beneficiarse con ellas. Por esta razón solía decirse que las mercancías para beneficiarse con ellas. Por esta razón solía decirse que las mercancías de las que nos desprendemos voluntariamente (“ultroneas mercesâ€), como son aquellas para las que se busca un comprador, se abaratan en un tercio de su precio. Todo lo cual hace que, en estos casos y en otros semejantes, no deba considerarse injusto el precio así fijado, cuando éste coincide con el que se acostumbra pedir en esa clase de venta, y aunque sí nos apartemos del precio a que comúnmente suelen comprarse en ese momento a los comerciantes, o del precio que el bien tuvo en otro momento o bajo otra forma de venta. Así opinan, entre otros, Cayetano,[2] Medina,[3] Soto,[4] Navarro[5] y Covarrubias[6]

6. Que el precio común de los bienes no aumenta por el hecho de que le sean necesarios al vendedor, ni porque se le vendan a quien espera obtener de ellos un gran beneficio.

Debe observarse, sin embargo, que la venta que tiene su origen o razón en la necesidad que el comprador siente de aquello que se vende, cuando no existe una necesidad general de dicho bien, no aumenta el precio justo común de dicho bien; como tampoco hace descender el precio común el hecho de que el vendedor no necesite personalmente el bien que vende. Tampoco aumenta el precio común del bien el hecho de vender a quien espera obtener un gran beneficio con dicho bien. Si esto no fuera así, estaría permitido vender más caro al pobre que al rico, al que se encuentra en extrema necesidad que al que se encuentra satisfecho. La razón siguiente sirve para probar que la ventaja o beneficio que se sigue para el comprador no justifica que se le venda a un precio superior. Efectivamente, dicha ventaja no pertenece al vendedor, sino al comprador; luego no puede recibir por ella la recompensa del precio, pues, de lo contrario, estaría vendiendo lo que no es suyo. Así lo afirman Santo Tomás[7] y el común de los doctores. Puede confirmarse esta doctrina acudiendo al contrato de mutuo, ya que, de no ser cierta, si el prestatario esperase obtener del préstamo que recibe un buen beneficio podría el prestamista venderle ese beneficio, además de entregarle el capital de préstamo, cosa que todos niegan y vimos, al tratar de la usura, que suponía un comportamiento usuario. Sin embargo, si el vendedor sufriera algún daño por razón de la venta, bien sea por el beneficio que deja de percibir o por el daño que recibe al tratarse de un bien sumamente útil para él o al que le tiene un gran afecto —lo que le hace venderlo a regañadientes—, podría entonces vender ese daño recibiendo por el bien algo más que el precio común. Esa cantidad en más deberá fijarse en base a la estimación que hicieran personas prudentes. La razón no es otra sino que todas esas cosas pertenecen al vendedor, quien no está obligado a sufrir daño alguno gratuitamente. Así lo afirman comúnmente los doctores con Santo Tomás[8], Scoto[9] y Navarro[10]

7. El traslado de las mercancías de un lugar donde abundan a otro en el que escasean es causa de que el justo precio de las mismas aumente

Debe señalarse, sin embargo, que para poder recibir su justo precio por los conceptos mencionados es necesario que se establezca contractualmente, para que el comprador sea conscientes de lo que compra y pueda no comprar aquello que no desea. Así lo afirma, entre otros, Soto[11]. El traslado de la mercancía de un lugar en el que abunda a otro en el que escasea es causa de que su precio justo aumente.
De igual forma, también hace subir el precio la mejora del bien mediante el trabajo humano o por las solas fuerzas naturales, como sería el caso de los animales que se crían para venderlos
. También sube el precio justo de las cosas cuando éstas se venden al por menor o por partes, según es costumbre entre los regatones, pues lo que regular, las cosas se deprecian cuando se venden al por mayor y se revalorizan cuando se venden por partes. Estas y otras muchas son circunstancias con las que fluctúa el precio común de los bienes, y de ellas se ocupan, entre otros, Conrado[12] y Juan de Medina[13]. Cuánto deba aumentar o disminuir el precio al variar alguna de las circunstancias mencionadas debe juzgarlo el criterio de los prudentes.

8. Sobre si el fijar el justo precio está o no en manos del comerciante

De lo expuesto hasta aquí se sigue ser falsa la opinión de Scoto[14], al que sigue Mayor[15] Estos autores afirman que el precio justo que deben seguir los comerciantes no es el que acabamos de exponer, sino que deben computarse todos los gastos en que incurrieron los comerciantes al comprar, trasladar y conservar los bienes; más aún, que debe computarse también el pago justo por los trabajos realizados y por la diligencia puesta por los comerciantes, así como los peligros a que se expusieron, de forma análoga a como se computarían si, motivados por la recompensa, sirvieran con su actuación a la República. Y añaden estos autores: si los comerciantes vendieran los bienes al precio que aproximadamente se sigue de aplicar este criterio, estarían vendiendo al precio justo, pero si lo superasen notablemente, estarían vendiendo a un precio injusto. De esta opinión suya concluyen que si a un comerciantes se le hundiese la nave por alguna circunstancia o fuera capturada por los enemigos, podría compensarse de las pérdidas vendiendo más caras otras mercancías en la República. Lo mismo les estaría permitido hacer si se les incendiase la casa en que guardaban la mercancía. Que esta regla y su corolario es falsa consta por lo expuesto hasta este momento, y así la rechazan comúnmente los doctores; por ejemplo, Soto[16], Juan de Medina[17], Covarrubias[18] y Conrado[19]. Porque el precio de los bienes no debe estimarse en base al lucro de los comerciantes o al daño de los mismos, sino en base a la estimación común en el lugar en el que se venden, consideradas todas las circunstancias concurrentes; y esto es así aunque los comerciantes, por falta de suerte o de habilidad, obtengan escaso beneficio o sufran pérdidas, o aunque obtengan grandes beneficios por haber tenido suerte o haber trabajado con pericia. Pues, ciertamente, las mercancías perecen o se deprecian para aquel a quien pertenecen, así como también se revalorizan para él, no para la República a la que se llevan o en la que se conservan y guardan.

9 Cuando un bien se introduce por vez primera en una provincia, su justo precio se debe fijar según el criterio de los prudentes y teniendo en cuenta la calidad del bien

Cuando un bien se lleva por vez primera a una provincia, su justo precio se debe juzgar y establecer por el criterio de los prudentes, teniendo en cuenta la calidad del mismo, su utilidad, su escasez o abundancia, las dificultades, gastos y peligros que supuso el traslado a la provincia, etc. Deberá tenerse en cuenta, además, que la novedad lo hace más apreciado. Una vez consideradas estas y otras circunstancias, el justo precio del bien lo establecerán los moderadores de la República o los mismos compradores y vendedores; y no deberá considerarse injusto el precio que, fijado de esta forma, de origen a un gran beneficio por ser muy apreciado en razón de su novedad y rareza o por ser muchos sus compradores. Sobre esta materia no se puede establecer otro criterio o regla cierta.

