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Autor Mensaje
Javier Pérez Jara



Registrado: 16 Oct 2003
Mensajes: 39
Ubicacin: Sevilla

MensajePublicado: Vie Oct 20, 2006 4:13 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

José Manuel sigue empeñándose en ocultar mi argumentación sobre la incompatibilidad del materialismo filosófico con la derecha, encapsulándola, y diciendo cosas sorprendentes, como que yo no hago referencia a la distinción entre implantación política e implantación gnóstica de la Filosofía. Volveré a repetir el resumen de la argumentación:

1) El materialismo filosófico es, como dice José Manuel con toda rectitud, una filosofía políticamente implantada, siguiendo en este punto, como en muchos otros, al materialismo histórico (el «ser social» determina a las conciencias y a los sistemas de ideas).

2) El materialismo filosófico es incompatible con la Derecha, ya sea por su irracionalismo (dado en función del gnosticismo esotérico asertivo o exclusivo), ya por su particularismo (dado en función, contra el socialismo genérico, de ortogramas que sólo buscan el fortalecimiento de una única clase o grupo social, por marginación, en cuanto a privilegios, de otros, o los restantes). Si el gnosticismo esotérico o el particularismo forman notas constitutivas y no meramente contingentes de la Idea de Derecha, y por tanto de las corrientes políticas que en ella se amparan, no cabe disimular la incompatibilidad de ésta con el materialismo filosófico, y mucho menos negarla (y no estoy diciendo que José Manuel haga alguna de estas cosas, simplemente estoy resumiendo y repitiendo mi argumentación).

3) El materialismo filosófico, que es incompatible con la Derecha, es compatible con la Idea funcional de izquierda, cuyos ortogramas se guían por un racionalismo universalista, o de cuño socialista-genérico antignóstico.

4) El materialismo filosófico, por tanto, sería, en principio, virtualmente compatible con corrientes de izquierda política guiadas por ese racionalismo universalista que se enfrenta a las notas constitutivas del Antiguo régimen, y que son incompatibles con el materialismo. Ahora bien, la función izquierda es muy indeterminada, porque hay muchas formas de negar la derecha, y entonces (y contando con el criterio del Estado para hablar de izquierdas políticas) es absurdo pensar que el materialismo filosófico, aun siendo compatible con la función izquierda, va a ser compatible, así como así, con las corrientes de izquierda definidas que se vayan produciendo a lo largo de la Historia (entre otras cosas porque estas corrientes son mutuamente incompatibles entre sí), porque éstas, aunque estén guiadas, en principio, por un «racionalismo universalista», pueden, a su vez, estar llenas de mitos armonicistas, ideológicos, etc., luego el materialismo filosófico, aun siendo una filosofía políticamente implantada, ha de guardar una necesaria distancia con las corrientes de izquierda definida (para lo que primero tiene que analizarlas y triturar sus componentes míticos, monistas, etc.), entre las que destacará, sin embargo, a algunas como más racionales, o menos míticas, que otras.

Cita:
La característica de la «función derecha» quedaría correlativamente constituida por estos dos conceptos: el concepto de «intuicionismo praeterracional» y el concepto de particularismo. Por su componente intuicionista, las «derechas» se autoconcebirán como alternativas políticas prácticas cuyos principios se dicen inspirados en alguna revelación, ya sea dada a una elite, a un pueblo, o a un individuo («genialismo» de Fichte, «individuo carismático» de Weber). Por su componente particularista las derechas se autoconcebirán principalmente como alternativas políticas orientadas al fortalecimiento de un grupo, raza, pueblo o clase social (sin que sea por ello necesario que la derecha haya de considerar a los demás grupos razas o pueblos como «cantidades despreciables») (Gustavo Bueno, «En torno al concepto de “izquierda política”»)


No entraré aquí en que a José Manuel le parezca impertinente señalar que Gustavo Bueno diga que los presupuestos de la derecha son inadmisibles desde el racionalismo filosófico (¿por qué será impertinente?). Diré que apelar al «por Dios hacia el Imperio» o a los tercios de Flandes, o a la escolástica, me parece que es querer confundirlo todo, ocultando en buena medida que el materialismo filosófico no puede tolerar, en lo más mínimo, el gnosticismo esotérico que vertebra la Derecha absoluta; otra cosa es que vea las virtualidades políticas («la mentira política») de determinadas políticas fundamentadas en creencias religiosas (por ejemplo dialécticamente el «por Dios hacia el Imperio» frente al «por el Imperio hacia Dios»), etc., pero eso no significa que no declare con toda rotundidad que la revelación es inadmisible, y que los que la defienden, o son unos impostores, o son unos imbéciles. Lo de la escolástica también es obvio: el materialismo filosófico siempre ha defendido la necesidad de separar los contenidos racionales de los contenidos revelados, y lo que ha defendido es precisamente el carácter filosófico de obras como las Disputaciones metafísicas de Suárez, donde la cuestión de los ángeles, por ejemplo, queda reducida a un plano filosófico (inteligencias separadas que probablemente (sic), existan, ya que es razonable pensar que si existen seres inferiores al hombre, como los animales, los haya superiores). Repito que ver las virtualidades políticas o prudenciales de determinados «contenidos revelados» no significa una disminución de la incompatibilidad del materialismo filosófico con el gnosticismo esotérico de la derecha absoluta, porque la derecha pide que aceptes, «que te tragues con patatas» el gnosticismo esotérico, esto es, que dejes de ser materialista para pasarte a un sistema espiritualista antagónico. Y paso aquí a citar algunos textos de Gustavo Bueno que me parecen pertinentes en esta cuestión, sobre todo para posibles lectores ocasionales de estos foros que no conozcan a fondo las posiciones del materialismo filosófico a este respecto:


Cita:
Aquello que el racionalismo no puede aceptar es la pretensión de algunos hombres (incluso de millones de hombres) de estar en posesión de unas verdades tenidas por sobrerracionales y reconocidas como reveladas, unas verdades que, a la vez, son presentadas como fundamentos de la vida personal y, sobre todo, de la vida civil. Ni tampoco puede el racionalismo aceptar (aunque sea en nombre de un ambiguo agnosticismo) que las «verdades» encerradas en esa revelación deban permanecer fuera del alcance de cualquier análisis racionalista y, por consiguiente, que sus contrafiguras racionales, filosóficas, hayan de que dar sepultadas en la vida privada de cada cual, como una suerte de pars pudenda suya. En realidad lo que debiera quedar sepultado en una vida privada particular sería cualquier contenido de una supuesta revelación que se autodefine como sobrerracional y que no puede, por tanto, si es coherente, ser propuesta o impuesta públicamente. Quien ampara la respetabilidad, sea privada, sea pública, de estas revelaciones, en la forma de la autoridad venerable a través de la cual ellas se manifiesta, no pueden en cualquier caso olvidar que esta autoridad, por venerable que sea, si es sobrerracional, no puede ser tomada como norma de una sociedad civil racionalmente organizada.

El racionalismo no puede aceptar esas revelaciones amparándose en la forma de la autoridad de quienes las conservan o administran: el racionalismo tiene que entrar en la materia misma de esas revelaciones. Y dejando a un lado la forma entrará a analizar sus contenidos, a delimitarlos, no a negarlos a priori, y a estudiar su alcance. (Gustavo Bueno, Discurso pronunciado en el acto de entrega del título de Hijo Predilecto de la Ciudad de Santo Domingo de la Calzada el 10 de mayo de 1997 http://www.fgbueno.es/gbm/gb1997pr.htm)


Cita:
El criticismo materialista no podrá confundirse con el agnosticismo. No sólo porque el agnosticismo no es un término unívoco, salvo que gratuitamente queramos darle un significado convencional, sino porque sus modulaciones son tan heterogéneas que hablar del agnosticismo, en general, pretendiendo derivar consecuencias de esta generalidad, es tanto como confundirlo todo, es tanto como practicar el oscurantismo. En todo caso, el criticismo materialista se constituye no tanto como un agnosticismo, cuanto como un antignosticismo, como un antignosticismo esotérico y también como un antignosticismo teológico-filosófico. El criticismo materialista, característico del materialismo filosófico, puede suscribir plenamente el conocido diagnóstico de Engels: «El agnosticismo es un materialismo (un ateísmo) vergonzante». (Pelayo García Sierra, Diccionario filosófico, Voz Agnosticismo / Materialismo filosófico, http://www.filosofia.org/filomat/df400.htm)


Cita:
El racionalismo, como componente de la característica de la función «izquierda» implica, negativamente, la exclusión de todo principio revelado de carácter praeter racional; y positivamente, el entendimiento de la racionalidad como una característica vinculada a los sujetos corpóreos operatorios (antes que a las mentes-espíritus, o incluso a los cerebros dotados de «facultades emergentes superiores»). Es decir, al logos inherente a las estructuras mismas de las construcciones con cuerpos llevadas a cabo por los sujetos operatorios. (Gustavo Bueno, «En torno al concepto de "izquierda política"»)



Cita:
Si faltase alguno de los componentes (racionalidad, universalidad) del polígono de fuerzas cuya resultante venimos considerando como la característica de la función izquierda, la función misma se desvanecería. Un partido, grupo o individuo que enarbola la bandera de la racionalidad, pero la reduce a propiedad de una elite, de una raza o de una cultura, no podría ser considerado de izquierdas. Un partido, grupo o individuo que enarbola la bandera de la universalidad o del socialismo, pero como efecto de una inspiración divina (como es el caso de algunas repúblicas islámicas de nuestros días), tampoco puede considerarse de izquierdas, según la definición de la característica de la «función izquierda» propuesta. (Gustavo Bueno, Ibíd.,)



Cita:
Desde nuestras coordenadas, tenemos que rechazar la posibilidad de reconocer izquierdas cristianas o izquierdas musulmanas: la racionalidad inherente a la izquierda excluye corrientes que se guían por revelaciones sobrenaturales o praeternaturales. «Izquierda cristiana» o «izquierda musulmana» son construcciones intencionales que, como «decaedro regular» carecen de realidad efectiva. (Gustavo Bueno, El mito de la izquierda, Ediciones B, Barcelona, 2003, pág. 47)



Cita:
La Idea de izquierda excluye de su campo a los movimientos o ideas guiados por principios no racionales, aunque tengan pretensiones universales, o a los movimientos e ideas guiados por principios no racionales, aunque tengan pretensiones universales, o a los movimientos e ideas racionales, pero que carezcan de pretensiones universales. (Gustavo Bueno, Ibíd.., pág. 49)


Por supuesto, que el materialismo filosófico sea radicalmente incompatible con el particularismo, nota vertebradora de la Derecha absoluta, también me parece que ha sido señalado ya muchas veces; la última en el artículo de Gustavo Bueno «Notas sobre la socialización y el socialismo» de El Catoblepas que ya he citado varias veces. Que la revelación y el particularismo no sean notas específicas del campo político, sino genéricas a otros campos, no significa que cuando se especifican en el campo político (a través del Estado) dejen de ser incompatibles absolutamente con el materialismo filosófico.

