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EL QUIJOTE
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José Mª Rodríguez Vega



Registrado: 11 Oct 2003
Mensajes: 1429

MensajePublicado: Sab Oct 23, 2004 7:39 am    Ttulo del mensaje: ¿Loco? Responder citando

Permítanme que siga yo aquí a solas homenajeando a mi Don Quijote.

Hay muchos que dicen que Don Quijote es loco, como si no hubiera gran diferencia entre nuestro entrañable personaje y nuestro don Garci Fuentes, que pasa por cuerdo estando verdaderamente loco. Pero los que piensan así ni parece que hayan leído de cabo a rabo la obra cervantina, tan repleta de corduras como está.

Don Quijote se sabe cuerdo, o lo que es mejor, que en su gran locura nunca pierde la cordura. Léanse el capítulo XXV de la primera parte:

<<—Paréceme a mí —dijo Sancho— que los caballeros que lo tal ficieron fueron provocados y tuvieron causa para hacer esas necedades y penitencias; pero vuestra merced ¿qué causa tiene para volverse loco? ¿Qué dama le ha desdeñado, o qué señales ha hallado que le den a entender que la señora Dulcinea del Toboso ha hecho alguna niñería con moro o cristiano?

—Ahí está el punto —respondió don Quijote— y esa es la fineza de mi negocio, que volverse loco un caballero andante con causa, ni grado ni gracias: el toque está en desatinar sin ocasión y dar a entender a mi dama que si en seco hago esto ¿qué hiciera en mojado? Cuanto más, que harta ocasión tengo en la larga ausencia que he hecho de la siempre señora mía Dulcinea del Toboso, que, como ya oíste decir a aquel pastor de marras, Ambrosio, quien está ausente todos los males tiene y teme. Así que, Sancho amigo, no gastes tiempo en aconsejarme que deje tan rara, tan felice y tan no vista imitación. Loco soy, loco he de ser hasta tanto que tú vuelvas con la respuesta de una carta que contigo pienso enviar a mi señora Dulcinea; y si fuere tal cual a mi fe se le debe, acabarse ha mi sandez y mi penitencia; y si fuere al contrario, seré loco de veras y, siéndolo, no sentiré nada. Ansí que de cualquiera manera que responda, saldré del conflito y trabajo en que me dejares, gozando el bien que me trujeres, por cuerdo, o no sintiendo el mal que me aportares, por loco. Pero dime, Sancho, ¿traes bien guardado el yelmo de Mambrino, que ya vi que le alzaste del suelo cuando aquel desagradecido le quiso hacer pedazos pero no pudo, donde se puede echar de ver la fineza de su temple?

A lo cual respondió Sancho:

—Vive Dios, señor Caballero de la Triste Figura, que no puedo sufrir ni llevar en paciencia algunas cosas que vuestra merced dice, y que por ellas vengo a imaginar que todo cuanto me dice de caballerías y de alcanzar reinos e imperios, de dar ínsulas y de hacer otras mercedes y grandezas, como es uso de caballeros andantes, que todo debe de ser cosa de viento y mentira, y todo pastraña, o patraña, o como lo llamáremos. Porque quien oyere decir a vuestra merced que una bacía de barbero es el yelmo de Mambrino, y que no salga de este error en más de cuatro días, ¿qué ha de pensar sino que quien tal dice y afirma debe de tener güero el juicio? La bacía yo la llevo en el costal, toda abollada, y llévola para aderezarla en mi casa y hacerme la barba en ella, si Dios me diere tanta
gracia que algún día me vea con mi mujer y hijos.

—Mira, Sancho, por el mismo que denantes juraste te juro —dijo don Quijote— que tienes el más corto entendimiento que tiene ni tuvo escudero en el mundo. ¿Que es posible que en cuanto ha que andas conmigo no has echado de ver que todas las cosas de los caballeros andantes parecen quimeras, necedades y desatinos, y que son todas hechas al revés? Y no porque sea ello ansí, sino porque andan entre nosotros siempre una caterva de encantadores que todas nuestras cosas mudan y truecan, y las vuelven según su gusto y según tienen la gana de favorecernos o destruirnos; y, así, eso que a ti te parece bacía de barbero me parece a mí el yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa. Y fue rara providencia del sabio que es de mi parte hacer que parezca bacía a todos lo que real y verdaderamente es yelmo de Mambrino, a causa que, siendo él de tanta estima, todo el mundo me perseguiría por quitármele, pero como ven que no es más de un bacín de barbero, no se curan de procuralle, como se mostró bien en el que quiso rompelle y le dejó en el suelo sin llevarle, que a fe que si le conociera, que nunca él le dejara. Guárdale, amigo, que por ahora no le he menester, que antes me tengo de quitar todas estas armas y quedar desnudo como cuando nací, si es que me da en voluntad de seguir en mi penitencia más a Roldán que a Amadís.……………(.......)

—Está bien —respondió Sancho—, pero la libranza forzosamente se ha de firmar, y esa, si se traslada, dirán que la firma es falsa y quedaréme sin pollinos.

—La libranza irá en el mesmo librillo firmada, que en viéndola mi sobrina no pondrá dificultad en cumplilla. Y en lo que toca a la carta de amores, pondrás por firma: «Vuestro hasta la muerte, el Caballero de la Triste Figura». Y hará poco al caso que vaya de mano ajena, porque, a lo que yo me sé acordar, Dulcinea no sabe escribir ni leer y en toda su vida ha visto letra mía ni carta mía, porque mis amores y los suyos han sido siempre platónicos, sin estenderse a más que a un honesto mirar. Y aun esto tan de cuando en cuando, que osaré jurar con verdad que en doce años que ha que la quiero más que a la lumbre destos ojos que han de comer la tierra, no la he visto cuatro veces, y aun podrá ser que destas cuatro veces no hubiese ella echado de ver la una que la miraba: tal es el recato y encerramiento con que sus padres, Lorenzo Corchuelo y su madre Aldonza Nogales, la han criado.

—¡Ta, ta! —dijo Sancho—. ¿Que la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del
Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo?

—Esa es —dijo don Quijote—, y es la que merece ser señora de todo el universo.

—Bien la conozco —dijo Sancho—, y sé decir que tira tan bien una barra como el más
forzudo zagal de todo el pueblo. ¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante o por andar que la tuviere por señora ! ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un día encima del campanario del aldea a llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho de su padre, y, aunque estaban de allí más de media legua, así la oyeron como si estuvieran al pie de la torre. Y lo mejor que tiene es que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana: con todos se burla y de todo hace mueca y donaire. Ahora digo, señor Caballero de la Triste Figura, que no solamente puede y debe vuestra merced hacer locuras por ella, sino que con justo título puede desesperarse y ahorcarse, que nadie habrá que lo sepa que no diga que hizo demasiado de bien, puesto que le lleve el diablo. Y querría ya verme en camino, solo por vella, que ha muchos días que no la veo y debe de estar ya trocada, porque gasta mucho la faz de las mujeres andar siempre al campo, al sol y al aire. Y confieso a vuestra merced una verdad, señor don Quijote: que hasta aquí he estado en una grande ignorancia, que pensaba bien y fielmente que la señora Dulcinea debía de ser alguna princesa de quien vuestra merced estaba enamorado, o alguna persona tal, que mereciese los ricos presentes que vuestra merced le ha enviado, así el del vizcaíno como el de los galeotes, y otros muchos que deben ser, según deben de ser muchas las vitorias que vuestra merced ha ganado y ganó en el tiempo que yo aún no era su escudero. Pero, bien considerado, ¿qué se le ha de dar a la señora Aldonza Lorenzo, digo, a la señora Dulcinea del Toboso, de que se le vayan a hincar de rodillas delante della los vencidos que vuestra merced le envía y ha de enviar? Porque podría ser que al tiempo que ellos llegasen estuviese ella rastrillando lino o trillando en las eras, y ellos se corriesen de verla, y ella se riese y enfadase del presente.>>

Está muy claro que Don Quijote y Sancho son los dos muy grandes cuerdos:<...el toque está en desatinar sin ocasión y dar a entender a mi dama que si en seco hago esto ¿qué hiciera en mojado?>>
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El pensamiento políticamente correcto jamás “desatina sin ocasión”. Tiene miedo que se le vean a su gallina las plumas. El genio sabe que de vez en cuando hay que dar una voltereta en el aire para despertar al amodorrado, a pesar de tanto imbécil cuerdo que de continuo le deslegitima...“porque andan entre nosotros siempre una caterva de encantadores que todas nuestras cosas mudan y truecan”. Estos públicos encantadores del yelmo de Mambrino son los que a la verdad llaman mentira, y a la cordura locura. El principal rasgo de la ideología (de la falsa consciencia) es que nunca molesta a nadie.

