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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Jue Nov 13, 2003 2:29 pm    Ttulo del mensaje: AVISOS Y DOCUMENTOS. Responder citando

La crítica del universalismo político.

Cfr. Jerónimo Molina: Lo político y la política. Ed. Sequitur, Madrid 2000. Pág. 137 y ss.

(Extractos) Los textos en negritas han sido puestos por nosotros.

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*El amigo

<Al margen de obstáculos específicos para la comprensión de la tensión amigo-enemigo dentro de la lógica de lo político, como pueden ser la difusión de la mentalidad pacifista, el ecumenismo cristiano, el internacionalismo socialista o el ecumenismo liberal, la gran dificultad estriba en el arraigo secular del universalismo. Este habito mental o forma de representarse las relaciones humanas no es un fenómeno reciente, como se podría deducir del auge decimonónico de toda suerte de movimientos internacionalistas: las internacionales socialistas, las reuniones internacionales de juristas, etc. El universalismo es muy anterior, y entronca directamente en el cosmopolitismo, de donde vienen la mayor parte de problemas que suscita en la actualidad. “Los partidarios de una organización o sociedad mundial sin enemigo confunden dos conceptos: el de política y el de cosmopolitismo, que ha tenido siempre, desde los estoicos, una significación moral”. Freund atribuía el equívoco a que cosmopolitismo comprende el concepto de Pólis, lo que podría dar lugar a entender que la solución del problema de lo político está en la ciudad universal. La gran limitación del universalismo de este tipo, lo que lo convierte en una suerte de ideología o moral antipolítica no es sólo la ignorancia del enemigo, sino también la ausencia de una idea clara acerca de la amistad política.
En ambos aspectos insistió Freund de una manera especial. Su crítica del universalismo no es ideológica, sino fenomenológica. El universalismo y sus diferentes variantes no son rechazados en beneficio de una idea nacionalista, imperialista o estatista de la política, sino en favor de la comprensión de lo político y del particularismo de la actividad a que da lugar. A partir de estas premisas, que encuadran y definen el pensamiento freundeano, se ha de explicar por qué la amistad y la enemistad son inherentes al concepto de lo político.>

<...Por lo demás, Schmitt fue el primero que reparó en la tensión existencial con el enemigo: el enemigo, se trate del individuo o de la unidad política, es la figura de las propias interrogantes personales o colectivas. En él reposa parte del sentido de la existencia de una colectividad; de ahí que: “todo exterminio, escribe Schmitt en Ex Captivitate Salus, es sólo una autodestrucción”. Únicamente la política verdadera ve en el enemigo a un otro con el que tratar y, si no hay más remedio, con el que combatir.

*La identidad colectiva

<“En la noción de identidad colectiva hay a la vez -dice Freund- una búsqueda y una exclusión del otro”. De este modo, el particularismo de la política se alimenta de la condición existencial de toda sociedad humana.
Además, teniendo en cuenta la decisión política fundadora o soberana, ¿qué otra cosa es unir políticamente a un pueblo sino “reunir a los hombres en un grupo separándolos y diferenciándolos de otros grupos”? Esta reunión de hombres, obra de la política, tiene en las fronteras espaciales una de sus cifras más características, pues ellas establecen la divisoria de lo interno y lo externo. En una situación normal, puede decirse que, dentro de las fronteras, todo tercero es un amigo político potencial, por contra, fuera de las fronteras, no hay tercero que no sea potencialmente enemigo. Una y otra eventualidad responden a las condiciones de las situaciones que Freund denominó agonales (état agonal) y polémicas (état polemique).
La identidad colectiva consiste,...en (la representación común de los objetivos o razones constitutivas de un grupo y (en) el reconocimiento mutuo de todos en esa representación”. Si no existe ese sentimiento común, que, por cierto, nada tiene que ver con la conciencia colectiva de un Durkheim, la identidad entra en crisis, o bien se llega a cristalizar, en el caso de que la identidad no existiese todavía. El nacionalismo, es, hasta cierto punto, la ideología política que ha sabido poner al servicio de la potencia política el particularismo inherente a lo político. Pero con nacionalismo o sin él, toda comunidad política tiene un bien común particular que defender; cuando se renuncia a defenderlo o, por decirlo con las palabras de Freund, cuando “se renuncia a la propia originalidad”, se pierde la cohesión interna, y, a la lenta dispersión de la potencia, le sucede la sumisión al enemigo, bajo la forma de un poder extranjero....>

