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España frente al Islam
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Antonio Sánchez Martínez



Registrado: 26 Oct 2003
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MensajePublicado: Sab Sep 02, 2006 10:58 am    Ttulo del mensaje: "integración" entendida como "no asimilación& Responder citando

En la siguiente página http://www.elmundo.es/cronica/2003/409/1061211583.html (que está enlazada con la anterior) tenéis una prueba de la peculiar “integración” que se está llevando a cabo en Talayuela. Dos muestras: Una monja católica acaba convertida al Islam. Los comerciantes lucen en las fachadas de sus tiendas (carnicerías morunas) la foto de Mohamed VI. Y todos tan panchos, pues, como dicen los “tolerantes” profesores, seguramente expertos en la Alianza de Civilizaciones, no desean la “asimilación” (que pudiera borrar las “señas de identidad” de los inmigrantes), sino sólo la “integración”, presuponiendo que todo es armonizable con todo. ¡Que Alá nos pille confesados!

Salam malecum….(tendremos que "integrar" lo que venga, "convivir" con ello, aunque haya que estudiar decenas de idiomas…)
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José Mª Rodríguez Vega



Registrado: 11 Oct 2003
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MensajePublicado: Jue Oct 26, 2006 12:47 pm    Ttulo del mensaje: Noan Chomsky, ese imbécil. Responder citando

Hola.


Me acabo de enterar por el diario El mundo (pág. 2 del 26/10/06), que el insigne izquierdoso y ultravendedor de libros Noam Chomsky, ha dicho que “lamenta la derrota de los musulmanes en España”

<<El filósofo estadounidense –dice el diario- señaló ayer en Lima que la derrota de los musulmanes en 1492 por los Reyes Católicos “arrasó” una cultura de la tolerancia y que los españoles conquistaron América gracias a las epidemias que llevaron al continente.>>

Lástima que la noticia no sea más amplia. A ver si alguién sabe de todo este discurso de Chomsky para meterlo aquí y enterarnos un poco más de las genialidades de este lumbreras. Qué asco.

Por lo que a mi respecta, ahora mismo cojo todos sus libros y los tiro a la basura.

¡Menudo “intelectual de izquierdas”! ¡Qué bien conoce a los muslimes! Tal vez la cosa vaya dirigida en la dirección de sus grandes ventas. ¡¡Otro prostituto!!

Sánchez-Albornoz escupiría sobre este imbécil. Y yo ahora también... Adiós.
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Antonio Sánchez Martínez



Registrado: 26 Oct 2003
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MensajePublicado: Sab Oct 28, 2006 10:18 am    Ttulo del mensaje: El Islam en las escuelas como Alá manda Responder citando

Cuelgo a continuación el artículo de Serafín Fanjul, publicado hoy mismo en Libertad Digital, acerca de las ayudas concedidas por zETAp para la difusión del Islam en las escuelas españolas. Con presidentes así (y con la inestimable ayuda de la “realidad nacional” de Chaves, Arenas, etc.) no hacen falta enemigos. Ya tenemos al Islam en las escuelas como Alá manda.



