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La Historia y la Economía
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Antonio Muñoz Ballesta



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Ubicacin: Mazarrón (España)

MensajePublicado: Dom Mar 13, 2005 12:19 am    Ttulo del mensaje: La Historia y la Economía Responder citando

¿ Existen mitos en la Historia económica de Occidente?
Aún hoy está ampliamente extendida la idea de que la Revolución Industrial fue un período oscuro en la historia de Occidente, una etapa lúgubre y vergonzante en la que el hedor de las fábricas sustituyó el aire puro del campo feudal y las masas se vieron sometidas al látigo de los avariciosos capitalistas, empobreciéndose en beneficio de esta nueva clase pudiente- señala Albert Esplugas en su comentario sobre el ya clásico libro de Hayek sobre la Historia y la Economía. Persiste, todavía, en el imaginario de mucha gente la estampa de unos obreros, antes boyantes campesinos, urbanizados y explotados en las fábricas de la burguesía, en condiciones laborales atroces y en estricto régimen de subsistencia. La Revolución Industrial constituye de este modo el pecado original del capitalismo, cuando no la prueba de que el libre mercado es inherentemente injusto y debe ser corregido o superado por otro sistema que no esté en contradicción con la justicia social. La prosperidad de que gozamos, alegan, se alza sobre el sacrificio de aquellas generaciones pretéritas. El nuestro es un progreso teñido de culpa. Y si el capitalismo, para generar bienestar, requiere de un período inicial de penuria y explotación intensificada y generalizada, es que el capitalismo es indigno per se, porque nada intrínsecamente justo necesita de lo injusto para desarrollarse. Luego su status será, a lo sumo, provisional.

El Capitalismo y los Historiadores, editado por Friedrich Hayek, es un compendio de ensayos que se propone refutar, de una vez para siempre, la popular y populista mitología socialista que envuelve la Revolución Industrial inglesa, manejada en esta obra como modelo paradigmático por ser la primera, la más afamada y la más estudiada de las revoluciones industriales. El libro reúne ensayos de Hayek, Ashton, Hacker, Hartwell, De Jouvenel y Hutt. La calidad y el interés de los distintos artículos es desigual, si bien no haremos aquí ninguna crítica exhaustiva de los mismos. Me parece más interesante destacar los aspectos relevantes de la exposición de cada autor y acaso emitir algún que otro juicio valorativo puntual.

La Revolución Industrial inglesa, que cabe ubicar entre mediados-finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX, ha sido objeto de estudio de un sinnúmero de historiadores que durante décadas, imbuidos de ideas marxistas, carentes de rigor e imparcialidad, faltos de una teoría previa y una metodología adecuada, difundieron una visión radicalmente distorsionada y partidista de la realidad, un dramatizado cuadro que se alejaba de los hechos tanto como se ajustaba a los esquemas ideológicos de la pujante masa socialista. Esta falaz interpretación de los acontecimientos fue revisada, criticada e impugnada por la mejor historiografía económica en la primera mitad del siglo XX. Pese a ello, aún predomina en la opinión pública, refrendando las ideas estatistas esparcidas por doquier. La ficción ha adquirido carta de naturaleza pasando a formar parte del reino de los hechos consabidos e indisputables, aunque en el mundo académico ya no pueda sostenerse seriamente tamaño artificio. Una muestra de esa imagen ilusoria divulgada durante más de un siglo la encontramos en The Impact of Science on Society, de Bertrand Russell:
“La revolución industrial provocó en Inglaterra, como también en América, una miseria indescriptible. En mi opinión, apenas nadie que se ocupe de historia económica puede dudar que el nivel medio de vida en la Inglaterra de los primeros años del XIX era más bajo que el de cien años antes; y esto ha de atribuirse casi exclusivamente a la técnica científica”[1].
Incluso en una obra como Historia del liberalismo Europeo, de Guido de Ruggiero, no hostil a la tradición política decimonónica, advertimos la aciaga influencia de esa popularizada interpretación de los hechos:
“Fue precisamente en el periodo del desarrollo industrial más activo cuando empeoraron la condiciones de vida del trabajador. La duración del trabajo se alargó desmesuradamente; la ocupación de mujeres y niños en las fábricas hizo descender los salarios; la aguda competencia entre los mismos trabajadores que ya no estaban ligados a sus parroquias, sino que viajaban libremente y podían reunirse allí donde la demanda de sus servicios era mayor, abarató todavía más el trabajo que ofrecían en el mercado: crisis industriales numerosas y frecuentes –inevitables en un período de crecimiento, cuando la población y el consumo no se han estabilizado todavía- incrementaban de tiempo en tiempo la multitud de parados, el ejército de reserva de hambre”[2].
La verdad, sin embargo, no pudo ser ignorada por aquellos autores con un mínimo de honestidad intelectual que antaño divulgaron falsedades. Así, los Hammond, que en su día contribuyeron grandemente a la propagación del mito, reconocieron al final de su vida que la Revolución Industrial no empobreció a las masas trabajadoras, antes al contrario:
“Los estadísticos nos informan que, tras el estudio de los datos de que disponen, pueden afirmar que los ingresos subieron y que la mayoría de hombres y mujeres, en el tiempo en que este descontento se hizo más ruidoso y activo, eran menos pobres que anteriormente, en el silencio otoñal de los últimos años del siglo XVIII. El material de prueba es naturalmente escaso, y su utilización no es fácil, pero probablemente esta afirmación sea cierta, en términos generales”[3].
Pero, como advierte Hayek, con frecuencia la ideología y la historia se retro-alimentan mutuamente. De este modo el estatismo imperante se sirve de mitos históricos para reafirmarse mientras el pasado se examina a través de unas lentes estatistas.


Hayek: historia y política

Ha habido siempre una estrecha relación, dice Hayek, entre las convicciones políticas y los juicios que nos merecen determinados eventos históricos, pues nuestra opinión sobre unas doctrinas e instituciones concretas viene marcadamente influida por los efectos pretéritos que les atribuimos. Ahora bien, las referencias que manejamos y que nutren tales opiniones están a menudo viciadas, motivo por el cual no siempre lo que creemos que ocurrió en el pasado se corresponde con lo que ocurrió realmente. En este contexto los historiadores juegan un papel preponderante. Las concepciones políticas se filtran en la opinión pública no tanto en su forma abstracta como a través de imágenes e interpretaciones históricas, luego la presentación que de los hechos hagan los historiadores puede tener una influencia vastísima en la sociedad.

La leyenda de los horrores de la Revolución Industrial es en este sentido un ejemplo paradigmático. Dos razones explican, según Hayek, el alcance y la pervivencia del mito. Por un lado, el hecho de que el ascenso del nivel de vida facilitara la toma de conciencia de una miseria que hasta entonces, al tenerse por usual e inevitable, había pasado relativamente desapercibida. Siendo todos testigos del progreso, de golpe la pobreza se convirtió para muchos contemporáneos en una realidad anacrónica, de modo que la industrialización no fue aplaudida por generar riqueza sino criticada por no producir la suficiente. Por otro lado, destaca Hayek, los terratenientes y los círculos conservadores de la capital difundieron esta versión sesgada de la acontecimientos en su pugna contra los fabricantes y el librecambismo, versión que fue recogida por la historiografía socialista, ávida por reafirmar sus tesis con datos empíricos.

Apunta Hayek que la interpretación de la historia requiere de una teoría previa. En vano reúne un observador infinidad de datos si lo que pretende es extraer la teoría de ellos[4]. ¿Cómo va a distinguir, atendiendo sólo a los hechos, si un aumento del precio de un producto básico de la época es la causa o el efecto de una contracción de su demanda? Puede asociar dos realidades cualesquiera, como la introducción de las máquinas y la pobreza, pero ausente la justificación teórica de tal asociación el acto de interpretar la historia se convierte en un arbitrario juego adivinatorio. ¿Desplazaron las máquinas a los trabajadores o elevaron su productividad marginal y abarataron los productos? ¿Causó la industrialización la miseria existente o permitió que ésta fuera menos severa? Un historiador sin teoría es un viajero sin mapa ni brújula. De esta suerte la pregonada ficción, resultado de navegar sin cartas y atender a prejuicios socialistas, fue contestada en el siglo XX por una legión de historiadores sólidamente formados en teoría económica. Sus conclusiones, no obstante, toparon con una opinión pública saturada de estatismo, poco receptiva a unas tesis que cuestionaban algunos de los pilares de su ideología. Pero aun cuando la auténtica versión de los hechos circula todavía hoy a contra-corriente, las palabras de Hayek nos invitan a un moderado y prudente optimismo: “si hemos valorado correctamente la importancia que las valoraciones erróneas ejercieron en la formación de la opinión pública, podemos concluir que ha llegado la hora de que la verdad acabe imponiéndose sobre la leyenda que ha dominado tanto tiempo a esa opinión”[5].


Ashton: el tratamiento del capitalismo por los historiadores

Ashton critica el infundado pesimismo que trasluce buena parte de la historiografía de la Revolución Industrial así como el que numerosos autores interpretaran los acontecimientos prescindiendo de las enseñanzas económicas. Se ha dicho que los salarios vienen determinados por el mínimo de alimento necesario para subsistir, se ha atribuido a la legislación estatal mejoras que tienen que ver con el ascenso de la productividad de los trabajadores, se ha personificado el capitalismo, desvinculándolo de las interacciones humanas que lo definen, con expresiones como “el capitalismo exalta la unidad monetaria” o “el capitalismo produjo la actitud mental de la ciencia moderna” (Schumpeter), expresiones que no se corresponden con un tratamiento histórico serio de los procesos sociales. Ashton también da cuenta de la visión romántica de cierta literatura en relación a la época preindustrial. Friedrich Engels, por ejemplo, llevó la idealización de dicha época hasta extremos abiertamente ridículos:
“Los trabajadores vegetaban en una existencia relativamente confortable, llevando una vida limpia y pacífica con toda piedad y probidad, y su situación material era mucho mejor que la de sus sucesores. No necesitaban trabajar en exceso. No hacían más de lo que habían decidido hacer y, sin embargo, ganaban lo necesario. Disponían de tiempo libre para el saludable trabajo en su jardín o en su huerto, trabajo que constituía un solaz para ellos, y podían participar en otros juegos y diversiones de sus vecinos, y todos estos juegos: bolos, cricket, football, etc., contribuían a su salud y vigor físico. En su mayor parte eran fuertes y bien formados, y en su físico poca o ninguna diferencia podía apreciarse con respecto a sus vecinos campesinos. Sus hijos crecían al aire libre en los campos, y si ayudaban a sus padres en el trabajo, era de manera meramente ocasional; al tiempo que la jornada de ocho a doce horas era algo que no les concernía”[6].
Explica Ashton que una lectura atenta de los numerosos informes de las Comisiones Reales y de los Comités de Investigación redactados durante los siglos XVIII y XIX permite aseverar que muchas de las penurias y desdichas de la época fueron producto de una legislación, unos hábitos y unas formas de organización que habían quedado obsoletas. De aquellos informes, prosigue Ashton, se desprende que los trabajadores industriales estaban mejor pagados que los domésticos, familiarizados con métodos caducos; que era en los talleres aislados, no en las fábricas de vapor, donde se registraban unas condiciones laborales más precarias; que era en los pueblos remotos y en las zonas rurales, y no en los campos carboníferos o en las zonas urbanas, donde las restricciones a la libertad personal y los malos tratos eran más frecuentes. Asimismo, estudios como los de Bowley y Wood ponen de manifiesto que los salarios reales siguieron un recorrido ascendente durante la mayor parte de aquel período.