De la compra-venta a un precio superior o inferior a la mitad del justo

1. Peca la persona que compra a un precio inferior a la mitad del justo o vende a un precio superior al justo en la mitad del mismo; y, tanto en el fuero interno de la conciencia como en el externo, está obligada a restituir

Para examinar con un cierto orden si es posible vender algo a un precio mayor que el suyo, o comprarlo a un precio menor, debemos empezar por la presente disputa, en la que coinciden el fuero externo y el interno de la conciencia.

Los doctores están de acuerdo en afirmar que peca quien vende por encima de la mitad del justo precio o compra por debajo de dicha mitad, y que, tanto en el fuero externo como en el interno de la conciencia, estaría obligado a restituir. Si no hubiera engaño en el contrato y la compra por debajo de la mitad del justo precio se hiciera siendo consciente de ello el comprador, o la venta a un precio superior a la mitad del justo se hiciera con conocimiento del vendedor, se concedería a la parte perjudicada la posibilidad de actuar contra la otra parte en el fuero externo, pudiendo elegir entre las dos opciones siguientes: obligar a la parte que infringió el daño a satisfacer el precio justo o, también obligarla a rescindir el contrato, según prefiera. Así, pues, cuando alguno compra por debajo de la mitad del justo precio está obligado o a aumentar el precio hasta alcanzar el justo o a rescindir el contrato, devolviendo la mercancía y recibiendo el precio entregado. Cuando se vendió algo por encima de la mitad del justo precio se está obligando o a restituir el exceso cobrado sobre el justo precio o a rescindir el contrato, entregando íntegro el precio recibido y recuperando la mercancía, según se prefiera[20] En cuanto a que exista la posibilidad de la acción anterior cuando la compra-venta se realiza con conocimiento del verdadero valor del bien, lo prueba Aries Pinel[21] y le sigue Covarrubias,[22] quien se retracta de la opinión contraria que anteriormente había defendido. En cuanto a que exista la misma obligación a este respecto en el fuero de la conciencia, se verá por lo que diremos en la disputa siguiente. Expresamente he dicho “si no existiera engaño en el contratoâ€, porque si quien lesiona el derecho de la otra parte se sirviera del engaño no tendría tanta libertad para elegir la forma de dar satisfacción.

2. Si el justo precio de un bien fuera sólo 10 y se comprase por 4 ó 4.5, esa compra se habría efectuado por debajo de la mitad del justo precio, que es 5

Respecto a la compra por debajo de la mitad del justo precio, los doctores están de acuerdo en cuanto a que si el justo precio del bien fuera sólo 10 y se comprase por 4 o por 4.5, la compra se habría efectuado de la mitad del justo precio, que, evidentemente, es 5. Pero, en cuanto a la venta por encima de la mitad del justo precio, quisieron algunos que sólo se considerase tal cuando se vendiese por encima del doble del justo precio, como sucedería cuando, siendo el precio justo riguroso 10, se vendiera a más de 20. Sin embargo, la opinión común es la contraria, es decir, que basta con que se venda por encima de la mitad del justo precio, como sería, en el ejemplo anterior, por encima de 15. Esta opinión seguiremos, y así se defiende en la glos. leg. 2, C. de rescind. vend., y glos. c. cum causa de emp. et vend. A esta opinión se une Panormitano, aunque se inclinase hacia la contraria en el c. cum dilecti. de emp. et vend. La misma opinión de la glosa es aceptada por Soto[23], Antonio Gómez[24], Covarrubias[25], Gutiérrez[26] y muchos otros, siendo la admitida hoy en la legislación de Castilla[27] y en la portuguesa. Se puede confirmar esta opinión observando que, como dice la glosa a la ley 2, C. de rescind. vend., si se aceptase la opinión contraria, la venta no se realizaría por encima de la mitad del justo precio, sino por encima del doble del justo precio.

3. En la apreciación del justo precio debe considerarse el momento en que se celebra el contrato

El justo precio de lo que se vende ha de apreciarse en el momento en que se celebró el contrato, no antes ni después[28] Pero dado que el precio justo de la mitad del justo precio no basta con que los testigos afirmen que, en el momento del contrato, el precio justo era tal que, en comparación con él, el precio pagado fue inferior a la mitad, sino que es necesario que testifiquen que aquel precio era el precio justo ínfimo en el momento del contrato, o que se pueda deducir con la claridad de su testimonio. Porque el comprador no estaba obligado a comprar al precio justo riguroso o medio, sino que era suficiente con que pagase el justo ínfimo. De forma semejante, para probar que algo se compró por encima de la mitad del justo precio es necesario que los testigos aseguren que, en el momento del contrato, el precio riguroso del bien vendido era tal que, en comparación con él, el precio recibido superaba el margen superior en la mitad del mismo[29]

4. Supongamos que se hubiera vendido un bien por debajo de la mitad del justo precio y que, a su vez, el comprador lo hubiera vendido o entregado a otra persona, el vendedor podría actuar contra el comprador de forma que si no restituye el bien, por lo menos aumente la cantidad pagada inicialmente hasta alcanzar el margen del justo precio

Si se comprase un bien a un precio inferior a la mitad del justo y el comprador lo entregase a otra persona por cualquier título o razón, se concedería al primer vendedor la posibilidad de actuar contra el primer comprador de forma que si no restituye el bien en cuestión —bien porque no puede, bien porque no quiere recuperarlo para restituirlo—, por lo menos aumente el precio pagado hasta alcanzar el margen del justo precio; pero no podrá ejercer acción ninguna contra el tercer poseedor del bien. Así lo prueba la glosa a la ley 2, C. de rescind. vend., y está de acuerdo Antonio Gómez[30]. Así lo define también el ordenamiento portugués, tít. citado § antepenúltimo. Pienso que existe el mismo derecho cuando el comprador consumió el bien por su propia voluntad o lo destruyó, pues, como rectamente nos dice la glosa antes citada, el comprador es el responsable de no poseer dicho bien y de no poder rescindir el contrato mediante su devolución. Y, por esta razón, está obligado a aumentar el precio hasta alcanzar el margen justo. Sobre si se podría actuar contra el tercer poseedor en el supuesto de que faltase el primer comprador, encontramos la opinión de Covarrubias[31] quien, con otros muchos, reconoce ese derecho cuanto el tercer poseedor adquirió el bien a título lucrativo. En este caso, señalan dichos autores, se le concede a esta tercera persona que o bien restituya el bien adquirido o bien aumente el precio hasta alcanzar el margen del justo; o si ya consumió el bien de buena fe o se desprendió de él, ignorando que el primer vendedor había sido defraudado, devuelva la cantidad en que se benefició con la operación. También afirma Covarrubias que se concede el poder actuar contra el tercer poseedor cuando éste compró el bien a un precio inferior a la mitad del justo, o cuando lo adquirió a título lucrativo u oneroso conociendo que había sido comprado por debajo de la mitad del justo precio; coincide así con lo que se dijo en la disputa 328, siendo esta la razón principal, aunque Covarrubias no lo recuerde.

