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Sobre la «terapia filosófica» (Sevilla y Barcelona)

 
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Eduardo Robredo Zugasti



Registrado: 13 Oct 2003
Mensajes: 103
Ubicación: Bilbao

MensajePublicado: Lun May 03, 2004 1:35 am    Título del mensaje: Sobre la «terapia filosófica» (Sevilla y Barcelona) Responder citando

Estimados contertulios

La revista El Catoblepas publica en el número de mayo dos artículos tocantes al asunto de la "terapia filosófica". Estamos hablando, concretamente, de la comunicación al congreso de Filosofía y locura, de parte de Lino Camprubí y a la noticia crítica que yo mismo he redactado del I Congreso Iberoamericano y de habla hispana para el asesoramiento y la orientación filosófica (Sevilla, 14, 15 y 16 de abril de 2004) . Ambos artículos convergen en una línea crítica, desde el materialismo filosófico, con la cristalización de esta nueva disciplina, planteando algunas dificultades que quizás puedan ser desarrolladas en este foro. Para "abrir boca", me gustaría dejar aqui algunas puntualizaciones.

En primer lugar, por lo que hace a la crítica que, desde una filosofía "discordante" se dirige contra la "filosofía práctica" (en cuanto "orientación filosófica" en la tradición de Achenbach a Marinoff, sin entrar por ahora en mas detalles críticos) en cuanto mera "sofísitica", cabe decir lo siguiente. Que aunque suele presentarse al ?marketing?, negativamente, como un procedimiento de engaño y creación de falsas necesidades, ante todo desde filosofías "discordantes" con las democracias homologadas en el mercado liberal (no sólo marxistas o libertarios "de izquierdas", sino también socialdemócratas inconsecuentes) la mercadotecnia misma, al menos adesde una filosofía "liberal" no es otra cosa que un proceso de mediación entre el deseo y el consumo de bienes efectivos, sin el cual sería incongruente la "libertad de mercado". Quiere esto decir que el marketing, desde Kotler, no es nada más que el proceso por el cual los deseos indefinidos de bienestar quedan efectivamente concretados, definidos, en productos consumibles dentro del "mercado libre" (donde la libertad es, en esencia, libertad de consumo).

Cabría sostener la tesis de que la democracia liberal es inseparable del marketing, sin el cual el Estado debería asumir "dictar" las necesidades de sus ciudadanos ?como de hecho sucedía en la URSS- (sin perjuicio de que el Partido utilizara métodos propagandísticos). Pero no es lo mismo "marketing" (que implica estudios de mercado y publicidad) que "propaganda". En consecuencia, que la filosofía misma, por lo que hace al "oficio del filósofo" busque su "lugar" en el mercado libre, sin dar la espalda a la mercadotecnia y la publicidad, no debe sorprendernos ni escandalizarnos (a no ser que se asuman, sin titubeas, posturas libertarias de izquierdas, anti-liberales). No es otra cosa que el pragmatismo ejercido del mercado: la escucha de las necesidades reales de parte de los ciudadanos (en cuanto consumidores, claro está). Por tanto, la objeción a la "filosofía práctica" en cuanto mera propaganda, marketing o estrategia cínica de licenciados en filosofía sin trabajo, debe ser (según lo veo yo) resituada según lo dicho.

Desde luego, y en segundo lugar, no es de inmediato evidente que el "oficio del filósofo" tenga que estar referido, necesariamente, al oficio de profesor y educador. En este sentido, me parece que las críticas de Marinoff son consistentes: no podría el filósofo institucionalizado acusar al "filósofo práctico" de "sofista" (en cuanto vende sus servicios) puesto que el mismo filósofo académico (en cuanto profesor) no recibe su salario en su condición genérica de "educador" (en cuyo caso debería ser licenciado en magisterio y en pedagogía) sino específicamente en cuanto filósofo. Por tanto, no cabe objetar a los "filósofos prácticos" ninguna desviación sofística por el hecho de dedicarse profesionalmente al asesoramiento de individuos en una consulta privada y no a la enseñanza y "orientación filosófica", pongamos por caso en los valores de la "ética de los derechos humanos" (¿acaso no es esto justamente lo que pide el currículum de la asigunatura de filosofía?) en el ámbito público de un instituto de enseñanza media ?Pues parece obvio que la función de la Facultad de filosofía es, ante todo, la de formar profesores-.