Hacker: los prejuicios anticapitalistas de los historiadores americanos

Hacker reflexiona primero acerca del sesgado tratamiento histórico de que ha sido objeto el capitalismo en los siglos pasados, para centrarse luego en los particulares prejuicios anticapitalistas de numerosos historiadores norteamericanos.

Hacker tilda de burda calumnia el epíteto de “inhumano” que con frecuencia se adjudica al siglo XIX: por aquel entonces los salarios reales aumentaron en los países industrializados debido al descenso de los precios de las mercancías, y al mismo tiempo los países menos desarrollados se vieron favorecidos por un creciente flujo de inversiones. Hacker, no obstante, añade en defensa del siglo XIX un tercer punto del todo desafortunado, a saber, la introducción “de una política estatal en gran escala a favor de la salud y de la instrucción pública”[7]. Aunque este hecho desmintiera las afirmaciones socialistas en sentido contrario, lo cierto es que no cabe concebir dicha injerencia estatal como algo justo o beneficioso. Exactamente las mismas consideraciones que nos llevan a rechazar hoy la intervención del Estado en el ámbito de la sanidad y la enseñanza son las que debieran llevarnos a reprobar esta lamentable concesión de Hacker.

El profesor Hacker, siguiendo a Ashton, alude a los obstáculos institucionales que en ocasiones ralentizaron el acentuado progreso en Inglaterra. El caso de las viviendas es ilustrativo. El abarrotamiento, los slums, la precariedad de las casas... fue expresivamente denunciado por los reformadores sociales, que achacaron la responsabilidad de tal estado de cosas a la industrialización. Las causas, sin embargo, cabe buscarlas en los movimientos migratorios de la población, por un lado, y la política fiscal, por el otro. Unos tipos de interés artificialmente fijados, por ejemplo, dificultaron la inversión de capital, mientras que los impuestos sobre los materiales de construcción encarecieron las viviendas.

En lo tocante al desarrollo del capitalismo en Estados Unidos y a su tratamiento por parte de los historiadores norteamericanos, Hacker alude a los prejuicios anticapitalistas extendidos entre estos últimos y ahonda en sus rasgos, sus fundamentos y sus implicaciones. A diferencia de los del viejo continente, los prejuicios anticapitalistas no eran aquí tanto de ascendencia marxista como producto de ideas socialdemócratas y fabianas y de un examen histórico viciado por juicios morales.

Hakcer se refiere en este contexto a la increíble influencia que ha ejercido tradicionalmente la disputa política entre el hamiltonismo y el jeffersonismo. Atendiendo a consideraciones más morales que económicas, señala Hacker, Hamilton fue asociado con el capitalismo y Jefferson (y Jackson) con el igualitarismo, motivo por el cual los historiadores anticapitalistas se sirvieron de la figura del segundo para divulgar sus interpretaciones. Fatalmente Hacker hace suya esta misma asociación, con conocimiento de causa parece, tomando partido por unas políticas que por muy capitalistas que se les antojen a sus detractores no son para nada liberales. Los federalistas, los whigs y luego los republicanos, de estirpe hamiltoniana, promovieron un gobierno central fuerte, un sistema monetario nacionalizado, ayudas estatales para las industrias nacientes (uno de los pilares del programa de Hamilton), aranceles protectores, planes de obras públicas... lo cual no les convierte en pro-capitalistas, sino más bien en mercantilistas. Jefferson y Jackson, por el contrario, fueron valedores de la corriente demócrata más anti-estatista, hostil al intervencionismo del gobierno federal y a la existencia de un banco central. El énfasis de Jefferson en los derechos naturales y la propiedad privada da cuenta de sus principios liberal-clásicos[8].

Si el desarrollo del capitalismo americano hubiera sido objeto de un adecuado tratamiento histórico, sostiene Hacker, contendría reveladoras enseñanzas para el mundo de hoy.


De Jouvenel: los intelectuales europeos y el capitalismo

Explica De Jouvenel que los procesos sociales son sensiblemente más complejos que los fenómenos físicos, y sin embargo se da la paradoja de que las gentes están menos dispuestas a reconocer su ignorancia en cuestiones sociales que en cuestiones de física. Los individuos de a pie no emiten juicios sobre acústica, electromagnetismo o termodinámica, pero muchos sí se creen capacitados para opinar sobre economía, a menudo incluso pomposamente. Lo que se echa en falta aquí es por supuesto un ápice de humildad y sensatez[9], virtudes olvidadas por no pocos historiadores.

El estudio del pasado lleva la impronta de las ideas del presente, afirma De Jouvenel. Por eso “la actitud del historiador refleja una actitud difundida entre los intelectuales en general” y para explicar el sesgo de los primeros debemos remitirnos a los segundos. De acuerdo con De Jouvenel, la disposición del intelectual con respecto al proceso económico es doble: por un lado ensalza las conquistas de la técnica y se congratula de que la sociedad goce de un mayor número de bienes, pero por otro lado considera que la industrialización destruye valores y comporta una ruda disciplina. Luego armoniza ambas ideas asignando a la “fuerza del progreso” aquello que le gusta y a la “fuerza del capitalismo” aquello que no le gusta. Asimismo cierta intelectualidad juzga las instituciones desde un punto de vista pretendidamente ético, sin atender a la correspondencia entre los efectos de dichas instituciones y el fin propuesto. Para ilustrar su tesis, De Jouvenel expone el caso de los estudiantes occidentales que, en tiempos de la Guerra Fría, argüían que el bienestar de los trabajadores debía ser el objeto de los gobernantes y, aunque era en Estados Unidos y no en la URSS donde aquel fin se había alcanzado, elogiaban a Moscú porque se alegaba que aquélla era la motivación del régimen soviético y no la del norteamericano( A.Esplugas)
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José Mª Rodríguez Vega



Registrado: 11 Oct 2003
Mensajes: 1429

MensajePublicado: Jue Mar 17, 2005 9:15 am    Ttulo del mensaje: El alegre pauper. Responder citando

Hola.

Es muy cierta la perogrullada marxiana de Jouvenel, que:< El estudio del pasado lleva la impronta de las ideas del presente>; de ahí que la contentura liberal actual en su soledad teórica nos pinte color de rosa la transición de la sociedad agraria y feudal a la capitalista e industrial. Más yo no puedo olvidar La Situación de la clase obrera en Inglaterra de Engels y las leyes de pobres, o la Gran Transformación de Polanyi. Todo eso de la felicidad ante la nueva libertad del trabajo, el dinero y la tierra, me suena a pura apología, es decir, a pura mentira. Si tanta era la normalidad y la felicidad, ¿cómo es que de esos procesos salieron una clase nueva -el cuarto estado, el proletariado- y tantas revoluciones? ¿Cómo es que surge un Malthus con su <lucha por la vida> y la <escasez de los recursos>? ¡que Ballesta me responda a esta pregunta!..., eso por no poner a los “comunistas” o socialistas utópicos anteriores a la “interpretación marxista”. Seguramente la novela de Charles Dikens responde a la felicidad general y a la aparición no menos sorprendente del alegre y despatatado pauper.
En fin..., para vivir en el presente es necesario, por lo visto, pintar el cuarto oscuro de color rosa. A los españoles siempre nos salvaron los ajos...Yo no trago.
Ballesta, en su apología (apología en sentido no griego, sino actual, peiorativamente) nos cuenta el cuento de la buena pepita que ya el mismo Polanyi critica en el capítulo 13 de su obra La Gran Transformación (Ed. Endymion, Madrid 1989), y que viene a ser lo de siempre: esa manía liberal o neoliberal, actualizada, que arranca -entre otros- del rancio Popper de “La Sociedad abierta y sus enemigos”, y nos cuenta con entera soltura la innecesidad del Estado para protegernos, ya que se supone que la dinámica smithiana del mercado basta para generar por sí sola las condiciones idóneas para el nacimiento y supervivencia de la clase nueva, del proletariado y el pauper de las enclosures del siglo XVIII ¡Ja!. Pero eso es una mera y absurda reducción economicista que no se sostiene sino a costa de la mentira que supone el creer que una “nueva clase” surge sin sufrimientos, sin atroces y grandes sufrimientos, aunque desde un punto amoral materialista sea cierto que es lo mismo un pauper inglés y arapiento con pocas patatas que una ostra.
Sobre la felicidad presente del Mercado pletórico no puede fundarse la amnesia del sufrimiento pasado, por muy irrecusable que sea éste. Lo que fue está ahí, en los relatos históricos, y de nada sirve ocultarlo. Todo Imperio está fundado en el sufrimiento de los más débiles, en la trastocación de las culturas, en la imposición del Poder y de las nuevas formas de la propiedad de la tierra y del capital...Lo que es, es! pero para nada necesita ser aureolado y adornado con el laurel superfluo de la falsificación apologética.
--------------

Para variar de tema, vean esto de Roberto Centeno (es estúpido que Centeno diga del ZoPenco que es un <izquierdista radical>, ya que toda su meliflua ideología es puramente verborrea liberal-burguesa y no se sale ni un ápice de los tópicos manidos de <igualité, egalité, fraternité>. Al final, hasta la ideología les habrán robado...pero eso es muy natural, dados los profundos movimientos de y para la ecualización entre “izquierdas” y “derechas”. Ayer el Sr. Bono, el vendedor de las < tres barquichuelas> a la revolucionaria Venezuela (?), en el canal 33 catalán, habló de todo un poco y de todo lo que dijo y logré escuchar yo estoy plenamente más o menos de acuerdo. Fue muy español a su estilo demagógico y cursi, y lo único falso de lo que yo le escuché, es que se dijo de sí mismo que es...“socialista”. Y es que aquí vende mucho más ser un liberal burgués en la práctica con el rótulo de <socialista> a las espaldas, que no ser un verdadero socialista sin práctica. La apología liberal también se dice de muchas maneras. Adiós.
-------------

No sólo en El Mundo diario, también el diario El País polanquista se hace eco de todo esto que nos dice Centeno, en su portada y en la página 60 del mismo día...claro que las tintas no las carga ese diario sobre lo que Centeno nos dice, sino sobre las espaldas de la crisis alemana. Ante todo hay que salvar al ZoPenco y los sueldos de sus sicarios.


Miércoles, 16 de marzo de 2005. Año XVII. Número: 5.574.
OPINION

TRIBUNA LIBRE

Un año sin economía, rumbo al colapso

ROBERTO CENTENO

Hace ahora un año, el más sangriento atentado de nuestra Historia,
específicamente planeado y cronometrado para cambiar el sentido
del voto en la jornada electoral del 14-M, unido a la manipulación
del hecho por los medios cercanos a la oposición, el
comportamiento dudosamente lícito de ésta y el cúmulo de torpezas
del PP en el manejo del asunto, cambiaron por la mínima el
Gobierno de España. El nuevo presidente, un izquierdista radical
sin programa y sin equipos humanos válidos para dirigir un Estado
moderno empezaría su andadura destruyendo todo lo realizado por el
Gobierno anterior, sin entrar a valorar si era bueno o malo y con
los objetivos del socialismo totalitario y los separatistas de
rehacer a su medida la Transición rompiendo con el consenso y la
Constitución y atacando los valores esenciales y las creencias
religiosas de media España.