5. Si habiendo vendido un bien por encima de la mitad del justo precio, su comprador lo hubiera vendido a su vez, de forma que le fuera imposible recuperarlo, o lo hubiera consumido, no se concedería al comprador poder actuar contra el vendedor en el fuero externo

Cuando un bien se compró por encima de la mitad del justo precio, si el comprador se deshizo ya de él o lo consumió, no siéndole posible recuperarlo, carecerá de todo derecho en el fuero externo para actuar contra el vendedor. La razón es que el vendedor no está obligado más que a una de estas dos cosas: a rescindir el contrato o a restituir el exceso cobrado en el precio, según prefiera. Ahora bien, el contrato no lo puede rescindir, dado que el comprador no puede restituir el bien comprado. Esta es la opinión común de los doctores y la que siguen Antonio Gómez[32] y Gutiérrez[33], apoyándola la ley 56, tít. 5, part. 5; a pesar de lo que en contrario afirmen Covarrubias[34] y Aries Pinel[35]. En el fuero de la conciencia, sin embargo, el vendedor está obligado a restituir el exceso del precio hasta alcanzar el margen supremo o riguroso del justo precio.

6. ¿Que sucede cuando el bien que se compró por encima o por debajo de su justo precio se destruye, se deteriora, o se vende por encima de la mitad del justo precio?

Cuando, por circunstancias fortuitas, el bien que se compró se destruye o se deteriora notablemente, tanto si se compró por debajo de la mitad del justo precio como si se vendió por encima de dicha mitad, se niega a quien resultare perjudicado la posibilidad de actuar contra la otra parte, pues es claro que el bien se deterioró sin culpa de ella, y, si el bien se destruyó, tampoco la alternativa de rescindir el contrato sería ya posible. Así lo afirma la glosa a la ley 2, C. de rescind. vend., y es opinión común de los doctores. Siguen esta opinión Antonio Gómez[36], Covarrubias[37], Aries Pinel[38] y Gutiérrez[39], y la misma doctrina está definida en la ley 56 de la legislación castellana citada. Por lo que no debe preocupar que Panormitano[40] defendiera la opinión contraria y asegurarse que esa era la opinión común de los intérpretes del derecho canónico. Covarrubias, en el lugar citado, defiende que si quien compró por debajo de la mitad del justo precio vendiese el mismo bien en su justo precio, aun después de destruido el bien se concedería el poder actuar contra él para que restituyera el incremento en que se benefició hasta alcanzar el justo ínfimo o, también, para que restituyera cuanto con la operación se hubiera beneficiado. Para defender esta opinión argumenta que el bien en cuestión permanece con dicha persona en cuanto al precio que por él recibió; por lo que el exceso de precio que por él recibió le obliga a completar cuanto pagó hasta alcanzar el nivel justo. Esta opinión, defendida también por otros autores a los que Covarrubias cita, nos satisface también a nosotros. Covarrubias añade, además, que se concede el poder actuar contra la persona que vendió por encima de la mitad del justo precio, sin que para ello sea obstáculo el que el bien hubiera desaparecido, pues, según defiende, permanece con dicha persona el exceso que sobre el justo precio cobró por el bien. Sin embargo, la legislación parece afirmar abiertamente lo contrario, especialmente en la ley 56 citada, y esa es la opinión común de los doctores; por lo que, aunque en el fuero interno exista obligación de restituir el exceso recibido, en el fuero externo no se concede acción alguna contra tal comprador.

¿Es lícita la compra-venta a un precio mayor o menor que el justo, cuando la diferencia no supera la mitad de éste ni por exceso ni por defecto?

1. Cuando en el contrato de compra-venta no interviene el engaño, ni en el fuero externo civil ni en el eclesiástico se reconoce que pueda emprenderse acción alguna. Ahora bien, ¿existirá pecado y obligación de restituir en el fuero interno de la conciencia?

En relación con el problema planteado en esta disputa, los doctores están de acuerdo en cuanto a que, si no intervino el engaño en la operación de compra-venta, no hay lugar a acción ninguna en el fuero externo civil ni eclesiástico. Defienden que así se deduce del derecho civil y canónico citados en la disputa precedente, en los que sólo se reconoce la posibilidad de actuar jurídicamente cuando la cuantía en que se rebasó el justo precio superó a la mitad de éste. Sin embargo, estos mismos doctores no se ponen de acuerdo en cuanto a si en el fuero de la conciencia existe o no pecado, con obligación de restituir hasta alcanzar los límites del justo precio.

2. Se expone la opinión de quienes responden afirmativamente

Durando, O. M., tal como refieren Conrado[41] y Antonio[42], defendió que los compradores y vendedores, actuando del modo descrito, ni pecaban ni estaban obligados a restituir; y que de la misma opinión fueron ciertos jurisperitos a los que cita Covarrubias[43]

3. Dos razones a favor de esta opinión

Argumentos en favor de esta opinión: en primer lugar, porque tanto el derecho civil como el eclesiástico lo permiten[44], absolviéndose en el juicio a la persona acusada de haber defraudado del modo descrito. Ahora bien, lo que se hace con la autorización de la ley se hace justa y lícitamente; luego no habría pecado alguno en actuar de la forma descrita, ni habría obligación de restituir.

El argumento anterior se refuerza pensando que, para evitar litigios y otros peligros que las almas pudieran correr, la ley humana pudo establecer que quien de esa forma defraudase al prójimo no estuviese obligado a restituir, de forma análoga a como estableció la ley de la prescripción, que, como sabemos, tiene vigencia en el fuero de la conciencia.

Un segundo argumento puede ser el siguiente: la ley[45] reconoce que es lícito a los compradores y vendedores el ponerse de acuerdo de forma natural para comprar aquel lo que vale más a un precio inferior al suyo, y para vender los bienes a un precio también superior al suyo. Se deduce de ello que, según la ley, quien al comprar o vender se sale del margen del justo precio, ni peca ni está obligado a restituir.

Este argumento puede reforzarse aduciendo la explicación común que los juristas suelen dar: tanto vale una cosa cuanto puede conseguirse por su venta; explicación que los doctores relacionan con la ley pretia rerum ff. ad legem Falcidiam y con la ley re. C. mandati, en la que se afirma que in re sua unusquisque est moderator et arbiter (cada uno es juez y árbitro de sus cosas). De acuerdo con estas leyes, parece claro que, por lo que es de uno mismo, se puede pedir y recibir lícitamente un precio excesivo.

4. Se expone una opinión diferente

Gersón[46] defendió que los sujetos pecaban, ciertamente, al actuar de la forma que venimos comentando, pero que no estaban obligados a restituir. Llegó a esta conclusión al no ver en dicha conducta pecado alguno contra la justicia, ya que “a quien consiente libremente en algo, no se le hace injusticia alguna†(volenti ac consentienti injuria non fiat). Además, porque dicho contrato no se considera nulo ni en el derecho civil ni en el eclesiástico, lo que sí sucede con el contrato por el que se compra algo por debajo de la mitad del justo precio o se vende por encima de esa mitad.

