Eliseo Rabadán Fernández
Registrado: 12 Oct 2003 Mensajes: 567 Ubicación: España
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Publicado: Lun Ene 05, 2004 10:39 pm Título del mensaje: indÃgenas en Iberoamérica y polÃticas de los Estados |
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Estimados amigos y amigas:
me parece interesante abrir este nuevo tema, en la sección América, de los foros de nódulo materialista, puesto que se ha venido hablando de este asunto, y parece mportante tener más datos para los debates.
Un artÃculo , que a mi juicio, puede resultar sugerente, del profesor de la UAM-Iztapalapa(México)Dr Carlos H. Durand Alcántara.
Cita: |
El estado mexicano y los indios
El estado mexicano y los indios
Dr. Carlos H. Durand Alcántara (Universidad Autónoma .Iztapalapa)(México DF)
1. El indigenismo.
1.1. Apuntes para la historia del indigenismo en México.
2.Algunos elementos para la ubicación del indigenismo en América.
3. CrÃtica al indigenismo.
4. PolÃtica del lenguaje y poblaciones indias.
4.1 Instituciones del Estado relacionadas con la polÃtica del lenguaje
1. El indigenismo
Al explicar el indigenismo, algunos autores como Bonfil Batalla, se remontan a
la época colonial, mientras la mayorÃa lo ubica a principios del presente siglo.
PolÃticamente, han sido varios los tamices desde los que se ha planteado el
discurso indigenista. Rubio Orbe, exdirector del Instituto Interamericano
Indigenista, proponÃa hacia 1975 la siguiente clasificación:
De incorporación;
Absorción;
Asimilación;
Integración;
Redención;
Este autor entiende a la incorporación:
"Como una polÃtica y estrategia que busca la unidad nacional, sin considerar los
valores y caracterÃsticas de la cultura indÃgena, y que, en último término esa
polÃtica y sus acciones complementarias se encaminan a la desaparición de la
cultura indÃgena, bajo formas y procesos de absorción a la cultura dominante y a
la unidad nacional". Al explicar al indigenismo integracionista, lo supone como
un proyecto que en esencia busca un "mestizaje étnico y cultural". Según Rubio
Orbe, el integracionismo se diferencia del incorporacionismo.
Los marxistas señalan, que en rigor el integracionismo:
"…trata de eliminar la diversidad sociocultural que obstaculiza la plena
expansión de la sociedad burguesa y de garantizar la completa participación de
los indÃgenas -en condiciones de asalariados- en una estructura social definida
por las relaciones capitalistas de explotación de la fuerza de trabajo. Según
este indigenismo, lo especÃfico de lo étnico es precisamente su ‘atraso’, el
cual se resuelve justamente con la mencionada integración. El fundamento
ideológico de esta concepción es su posición evolucionista unilineal que concibe
a lo étnico tan sólo como un ‘momento’, no cabalmente realizado, del desarrollo
histórico. Por consiguiente, la plena integración al capitalismo dependiente
constituye la plena realización sociohistórica del sistema étnico, y toda acción
indigenista se justifica en aras de alcanzar ese punto culminante."
Por otro lado, la asimilación pretende la liquidación de las poblaciones
étnicas. Esta polÃtica y estrategia no valora ni considera las caracterÃsticas
culturales, las formas de vida de los indÃgenas; no medita, ni reflexiona en el
significado de la organización social aborigen… el calificativo que podrÃa darse
a esta polÃtica es el de etnocidio.
Al referirse a la redención, Rubio Orbe establece:
"La redención considera que la cultura, las formas sociales, económicas y
polÃticas de los no indÃgenas son superiores en conjunto y en sus elementos. Se
plantea en ese caso la necesidad y aspiración de buscar la unidad nacional bajo
esas normas. Los indÃgenas, en cambio, son inferiores; su cultura, organización
y de más caracterÃsticas son inferiores, forman fuerzas y barreras que detienen
el progreso."
Para Rubio orbe, todas las formas en que se manifiesta el indigenismo, parten de
supuestos acientÃficos en el campo de las ciencias sociales y, además,
constituyen una negación de los derechos humanos y sociales que se encuentran
consagrados en diversos pronunciamientos internacionales.
La clasificación de Rubio Orbe -más bien teórica-, tendrá que ser dimensionada,
en el marco de la realidad latinoamericana. Adecuando al indigenismo, como una
ideologÃa y polÃtica de Estado (tanto de viejo como de nuevo cuño) cuya
finalidad es la de integrar social, económica y culturalmente al conjunto de
poblaciones indÃgenas, al proyecto del bloque hegemónico. En la óptica del
indigenismo, se busca hacer eficientes y concordantes con el crecimiento
capitalista a estas poblaciones. Bajo el pretexto de consolidar la unidad
nacional, se justifica la reproducción de la fuerza de trabajo asalariada
-india- y la expansión del sistema productivo.
Cuando el indigenismo mexicano ha planteado el reconocimiento de ciertos valores
culturales indÃgenas, ha sido el propio Estado quien define cuales de esos
valores son los que deben mantenerse. El indigenismo ha sido una polÃtica
diseñada por el bloque dominante y su práctica representa, en el fondo, la
destrucción de determinados rasgos socioculturales al concebirla como freno al
crecimiento capitalista. Esta polÃtica ha sido diseñada fundamentalmente por
algunos antropólogos mexicanos que han fungido como intelectuales orgánicos del
Estado.
En la década de los 80, la clase dominante acuñó nuevos conceptos acerca del
indigenismo, como el "indigenismo de participación", creado en el periodo
presidencial de José López Portillo, y el "indigenismo pluriculturalista",
desarrollado en el sexenio de Miguel de la Madrid, los que no logran erradicar
la tradicional concepción integracionista del Estado mexicano.