En el aspecto económico, todo su programa se reducía a afirmar que
el modelo anterior estaba agotado y que debía ser sustituido por
otro basado en la mejora de la productividad, una perogrullada con
la que es imposible estar en desacuerdo. El problema era que ni
sabían cómo hacerlo ni estaban dispuestos a adoptar las medidas
más obvias. Como consecuencia, en 2004 y 2005 nos hemos situado a
la cola de la Unión Europea y de la OCDE en crecimiento de la
productividad y de un diferencial positivo en 2003 hemos pasado a
uno seis décimas inferior a la media. Adicionalmente, se adoptó
una serie de decisiones políticas totalmente irresponsables de
efectos económicos muy negativos: deserción de Irak y llamamiento
a la deserción de otros, alineamiento con regímenes corruptos y
dictatoriales enemigos declarados no sólo de EEUU sino del sistema
de valores del mundo libre, pérdida total de influencia en la UE y
deriva rupturista de la unidad nacional. Todo ello, unido a la
incompetencia de los ministerios de gasto, está llevando nuestra
economía hacia la recesión.

Técnicamente hablando y como consecuencia de un déficit exterior
en máximos históricos, la economía española está ya en recesión,
algo que no se ha materializado porque nuestra pertenencia a la
zona euro ha impedido la inevitable depreciación de la moneda y la
fuerte subida de tipos de interés que habrían detenido el
crecimiento. El que este ajuste monetario no pueda realizarse sólo
significa que el enfermo seguirá sin tratamiento y que, al final,
en lugar de una recesión se producirá un colapso, entendiendo por
tal un crecimiento cero o negativo. Punto de inflexión en este
proceso será el inicio de la subida de tipos de interés hacia su
nivel neutral -del orden del 3,5%-, que reducirá la demanda
interna, único soporte de nuestro crecimiento, y que tendrá además
un efecto deflacionista adicional por el fuerte endeudamiento de
las familias. Estas verán incrementados sus pagos por intereses en
una cifra superior al 1% del PIB. La pérdida de fondos
estructurales a partir del 1 de enero de 2007 supondrá otro 1% del
PIB y un desequilibrio total pues España pagará con un PIB que
apenas llega al 8% de la UE el 17,6% de la ampliación.

Adicionalmente existe un tercer hecho que, de producirse,
agravaría aún más la profundidad del colapso. Me refiero a los
precios del petróleo y del gas, cuyo efecto deflacionista -de
mantenerse por encima de 50 dólares- sería tremendo y muy superior
a la media de la UE, debido a nuestra menor eficiencia energética
y a una dependencia del petróleo y del gas que supera a la media
europea en un 50%.

Sin embargo, de momento, gracias a la excelente herencia recibida
de Aznar -se pasó de un déficit de casi el 6,6% en 1995 a un
superávit del 0,4% del PIB en 2003 y la deuda se redujo del 68 al
49% del PIB-, el Gobierno puede cubrir fácilmente, como ya ha
hecho en el cuarto trimestre de 2004, las reducciones de las
demandas exterior y privada incrementando el gasto público y
mantener así un crecimiento ficticio, aunque al final sólo servirá
para que el colapso sea mayor.

Cuantifiquemos los hechos más significativos. El informe de la
OCDE sobre la economía española de junio de 2004 señalaba que «el
crecimiento del PIB se ha acelerado en el segundo semestre de
2003, la inflación ha retrocedido y su diferencial con la zona
euro se ha reducido a sólo medio punto. Esta actividad debería
continuar reafirmándose». Efectivamente, y durante el primer
trimestre de 2004, la economía española creció a un envidiable
2,8% y con perspectivas de acelerarse en los meses siguientes,
aprovechando el fuerte impulso de la economía mundial que cerraría
el ejercicio con el mayor crecimiento económico en 30 años. Toda
esta tendencia se ha visto alterada por la ausencia de una
política económica y la incompetencia e indefinición del Gobierno.

Según datos provisionales del INE -del que a día de hoy caben todo
tipo de cautelas-, el ejercicio de 2004 se ha cerrado con una
desaceleración económica evidente, salvada artificialmente en el
cuarto trimestre gracias a un fuerte aumento del consumo público
que ha aportado nada menos que la tercera parte del crecimiento,
más del doble de su peso relativo. La construcción, el gran motor
de nuestro crecimiento, está perdiendo fuerza -bajas
significativas en visados, superficie que construir, consumo
aparente de cemento y empleo especializado- y el gasto público
está tomando el relevo.No en vano ya se ha admitido como «normal»
un déficit del 1% del PIB.

Pero donde el deterioro adquiere caracteres de catástrofe es en el
sector exterior, con un déficit y un nivel de endeudamiento
récord. Freno de las exportaciones en el cuarto trimestre,
importaciones disparadas, caída de ingresos por turismo,
incremento espectacular de las remesas de inmigrantes -más de
10.000 millones de euros en 2004, equivalente al 1,5% del PIB- y
la drástica reducción de las inversiones exteriores directas nos
llevan a un saldo negativo de las balanzas corriente y de capital
del 4,6%, el mayor con diferencia de toda la UE, cuya media es del
+0,5%.

Este panorama se completa con unos costes laborales por unidad
producida que se han incrementado en un 3,3%, una inflación
desbocada -un 4,7%, el indicador más representativo-, muy superior
al crecimiento del PIB, un incremento de los precios de producción
del 5% frente al 1,4% de 2003 y un fuerte debilitamiento del
índice de producción industrial.

Por otro lado, el disparatado posicionamiento exterior de Zapatero
ha limitado seriamente nuestras posibilidades exportadoras. Y eso
dejando aparte hechos anecdóticos aunque representativos como la
pérdida del megacontrato de la Sexta Flota y de 12 buques para
Izar compensados con tres barquichuelas para Venezuela que para
nuestra vergüenza fueron negociadas por un ministro.

La inversión internacional directa ha caído un 77% en 2004 -de
26.000 a 6.000 millones de dólares-. Además, nuestras
exportaciones han crecido muy por debajo del comercio mundial y de
las importaciones de nuestros principales mercados, lo que nos ha
hecho perder cuota significativamente. A ello se une el
intervencionismo en las empresas, increíblemente justificado por
el vicepresidente económico para «mantener su españolidad».

Y en lugar de adoptar medidas para mejorar la productividad, se ha
empezado por elevar un 11% el salario mínimo interprofesional
-SMI- y se han comprometido subidas del 5,1% anual para los
próximos tres años, lo cual, a través de los mínimos de convenio,
afectará a todo un amplio abanico de salarios generando una
espiral inflacionista.Por si fuera poco, la decisión de indiciar
tanto el SMI como otros salarios a la inflación pasada con
independencia de la productividad -a la que se oponía Solbes,
siendo desautorizado por Zapatero y que a día de hoy todavía no
sabemos como acabará- pone de manifiesto la indefinición y la
falta de criterios del Gobierno en temas esenciales, así como la
falta de autoridad del vicepresidente económico para implementar
nada. La reciente decisión de incrementar las subvenciones de TVE
para hacer hueco publicitario a Canal Plus reduciendo así el
rechazo de los canales privados es el último ejemplo de disparate
económico e irrelevancia del vicepresidente.

El anunciado plan energético basado en energías limpias y el
cierre paulatino de nucleares es un auténtico dislate, pues
multiplicará por dos nuestro coste de generación eléctrica, que es
ya entre un 50% y un 80% superior al de los principales países de
la UE.Adicionalmente, sin el menor cálculo de las consecuencias
económicas, el cumplimiento del Protocolo de Kioto -en lugar de
renegociar, como el Reino Unido, las condiciones ya que España es
el tercer país menos contaminante de la UE- nos costará 1.600
millones de euros al año a partir de 2010 y generará un paro
adicional de entre 500.000 y 800.000 personas.

Para dar la impresión de que se hace algo, el Gobierno acaba de
anunciar un supuesto Plan de Dinamización, sin medidas concretas,
sin plazos y sin objetivos -es decir, indefinición y demagogia- y
donde una vez más se deja al margen lo fundamental. Si quieren de
verdad mejorar la productividad, acometan la flexibilización del
mercado de trabajo, reformen el mercado financiero, mejoren el
funcionamiento de los mercados de productos y reduzcan nuestra
dependencia energética y sus precios, lo que sólo tiene una
alternativa, la energía nuclear. Renegocien Kioto y los fondos
estructurales y recompongan la alianza con EEUU, algo que
seguramente Javier Solana como ministro de Exteriores podría
lograr. Adicionalmente, den seguridad a los mercados de una vez
por todas de que España no se va a balcanizar.

En la película El hundimiento de Oliver Hirschbiegel, hay una
escena en la que Goebbels, contestando a la petición del general
Weidling, comandante de la Defensa de Berlín, de retirar a los
reservistas pues estaban siendo masacrados en vano, le responde
con una mezcla de clarividencia y cinismo: «El pueblo ha elegido
este destino; por favor, no se engañe, no les hemos obligado a
nada, ellos nos votaron». Salvando las distancias, pues ahora no
son vidas las que están en juego aunque sí el escalón
inmediatamente siguiente -el bienestar, el empleo, el respeto a
las creencias religiosas y los valores morales, la unidad
nacional- creo que antes de que termine la legislatura podría
afirmarse en España algo muy similar.

Roberto Centeno es catedrático de Economía de la Escuela de Minas
de la Universidad Politécnica de Madrid.

© Mundinteractivos, S.A.
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Antonio Iglesias Díez



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MensajePublicado: Mar Mar 29, 2005 7:29 pm    Ttulo del mensaje: sobre el liberalismo Responder citando

Saludos.

Yo no veo que haya que aureolar el pasado terrible de los inicios del desarrollo industrial; tampoco estoy seguro que alguien aquí lo haya hecho. Pero tampoco veo que se tenga que demonizar al liberalismo por la consecuencia horrenda los padecimientos de las masas del proletariado en una época histórica que duró unas pocas décadas. Si no recuerdo mal creo que ya en 1862 surgieron en Inglaterra los primeros sindicatos aprobados por Ley, como resultado de las voces de amplias capas de la población que repudiaban aquel estado de cosas. Y por aquellas fechas se reguló y limitó el horario de 8 horas y la atención especial del trabajo infantíl y de mujeres embarazadas, así como normas que debían observar los patronos para salvaguarda de la salud en el trabajo.