5. La opinión del autor: Quien al celebrar un contrato de compra-venta rebasa los límites del justo precio o valor del bien peca, y está obligado a restituir el exceso en que se rebasó el justo precio. ....>>>( y...el precio se considera justo o injusto no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en sí mismas —lo que llevaría a valorarlas por su nobleza o perfección—, sino en cuanto sirven a la utilidad humana)<<<

Sin embargo, la opinión común de los teólogos y juristas defiende con razón lo contrario, es decir, que quien rebasa los límites del justo precio o valor de un bien, ya sea en la compra-venta, en el alquiler o en cualquier otro contrato, peca y está obligado a restituir hasta alcanzar el margen del justo precio o valor del bien, aunque la diferencia no supere la mitad del justo precio. Pero será mortal o venial el pecado según sea mayor o menor la cuantía en que se aparta del justo precio. Así lo afirman Santo Tomás,[47] Cayetano,[48] Conrado,[49] Juan de Medina[50], Soto,[51] Navarro,[52] Covarrubias[53] y muchos otros a los que Covarrubias y Navarro citan.

Podemos probar esta opinión, en primer lugar, con la argumentación de Santo Tomás. Porque la compra-venta y demás contratos semejantes se pensaron e introdujeron en la sociedad para utilidad común, como afirma Aristóteles, 1 Polít., ya que los unos necesitamos de los otros; ahora bien, lo que se introdujo en la sociedad para utilidad común de las partes no debe gravar a uno más que a otro, tal y como pide el derecho natural al prescribir que no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti. Pero sería gravar a uno más que a otro si en la compra-venta no se guardase la igualdad entre el bien y el precio que por él se paga —o entre cualesquiera cosas que se intercambian—; luego sería ir contra la justicia conmutativa, que tiene como función establecer la igualdad en las transacciones. Por todo esto, el salirse del margen total del justo precio constituye un pecado contra la justicia y obliga a restituir.

Podemos probarlo, en segundo lugar, recurriendo a la explicación que el jurisconsulto Pablo nos ofrece de la primera carta los Tesalonicenses: Que nadie falte ni se aproveche de su hermano en este punto, pues el Señor se vengará de todo esto (Ne quis supergrediatur, neque circunveniat in negotio fratrem suum, quoniam vindex est Dominus de his omnibus). Que nadie, comenta Pablo, oprima a su hermano vendiendo, por ejemplo, a más de lo que el bien valga o, de cualquier otro modo, intercambiando bienes de forma que no se respete la equivalencia. Y Agustín comenta[54]: Por introspección, o también por experiencia de los demás, creyó aquel célebre Minus que el deseo de comprar barato y vender caro era común a todos. Pero siendo en realidad un vicio, puede uno adquirir en este punto la justicia con la que resistirlo. Así, pues, Agustín lo condena como vicio contrario a la justicia, añadiendo que conoció a un hombre que pagó por un códice un precio mucho mayor que el que le pedía el vendedor, ignorante éste de su precio. Según piensan muchos, este hombre fue el mismo Agustín.

Podemos probarlo, en tercer lugar, porque, como reconocen los defensores de la opinión contraria a la nuestra y se establece en el derecho civil y canónico, si alguno vendiera por dieciséis aquello cuyo precio justo rigurosos es a lo sumo diez, estaría obligado a restituir en la cuantía en que superó las diez unidades de precio justo, pues rebasó la mitad del mismo. Se deduce de ello, por tanto, que pecó contra la justicia en todo esa cuantía, pues, de lo contrario, si sólo pecó en la cuantía en que sobrepasó la mitad del justo precio, estaría obligado a restituir sólo uno. Así, pues, debemos concluir que todo lo que se recibe por encima del precio diez, se recibe faltando a la justicia y debe restituirse. Sería, ciertamente, extraño que habiendo recibido dieciséis por lo que sólo vale diez, se estuviera obligado a restituir seis unidades, pero habiendo recibido sólo quince, no tuviera que restituirse nada.

6. Quien de buena fe y por ignorancia rebasase los límites del justo precio, aunque no pecase, sí estaría obligado a restituir la diferencia una vez se descubriera el error

Los doctores que defienden la opinión común hacen notar, acertadamente, que si alguno rebasa el margen del justo precio de buena fe y por ignorancia, aunque no cometa pecado alguno debido a su ignorancia, sí está obligado a restituir la cantidad en que sobrepasó el justo precio, en el momento en que se descubra el error. Así lo afirman Conrado, Covarrubias, Navarro y Medina en los lugares citados. Conviene notar, sin embargo, que si ya hubiera consumido esa cantidad, y la hubiera consumido de buena fe, sólo estaría obligado a restituir en la medida en que se hubiera enriquecido con la operación, pues la obligación no nace de la aceptación injusta de la cantidad en cuestión, sino sólo por razón de la cosa aceptada. Los mismos doctores añaden que si una persona recibiese una cantidad dudando si con ella supera o no los límites del justo precio, pecaría y estaría obligada a restituir lo recibido. No sucedería así cuando se viera que no había sobrepasado los límites mencionados. Sin embargo, yo añadiría que esa persona no peca siempre y cuando reciba dicha cantidad con ánimo firme y resuelto de examinar posteriormente si rebasó o no dichos límites y con la intención de devolver el exceso, si lo hubiere.

7-10. Se responde a los argumentos de las otras dos opiniones

7. Al primer argumento a favor de la sentencia contraria a la nuestra debe replicarse que, ni por el derecho canónico ni por el civil, se reconoce la licitud de la conducta defendida, sino que la permiten en la medida en que con ello se evitan mayores males. Por esta razón, es lógico que dichas legislaciones no concedan derecho alguno a resarcirse del daño sufrido. Se trata, pues, de una conducta que se tolera de modo análogo a como se tolera la prostitución; no como algo lícito, sino para evitar males mayores. Y aunque pueda decirse que la ley aprueba esa forma de actuar, la verdad es que la ley no la aprueba, sino que la permite y deja de castigar por razones que considera justas. En este mismo sentido, se suele absolver a la persona que defraudó a otra sin llegar a superar la mitad del justo precio; y no se le suele castigar, ni se le obliga a rescindir el contrato ni a entregar la cantidad necesaria para alcanzar el límite del justo precio. Pero todo esto se hace así para evitar los males mayores que se seguirían de la actuación contraria, no porque en el juicio se apruebe la conducta de esa persona como conducta lícita y justa.

Nuestra opinión se refuerza si tenemos en cuenta que debe negarse el antecedente de la opinión contraria cuando la defraudación se hizo de mala fe, pues, en tal caso, la ley sería injusta y favorecería el pecado. Por la misma razón, las leyes civiles que concedían fuerza a la prescripción en la que intervino la mala fe se juzgaron injustas y fueron anuladas por el derecho canónico. Finalmente, se diga lo que se quiera sobre si la ley humana puede o no admitir esta opinión cuando la defraudación tiene lugar de buena fe —cosa que sucede rara vez y difícilmente se puede probar—, hasta el momento, nada que se conozca haya establecido sobre el tema; por lo que debe aplicarse el derecho natural anteriormente explicado.