Por otro lado, el Consejo Latinoamericano de Apoyo a las Luchas IndÃgenas define
al etnopopulismo como una concepción neoindigenista, y señala:
Surgido en un principio en contraposición al enfoque del integracionismo, el
etnopopulismo ha devenido, con el correr de los años, en una concepción cada vez
más orgánica e identificada objetivamente con el proyecto de las clases
dominantes. Dado el gradual desgaste del modelo propuesto por el indigenismo
integracionista tradicional, el etnopopulismo ha venido sustituyendo
paulatinamente a aquel, en favor de los grupos dominantes, en la medida en que
además va demostrando su mayor eficacia como ideologÃa desmovilizadora y de
control. En algunos contextos nacionales puede decirse que el etnicismo ha sido
prácticamente asumido ya como el nuevo enfoque indigenista oficial, y los
principales promotores y elaboradores de tal concepción han sido llamados a
incorporarse a los aparatos burocráticos que ponen en práctica la polÃtica
étnica estatal. En la actualidad, no es raro que se observe una singular pero
eficaz yuxtaposición; una cúpula ideológica etnicista que recubre una práctica
esencialmente integracionista.6
Un último enfoque -indigenista-, es el que Rodolfo Stavenhagen llama
"civilizacional" y que estarÃa encuadrado, a nuestro parecer, como discurso
indianista. 1.1. Apuntes para la historia del indigenismo en México
Si partimos de la idea de que el indigenismo es una polÃtica del Estado, cuyo
fin último es el de incorporar al sistema al indÃgena, bajo un proyecto
homogeneizador donde el objeto principal es la reproducción económica en
beneficio del bloque dominante, entonces coincidimos con aquellos autores que
asumen la idea de que el indigenismo ha estado presente desde la época de la
conquista española. PolÃtica que se aplicó, en parte, por la catastrófica
reducción de la población y que, en Mesoamérica, fue precedida por la desastrosa
experiencia que el conquistador tuviera años atrás en el Caribe, de ahà que,
después de la debacle poblacional, los peninsulares se "preocuparan por la
defensa del indio", con lo que más bien garantizaban la fuerza de trabajo para
minas y haciendas.
Ello sin menospreciar la trascendente labor de Fray Bartolomé de Las Casas quien
estableciera una defensa enconada de los derechos indios, obra que darÃa paso a
la promulgación de las "Leyes Nuevas" y a las "Leyes de Burgos", ordenamientos
muy avanzados, para la época en que fueron elaborados, en los que se estipulaban
derechos humanos de los indÃgenas. Sin embargo, la obra lascasiana fue reducida
por el gobierno novohispano al principio de "obedézcase pero no se cumpla".
La forma institucional y moderna del indigenismo se origina a principios del
presente siglo, con la influencia de la revolución mexicana y como un discurso
contestatario a las corrientes racistas-biologistas que durante todo el siglo
XIX conceptuaron al indio como un factor de atraso e incivilización.
En la segunda década de este siglo, el pionero latinoamericano del indigenismo
moderno, Manuel Gamio, se planteó vÃvidamente el asunto del carácter incompleto
de la "nacionalidad" o la nación imbuida todavÃa de ciertos tópicos
evolucionistas que le hacÃa observar a los grupos étnicos como sistemas
colocados en fases o "etapas de civilización" inferiores, pero habiendo
asimilado también las enseñanzas del relativismo cultural de su maestro Franz
Boaz (de quien fue alumno en la Columbia University y en la Escuela
Internacional de ArqueologÃa y EtnografÃa Americanas, fundada en México en
1910), Gamio se propuso delinear las medidas que era necesario poner en práctica
para elevar a los indÃgenas de su condición, sin necesidad de recurrir a medios
violentos de incorporación, es decir, rescatando hasta cierto punto los valores
(aquellos reputados como "positivos") de los sistemas socioculturales autónomos.
Gamio, en suma, sentó las bases de una perspectiva que observaba la
heterogeneidad étnica (particularmente en sus aspectos socioeconómico, cultura y
lingüÃstico) como obstáculo para la conformación plena de la nación. Por
consiguiente, la formación de una nación integrada y sólida, en opinión de
Gamio, requerÃa la transformación de los grupos indÃgenas por medio de un
mestizaje o fusión sociocultural que se expresarÃa en la "aculturación". Sólo de
esta manera la nación podrÃa asentarse firmemente sobre una auténtica cultura
nacional que trascendiera el localismo de los sistemas étnicos".
El pensamiento de Gamio fue determinante para construir el marco ideológico que
requerÃa el Estado para delinear su proyecto nacional, y que durante el siglo
XIX se habÃa mantenido una identidad nacional inspirada en los patrones
estadounidense y francés.
El indigenismo se concatena a la idea que el naciente Estado mexicano planteaba
acerca de la cultura nacional y de la nación mexicana. Si bien es cierto que
este proyecto nacional fue elaborado por intelectuales revolucionarios de la
época, por lo que se concibió como un proyecto "progresista", también lo es que,
al elaborar esa nueva polÃtica indigenista no dejaron de ubicarla en la
concepción del propio bloque dominante, negando toda posibilidad de
florecimiento autónomo a las poblaciones indÃgenas. El proyecto nacional y su
indigenismo no deja de sentar sus bases en la ideologÃa europeizante, cimentando
asà un proyecto que atiende más al pensamiento de la burquesÃa mexicana, que al
de los demás sectores y clases de la sociedad.
"En 1921 se restablece la SecretarÃa de Educación Pública que Carranza habÃa
suprimido. José Vasconcelos fue el autor del proyecto para su reorganización. En
ese mismo año y atendiendo a la reestructuración de la dependencia, se crea el
Departamento de Educación y Cultura para la Raza IndÃgena. Hacia noviembre de
ese año se nombran maestros ambulantes que empiezan a operar en las comunidades
indÃgenas con un plan cuidadosamente elaborado que se inicia con el estudio de
las condiciones culturales de los pueblos; llevan el alfabeto, realizan su
trabajo en la comunidad tratando de interesar a los miembros de la comunidad en
nuevos cultivos de la tierra, crÃa y cuidado de animales domésticos y en el
desarrollo de industrias regionales; emprenden un programa de acción social que
incluye la formación de hábitos de ahorro y el impulso al teatro vernáculo, la
danza y las canciones populares."
En abril e 1923 se aprobó el establecimiento de las llamadas casas del pueblo,
cuyo fin era construirse en la alternativa para "mejorar la situación de las
poblaciones indÃgenas".
Plutarco ElÃas Calles creó el Internado Nacional de Indios, donde incorporó a
indÃgenas de diversos grupos lingüÃsticos, como amuzgos, totonacos, otomÃes,
náhuatls, etcétera, en total, miembros de 26 distintas poblaciones indÃgenas.
Dentro del marco institucional que va adquiriendo el indigenismo, en 1932, se
creó la Estación de Incorporación IndÃgena de Carapan, cuyo fin fue estudiar las
posibilidades de integrar al indio purépecha de la región a la vida nacional,
este proyecto fue dirigido por Moisés Sáenz, que en otro contexto representó un
antecedente de la sociologÃa participativa.
Con la instauración del gobierno del general Lázaro Cárdenas, en 1934, el
indigenismo adquiere su real estructuración. Por primera vez en la historia de
México, un gobierno cristaliza las demandas insatisfechas por años. Cárdenas
restituye a las poblaciones indÃgenas algunas de las tierras que otrora
pertenecieron a sus ancestros, en algunos casos se armó a los indÃgenas para que
defendieran su patrimonio. La polÃtica agraria cardenista permitió el
afianzamiento de la mayorÃa de las poblaciones étnicas.