Los descubrimientos científicos y la sucesión vertiginosa de inventos técnicos que vieron la luz en el XIX, efectos de los de los dos siglos anteriores, produjeron convulsiones sociales nuevas, terribles y magníficas a la vez. Los poderes públicos y gran parte de las capas rectoras imbuidas de las nuevas ideologías no podían reaccionar a la velocidad que exigían aquellas nuevas realidades, y muchos no querrían. Lo cierto es que las leyes de protección y limitación de la explotación no se logran ni aprueban con la misma velocidad a la que avanzan las realidades materiales. Además, no sólo estaba la miseria material. La moral tambien tendría que ver con el hecho de que, siendo el paro masculino adulto descomunal, los niños y mujeres de tres generaciones de proletarios murieran como piojos. Aquella revolución industrial fue tremenda. Tengo a mano, para ambientarnos unos datos y fechas de lo que tanto trastocó:

1858 el acero
1862 el gas acetileno
1877 aire líquido
1846 algodón polvora
1828 los altos hornos
1846 anestesia por éter
1887 automóvil
1875 Pasteur y sus bacilos y bacterias
1866 cable submarino
1897 cinematógrafo
1876 fonógrafo
1840 fotografía
1888 linotipia
1877 arco de luz electrica
1878 luz incandescente
1816 máquina calórica
1845 máquina de coser
1884 microbio del cólera
1881-1883 microbio de la difteria
microbio de la lepra, polio, rabia, tétanos, tifoidea y tuberculosis
1851 oftalmoscopio
1831 segadora mecánica
1795 telar mecánico
1827 turbina de agua
1883 turbina de vapor, etc.etc.etc.

En definitiva. No creo que aquellas condiciones iniciales fueran peores que las de los campesinos y proletarios de los primeros cuarenta años de los Revolución Rusa o la maoísta. Y por entonces, la Inglaterra de Marx ya lo había superado
Hasta otra. Antonio
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Martín González Martínez



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MensajePublicado: Lun Jul 04, 2005 6:37 pm    Ttulo del mensaje: Liberalismo y condiciones de vida del proletariado Responder citando

Saludos, el problema con <<las condiciones de vida del proletariado>> es precisamente que no se trata de un problema estrictamente económico. De hecho, es mucho más un problema geográfico, por ejemplo. Quiero decir que únicamente cuando tenemos delante una descripción geográfica exhaustiva de las condiciones de vida del proletariado en las áreas industriales inglesas desde mediados del s. XVIII, y la confrontamos con la de las condiciones de vida del campesinado en su "campiña", podemos abordar el problema del nivel de vida relativo de ambos sectores de la "clase trabajadora", si debemos llamarla así.

Pensemos, a modo de ejemplo, en el desarrollo urbano. Cuando por primera vez en la Historia las ciudades y pueblos crecen a base de arrabales poblados por obreros industriales, hemos de tener en cuenta el hecho de que nos encontramos ante un tipo de "poblamiento" nuevo, que da lugar a un modo de vida nuevo, y a toda una serie de relaciones "humanas" -no sólo económicas -nuevas. La adaptación de la sociedad a estos fenómenos colaterales, espontáneos, debió de ser de todo menos fácil ¿pero fue por ello indeseable para clas <<condiciones de vida>> de aquellos obreros o las de sus descendientes?. Así mismo requiriría su tiempo el que sobre el que esos nuevos grupos de población operase una labor, digamos, eficiente de orden y salud públicos. ¿Debemos desdeñar residuos como el de este cambio no previsto -un cambio, en definitiva, de las costumbres -a la hora de analizar las <<condiciones de vida>>?

Simplemente estoy sugiriendo -o intentándolo -que quizá sea imprudente criticar al liberalismo económico utilizando la vaga idea de <<condiciones de vida>>. Lo único seguro es que no se acertará, ya que al liberalismo "no le importan" (ni en sentido positivo ni negativo) tanto las <<condiciones de vida>> como la maximización de la eficiencia en las asignaciones de recursos (del tipo que sean las asinaciones y los recursos), o mejor dicho, la subordinación o incluso restricción de dicha optimización a la libertad de los incentivos individuales, y no, por ejemplo, a la Política de Innovación Tecnológica que pueda ejercer el Estado con las mejores intenciones y éxito. Ni que decir tiene que un tal caso de liberalismo a lo bestiajo no era para nada el de Gran Bretaña durante su primera gran industrialización, aunque lo fuera en mucha mayor medida que el de otras industrializaciones posteriores, como la germana o la francesa, donde tuvo lugar un mucho más férreo intervencionismo estatal, sin que por ello las <<condiciones de vida del proletariado>> dejaran de verse, como mínimo, perturbadas.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Mar Jul 05, 2005 6:46 am    Ttulo del mensaje: Hacia la felicidad! Responder citando

Hola.

Hacia la felicidad:

Para saber de qué va el mensaje de más arriba de Martín González Martínez y el tema este, he tenido que releerme a mí mismo. Tanto tiempo ha transcurrido desde Marzo hasta ahora (y es que estos foros están mortecinos).
Entonces dije entre otras cosas:<Sobre la felicidad presente del Mercado pletórico no puede fundarse la amnesia del sufrimiento pasado, por muy irrecusable que sea éste. Lo que fue está ahí, en los relatos históricos, y de nada sirve ocultarlo.> O sea, que no se trata de demonizar nada, como dice Iglesias Diez, sino sólo constatar un hecho material como fue el nacimiento de una nueva clase –el proletariado- que no duró desde luego unas “pocas décadas”, como dice Iglesias, sino varios siglos, y que tuvo su máxima velocidad, no en el siglo XIX, sino en el XVIII, con los inicios del maquinismo, con el inicio de las “máquinas”, esto es, con los inventos de la máquina de vapor y del telar mecánico, pero mucho antes con las manufacturas sin máquinas.
Cuando los inventos que nos enumera Iglesias se dieron, la nueva clase ya estaba formada y la “pavorosa revolución” de la creación del proletariado a partir de la carne campesina, a partir de las expropiaciones de los campesinos, ya había sido llevada a cabo: las “manufacturas” lo eran por ser muy anteriores a los inventos de Watson.

Y es que no es cierto –a mi modesto entender- que los arrabales de que nos habla Martín González Martínez estuviesen formados y “poblados por obreros industriales”... ya que antes de ser obreros industriales eran campesinos sin tierras –paupers-. Tampoco es cierto que esas masas fuesen fruto de <“La adaptación de la sociedad a estos fenómenos colaterales, espontáneos”>... ya que las leyes exprofesas de que nos habla Polanyi en “La Gran Transformación” fueron cualquier cosa menos “colaterales” y “espontáneas”, y menos aún, pueden estas épocas oscuras del capitalismo y del liberalismo salvaje ser tildadas de “deseables” y ser juzgadas por sus efectos del actual Mercado pletórico y por la “Felicidad” actual y en el actual Estado del bienestar. Por esa guisa adobada con menta, se le quita a la realidad pasada la dureza del picor de la pimienta con que fue fundada la sociedad aureolar presente. Eso no es un argumento, o si lo es, es lo idéntico al argumento edénico y schopenhauriano de que para ser “deseable” la actual felicidad fuese necesario aquél sufrimiento pasado, que aquellas -<<condiciones de vida>> de aquellos obreros- fuesen necesarias para el logro de las “condiciones de vida de sus descendientes”. El causalismo y el determinismo, dada la contingencia histórica, dada la libertad, no es un argumento “moral” o “ético” que justifique un crimen, y crimen fue la transformación del campesinado en proletariado, porque fue aquél campesinado el que padeció esas “condiciones de vida” que desde luego posibilitaron las actuales condiciones de vida del actual parado proletario, trabajador ya, en crisis, en Manchester o en Madrid actuales.
Cierto que al liberalismo sólo le interesan eso que dice González Martínez de <“la maximización de la eficiencia en las asignaciones de recursos” y no “la Política de Innovación Tecnológica que pueda ejercer el Estado con las mejores intenciones y éxito.>...Pero de lo que se trata es de ver y comprender, no ya que todo orden presente se fundamenta en un “hecho” aséptico anterior...sino de ver que no hay asepsia que valga, que los frutos de esta “burguesía” tan liberal están basados en puras constricciones, represiones, crímenes,...y dolor. Y de ver –¡por supuesto!- que estos presentes fueron aquellos “motivos” que no nos han llevado a un “quietivo” a lo Schopenhauer, de ausencia de dolor, sino a una realidad basada –como todas- en millones de muertos y de “sufrientes”. Forzando la cosa: el que la eutaxia de esos procesos se vea a posteriori, no exculpa a nadie ni elimina el juicio moral sobre aquellos eventos anteriores. Actualizando esto, podríamos decir (parafraseando a Bueno) que la felicidad presente está basada en grandes sufrimientos pasados. La constatación de que esto es así no elimina ni el sufrimiento pasado ni el sufrimiento actual ni el juicio moral sobre ellos. No vale para nada... pero fue así. Es indiferente qué países sufrieron más, si Inglaterra o Francia, o el campesinado ruso, etc.

En definitiva: que no son las “condiciones de vida” del proletariado de entonces las condiciones “perturbadas”, sino que las perturbaciones lo fueron antes sobre el campesinado, que fue la clase desplazada -a través de la expropiación de tierras- a los arrabales urbanos como clase entera, que en los “cotages” fue a la par que su sufrimiento, transformándose abruptamente en proletariado... Y eso fue a lo bestiajo, indudablemente!!, muy humanamente bestiajo!!!!... Y eso es lo que importa: que la “maximización de las eficiencias” por el liberalismo (y por el comunismo o el socialismo reales) siempre conlleva un sufrimiento determinado, un gran sufrimiento. Nada más.
Pues nadie ha hablado aquí de concatenaciones “industriales”... Hemos hablado de concatenaciones de “clases”, y en estas hay y siempre habrá sufrimientos, y el sufrimiento, por muy irrecusable que sea, es también materia, material, y muy digno del juicio moral, que, queramos o no, también es material. Adiós.
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Antonio Iglesias Díez



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MensajePublicado: Mar Jul 05, 2005 7:24 pm    Ttulo del mensaje: Hacia el ...caos! Responder citando

Saludos. Sigamos.

No se trata de negar o suavizar los sufrimientos de aquella clase misérrima, sino de discernir si las clases desposeídas, en su conjunto, mejoraron sus condiciones de vida con respecto al campesinado y la clase artesanal, con sus hambrunas, pestes, guerras y la total falta de derechos, sujetos sólo a la caridad.

Por otro lado la miseria que padecían no era sólo material sino moral, miseria a la que sin dunda no eran ajenas las nuevas ideas filosóficas y políticas que tambien a las masas obreras les hablaban solo de bienestar material. He leído mas de una vez que viajeros de la época observaron cómo en España los mas miserables en su pobreza no estaban desprovistos de dignidad y no tenían ni de lejos la indigencia, la degradación moral y la disolución socio-familiar que presentaban las masas obreras en los suburbios de Londres y otros lugares de aquellos pagos.

De cualquier forma me parece a mí que siguen los clichés ideológicos que hacen que cualquier atrocidad, exceso o falla que haya realizado el liberalismo, y por tanto Occidente, empañen su imagen, a este paso por toda la eternidad. La sociedad occidental capitalista sigue manteniendo hábitos de pensamiento anticapitalista a pesar de que hayamos abandonado las premisas socialistas, y contra “más” las hemos abandonado, más anticapitalistas (¡embusteros!) nos pronunciamos, más o menos oblicua, contradictoria o cínicamente.