La objeción, más bien, en tercer y último lugar, se refiere a la forma que toma esa "filosofía", una vez que damos por supuesta su necesidad y aún su carácter terapeútico ?en amplio sentido, eso sí-; y que ha sido suficientemente delimitada, semejante filosofía "práctica", del ámbito de otros saberes (aquí, el problema gnoseológico: ¿qué tiene que ver la filosofía con la psicología? ¿y con las ciencias médicas? ¿no será que muchas escuelas psicológicas, en muchos tramos, no son otra cosa que cripto-filosofías, saberes falsamente neutralizados? Etc). Pues compartimos las objeciones que Camprubí aduce en su comunicación, en torno a la indefinición de estas coordenadas sistemáticas y la urgencia de una toma de postura partidaria. El filósofo práctico debe, en cualquier caso, mostrar sus cartas; declarar abiertamente cual es su ideología; puesto que no cabe hablar desde un punto arquimédico desde el el que mover el mundo, asumiendo oscuramente el punto de vista de la "pars totalis".

Salud


Eduardo.
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J.M. Rodríguez Pardo



Registrado: 10 Oct 2003
Mensajes: 1423
Ubicación: Gijón (España)

MensajePublicado: Lun May 03, 2004 9:10 am    Título del mensaje: La falsa filosofía Responder citando

Estimados amigos:

Respecto al comentario sobre los trabajos de El Catoblepas, debo decirle que la diferencia entre una filosofía académica y una mundana o práctica no es la diferencia entre el «filósofo institucionalizado» y el «filósofo práctico o terapeuta». La diferencia se produce entre una filosofía que prosigue la tradición desde Platón a nuestros días, sin necesidad de encontrarse en un recinto académico. La Academia tiene que ver con el sistema de conocimientos y la crítica a lo políticamente correcto de la sociedad de referencia, en tanto que saber de segundo grado.

De este modo, las filosofías que se proclaman como «terapéuticas», y que renuncian a analizar los problemas relacionados con la economía, la política, la Historia, etc., más allá de una denuncia puramente fragmentaria y referida a los llamados «desplazados» u «olvidados», no puede sino calificarse como falsa filosofía. Ese sería el caso de Foucault y su análisis del poder, tan fragmentario y formalista que acaba por centrarse en el poder de la familia y ciertas instituciones, sin señalar por qué existe ese poder y qué causas son las que llevan a él. La posición de Foucault es simplemente la lamentación de la violencia en las instituciones penitenciarias, cuando bien sabemos que esa violencia se realiza en ellas por el bien del enfermo.

En definitiva, pienso que no se debe criticar a las llamadas «filosofías terapéuticas» por sus eventuales éxitos de clientela y de público, sino por su carácter de falsa filosofía. Aunque ello implica, por otro lado, una impostura respecto a lo que es la Filosofía, igual que resulta otra impostura decir que el «filósofo universitario» es un filósofo académico, cuando bien sabemos que en el 99 por ciento de los casos no es sino un funcionario que expone asépticamente los sistemas filosóficos inventados y usados por otros autores. Ahora bien, si la presunta terapia del primer caso no produjera ningún efecto benéfico en el paciente, entonces la impostura de esa terapia filosófica sería completa, tanto a la hora de reivindicar su carácter de «filosófica», como a la hora de presentarse en forma «terapéutica».

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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Eduardo Robredo Zugasti



Registrado: 13 Oct 2003
Mensajes: 103
Ubicación: Bilbao

MensajePublicado: Lun May 03, 2004 1:09 pm    Título del mensaje: Filosofía práctica: críticas específicas y genéricas Responder citando

La crítica a la distinción entre el filósofo "académico" (en sentido "institucional", "universitario", y no ya en el sentido apuntado por Rguez. Pardo, y sin perjuicio de que este también nos parezca el sentido más originario) y el filósofo "practico" (según la forma que tomó en el congreso sevillano) ya está recogida en los artículos que se citan.