8. Al segundo argumento de la opinión contraria a la nuestra responde Covarrubias[55] que, en la legislación mencionada, los juristas se refieren al acuerdo entre las partes que se mantiene dentro de los límites del justo precio. Sin embargo, no creo que sea este el sentido de aquellas palabras, aunque sean muchos los que así las interpretan. Me parece mejor que se interpreten en sentido natural, es decir, dentro del derecho de gentes. Por tanto, se dice que la conducta descrita es lícita en cuanto no se castiga y se permite, pues jamás hubo nación alguna que concediese el poder actuar jurídicamente por un fraude insignificante descubierto en el precio o valor de los bienes. Esta interpretación no la rechaza Covarrubias en la última edición de su obra. Debemos concluir, por tanto, que si los juristas aludidos pensaron que la conducta que venimos estudiando era lícita por derecho natural y en sentido preciso y propio, se equivocaron, ciertamente, de la manera más torpe, y no se les debe seguir en su opinión, como también se equivocaron quienes admitieron que la prescripción en la que interviene la mala fe puede ser lícita.

En cuanto a que “tanto vale una cosa cuanto puede conseguirse por su ventaâ€, debe decirse que esta afirmación es verdadera si se entiende de la siguiente manera: “cuanto puede conseguirse por su venta†dentro del margen justo, pues interpretándola así sólo se estaría diciendo que el justo precio no es indivisible. En cuanto a que, en las cosas de uno mismo, el dueño sea moderador y juez, debe decirse que la ley que esto dispone sólo defiende la afirmación en un sentido: que el dueño puede disponer a su voluntad de lo suyo en daño propio; pero el que sólo es mandatario no puede disponer ni actuar de esa manera, pues incurriría en falta. De ahí que se equivocada la conclusión que afirma que el dueño de algo puede venderlo justa y lícitamente por encima del justo precio.

9. Respecto a la primera argumentación de Gersón, hay que decir que, aunque no se haga injuria alguna a quien libremente consiente en algo, sí se le hace cuando consiente de forma voluntaria mixta, como sucede cuando el exceso sobre el precio justo se concede de forma involuntaria. Así se deduce de lo expuesto a propósito de la usura.

10. En cuanto a su segundo argumento, debe decirse que ni siquiera el contrato en el que se defrauda por encima o por debajo del justo precio es nulo de derecho, sino que se concede la posibilidad de actuar de forma que quien defraudó pueda rescindirlo o validarlo restableciendo la igualdad transaccional. Además, que el contrato sea o no en sí mismo injusto nada tiene que ver con que surja o no la obligación de restituir, máxime en el fuero de la conciencia.>>>>>

http://www.eumed.net/cursecon/economistas/textos/molina_justo_precio.htm

-------------

Es evidente que "voluntad", "aprecio", "apreciación", "valorización", "estima" y "estimación", "quisieron estimarla", "utlidad" y "útil para alguno", etc., son categorías que hacen referencia a la objetividad del subjetivismo del sujeto, que son categorías que sin el "sentido interno" no se pueden entender de ninguna otra manera.

Se acabó!!
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Lun Oct 20, 2008 9:39 pm    Título del mensaje: Estulticia fronteriza con el dogmatismo Responder citando

José Mª Rodríguez Vega escribió:
¿De que sirve todo esto? De nada, porque se parte de un prejuicio, a saber, que las "izquierdas" son cojonudas y los escolásticos españoles también, y claro, no podía ser un matrimonio de semejante ralea, que nuestros amados compatriotas de antaño no fuesen también de "izquierdas", [...]


¿Se puede saber dónde digo yo que las izquierdas son cojonudas y que la escolástica española es de izquierdas? ¿Ese es el rigor que se pretende aparentar con las citas eruditas de Schumpeter y compañía? Apañados estamos con semejantes afirmaciones, llenas de estulticia.

Rigor que seguimos comprobando a continuación:

José Mª Rodríguez Vega escribió:
A mi Gómez Camacho me importa por ahora un comino, ya que yo no lo he leído; aunque si una cuchara se usa para comer también el dinero se usa para otros usos ya que es una mercancía intercambiable por cualquier otra y también se "consume" de una determinada manera... ¿Cómo capital lleva el dinero en sí mismo su fin? ¿Y cual es el fin del capital? ¿Acaso no es su fin el proceso productivo para la fabricación de bienes de consumo? Parece que hay algunos que creen que los capitalistas comen dinero... En fin... Me gusta más Schumpeter, que se le va a hacer.


Es decir, que descalifica al traductor de Luis de Molina sin haberlo leído, pues le importa un comino, habla del valor de uso como si fuera la utilidad marginal, sin probar que tales cosas sean equivalentes, y remata la faena diciendo que le gusta más Schumpeter. Menudo rigor argumentativo.

También dice que la cosa está muy clara y que no merece la pena discutir. Pues sinceramente, no sé a qué viene Vega a unos foros de discusión. Si desea escribir un artículo con los principios de la Escuela Austríaca de Economía a modo de dogmas, puede hacerlo, nadie se lo prohíbe.

Y finalmente vuelve a pegar el mismo texto que yo puse de Molina y me acusa de manipulador y sofista ¿Es que acaso lo recorté o le añadí algún prejuicio? Dejemos las cosas claras: cuando Molina dice que «el precio se considera justo o injusto no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en sí mismas —lo que llevaría a valorarlas por su nobleza o perfección—, sino en cuanto sirven a la utilidad humana», está refiriéndose a los VALORES DE USO, no a la utilidad subjetiva que le dé cada cual. El valor de uso de un libro es leerlo; si alguien se pone a especular sobre si la lectura produce mayor placer o displacer, esos son los marginalistas, pero no los escolásticos, por favor. El valor de uso es algo objetivo, lo acuña por primera vez Aristóteles, lo usa Luis de Molina y también Adam Smith (el presunto «objetivista» de la teoría del valor-trabajo). Para resumir: si decido que un libro, pese al claro valor de uso que tiene, me sirve de ladrillo es problema exclusivamente mío, no de la teoría económica.

Y repito, si alguien no desea discutir, no entiendo por qué publica sus mensajes aquí. Sinceramente, es algo inexplicable, y más aún si los plantea como dogmas de fe transparentes y cristalinos.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Lun Oct 20, 2008 11:31 pm    Título del mensaje: ¡Y un jamon con chorreras! Responder citando

<<<Debe observarse, en primer lugar, que el precio se considera justo o injusto no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en sí mismas —lo que llevaría a valorarlas por su nobleza o perfección—, sino en cuanto sirven a la utilidad humana; pues en esa medida las estiman los hombres...>>>

No le hagan caso, apreciados contertulios, que todo eso del "valor de uso" es un mero escabullir el bulto. La realidad es que Molina dice del precio de las cosas en cuanto nos convienen subjetivamente a cada cual, en cuanto sirven a la utilidad humana particular, utilidad particular de cada sujeto sujetivo y no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en sí mismas, como precio "objetivo", independientemente de la utilidad que tienen para cada hombre o comprador. Es eso, según esa subjetiva utilidad (pues lo útil para uno no lo es acaso para otros) lo que al servir o valer para uno hace y compone el precio, lo que se "aprecia", en la medida que estiman los hombres esas cosas.