El método diabólico que inventó el marxismo-leninismo (y que copió el nazismo) pervive en más o menos grados, según su necesidad: la exigencia al capitalismo y al liberalismo (o a cualquier idea o sistema) de que demuestre su perfección absoluta. Y como eso es, siquiera el intento, del todo imposible, merece, por confesión propia, la muerte. Y ante esta exigencia ¿qué idea, sistema, gobierno o civilización se sentirá legítima?. (Caso de mala conciencia de las sociedades democráticas liberales de toda Europa y EE.UU.)

Dejando al margen el nivel de argumentación que aquí se maneja (irrelevante por el número de los pocos que cavilan realmente) la realidad es que el anticapitalismo sigue teniendo muchíiiiisimo mas prestigio moral que su oponente el antisocialismo (y no es que yo defienda este anarcocapitalismo de ahora). O sea, que no sufra Rodriguez Vega.

Los mas convencidos adversarios creen que la caída de la URSS no tiene por qué significar el abandono de la idea redentora universal. Ya vendrán tiempos mejores. (En cuanto dejen de disfrutar de las comodidades que el capitalismo les ofrece). Esperen Vds. a ver dónde acabará el liberalismo político en países como España (o Alemania, Italia...) en donde la gobernación del estado depende del 5 ó 10% de los votos de los herederos nostálgicos de la “sociedad perfecta” –totalitaria necesariamente- y de los aspirantes a totalitarios, que tanto monta. Si no se meten con el sistema económico es porque les va muy bien. En cuanto la cosa se ponga magra o hayan dado con el sistema a la porra a base de tanto “distribuir sabiamente” no dudemos que se pondrán los primeros abriéndose paso con pistolas o a bombazos.

En definitiva, la idea –o ideología- mejor equipada para la mentira que ha existido jamás sigue en el terreno de la competencia verbal perpetua y ni el liberalismo ni las democracias políticas podrán jamás ganar esta carrera. Cualquier intento de contrarrestar mentiras con los totalitarios-igualitarios zapateriles y carodchondos es vano. La falsificación de los hechos de un sistema que da por supuesta, por corroborada y sacralizada la superioridad moral y práctica sobre todas las demás ideas o sistemas hasta el punto de atribuirse el derecho de destruir o eliminar a los que lo cuestionan o combaten, hace imposible contrarrestarla si no es con los mismos métodos. Los fascistas actuales (los antiliberal-igualitario-pacifistas) saben que está en la naturaleza misma del liberalismo el no hacerlo. Por eso es imposible dialogar con nadie que esté en esa onda. Y espero no tenerlos por vecinos el día que se les acabe el chollo capitalista que también les permite condenar a la muerte moral y al desprecio vanidoso a sus discrepantes “fachas”.

En España ya tenemos material para ir ensayando. La uniformidad de la opinión pública aburre y ahoga. La insoportable ingenuidad vanidosa de gente tanta confirma el talento que tiene el poder político imperante para la desinformación y la demogagogia. Ahora se han metido hasta en las iglesias, tan en delirio desde que han perdido su influencia espiritual que se dejan insuflar savia nueva sustitutoria: lucha por la paz (mientras hacen acuerdos con los terroristas y son benevolentes con los asesinos); apoyo incondicional al Tercer Mundo (mientras se gastan mogollón de dinero en chorradas); ataque ideológico sin cuartel a los EE.UU. (que sale gratis y hace quedar muy bien), etc.etc..

Ya comprendo que atacar al capitalismo en el grado que aquí se hace no es alabar los desmanes del socialismo. Pero ocurre que las masas occidentales (y éstas tienen su peso), después de ocho décadas de propaganda absolutamente perfecta no saben/no quieren saber nada del real, el del hambre, los trabajos forzosos y el exterminio de la URSS, la China de Mao, Camboya, Corea del Norte, etc. En estos estados (dicen-creen) no había condiciones de vida tan degradadas y miserables como las que imperan en ciertos colectivos de las sociedades nuestras actuales (¡y no digamos compararlas con las de los del XVIII o XIX ni con los millones de seres humanos que cayeron en uno y otro sistema!. Y no se tiene, la mayoría conocimiento, y nadie conciencia, de que si no existían (sí las había) era simplemente porque se les eliminaba, primero con la separación y reclusión en los campos de trabajo; luego el trabajo forzoso; el hambre y la miseria hacía el resto. ¿Que predicamento ha tenido en Occidente las decenas de millones de obreros y campesinos que hizo morir el marxismo-leninismo-stalinismo por hambre y persecuciones? ¿Acaso el “gran salto hacia delante”de Mao proclamado en 1959 no fue un salto al vacío de la carestía espantosa por la que perecieron 50 ó 60 millones de chino? Y la revolución “cultural” no fue una explosión de barbarie sanguinaria?

Pues yo me acuerdo aún de cómo allá por los 60 y 70 se nos transmitió la imagen de la China progresista que venía a perfeccionar aquellos “defectillos” del stalinismo. Y si millones de europeos nos nutrimos de crítica feroz anticapitalista ¡entonces, cuando empezamos a vivir mejor que nunca! no hay que extrañarse de que queden rescoldos de aquellas mentalidades y sensibilidades. Y si sumamos la perfidia que tienen por esencia tantos aspirantes a regeneradores de la especie humana tenemos el bonito panorama que se vislumbra en el Horizonte. Occidente se ha suicidado el solito. Lo peor de todo sería oir que fue la superioridad moral y efectiva del sistema socialista la que lo destruyó.

Adios. Antonio
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Antonio Iglesias Díez



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MensajePublicado: Mar Jul 05, 2005 7:25 pm    Ttulo del mensaje: Hacia el ...caos! Responder citando

Saludos. Sigamos.

No se trata de negar o suavizar los sufrimientos de aquella clase misérrima, sino de discernir si las clases desposeídas, en su conjunto, mejoraron sus condiciones de vida con respecto al campesinado y la clase artesanal, con sus hambrunas, pestes, guerras y la total falta de derechos, sujetos sólo a la caridad.

Por otro lado la miseria que padecían no era sólo material sino moral, miseria a la que sin dunda no eran ajenas las nuevas ideas filosóficas y políticas que tambien a las masas obreras les hablaban solo de bienestar material. He leído mas de una vez que viajeros de la época observaron cómo en España los mas miserables en su pobreza no estaban desprovistos de dignidad y no tenían ni de lejos la indigencia, la degradación moral y la disolución socio-familiar que presentaban las masas obreras en los suburbios de Londres y otros lugares de aquellos pagos.

De cualquier forma me parece a mí que siguen los clichés ideológicos que hacen que cualquier atrocidad, exceso o falla que haya realizado el liberalismo, y por tanto Occidente, empañen su imagen, a este paso por toda la eternidad. La sociedad occidental capitalista sigue manteniendo hábitos de pensamiento anticapitalista a pesar de que hayamos abandonado las premisas socialistas, y contra “más” las hemos abandonado, más anticapitalistas (¡embusteros!) nos pronunciamos, más o menos oblicua, contradictoria o cínicamente.

El método diabólico que inventó el marxismo-leninismo (y que copió el nazismo) pervive en más o menos grados, según su necesidad: la exigencia al capitalismo y al liberalismo (o a cualquier idea o sistema) de que demuestre su perfección absoluta. Y como eso es, siquiera el intento, del todo imposible, merece, por confesión propia, la muerte. Y ante esta exigencia ¿qué idea, sistema, gobierno o civilización se sentirá legítima?. (Caso de mala conciencia de las sociedades democráticas liberales de toda Europa y EE.UU.)

Dejando al margen el nivel de argumentación que aquí se maneja (irrelevante por el número de los pocos que cavilan realmente) la realidad es que el anticapitalismo sigue teniendo muchíiiiisimo mas prestigio moral que su oponente el antisocialismo (y no es que yo defienda este anarcocapitalismo de ahora). O sea, que no sufra Rodriguez Vega.

Los mas convencidos adversarios creen que la caída de la URSS no tiene por qué significar el abandono de la idea redentora universal. Ya vendrán tiempos mejores. (En cuanto dejen de disfrutar de las comodidades que el capitalismo les ofrece). Esperen Vds. a ver dónde acabará el liberalismo político en países como España (o Alemania, Italia...) en donde la gobernación del estado depende del 5 ó 10% de los votos de los herederos nostálgicos de la “sociedad perfecta” –totalitaria necesariamente- y de los aspirantes a totalitarios, que tanto monta. Si no se meten con el sistema económico es porque les va muy bien. En cuanto la cosa se ponga magra o hayan dado con el sistema a la porra a base de tanto “distribuir sabiamente” no dudemos que se pondrán los primeros abriéndose paso con pistolas o a bombazos.

En definitiva, la idea –o ideología- mejor equipada para la mentira que ha existido jamás sigue en el terreno de la competencia verbal perpetua y ni el liberalismo ni las democracias políticas podrán jamás ganar esta carrera. Cualquier intento de contrarrestar mentiras con los totalitarios-igualitarios zapateriles y carodchondos es vano. La falsificación de los hechos de un sistema que da por supuesta, por corroborada y sacralizada la superioridad moral y práctica sobre todas las demás ideas o sistemas hasta el punto de atribuirse el derecho de destruir o eliminar a los que lo cuestionan o combaten, hace imposible contrarrestarla si no es con los mismos métodos. Los fascistas actuales (los antiliberal-igualitario-pacifistas) saben que está en la naturaleza misma del liberalismo el no hacerlo. Por eso es imposible dialogar con nadie que esté en esa onda. Y espero no tenerlos por vecinos el día que se les acabe el chollo capitalista que también les permite condenar a la muerte moral y al desprecio vanidoso a sus discrepantes “fachas”.

En España ya tenemos material para ir ensayando. La uniformidad de la opinión pública aburre y ahoga. La insoportable ingenuidad vanidosa de gente tanta confirma el talento que tiene el poder político imperante para la desinformación y la demogagogia. Ahora se han metido hasta en las iglesias, tan en delirio desde que han perdido su influencia espiritual que se dejan insuflar savia nueva sustitutoria: lucha por la paz (mientras hacen acuerdos con los terroristas y son benevolentes con los asesinos); apoyo incondicional al Tercer Mundo (mientras se gastan mogollón de dinero en chorradas); ataque ideológico sin cuartel a los EE.UU. (que sale gratis y hace quedar muy bien), etc.etc..

Ya comprendo que atacar al capitalismo en el grado que aquí se hace no es alabar los desmanes del socialismo. Pero ocurre que las masas occidentales (y éstas tienen su peso), después de ocho décadas de propaganda absolutamente perfecta no saben/no quieren saber nada del real, el del hambre, los trabajos forzosos y el exterminio de la URSS, la China de Mao, Camboya, Corea del Norte, etc. En estos estados (dicen-creen) no había condiciones de vida tan degradadas y miserables como las que imperan en ciertos colectivos de las sociedades nuestras actuales (¡y no digamos compararlas con las de los del XVIII o XIX ni con los millones de seres humanos que cayeron en uno y otro sistema!. Y no se tiene, la mayoría conocimiento, y nadie conciencia, de que si no existían (sí las había) era simplemente porque se les eliminaba, primero con la separación y reclusión en los campos de trabajo; luego el trabajo forzoso; el hambre y la miseria hacía el resto. ¿Que predicamento ha tenido en Occidente las decenas de millones de obreros y campesinos que hizo morir el marxismo-leninismo-stalinismo por hambre y persecuciones? ¿Acaso el “gran salto hacia delante”de Mao proclamado en 1959 no fue un salto al vacío de la carestía espantosa por la que perecieron 50 ó 60 millones de chino? Y la revolución “cultural” no fue una explosión de barbarie sanguinaria?