"Descubrir el islam"
Serafín Fanjul
Parece inobjetable que si una confesión religiosa consigue ocupar un espacio en la enseñanza de un país en el que hasta ayer por la tarde no existía, disponga también de libros, métodos de adoctrinamiento y material didáctico a su gusto, pues a fin de cuentas son ellos quienes mejor pueden decidir qué les interesa y conviene y qué no. Sin embargo, cuando el beneficio se contabiliza en pesetas, o euros, pagados por el contribuyente a través de una fundación (con lo cual la Unión de Comunidades Islámicas de España no desembolsa un céntimo, aunque sí recauda y se queda después el monto de las ventas), el asunto toma otro cariz por la discriminación descarada que implica contra otras comunidades religiosas autóctonas, empezando por la mayoritaria, a la cual se aprieta y escarnece un día sí y otro también desde los medios oficiales y afines. Recordaré sólo la presencia en primera fila de Dixie, la ministra culta; de Trini, la pija de la chupa y de otros prohombres y prohombros del régimen en la manifestación anticatólica y de exaltación homosexual que se celebró el año pasado en Madrid. La lista de ejemplos es tan nutrida que corto su enumeración. Pero sí es destacable la entrega de balde a los musulmanes de lo mismo que a los católicos se dificulta o niega con todo género de trabas. Y por parte de políticos y dominguillos asesores que nunca han celado su ateísmo.
El libro, como es natural, expone y promueve de manera sucinta y elemental las creencias básicas del islam (tampoco hay mucho más, la verdad), así como los "pilares" de ese credo, las obligaciones fundamentales del creyente, en un tono adecuado para niños de Primaria. No obstante, debemos comentar algunos aspectos quizá no muy visibles para las gentes de fuera. Lo primero de todo es la edulcorada presentación de cuanto concierne al islam, abordando de paso algunos de los tópicos de moda en nuestra sociedad, tal el ecologismo. Como si a los musulmanes, o al islam en su conjunto, les hubiera importado jamás un bledo la conservación de la Naturaleza. Si piden ejemplos, no van a tener caras suficientes para enrojecer: optimista que es uno, imaginando que pueden enrojecer por algo. La profusión de fotografías de hermosos paisajes alpinos con bosques, lagos y montañas nevadas augura felices comilonas de Eisbein (codillo de cerdo) y espumosos Bocks de cerveza negra, más que imagen alguna relacionada con lo visto por un servidor en los países árabes que conoce, que son unos cuantos.
Sin embargo, la sensación de ocultación de la realidad se acentúa en las mujeres que asoman en las imágenes: casi todas descubiertas, sin velo ni pañoleta (al final, p. 109, aparece una foto en pequeñito donde se vislumbra una fémina con pañolón oscuro, gafas negras y mandilón hasta los pies, diríase dosis preparatoria de lo que viene), todas sonrientes o cavilosas, irradiando paz y sabiduría, sin trapos represivos. El paraíso. Pero un observador atento tal vez se sorprenda de que junto a las no pocas imágenes de unos cuantos chavales rezando en la mezquita en distintas fases de la rak ‘a, no se ve ninguna equivalente de niñas: ¿por qué será? Aunque disimule, la cabra siempre acaba tirando al monte.
No entramos en aspectos pedagógicos, mejores o peores, como introducir azoras del Corán, en árabe, para que los críos las vayan memorizando en un registro lingüístico que es muy dudoso resulte comprensible para moritos de esas edades (si son españoles, todavía menos). Ese es un problema suyo y de sus prodigiosamente novedosas técnicas didácticas. Más interés reviste que, por fin, uno de los autores haya aprendido, pues lo escriben en letras gruesas, que "Islam quiere decir sumisión a Alláh". Quizás, gracias a esta gentil revelación, deje de decir en cuanta ocasión pública se le presenta (muchísimas) que "islam" significa "paz" en árabe.
Para quien ha dedicado muchas horas de trabajo, de atención y cuidado exquisito para facilitar la comunicación cultural a través de la traducción de obras literarias árabes –como es el caso del arriba firmante: un "aliado de civilizaciones" avant la lettre y sin cobrar por ello– resulta desolador ver cómo los musulmanes se obstinan en arruinar nuestros esfuerzos en un punto que rebasa el escenario nominalista y entra de lleno en el conceptual, sobre todo porque así lo entienden ellos. Me explico: creíamos superar el prejuicio, no poco peyorativo, corriente entre el pueblo español, de llamar Alá al dios de los musulmanes y siempre lo hemos traducido por "Dios" (como la Escuela de Estudios Arabes Española), para acercar la idea e infundir al lector todo el respeto que esa palabra disfruta entre nosotros. Si traducimos del alemán, inglés, francés hacemos lo propio y no dejamos en el texto Gott, God, Dieu, etc. No sólo es lo más digno, también es lo mejor comprendido y aceptado. Pues no, ahora vienen los musulmanes –siguiendo su línea tradicional de toda la vida– y nos recuerdan que Alláh no es Dios y mucho menos dios (iláh, el término corriente en árabe para designar al Ente en que creen los cristianos y otros descarriados más por el universo mundo). Vuelven a proclamarse los eternos pijoapartes: de la misma manera que ellos se autodefinen umma duna an-nas (una comunidad al margen de las demás gentes), su Alláh no es Dios, sino Alláh , sin traducción posible. Y punto. Todo nuestro trabajo de acercamiento, perdido. Les gusta marcar distancias. Y lo mismo sucede con el nombre de Mahoma, el corriente en español que cualquiera de por aquí comprende. Se aferran a la forma árabe ("Muhammad"), cosa normal cuando hablan en esa lengua, pero si pasan a otra lo lógico es utilizar los términos que en ella se entienden. Pero eso es lo lógico.
En resumen, versión suavizada para quedar bien con los monaguillos (y monaguillas) del Ministerio de Justicia que suelta los cuartos. Me pregunto si en los libros homólogos de uso en Argelia, Sudán o Arabia hay tantas caras lindas con los pelos al aire, tanta preocupación por cuidar los bosques y no tirar papeles al suelo.
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Antonio Romero Ysern