<Segui il tuo corso, e lascia dir le genti.>, dijo otro Quijote, o sea, Karlos Marx.
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Antonio Sánchez Martínez



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MensajePublicado: Jue Nov 18, 2004 11:37 pm    Ttulo del mensaje: El Quijote y las Izquierdas Satisfechas contra España Responder citando

Estimados amigos, continuando con el análisis que pergeñé sobre El Quijote y las Izquierdas, os traslado a continuación parte de un artículo que estoy intentando hacer sobre La Antiespaña y las izquierdas satisfechas (que se oponer a la Idea de España como Imperio Generador).


El Quijote, como nos dice Gustavo Bueno, representa al Imperio. Don Arturo Enríquez Malvé, en una crítica a los postulados del PSOE respecto a España y la religión católica, nos sugiere la lectura del capítulo XXVII de la segunda parte del Quijote en una carta al director del diario El Mundo del 16 de noviembre de 2004. Dice Don Quijote que:

<<Los varones prudentes, las repúblicas bien concertadas, por cuatro cosas han de tomar las armas y desenvainar las espadas y poner a riesgo sus personas, vidas y haciendas: la primera, por defender la fe católica; la segunda, por defender su vida, que es de ley natural y divina; la tercera, en defensa de su honra, de su familia y hacienda; la cuarta, en servicio de su rey en la guerra justa; y si le quisiéremos añadir la quinta, que se puede contar por segunda, es en defensa de su patria>>


Está claro que en lo referente a la primera causa, hoy día sería necesario hacer una reinterpretación del catolicismo español desde el ateísmo (<<Por la moral católica atea hacia el Imperio español>>). La segunda y la tercera apelan a la firmeza en la defensa de la vida -del modo de vida- incluidas las propiedades materiales y morales, canalizadas políticamente. La cuarta nos recuerda la doctrina de Vitoria y de Sepúlveda (como se ve posteriormente). Y la quinta incide en que la vida (la manera de vivir) no es nada sin la patria, sin la herencia común recibida de nuestros padres, y canalizada políticamente de una determinada manera (no puede reducirse a una <<intrahistoria>>). Más adelante recuerda un principio fundamental del catolicismo (que Cervantes, por boca de Sancho, entiende como Teología –política-, al hilo de un pasaje espléndido sobre las malinterpretaciones de los rebuznos de Sancho, que confirman lo explicado por D. Quijote):



<<A estas cinco causas, como capitales, se pueden agregar algunas otras que sean justas y razonables y que obliguen a tomar las armas, pero tomarlas por niñerías y por cosas que antes son de risa y pasatiempo que de afrenta, parece que quien las toma carece de todo razonable discurso; cuanto más que el tomar venganza injusta, que justa no puede haber alguna que lo sea, va derechamente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos bien a nuestros enemigos y que amemos a los que nos aborrecen, mandamiento que aunque parece algo dificultoso de cumplir, no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo y más de carne que de espíritu; porque Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que nunca mintió, ni pudo ni puede mentir, siendo legislador nuestro, dijo que su yugo era suave y su carga liviana , y, así, no nos había de mandar cosa que fuese imposible el cumplirla. Así que, mis señores, vuesas mercedes están obligados por leyes divinas y humanas a sosegarse>>
En el capítulo siguiente se ponen de manifiesto los reparos de Sancho para dejar su segura vida campesina (como si estuviera garantizada sin concurso político) en pos de fines <<espirituales>> tan altos (esencia del imperio generador), de los que el mismo D. Quijote es consciente de que no está capacitado para perseguirlos siempre (y menos de una manera repentina), siendo necesario en ocasiones retirarse prudentemente esperando tiempos mejores. Sancho exige su salario y poco más. Pero D. Quijote le trata de zopenco (ZP) y desagradecido, y le hace ver que un campesino puede llegar a ser gobernante (de una ínsula, por ejemplo). Sancho y Quijote (como grupo atributivo binario) nos recuerdan a los grupos de individuos de la Reconquista y la Repoblación, que se formaron como personas a través de la azada, también de la hoz y el martillo (de la capa basal), la cruz (la palabra de la capa conjuntiva) y la espada (de la capa cortical), y que podían <<señorearse>>, gobernarse, dirigirse (frente al Islam), para desarrollar la empresa de España: forjar <<personas>> a partir de las <<bestias>>, elevar a los bárbaros a la condición de ciudadanos (aunque aún no se apelara a la igualdad de los revolucionarios de 1789). La firmeza y la generosidad debían conjugarse prudentemente para mantener dicho proyecto una generación tras otra. Al final Sancho pide perdón y promete rectificar. Don Quijote le perdona, pero siempre que se enmiende en el futuro (con obras):

<<Maravillárame yo, Sancho, si no mezclaras algún refrancico en tu coloquio. Ahora bien, yo te perdono, con que te enmiendes y con que no te muestres de aquí adelante tan amigo de tu interés, sino que procures ensanchar el corazón y te alientes y animes a esperar el cumplimiento de mis promesas, que, aunque se tarda, no se imposibilita. Sancho respondió que sí haría, aunque sacase fuerzas de flaqueza.>>

Y es que Cervantes, como buen católico español (heredero de los grupos de españoles curtidos en mil batallas contra los musulmanes) sabía que la persistencia de cualquier grupo no depende sólo de la justicia (en su sentido moral pleno, cerrado a unos componentes supuestamente estables y según normas supuestamente definitivas que pretenden <<dar a cada uno lo suyo>> para mantener la firmeza y consistencia grupal), sino que, como el renegado del pueblo elegido Carlos Marx (Bueno, España frente a Europa, págs. 436 y 437), entendía que hay otro tipo de justicia (de raíces más bien éticas), fundada en la generosidad y la misericordia; y a pesar de que no quepa formalizar legalmente, o institucionalizar definitivamente, los principios rectores de dicha conjugación prudencial (pues la política, especialmente la imperial generadora, no es una ciencia positiva, sino una filosofía). Se trata del desarrollo de la prudencia (a distintas escalas) que conjuga eutáxicamente firmeza (individual y grupal, aunque todo individuo no es persona sino a través de un grupo político) y generosidad). Esta última pretende abrir las barreras del grupo a nuevos individuos, contemporáneos y descendientes, con los que nos sabemos <<dependientes>> atributivamente (simultánea o sucesivamente). Nos dice el Quijote:
<<Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia>> (final del capítulo LXII, tomado de la web del Centro Virtual Cervantes).