Pues yo me acuerdo aún de cómo allá por los 60 y 70 se nos transmitió la imagen de la China progresista que venía a perfeccionar aquellos “defectillos” del stalinismo. Y si millones de europeos nos nutrimos de crítica feroz anticapitalista ¡entonces, cuando empezamos a vivir mejor que nunca! no hay que extrañarse de que queden rescoldos de aquellas mentalidades y sensibilidades. Y si sumamos la perfidia que tienen por esencia tantos aspirantes a regeneradores de la especie humana tenemos el bonito panorama que se vislumbra en el Horizonte. Occidente se ha suicidado el solito. Lo peor de todo sería oir que fue la superioridad moral y efectiva del sistema socialista la que lo destruyó.

Adios. Antonio
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Martín González Martínez



Registrado: 16 Jun 2004
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MensajePublicado: Mie Jul 06, 2005 4:32 pm    Ttulo del mensaje: Un momento Responder citando

Un momento, J.M.

Convertir la crítica a la labor normativa particular, concreta, de un Estado -en nuestro caso de caracter privatizador (pero ¡regulador!) de la tenencia de las tierras cultivables -en una crítica a la idea de liberalismo económico es demasiado arriesgado. No me parece nada riguroso decir "como el Estado Británico privatizó a golpe de Parlamento (admitamos sin problemas este punto harto discutible); pues nada, la idea de desregular las transacciones de un mercado -en nuestro caso las transacciones del mercado agrícola -es intrínsecamente PERVERSA...

No.

La privatización de la tierra, más bien de su explotación, era una tendencia natural en Inglaterra desde el siglo XVI. Y si esta tendencia fue impulsada de manera más o menos autoritaria y masiva por el Estado en tal o cual momento fue debido a razones estratégicas -por ejemplo ganar las Guerras Napoleónicas -que no tienen nada que ver con la idea de liberalismo como principio orientador de la política económica, sino más bien, no sé si paradójicamente, ¡con lo contrario!

Aprovecho para preguntarle, J.M., qué entiende vd por <<condiciones de vida>> de un colectivo humano dentro del campo de la Historia Económica. Un saludo.
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José Mª Rodríguez Vega



Registrado: 11 Oct 2003
Mensajes: 1429

MensajePublicado: Mie Jul 06, 2005 5:55 pm    Ttulo del mensaje: Armonía preestablecida. Responder citando

Hola.

Supongo que JM soy yo...

Debo decir, para acabar, que no estoy en desacuerdo con lo dicho por Antonio Iglesias Díez, pero una cosa no quita la otra. Ya hice una alusión a los desastres del socialismo y del comunismo.
Esto se me antoja algo así como si por ser esta democracia un régimen muchísimo mejor que la dictadura, no hubiera de haber sido escrito el Panfleto contra la democracia. Los desastres son desastres y ya está!
También digo que yo no he criticado la “idea del liberalismo económico”...sino las políticas liberales concretas –grosso modo- llevadas a cabo por determinados gobiernos (ingleses) antes, mucho antes de las “guerras napoleónicas”.
El que esos sufrimientos pasados dieran como resultado estos gozos, nada me dice, excepto que eso se me antoja de un tinte “progresista”, como si esto que ahora gozamos fuese el logro de nuestro “destino”. En fin, que ni yo pretendo hacer de detractor del capitalismo y su forma de destrozar la sociedad anterior, pues que lo hecho hecho está, ni creo que se deba hacer apología del laisez faire liberal, esto es, del comienzo del destrozo del protego ergo obligo propio del Estado absolutista, cuando dominaba cualquier esencia antes que la esencia económica:
<En nuestra tesis, lo que hace necesario la razón económica no es formalmente la realidad de la escasez cuanto la existencia de inconmensurabilidades e incompatibilidades entre recursos acaso superabundantes, pero cuya composición coyuntural es capaz de bloquear la recurrencia del sistema...... el armonismo, que tantas resonancias metafísicas e ideológicas conlleva, realiza a su modo el camino del cierre categorial económico, por cuanto incluye un postulado de recurrencia del sistema (a pesar del los conflictos entre los individuos y el Estado, entre las clases sociales, entre los Estados; a pesar de las desproporciones o inconmensurabilidades aparentes entre la producción y el consumo...) fundado en el supuesto de que todo lo que suceda, en tanto siga sucediendo, ha de tener una razón suficiente (“todo lo rela es racional”) es decir, una Razón económica que conduce a la situación óptima.> (Gustavo Bueno. ESCEP. Págs. 164 y 165)... Y lo que sigue respecto de Leibniz y su “armonía preestablecida" reducida a la tesis maltusiana (pág. 170)

Respecto a eso del “colectivo humano” no fui yo quién sacó semejante concepto. De todas maneras, el campo de la “historia económica” es también un campo humano, del cual no hay por qué sacar sus negruras para que no se vean, si las hubo... y las hubo, desde luego que las hubo.
En fin... la historia es de los vivos, no de los que han sucumbido. Tanto aquí como en la China “comunista”.
Por otra parte, como materialista... a mi me importa un carajo la decadencia de Occidente, pues si por un lado fue posible el maquinismo, ello se debió al socavamiento largo y lento del dogma fijista y escolástico, a la aparición y al auge de las ciencias modernas (¿Galileo?, ¿el Renacimiento?), y fue ese método (¿J.B.Vico?) el mismo que posibilitó la “crítica” y autocrítica que ahora tanto daña a “occidente”: tenemos lo que nos merecemos... A menos... claro está... que uno no sea de un estilo parecido al mío... que sea antisocialista y antiliberal, o mejor, anti-neoliberal (ya que hay cosas del liberalismo muy buenas!)..., que esté por la dictadura del Estado sobre todos los estamentos y clases... algo así como en el Leviatán de Hobbes con una pizca del Príncipe de Maquiavelo. Pero las épocas heroicas no están de moda. Adiós.
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Antonio Iglesias Díez



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MensajePublicado: Mie Jul 06, 2005 8:33 pm    Ttulo del mensaje: Hacia..lo imposible. Responder citando

Saludos.

Para seguir, digo que la democracia, o lo que sea que tenemos en España, está coja, tuerta y enclenque. Y lo está como corresponde a una nación o estado que no está suficiente o convenientemente consolidado. Y no lo está porque son las banderías políticas y económicas las que campean por encima de los intereses del común con la total aquiescencia o la indiferencia de la inmensa mayoría de los ciudadanos cuyos intereses son exclusivamente todos de origen consumista. La palabrería dedicada a la solidaridad, la paz y la justicia la ejercen mejor los que mas “derechos” a todo bien individual material, corporal o mental exigen.

De economía no entiendo nada. A G.Bueno lo entiendo a medias. Mi primer pensamiento es que mis observaciones son superfluas quizás. Ruego se me perdone si digo alguna barbaridad. Pero pienso que el socialismo, allí donde ha sido posible, lo ha sido porque existía un capitalismo del cual podía extraer la riqueza que él no podía generar. Y cuado no existía tal, o cuando el socialismo ha agotado los recursos heredados o prestados, ha surgido el comunismo. Y éste sí que puede sobrevivir gracias al trabajo esclavo de una parte de la población cuyo volumen es el que determina la supervivencia del sistema. O sea, que el éxito del sistema consiste en el grado de disfrute material que la población no está dispuesta a renunciar a cambio del volumen del trabajo forzoso de un buen montón de millones de obreros. ¿Cuánto hubiera durado la URSS sin los créditos siempre preferentes, las importaciones de millones de toneladas de trigo y alimento a precio de ganga y bienes tecnológicos de todo tipo que recibió desde los 60 de Europa, EE.UU. y Alemania sobre todo y cuyos beneficios aprovechó para armarse como lo hizo hasta que Reagan dijo se acabó? Y Castro ¿Por qué clama contra el embargo norteamericano que no le permite negociar con ellos, la cumbre del capitalismo?

En cuanto al maquinismo y las ciencias modernas evidente que surgieron como resultado del socavamiento del dogma escolástico, sólo que fue “desde” el dogma escolástico de donde surgieron las fuerzas que lo hicieron posible, no de otros dogmas. ¿Acaso Copérnico, Galileo o Newton eran mahometanos, budistas o ateos?

Hasta otra. Antonio
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Martín González Martínez



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MensajePublicado: Jue Jul 07, 2005 3:39 pm    Ttulo del mensaje: Bueno... Responder citando

Bueno, comparto lo que dice Antonio Iglesias Díez, excepto quizá eso de
Cita:
son las banderías políticas y económicas las que campean por encima de los intereses del común con la total aquiescencia o la indiferencia de la inmensa mayoría de los ciudadanos cuyos intereses son exclusivamente todos de origen consumista.
¿Qué otra cosa hacen las banderías (políticas o económicas) sino campear sobre el común (sobre todo aquello que no sea "bandería"), aquí como en Gran Bretaña o en Togo? Es su vocación. En cuanto a que los intereses de la gente sean exclusivamente de origen consumista, no lo creo así. Sin necesidad de salirnos del ámbito de las transacciones ¿deberemos atribuir al incentivo (egoísta) al ahorro un origen consumista? Cuidado con la respuesta, porque aunque como sostiene Jose Mª con toda razón (y perdón por lo de J. M., pero es que como en estos foros leo a varios Rodriguez algo, mme confundí sin querer)
Cita:
la historia es de los vivos, no de los que han sucumbido
; no es menos cierto que los <<vivos>> son también los potencialmente vivos -y que nadie vea teleologías progres donde no las hay, sino puro principio de prudencia, y suma de particulares y legítimas ambiciones, más o menos "instintivas" o "etológicas", de autoperpetuación -, los que un día estarán vivos, o bien seguirán vivos aunque ni uno sólo de los átomos y subpartículas que los constituyan sean los de hoy.

Yo a Gustavo Bueno le sigo a duras penas, cuando le sigo, peor aún que Antonio, me parece, pero agradezco a Jose Mª la cita, que digeriré lo mejor que pueda, porque tiene mucha miga. No me resisto, sin embargo, a dejar claro a José Mª que me cuesta horrores distinguir el cariz liberal de una decisión política consistente en cambiar la naturaleza de un derecho de propiedad (la propiedad de la tenencia, no de la tierra) sin el consentimiento expreso de su poseedor, a saber, el campesino de las common lands. Es prágmatismo puro, eso está clarísimo. Incluso tal vez, si pensamos en las batallas libradas por aquellos años en España sin ir más lejos, por tanto y tanto lad con el estómago semi-vacío... hasta heróico.

“Let us not be satisfied with the liberation of Egypt, or the subjugation of Malta, but let us subdue Finchley Common; let us conquer Hounslow Heath; let us compel Epping Forest to submit to the yoke of improvement.”