Para nada nos interesa saber aquí eso del precio "justo" o "injusto" (eso sólo demuestra que no estaban los escolásticos contra el cambio con su justo beneficio). De lo que se trata es del proceso de valorización y si es "subjetivo" o no en Molina y en los demás escolásticos, ya que tu genial frase fue esta: <<<Por otro lado, la valorización subjetiva no es escolástica, sino protestantismo. Más concretamente, neokantismo e idealismo subjetivo a mares.>>>.................. Mientras que Molina dice esto:<3. La cuantía del precio depende, principalmente, de la estima menor o mayor que los hombres tengan de las cosas en orden a su uso.> Es esta frase la que debes explicar y defender ante los demás contertulios.

Nada más. El resto son los típicos trucos de prestidigitación y los líos propios de carbonero.

En su mensaje titulado "Sofismas desde el purgatorio" de hoy lunes a las 10:00 am, Pardo me dice:
Cita:
<Efectivamente, Vega ha vuelto por sus antiguos fueros. Los de la sofística más habitual en él...>
Y ahora al decir esto: "Y finalmente vuelve a pegar el mismo texto que yo puse de Molina y me acusa de manipulador y sofista", nos quiere hacer creer que he sido yo el que le ha llamado sofista a él y el que le acusa de ello. Estamos como siempre. ¡Vaya cara!

Claro que la creencia en el "valor de uso" (de eso ni se ha tratado pues lo que se "usa" no está aún sujeto a cambio y por tanto no tiene ningún precio ni valor en el mercado, está fuera del mercado. Esa creencia proviene de lo que enseñaron los románticos desde Adam Smith y su alumno Marx, a saber, que un tornillo posee "intrínsecamente" (entrañado) en sí un valor objetivo, del uso suyo en la máquina, por ejemplo, y que puede trasladarse por arte de birlibirloque al producto final para otro consumo a través del trabajo... Es aquí y ahora indiferente si esto es cierto o no (para nada me he referido yo a nada de eso). Lo importante es que esas cosas y su precio son estimados -según los escolásticos citados- una vez están en el mercado como valores de cambio y...<...no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en sí mismas.>, sino como las "estiman" los hombres, que es lo que realmente dice Molina. Y la "estimación" es según el DRAE el "Aprecio y valor que se da y en que se tasa y considera algo", y ese aprecio y valor que se da, no "lo da" un proceso "objetivo" y abstracto, ni lo dan los sapos del bosque, sino que lo dan los únicos que lo pueden dar, los sujetos operatorios infectos en el Mercado y en un mercado infectado por esas subjetivas valoraciones (estimaciones).

Pardo escribió:
<Molina...está refiriéndose a los VALORES DE USO, no a la utilidad subjetiva que le dé cada cual.>


¿Ven? Este es el arte de la prestidigitación. Molina nada de eso dice. Eso se lo inventa Pardo. Molina dice esto:<Porque el precio de los bienes no debe estimarse en base al lucro de los comerciantes o al daño de los mismos, sino en base a la estimación común en el lugar en el que se venden...> Y que yo sepa lo que se vende en un lugar se está cambiando fuera en el mercado y por ello tiene un valor de cambio, no de uso, ya que el valor de uso es verdaderamente "intimo", que está fuera de la circulación y por tanto no está en ningún lugar en el que se vende y es un valor que a nadie excepto al que lo usa, importa.

Me gusta leer a Bueno y mañana pagaré por El mito de la derecha lo que me pida el librero y si yo estimo ese precio justo, de mercado..., pues si Bueno no me gustara a mi ni a nadie, entonces vendiendo libros, por muy objetivos que fueren y por mucho trabajo entrañado y "creador de valor" que llevasen no vendería ni uno y se moriría de hambre. Si Pardo razona siempre así..., se morirá de hambre si de vender sus futuros libros se trata, pues nadie deseará leer ese galimatías de prestidigitador.

En fin, ¿también Schumpeter es tonto?:<...Molina y Lugo, por ejemplo, fueron tan precisos como lo sería C. Menger al puntualizar que esa utilidad no es una propiedad de los bienes mismos, ni coincide con ninguna de sus cualidades intrínsecas, sino que es reflejo de los usos que los individuos observados se proponen hacer de dichos bienes, y de la importancia que atribuyen a esos usos. Pero ya un siglo antes San Antonino, evidentemente movido por el deseo de despojar al concepto de "utilidad" de indeseables sentidos "objetivos", había utlizado un término no clásico, pero excelente:complacibilitas, equivalente exacto de la `desiredness´ ["deseacidad"] del profesor Irving Fisher, usado para significar el hecho de que una cosa está siendo efectivamente deseada, y nada más.>
..."Se proponen hacer de dichos bienes..., Una vez los compren, claro.

`desiredness´, "Deseacidad"...que bonita palabra.

Bueno, ahora sí que ya no escribo más!... Les dejo con ese gran economista que es Rodríguez Pardo, que yo me voy a vender pompas de jabón ya que no sé escribir. Adiós.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Mar Oct 21, 2008 12:12 am    Título del mensaje: Valor de uso. Responder citando

<3. La cuantía del precio depende, principalmente, de la estima menor o mayor que los hombres tengan de las cosas en orden a su uso.>

Se me olvidaba: esto de <en orden a su uso.>, ni se trata del valor de uso y ni es que se compren valores de uso, de segunda mano, sino que se compra (y toda compra es un cambio) dependiendo de la estima mayor o menor que cada uno le de en su posterior y exclusivo uso y en "orden a ese uso", a eso se refiere Molina. Unos compran tornillos para fabricar ventanas y otros compran ancas de ranas para comérselos, cada cual le da a la cosa el uso posterior que le da la gana... Nadie compra el valor de uso, sino que se compran los valores, los "bienes" o las cosas que valen porque nos valen, porque las estimamos, para usarlas. Faltaría más.

Me gustaría que Pardo nos diese un texto de Molina en el cual hablase concretamente del "valor de uso"; dicho así, con estas tres palabras: "valor de uso".
¿Se imaginan ustedes un "valor de cambio" que no tuviese para nosotros un valor de uso?
Ahora bien. Pardo dice:<Molina....está refiriéndose a los VALORES DE USO, no a la utilidad subjetiva que le dé cada cual.> Y yo pregunto... ¿La "utilidad subjetiva que le da cada cual" no es el valor de uso...subjetivo?(¡¡¡) ¿Y a quién diablos le importa el "valor de uso objetivo? ¿Qué me importa a mi el valor calórico de la potencia térmica del carbón? "El juicio de valor se contrae exclusivamente a la cantidad concreta a que se refiere cada acto de elección", dice Mises.

Para el asunto o para una contestación a eso del valor de uso, me remito a Ludwig von Mises: La acción humana, Unión editorial 2004, pág.145 y ss, y 152. Así me ahorro transcribir otro rollo que tampoco serviría para nada.

Adeu!
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Mar Oct 21, 2008 9:24 am    Título del mensaje: La existencia de Dios o la utilidad subjetiva Responder citando

Estimados amigos:

Vega siempre acusa una fuerte contradicción: pretende debatir sentando cátedra. La cuestión es muy fácil. Si él piensa que el subjetivismo y el idealismo de la escuela austríaca de economía es correcto, me parece bien. Pero que no venga a restregárnoslo por la cara, pues sólo logrará volver a las lamentables situaciones de épocas pasadas. Sobre todo cuando carece del más mínimo rigor y no duda en descalificarnos sin tener ni soberana idea de lo que está afirmando. Dos ejemplos.