De una manera similar nos dice Marx que <<De cada cual según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades>>. El problema es que tal misión (fin) es muy abstracto, y en cada grupo concreto (en el límite la <<sociedad política universal>>) su aplicación es harto compleja, precisa de una prudencia transcategorial, filosófica, que ningún gobernante filósofo (como sugería Platón) ni ningún tanto por ciento de personas que entiendan de problemas categoriales y filosóficos (como sugiere Bueno) puede asegurar resultados eficaces en la apropiación y reparto eutáxico de trabajo, bienes y valores (de la Producción). La izquierda radical tiene límites a la expropiación si pretende mantener una sociedad de personas (pues no cabe una sociedad de individuos independientes).
Sancho también sabe que no cabe el <<igualitarismo>> distributivo (comunalista) que pretende equiparar a todos los sujetos en todos los aspectos de la vida (tanto <<materiales>> como <<espirituales>>), pues, por ejemplo, no todos quieren (o pueden) gobernar. Sancho Panza quiere ser parte del grupo político como campesino, no como gobernador de ínsulas. Aunque esta ocupación no parecía dársele mal, se siente más señor, más libre –más identificado con su propia personalidad- en sus antiguas ocupaciones y proyectos, igualmente dignos como persona:


<<Abrid camino, señores míos, y dejadme volver a mi antigua libertad: dejadme que vaya a buscar la vida pasada, para que me resucite de esta muerte presente. Yo no nací para ser gobernador ni para defender ínsulas ni ciudades de los enemigos que quisieren acometerlas. Mejor se me entiende a mí de arar y cavar, podar y ensarmentar las viñas, que de dar leyes ni de defender provincias ni reinos. Bien se está San Pedro en Roma: quiero decir que bien se está cada uno usando el oficio para que fue nacido. Mejor me está a mí una hoz en la mano que un cetro de gobernador, más quiero hartarme de gazpachos que estar sujeto a la miseria de un médico impertinente que me mate de hambre, y más quiero recostarme a la sombra de una encina en el verano y arroparme con un zamarro de dos pelos en el invierno, en mi libertad, que acostarme con la sujeción del gobierno entre sábanas de holanda y vestirme de martas cebollinas.>> (Cap. LIII de la segunda parte)

Su gobernación no fue resultado de una locura, más o menos pasajera del Caballero de la triste figura (del Imperio decaído), sino de sus merecimientos personales, como le dice Alonso Quijano desde la conciencia de su decadencia caballeresca (de la esencia del Imperio):

<<Y si como estado yo loco fui parte para darle el gobierno de la ínsula, pudiera ahora, estando cuerdo, darle el de un reino, se lo diera, porque la sencillez de su condición y fidelidad de su trato lo merece>> (capítulo final).

Toda su empresa dio ocasión para errar y motivos para escribir disparates leyendanegristas (como los que le da a Avellaneda: <<porque parto de esta vida con escrúpulo de haberle dado motivo para escribirlos>> -capítulo final-), pero Don Quijote sabía que su empresa era transcendental para la definición del Género Humano de una manera determinada (definición de persona y sociedad de personas), aún a riesgo de equivocarse.
Con esas mismas fuerzas de que hemos hablado se llevó a cabo la Reconquista y Conquista de América, con la azada, la cruz y la espada, con el señorío generador de nuevas ciudades y nuevos señores que exigía el Imperio español (ensanchar el corazón, abrir las fronteras a nuevas gentes para integrarlas en España), aunque la tarea no pudiera acabarse por múltiples motivos que superaron la voluntad de sus protagonistas. Quien menosprecie lo conseguido es que no ha entendido nada de España, ni del Quijote.
Por cierto, la segunda parte de esta obra filosófica (de filosofía política, en que la prudencia es fundamental) creemos que recoge la importancia que tienen los relatos, tanto de los grupos amigos como de los bandos enemigos, sobre el devenir de las propias obras del Quijote (del Imperio, desde la perspectiva del Islam o de las naciones europeas –poco católicas- que fomentaron la Leyenda Negra estimulada por Las Casas desde su perspectiva distributivista). Cervantes nos pide, cuando se ve morir como caballero andante (al decaer la esencia del imperio que pide realizarse en su existencia, en su realización efectiva) que guardemos testimonios fiables del Quijote (como los del Cid-e Hamete Benengeli -¿un converso simbólico?-), que limpiemos su nombre, que no lo resucitemos falsamente como pudiera hacer Avellaneda (en este sentido, Atilana guerrero me recuerda el pasaje en que el Quijote tiene que hacer frente a falsas leyendas (basuras) que se cuentan de él, como se recoge en los capítulos LXXII –o en el LXXIV- de la segunda parte, donde confiesa, en conversación con Álvaro Tarfe, que no fue a Zaragoza por contrariar al Quijote falsario descrito por Avellaneda); es decir, Don Quijote nos pide (simbólicamente) que luchemos contra las Leyendas Negras sobre España tratando de recomponer dicho imperio a partir de lo que queda de España, para que nuestra individualidad persista en el mismo tipo de norma personalizadora y la transmita a futuras generaciones.



Un cordial saludo. Antonio Sánchez
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Vie Nov 19, 2004 10:00 am    Ttulo del mensaje: El infatigable creador Pío Cid Responder citando

Estimados amigos:

En referencia a lo que señala Antonio Sánchez sobre El Quijote, no estaría de más cotejar esa filosofía implícita en la obra de Cervantes con las que aparecen en los regeneracionistas de 1898. En concreto, el deprimido Ángel Ganivet, convencido de ser parte de una elite que iba a desasnar y refundar [sic] España, pero al mismo tiempo desatendido, quien se suicida en 1898 arrojándose al río Dvina, en Riga (Lituania) donde ejercía de embajador. Dos obras muy interesantes para ver cuáles son sus pensamientos sobre lo que fue España y lo que debe ser una vez hundido el imperio (dejando al margen el Idearium español) son La conquista del reino de Maya y Los trabajos del infatigable creador Pío Cid.

En estas dos obras aparece el mismo personaje, Pío García del Cid, «el último conquistador español», retratado de forma irónica, en forma de paráfrasis de lo que contaron Díaz del Castillo o López de Gomara sobre Hernán Cortés («La historia parece demostrarnos que casi siempre los hombres, por lo menos en España, desempeñan mejor aquello para lo que no se han preparado previamente: los que se dedican a las armas suelen distinguirse como legisladores, y los jurisconsultos [Cortés] como guerreros: [...]», dice en la pág. 6) , que intenta conquistar un reino africano llamado Maya. Tras su escasamente fructuoso esfuerzo conquistador (consigue un pequeñísimo reino africano), al volver a España tiene un sueño en El Escorial, donde ve un retrato de Hernán Cortés, con quien entabla un imaginario diálogo en el que el conquistador de Medellín le dice lo siguiente:

Cita:
«Y ¿en qué libro está escrito que las conquistas deban producir provecho a los conquistadores? ¿Qué utilidad trajeron a España las grandes y gloriosas conquistas de todos conocidas y celebradas? Ellas se llevaron nuestra sangre y nuestra vida a cambio de humo de gloria. ¿Qué significa ni qué vale un siglo, dos o cuatro de dominación real, si al cabo todo se desvanece, y el más poderoso y el más noble viene a quedar el más abatido y el más calumniado? Quizá nuestra patria hubiera sido más dichosa si, reservándose la pura gloria de sus heroicas empresas, hubiera dejado a otras gentes más prácticas la misión de poblar las tierras descubiertas y conquistadas, y el cuidado de todos los bajos menesteres de la colonización. Por esto tu conquista me parece más admirable. No será útil a España, ni debe serlo; pero es gloriosa y no ha exigido dispendios, que en nuestra pobreza no podríamos soportar. Los grandes pueblos y los grandes hombres, pobres han sido, son y serán; y las empresas más grandiosas son aquellas en que no interviene el dinero, en que los gastos recaen exclusivamente sobre el cerebro y el corazón».
Ángel Ganivet, La conquista del reino de Maya. [1897] Planeta, Barcelona 1988, pág. 230.


Como vemos, en este fragmento hay un reproche que se ha vuelto clásico acerca de la Historia de España: que había sido «inútil» todo su transcurrir para los tiempos actuales. Pero quien así juzga la Historia da por supuesto que ya existe un fin determinado (¿protestante?) donde los capitalistas ya han triunfado (se han salvado) y los que siguen otros senderos van al infierno (no se salvan). Esto recuerda mucho al marxismo vulgar que supone el triunfo inminente del capitalismo y después el del socialismo (que nunca llega, y que sería calificado por Lenin como propio de «izquierdistas»), y que tanto servicio ha hecho a impostores como Eduardo Galeano; en América muchos, sobre todo los que se desenvuelven en los estrechos ámbitos universitarios, creen a pies juntillas que hubiera sido mejor una colonización inglesa de Hispanoamérica, pues así hablarían inglés y habrían «progresado» más.