Vuelvo a repetir, que quien esté en contra de todo esto, que se enfrente dialécticamente a mi argumentación, pero que no la encapsule, la encubra, o simplemente la oculte. Tampoco que me atribuya cosas absurdas, como parece hacer José Manuel, cuando dice que yo no he distinguido entre implantación gnóstica e implantación política de la filosofía, porque eso es evidentemente falso. Tampoco está nada claro cuando José Manuel señala que «el análisis filosófico se mantiene en otro plano distinto al de las adscripciones políticas» (sic), sobre todo cuando yo lo que he defendido es que el materialismo, aun siendo incompatible con la derecha por su gnosticismo esotérico o por el particularismo, ha de guardar una necesaria distancia respecto de las corrientes de izquierdas definidas. Además, aunque el análisis filosófico se mantuviese a otro nivel de las adscripciones políticas ¿qué significaría realmente esto? ¿Hasta qué punto el «análisis filosófico» del materialismo filosófico está «a otro nivel» de la defensa de la Nación española, o de la condena de tantas y tantas políticas del PSOE? Esta postura me recuerda sospechosamente a la de aquellos que dicen que la defensa de determinadas políticas por parte del materialismo filosófico no obedece a motivos filosóficos, sino ideológicos (y no digo que sea el caso de José Manuel, sino que en su argumentación este punto no está clara). ¿Por qué el materialismo filosófico habría de ser incompatible con políticas del PSOE como la legalización de los matrimonios homosexuales o los estatutos nacionalistas y no con las políticas de derecha, claramente ejercitadas desde presupuestos antagónicos al materialismo filosófico (particularistas o irracionalistas)? De hecho, lo que señaló Gustavo Bueno después de mi comunicación de este año en Gijón («El materialismo filosófico como incompatible desde un plano estructural con toda forma de derecha política») fue precisamente la absoluta incompatibilidad del materialismo filosófico con las revelaciones sobrenaturales, y que, como en las democracias realmente existentes los partidos de izquierda y derecha se ecualizaban, había que buscar e identificar la derecha en otro lado, a saber, el indigenismo y el Islam, y declararlos como completos enemigos del racionalismo materialista.

También parece José Manuel, en su último mensaje, atribuirme que yo estoy, de modo exento, en contra de la nacionalización del petróleo de Bolivia («expíquenos el señor Pérez Jara...»), cuando he dicho en mi mensaje anterior (y paso a pegar), contra el liberalismo, que la socialización de medios de producción fundamentales a manos del Estado constituye una condición prácticamente necesaria para configurar Estados fuertes; la confiscación de determinados medios de producción para que recursos fundamentales (como el petróleo, el gas, la electricidad, etc.) sean manejados por el Estado y no por una entidad extranjera o independiente en mayor o menor grado del Estado, así como una adecuada política de tributación orientada por ortogramas no particularistas (esto es, tributos mínimos para los ricos, con lo que se beneficia a los ricos sobre el resto de la sociedad) son notas necesarias para constituir Estados sólidos, porque para que un Estado sea fuerte, por lo pronto, y aunque sea obvio decirlo, necesita dinero.

Lo que he señalado es que tampoco cabe decir a priori que es buena toda política de apropiación de medios de producción, porque los ortogramas políticos no pueden ignorar a los sujetos operatorios, a sus ritmos y a sus leyes; por ejemplo, podría darse el caso de que los funcionarios a cargo de una empresa nacionalizada, fuesen unos completos ineptos y que dicha empresa fuese a la quiebra, produciendo gravísimos daños a la economía nacional. También señalé que no es descartable a priori que países extranjeros desvíen fondos a otros países «más liberales» (y si José Manuel puede descartarlo a priori, mejor para él). Tampoco puede afirmarse a priori que un Estado que, «de la noche a la mañana», nacionaliza los recursos fundamentales vaya a tener forzosamente una mejora de su tejido productivo, entre otras cosas porque lo que mejora en buena medida a un Estado es la inversión que su gobierno realiza en plantas productivas, en I+D, en capital humano.
En el sentido de negar que pudiese ser defendible a priori toda política de apropiación de medios de producción puse el fragmento de Gustavo Bueno:

Cita:
Si un Estado está controlado por una oligarquía nacional o multinacional, la izquierda, por su variable socialista, tendrá que orientarse en el sentido de la estatalización de las grandes empresas productoras o comerciales; si el Estado es socialista (en cuanto al control de las grandes fuentes de producción y distribución) la izquierda, por su variable racionalista, y en determinadas circunstancias (en las cuales la socialización burocrática haya conducido a situaciones «irracionales») podrá defender la privatización en algún sentido, precisamente para devolver la posibilidad de que actúen otros mecanismos de la razón dialéctica. (Gustavo Bueno, «La ética desde la Izquierda»)


José Manuel me pregunta también que si no se apropian de dichos medios de producción, que cómo van a configurarse Estados fuertes, como si yo hubiese defendido lo contrario; encima pega un extracto de mi anterior mensaje donde se ve claramente la postura que yo defiendo, y que es precisamente la antagónica del liberalismo y su defensa del Estado mínimo.

Señalar posibles problemas a la nacionalización de determinados medios de producción no es estar contra dicha apropiación; lo que defendí es que consentir perjuicios para España en nombre de la esperanza de que se forma una comunidad hispánica antiliberal guiada por una 7º generación de izquierda me parece bastante discutible y poco razonable, por decirlo suavemente.

La nacionalización de Bolivia perjudica evidentemente a Repsol, empresa española, por lo que también perjudica a España, dado que España, se quiera ver o no, es un país capitalista cuya economía depende en buena medida del «éxito» de sus empresas privadas. Esto no es ya una suposición razonable ni una expectativa, sino una cuestión de hecho: ¿ahora resulta que Repsol no queda perjudicada al arrebatarle Bolivia sus plantas productivas y el control de sus acciones en el país americano? Esto parece un misterio.

Tampoco cabe a mi juicio comparar este caso con el de eOn y Endesa, porque Endesa ya era una empresa española antes de que eOn quisiese comprarla, es decir, que lo que estaba en juego era nuestro propio tejido industrial español, algo distinto de lo que sucede con el caso Repsol en Bolivia; y de cualquier forma, ¿acaso no debemos defender antes los intereses de España por encima de los de Bolivia si éstos últimos nos perjudican gravemente? En ese sentido, el asunto de eOn no hace sino dar más fuerza a este argumento: en la dialéctica de Estados (Alemania con eOn y Repsol con Bolivia) lo que debemos defender son nuestros intereses nacionales, porque desde luego los demás no los van a defender por nosotros y porque, entre otras cosas, lo que ha hecho Bolivia no es solo defender sus recursos sino apropiarse coactivamente del control de una empresa española, que aunque pueda, ad hominem, admitirse como eutáxico para Bolivia, no parece que lo sea para España, la que, repito, es el primer interés político a defender frente a los demás.
El argumento de José Manuel parece ser el siguiente: «si España “se enfada” porque Bolivia le quita medios de producción fundamentales que tenía allí asentados con inversiones multimillonarias, etc., mantiene una política depredadora, porque no está dejando que Bolivia se fortalezca; como lo prioritario es que Bolivia se fortalezca, aun con perjuicio de España, entonces España debe consentir, con buena cara, los daños económicos inflingidos (ya que si no estaría actuando de manera depredadora), todo sea con la esperanza de que se forme una comunidad hispánica fuerte guiada bajo la bandera de una 7º generación de izquierda”. Francamente (y vuelvo a repetir), a mí me parece que si hay que elegir entre los intereses de España y los de Bolivia, hay que elegir sin duda a España; primero porque es la plataforma política donde está implantado el materialismo filosófico (y ahí su férrea defensa de la Nación española), y segundo porque, como dice Gustavo Bueno, Evo Morales es un impresentable (del que ha llegado a decir públicamente cosas como: «desde que este individuo salió disfrazado de Tintín apoyando las revelaciones particulares más repugnantes y ridículas que cabe imaginar, no me importa que haya nacionalizado el petróleo o lo que sea, es un individuo nulo para mí, no quiero saber nada de él», como también ha manifestado su desprecio a políticos como Fidel Castro que no sólo han tolerado, sino fomentado prácticas nauseabundas como en vudú o la santería), y sinceramente, dudo de que con tanta basura ideológica en la cabeza sus proyectos políticos lleguen a buen puerto, pero esto es sólo una sospecha mía que se verá corroborada o no en el futuro, que yo no conozco dado que no tengo ciencia media.

En España frente a Europa se habla de virtualidades y potencialidades innegables, sin duda, pero que no son realmente existentes en el presente:

Cita:
La constitución de una Confederación hispánica o iberoamericana, con un Mercado Común de orden de quinientos millones de personas, es, en cualquier caso, la única alternativa que los pueblos americanos, así como España y Portugal, tienen abierta para «liberarse del Imperio anglo-americano». Y, para España, la única posibilidad de liberarse de la Unión Europea (la única manera de que las organizaciones de agricultores españoles deben de formar frente con los franceses en su oposición al MERCOSUR) reside en la confederación con la América hispánica. No caben otras alternativas, y otra cosa es que sean deseadas o preferidas. Prescindimos aquí, obviamente, de consideraciones relativas a la naturaleza política de esa «Confederación hispánica» (monárquica o republicana, socialista o capitalista, etc.)» (Gustavo Bueno, España frente a Europa, 2000, pág. 388)


Y como condición fundamental:

Cita:
Sólo un Mercado Común de países iberoamericanos, planteado en principio en términos estrictamente económicos, podría avanzar el proyecto hacia una ulterior Confederación de los pueblos iberoamericanos. […] El contenido económico de un Mercado Común, con un Banco Central y una moneda única, presupondría ya, por el simple hecho de mantenerse, la voluntad de una convivencia comunitaria que podía ser capaz de reabsorber muchas divergencias irreversibles que se mantienen en el terreno de los principios. (Ibíd., pág. 389)


De todo esto se podrían señalar varios puntos de vital importancia a mi juicio, por ejemplo:

1) El más obvio es que dicha Confederación no existe hoy por hoy, y lo que existe más bien son multitud de Estados iberoamericanos enfrentados entre sí, algunos de los cuales, los más liberales no tendrían ningún reparo en estar subordinados el orden capitalista de Estados Unidos.

2) Si la Unión Europea no llega a configurarse como estaba planeada, y se queda en un mero mercado común con moneda común, no tendría por qué perjudicar tanto a España, y, en todo caso, la potencia de la defensa de la comunidad hispánica se desdibuja, no hasta desaparecer, pero sí al menos hasta perder menos peso, toda vez que sin la Comunidad Europea, España corre menos riesgo de balcanizarse, toda vez que extermine a sus enemigos internos (exterminación que ya depende completamente de España, no de optar por Europa o el Continente iberoamericano).

3) Como señala Gustavo Bueno, la identidad de dicha Confederación iberoamericana, no está definida, ni puede estarlo, a priori. Podría ser igualmente capitalista. Si esto es así, habría que declarar una desconexión –que quizá no hagan algunos– entre esa posible Confederación y la aparición de una 7º generación de izquierda, a menos que se llamase de «izquierda» a un club de países capitalistas que sólo se unen para liberarse-de Estados Unidos (o de Europa, en el caso de España). Además, y como ya hemos señalado varias veces, las inmensas toneladas de basura ideológica que anegan, hoy por hoy, el Continente Iberoamericano hacen ver más que utópico la esperanza de que aparezca, nada más ni nada menos, que una 7º generación de izquierda (racionalista y universalista, por tanto) guiada bajo los auspicios del materialismo filosófico. No cabe meter toda esta basura ideológica (antiespañolismo, indigenismo, teología de la liberación, marxismo dogmático y simplista, etc., etc.) «debajo de la alfombra», ninguneando su peso, porque sólo ninguneándolo se puede esperar que semejantes cosas no obstaculicen la aparición de una 7º generación de izquierdas; a mi juicio, cuando no se ningunean, sino antes bien se patentizan, se ve que más que obstaculizar, lo que hacen es impedir simple y llanamente la aparición de una 7º generación de izquierdas, al menos mientras tales basuras ideológicas, constitutivas de los programas políticos de los partidos autodenominados de izquierda allí, no desaparezcan. ¿Y quién pensaría hoy que van a hacerlo a corto plazo?

Por otra parte, no me parece, como defiende José Manuel, que las diferencias entre países de inspiración socialista o liberal sean más fenoménicas de lo que parece. ¿Realmente los ortogramas de Cuba o Venezuela sólo son distintos a los de Chile o Perú en el «plano fenoménico»? Reconozcamos que las políticas de apropiación de medios de producción fundamentales a cargo del Estado de Venezuela o Bolivia están inspirados en ortogramas que buscan el fortalecimiento de sus respectivos Estados. ¿Buscan lo mismo los ortogramas de Méjico, Chile o Perú? ¿Cabe ocultar estas profundas diferencias apelando a que únicamente se dan en el «plano fenoménico»?
Y con esto, vuelvo a repetir, no estoy en contra de las tesis de España frente a Europa. Comentando brevemente estas tesis, se podría señalar que ellas están dibujadas cuando la idea y el proyecto de la Unión Europea estaban en alza; hoy están «en crisis», como se ve con el estancamiento de la llamada «Constitución europea». La situación dialéctica en que se dibujaba España frente a Europa, por tanto, no es exactamente la de nuestro presente, y el propio Gustavo Bueno ha señalado que

Cita:
La pertenencia de España a un Mercado Común Europeo puede favorecer sin duda a la economía española; pero precisamente cuando no esté obligada por compromisos políticos en los que tiene mucho que perder y poco que ganar ante las pretensiones de Francia y Alemania. El Mercado Común Europeo puede ser interesante para España, pero siempre que se mantenga al margen de una Unión política europea. (Gustavo Bueno, España no es un mito, 2005, pág. 240).