Si bien el proyecto cardenista converge en una lÃnea populista, es innegable lo
avanzado de sus proyecciones: En el ámbito educacional, el Estado cardenista
promovió la creación de las normales rurales en algunas zonas (Yaqui, Chontalpa,
la Comarca) en donde existÃa un desarrollo más profundo de las fuerzas
productivas, el gobierno dotó de tierras a los indÃgenas y campesinos,
formulando proyectos de colectivización rural.
En 1937 fue creado el Departamento de Educación IndÃgena, dependiente de la
SecretarÃa de Educación Pública. Dentro de ese Departamento se encontraban
incorporados los internados indÃgenas, a los que se denominaba Centros de
Educación IndÃgena. Estos centros pasaron al Departamento de Asuntos IndÃgenas
en 1938, con nuevas funciones, convirtiéndose en Centros de Capacitación
Económica; su objetivo era dar capacitación técnica, agrÃcola e industrial.
En 1939, el presidente Cárdenas encomendó a Alfonso Caso la organización del
INAH, Instituto Nacional de AntropologÃa e Historia.
A nivel internacional el presidente Cárdenas, impulsó la iniciativa para la
realización del Primer Congreso indigenista que se celebró en Pátzcuaro,
Michoacán en 1940. A partir de ese evento se decidió la creación del Instituto
indigenista Interamericano, al igual que fue planteada la necesidad del
surgimiento de los institutos indigenistas nacionales, en toda Latinoamérica.
Mientras que el indigenismo cardenista ubicó su atención en los aspectos de la
reforma agraria y la educación, el indigenismo que se inicia en 1940 tuvo un
giro, al enfocarse en aspectos culturales. Para ese entonces se pretende
resolver la situación de los indios bajo patrones de asimilación, vÃa la cultura
nacional.
El presidente Avila Camacho creó en 1942 la Escuela Nacional de AntropologÃa e
Historia (ENAH). Años más tarde, en 1948, el Ejecutivo Federal promulgó la ley
que creó al Instituto Nacional Indigenista (INI) como un organismo con
personalidad jurÃdica propia. Originalmente el INI se planteaba como funciones
las siguientes:
Investigar los problemas relativos a los núcleos indÃgenas del paÃs.
Estudiar las medidas de mejoramiento que requieran esos grupos indÃgenas, y
promover ante el Ejecutivo Federal la aprobación y aplicación de estas
medidas.
Intervenir en la realización de las medidas aprobadas, coordinando y
dirigiendo en su caso la acción de los órganos gubernamentales.
Fungir como cuerpo consultivo de cuestiones indÃgenas.
Difundir los resultados de sus investigaciones, estudios y proyectos.
Emprender aquellas obras de mejoramiento de las comunidades indÃgenas que le
encomiende el Ejecutivo.
En realidad el INI, al igual que otras entidades burocráticas, se situó como un
apéndice de instituciones gubernamentales e incluso de multinacionales, como
sucedió con el Instituto LingüÃstico de Verano, al que se le delegó la polÃtica
lingüÃstica del paÃs. Al indigenismo de este periodo se ligan los nombres de los
antropólogos Alfonso Caso y Gonzalo Aguirre Beltrán.
"Alfonso Caso establece los lineamientos de la acción indigenista (que
orientaron al indigenismo mexicano durante un cuarto de siglo) que busca la
protección de las comunidades indÃgenas con el objeto de integrarlas en la vida
económica, social y polÃtica de la nación, en un plano de igualdad con las
comunidades mestizas. Esto es posible a través de una aculturación planificada
por el gobierno mexicano y en beneficio de los grupos indÃgenas: mejorando sus
condiciones económicas, llevándoles educación, capacitándolos en nuevas técnicas
y conocimientos agropecuarios, comunicándolos dado que en la acción indigenista
se concibe el carácter regional. […] Gonzalo Aguirre Beltrán desarrolla las
modalidades de su operación a partir de sus concepciones de la integración
regional de las regiones interculturales y redefine al sujeto de la acción
indigenista; desarrolla los conceptos de la región intercultural con sus
ciudades rectoras y elabora la teorÃa de los centros coordinadores que tiene
como antecedente el primer proyecto regional de desarrollo integral para los
tzeltales y tzotziles de los Altos de Chiapas."
La polÃtica indigenista del INI se comenzó a aplicar en la década de los años
cincuenta; para ese entonces el INI incorpora un vasto sector de indÃgenas como
promotores en sus regiones, fenómeno que derivarÃa en una nueva diferenciación
social de las poblaciones indÃgenas.
En 1952 se creó el Centro Coordinador de la Región Tarahuamara. En 1954 el
Centro Coordinador Indigenista de las Mixtecas. Y debido a las múltiples
contradicciones en que se ven envueltos millares de chinantecos, mixes,
etcétera, con la construcción de la presa "Miguel Alemán", el Estado se vio
obligado a crear el Centro Coordinador del Papaloapan.
AsÃ, detrás de la polÃtica que inspiró al INI se encuentra el discurso
aculturacionista que sustentaban Alfonso Caso, Gonzálo Aguirre Beltrán y el
personal del Instituto lingüÃstico de Verano. Por ejemplo, Aguirre Beltrán
planteaba, en 1957, la "aculturación inducida, que tenÃa por objetivo introducir
modificaciones convenientes a la propia cultura india."
En franca crÃtica al papel desempeñado por Aguirre Beltrán, el doctor DÃaz
Polanco señala:
Las precauciones de Aguirre Beltrán no evitaron que desde la segunda mitad de la
década de los sesenta en adelante, una pléyade de intelectuales progresitas e
impugnadores acusaran a su esquema teórico-práctico de etnocida, autoritario y
homogeneizador.
En estudios elaborados por Darcy Ribeiro, se comprobó, cómo la aculturación
habÃa llevado a distintas comunidades del Brasil a su plena asimilación o
"transfiguración étnica".
Un nuevo momento para el indigenismo-populismo mexicano es el que se desarrolla
en el sexenio del presidente Luis EcheverrÃa (1970-1976). A diferencia de los
periodos anteriores, el paÃs vive una crisis agrÃcola, además de la zozobra
polÃtica derivada del movimiento popular de 1968. Después de muchos años de
pasividad, algunos núcleos indÃgenas pasaron a la ofensiva; derivando incluso en
movimientos guerrilleros, como fueron los desarrollados en Michoacán, Oaxaca y
Guerrero, regiones en las que se densenvuelven el Partido de los Pobres (PDLP),
fundado por el maestro rural Lucio Cabañas Barrientos; la Asociación CÃvica
Nacional Revolucionaria (ACNR), dirigida por Genaro Vázquez, y el Partido
Proletario de América Latina, dirigido por Florencio Medrano. La base social de
estos movimientos fue esencialmente indÃgena y su lucha planteó como fundamental
la recuperación de las tierras despojadas a los pueblos.