Registrado: 12 Oct 2003
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MensajePublicado: Dom Oct 29, 2006 7:50 pm    Ttulo del mensaje: La anamnesis sarracena de los padres de la patria andaluza Responder citando

Atención a los siguientes textos del Manifiesto Andalucista de Córdoba, que, por obra y gracia de los próceres de la "patria andaluza", (socialdemocratas, comunistas vergonzantes...y, desde luego, centristas reformistas), se ha convertido, desde su preámbulo, en fuente de inspiración del más que probable nuevo estatuto de Autonomía de Andalucía:

Cita:
"No habiendo sido jamás Andalucía entregada a si misma desde la conquista y dominación cristiana que vino a absorber nuestros jugos vitales y a esterilizar nuestro genio creador, no puede decirse que sea Andalucía incapaz de regirse bajo las nuevas condiciones. Cuantas veces fue libre, creó nuestra Región las únicas maravillosas civilizaciones que existieron en España. En su último período de libertad, el Andalus salvó de la barbarie europea la cultura occidental e inspiró a Europa la civilización con que cuenta hoy en el mundo.

No se conteste que para conceder la autonomía a este Región, necesitaría tener primero conciencia de su personalidad. La personalidad de Andalucía, no obstante la negación que de ella hiciera la bárbara dominación, se destaca hoy más poderosamente que la de ninguna otra nacionalidad hispánica. Para tener conciencia o visión clara de su personalidad sólo necesita de soledad para sentirla, de facultades para liberarlas. Andalucía no es un pueblo de locos y de imbéciles incapacitados. Su incapacidad no es más que el yugo caciquil a la que la oligarquía de Madrid la somete, impidiéndole pensar en una capacidad que no habría de poder ejercer bajo el yugo del cacique que Madrid le impone.



La tiranía económica y política que se hubo de desarrollar desde la conquista de este pueblo, no puede parangonarse con la que pasó sobre pueblo alguno del mundo. Los andaluces oprimidos perdieron la esperanza de su libertad y aún se olvidaron de ella. Pero esto no quiere decir que, si llega el caso de ejercerla, no puedan demostrar los que después de tiranizados, vilipendiados fueron, que, si hubo un pueblo creador en España, este pueblo fue el de Andalucía, como lo patentiza su historia, enterrada por los dominadores y desenterrada hoy por muchos de sus hijos entusiastas, los cuales se sienten inspirado por la grandeza de la región.

Pero, atención, un poco más adelante, a la siguiente perla:

Cita:
Queremos dignificar a la mujer esclavizada por un bárbaro Derecho que tuvo en Roma su inspiración y que repugna al genio humano y generoso de Andalucía, la cual, cuando fue libre, aun bajo el régimen musulmán, dotó a sus mujeres de consideraciones, libertad y respectos similares a los que hoy gozan en los países más progresivos del mundo



Pero aun hay más:


Cita:
Campesinos andaluces: Sois los conductores de la Andalucía pura en las ciudades se vino a mezclar su sangre con la de extraña gente. Vuestra historia es la historia de Andalucía. Vuestros padres, hicieron de esta triste patria nuestra un vergel delicioso, en donde los más deleitosos frutos estaban de balde; en donde todo el mundo sabía leer y escribir, presidido este vergel por la gloriosa ciudad desde donde os dirigimos nuestra voz: por Córdoba, la ciudad que condensó el espíritu andaluz, acumulándole en ochenta Universidades y Bibliotecas ingentes, como no existen en la España de hoy; prodigándolo generosamente a Europa, cuya civilización vino a iniciar. De aquí salió el espíritu que fundó las Universidades europeas. Aquí la civilización tuvo asilo inexpugnable, acosado por la barbarie medieval.