Esto quiere decir que si dicha Unión Europea no llega a constituirse plenamente como estaba pensada en un principio, y España puede seguir conservando su soberanía sin miedo a que sus partes se disuelvan en la «Europa de los pueblos», la opción dialéctica por la comunidad hispánica cobra menos fuerza, aunque evidentemente no desaparece, pues sin esta opción España seguiría subordinada al orden capitalista de Estados Unidos, al inglés, etc. Otra cosa es que el «orden económico» hispánico pueda ser bastante peor, dadas sus múltiples carencias en tejido industrial, la ineptitud de muchos de sus políticos, así como la completa confusión de sus ideas, y que lleva a aberraciones como sostener que defender el indigenismo, o el antiespañolismo, o fomentar «señas de identidad cultural» como el Vudú son políticas de izquierda.

Si la esperada Comunidad Iberoamericana de mercado y moneda común no se llega a producir, entonces, ¿hasta qué punto importa (desde los intereses de España) que Estados hispanoamericanos como Bolivia se fortalezcan si están guiados por impresentables, y están llenos de ideologías basura como el indigenismo, el antiespañolismo, la tolerancia a los cultos religiosos más ridículos, etc., y más cuando con este fortalecimiento pueden perjudicar a España, como en el caso de la nacionalización de Repsol YPF (no volvamos a olvidar que España es un país sostenido por una economía capitalista, por mucho que el Estado maneje buena parte del PIB)? ¿Por qué desde el materialismo filosófico habría que solidarizarse con semejantes cosas que en modo alguno son cantidades despreciables, sino antes bien notas constitutivas de sus proyectos políticos? Probablemente, antes haría bien España en dedicar sus esfuerzos en liquidar a sus enemigos internos, como los nacionalistas, para impedir que se disuelva en la repugnante «Europa de los pueblos». Liquidar a estos enemigos es prioritario a las esperanzas de una comunidad hispánica fuerte y la aparición de una 7º generación de izquierda que, hoy por hoy, no dejan de ser meros deseos, amparados, eso sí, en potencialidades innegables que ya hemos señalado otras veces (la escala continental y el español en Hispanoamérica, fundamentalmente) dado que no tenemos ciencia media sobre el futuro, y no cabe descartar todos los problemas que cité y que obstaculizan el racionalismo y el socialismo en Hispanoamérica, sin los cuáles creo que pierde bastante fuerza la solidaridad (amparada en la posible formación de una 7º generación de izquierda) con este continente fuera de la importantísima unidad lingüística (y también cultural en buena medida), al menos cuando esta solidaridad se inspira en la posible formación de un racionalismo universalista común a todos, o al menos la gran mayoría, de los países integrantes de la comunidad hispánica: aun más, cuando con dicha solidaridad (contra «Europa», por ejemplo) se busca evitar la balcanización de España, y curiosamente la causa asesina y secesionista de ETA es comprendida y apoyada por muchos políticos –autodenominados de izquierda– hispanoamericanos de los que no me quiero acordar. Es cierto que si la posible comunidad hispánica no pasase de un mercado común con misma moneda, España no tendría por qué tener miedo de perder parte de su soberanía, pero, y argumentando ad hominem, si Europa tampoco pasa de ser un mero mercado común con misma moneda, tampoco tiene por qué pasar esto.

Concluyo: realcemos el español como lenguaje universal potentísimo para la filosofía; patenticemos el Continente Iberoamericano como los «restos» que sin duda hay que apreciar positivamente tras el naufragio del Imperio generador español; veamos con claridad que dicha comunidad es una plataforma virtual, dada su escala continental y su lenguaje universal, para la formación de una 7º generación de izquierda, y que dicha plataforma puede resultar una opción potente a la hora de elegir dialécticamente, contra Europa o Estados unidos, y por supuesto el Islam. Ahora bien, quitando fundamentalmente el español como lenguaje universal y la cultura «católica» común, tanto la formación de una Confederación de Estados iberoamericanos con moneda común enfrentados a Estados unidos, etc., como la 7º generación de izquierdas (y ésta si cabe aun más) son potencialidades que «para pasar de la potencia al acto» deben superar toneladas de basura ideológica y económico-política que, hoy por hoy, no cabe, ni de lejos, menospreciar, y que, entre otras cosas, deberían hacernos recelar a la hora de declarar «compromisos solidarios» con «izquierdas» (emic) hispanoamericanas.
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Antonio Romero Ysern



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Mensajes: 386
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MensajePublicado: Sab Oct 21, 2006 10:16 am    Ttulo del mensaje: ETA y Telesur Responder citando

En relación a las contradicciones entre el eje Bolivia-Venezuela-Cuba y los intereses de España, además de los problemas de Repsol en el país andino, hay que señalar episodios sintomáticos como el del etarra Cubillos y su mujer, con diferentes cargos en el gobierno venezolano, o las muestras de simpatía que Castro ha mostrado alguna vez hacia ETA. Por otra parte, a nadie se le oculta la solidaridad entre las izquierdas altermundistas, que tienen puestas sus esperanzas en ese eje Bolivia-Venezuela-Cuba, y ETA.

A propósito de todo esto, me ha parecido observar que el enlace con Telesur ha desaparecido de las páginas de nódulo materialista.

Un saludo
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Eliseo Rabadán Fernández



Registrado: 12 Oct 2003
Mensajes: 567
Ubicacin: España

MensajePublicado: Sab Oct 21, 2006 11:27 am    Ttulo del mensaje: Responder citando

En línea con algunos asuntos que ha puesto sobre la mesa el debate entre José Manuel Rodríguez Pardo y Javier Pérez Jara , entre otros participantes, me parece interesante la lectura de esta nota periodística sobre la tesis de licenciatura del actual secretario(ministro) de Gobernación(Interior) de México Carlos Abascal que publicaba el diario mexicano La Jornada

Cita del mensaje de J Pérez Jara :

Cita:

(…)
Ahora bien, quitando fundamentalmente el español como lenguaje universal y la cultura «católica» común, tanto la formación de una Confederación de Estados iberoamericanos con moneda común enfrentados a Estados unidos, etc., como la 7º generación de izquierdas (y ésta si cabe aun más) son potencialidades que «para pasar de la potencia al acto» deben superar toneladas de basura ideológica y económico-política que, hoy por hoy, no cabe, ni de lejos, menospreciar, (…)


La cita que he puesto se refiere a cuestiones relativas a la basura a barrer desde la “izquierda”, pero en otras partes del extenso e interesante texto de Javier Pérez Jara se hace referencia también a basuras procedentes de la derecha , o podemos ver que desde la derecha hay bastante ideología irracional y praeter racional pero que opera a través de esos sujetos operatorios que son los políticos y sus nematologías (gnosticismo) que buscan su actualización cuando van logrando ser implantadas políticamente en el caso citado , en la dialéctica de Estados(Estados católicos vs. Estados protestantes en el caso de referencia) y en la propia dialéctica interna de clases o de partidos, para ser más precisos. Algunas de las propuestas de Ismael Carvallo en su Manifiesto de Gijón al respecto no deben ni mucho menos , dejar de ser tenidas muy en cuenta desde el Materialismo Filosófico, a mi juicio, aunque algunas de las críticas que se desprenden de la lectura de los textos de Javier Pérez Jara son muy acertadas, como cuando se hace referencia a lo siguiente:

Cita del mensaje de J Pérez Jara :
Cita:

como la 7º generación de izquierdas (y ésta si cabe aun más) son potencialidades que «para pasar de la potencia al acto» deben superar toneladas de basura ideológica y económico-política que, hoy por hoy, no cabe, ni de lejos, menospreciar, y que, entre otras cosas, deberían hacernos recelar a la hora de declarar «compromisos solidarios» con «izquierdas» (emic) hispanoamericanas.


He puesto textos de Pérez jara de su propio resumen final para no cargar en exceso mi mensaje, por lo cual es desde luego fundamental tener en cuenta la totalidad de sus mensajes en este debate que cito.




Cita:

La Jornada-Mexico

Jueves 21 de julio de 2005

En su tesis de licenciatura, calificó la democracia de ''farsa promovida por la masonería''
El poder de la Iglesia, superior al del Estado, planteó Abascal
Sostuvo que es obligación del gobierno ''favorecer la acción'' del catolicismo y tolerar las demás religiones sólo dentro de los límites racionales Trampa liberal, la libertad de credo
CLAUDIA HERRERA BELTRAN