Semejantes ideas sólo sirven para justificar la actual situación de ruina y corrupción de estos países, al tiempo que constituyen una suerte de «opio del pueblo» que permite proyectar (en el sentido freudiano) la responsabilidad que ellos tienen en su propia desgracia sobre un tercero (la «retrasada» España que les «conquistó») que aún les seguiría perjudicando por medio de lo que ha dejado (el idioma, el catolicismo) que habría que abandonar. Idealismo este que sólo serviría para llegar a la mala fe (en el sentido de Sartre, echando la culpa de lo que uno hace a los demás, no considerándose responsable), pero que da una buena idea de cómo está el patio en los ámbitos «académicos» de la zona.

Por último, Pío Cid, viendo que toda conquista es inútil, pues no va a durar eternamente, decide en Los trabajos del infatigable creador Pío Cid dedicarse a las más prácticas tareas de «desasnar a unos estudiantes» o «emprender la reforma política de España», en la línea de Joaquín Costa, olvidando todo lo que había sido España. Al final, la tarea es tan infatigable y extemporánea, tan metafísica, que condujo a un joven de 33 años al suicidio. Sutil metáfora de adónde nos llevan las ideas de tantos regeneracionistas e iluminados que creen tener la «ciencia media» sobre lo que le ha de pasar a la humanidad.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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Rufino Salguero Rodríguez



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MensajePublicado: Dom Nov 21, 2004 11:43 am    Ttulo del mensaje: "Verdad" y "falsedad" en El Quijote Responder citando

Hola amigos:
Quiero sumarme a esta especie de homenaje que le estáis haciendo a la obra cervantina desde la perspectiva del materiamismo filosófico, añadiendo un nuevo punto de vista que, en muchas de sus franjas coincide con la que Antonio Sánchez y Rodriguez Pardo utilizan en sus últimos mensajes. Es la que Juan Carlos Rodríguez utiliza en la obra que me permito recomendaros en el foro de Textos:El escritor que compró su propio libro.
El problema que plantea Antonio Sánchez sobre cómo los relatos intervienen en la propia realiada y verdad de aquello que describen es interesantísimo y complejo. Más complejo en el caso de la literatura que se llama de "ficción" y todavía más en el caso del Quijote, pues es un personaje "ficiticio" que, a su vez, se plantea una vida "imaginada", inmersa en una aparente locura frente a la realidad "verdadera" y cotidiana que le rodea. Estos problemas, entre otros igualmente relevantes, se los plantea J.C. Rodríguez en la obra citada.
Por ahora, tan sólo me limito a transcribir un pasaje que se refiere al prólogo de la segunda parte y que, en este caso, complementa la lectura de Antonio Sánchez sobre la crítica de Cervantes al llamado Avellaneda:

[
Cita:
Esto es lo que tiene que decir respecto al libro:sólo desprecio pues se trata de una falsificación ya desde su nacimiento. Pero sí que tiene que esablecer otra línea de defensa respecto a la atauqes que Avellaneda ha dedicado al "hombre" Cervantes. Casi con setenta años, obviamente, no le gusta que Avellaneda lo menosprecie como viejo u por supuesto mucho menos le gusta que le haya llamado manco. Sólo que la dfensa no pude ser más genial, puesto que Cervantes júega con la contigüidad (la metonimia) que le permite "trasaladar" su mano inútil por la guerra hacia todas las manos inútiles ante el paso del tiempo. ¿Qué mano puede detenerlo? O como dice, en estricto, Cervantes:"Como si hubiera en mi mano detener el tiempo"(...) Pero después de esta genialidad básica (ser capaz de trasladar el insulto desde lo personal a lo general, con lo cual el insulto se vuelve contra quien lo ha lanzado), Cervantes va a prosefir su defensa. Ahora va a utilizar el mismo procedimiento sólo que a la inversa. En vez de ir de lo particular a lo general, ahora va de lo general a lo particular:lo más serio que la Corona o el Imperio tienen es precisamente su ejército. Ese es su verdadero sostén hacia fuera, y sin el ejército (sin su Armada y sus Tercios), el Imperio Hispánico no existiría. Pero olvidarse de un soldado "de verdad", de un soldado realmente herido en una batalla decisiva, suponía en el fondo algo absolutamente intolerable. Reírse de uno que había luchado hasta casi la muerte, implicaba reírse de todos los que habían luchado y seguían luchado, reírse de la columna vertebral de la Corona. (...) Cervante se ha defendido como hombre, pero desdobla la respuesta a los insultos defendiéndose también como escritor. Y lo dice claro como el agua: los libros hay que escribirlos, hay que hacerlos. Y ahí no cuentan las canas sino la inteligencia: "Y háse de advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse con los años".
Juan Carlos Rodríguez pp. 451-452
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Antonio Sánchez Martínez



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Mensajes: 339
Ubicacin: Rivas Vaciamadrid (España)

MensajePublicado: Vie Feb 11, 2005 6:31 pm    Ttulo del mensaje: El Sepulcro de don Quijote y el ortograma de España Responder citando

Acabo de releer <<El Sepulcro de don Quijote>> de Unamuno (que, según creo, parte la famosa metáfora de Costa respecto al sepulcro del Cid), y me parece que ya contiene muchas de las ideas que expresa Gustavo Bueno en <<España frente a Europa>>, según las entiendo yo (en El Catoblepas 35). Aquí se ve claramente la idea de Imperio Metapolítico en la locura de D. Quijote, necesaria para afrontar un presente lleno de contradicciones e injustitas (<<diapolíticas>>), muchas de ellas resolubles con proyectos <<locos>> (no acomodaticios respecto al statu quo), pero que precisan de una gran prudencia (filosófica) . Unamuno no acaba de utilizar un lenguaje tan definido (política y filosóficamente) como Bueno (de ahí su insistencia en mirar la <<intrahistoria>>…), pero creo que las claves son paralelas para entender la Idea de Persona –su independencia o soledad, no separabilidad, a través de conexiones sinecoides con cualquier miembro de la sociedad de personas- y la idea de Imperio filosófico –por la mediación necesaria del imperio metapolítico-. Creo que el <<regeneracionismo>> de Unamuno, o de Ramón y Cajal, se mantiene dentro del ortograma filosófico-politico del Imperio español, de la Idea transcendental de España, no como el de Costa (muy <<pragmático>>)y, sobre todo, como el de ciertas izquierdas <<antiespañolas>>.
El texto es antológico y puede encontrarse en http://www.lakermese.net/cartonero25.html
Un cordial saludo. Antonio Sánchez
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Pedro Insua Rodríguez