Así pues, contra la "filosofía práctica", en cuanto Asesoría dirigida a individuos en una consulta privada (para contradistinguirla de la filosofía ejercida por los profesores, en el espacio público del aula) caben en principio dos especies de críticas.

a) Una crítica de carácter genérico. Por cuanto dirigida contra el cuerpo de doctrina mismo ejercido por el "filósofo práctico". Aqui, las objeciones de Rguez. Pardo sobre la "falsa filosofía".

b) Una crítica de carácter específico. Por cuanto dirigida a la misma aplicación, "práctica" de la filosofía orientada a la asesoría de grupos e individuos. Aqui, por ejemplo, la acusación de "sofística", las críticas desde una filosofía "pública" y definida y, ante todo, las dudas en torno al carácter "terapéutico" de semejante filosofía. Estas criticas específicas tenderán a presentar esta filosofía práctica como mero sucedáneo psicológico o bien resaltarán su deuda con los antecedentes del consejero espiritual o del psicoanalista, para intentar así erosionar su "crédito simbólico".

Seguiremos.

Saludos.
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J.M. Rodríguez Pardo



Registrado: 10 Oct 2003
Mensajes: 1423
Ubicación: Gijón (España)

MensajePublicado: Jue May 06, 2004 4:52 pm    Título del mensaje: Re: Filosofía práctica: críticas específicas y genéricas Responder citando

Estimados amigos:

Estoy conforme con que la crítica a la distinción académico/práctico ya está planteada en los artículos señalados, aunque vaya por la vía del ejercico en algunos casos. Sin embargo, disiento de esta distinción que realiza Eduardo Robredo.

Eduardo Robredo Zugasti escribió:

a) Una crítica de carácter genérico. Por cuanto dirigida contra el cuerpo de doctrina mismo ejercido por el "filósofo práctico". Aqui, las objeciones de Rguez. Pardo sobre la "falsa filosofía".

b) Una crítica de carácter específico. Por cuanto dirigida a la misma aplicación, "práctica" de la filosofía orientada a la asesoría de grupos e individuos. Aqui, por ejemplo, la acusación de "sofística", las críticas desde una filosofía "pública" y definida y, ante todo, las dudas en torno al carácter "terapéutico" de semejante filosofía. Estas criticas específicas tenderán a presentar esta filosofía práctica como mero sucedáneo psicológico o bien resaltarán su deuda con los antecedentes del consejero espiritual o del psicoanalista, para intentar así erosionar su "crédito simbólico".


No cabe esta crítica desde el momento que se asume la llamada «filosofía práctica» y la «filosofía universitaria» como dos momentos de la «falsa filosofía». Es decir, que una puede ser una suerte de terapeutica o hetería soteriológica, para utilizar un término acuñado en el contexto del materialismo filosófico, y la otra mera doxografía, pero ambas son dos momentos del mismo conjunto, cuya intensión siempre es la misma, pero su extensión puede variar; tal es este caso.

En cambio, si distinguimos una crítica genérica de una específica en los términos de Robredo Zugasti, pienso que no clasificamos correctamente, pues la llamada «filosofía práctica» es un caso específico de un fenómeno más genérico, el de la falsa filosofía, y en todo caso la crítica a su función terapeutica no tiene por qué ser propiamente una crítica filosófica. Un médico psiquiatra, es decir, con facultades para recetar y curar trastornos psiquiátricos, puede también criticar la ineficiencia o falsedad de estos métodos, igual que se critican hoy día los métodos del psicoanálisis, hasta el punto de rechazarlos como parte de la medicina y quedar restringidos al área del negocio privado.

Sin embargo, si la práctica de esta terapéutica se llevase al extremo de querer con ella formar hombres, crear ciudadanos, etc., entonces sí que podría realizarse la misma crítica de Platón a los sofistas, porque esta terapeutica habría pasado a hablar de Ideas filosóficas desde una perspectiva sectorial que propiamente no le compete. Para decirlo más claramente, la falsa filosofía puede curar, pero si no cura eso es más un problema de falsa aplicación de la medicina. O ser simplemente una impostura, pero no necesariamente sofística.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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