<...Para Freund, las unidades políticas se forjan bajo las bases de un rechazo o una adhesión a otros grupos humanos o a lo que ellos representan. Es sabido desde antiguo que la selección de un enemigo real o mítico, interno o externo, tiene un enorme poder aglutinante de una comunidad cuya representación de lo público se ha degradado. Los dos presupuestos de la identidad colectiva presentan una rica casuística histórica que explica, al menos en parte, el carácter de las relaciones internacionales o interestatales de las distintas épocas.>

<Sin identidad colectiva no hay existencia política posible...>

<...Ahora bien, la identidad colectiva política es la piel de las demás identidades, a la manera en que lo público envuelve a las relaciones privadas.
En abierta contradicción con el principio de la identidad política están el cosmopolitismo y el universalismo, incapaces de comprender el papel regulador de la conciencia colectiva política. Esta no consiste tan sólo en el orden objetivo de un grupo, sino en un sentimiento de trascendencia cuyo signo es “la confianza que una colectividad tiene en sí misma. Por eso, uno de los acontecimientos políticos decisivos en la vida de un pueblo es el enfrentamiento -bélico, diplomático, etc.- con quien pone su existencia en entredicho.>


*Lo político no es universalista

<Al promover valores, reglas y conductas comunes, toda actividad humana produce una suerte de integración. Esta afirmación tiene una incidencia especial en el campo pragmático de la política, pues se trata de la actividad particularista par excellence. Sin embargo, hay actividades y grupos políticos, o relacionados con la política, que utilizan torticeramente el universalismo como un discurso que les permita beneficiarse del poder. Contra todas estas fuerzas, incluida la que Kant denominaba la “insociable sociabilidad de los hombres”, se mide la política, que si ha de ser fiel a su finalidad específica debe embridar la utopía y la escatología.
Freund definió las sociedades políticas como sociedades cerradas que fracturan la continuidad biológica de la especie. “Toda sociedad perdurable, decía así, constituye una patria y comporta un patrimonio”. Si bien el intelectualismo humanitarista niega el particularismo y la heterogeneidad de las identidades políticas, estos elementos de la realidad recuperan súbitamente actualidad cuando sobrevienen fuertes convulsiones que ponen en peligro la continuidad histórica de una comunidad Piénsese en el 1808 español, en el 1940 francés o, desde otra perspectiva menos dramática, en el 1989 de la Alemania reunificada. Los riesgos no siempre son de naturaleza externa o estrictamente bélica, pues menudean las ocasiones en las que es el enemigo interior quién promueve una anarquía disgregadora, y también los casos en que la debilidad del carácter, la ignorancia, la irresponsabilidad o todo a la vez promueven una especie de capitulación sin guerra de la comunidad política.
No se puede pasar por alto la coincidencia histórica entre las corrientes universalistas políticas, económicas o éticas y el fenómeno del partisano. Como se sabe, Schmitt había visto en la figura legendaria del guerrillero una nueva oportunidad para reactualizar la distinción entre el amigo y el enemigo que la confusión entre guerra y paz tendía a borrar. Freund, por su parte, además de tratar el tema del partisano en el marco de una teoría de la guerra y la paz, también lo examinó a la luz del moderno contexto de las identidades flotantes e indiferentes, en donde hace fortuna la creencia de que se puede ser cualquier cosa, abrazando incluso identidades contradictorias. Para el “humanitarismo universalista e indiferenciado” es posible ser a un tiempo “judío y árabe, blanco y negro, defensor de los derechos humanos en Sudáfrica y colaborador de la causa palestina, pacifista y revolucionario, resistente chileno y simpatizante del Vietnam, católico o protestante y ecumenista, etc”. Pero el multiculturalismo, escribe Freund en otro lugar, es sólo una desestabilización del ser. Es imposible que de este embrollo puedan salir indemnes las diversas identidades colectivas y, más concretamente, las apreciaciones particulares sobre donde se sitúan el amigo o el enemigo. En sentido polemológico, el partisano es “el individuo en busca de una identidad colectiva perdida, reivindicada a veces con fanatismo y violencia”. La seducción trágica de este tipo de soldado político, que gozaba de especial predicamento entre las generaciones jóvenes de los años 60 y 70, se deriva de su manera de buscar o forjar una identidad colectiva perdida o inexistente. Así pues, la señal del partisano verdadero está en su carácter telúrico, que rechaza la idea de una justicia abstracta y absoluta y ciñe su estrategia a un espacio concreto.>