Registrado: 09 Oct 2003
Mensajes: 279
Ubicacin: Madrid

MensajePublicado: Dom Dic 04, 2005 7:08 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Estimados contertulios:
He aquí el programa, así como los resúmenes de las ponencias, de las Jornadas organizadas por la SAF dedicadas al Quijote. Lo cuelgo con el ánimo de que algún contertulio que haya asistido nos cuente algo del trascurso de tales Jornadas.
Cita:
Programa de las jornadas:
“Bases y claves histórico-filosófico-políticas en El Quijote”.
(En el 400 aniversario de la publicación de su primer volumen)
Lugar: Auditorio “Príncipe Felipe”, Oviedo. Segunda Planta. Salas 1 y 2.
Fechas: 23, 24 y 25 de noviembre de 2005, de 16:30 a 22 horas.
1ª Jornada: Cervantes y El Quijote
Miércoles, día 23 de noviembre de 16:30 a 22 horas
16:30h. Inauguración de las Jornadas: Emilio Jorge González Nanclares, Presidente de la
Sociedad Asturiana de Filosofía y Autoridades Competentes.
17:00h. Manuel Fernández Álvarez, Catedrático Emérito de la Universidad de Salamanca y
miembro de la Real Academia de la Historia. “Cinco tesis sobre los sueños de Cervantes”.
Presenta Josefina Velasco Rozado.
18:15h. Josefina Martínez Álvarez, Catedrática de Lengua Española de la Universidad de
Oviedo. “El Español en tiempos de Cervantes”. Presenta Marcelino Javier Suárez Ardura.
19:05h. Emilio Martínez Mata, Profesor de Literatura Española de la Universidad de Oviedo.
“El cambio de interpretación del Quijote: de libro de burlas a obra clásica.”. Presenta Miguel
Alarcos Martínez
19:55h. Francisco García Pérez, Catedrático de Literatura de Enseñanzas Medias,
Coordinador del Suplemento Cultural de La Nueva España y Doctor en Filología. “El Quijote
como juego”. Presenta Pelayo Pérez García.
20:45h. Descanso
21:00h. 1ª Mesa-Coloquio: Cervantes y El Quijote. Modera: Pelayo Pérez
2ª Jornada: La Realidad y Don Quijote
Jueves, día 24 de noviembre, de 16:30 a 22 horas
16:30h. Ricardo García Cárcel, Catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma
de Barcelona. “La España del Quijote”. Presenta Manuel Fernández Álvarez.
17:45h. Alberto Hidalgo Tuñón, Titular de Sociología del Conocimiento de la Universidad de
Oviedo. “El conflicto de los mundos sociales en Don Quijote”. Presenta Caterina Pons Pons.
19:00h. Fernando Pérez Herranz, Profesor Titular de Filosofía de la Universidad de Alicante.
“Don Quijote y Sancho: el diálogo del guerrero”. Presenta Silverio Sánchez Corredera.
20:15h. Descanso
20:30h. 2ª Mesa-Coloquio: La Realidad y Don Quijote. Moderan: Caterina Pons y Silverio
Sánchez
3ª Jornada: Filosofía y Quijote
Viernes, día 25 de noviembre, de 16:30 a 22 horas
16:30h. Elena Cantarino Suñer, Doctora en Filosofía e investigadora de la Universidad de
Valencia. “El Quijote y El Criticón: engaño y desengaño”. Presenta: Fernando Pérez Herranz.
17:45h. Marcelino Javier Suárez Ardura, Profesor de Historia en Enseñanzas Medias y
Licenciado en Filosofía. “Varias tesis materialistas sobre el Quijote de Cervantes”. Presenta
Emilio Jorge González Nanclares
19:00h. Gustavo Bueno Martínez, Catedrático Emérito Honorífico de Filosofía de la
Universidad de Oviedo. “Don Quijote, apología de las armas”. Presenta Román García
Fernández.
20:15h. Descanso
20:30h. 3ª Mesa-Coloquio: Filosofía y Quijote. Modera: Jorge González
21:30h. Clausura de las jornadas. Autoridades competentes.
RESÚMENES:
1ª Jornada: Cervantes y El Quijote
Cinco tesis sobre los sueños de Cervantes. Manuel Fernández Álvarez, Catedrático Emérito de la
Universidad de Salamanca y miembro de la Real Academia de la Historia.
El tiempo de Cervantes es en gran medida el de Felipe II. Un inicio deslumbrante. Un final decadente.
Una historia, como la de todas las épocas de nuestra dolorida Europa, cargada de guerras constantes
y paces efímeras. Miguel de Cervantes, el hombre entre dos siglos, de vida desvencijada, que se
fué cargando de desventuras conforme se cargaba de años, y que murió pobre, hizo literatura hasta de
su propia muerte. Cervantes quiso ser el nuevo gran poeta, en un sueño roto por una malhadada reyerta.
Quiso luego ser el buen soldado y estar presente en las grandes gestas del Imperio Español; sueño
desbaratado por las naves argelinas que le apresaron. Más tarde, más viejo, quiso ser dramaturgo célebre
festejado; pero un vendaval popular con nombre propio se lo impidió. También, en privado, quiso
convertirse en padre de familia respetable y respetado, pero se topó con la cárcel. Y finalmente anheló
la fama; la fama le alcanza por una ‘obrita’ en principio; pero es una fama postrera, solo entrevista
al final de su vida. Su obra escrita se convierte en recurso ineludible del conocimiento de su historia y
de la Historia. Aquel joven poeta que después quiso ser capitán de los tercios viejos del Imperio
Español, que más tarde tantearía el mundo de la farsa, acabaría siendo finalmente el autor de un ‘cuento’
que se convertiría en la pieza cumbre de la Literatura Universal: “Don Quijote de la Mancha”, que
le transformaría a él en el Príncipe de las Letras.
El español en tiempos de Cervantes. Josefina Martínez Álvarez. Catedrática de Lengua Española de
la Universidad de Oviedo.
Es bien sabido que Cervantes se acercó a la vida literaria coyunturalmente, a fin de allegar recursos
para su quebrantada economía, después de probar suerte en actividades de toda laya.
En 1585 publicaba su Galatea, pero hasta 1605 en que aparece publicado el primer volumen del
Quijote se dedica a otras empresas que sin duda le parecerían más lucrativas, como la de agente y comisionista,
de las que vivió en esos años. Sólo al final de su vida arreció su actividad literaria.
Oficialmente el Quijote no salió a la luz pública hasta principios de 1605, impreso en Madrid por
Juan de la Cuesta; pero ya en 1604, mucho antes de su publicación, fue conocido de no pocos.
La vida y obra de Cervantes transcurren, pues, entre los siglos XVI y XVII (1547-1616), coincidiendo
con los reinados de Felipe II y Felipe III y es, en estos siglos cuando el castellano se convierte
en la lengua general moderna que llamamos español. Trataremos de examinar los rasgos lingüísticos
que la caracterizan, como consecuencia de las modificaciones que, a lo largo de esos siglos, ha
sufrido el viejo y apartado dialecto castellano nacido en la antigua Cantabria.
Por ello, me interesa subrayar en esta charla, que la lengua del Quijote, el libro más universal de
todos los tiempos, está escrito en ESPAÑOL y que el español es, por tanto, la lengua de Cervantes, la
lengua en la que se expresaron también Garcilaso, Luís de León, Santa Teresa, San Juan de la Cruz,
Lope, Góngora, Quevedo, Calderón, Gracián... etc., etc., y no castellano, término utilizado sesgadamente
en los tiempos que corremos y a menudo, con perversas connotaciones políticas.
El cambio de interpretación del Quijote: de libro de burlas a obra clásica. Emilio Martínez Mata. Profesor
de Literatura Española de la Universidad de Oviedo.
A pesar de la pronta popularidad de sus personajes, en el siglo XVII el Quijote no fue percibido
más que como una obra de burlas, y su autor no pasó de la consideración de un autor menor, por mucho
que hoy nos pueda sorprender. Con ligeras diferencias, esta situación se reproducía también en las
naciones europeas con mayor peso cultural, Francia e Inglaterra, por ejemplo. Tampoco alcanzaría el
Quijote un éxito editorial llamativo, frente a lo que se suele afirmar, no es hasta el siglo XVIII cuando
sus personajes se convirtieron en los más conocidos de la literatura española. El cambio interpretativo
– y de valoración de la obra – se produce a comienzos del XVIII fuera de nuestras fronteras, sin que
los españoles llegaran a percibir los méritos que explicaban el gran éxito alcanzado en la Europa del
Siglo de las Luces. Ese cambio no se explica únicamente por las transformaciones ideológicas y culturales
que se producen en ese periodo: fueron los factores específicos los que, en este caso, resultaron
determinantes.
El Quijote como Juego. Francisco García Pérez. Catedrático de Literatura de Enseñanzas Medias,
Coordinador del Suplemento Cultural de La Nueva España y Doctor en Filología.
Son muchas las interpretaciones de El Quijote que se acercan a esta novela desde terrenos filológicos,
filosóficos, psicologistas, históricos, olvidándose en tantas ocasiones de que se trata de una obra
de ficción, perteneciente, por tanto, al dominio de la Literatura. No sólo es lícito tratarla, entonces,
como tal producto literario, sino hasta necesario, pues sólo de ese modo escucharemos fielmente lo que
Cervantes escribió y quiso que leyéramos.
Siguiendo, ya desde el título de la ponencia, las tesis al respecto de Gonzalo Torrente Ballester y
apoyándose sólo en el texto cervantino, se intentará develar algunos aspectos de la presunta locura de
don Quijote, de su relación con el mundo que le rodeaba y, sobre todo, de demostrar que emprendió su
aventura como un juego en el que la realidad, de la cual era muy consciente, había de plegarse a sus
deseos caballeriles.
Se trata, pues, de una lectura de El Quijote basada sólo en su texto, en aquello que dicen sus personajes