El accionar indigenista de ese sexenio constituyó un paliativo de las
contradicciones existentes. El propio Estado planteó, por primera vez, la
necesidad de vincularse con los indios para solucionar los problemas indÃgenas,
incluyendo los aspectos más concretos; al respecto Francisco Gómez Jara, señala:
El trabajo empezó construyendo escuelas, organizando cooperativas de consumo,
protegiendo las fuentes y manantiales donde la gente se surtÃa de agua para sus
servicios domésticos, realizando campañas para evitar la mortandad de las aves
de corral, para sembrar frutales, para fomentar mejoras sanitarias en la
población. En todas estas actividades, primero se reunÃa a la gente de los
parajes, para analizar sus problemas y discutir con ellos los proyectos de
solución.
Siguiendo la tradición corporativista del Estado mexicano y aprovechando la
articulación del partido en el poder (PRI), EcheverrÃa convocó a la creación de
la organización indÃgena; convocatoria que finalmente cristalizó en el
advenimiento del Consejo Nacional de Pueblos IndÃgenas (CNPI), el que,
contrariamente a los designios del Estado, comienza a configurarse como un
primer instrumento aglutinador de la lucha del movimiento indio. Por esta
coyuntura de crisis, la polÃtica indigenista del Estado adquiere un cambio. Las
tesis de la incorporación y de la integración comienzan a ser sustituidas por
las de "acción participativa de la población indÃgena". Bajo esta nueva
tendencia, en 1977 se creó la Dirección General de Culturas Populares, en el
seno de la SecretarÃa de Educación Pública. Algunos sectores del bloque
hegemónico comienzan a reconocer la validez del cúmulo de poblaciones indÃgenas,
bajo la premisa de que "México como nación se enriquece con el aporte cultural
de todos y cada uno de sus grupos". Fue asÃ, como en el sexenio siguiente, el
presidente López Portillo definÃa su proyecto como un indigenismo de
"participación".
Ya en 1977, el nuevo director del INI, Ignacio Ovalle Fernández, hacÃa públicas
las nuevas orientaciones: las bases para la acción 1977-1982, resumen las
directrices de su polÃtica. Se trata de "lograr una mayor participación de la
población indÃgena en la producción y en los beneficios de desarrollo nacional".
[…] El gobierno de López Portillo crea COPLAMAR (Coordinación General de Plan
Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados, dependiente de la Presidencia
de la República) cuyo programa contiene alimentos básicos, servicios de sanidad
(especialmente a través de las instalaciones del Instituto Mexicano del Seguro
Social en el Programa IMSS-COPLAMAR), mejora del hábitat rural, escuelas,
distribución de agua potable, construcción de carreteras entre comunidades,
etcétera.
Sin embargo, unas fueron las aspiraciones y otras las realidades: en 1983 el
Instituto Nacional Indigenista entra las en una profunda crisis que culmina con
el encarcelamiento de su director.
En un documento que envÃan algunos antropólogos al INI, durante esta coyuntura,
refiere entre otras cosas lo siguiente:
"Todo indigenismo, a pesar de su ropaje integracionista, participativo y
pluricultural, a pesar de discursos y propósitos declarativos, es un instrumento
etnicida. El indigenismo, cualquiera que sea su denominación constituye un
sistema que se le impone a los grupos étnicos desde aparatos burocráticos, como
una fuerza objetivamente opresiva, manipuladora y disolvente".
En diciembre de 1983, el presidente de la Madrid sintetizó en siete puntos las
orientaciones de su polÃtica indigenista:
- Aprovechar la planeación democrática para diseñar y aplicar una polÃtica con
los indÃgenas y no tan sólo para los indÃgenas.
- Preservar la cultura y las tradiciones indÃgenas.
- Detener el proceso de reducción de los territorios indÃgenas mediante la plena
conservación y aprovechamiento de sus recursos actuales.
- Orientar los programas de capacitación, producción y empleo, de acuerdo con la
naturaleza de los recursos y de las tradiciones de la comunidad.
- Ampliar la cobertura de servicios básicos.
- Combatir toda forma de intermediarismo.
Implantar en los hechos, a favor de los grupos indÃgenas, las garantÃas
individuales y los derechos sociales que consagra la Constitución para todos los
mexicanos.
Los proyectos del gobierno de De la Madrid, a principios de 1983, amplÃan la
visión indigenista hacia la noción de etnodesarrollo (posteriormente a la de
ecodesarrollo), noción que contempla la entrega por parte del Estado de aquellos
medios y útiles que permiten a los propios grupos étnicos asumir los movimientos
sociales. La ambigüedad de tal visión es innegable. Por una parte es el INI
quien, preservando asà su capital simbólico, técnico e histórico, diseña este
proyecto polÃtico, suministra las nuevas tecnologÃas, forma a los lÃderes y
ayuda a la reconstitución de los propios grupos étnicos. Por otra parte, el
proyecto es una apertura democrática que pone las iniciativas en manos de los
indÃgenas… o más precisamente de los que los dirigen. Si bien a esta apertura
pareciera ponérsele lÃmites en el INI mismo, después de la crisis que éste
sufriera en el segundo semestre de 1983, existen también otros organismos
públicos que, a lo largo de periodos más prolongados y con medios más modestos
que los del INI, parecen haberse orientado hacia acciones comparables.
El 18 de junio de 1986, apareció un nuevo decreto que reglamentaba la
participación de las comunidades indÃgenas a las que se refiere el artÃculo
séptimo de la ley de Creación del Instituto Nacional Indigenista. Este nuevo
ordenamiento jurÃdico estuvo precedido por la declaración hecha por el
Presidente de la República, en el sentido de que México se reconocÃa como un
paÃs esencialmente plural (plural en lo étnico, cultural y lo ideológico). Fue
de esta forma como se inició el llamado "indigenismo pluricultural", en el que
para fines de la década tiene vigencia y sustento la adición de la Constitución
General de la república. En el momento actual, la dimensión cultural que el
indigenismo -bloque hegemónico- dé al reconocimiento de las etnias, dependerá de
la fuerza real que desarrollen el movimiento indio y el conjunto de fuerzas
democráticas que lucha a su lado. El que dicho reconocimiento vaya más allá de
lo cultural dependerá, también, de la correlación de fuerzas que operan en el
momento de la promulgación de la ley reglamentaria del artÃculo 4º
constitucional, documento aún sujeto a discusión en el congreso de la unión
(enero de 1995). 2. Algunos elementos para la ubicación del indigenismo en
América. Si bien de origen mexicano, esta ideologÃa y polÃtica de Estado se
reproduce prácticamente en la mayorÃa de los paÃses de América Latina
convirtiéndose en la principal fuente de fundamentación de las polÃticas
indigenistas en nuestro continente.