(Sir John Sinclair, presidente del "Board of Agriculture", 1803.)
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Antonio Iglesias Díez



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MensajePublicado: Mie Jul 13, 2005 1:40 pm    Ttulo del mensaje: El bandolerismo político y los piratas. Responder citando

Lo que yo he llamado por aquí bandería política lo decía en el sentido de piratería política pura y dura, que es la que ejerce algunas partitocracias, entre ellas la nuestra el mejor ejemplo, con mucho.

Antes, voy a señalar a algunos bucaneros políticos, periodistas aspirantes a políticos, etc. que han aparecido recientemente con nuevas o distintas tácticas, todas piratas.

El amigo Ibarra, al que parece que solo le importa el dinero. Porque si por aquí no pasa, sí pasa por la reforma del Senado (¿se puede ser socialista y defender un senado? Y la reforma del Senado ¿acaso no va destinada a que sean los territorios los que digan, en definitiva, qué leyes de las que formule el Legislativo, van a autorizar, o no, o sea, que la decisión final no la tenga las Cortes Generales sino los territorios? Recordemos que ahora sólo pueden dar su opinión cuando llega un proyecto de las Cortes el cual, si es rechazado es devuelto a la misma, pero es el Congreso quien ya puede darlo por bueno, o aceptar la anulación o modificación sin necesidad de mandarlo otra vez al Senado. Eso es lo que el Ibarra-barón parece que quiere. ¿Y para qué quiere la creación de Agencias tributarias propias, sino para llevarse un poco mas, aunque no tanto como Maragall? Y la nueva función de los tribunales de justicia, ¿no es para que un catalán no pueda recurrir al mismo sitio que un gaditano o uno de Palencia? ¿Y quién es el necio que se cree que después se van a parar aquí, en todo caso?

En cuanto al grupito del Azúa y Boadella, etc. otros piratones. La situación de desequilibrio total que tiene lo que hasta ahora ha sido la Nación, no está para zarandajas y quítame allá esa paja. Para mí es mucho mas fuerte lo que hacen. Quiero decir que son unos impostores o necios si lo que quieren es decir que lo único que les separa ahora de los socialistas es el tema nacionalista, o sea que ellos son tan “socialistas” como el PSOE (como los corruptos de la beautiful-Gal, un suponer), tanto, que son mas socialistas que liberales son los del PP. Y encima parece que éstos no son tales para ellos. ¡mejor que no la líen mas, y que se esten quietecitos!

En fin, que este país no tiene remedio.

Ahora, lo que yo llamo piratería política, que por supuesto no confundo con los grupos que representan y defienden encontradamente los intereses contrapuestos de los grupos y clases sociales, nacionales, etc. Yo no llamaría bandido o pirata político a De Gaulle, Franco, Richelieu, Churchill o al Conde-Duque, tan odiado en Cataluña. El bandolerismo político lo hago sinónimo de la piratería política por las tácticas que utilizan:

-Se aprovechan de los medios que no han construido por sí mismos y que piensan destruir: ETA y la utilización de la Justicia Española; Carod y su partido, Maragall e Ibarretche ¡en el Congreso! y sus intenciones de cargarse la Ley que les han llevado a donde están. Zapatero pasando a la Historia gracias a 200 muertos y al miedo de los votantes y al apoyo de aquellos.

Se hacen dueños tambien de realidades que no han creado y de instituciones que ya existían y que no les deben nada (haran de “socialistas” gracias al dinero creado por los gobiernos ¿liberales o “no liberales”? tipo PP.

Se apoderan de la voluntad de los votantes “asustados” e ignorantes que quieren llegar a algún sitio, aunque no saben bien dónde, para llevarles al puerto que ellos quieren, como nunca antes. porque antes no había los medios de influencia psicológicas que desde hace 50 años existen.

Utilizan las convulsiones y miserias de los pueblos pobres (como si estos les hubieran dado la patente de representación), y de la ONU (en dónde sientan a sus pretendidos “miembros” en pie de igualdad con los elegidos por sufragio universal)

Se valen de todos los medios y bases legales que les ha dado el liberalismo capitalista (ellos cuando lo necesitan le llaman así) para en cuanto pueden hacer fraude de Ley y desbordarlo por métodos poco a nada democráticos (esta Constitución que les ha llevado al poder no les vale porque no les garantiza perpetuarse en las ganancias). Así, conquistan los resortes del poder político, policial (trama de Avilés, CNI), administrativo y, al final, financiero (todos estan forrados) etc.etc.. Estos método, fascistas puros desde luego, los han llevado más lejos que éstos últimos. Porque resulta que ¡oh casualidad!, la mayoría de los logros revolucionarios de la “izquierda socialista” los han logrado sin pasar del 10 ó 15 por ciento del apoyo del sufragio, que ya tiene narices la cosa de los “demócratas” éstos, luchadores contra las dictaduras -de derechas- de toda la vida (ahora los pobres son de la otra parte del mundo, ya que aquí no les quedan muchos). Pues que yo sepa, Hitler obtuvo mas del 90% de los votos del Reigtadt en la concesión de plenos poderes después de haber ganado por goleada las elecciones, y Mussolini y Franco tampoco se puede decir que no tuvieran el apoyo de las masas masivas.

Siempre atacan cuando las democracias están en embrión o enfermas, como nosotros; el señuelo es el disfraz de progresismo y de generosidad. Pero, como siempre desde que el mundo es mundo, que pague el que tiene mas dinero que yo, que tengo menos que los “auténticos responsables” de la injusticia universal, dígase los EE.UU. ¡Los fascistas al menos tenían la franqueza de no disfrazarse!.

En fin, pensando de dónde ha venido esta nueva clase política o de dónde han sacada sus tácticas que lo justifican todo, se me viene a la cabeza que toda esta mentira ideológica, mentira como todas, es herencia de la escuela y las universidades en dónde desde hace 60 años sólo se les ha enseñado que la sociedad y TODO el pasado son malos y hay que destruirlos sea como sea. Estos salvadores de la humanidad saben el modo (por testimonio heredado) de hacerse con el botín: una vez hayan hecho pacifistas a todo dios disfrutaran de los paraísos reservados para ellos solitos. Allí donde han derrocado una dictadura ha sido para imponer otra. Jamás han dado paso a una democracia, lo que no ha ocurrido cuando la dictadura implantada ha sido de derechas.

Lo del pacifismo me ha venido a la memoria por el logro !genial! de la antigua URSS. Después de sojuzgar a toda la Europa Occidental, el bloqueo y el Muro de Berlín, de inestabilizar en los 60 y 70 Africa, América Latina y todos los Orientes (Corea en el 53, Iran en el 46, Afganistan en el 79, Egipto en el 56, etc.etc.etc. y despues de lograr armas atómicas mucho despues que los EE.UU. logró que TODO occidente clamara (y siguen los rescoldos encendidos) contra el imperialismo americano y su belicismo, que resultaba que era aliado de occidente !en virtud de tratados libremente negociados!. A las izquierdas les sigue sin importar que un tercio de Europa y media Alemania sufriera la imposición de la bota de Moscú, bota que se vió después hasta donde la odiaban. Desde entonces las democracias liberales encabezadas por EE.UU. son reaccionarias y de derechas. La izquierda y el progresismo son herederas de la URSS. Los ejércitos americanos abandonaron Europa en pocas semanas despues del final de la Guerra. El Ejército Rojo no quedó allí a donde había llegado. Después se reafirmaron en Hungría, Checoslovaquía y Polonía, ya en el 82. Y esta es la ideología pirata que ha sobrevivido.


Este bandolerismo es el que se adueña de alelados como el ZoPenco y sus admiradores que va soltando que él sabe cual es la auténtica justicia universal y que la paz depende de su propia renuncia a defenderse, único medio que le viene a su excelso caletre y que puede controlar o llevar a cabo él solito. Al fin y al cabo no tiene mas capacidad de obtener concesiones -ni apoyos en la prosecución de la “alianza de civilizaciones”-que las que puede procurarse por sí mismo (otra cosa es la tajada que sacan los que le animan en su magna misión).

Creo que me he subido por las ramas otra vez. Pero insisto, toda esta piratería es la heredera de la izquierda marxista-leninista. Los únicos revolucionarios patriotas nacieron y murieron con la Revolución Francesa. El nacionalismo de Carod y Maragaleche no es nada, solo bandolerismo político; ellos no luchan por construir un Estado, (al fin y al cabo que ya tienen uno); lo que quieren es el botín del abordaje El socialismo utópico y el real siempre han sido lo mismo. O sea que a apechugar con la parte de nuestro pasado que nos toca.

Adios. antonio
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Antonio Iglesias Díez



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MensajePublicado: Vie Jul 15, 2005 1:46 pm    Ttulo del mensaje: La izquierda sociológica Responder citando

Saludos. Yo sigo a lo mío.

¿Cuál es el secreto del éxito y del prestigio moral e intelectual de los que goza la izquierda política que nos lleva, incluso a G.Bueno, a considerar denotativamente a la izquierda sociológica porque ha abandonado las premisas del socialismo real, como si fuera esto... una ...pena?. Esto, nosotros, porque los forrados de izquierda, lo niegan pero en sentido contrario. Son de izquierdas de “la de toda la vida”.

¿Se quiere que creeamos que el socialismo real arraigó con la sal de la tierra que le proporcionaban los obreros, campesinos y los ciudadanos de rentas mas bajas, cuya defensa se atribuyó en exclusiva la izquierda clásica?

¡Pero ¿desde cuándo el socialismo real ha accedido al poder con la autorización de nadie¿!

Comedia y embuste ideológico:

Actores/sujetos: totalitarios todos, rojos y negros, que tanto da.

Objetivos (ninguno nuevo): logro y disfrute del poder.

Guión: Defensa de los pobres (ahora Tercer Mundo) (mientras las democracias han dado y dan ayuda en dinero y demás, cuando ellos campeaban por esos mundos se limitaban a imponer cómo había que gastarlo y en qué. Que yo sepa la ayuda económica al Tercer Mundo de la URSS fue nula).

Espectadores (pasivos): todos menos las élites salvadoras.

Medios: Ataque de amplitud e inteligencia durante 70 años, nunca vista, a los exclusivos responsables de todos los males del mundo, o sea, a las sociedades democráticas liberales, cuya impotencia intelectual y su indolencia, sumado a la diversidad de naciones (ellos eran “un solo estado”) las predisponían y predisponen a la derrota. A fuerza de machacarles –desde dentro mismo donde pudieron, y pueden, campear a sus anchas- que no merecen compasión ni perdón si no es con la condición de que encarnen y practiquen la justicia perfecta. Así, mientras sus totalitarismos se fortalecían al oír como se autoflagelaban las democracias, (y en ello seguimos!) en una autocrítica sistemática, las opiniones públicas debilitaban y debilitan al estado moderno al que sólo miran para pedirle todo.