El actual titular de la Secretaría de Gobernación, en imagen de archivo FOTO Francisco Olvera
El poder de la Iglesia es superior al del Estado. Cuando la mayoría del pueblo sea católica, el gobierno debe declarar oficial esa religión. La democracia es una "farsa" promovida en México por la masonería. Esas ideas fueron defendidas por el actual secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza, cuando obtuvo su título de licenciado en derecho, en 1973.
Abascal está ahora en el centro de la polémica. A partir de que la Iglesia católica condenó la inclusión de la anticoncepción de emergencia en el cuadro básico de medicamentos, el secretario de Gobernación ofreció que dicha inclusión se revisaría, no obstante que la norma sobre la materia y el uso de la píldora del día siguiente ya habían sido publicados -luego de años de estudio- en el Diario Oficial de la Federación.
Hace 32 años, el ideario de Abascal Carranza quedó plasmado en su tesis profesional Las relaciones entre el poder espiritual y el poder temporal, publicada por Editorial Tradición el año citado.
En su reflexión académica, el actual responsable de las relaciones del gobierno con las iglesias considera que el catolicismo tiene primacía sobre cualquier otra religión; pugna por que el matrimonio religioso sea reconocido por las leyes mexicanas, y aboga para que la Iglesia cuente con libertad de apropiación de bienes materiales.
Cuestiona la educación laica y señala que el Estado debe permitir a la Iglesia católica dar enseñanza religiosa en todas las escuelas a las que concurran católicos.
Para Abascal, el momento culminante de la historia de la humanidad es el siglo XIII, cuando Europa logra su "mayor unidad de todos los tiempos" y toma como nombre propio el de cristiandad y la Iglesia es "madre y maestra".
Pero establece que las ideas liberales, la Revolución Francesa y la Reforma protestante buscaron destruir a la Iglesia católica y, con el tiempo, el Papa se convirtió en figura decorativa en el plano internacional.
Inconforme con esta situación, en las 112 páginas del texto plantea poner fin a la esclavitud de la Iglesia y que el Estado "se reduzca a sus proporciones normales reconociendo la superioridad del fin espiritual sobre el temporal".
Al inicio de la tesis, de la que se editaron mil ejemplares, el entonces estudiante de la Escuela Libre de Derecho reconocía que al abordar ese tema no podía buscar aplausos ni la admiración que causaban -a diferencia del suyo- estudios sobre técnica jurídica.
''En este acto, que es el más personal de nuestros estudios profesionales, aspiro únicamente a exponer y defender en un campo en que la Verdad ha sido escarnecida por la Revolución y por un falso derecho a su servicio", afirma.
Manifiesta su confianza en Dios en que su tesis haga algún bien y se declara optimista de que, en medio de atroces persecuciones, el cristianismo logrará levantarse "majestuoso, proclamando sus derechos, aunque sufriendo injusticias..."
La única obra escrita del ex secretario del Trabajo y Previsión Social refleja sin ambages el pensamiento de un hombre católico en una época en la que la relación entre Iglesia y Estado era inexistente en México, pero sus propuestas iban más allá de deplorar esa situación.
Las legislaciones más perfectas, inspiradas en el cristianismo
Para el entonces aspirante a obtener el título de licenciado en derecho, las legislaciones más perfectas han sido aquellas que han tenido fundamentos cristianos.
En su defensa de la Iglesia católica, afirma que el poder de ésta es superior al del Estado y, por tanto, dice, es innegable la primacía espiritual sobre lo temporal.
Ante ello, el Estado está obligado a proteger a la Iglesia "limitando en lo que fuere necesario las libertades liberales, pues es innegable que no pueden tener los mismos derechos la Verdad y el error, y en consecuencia el Estado debe procurar garantizar y defender la libertad y el derecho del hombre de no ser engañado con doctrinas falsas y erróneas".
El Estado, añade, debe estar al servicio de la Iglesia. "La tendencia del hombre hacia Dios es un derecho innato del hombre que el Estado debe proteger", afirma.
Aun en una sociedad mixta o pluralista, añade, el católico tendrá derecho a exigir un trato preferencial.
''Un pueblo que es católico en su mayoría debe tener, aun por razón natural, un gobierno que proclame la religión católica como religión oficial, y que tolere las demás religiones dentro de límites racionales, para no violar la libertad de conciencia. Ese gobierno debe favorecer y proteger la acción de la Iglesia y mantener armónicas relaciones con ella", afirma.
Crítica al voto de los ''vagos''
En el cuarto capítulo, "Razones de orden natural y jurídicas", critica a quienes propugnan poner fin a la religión de Estado para adaptar la Iglesia a la realidad del Estado democrático moderno.
Pero explica que quienes afirman que la democracia es la última esperanza de libertad están partiendo de un supuesto falso, porque "la democracia es una falacia".
Critica entonces a la democracia liberal y el voto universal, al considerar que la mayoría de los electores, entre los que menciona a "vagos, viciosos, ignorantes y gente honesta", no puede entender la forma de gobierno más conveniente para México ni la naturaleza de la relación entre el Estado y la Iglesia.
Al abordar la situación de México, señala: ''la democracia es una farsa de la que se ha servido la masonería en México, como en todas partes, para hacer creer a una mayoría confundida y desorientada que se está haciendo su voluntad y que ésta es forzosamente buena".
En opinión de Abascal, el principio democrático liberal no opera, porque la "famosa voluntad general" está modelada al gusto de los grandes medios de difusión manejados directamente por el Estado y por capitales anónimos.
Considera que las bases fundamentales de una sociedad no deben ser fijadas mediante el voto universal, "porque los votos no deben contarse sino pesarse".
Señala que la mayoría de los votantes no pueden entender la forma de gobierno más conveniente en México y la naturaleza de las relaciones que debe haber entre el Estado y la Iglesia.
En esta línea, afirma: "la democracia es el camino que han escogido las fuerzas internacionales de la subversión para alcanzar el poder omnímodo con la instauración del comunismo, que es precisamente la contra-Iglesia''.
Más adelante, advierte que la democracia liberal es una ''trampa'' y, por tanto, no debe aceptarse el principio de que todas las doctrinas y religiones tienen el mismo derecho a ser difundidas y defendidas.
Se pregunta si la Iglesia puede adecuarse a un ''sistema falaz en sí mismo'', como es la democracia, y aceptarlo como bueno. Sostiene que no es posible, porque los católicos están imbuidos en el juego de la democracia y están tan desunidos que "ningún remedio puede intentarse ni por la vía del respeto del voto, por la falacia del sistema que está en manos de la propaganda''.
Dice que la fuerza de la propaganda en un régimen de libertad cambia la mentalidad y las costumbres del pueblo de un día para otro.
"Sin hablar de temas de alta política ni de difíciles especulaciones teológicas, ¿no lo estamos viendo con la votación popular por aclamación en favor de la minifalda, del control artificial de la natalidad y del amor libre?", plantea.
Advierte que la democracia tiene "notables vicios de origen" y por eso la Iglesia no debe estar sujeta a un régimen democrático.
Al final de su estudio, hace votos por que en México haya una ''decidida reacción católica en las inteligencias, en las costumbres y en las instituciones'' para frenar el comunismo.
El catolicismo, afirma, es la única fuerza que puede contenerlo y destruirlo.

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http://www.jornada.unam.mx/2005/07/21/039n1soc.php


Desde luego con políticas estatales de este estilo el Materialismo Filosófico lo puede tener complicado en el sentido que Pérez Jara indica en sus intervenciones.
A pesar de ello , la Real Politik lleva a acciones que dependerán , me parece, de contextos del propio curso de los distintos cuerpos político… y esto sin duda lo debe tener presente el Materialismo Filosófico, no tanto en la representación cuanto en el ejercicio.
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Felipe Giménez Pérez



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MensajePublicado: Dom Oct 22, 2006 11:51 am    Ttulo del mensaje: Izquierda/Derecha Responder citando

EStimados contertulios: Si Derecha es la alianza entre el Trono y el Altar, entonces el materialismo filosófico es incompatible con la Derecha. Pero ocurre que esta derecha no existe. También es incompatible el materialismo filosófico con el indigenismo y con el Islam. Es incompatible con la religión, el culto a los extraterrestres, etc. Pero el materialismo no es incompatible con el liberalismo ni con el fascismo tal y como lo he expuesto yo. Defender la Nación española no es incompatible con el materialismo filosófico. Una ideología política que ponga la Defensa de la Nación Española por encima de cualquier otra consideración es solidaria del materialismo o al menos el materialismo filosófico no le haría ascos a eso. Hoy ocurre que la distinción izquierda/derecha no nos sirve para nada. Ha perdido su vigencia histórica. Por eso yo defendí que Bueno hacía una arqueología trascendental y no un análisis del presente en el que vivimos. ¿Es compatible el materialismo filosófico con el fascismo? Sí
¿Es compatible el materialismo filosófico con el liberalismo? Sí. ¿Es compatible el materialismo filosófico con la socialdemocracia? Sí. ¿Es Compatible el materialismo filosófico con el comunismo? Sí. Pero claro, ahora vemos que hay que ir descartando alternativas empíricamente y vemos que el liberalismo sería lo más compatible con el materialismo filosófico y en segundo lugar el fascismo. En tercer lugar la socialdemocracia. En cuarto lugar el comunismo. El materialismo filosófico se dice políticamente de algunas maneras. Pero sobre todo en el orden enunciado por mí. Atentamente.
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Javier Pérez Jara



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MensajePublicado: Dom Oct 22, 2006 12:43 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Creo que puede decirse que el materialismo filosófico es compatible con la dimensión universalista, socialista-genérica, del capitalismo, pero no con su degeneración particularista (que no cabe ningunear), ni con sus instituciones irracionales como la Bolsa, donde individuos se empobrecen o se hacen ricos no en virtud de sus «logros racionales», sino en virtud de las leyes del azar, como la Gracia concedida por el Dios de Calvino.

Por otra parte, no sé qué sentido tiene decir que el materialismo filosófico es compatible con el liberalismo, al menos cuando ese liberalismo se cifra en la ideología de unos grandes empresarios que no quieren pagar impuestos al Estado del que sin embargo se nutren; y no digamos ya cuando los «liberales» defienden el libre arbitrio, el Estado mínimo, el «orden espontáneo» o un monismo de la armonía que encubre que precisamente ese Estado mínimo lo único que hará es enriquecer a la elite de ricos que poseen los medios de producción y empobrecer al resto de la sociedad (a la que la elite de ricos poseedora de los medios de producción habrá de explotar como fuerzas de trabajo con salarios ridículos para conseguir la máxima rentabilidad). Es una ideología metafísica absurda para legitimar situaciones que desembocan en particularismos a mi juicio repugnantes.

¿Cómo va a ser compatible el liberalismo que propugna el «Estado mínimo», cuando no el anarquismo, como en el caso de Hans Hoppe, con la defensa de la Nación española? ¿Se propugna una «Nación política fuerte» en un «Estado mínimo»? Recordemos que la Nación política presupone el Estado, por tanto gente como Hoppe son enemigos no sólo de los Estados, sino de las Naciones políticas ¿por qué dichas políticas «anarquistas» iban a estar más de acuerdo con la Unidad de España que con su balcanización, si lo importante es que todo esté regido por empresas privadas? Creo que lo que necesita España es un Estado fuerte que defienda sus intereses, movido por ortogramas no particularistas, y no precisamente el Estado mínimo defendido por los liberales. Un Estado fuerte debe controlar sus recursos fundamentales (pues simplemente sería de imbéciles dejar que los controlasen otra potencia extranjera), debe manejar buena parte del PIB, debe tener una política de tributación no particularista, etc.

Creo además que puede decirse que el liberalismo es en gran parte una ideología defendida por Estados Unidos como «mentira política», esto es, para que los demás Estados abran sus mercados y no le hagan restricciones a sus multinacionales, etc. ¿Es Estados Unidos un Estado liberal? ¿Es un Estado mínimo? Sólo hay que comparar el manejo del PIB por parte de Estados unidos con países como Perú, que son parte del «patio trasero» de Estados Unidos donde consigue mano de obra barata. No nos traguemos con patatas fritas una ideología a favor de los ortogramas expansionistas de un Imperio, ni tampoco caigamos en el silogismo disyuntivo «o Zapatero o liberalismo», porque es una disyunción completamente tramposa e ideológica. Cuando el PP, que se dice liberal, está en el poder ¿quita las pensiones, el paro, la seguridad social, las becas, etc.? Aunque sólo fuese por el «principio de Ford» no la hecho ni lo hará, entre otras porque si no, la gente no lo votaría.

¿Es el materialismo filosófico compatible con perlas como ésta? http://liberalismo.org/articulo/240/35/

Por otra parte, si puede decirse que el Continente islámico ejercita hoy el Antiguo Régimen, también puede decirse que ejercita la Derecha.
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Martín González Martínez



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MensajePublicado: Lun Oct 23, 2006 12:02 pm    Ttulo del mensaje: El liberalismo propagado desde NUESTRO Imperio Responder citando

Javier Pérez Jara escribe:
Cita:
Creo además que puede decirse que el liberalismo es en gran parte una ideología defendida por Estados Unidos como «mentira política», esto es, para que los demás Estados abran sus mercados y no le hagan restricciones a sus multinacionales, etc. ¿Es Estados Unidos un Estado liberal? ¿Es un Estado mínimo? Sólo hay que comparar el manejo del PIB por parte de Estados unidos con países como Perú, que son parte del «patio trasero» de Estados Unidos donde consigue mano de obra barata. No nos traguemos con patatas fritas una ideología a favor de los ortogramas expansionistas de un Imperio, ni tampoco caigamos en el silogismo disyuntivo «o Zapatero o liberalismo», porque es una disyunción completamente tramposa e ideológica.


Saludos y enhorabuena por el interesantísimo debate. Yo no tendría problemas en suscribir la visión del liberalismo que ofrece Javier P. Jara. Ahora bien, ¿por qué no tragárnosla con patatas fritas? O yendo por partes: a) ¿Somos parte del Imperio o no lo somos? B) Si hemos empezado a serlo, ¿No debemos seguir siéndolo? C) ¿Hasta qué punto la eutaxia de nuestro Imperio no estaría por encima de la de nuestra tísica y canija Nacioncita? D) ¿No es una obligación moral –y patriótica -apoyar al Imperio, cuando hay más posibilidades de victoria de nuestra cultura, y aun tal vez de implantación (victoriosa) de la Filosofía materialista en mitad del proceso dialéctico de las clases sociales del Imperio, en vez de en mitad de la dialéctica de lios Estados (en unos campos de batalla y cancillerías donde ya han demostrado para siempre los yankis que son invencibles)?