Su formalización surge de los pronunciamientos del Primer Congreso Indigenista
Interamericano que se verificó en Pátzcuaro, Michoacán, en abril de 1940. En ese
evento se determinó la creación del Instituto indigenista Interamericano,
mediante una Convención Internacional que, hasta la fecha (1995), ha sido
ratificada por los siguientes estados: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia,
Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos de América, Honduras,
México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela.
El segundo, celebrado en 1949 en Cuzco, perú; el tercero en la Paz, Bolivia, en
1954; el cuarto congreso fue celebrado en 1959, en Guatemala; el quinto en
Quito, Ecuador; el sexto nuevamente en Pátzcuaro, Michoacán, México, en 1969; el
séptimo tuvo lugar en Brasilia, Brasil, en 1973; el octavo en Mérida, Yucatán,
en 1980; el noveno en Estados Unidos de América, en octubre de 1985; y el décimo
en septiembre de 1989, en San MartÃn de los Angeles, en Argentina.
Sin lugar a dudas que los dos últimos congresos han sido, por su carácter y
resoluciones, los más importantes; a continuación se reproducen algunas de las
resoluciones más significativas del IX Congreso:
A. Resolución No. 12 (Sobre la educación indÃgena)
Que se diseñe y se instrumente un modelo de educación bilingüe-bicultural
propio para las comunidades indÃgenas, con la participación de los pueblos y
profesionales indios.
Que los contenidos curriculares para la educación indÃgena se integren tanto
con elementos de las culturas étnicas como de la cultura universal tomando en
cuenta las condiciones y necesidades especÃficas de cada pueblo.
Que se recomiende a los paÃses con población indÃgena la incorporación de los
elementos culturales indios en los planes y programas de estudio del sistema
educativo nacional.
B. Resolución No. 14 (Acerca de la naturaleza multiétnica)
Que los Estados miembros adopten medidas y ordenamientos jurÃdicos tendentes a
reconocer el carácter y naturaleza multiétnica y multilingüe de sus
respectivas sociedades nacionales.
Que los Estados miembros implementen acciones legales que garanticen a los
pueblos indÃgenas y comunidades étnicas el acceso a la estructura
jurÃdico-polÃtica de los Estados nacionales, de tal manera que reproduzcan una
identidad a través del ejercicio efectivo de sus derechos económicos y
culturales.
En la resolución número 15, por primera vez en un congreso indigenista, se hace
alusión al problema de los derechos humanos de las poblaciones indias:
C) Sobre los derechos humanos
Resolución No. 15, considerando:
Que la Comisión Internacional de Derechos Humanos, según lo preceptuado por la
Carta de la OEA, modificado por el protocolo de Buenos Aires de 1967, tiene como
principales funciones: 1) promover la toma de conciencia sobre los derechos
humanos entre los pueblos del continente americano, y 2) vigilar la observancia
y el respeto de estos derechos en los estados americanos.
Que el Congreso reconoce el aporte de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, a la promoción y protección de los derechos de los pueblos indÃgenas
del continente americano, asà como los problemas que sigue experimentando la
situación de los derechos humanos de los pueblos indÃgenas.
Resuelve:
Hacer un llamado a la Asamblea de la OEA a fin de solicitar a la Comisión que
informe anualmente a la Asamblea General de la OEA acerca de la situación de
los pueblos indÃgenas del continente americano en lo relativo a derechos
humanos.
Recomendar que la OEA colabore en la traducción de las declaraciones sobre
derechos y deberes del hombre y de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos a las principales lenguas indÃgenas del continente, a fin de promover
un mayor conocimiento del sistema interamericano por los indÃgenas.
Solicitar al Instituto Indigenista Interamericano que proporcione apoyo
técnico a esas medidas.
Recomendar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos solicite y
estudie información pertinente de representantes de organizaciones indÃgenas y
no gubernamentales en la vigilancia por parte de la CIDH de la situación de
los derechos humanos de los pueblos indÃgenas y en sus investigaciones sobre
paÃses.
Resolución No. 16 considerando:
Que han ocurrido graves y continuas violaciones de los derechos humanos de los
pueblos indÃgenas del continente americano.
Que esas violaciones han consistido, en particular, en violaciones de derecho a
la vida, desapariciones, reubicaciones y desposesión de tierras tradicionales,
Que esos pueblos tienen derecho a manejar sus propios asuntos de acuerdo con sus
tradiciones, culturas y religiones,
Que a menudo carecen de medios de protección judicial y de otro género con los
que cuentan los integrantes de los sectores dominantes de los paÃses donde
viven,
Resuelve:
Recomendar a los Estados miembros que adopten medidas urgentes, en consulta
con los representantes de los pueblos indÃgenas, a fin de conocer y aplicar
los derechos que les corresponden,
Exhortar a los Estados miembros a adaptar sus legislaciones y prácticas
internas al derecho internacional en lo referente a los derechos de los
pueblos indÃgenas.
Exhortar a la Organización de Estados Americanos a considerar seriamente la
cuestión de los derechos indÃgenas, en la elaboración del Protocolo Adicional
a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de derechos
económicos, sociales y culturales,
Finalmente, el IX Congreso de Santa Fe se pronunció porque el conjunto de paÃses
miembros reconocieran el carácter multiétnico y pluricultural de las sociedades
nacionales.
Es importante precisar que las resoluciones en este congreso denotan un giro en
las apreciaciones que tradicionalmente habÃa mantenido el Instituto indigenista
Interamericano; mientras que, de 1940 a 1979, la tendencia fue integracionista,
de 1980 a la fecha se planea un indigenismo más democrático, humanista y
pluricultural. Sin embargo, de facto, las resoluciones elaboradas por los diez
congresos han sido relativamente consideradas por los paÃses de la región, ya
que dichos acuerdos surgen de organizaciones no gubernamentales y no causan
obligatoriedad.
Al respecto MarroquÃn, estableció un estudio del cumplimiento de 313
resoluciones, aprobadas por los primeros seis congresos (hasta el de 1968) y
concluye que más del 88% de ellas no han sido acatadas debidamente. Entre los
factores más importantes que han determinado su incumplimiento, MarroquÃn
enumera:
La polÃtica general de los gobiernos americanos, los cuales no ven con
simpatÃa los cambios que propugna el indigenismo, cambios que van en contra de
los intereses de las oligarquÃas locales o nacionales.
El problema económico.
La falta de difusión de las resoluciones del congreso.