y en aquello que cuentan las voces narrativas que registran la historia del hidalgo.
2ª Jornada: La Realidad y Don Quijote
La España del Quijote. ”Ricardo García Cárcel, Catedrático de Historia Moderna de la Universidad
Autónoma de Barcelona.
En la ponencia se examina la realidad de la España de Cervantes, poniendo el acento en la transición
de los siglos XVI al XVII: de Felipe II a Felipe III, del trascendentalismo mesiánico del primero
al relativismo del segundo, de los héroes a los supervivientes, de la guerra a la paz, del barroco-limpieza
de sangre al honor-opinión, de la codificación de las obligaciones femeninas a los primeros signos
de la liberación de la mujer… Pero al mismo tiempo, se analiza el concepto de España que emana
de la obra cervantina: el uso de la palabra España y españoles, su visión de la unidad y la pluralidad,
la actitud ante las lenguas y, sobre todo, su mensaje sobre Cataluña en el episodio final. Por lo tanto,
la ponencia se centra tanto en la realidad histórica española como en la representación de la misma que
se refleja en su obra literaria, particularmente en el Quijote.
El conflicto de los mundos sociales en El Quijote. Alberto Hidalgo Tuñon. Titular de Sociología del
Conocimiento de la Universidad de Oviedo.
Frente al tópico interpretativo de distinguir entre el mundo ideal e irreal de la fantasía de Don
Quijote y el «mostrenco mundo real de la vida cotidiana», en el que habita Sancho Panza, se muestra
aquí que el verdadero «conflicto filosófico» no se produce entre esos dos planos debido a la «locura»
del Caballero de la Triste Figura que acomodaba en su mente con «mucha facilidad» todo lo que veía
«a sus desvariadas caballerías y malandantes pensamientos» (c. XX, p. 206), pues ambos mundos contienen
experiencias que los trascienden, al referirse a otros ámbitos de realidad no compatibles con ninguno
de ellos. Hay en la obra de Cervantes más de media docena de subuniversos de significado que
chocan entre si cuando esas experiencias compartidas rompen la coherencia interna de alguno de ellos.
Ahora bien, mientras estos distintos mundos pueden conjugarse mediante distintos esquemas de reducción,
absorción, yuxtaposición, alcanzando a veces la más «íntima articulación» diamérica (como en
el episodio de los mazos de batán), la trama de la novela se sostiene. En realidad, la novela consiste en
la construcción de esos distintos universos de discursos coherentes para los que el propio Cervantes
pide «el mismo créditos que suelen dar los discretos a los libros de caballerías» (c. LII p. 576). El verdadero
conflicto de los mundos en el Quijote se produce al final cuando el personaje descubre que ha
sido víctima de la «tentación trascendental». La interpenetración diamérica con Sancho llega a su cenit
cuando la aventura del Clavileño prueba que todos mezclan elementos oníricos con realidades de la
vida cotidiana, de modo que solo la fe mutua en los términos de realidad del Otro garantiza la comunicación.
Semejante descubrimiento no sólo colapsa la conciencia psicológica de Don Quijote - que se
convierte en «conciencia des-dichada», según la figura de Hegel -, sino también su conciencia moral.
Y cuando Alonso Quijano descubre que ha «faltado a la verdad», se vuelve «cuerdo» y su ontología se
desvanece.
Don Quijote y Sancho: el diálogo del guerrero (introducción filosófica a la nematología del caballero cristiano).
Fernando Miguel Pérez Herranz. Profesor Titular de Filosofía de la Universidad de Alicante.
No deja de ser curioso que hubieran de pasar dos siglos para que Don Quijote de la Mancha empezara
a leerse como una obra con enjundia filosófica. Pues, aunque a Baltasar Gracián le sirviera de
modelo para su Criticón, el jesuita aragonés no quiso concederle gracia alguna. Ha sido necesario que
Américo Castro reconociese el sustrato filosófico que comporta el gran libro cervantino para abrirnos
las puertas a una lectura filosófica. Amparándome en esta libertad de interpretación, trataré de justificar
en esta conferencia una hipótesis menos atrevida de lo que pudiera parecer en un principio: Que
Cervantes escribió un diálogo a la manera platónica, poniendo en cuestión las opiniones y creencias
(nematologías) de las instituciones de su época. Y precisamente un diálogo que el maestro de maestros
nunca escribió: El «diálogo del guerrero». Pero si Platón no lo escribió, hay que suponer que fue porque
no se lo impusieron las cosas mismas, que no había guerreros fuera de las estructuras del poder.
Mas ¿cómo podía ser posible siquiera pensar algo así? La única repuesta lógica es que pudiera considerarse
la Idea del Guerrero como una figura ajena a Grecia y situar a Aquiles, a Temístocles o a
Pericles más cerca de la soberanía que de la milicia. Lo que nos lleva a imaginar la figura del Guerrero
vinculada al cristianismo medieval. Pero el Guerrero o Caballero cristiano contradice la buena nueva
que trae Jesucristo: «Amáos los unos a los otros». ¿Cómo se supera esta contradicción? Mediante la
conjugación de argumentos y acciones. Cervantes otorga la voz al Caballero cristiano - parte pudenda
del cristianismo -, a la vez que instaura la moderna Razón Práctica. No sólo da buenas y coherentes
razones a favor del Caballero cristiano, sino que las pone a prueba en el campo de combate que es el
mundo de las injusticias, de la explotación y de los presidios.
3ª Jornada: Filosofía y Quijote
El Quijote y El Criticón: engaño y desengaño (algunas claves sobre la gnoseología, la moral y la política del
Barroco). María Elena Cantarino Suñer. Doctora en Filosofía e investigadora en la Universidad de
Valencia.
«Varias y grandes son las monstruosidades que se van descubriendo de nuevo cada día en la
arriesgada peregrinación de la vida humana. Entre todas, la más portentosa es el estar el Engaño en
la entrada del mundo y el Desengaño a la salida; inconveniente tan perjudicial que basta echar a perder
todo el vivir»
El engaño y el desengaño son tópicos del Barroco español presentes en la literatura ascético-moral,
filosófica y política de ese siglo. Algunas interpretaciones ponen el origen de los mismos en la filosofía
neoestoica - que impregnara el pensamiento de los siglos XVI y XVII -; otros creen que son producto
de la crisis política, social y económica de la época; pero, aunque producto de estos factores, no
es menos cierto que ambos responden también a una nueva visión y percepción de la realidad más crítica
que desconfía de los sentidos, de las leyes y de los valores otrora aceptados incontestablemente por
la fe y ahora contestados por la razón que busca en las leyes de la naturaleza la explicación de cuanto
ocurre. El Quijote y El Criticón, nos permiten, a través de la arriesgada peregrinación de sus protagonistas
- héroes y antihéroes de la vida -, descubrir y describir (para definir) algunas de las claves del
pensamiento barroco sobre realidad y ficción, esencia y apariencia, naturaleza y artificio, heroicas
empresas y ridículas proezas en los ámbitos gnoseológico, moral y político.
Varias tesis materialistas sobre el Quijote de Cervantes. Marcelino Javier Suárez Ardura. Profesor de
Historia y Licenciado en Filosofía.
El Quijote de Cervantes es, sin duda, una obra de arte y, en cuanto tal, hay que reconocer su carácter
sustantivo, su condición de estar ofrecida a la representación. Pero el reconocimiento de que esto
sea así no es óbice para su interpretación en tanto que discurso filosófico. Es, pues, posible pensar que
la “arquitectura poética” del Quijote entraña, de forma constitutiva, la ordenación de un discurso que
no es independiente de determinadas Ideas: de un edificio también filosófico. Es imposible entender el
Quijote sin las ideas de Verdad, Filosofía, Locura, Viaje, Secreto... En ello estuvo Cervantes, obrando
un “ingenio” que hoy se reconoce como universal. Nuestra exposición pretende realizar varias “prospecciones”
sobre algunos de estos problemas, intentando más barajar ciertas teorías y opiniones que
ofrecer resultados incomparables y originales
Don Quijote, apología de las armas. Gustavo Bueno Martínez, Catedrático Emérito Honorífico de
Filosofía por la Universidad de Oviedo.
El Quijote parece ser una obra inaudita en tanto que soporta diferentes interpretaciones, que aun se
presentan como opuestas. Sería legítima una interpretación alegórica del Quijote sin que esto signifique,
como hacen muchos filólogos, una reducción del mismo al plano del imaginario. Generalmente
las interpretaciones se mueven en el dualismo de los dos protagonistas principales Don Quijote y
Sancho, dejando de lado la evidencia según la cual la estructura lógica de la construcción de los personajes
es más bien una terna, como lo prueban los agrupamientos de los mismos: Don Quijote, Sancho
y Dulcinea o Don Quijote, el cura y el barbero, etc. Ello demostraría que las teorías de los filólogos
caminan por otras veredas. Con relación a la guerra y la paz, habrá que decir, contra quienes ven en el
Quijote un alegato del pacifismo y la tolerancia, que su mensaje es que sin armas no se puede vivir; así
habría que interpretar el discurso de las armas y las letras o la misma muerte de Alonso Quijano tras
colgar su arnés.