José Mª Rodríguez Vega escribió:
<<<Debe observarse, en primer lugar, que el precio se considera justo o injusto no en base a la naturaleza de las cosas consideradas en sí mismas —lo que llevaría a valorarlas por su nobleza o perfección—, sino en cuanto sirven a la utilidad humana; pues en esa medida las estiman los hombres...>>>

No le hagan caso, apreciados contertulios, que todo eso del "valor de uso" es un mero escabullir el bulto. La realidad es que Molina dice del precio de las cosas en cuanto nos convienen subjetivamente a cada cual, en cuanto sirven a la utilidad humana particular, utilidad particular de cada sujeto sujetivo [...]


Falso. La utilidad humana no es la utilidad de cada hombre particular. Eso sólo se diría desde el nominalismo más radical, que no era precisamente el que manejaban los escolásticos. Ni el nominalista Occam diría que la utilidad humana es lo que conviene a cada hombre particular. Esto ya es el colmo.

José Mª Rodríguez Vega escribió:
Para nada nos interesa saber aquí eso del precio "justo" o "injusto" (eso sólo demuestra que no estaban los escolásticos contra el cambio con su justo beneficio).


Entonces parece ser que el libro se titula La teoría del justo precio simplemente porque a alguien se le ocurrió felizmente la idea, y el título no tiene nada que ver en absoluto con lo que se predica. Y es que en el título está la clave: lo justo son los equivalentes en el intercambio simple, Mercancía-Dinero-Mercancía.

José Mª Rodríguez Vega escribió:
<<<Por otro lado, la valorización subjetiva no es escolástica, sino protestantismo. Más concretamente, neokantismo e idealismo subjetivo a mares.>>>[/b].................. Mientras que Molina dice esto:<3. La cuantía del precio depende, principalmente, de la estima menor o mayor que los hombres tengan de las cosas en orden a su uso.> Es esta frase la que debes explicar y defender ante los demás contertulios.


Pues muy fácil: como la humanidad no es la suma de los individuos aislados, la estima de los hombres habrá de contextualizarse según pertenezcan a un estado, a una clase social, etc. Nada que ver con Von Mises, por cierto. De hecho, un texto de Molina que cita Vega lo dice con claridad:

Luis de Molina escribió:
<Porque el precio de los bienes no debe estimarse en base al lucro de los comerciantes o al daño de los mismos, sino en base a la estimación común en el lugar en el que se venden...>[/b]


Esto es, no los hombres considerados como individuos aislados, sino como pertenecientes a una comunidad, a un lugar, a un estado, etc. Luego el sofista acabaré siendo yo, como siempre.

José Mª Rodríguez Vega escribió:
Claro que la creencia en el "valor de uso" (de eso ni se ha tratado pues lo que se "usa" no está aún sujeto a cambio y por tanto no tiene ningún precio ni valor en el mercado, está fuera del mercado. Esa creencia proviene de lo que enseñaron los románticos desde Adam Smith y su alumno Marx, a saber, que un tornillo posee "intrínsecamente" (entrañado) en sí un valor objetivo, del uso suyo en la máquina, por ejemplo, y que puede trasladarse por arte de birlibirloque al producto final para otro consumo a través del trabajo... Es aquí y ahora indiferente si esto es cierto o no (para nada me he referido yo a nada de eso).


Pues entonces, si consideras que el valor de uso es una creencia romántica, explica entonces por qué Aristóteles acuña el término valor de uso. Supongo que ese debía ser un romántico de cuidado, ¿verdad?

José Mª Rodríguez Vega escribió:
Pardo escribió:
<Molina...está refiriéndose a los VALORES DE USO, no a la utilidad subjetiva que le dé cada cual.>


Y que yo sepa lo que se vende en un lugar se está cambiando fuera en el mercado y por ello tiene un valor de cambio, no de uso, ya que el valor de uso es verdaderamente "intimo", que está fuera de la circulación y por tanto no está en ningún lugar en el que se vende y es un valor que a nadie excepto al que lo usa, importa.


Pues entonces, menudo lío los de los productores, si tuvieran que producir en base a los caprichos (utilidad subjetiva) de cada cual: producirían libros de tapas duras para usarlos de ladrillos, estanterías que sirvieran para colocarlas como vallas, y otros caprichos extemporáneos. No sé cómo alguien puede tener la ocurrencia de hablar de utilidad subjetiva. Para mí es un misterio, más allá de las coordenadas del idealismo que ellos manejan.

José Mª Rodríguez Vega escribió:
¿Se imaginan ustedes un "valor de cambio" que no tuviese para nosotros un valor de uso?


¡Pero si Vega acaba de decir que los valores de uso no importan, y después nos dice que siempre se cambian valores de uso! Después el sofista seré yo, claro.

José Mª Rodríguez Vega escribió:
Ahora bien. Pardo dice:<Molina....está refiriéndose a los VALORES DE USO, no a la utilidad subjetiva que le dé cada cual.> Y yo pregunto... ¿La "utilidad subjetiva que le da cada cual" no es el valor de uso...subjetivo?(¡¡¡) ¿Y a quién diablos le importa el "valor de uso objetivo? ¿Qué me importa a mi el valor calórico de la potencia térmica del carbón? "El juicio de valor se contrae exclusivamente a la cantidad concreta a que se refiere cada acto de elección", dice Mises.


Vamos a ver, si estamos discutiendo a Luis de Molina, ¿a cuento de qué se superpone el valor de uso que él defiende con la utilidad subjetiva de la Escuela Austríaca? Eso es precisamente lo que tiene que demostrar Vega, pero él razona como San Anselmo al demostrar la existencia de Dios: primero invoca la utilidad subjetiva para después demostrarla.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Mar Oct 21, 2008 9:40 am    Título del mensaje: Una cita Responder citando

Estimados amigos:

Ya que Vega cita con profusión y alma de catedrático tantos textos liberales, voy a permitirme citar un texto de Gustavo Bueno que utilizo en una crítica al liberalismo rampante con el que quieren mezclar el materialismo filosófico.

Gustavo Bueno escribió:
Pero si la escasez se piensa anteriormente a la categoría de la producción, como raíz de la propia racionalidad económica, habría que concluir cosas como éstas: «los automóviles eran escasos en el siglo XVIII y, para remediar su escasez, fue necesario fabricarlos». La escuela marginalista, empujada por su propia lógica, concluía tesis similares («la necesidad es el principio de la actividad económica, orientada a satisfacer esas necesidades con el menor gasto posible de energía». La rueda ha sido construida porque satisfacía una necesidad de ruedas)


Gustavo Bueno, Ensayo sobre las categorías la Economía Política. La Gaya Ciencia, Barcelona 1972, págs. 87-88.