La falta de técnicos con capacidad para llevar adelante su cumplimiento.
Los obstáculos que los sectores que viven de la explotación del indio oponen
al cumplimiento de las resoluciones indigenistas.
La falta de obligatoriedad de las resoluciones.
Con sus respectivas contradicciones, cada uno de los Estados latinoamericanos ha
refuncionalizado el proyecto indigenista del Instituto Indigenista
Interamericano, acorde con las expectativas de sus propios bloques hegemónicos y
según las coyunturas de crisis socioeconómica que viene experimentando el
continente.
Por ejemplo, en la medida en que se hizo necesario el impulso de la reforma
agraria, se aplicó el indigenismo; en este contexto ubicamos los casos de
Getulio Vargas en el Brasil, de Paz Estensoro en Bolivia, de Frey (1964-1970)
Chile, de Carlos Andrés Pérez (1974-1979) en Venezuela y de Luis EcheverrÃa en
México (1964-1970).
En otro ámbito, podrÃamos colocar al indigenismo, cuya fuente es más humanista y
democráticas, sin dejar de ser integracionista, como en los casos de Jacobo
Arbenz en Guatemala, de Omar Torrijos en Panamá, de Lázaro Cárdenas en México, y
de Velasco Alvarado en el Perú, proyectos que polÃticamente son concebidos como
populistas.
En la tercera actitud podrÃamos citar al proyecto de la Unidad Popular que
presidiera Salvador Allende y el del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Su contextualización, más orientada hacia el socialismo, permitió avances muy
notorios en cuanto a la consolidación de los derechos históricos, humanos,
culturales y socioeconómicos de las poblaciones étnicas asentadas en sus
territorios. Sin embargo, los logros alcanzados en Chile, fueron prácticamente
destruidos por la dictadura de Augusto Pinochet. Mientras que en la República de
Nicaragua se decretó el estatuto que da la autonomÃa a los pueblos de la Costa
Atlántica, al que por su importancia nos referiremos más adelante.
En la actual coyuntura de crisis (1994-2000), es indudable que frente a las
aspiraciones de un indigenismo pluriculturista y democratizador, prevalecerá el
criterio ya no tan sólo integracionista, sino devastador, este giro en la
historia del indigenismo es resultado de las polÃticas que aplica vÃa deuda
externa el Fondo Monetario Internacional al conjunto de grupos dominantes de la
región.
Hacia 1989 no resultaba extraño saber que, dada la presión de diversos
organismos internacionales, la República de Bolivia, intercambiara parte de su
deuda externa, por áreas territoriales del paÃs. O como en el caso de México, en
el que el Tratado Trilateral de Libre Comercio, protocolizado con Canadá y los
Estados Unidos de Norteamérica, ha llevado a concesionar amplÃsimas porciones de
territorios indios en las que subsisten diversos recursos naturales, con lo que
no se proyecta una posible mejorÃa socioeconómica de las etnias.
Regiones a las que otrora Aguirre Beltrán llamara regiones de refugio, se están
convirtiendo en polos de explotación económica, como resultado de la imperiosa
necesidad que tienen las burguesÃas regionales de allegarse recursos como sucede
con la etnia yanomami del Amazonas venezolano y brasileño, a la que se le viene
expoliando diversidad de recursos, principalmente oro. O el caso de La Sabana,
en territorio e los indios guayana, en donde se están haciendo explotaciones
masivas de maderas preciosas.
3. Critica al indigenismo
La experiencia histórica ha evidenciado lo erróneo de una ideologÃa, que, en
nombre de una nación, intentó durante más de 50 años homogeneizar lo no
homogeneizable. Ni la barbarie capitalista que, en nombre de la modernización,
construÃa "obras magnificentes" y destruÃa comunidades completas, ni los
criterios asimilacionistas e integracionistas fueron capaces de destruir lo
diverso de las poblaciones indias que subsistieron al imperio español. La
debilidad del indigenismo radicó siempre en establecer al fenómeno bajo una
óptica estrictamente ideológica y no estructural, por cuanto a mejorar las
condiciones de los pueblos indios.
4. PolÃtica del lenguaje y poblaciones indias
No resulta extraño que, desde la invasión europea, los dominadores hayan
ensanchado su poder imponiendo -entre otros patrones- su lenguaje; de esta forma
se manifiesta la estrecha relación entre lenguaje y poder. La expropiación que
ha intentado realizar el bloque dominante de las lenguas de las poblaciones
indÃgenas se ubica dentro de su lógica de dominación y sometimiento.
Conceptualmente el lenguaje -dice Schaff- […] es una praxis condensada; praxis
social y praxis individual. […] El lenguaje como punto de partida social del
pensamiento humano es el mediador entre el pensamiento social, transmitido, y el
pensamiento individual, creador. […] En el proceso de la […] educación social el
hombre no sólo aprende a hablar, sino también a pensar. Al recibir una imagen
acabada de la sociedad aprende el lenguaje -que también es pensamiento- como una
experiencia que está establecida en las categorÃas del lenguaje y acumulada […]
como saber de la sociedad sobre el mundo.
Marx, en La ideologÃa alemana, señala; "la lengua es la realidad inmediata del
pensamiento; la lengua no es, sólo la expresión de la conciencia sino la
conciencia misma".
Sergio Salvi, menciona:
Las lenguas son entidades dinámicas, en constante desarrollo, que marchan a la
par con la experiencia, la condicionan asà como son condicionadas por ella. Todo
progreso social y cultural para ser auténtico, puede realizarse solamente por
medio de la lengua, alrededor de la cual se ha formado, históricamente, una
comunidad; de otra manera se tendrá una experiencia artificial, imitativa,
impuesta desde arriba, y en la mayorÃa de los casos incomprensible.
Para el bloque hegemónico, la homogeneización del lenguaje afianza todas sus
expectativas de poder, ya que, con el lenguaje se aseguran espacios, se
aculturiza, porque, en última instancia, el lenguaje no es sino un sistema de
categorÃas, que representan las relaciones sociales de la vida práctica.
Parafraseando a Gramsci encontramos: "que una de las bisagras de la hegemonÃa
polÃtica está en el lenguaje". Para el bloque hegemónico, no importa cómo, lo
fundamental es llevar el dominio hasta las zonas más apartadas, para ello el
Estado ha ideado su polÃtica lingüÃstica, la que ha venido destruyendo los
procesos de simbolización y cultura propios de las poblaciones indÃgenas.
A decir de Rainer Hamel, la forma en que se cierne la polÃtica del lenguaje en
las poblaciones indÃgenas tendrÃa que ser dimensionada en tres áreas
interrelacionadas:
La polÃtica del lenguaje externa que define el papel de cada lengua en
contextos multilingües, sus usos y funciones en ámbitos públicos;
La polÃtica del lenguaje interna, que establece normas gramaticales, codifica,
elabora alfabetos y diccionarios; y
La enseñanza y pedagogÃa del lenguaje.