<En resumen, por motivos a veces puramente ideológicos, se ha querido sustituir la vocación particularista de la política por proyectos universalistas de distinto signo. Esto sólo ha sido posible por la concurrencia de algunos errores intelectuales de fondo. Uno de ellos es la creencia en la realización de los universales, sin tener en cuenta que sólo es posible encarnar el universal (el reino de los fines últimos, etc.) limitadamente, bajo la forma de una unidad particular que actúa como mediadora entre la escatología y la historia. Cuando la política se hace universal, deviene antes o después una actividad totalitaria, cual es el caso de las políticas escatológicas (politiques du salut). El otro planteamiento erróneo es el que prescinde de la sutil distinción freundeana entre la vocación universalista de una esencia y elcarácter englobante de una esencia.
Existen esencias como la religión que, determinadas por sus finalidades y presupuestos específicos, tienden a realizarse por encima de la discontinuidad que caracteriza a las sociedades humanas. Idéntica suerte corren el arte, la moral y, en su mayor parte la economía. Su asedio de la unidad política es casi permanente, sobre todo cuando los artistas e intelectuales se convierten en portavoces de la humanidad y en críticos de su tiempo. La política, que no es una actividad universalista -a no ser que únicamente se la considere desde la óptica de los fines últimos-, es, sin embargo, una actividad englobante de las demás actividades: establece unas condiciones aceptables para que el resto de esencias pueda desenvolverse según su propia naturaleza. He aquí la fascinante paradoja de lo político, que tiene que dividir para que las demás esencias unan.>

*Carácter antipolítico del universalismo

<La vocación particularista de la política constituye el punto de partida de la crítica de Freund a todo universalismo con pretensiones políticas. Sin embargo, esto no le impidió reconocer que en algunas de sus distintas manifestaciones puede ser un elemento regulador de las relaciones políticas, sobre todo de las interestatales o transnacionales, pues presupone, en última instancia, una coincidencia de intereses. Como filósofo de la política, el autor no podía despreciar las enseñanzas que se derivan del ideal de una política que anhela la ciudadanía del mundo: “entendiendo así, el cosmopolitismo ayuda indirectamente a comprender lo político, aunque él no pertenece a lo político, ni siquiera a la política”. Por otro lado, no es menos cierto que la idea de la sociedad internacional constituye, aunque no se trate de una realidad empírica, el punto de partida teórico de toda reflexión sobre el derecho internacional. Sin embargo, todo esto no debe ocultar las limitaciones del universalismo para aprehender lo político, consecuencia directa del sueño de un Estado mundial en el que reinaría la fraternidad entre los hombres.>