El gran conocimiento que tenían de las sociedades occidentales, las cuales no solo están abiertas a la crítica interna sino a la externa; el gran desconocimiento de éstas sobre los mecanismos del totalitarismo (buen ejemplo el Irak de Bush y Blair) por ser casi imposible penetrar en ellos (en el caso del socialismo real por no tener todas las claves que utilizaron en su puesta en práctica, al fin y al cabo la cosa era nueva) y la ventaja que tenían sobre las democracias cuyos mecanismos de formación de las opiniones públicas conocían muy bien les hacía saber que éstas no son constantes ni uniformes y que esta versatilidad y diversidad hace que el Estado, en vez de ir adquiriendo mas fuerza en proporción a su crecimiento, sea cada vez mas desobedecido y cuestionado por los que exigen todo de él, cargándole de responsabilidades y despojándole del poder para ejercerlas ¡bonita racionalidad!
El fracaso social interno les empujaba (como ahora a los mahometanos, a quienes aleccionaron muy bien en sus métodos) a buscar el éxito en el exterior y a agudizar el ingenio. En el interior no tuvieron mayores problemas en un principio. A la falta de puntos de referencias de otros géneros de vida que mantenían a la población en la inconsciencia le sumaron la represión policial (el KGB, al contrario que la CIA, dedicaba iguales esfuerzos a la acción en el interior que afuera); a la fragilidad que proporciona la autocrítica en las sociedades abiertas se suma la imposibilidad de éstas de manipular y pagar a un puñado de pirados fanáticos para que actúen en sus mismas sociedades, lo que sí lograron los soviéticos. (Los musulmanes no necesitan policía represora; les basta lo que digan las autoridades religiosas)

El resultado ha sido la creación de una escuela que ha enseñado la mentira ideológica de que existieron dos bloques (el capitalista y el contrario). Los alumnos aprendieron bien. Hoy sigue la misma idea. Yo no sé como se lo hicieron, pero el hecho fue que lograron internacionalizar la idea de que al bloque que evidentemente formaba la URSS –o lo que es lo mismo, que el vínculo que tenía la URSS con la Europa Oriental y otros satélites amarrados era de la misma naturaleza que el de las alianzas libremente pactadas de EE.UU. con Europa Occidental, o sea, que Francia, Alemania o España, un suponer, estaban tan sujetas a EE.UU. como Hungría o Polonia a ellos, otro suponer. Y lo malo es que los lumbreras tipo De Gaulle y los dirigentes de la República Federal, cuando la guerra fría, y en aras a la distensión, ¡también hacían equivalente la presencia americana en Europa con la de la URSS en la Oriental!.

Así se quedó establecida para siempre la demonización del liberalismo que lidera EE.UU., cuando la mayoría de las veces no se trata mas que de la vida económica normal del mercado y del comercio. También la ONU fue conquistada en la era de la distensión. Atacar la miseria del comunismo y la represiones totalitarias es atacar el orden internacional, mientras que hacerlo con las miserias y la represión totalitaria de países bajo influencia occidental, por ejemplo América Latina es trabajar por la causa progresista (Pinochet, un suponer). De aquellos lodos estos barrizales. Sea como sea yo no acabo de entender la afirmación de que la izquierda no existe. ¡Pues todo lo que amenaza la perversa civilización capitalista –que no es poco- ¿qué es?. Si se responde que son reaccionarios al estilo nazis se afirma lo que yo pienso: que tanto unos como otros son parientes de una misma familia y que las desavenencias son ocasionales. El paso de Stalin al bando aliado, después de dos años de hermanamiento que permitió a Hitler darle bien a Francia e Inglaterra, tuvo como único motivo la ofensiva alemana por sorpresa (Hitler estaba zumbado) y su casi aniquilamiento si no hubiera sido por la ayuda técnica y material de los americanos, con lo que la ruptura del pacto germanosoviético fue una decisión de Hitler, no de Stalin. Después los progres lo ignoraron, al mismo tiempo que satanizaban a Franco por “su estrecha amistad” con el nazi. ¡Pues que yo sepa Franco no ayudó a Hitler a masacrar a franceses e ingleses ni le facilitó las cosas para que lo hiciera!

Este hermanamiento en el totalitarismo y la tiranía fue tambien la causa de que al finalizar la guerra muchos comunistas franceses honrados fueran asesinados por sus hermanos de doctrina (la mayoría), por haber participado en la Resistencia en su lucha contra la ocupación alemana durante los dos años que duró el pacto, pacto que consistía en repartirse parte del botín oriental de la ocupación alemana y que al fin y a la postre ¡logró que se lo concedieran las potencias vencedoras (esos perversos capitalistas) y se lo legitimaran allá por los 70 en la Conferencia de Helsinki!. Lo dicho ¡unos genios!

Basta por hoy. Saludos. Antonio
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Vie Jul 15, 2005 3:17 pm    Ttulo del mensaje: Sobre las izquierdas Responder citando

Estimados amigos:

Creo que Antonio Iglesias simplifica en exceso las cosas. El prestigio de las distintas generaciones de izquierda viene de la capacidad que han tenido para operar sobre la sociedad estamental del Antiguo Régimen, sobre los privilegios de cuna, sobre el darwinismo social del siglo XIX, ese del que ya se hablado en este tema. Lo que está claro es que si reprochamos al socialismo real el haber tomado el poder sin la autorización de nadie, lo mismo tendremos que decir de lo que sucedió en Inglaterra en 1688 o en las trece colonias en 1776. ¿A quién pidieron permiso Cronwell o Washington? ¿Qué legalidad respetaron? Pues vaya.

Lo que está claro es que la URSS, como podríamos decir de los objetivos del liberalismo, o la socialdemocracia, u otras generaciones de izquierda, es un gigantesco fracaso si miramos a los objetivos de implantar la revolución universal. Pero si miramos a los efectos que han producido en el adversario, como puede ser el Estado del Bienestar, adoptado en todos los países capitalistas desarrollados como defensa contra el comunismo, y no como una alegre concesión del capitalismo, entonces habría que concluir que la URSS se murió de éxito. Podríamos decir de la URSS lo que Ptolomeo Lago dice de Alejandro Magno en la película de Oliver Stone: «Su fracaso se alzó sobre el éxito de los demás».

Nuestras sociedades modernas son directamente dependientes de los cambios sociales producidos por las distintas generaciones de izquierda, y pienso que quedarnos con los adocenados seguidores del progresismo, como residuo de aquellos años de Guerra Fría, considerando que ellos representan el genuino ideario de la URSS, no pasa de ser una vulgar parodia. Precisamente aquello que enfada tanto a Antonio Iglesias, el poder de convicción del mundo socialista, es una buena muestra de la importancia e influencia de la izquierda en nuestra historia. Y esa indignación podría perfectamente volverse y señalar a Estados Unidos y su capacidad para imponer sus puntos de vista. ¿O me va a decir Antonio Iglesias que Estados Unidos no sabe vender muy bien lo de la libertad y la democracia como si fueran la culminación necesaria del espíritu humano? Por mucho que los progresistas digan lo contrario, ellos están más americanizados que nadie. Todavía estamos esperando a ver cuántos de nuestros progresistas autóctonos pasean por la alfombra roja de Hollywood el año que viene.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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Antonio Iglesias Díez



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MensajePublicado: Lun Jul 18, 2005 11:50 am    Ttulo del mensaje: Sobre la ideología Responder citando

Saludos.

Acepto el reproche de simplista de Rodríguez Pardo. A mí también me lo parece ahora. La causa es la misma confusión que me bulle por la cabeza y el intento de aclarar mis ideas. Y así, sigo sin entender algunas premisas.

Sobre la contención que supuso para el capitalismo la misma doctrina del socialismo, se podría decir lo mismo pero al revés. Pero eso no se podrá medir jamás. Si las masas en el capitalismo hubieran tenido acceso a las pruebas de represión, exterminio y trabajos forzosos de la era soviética, maoísta o camboyana, etc, y sin la acción totalmente libre que tenía de propagar en occidente sólo las ventajas socialistas y, en el interior, sólo los vicios o excesos del capitalismo, las masas obreras occidentales ¿hubieran recurrido y reivindicado en sus exigencias legítimas las prácticas socialistas? Por lo mismo ¿acaso el totalitarismo comunista dejaba que las masas tuvieran información de los modos de vida capitalistas occidentales para que, viendo su perversión, se sintieran mas satisfechas. El Muro ¿se hizo para que el capitalismo dejara de mostrar sus miserias y evitar que la población dejara de sentirse agradecida?.

No veo tan claro que dentro del desarrollo del capitalismo no se haga necesario, en sí y por sí mismo, el Estado de bienestar. Yo sólo veo lo bien que les va a los magnates capitalistas eso de pagar impuestos y dar empleo con sueldos suficientes que permitan a los obreros comprar todo tipo de cosas que se producen. No les veo pasándolas magras con el estado de bienestar. Claro que de la misma manera que los sindicatos nuestros parece que cada vez reivindican el trabajar menos (trabajar es malo) también hay capitalistas que no son responsables con el sistema del que ellos mismos viven. Pero eso parece que se debe más a la incapacidad o autoengaño “profesional” o a errores de apreciación, sobrevaloración o negación de las bazas del sistema y a imprudencias en la marcha a descubierto hacia el mañana. Tan viejo como el mundo. En cuanto a que el Estado de Bienestar perviva gracias a la explotación del Tercer Mundo, es discutible. En el sentido que se puede argumentar legítimamente eso y también negarlo o matizarlo. Además, el socialismo debe probar que en su etapa imperialista soviética no barrió para “un socialismo en un solo país”.

Y que conste que yo no repudio la idea socialista de alcanzar el mayor grado de igualdad en la distribución de la riqueza; lo que condena es su ideología que se presenta siempre sola y exenta de toda confrontación con la realidad. Y ya no digamos de los autodenominados socialistas del estado de bienestar. Estos han añadido el cinismo a la mentira tradicional.

En cuanto a las distintas generaciones de la izquierda ¿es una deducción evidente que el socialismo, o el anarquismo, surgieron por generación progresiva o consecuente de aquella primera generación liberal en sentido completamente distinto a como el mismo Antiguo Régimen creó las bases que facilitaron el éxito de la Revolución? ¿Qué principios mantuvieron o mejoraron en su evolución? Si no fue el establecimiento de la soberanía en el conjunto de la nación (dejemos al margen el sufragio universal que fue más negado que en ningún otra parte en el socialismo real); si no fue la defensa dela libertad individual para accionar sobre la cultura, la sociedad y, sobre todo la economía; si no fue la eliminación de la explotación del hombre por el hombre ¿en qué se compadecen las premisas socialistas con las liberales o en qué grado? ¿No se aleja mas en su negación que se acerca en su parentesco?

Y sobre lo de la “autorización” de las masas se me ocurre que las masas, como tales no existían en los tiempos de la Revolución Inglesa, pero dejando ésto al margen lo que yo quería resaltar como ataque a las ideologías era que la ideología y su estructura, desde que existen como fenómeno contemporáneo, son las que hacen que los políticos creados por ellas lleguen a la cumbre del poder político gracias a la indestructible máquina ideológica, mientras que hasta principios del XX eran en mucha mayor medida los hombres los que mediante su acción humana sobre los demás determinaban su éxito en la carrera al poder, pero siempre era el factor humano el que andaba por medio, hasta el punto de que podían venir otro u otros con otros intereses y otra voluntad y rebasarlos o acabar con ellos. Ahora no importan los hombres. Da igual el hombre si está dentro de la máquina.

Antonio.
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