Y es más:

Cita:
La definición de la categoricidad racional económica debe ser específica, es decir:

a) Las características atribuidas deben pertenecerla en exclusiva. No pueden mantenerse en un nivel genérico, aunque esta genericidad no
salga del 'recinto del animal racional'
. Por este motivo recusamos definiciones tales como las que ponen en la producción la esencia de la categoricidad económica (cuando la producción es definida, simplemente, como 'fabricación' o, incluso, como 'creación del hombre por el hombre' hay fabricaciones no económicas, y hay creaciones que tampoco lo son). También por este motivo recusamos la reducción de la Razón económica a la 'conducta inteligente' que selecciona medios escasos con arreglo a un fin. Estas determinaciones (Robbins, von Mises) siguen siendo genéricas por que se extienden a todo tipo de conducta inteligente, individual, tecnológica (la conducta que constituye el objeto de la llamada Praxeología), aunque no sea económica.


Gustavo Bueno, Ensayo sobre las categorías la Economía Política. La Gaya Ciencia, Barcelona 1972, pág. 40.

Cómo explica esto Vega? Y no me suelte la estupidez de que se trata de un texto previo a la caída del Muro de Berlín, porque no pasará de ser una broma estúpida.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Mar Oct 21, 2008 11:21 am    Título del mensaje: Recapitulemos Responder citando

Tus afirmaciones fueron estas (Publicado: Dom Oct 19, 2008 3:59 pm Título del mensaje: Estulticia sin fronteras) :

pardo escribió:
1.-<La Escuela de Salamanca afirma que es inmoral obtener beneficio en un intercambio económico.>

2.- <Por otro lado, la valorización subjetiva no es escolástica, sino protestantismo. Más concretamente, neokantismo e idealismo subjetivo a mares.>


Déjate de rollos que la cosa no es como tú deseas aliñarla ni a mi me interesa nada de todo eso que ahora nos cuentas.

Se trataba sólo de estas dos afirmaciones de arriba que tú no contestas directamente ya que escurres el bulto continuamente.

La 1ª La verdad es: Que la escuela de Salamanca no afirma en ningún lado que sea inmoral obtener el justo beneficio en los intercambios económicos.

La 2ª La verdad es:Que esta afirmación como se ha visto es completamente falsa, o sea, que los escolásticos Sà creían en la valorización subjetiva y por eso los marginalistas los reconocen como precursores suyos.
Por tanto no se trata si yo soy marginalista o liberal o nada de eso.

El resto tuyo es para escapar del fuego y del lío en que te has metido, porque yo podré equivocarme en muchísimas cosas, pero para nada he defendido yo aquí a la escuela marginalista y demás desviaciones que has ido sacando. Total, todo eso por defender tú un poquito al botarate del Diego Guerrero y sus Asalariados sin Fronteras. Le podías haber dicho a él, al guerrillero ese, eso tuyo que supones no comprendido por mi: "los hombres considerados como individuos aislados, sino como pertenecientes a una comunidad, a un lugar, a un estado, etc."

Yo me refirmo en lo dicho y me apoyo en todo lo expuesto: <El capitalismo, es decir, el Mercado pletórico libre y la libertad junto con la valorización subjetiva proviene teóricamente de los escolásticos españoles, de la Escuela de Salamanca.>

Ni la cataláctica ni la praxeología anulan a mi modo de ver el causalismo físico. No creo yo que esos textos de Bueno tengan nada que ver con estas dos afirmaciones tuyas. ¿Acaso yo he hablado de la "racionalidad económica"?

Ahora quisiera olvidarte porque no te amo ni me "gustas", ya que sé que eres bastante feo. Tampoco deseo distraeros. adiós
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Mar Oct 21, 2008 11:58 am    Título del mensaje: Pontificar y enmascararse tras dogmas Responder citando

Estimados amigos:


José Mª Rodríguez Vega escribió:
Tus afirmaciones fueron estas (Publicado: Dom Oct 19, 2008 3:59 pm Título del mensaje: Estulticia sin fronteras) :

pardo escribió:
1.-<La Escuela de Salamanca afirma que es inmoral obtener beneficio en un intercambio económico.>

2.- <Por otro lado, la valorización subjetiva no es escolástica, sino protestantismo. Más concretamente, neokantismo e idealismo subjetivo a mares.>


Déjate de rollos que la cosa no es como tú deseas aliñarla ni a mi me interesa nada de todo eso que ahora nos cuentas.


Déjate tú de rollos, Vega, que has sido tú quien entró pontificando con interminables textos que nada demostraban de las supuestas relaciones entre la Escuela Austríaca y la escolástica española. Ahora no vengas a echarte encima de mí por hacer dos simples citas cuando tú te has pasado días enteros citándonos textos interminables. Por favor, menos teatro.

Respecto a mis afirmaciones: 1) Está demostrada, pues Luis de Molina afirma que el justo precio ha de ser entre equivalentes, es decir, un intercambio simple de valores de uso con moneda (el equivalente) de por medio, pero sin beneficio previo. Porque, como dice Molina, en el texto que ya cité,

Cita:
Finalmente, otra clase de compra-venta es aquella por la que se compra algo para venderlo más caro sin haberlo modificado con el trabajo, y ésta es la que propiamente se conoce como «negocio» y de la que se duda si es o no lícita, pues parece que Crisóstomo la condena en el c. ejiciens citado.


Luis de Molina, La Teoría del Justo Precio, Editora Nacional, Madrid, 1981, pág. 128. Disputa 39, n. 2.

Lo que, precisamente nos lleva a la teoría del valor-trabajo, pues afirma Molina que aquello que no ha sido modificado no puede venderse más caro. ¿O no se asemeja bastante a lo que afirma Ricardo?

2) Ergo, según Molina, el precio depende también del trabajo empleado en la elaboración del producto. ¿Qué tiene que ver esto con Von Mises? Nada, y eso es precisamente lo que tiene que demostrar Vega, en lugar de enmascararse en dogmas. Y si todo esto es verborrea, lo tuyo, amigo mío, es analfabetismo puro y duro, pues ni siquiera mencionas el problema de los universales, absolutamente necesario para distinguir entre «lo que es útil a los hombres» y «lo que es útil a un hombre solo». Si no entiendes la diferencia entre estas dos afirmaciones, mejor que te lo hagas mirar, amigo.

José Mª Rodríguez Vega escribió:
Total, todo eso por defender tú un poquito al botarate del Diego Guerrero y sus Asalariados sin Fronteras. Le podías haber dicho a él, al guerrillero ese, eso tuyo que supones no comprendido por mi: "los hombres considerados como individuos aislados, sino como pertenecientes a una comunidad, a un lugar, a un estado, etc."


Basura, y más basura, eso es lo que eres, Vega. Tienes razón, no eres liberal o marginalista, eso sería ponerte en un alto pedestal. Tú sólo eres basura pura y dura. ¿Dónde he defendido yo a Diego Guerrero? He dicho simplemente que no se puede hacer una enmienda a la totalidad por un artículo. Que el artículo en cuestión me parece bastante absurdo, pero descalificar a Guerrero por eso sin considerar otros análisis suyos, es como poco algo superficial. En cambio tú no te equivocas simplemente en una cosa; lo tuyo es basura argumentativa de principio a fin.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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