<Inviabilidad del Estado mundial. La idea del Estado mundial no sólo es antipolítica en cuanto niega la existencia del enemigo, sino también porque no hay lugar para el amigo en el orden armónico que supuestamente lo funda. Puesto que amistad y enemistad política dependen, desde el punto de vista de la identidad de la unidad política, de una elección colectiva (o de una decisión soberana según el presupuesto mando-obediencia), donde no hay ya elección posible del enemigo es que tampoco existen amigos con los que coaligarse. Entonces la pregunta es, una vez descartado el amigo y el enemigo, ¿quienes serán los sujetos de la nueva política? ¿Según qué criterios se medirán sus intereses? Estos planteamientos desembocan finalmente en el sustrato de toda política: la naturaleza humana. ¿Acaso las instituciones conseguirán hacer buenos a los hombres en esa sociedad del futuro, o, si se prefiere, dejarán de malearlos o corromperlos? Por regla general, el universalismo político abandona en seguida el análisis fenomenológico de la realidad. Esto no es raro, ya que los hombres, dice Freund, tienen más necesidad de creer que de comprender. El detalle, dicho sea de pasada, explica por qué los escritores de inspiración maquiaveliana, hobbesiana o weberiana “nunca
tendrán la audiencia de los profetas e iluminados de la política”. El realismo nunca será tan popular como la creencia en una sociedad armoniosa o, en el caso de quienes no están del todo convencidos, el último consuelo de saberse del lado bueno, de parte de la fraternidad, la paz y otras bellas ideas. En resumen, el universalismo es una fe, circunscrita al reino de los fines últimos y ajena por completo a los presupuestos y consecuencias de su concepción del mundo. Es decir, indiferente a sus propias contradicciones. ¿Cómo puede reivindicar la doctrina de la armonía planetaria el pluralismo de los valores y, al mismo tiempo, la homogeneidad propia de un mundo sin enemigos? No se entiende por qué las filosofías pluralistas han de ser elementos pacificadores; de hecho, reitera Freund una vez más, “la enemistad presupone justamente el pluralismo.
En suma, lo más parecido al Estado mundial dada la inexorabilidad de lo político es un Estado imperial: una gran potencia política que logre dominar el mundo merced al desarrollo de una técnica bélica muy superior a la de sus rivales. Así pues, la persistencia de la pluralidad de soberanías constituye casi la única alternativa real al “estadio supremo del imperialismo”, consecuencia paradójica del sueño de la unidad del mundo[/b]. La existencia de una tercera potencia introduce, al menos, la posibilidad de designar quién es amigo y quién enemigo en la situación extrema de dos únicas potencias enfrentadas, especie de rivalidad que tendría más componentes escatológicos que políticos.
La visión universalista de la política es utópica. En ella concurren, notoriamente, las más variadas justificaciones: argumentos morales que proclaman la superioridad abstracta de la humanidad sobre la singularidad de lo nacional o lo estatal y postulan, así mismo, una ética mínima -constructivista- para toda le especie humana; ideologías economicistas que se centran, bien en la retórica de la mejora de la distribución mundial de la riqueza (socialismo), bien en las ventajas de un comercio sin trabas (librecambismo). Por otro lado, la confianza en las posibilidades emancipatorias de la técnica, universalmente aplicada, están también muy cerca del entusiasmo universalista que suscita la economía. ¿Qué decir de la fe en el progreso moral y la instrucción pedagógica?>


*El problema del derecho internacional

<Los especialistas del derecho internacional suelen dar por supuesto en sus análisis precisamente aquello que debe ser explicado: la existencia de una sociedad internacional, no en el sentido amplio de la existencia de una cierta afinidad entre los miembros de sociedades distintas que puede ser regulada por el jus gentium -la idea de comunidad internacional de Vitoria, Suárez y Grocio-, sino en el sentido concreto de una organización mundial con sus propios órganos de producción y aplicación del derecho. Ingenuidad o error intelectual, en este caso se trata de una doctrina sólidamente establecida, pues, en última instancia, siempre se puede argumentar que no hay ninguna razón suficiente para deducir de la polaridad histórica de amigos y enemigos políticos la imposibilidad de una institución global alternativa al pluriverso político estatal. Quizá las relaciones internacionales, tal y como las conocemos en la actualidad, no sean sino una farsa trasitoria caracterizada por la competencia de las unidades políticas en unas condiciones muy próximas al estado de naturaleza. Ahora bien, si el internacionalismo de los juristas no se equivoca sobre las condiciones de la existencia humana, cabe preguntarse si las sociedades del futuro seguirán siendo políticas, o más bien, como dice Freund, una especie de sociedades espirituales