Saludos,
Pedro Insua
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Íñigo Ongay de Felipe



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MensajePublicado: Lun Dic 05, 2005 4:45 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Estimados:

Como complemento a la información positiva aportada por Pedro Insua, y a lo que sobre dichas jornadas puedan agregar los contertulios que viven en Asturias, yo creo que es interesante tener presente el último rasguño de G. Bueno... no digo más

http://nodulo.org/ec/2005/n046p02.htm
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Rufino Salguero Rodríguez



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MensajePublicado: Mie Dic 07, 2005 5:25 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Estimados amigos:
No puedo estar de acuerdo con algunas de las consideraciones que Gustavo Bueno vierte en el siguiente párrafo del último rasguño al que se refiere Íñigo en su anterior mensaje:
Cita:
Otro ejemplo de la acción corrosiva del humanismo metafísico, y de no menor actualidad, porque él da cuenta del enfrentamiento entre las asociaciones que agrupan a las Víctimas del Terrorismo (a las víctimas de ETA) por un lado y las asociaciones que agrupan a los Afectados por el 11M, por otro. En vano pretenderán los humanistas metafísicos (que parecen haber tomado las riendas del actual gobierno de España) equiparar a estas dos clases de víctimas como «víctimas de un terrorismo cuyos crímenes han de entenderse como crímenes contra la Humanidad». Porque ETA no asesina a sus víctimas «por ser hombres», sino por «ser españoles», con nombre y apellidos. Es inadmisible suponer que se ha dicho todo al afirmar que ETA ha delinquido por atentar contra los Derechos Humanos. ETA está atentando contra los españoles, y sus delitos son políticos antes que éticos. En cambio los afectados por las terribles bombas del 11M no tienen nombre, fueron víctimas aleatorias, escogidas dentro del «Género humano», como pudieran serlo las víctimas de un descarrilamiento fortuito de trenes. Y en ningún caso fueron víctimas por su condición de españoles, sino a lo sumo por su condición (compartida con franceses, ingleses, italianos, belgas o alemanes) de «cafres», de «infieles», de gentes integradas en un país infiel que Al Qaeda reivindica para el Islam, y que no sólo es Al Andalus, sino Al Andalus juntamente con otros países europeos. La calificación de los crímenes de ETA como crímenes contra la Humanidad, propia del humanismo metafísico, al que se adhiere gustosamente gran parte de la Iglesia Católica, resulta tener así un marcado signo antipatriótico, y es una coartada de los secesionistas vascos (que muchas veces son también humanistas cristianos).



Especialmente no puedo estar de acuerdo con la apreciación de que las víctimas del 11M "fueron víctimas aleatorias, escogidas dentro del "Género Humano", pues si para el materialismo el "Género Humano" no existe como tal, tampoco en este caso, y ni siquiera emic, como se encarga luego el propio Gustavo Bueno de señalar. Mucho menos afortunada, me parece, es la analogía que establece Bueno entre las víctimas del descarrilamiento de un tren y las vícitimas del 11M, pues en el primer caso las responsabilidades éticas, pero también políticas, sólo pueden ser indirectas, pero no en el segundo caso.
Es verdad que Bueno matiza, aunque yo más bien diría que contradice lo anterior, al afirmar que las del 11M fueron víctimas a lo sumo en condición de "infieles" o "cafres", pero no de españoles. Sin embargo, y siguiendo con el argumento que Gustavo Bueno ofrece en el resto del artículo, habría que afirmar que esa condición de "infieles", aunque les distingue de las víctimas de ETA, y hay que reconocer que este es el argumento "fuerte" de Bueno que acato plenamente (no se pueden equiparar políticamente las víctimas de ETA y las del 11M), aunque les distingue, decía, no por ello esas víctimas son sólo éticas, pues ser "infiel" es también uno de los términos medios que hay entre el "Género Humano" y las características particulares. Uno de esos términos medios que el "Humanismo metafísico" hace desaparecer, como certeramente denuncia el artículo. Incluso desde el Islam se podría decir que "Europa" no deja de ser uno de esos términos medios. La cuestión es, ¿siempre hay que primar el término España, indepenientemente de los casos que analicemos?

Un saludo
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Joaquín Robles López



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Mensajes: 275
Ubicacin: Caravaca (España)

MensajePublicado: Mie Dic 07, 2005 6:27 pm    Ttulo del mensaje: matices importantes Responder citando

Creo que se equivoca Rufino en su interpretación de lo escrito por Bueno. Muy principalmente porque la comparación entre los afectados por un descarrilamiento de trenes y los del 11M que hace Don Gustavo sólo se refiere a su carácter aleatorio y no a otras consideraciones, que saca a colación Rufino, como la "responsabilidad del autor" (directa o indirecta). A mi juicio, lo que muestra Bueno es la diferencia entre las víctimas de ETA (seleccionadas por su condición de españoles) y las del 11M que, en modo alguno, resultan de la selección "por nacionalidad" (incluso cabría dudar de la condición de "infieles" de la totalidad de quienes iban en los trenes pues algunos eran musulmanes, al parecer) cosa que, por lo demás, Rufino asume completamente (como tesis fuerte).
Respecto a la frase "escogidos de entre el "Género humano" " hay que anotar que tiene un sentido metafórico: primero, porque, obviamente, no se "escoge", más que en sentido figurado, a quien sufre un accidente, como tampoco se "escogió" a los viajeros de los trenes. Segundo, porque quienes padecieron el atentado "no tienen nombre" (que naturalmente que tenían; lo que pasa es que el nombre no es relevante para este tipo de análisis: otra cosa es que en aquellos programas conmemorativos, precisamente, se incida en los nombres propios y en sus vidas y negocios particulares para exacerbar los aspectos éticos del asunto). El terrorista musulmán abstrae nombres, apellidos, nacionalidad e incluso religión -parcialmente, al menos- y, por tanto, se mueve en una plataforma abstracta: la de un género humano que debe subordinarse a la sharia en su totalidad. Ahora bien: la cosa cambia para quienes mantienen la tesis de que el atentado se produjo por la participación española en la guerra del Irak. Entonces ya no se podría evacuar la nacionalidad de las víctimas. Y aun más: si la ETA, o algún servicio de espionaje, están detrás del 11M, también cambia sustancialmente todo el asunto. Pero desde las premisas desde las que razona Gustavo Bueno (el atentado es un jalón más de la yihad islámica) su análisis no puede ser más atinado.
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Jesús González Maestro



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MensajePublicado: Jue Feb 02, 2006 3:24 am    Ttulo del mensaje: El Quijote y el MF Responder citando