Como polÃtica de Estado, el bloque dominante ha creado instituciones a través de
las cuales ha hecho factible su aplicación. En su ámbito más general, se trata
de su polÃtica cultural.
La escuela (acción educativa) juega un papel trascendente en los fines
aculturizadores que pretende el Estado. Para Althusser, la escuela forma parte
del aparato opresivo del Estado y la acción educativa solamente pretende renovar
las relaciones de producción imperantes. 4.1 Instituciones del Estado
relacionadas con la polÃtica del lenguaje
Desde el siglo XIX de implantó en México un sistema educativo, que si bien
poseÃa resabios coloniales, intentaba mantener una concepción nacional. Este
proyecto educativo se cristalizó a principios del siglo XX, influenciado por el
positivismo europeo. Cronológicamente encontramos los siguientes hechos, que
fueron dando lugar a la creación del sistema educativo nacional, con sus
respectivas secuelas en las poblaciones indias.
Para 1912, el Estado mexicano crea la "escuela tipo de educación integral, para
la protección de las razas indias". Un año después, Gregorio Torres estableció
la "imperiosa necesidad de enseñar al indÃgena mexicano a hablar, leer y
escribir el castellano".
Con la promulgación de la Constitución PolÃtica de los Estados Unidos Mexicanos,
en 1917, el Estado asume, formalmente, el monopolio educativo de la enseñanza
primaria.
En 1921, se crea la SecretarÃa de Educación Pública, de cuyos programas habrÃan
de partir acciones y concepciones básicas que afectaron a los grupos etnicos del
paÃs, con el desarrollo de la educación rural, el sistema de las escuelas
rurales, escuelas regionales, establecimiento de las misiones culturales, las
normales campesinas y, sobre todo, la preocupación de dar a todo México un sólo
idioma y una escritura común. En este periodo arrancan ya no las proposiciones,
tan sólo, sino las fundamentaciones, proyectos, programas y acciones diversas
para la castellanización e incorporación del indio a México. Muchos hombres
ilustres de la educación en todo el paÃs están ligados a esto; representativos
de ellos son Rafael RamÃrez y Moisés Sáenz. También en 1921 se crea el
Departamento de Educación y Cultura para la Raza IndÃgena. En 1923, las escuelas
rurales fueron convertidas en Casas del Pueblo.
En 1925 se crean el Departamento de Escuelas Rurales de Incorporación Cultural
IndÃgena y los misioneros culturales de Vasconcelos para castellanizar y
civilizar. En 1924 se establece el primer internado indÃgena llamado "Casa del
Estudiante IndÃgena" el cual fue convertido más tarde en el Internado Nacional
de Indios y que sólo fue clausurado en 1933. En 1927, Rafael RamÃrez organiza el
Departamento de Misiones Culturales, para la castellanización derecha. En 1932,
Moisés Sáenz promueve la Estación Experimental de Incorporación de Carapan,
Mich., y en 1933 se fundan diversos internados indÃgenas.
Durante la coyuntura cardenista (1934-1940), se incorpora a la SecretarÃa de
Educación Pública el Departamento de Educación IndÃgena, además de crearse
comisiones intersecretariales cuyo fin era analizar las condiciones materiales
de existencia de las poblaciones indÃgenas.
En 1945 La SecretarÃa de Educación Pública (SEP) establece en su seno el
Instituto de Alfabetización en Lenguas IndÃgenas.
En 1949 el Instituto Indigenista Interamericano y la UNESCO inician en el Valle
del Mezquital un programa de aculturación e integración de los indÃgenas
otomÃes, que dará después lugar al establecimiento, en 1951, del "patrimonio
indÃgena del Valle del Mezquital", como proyecto de varias secretarÃas de Estado
para desarrollar un programa de integración cultural. Y, finalmente, también en
1951, el gobierno mexicano y varios organismos internacionales (UNESCO, OEA,
FAO, OMS y OIT) fundan el Centro Regional para la Educación Fundamental de
América Latina (CREFAL) en Pátzcuaro, Michoacán, para la formación de personal
especializado y que existe hasta la fecha.
En México, no sólo el Estado ha desarrollado las estrategias de proyectos
aculturizadores, sino también el imperialismo estadounidense a través del
Instituto lingüÃstico de Verano.
Los orÃgenes del ILV en México se remontan a 1934, cuando el Estado mexicano
establece una alianza, vÃa SecretarÃa de Educación Pública, con el señor William
Cameron Townsed. Este fenómeno puede ser considerado como una nueva cesión de la
soberanÃa del gobierno de México al de los Estados Unidos de América. En 1942 el
Estado firmó un convenio en el que la Dirección de Educación indÃgena de la
SecretarÃa de Educación Pública delega la educación y elaboración de materiales
en lenguas indÃgenas al ILV, aspecto que se complementa con un convenio
adicional que fue firmado en 1951 entre el titular de la SecretarÃa de Educación
Pública y William Camerón Townsed, con el que se dio al ILV el monopolio de la
investigación y la realización de un amplio programa de servicio que incluye
intérpretes, cartillas, traducciones, capacitación lingüÃstica, civismo,
etcétera.
A nivel mundial el ILV es financiado por las siguientes fundaciones:
Hanzen, Lilly, Field, Rockefeller, la AID, Kaplan, Baera, también recibe apoyo
de empresas como la Ford Motor Company, la ITT, la General Electric, el Bank of
América y la IBM.
En los hechos, el Estado mexicano permitió, por más de cincuenta años a los
misioneros protestantes del ILV trasculturizar a millares de indÃgenas de todo
el paÃs.
Conclusiones
No obstante que el advenimiento de la nación mexicana se fincó en un fuerte
proceso de homogeneización cultural, las poblaciones indias han logrado
subsistir a las factores exógenos impuestos por la sociedad nacional. Sin
embargo, la identidad de cada una de las culturas indÃgenas, no constituye una
entidad estática y aislada sino, por el contrario, es histórica y comparte una
multiplicidad de fenómenos, socioeconómicos y culturales, que se han generado
desde la colonia y se mantienen hasta nuestros dÃas.
El hecho de que las poblaciones indias se ubiquen en la escala social de los
explotados, no constituye un hecho casual, sino define la existencia de
polÃticas racistas y antidemocráticas1 que se han fundamentado en la negación
de las otras culturas que perviven en la formación social mexicana. Negación
que advierte como única vÃa (aparente) de desarrollo y crecimiento, a la
hegemónica, sin permitir la concurrencia de otros proyectos -que si bien no
son utilitarios en esencia- podrÃan ser propositivos para el desarrollo de
México, como un paÃs pluricultural y multiétnico.