Sin embargo, no se trata de negar, sin más, el carácter jurídico del derecho internacional y la consistencia del orden internacional, sino de rechazar su equiparación con el derecho y el orden político internos. Así pues, un compromiso diplomático con el enemigo no es una solución jurídica, al menos en el sentido restringido de una consecuencia que se deriva lógicamente de un supuesto sistema jurídico autónomo. Más el derecho internacional, tampoco es, afirma el autor, “un simple repertorio de tratados y conversaciones concluidas entre las soberanías estatales”. Este empirismo positivista no tiene en cuenta que el derecho internacional pertenece al contexto más amplio del derecho de gentes y que, ciertamente, “la paz entre los Estados sólo es posible a condición de que se reconozca la unidad del género humano y de que se procure dar a la comunidad internacional la forma de una amistad entre las diversas políticas, fundada en un derecho que respete sus particularismos y su originalidad. Esta concepción del derecho internacional no sólo está en pugna con las teorías del Estado legal mundial, erigido sobre el particularismo de unas soberanías supuestamente decadentes, cuya primera aproximación, más imaginaria que real, sería la Organización de las Naciones Unidas. También se opone a las funciones de policía mundial desempeñadas por un Estado concreto, capaz de imponer su derecho y de no reconocer al enemigo en nombre de la Paz, la Democracia y el Derecho internacional.>

Fin

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José Mª Rodríguez Vega



Registrado: 11 Oct 2003
Mensajes: 1429

MensajePublicado: Mie Jul 14, 2004 3:49 pm    Ttulo del mensaje: Carod Rovira y la infamia. Responder citando

Hola.

Me permito meter aquí, como muestra perenne de la más grande infamia, la nota dada por el CNI al gobierno del PP el día 13 de Marzo, jornada de reflexión antes de las pasadas elecciones. Quede aquí, para vergüenza del sujeto llamado Carod-Rovira y para vergüenza de todos aquellos que tenían y siguen teniendo pactos políticos con la formación antiespañola que lidera este “nacionalista periférico”, o sea, este fascista.
Todo esto, sea dicho con independencia de quién mintió o dijo la verdad sobre la autoría de los atentados del 11M en Madrid. Aunque no se necesita ser un lince para intuir que estas maniobras ilegales de este traidor a España, explican muy bien donde, quién y para qué se mintió. Pásalo.

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<El CNI informó al Gobierno de los intentos de Carod Rovira de alterar la jornada de reflexión.

NOTA INFORMATIVA


Asunto: Situación de tensión en el País Vasco y Navarra.

La posibilidad de que ETA fuese la autora del atentado ocurrido el pasado 11 de marzo sumió a su entramado de apoyo en un estado de profundo pesimismo que, tras la comunicación telefónica en la que un posible miembro de ETA exculpó a la organización terrorista de haber participado en el atentado de Madrid, se tornó en euforia y ha producido una significativa reactivación de la IA. La situación se ha complicado con el desarrollo de acciones de confrontación y violencia tras haberse producido hoy la muerte en Pamplona de un militante de la organización de apoyo a presos de ETA, Etxerat, tras una discusión con un miembro de la Policía Nacional.

Los dirigentes abertzales pretenden canalizar este estado de agitación de su militancia para “recuperar la calle” y han transmitido consignas a sus militantes para conseguir que las últimas horas previas a las elecciones discurran con la mayor anormalidad posible. Para ello han decidido convocar la celebración de movilizaciones tanto para la tarde del día de reflexión como a lo largo de la propia jornada electoral.