Me gustaría recordar a Pérez Jara una de las <<cuestiones abiertas>> que planteaba en su impresionante artículo del verano pasado, por si quiere apuntar aquí algo al respecto (yo se lo agradecería):

Cita:
3) Dado que sólo un Imperio busca introducir individuos o grupos sociales fuera de sus fronteras en su círculo de racionalidad ¿no tendríamos que decir que todo Estado no orientado a ortogramas imperialistas es, en cierta manera, particularista –y por tanto de derecha–, aunque los ortogramas de este Estado no vayan orientados a favorecer a ningún grupo frente a otro de su sociedad? Y dado también que la Idea filosófica de Imperio Universal es una Idea límite que no puede tener correlatos realmente existentes ¿el Universalismo no tendría aquí que ser sólo interpretado en la figura de un «límite revertido» (para escapar del fundamentalismo y de la utopía) desde el que juzgar los ortogramas existentes, in medias res, y nunca en la figura de un socialismo universal realmente existente (concepto que implicaría una perspectiva atributiva y metafísica de la Humanidad)?


Si la mentira política de los eslóganes liberales favorece a nuestro Imperio, el cual nos defiende de los Estados que <<ejercitan el Antiguo Régimen>>, ¿hasta qué punto debemos combatirla públicamente haciéndole el juego a los antiamericanos, que en su práctica totalidad son también antiespañoles, y en una imprtante medida pro-musulmanes? A lo mejor es que ellos, los antiamericanos, los antiespañoles y los moros, ya se han dado cuenta de que somos parte del Imperio, y lo que persiguen es que no acabemos de percatarnos de ello. Recordemos el fulminante y -aunque duela reconocerlo -audaz golpe de mano del 11M y sus aducidas “causas”. Nada parece sublevarles tanto como que nuestros legionarios marcharan junto con los marines. Por algo será. De todas maneras la cuestión de fondo que yo quiero plantear es bien clara: ¿somos parte del Imperio (de su parte <<generadora>>) o no lo somos? Si la respuesta es sí, vds concordarán conmigo en que no tiene sentido una postura frente a EUA en mitad de la dialéctica de los Estados, sino meramente frente a la clase anglosajona y protestante.
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Felipe Giménez Pérez



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MensajePublicado: Lun Oct 23, 2006 5:38 pm    Ttulo del mensaje: Degeneración del capitalismo Responder citando

Estimados contertulios: No sé qué es eso de la degeneración del capitalismo. Cuando vea que el capitalismo entra en una fase de extinción lo sabremos. El mercado crea desigualdad por la competencia pero ¿Por qué habría de ser mala precisamente la desigualdad? Por lo demás, el liberalismo abarca gentes tan dispares como A. Smith, J. Bentham, J. Rawls, Hoppe, Von Mises, etc. Creo que lo que hay que saber es que el mercado pletórico de bienes es necesario y conveniente para las sociedades democráticas capitalistas actuales. No debería simplificarse el significado de la palabra "liberalismo". El materialismo filosófico acepta la realidad tal y como es. Esto es, es realismo. El realismo nos obliga a aceptar que el capitalismo sencillamente es y que los que lo aborrecen son peores. La verdad del capitalismo se alimenta de las deficiencias de quienes lo niegan.
Arriba España.
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Javier Pérez Jara



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MensajePublicado: Lun Oct 23, 2006 9:48 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Respecto a lo que apunta Martín, habría que señalar que una cosa es estar subordinado al orden económico del Imperio constituido por Estados Unidos y otra ser parte formal de dicho Imperio, porque entonces España, como Nación política, habría desaparecido, al no poder mantener su soberanía; por eso, por ejemplo, es absurdo el concepto de Estado federal (no así la confederación de Estados, porque dicha confederación no forma un Estado), como lo es el de Nación de naciones (políticas).

También una cosa es patentizar el orden económico-político vigente, y otra estar orgullosos de ese orden, como los fundamentalistas del capitalismo; o peor aun, que hablando del capitalismo «aneguemos la especie en el género», confundiendo los intereses de unos Estados con los de otros. Por lo pronto, los intereses de España y de Estados Unidos no tendrían por qué confluir ¿qué le importaría, por ejemplo, a Estados Unidos que España se balcanizase, mientras pudiese seguir expandiendo sus multinacionales, etc.? De hecho, desde el punto de vista de Estados Unidos, es mejor tratar con Estados débiles y pequeños (de ahí su defensa ideológica del liberalismo) antes que con Estados fuertes, de análogo modo a como ocurre con Francia y Alemania en el caso de la Europa y el proyecto de la Comunidad política europea. Así que creo que sería mejor un poco de prudencia antes de ensalzar los ortogramas imperiales de Estados Unidos y la defensa de la Nación española como compatibles; como navegando, armoniosamente, «en el mismo rumbo». Por supuesto, sería completamente absurdo defender estas cosas desde el liberalismo, enemigo del Estado, y por tanto de la figura del Imperio y de las naciones políticas, que presuponen el Estado. Tampoco tiene sentido la postura «sé que el liberalismo, como ideología, es falso y mítico, pero sirve para los intereses de España», porque la ideología liberal sirve a los intereses de los ortogramas de un Imperio muy concreto: Estados Unidos, que no es España, por mucho que esta Nación política dependa en buena medida del orden capitalista sostenido por Estados Unidos. Si Martín prefiere defender los intereses de Estados Unidos antes que los de España me parecería, obviamente, absurdo.

En cuanto a lo que señala Felipe de que no sabe qué es la degeneración particularista del capitalismo, creo que sí sabe lo que es, otra cosa es que esté de acuerdo o no.

Cita:
¿En qué medida el capitalismo deja de ser universalista y, en consecuencia, pierde su condición de socialismo genérico y se convierte en una forma de-generada (si se quiere) de socialismo particularista específico, incluso en una forma peculiar de gnosticismo (la «genialidad» de los grandes empresarios)? En la medida en la cual la apropiación de los medios de producción por particulares o por sociedades anónimas conduzca a una diferenciación de clases sociales entre las cuales se produzcan determinadas elites de-generadas, satisfechas de sus propios «mensajes» y modos de vida.

La degeneración gnóstica del capitalismo podría también ejemplificarse analizando ciertas instituciones suyas que, aunque irrenunciables, acaso pueden considerarse como irracionales (en consecuencia, como habiendo perdido todo contacto con los procesos entre los cuales se mueve el materialismo racionalista), a saber, por ejemplo, las instituciones que se acogen a las leyes del azar –los juegos de azar, la lotería, la bolsa, por cuanto las leyes estadísticas por las que se regulan sus transacciones no suprimen la aleatoriedad de las decisiones del inversionista–. Estas instituciones segregan grupos o elites capaces de conquistar posiciones en la escala social no ya por el «esfuerzo racional» propio de los grandes empresarios (que a su vez están, sin duda, determinados u orientados por las redes sociales familiares y de las clases a las que pertenecen dentro de una sociedad política determinada: no es lo mismo pertenecer a la clase social proletaria en Francia, en Alemania, en España, en la Unión Soviética o en Afganistán; el «proletariado universal» es una clase puramente teórica que el Diamat interpretó como clase histórica real, y éste fue su catastrófico error), sino como resultantes de las leyes de azar. Resultados que aquí no corresponde condenar como «injustos» (desde la perspectiva de un socialismo igualitarista) sino por su probabilidad de conducir a la formación de grupos gnósticos que se acogen con facilidad a las ideologías de un darvinismo social que legitima y ensalza a los «triunfadores» por el simple hecho de haber triunfado, es decir, por el simple hecho de haber sido «elegidos» por el destino. (Gustavo Bueno, «Notas sobre la socialización y el socialismo» http://www.nodulo.org/ec/2006/n054p02.htm)
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Javier Pérez Jara



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MensajePublicado: Jue Oct 26, 2006 3:40 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Por mi parte, sigo manteniendo que José Manuel oculta mi argumentación acerca de la incompatibilidad del materialismo filosófico con la Derecha. Es más, en su mensaje sigue ocultándola de nuevo. Si recordamos, yo defendía que el materialismo filosófico era completamente incompatible con el gnosticismo esotérico y el particularismo, y por tanto con las corrientes políticas fundamentadas en tales presupuestos; estas corrientes son precisamente las que el materialismo filosófico designa como de derecha política. Frente al antignosticismo esotérico, José Manuel me preguntaba que entonces qué pasaba con los tercios de Flandes, etc., y yo respondí:

Cita:
No entraré aquí en que a José Manuel le parezca impertinente señalar que Gustavo Bueno diga que los presupuestos de la derecha son inadmisibles desde el racionalismo filosófico (¿por qué será impertinente?). Diré que apelar al «por Dios hacia el Imperio» o a los tercios de Flandes, o a la escolástica, me parece que es querer confundirlo todo, ocultando en buena medida que el materialismo filosófico no puede tolerar, en lo más mínimo, el gnosticismo esotérico que vertebra la Derecha absoluta; otra cosa es que vea las virtualidades políticas («la mentira política») de determinadas políticas fundamentadas en creencias religiosas (por ejemplo dialécticamente el «por Dios hacia el Imperio» frente al «por el Imperio hacia Dios»), etc., pero eso no significa que no declare con toda rotundidad que la revelación es inadmisible, y que los que la defienden, o son unos impostores, o son unos imbéciles. Lo de la escolástica también es obvio: el materialismo filosófico siempre ha defendido la necesidad de separar los contenidos racionales de los contenidos revelados, y lo que ha defendido es precisamente el carácter filosófico de obras como las Disputaciones metafísicas de Suárez, donde la cuestión de los ángeles, por ejemplo, queda reducida a un plano filosófico (inteligencias separadas que probablemente (sic), existan, ya que es razonable pensar que si existen seres inferiores al hombre, como los animales, los haya superiores). Repito que ver las virtualidades políticas o prudenciales de determinados «contenidos revelados» no significa una disminución de la incompatibilidad del materialismo filosófico con el gnosticismo esotérico de la derecha absoluta, porque la derecha pide que aceptes, «que te tragues con patatas» el gnosticismo esotérico, esto es, que dejes de ser materialista para pasarte a un sistema espiritualista antagónico.