He estado leyendo los comentarios vertidos sobre el Quijote desde el materialismo filosófico y, en general, salvo casos puntuales, no me ayudan demasiado ni a interpretar el Quijote ni a saber cómo desde el materialismo filosófico se puede interpretar la literatura. Tiende a ser utilizada la obra como pretexto de interpretación contemporánea. Bien, es un objetivo decisivo, pero no agota todo lo que hay que saber y plantear. Sí he leído un texto, no recuerdo ahora el nombre de su autor, que apuntaba algo bastante más sustancial que otros. Me refiero a la dialéctica entre la ontología y la gnoseología del Quijote. ¿Alguien querría continuar por esa línea? ¿En qué medida el materialismo filosófico puede utilizarse como método de interpretación literaria? Hay una gran destreza en su aplicación al estudio de los objetos físicos, pero, ¿qué decir de la literatura? ¿Es posible un estudio científico de la literatura? ¿Es aceptable la idea de que los materiales literarios pueden cerrarse en una categoría? ¿Cómo determinar cuáles son los materiales literarios? Resueltas estas y otras cuestiones, quizá pueda desarrollarse una interpretación del Quijote desde el MF. Y sobre la literatura. Son todo oídos y ojos. Los trabajos publicados recientemente en El Catoblepas son interesantes, pero no me explican los fundamentos por los que pregunto.
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Martín González Martínez



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MensajePublicado: Jue Feb 02, 2006 9:41 am    Ttulo del mensaje: Don quijote y <<El Quijote>> Responder citando

Creo que Jesús González se plantea un problema que va más allá del tema de este hilo de discusión, no en balde situado en el foro <<España>>. Jesús reclama un comentario del texto literario <<El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha>>; pero aquí se discute, me parece, sólo sobre la sustantividad política de la obra: tema, argumento y personajes, etc.; y no sobre el objeto estético globalmente considerado, <<El Quijote>> como obra de arte sustantiva en todo tiempo y lugar. Un saludo.
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Jesús González Maestro



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MensajePublicado: Jue Feb 02, 2006 10:06 am    Ttulo del mensaje: Responder citando

Sí.
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Jesús González Maestro



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MensajePublicado: Jue Feb 02, 2006 10:35 am    Ttulo del mensaje: Responder citando

Sí, en efecto el planteamiento quizá debe situarse en el foro de symploké, pero dado que se habla del Quijote y del MF, aquí introduje mis preguntas. A las que espero encontrar respuesta en alguna parte.
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Íñigo Ongay de Felipe



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MensajePublicado: Lun Abr 03, 2006 8:11 am    Ttulo del mensaje: Responder citando

Estimados:

Recupero esta línea de discusión, para insertar un artículo de gran interés que ha publicado nuestro contertulio y amigo Jose Manuel Rodríguez Pardo en su sección de El Minuto Digital:

Cita:
Las armas y las letras


El año 2005 fue, ante todo, el pedante y estúpido año Quijote, en el que quienes jamás leyeron a Cervantes usaron de diez líneas diarias para justificar su pacifismo y su panfilismo. Ya fuera la justificación de la huida de Iraq reivindicada por nuestro Sancho Panza particular, José Bono, o la alianza de civilizaciones, Alonso Quijano se convirtió en refugio de espíritus biempensantes, en un personaje universal válido para toda época, adalid de nuestra democracia consensuada. Como remate, los historiadores patrios, caso de Manuel Fernández Álvarez o Ricardo García Cárcel, dibujaron un Cervantes desengañado de su vida, crítico con la guerra y pesimista en grado sumo respecto a España.

Sin embargo, flaco favor realizan estos sujetos al caracterizar de esta guisa a quien dedicó buena parte de su vida a combatir por España. Cervantes, lejos de ser un defensor del pacifismo, fue soldado antes que escritor, vencedor en Lepanto y prisionero en Argel. En El Quijote el propio Cervantes presume de haber luchado contra el turco en Lepanto y defiende el vivir velando armas, como Don Quijote, consciente de las amenazas y los peligros que acechan a España. Entre ellas, a comienzos del siglo XVII, la de los piratas musulmanes que tenían en los moriscos españoles toda una quinta columna, motivo de su expulsión por Felipe III. Musulmanes que parecen seguir dispuestos en pleno siglo XXI a ser una amenaza para España, como ya señalamos en otros artículos. Si algún valor tiene la obra de Cervantes para un español actual, es para vivir con las armas en punta, dispuesto a enfrentarse a quienes amenazan a España, como señala Gustavo Bueno en España no es un mito.

Y es que son las armas quienes hacen valer las leyes, en contra del pacifismo bienintencionado e ingenuo imperante en nuestra sociedad. Dice Cervantes en el Discurso de las armas y las letras, Capítulo 38 de El Quijote: “dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus privilegios y de sus fuerzas”. Quien se niegue a reconocer esta defensa explícita del belicismo en El Quijote, sencillamente es un gran impostor o ha llegado a tal grado de enajenación que no merece ni siquiera nuestro desprecio.

Es sintomático que nuestros políticos, exhibiendo manos blancas y buen talante frente al terrorismo independentista, censuren a los militares que piden intervenir para frenar posibles rupturas de la unidad de España, ya sea desde el gobierno cesándoles o desde la oposición amonestando a quien nombra a los militares. El general Mena, auténtico espejo de la nación española, recordó en su discurso del 5 de enero la superioridad de las armas frente a las letras, y quienes se consideran defensores de la unidad de España y han censurado las afirmaciones de Mena demuestran una actitud hipócrita y falsa. Vendidos los españoles por unos políticos incapaces de tomar decisiones por sí mismos y que aman más las letras que las armas, con este espíritu gremial y burocrático y tan poco quijotesco sólo pueden llevar a España al desastre y la desaparición.



Me permito subrayar la siguiente frase de Jose Manuel:

Cita:
Es sintomático que nuestros políticos, exhibiendo manos blancas y buen talante frente al terrorismo independentista, censuren a los militares que piden intervenir para frenar posibles rupturas de la unidad de España, ya sea desde el gobierno cesándoles o desde la oposición amonestando a quien nombra a los militares


Muy certero evidentemente, los "dos partidos nacionales" tienen por supuesto su responsabilidad causal sobre lo ocurrido... pero, ¿ se deduce de aquí que los dos lo tengan por igual?. Lo que en todo caso está cada vez más claro es que la "solución" si es que viene, no va a provenir de ninguno de ellos.
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Jesús González Maestro



Registrado: 20 May 2005
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MensajePublicado: Lun Abr 03, 2006 12:38 pm    Ttulo del mensaje: Las armas y las letras en Cervantes Responder citando

La dialéctica de las armas y las letras está muy presente en toda la obra de Cervantes. Y lo está como dialéctica, como dialéctica que no lleva en el desenlace de sus obras literarias a ninguna síntesis. Una de las obras dedicadas específicamente al planteamiento dialéctico entre armas y letras es El licenciado Vidriera. La ironía cervantina no se manifiesta, en este caso, mediante palabras, como sucede en el Quijote (I, 37), sino mediante la composición de la fábula. Es decir, Cervantes sustituye la ironía de la lexis por la ironía de la inventio a la hora de exponer la dialéctica entre guerra y ley. Se confirma en El licenciado Vidriera el discurso aristotélico frente a la paz erasmista y bobalicona, consensuada hoy día por todo cuanto memo anda suelto, repitiendo las mismas tonterías. En la época en que escribe Cervantes, lo políticamente correcto era ser partidario de las armas para defender la razón de las leyes, aunque esta razón fuera, como lo es y lo ha sido siempre, discutible. (Cervantes no la discute, pero sí la desmitifica.) Al fin y al cabo, sólo se puede discutir lo racional. Lo irracional es, simplemente, inaceptable, y no debe hacernos perder el tiempo. Léase El licenciado Vidriera, y nótese cómo Cervantes construye personajes que han perdido la cordura sin haber perdido nunca la razón. No hay nunca nada irracional en cuanto escrito conservado de Cervantes, a día de hoy. Su literatura es una materia que puede y debe ser analizada mediante conceptos, proporcionados por la Teoría de la Literatura, ciencia categorial ampliada, que se engloba entre las ciencias positivas culturales, y mediante ideas, resultantes del ejercicio de la Crítica de la Literatura, cuyos procedimientos son analógicos a los de la filosofía.
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