Paralelamente se ha producido una maniobra de instrumentalización política por iniciativa y coordinada por el dirigente de ERC, José Luis Carod-Rovira, quién se ha puesto en contacto con el portavoz de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi, para transmitirle un supuesto rumor según el cual, en el caso de que el PP alcanzase la mayoría absoluta, se produciría la suspensión de la autonomía en la Comunidad Vasca, el traspaso de dependencia de la PAV al Ministerio del Interior y la detención masiva de dirigentes de la IA. Además, le ha mostrado su perplejidad por la falta de reacción del PSOE ante la supuesta manipulación informativa que estaría haciendo el Gobierno en torno al atentado del 11 de Marzo.

El propósito de este contacto de Carod-Rovira sería, por una parte, impulsar la movilización de las fuerzas nacionalistas vascas en contra del Gobierno, y por otra, conseguir su colaboración para forzar al PSOE a entrar abiertamente en una dinámica de presión sobre el Ejecutivo. Con ambos propósitos el dirigente catalán pretendería obtener réditos electorales fruto de la situación de incertidumbre existente sobre la autoría del atentado.

Arnaldo Otegi se ha puesto en contacto con los dirigentes nacionalistas Juan José Ibarretxe y Rafael Larreina. Ambos le han restado credibilidad a lo comentado por Carod-Rovira, aunque se han mostrado partidarios de presionar al PSE para que denuncie la supuesta ocultación de información por parte del gobierno.


Fecha de redacción: 13. 03. 2004

Reproducción literal con el contenido del documento del CNI.

Diario El Mundo. Miercoles, 14 de julio de 2004.

Pásalo. pásalo...
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José Mª Rodríguez Vega



Registrado: 11 Oct 2003
Mensajes: 1429

MensajePublicado: Jue Dic 16, 2004 7:35 am    Ttulo del mensaje: El chorizo. Responder citando

Hola.

Quien juzga y se entromete en la intimidad de otro, es un inmoral, por cuanto oculta la suya propia y se presupone inocente de aquello que él acusa. El juicio moral (subjetivo) es siempre una repugnante inmoralidad. El juicio subjetivo es indiferente, no ocurre así cuando ese juicio se hace público, se objetiva, vulnerando aquella intimidad. Esto está tipificado por el Código Civil español al ser vulnerado el derecho constitucional a la intimidad.
Aquí os ofrezco (en PDF) íntegra la resolución del juicio contra los acusados de violar la intimidad de Pedro J. Ramírez del diario El Mundo...o sea...aquello del “chorizo” que a muchos moralistas les hacía por entonces tanta “gracia” al ver corroborados sus dogmas que sobre el partido de la Suprema Honradez: el PSOE de los GAL, tienen, y para el cual actualmente padecen de una amnesia crónica, que les permite seguir en su objetiva autocomplacencia del “buen talante” y de la “tolerancia”, al no dar ninguna importancia al hecho de que aquellos que entonces callaban siguen aún hoy callados sobre la gran inmoralidad de la actitud delictiva de sus correligionarios y simpáticos políticos. Ser de “izquierdas”, no sólo permite la inmoralidad, sino que la promueve desde el momento en que la oculta no nombrándola, haciéndose cómplice de la manipulación política delictiva que ha sido condenada en este juicio. Y el colmo ya de la más abyecta hipocresía e inmoralidad sería suponer que la “Justicia”, que esta Justicia, no es tal Justicia, como hace por ejemplo el Sr. Ibarra con la bonita y gratuita pregonación de la “inocencia” del Sr. Barrionuevo y Vera y cía.

Espero que la verdad no os haga “infelices”, pues hay que pensar que el partido que albergaba en su seno a estos delincuentes sigue siendo el mismo PSOE de hoy...¡Qué no se atreverán a hacer estos “demócratas” tan críticos con las supuestas mentiras del Aznar! Los que hicieron eso son los “verídicos” de ahora, son los mismos...Felices fiestas.
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