Estoy de acuerdo con José Manuel en que en el Imperio Español había núcleos racionalistas y socialistas (como en general en todo Imperio generador) fuertes, pero eso no significa que no hubiese también degeneraciones particularistas y contenidos de inequívoco gnosticismo esotérico, sobre todo en una sociedad donde la Iglesia católica tenía tanto peso, y donde el poder del Rey estaba legitimado, en el plano de la doctrina, en Dios y la religión, según la clásica doctrina paulina; aunque –y obvio es decirlo– el catolicismo sea más racionalista que el protestantismo, evidentemente no significa que en él no haya gnosticismo esotérico, pues sin estos contenidos de religión secundaria desaparecería completamente como religión y se transformaría en el deísmo. ¿Hay igual de cantidad de «racionalismo universalista» en el Antiguo Régimen español que en la 2º generación de izquierda, precisamente la que configura a España como una Nación política? Por algo los liberales de la España decimonónica son de izquierda (lo que significa que están guiados por un racionalismo universalista, frente a la derecha), porque se oponen al Antiguo Régimen (aunque hay que contar con las inexorables dificultades de que muchos de estos liberales eran católicos, por ejemplo). El Imperio Español tenía una inequívoca dimensión de socialismo genérico, por su ortograma universalista-generador, y contaba con un racionalismo positivo, ¿pero contaba también con el racionalismo negativo, esto es, con el antignosticismo esotérico propio del racionalismo materialista? Sólo hasta cierto punto: es evidente que había racionalismo, en el sentido negativo, en la Inquisición española cuando declaraba determinados actos espiritistas, de posesión, brujería, etc., como supersticiones o locuras, lo que no significa, claro está, que la Inquisición por otra parte, y como es natural, no aceptase principios revelados fundamentales del catolicismo, como el Dogma de la divinidad de Jesucristo o el Dogma de la Resurrección de los cuerpos. Pero el materialismo filosófico, como ha dicho muchas veces Gustavo Bueno, y como también sabe José Manuel, que es tan ateo e impío como yo, «no puede aceptar ni una gota de verdad revelada»; las verdades reveladas no proceden de lo alto, sino que son elaboraciones humanas en base a condiciones sociales, históricas, etc., muy concretas, y que estudian la psicología, la sociología, la historia, etc. Por tanto, aunque el materialismo filosófico pueda reconocer las virtudes prudenciales y políticas, incluso en su sentido socialista genérico, de determinados ortogramas basados (emic) en verdades reveladas, no podrá dejar de denunciar que la verdad revelada no existe ni puede existir (en cuanto «revelada desde lo alto»), como no existe ni puede existir el Dios espiritual y personal en que creía Felipe II, y que en el plano de la teoría, fundamentaba la legitimidad de la monarquía del Antiguo Régimen; por tanto, el materialismo filosófico será incompatible con una política que, como notas constitutivas suyas, dé como posibles y aun reales las verdades reveladas, aunque sean las del catolicismo (que como se ha señalado muchas veces, no sólo es «racionalismo» –al menos en la vía tomista frente a la franciscana o agustina–; también tiene doctrinas delirantes como la resurrección de la carne, la doctrina del santo prepucio, o los milagros de los santos). Aquí quizá el problema resida en que se interprete esta incompatibilidad que he defendido como incompatibilidad absoluta, y alguien pudiera extraer afirmaciones como «Pérez Jara ha sostenido que el materialismo filosófico es incompatible con la Derecha, luego sostiene que es incompatible absolutamente con formaciones políticas como el Imperio español en sus tiempos de máximo esplendor». Porque lo que yo he sostenido es que el materialismo filosófico es incompatible con la derecha por su particularismo y/o su gnosticismo esotérico (pues Gustavo Bueno señala la posibilidad de derechas no basadas en principios revelados, y que serían derecha precisamente por su condición de particularistas: es el caso en buena medida del liberalismo económico- político); o, si se quiere: que el materialismo filosófico es incompatible con las políticas basadas en el gnosticismo o en el particularismo, y precisamente el materialismo filosófico designa esas políticas como de derecha (desde textos de Gustavo Bueno como «La ética desde la izquierda» hasta el Mito de la izquierda). Las incompatibilidades con estas políticas «de derecha» no siempre permanecerán, evidentemente, a la misma escala, lo mismo que el materialismo filosófico, siendo un sistema antiespiritualista, pluralista ontológico y ateo, no es igual de incompatible con el tomismo que con Pedro Damián. Por ejemplo, no es lo mismo la incompatibilidad con el gnosticismo esotérico asertivo que con el exclusivo, mucho más fanático y repudiable. En cuanto al particularismo, a su vez, habría que señalar que no son lo mismo ortogramas particularistas como los de los nazis, que degeneraciones particularistas de ortogramas en principio universales (degeneraciones, por ejemplo, en el reparto de riquezas en base a principios gratuitos o míticos, o de privilegios la mayoría de veces basados en principios revelados; no debemos obviar las conexiones entre el gnosticismo esotérico y el particularismo).

Por tanto, y respecto al caso del Imperio español que comenta José Manuel, señalaría que el materialismo filosófico es compatible con el Imperio generador español en aquello que tenía de universalista y de racionalista, y es incompatible con sus degeneraciones particularistas y con los contenidos de gnosticismo esotérico. Porque evidentemente, no creo que nadie diga que en el Imperio español no había dimensiones particularistas, en cuanto a clases, privilegios, etc., propios del Antiguo Régimen, o que él estaba guiado por un racionalismo impío que condenaba cualquier contenido revelado, en nombre de la asebeia materialista.

Vuelvo a repetir que si José Manuel sigue manteniendo que el materialismo filosófico no es incompatible con la derecha, que aporte argumentos contundentes al efecto.

A mi juicio, no tienen mucho sentido comentarios como:

Cita:
Simplemente Jara ha dicho que el materialismo filosófico es incompatible con la Idea de Derecha. Bien, pero entonces pregunto: ¿el materialismo filosófico es una ideología de la izquierda política? Ese punto sigue sin estar claro en la argumentación de Pérez Jara. Con El mito de la izquierda o escritos similares no basta, hay que acudir también a Ensayos materialistas.



Este comentario de José Manuel, por ejemplo, creo que es fruto en gran medida de ignorar mis argumentaciones. Como estoy cansado de repetirlas, y que con las mismas se ignoren, la sintetizaré en una frase: El materialismo filosófico es incompatible con la derecha por su gnosticismo esotérico o por su particularismo, y es compatible con la Idea Funcional de Izquierda por su racionalismo universalista; ahora bien, el materialismo filosófico guarda una necesaria distancia (variable según los casos) con las corrientes de izquierda definida que se vayan concretando en base al Estado porque dichas corrientes, aunque guiadas en principio por un racionalismo universalista, pueden a su vez estar llenas de mitos armonicistas, etc., que necesariamente entrarán en conflicto con el aparato doctrinal del materialismo filosófico (por ejemplo conflictos entre el materialismo y doctrinas sostenidas por izquierdas definidas como el mito del proletariado universal, el fundamentalismo democrático, el fatalismo histórico, etc.).

El materialismo filosófico no tiene como función decirle al mundo lo que tiene que hacer, sino, a través de un sólido armazón de Ideas, analizar la realidad (y en ese análisis verá determinadas conductas como más racionales que otras, evidentemente, pues toda concepción del mundo implica un compromiso práctico, incluido el escepticismo), lo que incluye corrientes políticas de nuestro presente, y también del pasado, y evaluar su grado de compatibilidad con las coordenadas materialistas. Así, por ejemplo, el materialismo filosófico detecta compatibilidad entre sus presupuestos teóricos y el ortograma imperialista-generador del Imperio español o de la antigua Unión Soviética e incompatibilidad con el ortograma depredador y particularista del nazismo, o del Imperio inglés, lo que por otra parte no significa que no vea, por ejemplo, como imposible el Estado universal que buscaban el Imperio español o la Unión Soviética, etc.

Caso aparte merece el comentario de José Manuel de mi pregunta «¿Por qué el materialismo filosófico habría de ser incompatible con políticas del PSOE como la legalización de los matrimonios homosexuales o los estatutos nacionalistas y no con las políticas de derecha, claramente ejercitadas desde presupuestos antagónicos al materialismo filosófico (particularistas o irracionalistas)?» a lo que José Manuel responde:

Cita:
Aquí sí que estoy fuera de juego: ¿está diciendo Pérez Jara que la legalización de matrimonios homosexuales [¿puede haber matrimonio sin madre?] es algo defendible por el materialismo filosófico? ¿Es el PSOE la izquierda política? La verdad, lo ignoraba. Me parece a mí que la única argumentación que no está clara es la de Pérez Jara. Yo al menos me estoy perdiendo en este punto.



Es normal que José Manuel esté perdido en este punto, pues su comentario es bastante surrealista, y da cuenta del nivel de intensidad con que dicho autor lee algunas partes de mis textos. ¿En base a qué absurdos esquemas de causalidad José Manuel pretende atribuirme que yo he dicho que los matrimonios homosexuales son algo defendible por el materialismo filosófico o que el PSOE es la «izquierda política», cuando precisamente en mi argumentación digo todo lo contrario? Recordemos que lo que yo dije fue (repito): «¿Por qué el materialismo filosófico habría de ser incompatible con políticas del PSOE como la legalización de los matrimonios homosexuales o los estatutos nacionalistas y no con las políticas de derecha, claramente ejercitadas desde presupuestos antagónicos al materialismo filosófico (particularistas o irracionalistas)?». ¿Cómo extrae José Manuel de esto justo lo contrario? Es algo enigmático.

En todo caso, lo que quería señalar es que es absurda la postura que defiende que, como el materialismo filosófico no es una corriente política, no puede estar en contra de corrientes políticas basadas en presupuestos absurdos, y para ello ponía el claro ejemplo de las totales incompatibilidades entre el materialismo filosófico y determinadas actividades políticas e «ideológico-políticas» del PSOE, como las concernientes a los estatutos nacionalistas o los matrimonios homosexuales, pues las basuras filosóficas que encubren tales políticas son claramente antagónicas con las coordenadas del materialismo filosófico. La pregunta de José Manuel de «¿Es el PSOE la izquierda política?» ni siquiera tiene el más mínimo sentido cuando de ella se trata de extraer la conclusión de que yo he contestado afirmativamente a dicha pregunta, cuando precisamente llevo durante toda esta polémica repitiendo la tesis básica del materialismo filosófico de que en las democracias realmente existentes, los partidos de izquierda y de derecha se ecualizan. Si José Manuel tratase de extraer de mi texto que yo defiendo ahora el PSOE resultaría sencillamente onírico.

Respecto a la nacionalización del petróleo en Bolivia, yo ya he repetido mi argumentación varias veces, por lo que también me resulta cansino tener que volver a hacerlo. Lo que he señalado es que no se puede afirmar a priori que dicha nacionalización sea buena, porque las políticas estatales, repito, no pueden ignorar a los sujetos operatorios, a sus ritmos y a sus leyes. Una empresa privada que pasa a ser nacionalizada por el Estado puede estar gestionada por funcionarios completamente incompetentes, por lo que irá a la quiebra, provocando graves perjuicios en la economía nacional, con lo que dicha apropiación, aun orientada en el ortograma de fortalecer el Estado, habría provocado todo lo contrario, resultando ser imprudente políticamente (y que este argumento también lo lancen tribunas liberales no significa que el problema apuntado desaparezca: además, los liberales lo apuntan con el sentido gratuito y dogmático de que toda apropiación de medios de producción por parte del Estado es mala). También señalé que estaba de acuerdo con José Manuel con el argumento de que para que un Estado sea fuerte, debe controlar sus recursos fundamentales, lo que implica a veces la socialización estatal de determinados medios de producción fundamentales como el petróleo, el gas, la electricidad, etc., (incluso he dicho explícitamente que era de imbéciles dejar que otros países manejasen y se lucrasen con tus recursos fundamentales, manteniéndote como un Estado débil, «liberal», porque eso beneficia a los enemigos o en todo caso a potencias extranjeras, no a la Nación política propia). Mis tesis, obviamente, son antagónicas a las del liberalismo, como lo sabe cualquiera que me haya leído; lo que yo señalé es que si Bolivia perjudicaba con su política a España, España debía oponerse a ella (aun a costa de ser tildada de «depredadora») porque el primer interés político a defender es España, y no tiene sentido, además, que España tolerase perjuicios a su economía en nombre de una Comunidad Iberoamericana que no sólo no existe, sino que probablemente sea más que dudoso que se configure a corto plazo, dadas todas las dificultades existentes que impiden su realización (por ejemplo los países que, tragándose la ideología liberal, prefieren estar subordinados al orden capitalista de Estados Unidos).

Tampoco estoy a favor de ningunear los daños inflingidos a Repsol YPF por la nacionalización del petróleo en Bolivia; los dirigentes de Repsol no se van, evidentemente, porque han invertido allí cantidades multimillonarias; decir que la política de Morales no perjudica a Repsol parece absurdo, y no creo que los dirigentes de Repsol opinen lo mismo. Y si perjudica a Repsol perjudica en parte a España, porque Repsol es una empresa española que genera millones de euros, y porque, como es evidente, la economía nacional de un País capitalista depende en buena medida del éxito de sus empresas privadas, tanto en el interior como en el extranjero (si no que le pregunten a Estados Unidos si le hace gracia que hagan daño a sus multinacionales). Además, la política socializadora de Morales «puede ir a más»; el futuro dirá. En todo caso afirmaré lo siguiente, para que no se malinterpreten mis posiciones: si España no quedase perjudicada (aunque sea admitiéndolo ad hominem), y además Bolivia se fortaleciese como Estado con este tipo de políticas socialistas, me parecería beneficioso, porque, vuelvo a repetir, estando de acuerdo con José Manuel en este punto, que sin estas políticas de fortalecimiento estatal la virtual formación de una Confederación iberoamericana con mercado común frente a Estados Unidos y Europa no es que fuese poco probable, sino probablemente imposible.