Las estructuras jurÃdicas del derecho positivo mexicano, son insuficientes en
lo que se refiere a la regulación de las relaciones jurÃdicas que subyacen en
los pueblos indios, ya sea, porque no reconocen sus derechos económicos,
sociales y polÃticos o, en su defecto, porque se fincan en concepciones
jurÃdicas distintas a la racionalidad, cultura y cosmovisión de las cincuenta
y seis etnias del paÃs.
La Constitución mexicana y sus respectivas leyes reglamentarias requieren ser
reformadas y adicionadas con el objeto de que sean reformulados los derechos de
los pueblos indios.
Las definiciones jurÃdicas que centralmente debe recoger esta nueva legislación
son:
La autonomÃa de los pueblos indios.
El reconocimiento de sus plenos derechos económicos en sus territorios
étnicos.
El reconocimiento formal de sus autoridades tradicionales; y
El reconocimiento de su derecho consuetudinario.
IV.La reforma jurÃdica que reconozca integralmente los derechos de los pueblos
indios no garantiza suficientemente la transformación de las relaciones en que
se desenvuelven los indÃgenas. Más bien, al reconocer que su problemática es
estructural, determina que en la corresponsabilidad del poder polÃtico,
intervengan las multicitadas etnias indÃgenas de México.
En otros términos, a la par de la reforma jurÃdica debe surgir la reforma
polÃtica y económica, en la que intervengan los indios.
V. Existe desde la AntropologÃa y dentro de ésta la EtnologÃa, la posibilidad de
establecer el estudio y sistematización especializados de la antropologÃa
jurÃdica, disciplina que se encarga, del estudio del conjunto de sistemas de
derecho consuetudinario que históricamente han regulado las relaciones sociales
de los pueblos indios. En su ámbito más general, esta nueva disciplina se
refiere al perfil del hombre ante la norma jurÃdica, partiendo del criterio de
diversidad cultural históricamente desarrollado por los pueblos, advirtiendo de
esta manera, la diversidad de formas legales y extralegales que les regulan.
En particular, las generalidades de la antropologÃa jurÃdica que fundamentan al
derecho consuetudinario indio, derivan de la cultura de cada pueblo, en donde
sobresalen el parentesco, la cosmovisión, el lenguaje y las relaciones de
reciprocidad que se fincan en la tierra, no sólo como un simple medio de
producción, sino como un vÃnculo necesario para la reproducción global de la
etnia. PIE DE PAGINA
Rubio Orbe, Gonzalo, "PolÃtica y estrategia del indigenismo, en América
Latina", América IndÃgena. Vol. XXXV, México 1975, p. 457.
Ibidem, p. 460
Aguilera, G., La cuestión étnica nacional en América Latina, IPGH, Méx. 1987,
p. 7
Rubio, op. cit., p. 457.
Ibidem, p. 457
Aguilera, op. cit. p. 8
Stavenhagen, Rodolfo, "Los movimientos étnicos indÃgenas y su Estado Nacional
en América Latina", Civilización, septiembre 1984, México, p. 203.
No obstante el principal interés económico del conquistador, habrÃa que
considerar el carácter social que tuvo la legislación de ese periodo. Es
indudable que el formulismo jurÃdico (Leyes de Indias) puede ser considerado
muy avanzado. En el libro II se permitÃan la autonomÃa del derecho indÃgena,
"las leyes y buenas costumbres" que antiguamente tenÃan los indios para su
buen gobierno y policÃa, siempre que no se encuentren con la sagrada religión
ni con las leyes de este libro, en el libro IV dice "la venta, beneficio y
composición de tierras se haga con tal atención que a los indios se les deje
con sobra todas las que pertenecieren, asà en particular como por comunidades
y las aguas y riegos y las tierras en que hubieran hecho acequias y otro
cualquier beneficio, con que por la industria personal suya hubieran
fertilizado, se reserven, en primer lugar y por ningún caso se les pueda
vender ni enajenar."
DÃaz Polanco, H. Indigenismo, modernización y …, J.P.Ed., 1984, p. 33.
Pozas Arciniega, "la proletarización de los indios en la formación económica y
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México, abril-junio 1977, p. 248.
Bonfil Batalla, Etnodesarrollo y etnocidio, FLACSO, San José de CoSta Rica,
1982, pp. 267-268.
Citado en Chirif, "Alberto, Ocupación territorial de la Amazonia y marginación
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DÃaz Polanco. "Lo nacional y lo étnico en México. El misterio de los
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Ribeiro Darcy, Los indios y la civilización, Ed. Pleyade, Brasilia, Brasil,
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Gómez Jara, Técnicas de desarrollo comunitario, Ed. Nueva SociologÃa 1976,
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Chantal, Barre, IdeologÃas indÃgenas y movimientos indios, Siglo XXI, México
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Correa, Guillermo, "El INI usado contra la liberación del indio", Rev.
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Documentos de consulta. México, Instituto Nacional Indigenista, Vol. I No. 1,
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Bataillon, Claude, "Notas sobre el indigenismo mexicano", Indianidad,
etnocidio e indigenismo en América Latina, CEMCA, Instituto Interamericano
Indigenista, México, 1988, p. 130.
Resoluciones al IX Congreso Indigenista, Santa Fe, Nuevo México, EEUU, 1985.
Resoluciones al IX Congreso, op. cit.
Cit. Stavenhagen, Derechos indios, op. cit., p. 109.
Schaff, Adam, Lenguaje y conocimiento, Ed. Grijalbo, México, p. 246.
Salvi, Sergio, Le lingüe tagliate, Milán, Ed. Rizozoli, Italia, 1975, p. 17.
Gramsci Antonio, Literatura y vida nacional, Ed. Fontamara, México, p. 252.
Enrique Rainer Hamel, "Derecho, lenguaje y conflictos interétnicos", América
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Althusser, Louis, Aparatos ideológicos del Estado, Ed. Fontamara, México.
Durán Leonel, El etnodesarrollo y la problemática cultural de México, Ed.
FLACSO, San José de Costa Rica, 1982, p. 262.
Durán, Leonel, op. cit., p. 264.
Declaración "Carlos Mariategui", del Colegio de Etnólogos y Antropólogos
Sociales, México, 1979, p. 3.
Robinson, Scott, Misiones y misioneros, Ed. CADAL, México 1983, p. 73.
Cotiñas Peláez, León, "De la concepción autoritaria y de la concepción
democrática en derecho administrativo, Alegatos No. 20, 1992, p113.
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Un saludo
Eliseo R. |
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