Pero es necesario volver a subrayar que, hoy por hoy, dicha Confederación no sólo no existe, sino que parece poco probable que exista en un futuro próximo, al menos tal como están las cosas. Y dicho todo esto también señalo que estoy de acuerdo con José Manuel en que España hace mucho (por ejemplo con la política europea de aranceles, etc.) porque dicha confederación no llegue a realizarse (al menos con España incluida). Supongamos ad hominem, que la Comunidad iberoamericana se configurase, sin España (precisamente una de las posibilidades que se apuntan en España frente a Europa), porque ésta ha decidido «fundirse» en la Comunidad europea, y que dicha política llevaría a la balcanización de España («la Europa de los pueblos» defendida por los nacionalistas), entonces España habría cometido un acto completamente imprudente que llevaría a su propia destrucción. En esto estoy completamente de acuerdo. Lo que señalé son cosas como que:

1) Si «Europa» no pasa de ser un mero mercado común con misma moneda, los peligros de esta balcanización disminuyen, al menos mientras España tenga a raya a sus enemigos internos, pues es obvio que el mercado europeo común puede fortalecer la economía nacional, como apunta Gustavo Bueno en España no es un mito.

2) Si la Confederación iberoamericana no llega a realizarse, es dudoso que España, separándose de Europa, pudiese seguir manteniendo su economía nacional en «buenos niveles». Creo a este respecto que lo prioritario que habría que esperar, por tanto, es que Europa no pase de ser un mero mercado común entre varios países de una misma área continental.

Todo esto son posibilidades, «futuribles» si se quiere, y como no tenemos ciencia media, no podemos saber qué pasará. De lo que hay que partir es, repito, de que la Nación política española es el primer interés político a defender, frente al cual el resto deberán estar subordinados (desde nuestra perspectiva obviamente partidista). Precisamente la posibilidad de una Confederación hispana con España incluida de que se habla en España frente a Europa tiene el interés de evitar la balcanización de España al mismo tiempo que dicha nación puede seguir manteniendo su buena economía al contar con un mercado común con misma moneda, y mismo idioma, porque ya no se trataría de Europa, sino del «bloque hispánico». Lo que sería condenable, por no decir absurdo, es permitir perjuicios para España esperando que en el futuro, al configurarse la Confederación iberoamericana cuya génesis ha requerido dichos perjuicios, España fuese recompensada, porque el futuro está vacío, y lo mismo va, y la Confederación no se produce y España queda perjudicada sin más. Y creo que es evidente que cuando José Manuel espera el fortalecimiento de Estados iberoamericanos tiene en miras el surgimiento de dicha Confederación de que se habla en España frente a Europa.


Por tanto, la «grosera falacia» que me imputa José Manuel tampoco la veo tal, al menos si no he entendido mal y José Manuel ha defendido que España, aunque saliese perjudicada de la nacionalización de Morales, debería permitirla y verla con buena cara, porque si no, estaría comportándose de manera depredadora, al no dejar que dicho Estado se fortalezca. Yo ante esto he defendido que en tal tesitura, seguiría siendo prioritario defender los intereses de España frente a los de Bolivia, porque los intereses de unos Estados no siempre son compatibles con los de otros, y hay que defender nuestro Estado (por lo pronto porque es la plataforma en que está implantado el materialismo filosófico), aun a costa de estar con ello perjudicando a otros países. Por eso tarde o temprano la guerra siempre resulta (contra por ejemplo Kant, Sanz del río, Habermas o Zapatero) inevitable; porque los ritmos de unos Estados son desiguales a los de otros, así como sus intereses, y tarde o temprano entrarán en conflicto, llegando a las armas para defender sus respectivos intereses. A mi juicio, no cabe esperar que los países de habla hispana, por el hecho de estar, en buena medida, unidos lingüística y culturalmente, vayan a estar en una tal armonía en que las mejores políticas de fortalecimiento propio no impliquen nunca perjuicios a otros. Eso sería armonicismo. Ojo (porque ya me lo veo), no estoy diciendo que José Manuel defienda esto; lo que quiero es fundamentar mi postura de que lo prioritario son los intereses de España y para ello me enfrento dialécticamente muchas veces a argumentaciones opuestas, sin con ello querer decir que todas estén sostenidas por José Manuel, sino que simplemente las cito porque me parece necesario tenerlas en cuenta a la hora de delimitar mi posición.

Respecto a mi tesis de que José Manuel trataba de minimizar las diferencias existentes entre ortogramas liberales y ortogramas socialistas en países iberoamericanos escribí:

Cita:
Por otra parte, no me parece, como defiende José Manuel, que las diferencias entre países de inspiración socialista o liberal sean más fenoménicas de lo que parece. ¿Realmente los ortogramas de Cuba o Venezuela sólo son distintos a los de Chile o Perú en el «plano fenoménico»? Reconozcamos que las políticas de apropiación de medios de producción fundamentales a cargo del Estado de Venezuela o Bolivia están inspirados en ortogramas que buscan el fortalecimiento de sus respectivos Estados. ¿Buscan lo mismo los ortogramas de Méjico, Chile o Perú? ¿Cabe ocultar estas profundas diferencias apelando a que únicamente se dan en el «plano fenoménico»?



Y aquí vuelvo a sostener lo mismo. No cabe «anegar la especie en el género» apelando que los países que nombré están implantados en «democracias», porque hay democracias de inspiración socialista (que buscan un Estado fuerte que controle buena parte del dinero que pasa por sus tierras), y democracias de inspiración liberal (un Estado mínimo, subsidiario de las empresas capitalistas que explotan sus recursos), y apelar a la «democracia» es tanto como ocultar sus diferencias, en base a un «género común».

Respecto a la tesis de José de Manuel de que, aunque él defienda la solidaridad entre España y los países iberoamericanos frente a Europa y Estados Unidos, con la esperanza, además, de la formación de una 7º generación de izquierda, y a la vez, diga que él no ha hablado de solidarizarse con nadie, parece, en principio, confusa, por no decir incomprensible.

En cuanto al comentario que José Manuel me hace del mensaje que escribí a Martín y Felipe, señalaría que estoy de acuerdo en que Estados Unidos no busca necesariamente la balcanización de España; lo que yo he defendido es que Estados Unidos prefiere tratar con países pequeños y débiles, «liberales» que no les impidan su extensión de multinacionales, tráfico de mercancías, etc., y que, por tanto, si España se balcanizase y sus partes fuesen capitalistas, inspiradas por ortogramas liberales, Estados Unidos evidentemente no se echaría a llorar. En resumidas cuentas, si nosotros no defendemos nuestros intereses, dudo que nadie vaya a hacerlo por nosotros, a menos, claro está, que saque tajada, y la tajada que saca Estados Unidos es precisamente que los países demócratas se traguen el rollo del liberalismo para abrir sus mercados con restricciones mínimas, cosa que beneficiaría a Estados Unidos, cuyos intereses no tienen por qué confluir en todo momento con los de España.

Por tanto, también quiero señalar que estoy de acuerdo completamente con José Manuel en que Estados Unidos de liberal en el ejercicio tiene poco, y que el liberalismo es más bien una ideología que necesita que otros Estados se traguen con patatas para así expandir el Imperio estadounidense con cuantas menos restricciones posibles. Y el ejemplo de la estrategia en el caso de Iraq me parece muy pertinente, y me gustaría saber qué sofisma alegarán a esto los «liberales» que sostienen que Estados Unidos «es de los suyos», basándose en que se «fundamenta» en una economía capitalista, e ignorando todo lo demás, bien porque no les interesa, o bien porque no han reparado en ello, lo que si cabe aún resultaría peor. ¿Qué decir, por ejemplo, del «liberalismo» y la «libertad de empresa» de Estados Unidos con los casos de los aranceles concernientes al acero europeo, los automóviles japoneses o el tejido chino?

Finalmente, y tras esta última intervención donde prácticamente repito argumentos que ya he escrito en este hilo, creo de interés señalar que si los términos de la discusión no avanzan hacia temas nuevos o perspectivas distintas sobre los mismos, debería, por respeto a posibles lectores y a su tiempo, dar por mi parte zanjado el debate y dejar que los participantes valoren la argumentación y añadan a ella lo que consideren que aporte algo nuevo a estas interesantes cuestiones.
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Javier Pérez Jara



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MensajePublicado: Sab Nov 18, 2006 2:29 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Hola a todos.

Tan sólo quisiera señalar que creo que José Manuel y yo estamos de acuerdo en lo fundamental. Tan sólo apuntaría que yo no he defendido que el materialismo filosófico sea una corriente política, simplemente he defendido que el materialismo filosófico es incompatible con ideologías políticas sustentadas en presupuestos antagónicos a las coordenadas materialistas, así como con acciones políticas solidarias de esos presupuestos (como las políticas particularistas del nazismo, o una futura balcanización de España basada en ideologías nacionalistas metafísicas y ridículas), porque como sabemos hay múltiples situaciones donde la Realpolitik va por un derrotero muy distinto a la ideología con que se recubre. Es el caso, la mayor parte de las veces, del pacifismo del PSOE. Como señala Bueno, el PSOE manda tropas al extranjero, y como no podía ser de otra manera, con ametralladoras, tanques, etc., luego eso se recubre con que van en misión de paz, como si precisamente la paz no se alcanzase a través de la guerra, como el orden impuesto por el vencedor, o como si el PP no hubiese dicho en sus tiempos también que sus tropas iban en «misión de paz». Además, aunque el materialismo filosófico esté en contra de determinadas acciones políticas repugnantes, no tiene poder para derogarlas, y muchas veces la única salida que queda, es, como ha dicho Bueno varias veces, «insultar», esto es, triturar y descubrir los principios y consecuencias absurdas de esas acciones políticas, así como tratar de que la doctrina materialista se propague por un número suficientemente abundante de gente en España, por ejemplo, para que dicho País no retroceda a los niveles de infantilismo e irracionalidad más despreciables a que se vería abocado ineludiblemente si no contase con una comunidad suficiente de «racionalistas» con presencia en los medios, etc., que sirviese de constante freno dialéctico, aunque sólo fuese en el plano de la doctrina, de las basuras ideológicas y metafísicas que segregan iglesias, partidos políticos, los «artistas y creadores» progres, y por supuesto el gobierno.
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Felipe Giménez Pérez



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MensajePublicado: Mar Nov 28, 2006 7:41 pm    Ttulo del mensaje: Derecha nietzscheana Responder citando

Estimados contertulios: A mí se me ocurre que todo discurso político o toda ideología política es estrictamente particularista. El comunismo mismo al final es el patriotismo ruso. Se trata del nacionalismo ruso. Los intereses estratégicos de la URSS y por lo tanto de la Komintern son los intereses del imperio zarista. El universalismo comunista se convirtió en el particularismo de la URSS. Nacionalsocialismo y comunismo, internacionalsocialismo confluyen en 1939.
El materialismo filosófico, filosofía expresada y escrita y pensada íntegramente en español está destinada al mundo hispánico. Sus reflexiones políticas van destinadas al mundo hispánico, a la hispanidad. El proyecto político de una unión panhispánica es uno de los más importantes del materialismo filosófico. Ahí tenéis el proyecto de filosofía en español, los propios foros de nódulo formarían parte de ese proyecto político. Por eso se me ocurre que la diferencia entre izquierda y derecha no pasaría por ahí, sino de la siguiente manera: La derecha sería la alianza entre el trono y el altar, el antiguo régimen, así como toda política teocrática. Las izquierdas serían e irían contra eso. Ahora bien, tras 1992, la distinción entre izquierda y derecha habría perdido fuerza fuste. Habría una diferencia entre diversos grados de potencia o de racionalidad política hoy. El caso del Islam no sería política, sino religión, delirio teocrático. Atentamente.
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Felipe Giménez Pérez



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MensajePublicado: Lun Dic 25, 2006 10:01 pm    Ttulo del mensaje: Definir el fascismo Responder citando

Estimados contertulios: El fascismo es un objeto escurridizo a la hora de definirlo. Los progres o bolcheviques llaman facha en plan descalificador a todo lo que se separa de sus coordenadas ideológicas por cierto cada vez más confusas y difusas. Yo he llegado a una cierta conclusión:
1. Relativización de la democracia. No fundamentalismo democrático.
2. Acento en la Nación política como espacio de solidaridad política y social.
3. Fortalecimiento del Estado nacional sin complejos y sin trampas ideológicas.
4. Admisión de la economía capitalista y de la propiedad privada.

Estas características podrían ser comunes tanto al fascismo histórico como a algo que surgiera en el futuro y a lo que tal vez no se debiera llamar fascismo para no mover a confusión. Podría llamarse republicanismo. Atentamente,
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Felipe Giménez Pérez



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MensajePublicado: Mie Dic 27, 2006 7:40 pm    Ttulo del mensaje: Fascismo e irracionalismo Responder citando

Estimados contertulios: El fascismo tiene elementos irracionalistas y las demás ideologías también.
¿Acaso no es la guerra uno de los motores del cambio social e histórico?
¿Acaso no es la Nación política un bien que conviene conservar? ¿Quién es más irracionalista? ¿Un fascista que defienda la unidad de España o un progresista del PSOE que defienda la necesidad y hasta la bondad de su desaparición? Puestos a ser irracionalistas, el fascismo en eso es más lúcido que la socialdemocracia, incluso, que el marxismo. ¿Acaso no son los marxistas quienes ahora defienden el derecho de autodeterminación de los pueblos? El marxismo exalta la lucha de clases y sin embargo aquí se ha defendido su supuesto racionalismo. El fascismo exalta la guerra entre Estados. ¿Acaso no ha defendido Bueno que la Historia es más bien la dialéctica de Estados más que la de clases? ¿Acaso la socialdemocracia no asumió en 1914 que la dialéctica entre Estados era el motor de la Historia? El fascismo realiza una exaltación irracional, ciertamente, pero el fondo es racional y encima es realista. ¿Es racional acaso ese doble discurso marxista que propugna la desaparición o extinción del Estado y su fortalecimiento constante? El materialismo filosófico defiende la Unidad de España, la dialéctica de Estados y el fortalecimiento del Estado además de no creer en el fundamentalismo democrático. Así que yo vería esas cuatro tesis que he afirmado más arriba como muy compatibles con el materialismo filosófico. Es más, lo veo más incompatible con las otras alternativas políticas. A lo mejor no hay que llamarlo fascismo. Hablemos pues de republicanismo nacional. Atentamente.
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B. Rodríguez Bernardo



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MensajePublicado: Mie Dic 27, 2006 11:48 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Hola a todos.

Parte Felipe de que “el fascismo es un objeto escurridizo a la hora de definirlo” y para hacerlo menos vaporoso nos brinda una definición a la que el ha llegado:
Cita:
1. Relativización de la democracia. No fundamentalismo democrático.
No creo que sea una característica distintiva del fascismo. Yo creo que también cabría decir lo mismo de, al menos, la izquierda comunista.
Cita:
2. Acento en la Nación política como espacio de solidaridad política y social.
Creo que tiene razón Santiago cuando niega esta característica al fascismo (que podría el acento no en la nación política sino en la étnica.
Cita:
3. Fortalecimiento del Estado nacional sin complejos y sin trampas ideológicas.
Si tenemos en cuenta lo afirmado en 2., admitiría lo de “sin complejos” pero lo de sin “trampas ideológicas” me parece falso, pues todo el discurso étnico-nacionalista es (etic) pura ideología en su totalidad. ¿Además tuvo algún complejo al respecto Stalín, que no era fascista?
Cita:
4. Admisión de la economía capitalista y de la propiedad privada.
Obviamente el fascismo es una ideología de masas que surge para defensa de los intereses en peligro de una clase social y freno de la antagónica y en ese momento fuerte clase obrera. ¿Para que podría hacer falta el fascismo sin una clase obrera fuerte, luchadora, organizada, victoriosa?

El mismo Felipe rectifica enseguida y dice que da igual el nombre que si no queremos llamarlo fascismo, lo llamemos republicanismo… o X. ¿Entonces a cuento de que tanto dale que te pego una y otra vez con el fascismo? Un fascismo además, irracional como dice Santiago. Y que no tiene nada que ver con la irracionalidad de los ejemplos que suministra Felipe. Su nacionalismo étnico, y su irracionalismo, entre otras cosas, lo hace, en mi opinión también, incompatible con el MF.

Felipe dice y acto seguido se desdice sin que se aprecie en ello, yo al menos no lo apreció, atisbo alguno de dialéctica. Mezcla además el fascismo pasado (no realmente hoy existente) con un supuesto rebrote futuro del fascismo o de lo que sea, viene a decir (¡¡¡???)… No se., pero me parece que ya va siendo hora de que Felipe deje de hablar de fascismo constantemente y hable como en su día vino haciendo de jacobinismo, elitismo, republicanismo, impiedad y todo eso... Es mucho más claro, y nos confunde mucho menos a todos. Pero si sigue hablando de fascismo o defendiéndolo que no se invente uno y que o hable del que existió y ya no existe o del que hoy (con, pongamos por caso un peso mayor que lU, y mira que es poco) existe (cosa muy dudosa)… Es decir, que cambie de una vez de posición, o que nos diga desde que fascismo realmente existente habla.

Un saludo,
Baldomero
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Jue Dic 28, 2006 10:09 am    Ttulo del mensaje: La falsa medida del hombre. Responder citando

Espero que no por hablar bien del mal se me tilde de algo que no soy, pues no es admisible el argumento de que el fascismo es la “etnificación de la Nación Política” sino en cuanto eso es sólo su cobertura meramente ideológica, mítica. La “etnicidad” únicamente aparece cuando la ciencia (falsa a la postre) y los prejuicios sociales son y van por ese camino en todas partes.
Dice Santiago Armesilla Conde:
Cita:

por otra parte, los fascistas defienden la unidad política de la Nación pero siempre yendo más allá, en busca de un "espacio vital" en el que estén incluídas las partes de otras naciones políticas. En todo caso, quieren expandir sus naciones pero no las de los demás. Y repito, el fascismo no ha defendido jamás la Nación Política, sino la Nación Étnica (en mayor o menor grado). Es más, el fascismo es una etnificación de la Nación Política. La defensa de la Nación Política, por otra parte, incluye la defensa de la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley, algo que el fascismo, con su defensa de las elites jamás ha defendido ni defiende, ni en su vertiente mussoliniana y derivados ni en su vertiente racista ni mucho menos.


Muy bien... Y yo pregunto: ¿Qué Nación política no incurre en lo mismo, en ese “ir más allá” en el que estén incluidas las partes de otras naciones? ¿Qué nación desea y quiere expandir la nación de “los demás” en detrimento propio? ¿Es posible la expansión armoniosa de todas?
Sobre el asunto de la topología, del roce de influencias, recursos, &c., todas las naciones activas en el Concierto universal pugnan por lo mismo, a saber, la estrategia de eliminar a todas las demás en su natural trayectoria hacia el Imperio o engrandecimiento. La “etnificación” fascista no es demasiado diferente en tanto táctica excluyente de las racistas craneometría y poligenia norteamericanas ya denunciadas magistralmente por Montagú o Jay Gould (La falsa medida del hombre. Ed. Crítica 1997). ¿Era fascista Gobineau o Louis Agassiz?, ¿es que acaso la ecumenización o universalización católica –su expansión- no excluía al hereje por “endemoniado” excluyéndolo así del Reino de los Cielos? ¿Es que acaso la sociedad socialista no excluye de ella al “burgués”?

La última afirmación de la cita de Armesilla Conde sobre la pretendida igualdad de los ciudadanos ante la ley creo que peca de ingenua o de fundamentalismo democrático...¿Acaso la “libertad burguesa” no permite de facto la exclusión y las diferencias que conducen a lo mismo que conduce el racismo? ¿Cuál es la diferencia entre Auschwitz y Nagasaki e Hiroshima, la forma o el número?
La Nación, o sea, el Estado, siempre usa lo que más le conviene para imponer su poder, esto es, el poder concreto de la clase dominante. Si conviene la libertad, libertad, y si conviene el racismo, racismo... ¿O no es racismo la discriminación salarial por el mismo tiempo de trabajo vivo? Al fin y al cabo, como decía Marx un negro es sólo un negro y solo en determinadas circunstancias se convierte en un esclavo..., o en un democrático “sin papeles”.
¿Y no es una especie de racismo la caracterización del burgués como un ser perteneciente a una clase superada evolutivamente por el modernísimo proletario comunista? Lo paralelo de la estética burguesa y la estética comunista ya fue dicho y estudiado por Susan Buck-Morss (Mundo soñado y catástrofe) y ahora no vamos a seguir ese camino o tema, pero de lo que no hay duda es de que el “proletariado” fue elevado a clase universal sin serlo (pues que ese proletariado ni existe) de la misma manera a como lo “burgués” fue tildado de lo peor. Ya vió Carl Schmitt que el “desarrollo histórico” u orgánico era lo mismo que el ordre général ocasionalista, que el “desarrollo de la historia” era y es lo mismo que la Providencia divina.

Dice Armesilla Conde:
Cita:
El discurso marxista propugna el fortalecimiento constante del Estado en forma de Dictadura del Proletariado, y en un momento dado esa dictadura dejará de serlo, ya que habrá desaparecido el Estado llegando al comunismo. Esto es lo mismo que afirma Bueno cuando asegura que si existiese un sólo Estado en el planeta Tierra, en realidad no habría Estado ni Imperio.


Creo que Bueno afirma eso dando a entender que entonces ya no habría política, lo cual es absurdo (deberíamos dar siempre los links de las citas de Bueno). Gustavo Bueno no cree en el fin de la historia ni en el comienzo de la “verdadera” historia que sería ese ilusorio comunismo tuyo.

¿Y cual es la diferencia entre la llamada “dictadura del proletariado” y la desigualdad fascista? Esto es, ¿cuál es la diferencia entre el líder del fascio o la “vanguardia” del partido coronada por el camarada Gran Uno, o Uno solo, versus Stalin o “El ché”?, que para el caso es lo mismo.
Hay que fijarse mucho en que la suplantación de la Divina Providencia por la volonté genérale, y la suplantación de esta volonté burguesa y jacobina por el predeterminismo del “desarrollo histórico” del socialismo es lo mismo: mera iustificación de un poder clasista (y por tanto excluyente, no armonista) concreto.
Por tanto, las distinciones que cree ver Armasilla Conde entre el fascismo, el jacobinismo o el comunismo, son más aparentes que reales. Hay que salir del romanticismo político.


<La historia demuestra que las guerras se dividen en dos clases: las justas y las injustas. Todas las guerras progresistas son justas, y todas las que impiden el progreso son injustas. Los comunistas nos oponemos a todas las guerras injustas, que impiden el progreso, pero no estamos en contra de las guerras justas, progresistas. Los comunistas, lejos de oponernos a estas últimas, participamos activamente en ellas. (Libro Rojo de Mao Tse Tung. Pekín 1972, pág. 63)

¡Guerras justas y progresistas... Qué cosas creíamos! En Mao y los comunistas, la ecumenización o universalización se acoge a la idea de “progreso”, pero este progreso ha acabado en ese Mundo soñado o catástrofe –ecualizado- de Buck-Morsss.

Ahora es peor, ya que ahora todas las guerras parecen injustas, pues el romanticismo político ha adquirido tintes totales dada su enconada inmanencia escatológica, que no es muy diferente de la trascendental escatología o del trascendental de Santo Tomás. La forma política es lo de menos, lo que importa es su “materia”, y esta materia es siempre y en todas partes más o menos la misma.
Y como al romanticismo político le encanta y encandila la forma –la iustificación-, yo al alejarme de él me he tenido que acoger a la materia del realismo político, que sabe que toda materia siempre conlleva ineludiblemente una forma, pero que es relativamente indiferente qué forma es esa, ya que sea la que sea siempre es una forma que principia, que justifica la dura realidad de la política, como no podía dejar de ser menos.

Toda universalización arrastra para su logro alguna forma particularista de exclusión o eliminación. Sin eso no hay lucha, vida. Adiós.


Ultima edicin por José Mª Rodríguez Vega el Jue Dic 28, 2006 6:04 pm; editado 1 vez
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