Y vino esta barbarie a dominar por fin a Andalucía. Y, entonces, los dominadores se repartieron en grandes porciones el suelo de la patria y expulsaron a nuestros padres, generosos y creadores, a las playas inhospitalarias del África hosca y redujeron a los que quedaron a abdicar su genio rebelde y creador, encerrándole como esclavos en esas ergástulas que llaman gañanías, en donde pena aún su martirio la Andalucía jornalera, la verdadera y triste Andalucía.


Y, para terminar, aunque con una concesión a la "bética", toma del frasco...:

Cita:
"Andaluces todos: La hora ha llegado de reanudar vuestra interrumpida historia. Andalucía es Bética que produjo para la humanidad los mejores hombres de ciencia y los emperadores más humanos y filósofos; es el Andalus que salvó la civilización del mundo, creada por la primitiva Andalucía. Sed dignos de la grandeza pasada"


Pues nada, hasta esta joya de 1919 ha llegado la anamnesis de la clase política, así que ya se pueden ustedes imaginar por donde va la prolepsis...Todo esta basura ideológica me supera. Espero para su comentario detallado la ciencia de Don Serafín Fanjul, o la sabiduría de un Pedro Insua. Yo, de momento, me voy a vomitar. Y esto del Estatuto lo va a votar en Febrero la p. madre de quien yo me sé. Y al centro reformista, que le vayan dando por donde ustedes se imaginan. Qué asco.
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Pedro Insua Rodríguez



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MensajePublicado: Lun Oct 30, 2006 5:51 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Claro, de ahí lo de la "insidiosa reconquista" de Cebrián.
Pues para abundar más en el tema voy a colgar una entrevista concedida por el señor Blas Infante en el diario El Sol en el año 1931, en el contexto de la aprobación de la Constitución del 31. Atención a lo que dice, el energúmeno en cuestión, acerca del significado de al-Andalus:
Cita:

El Sol, 11 de junio de 1931
LOS LIBERALISTAS ANDALUCES

«No vayáis fuera», pedía San Agustín.

Aquel otro maestro de Granada, Ganivet, acató el signo. Y desde entonces el tiempo, con sus formidables corrientes de desintegración, ha hundido hombre y teorías.

Lo que pudo ser incendio nacionalista, «puesta en marcha» de un motor europeo -la unidad influyente de una raza con resortes vírgenes-, se ha quebrado por su misma base. El país, como granada madura, se abre por el ensamblaje de las regiones. Reduce su talla el coturno, un viento interior pliega las fantasías de poderío, y la imaginación cambia el galope por un paso tranquilo.

Keyserling, sobre la pandereta de su turismo, puede aún puntear gentilmente: «En el siglo venidero, España ha de sustituir a Norteamérica en la hegemonía del mundo». Y nadie se turba en alborozos.

San Agustín, Ganivet y los adalides del «no vayáis fuera», entre la sonrisa de comprensión, dicen por cumplido: «Gracias, herr».

No hay ya en la España presente un solo espíritu sano que sueñe con la utopía anexionista. El «no vayáis fuera», combatido casi napoleónicamente por Costa como renuncia estúpida, se ha trocado en una cosa mucho más humilde: en un «usted dentro, muy dentro».

Existen los regionalistas andaluces; existen y, por momentos acrecen su influjo. Curioso móvil político; su doctrina no se nutre de exclusiones. Es, en su mixtura flexible, dotada de las calidades de un regionalismo que, por paradoja, pudiéramos decir internacional.

Su mote lo sugiere todo: «Andalucía, por sí, para España y para la Humanidad».

Tras el lema, miles de hombres, millones imaginativamente, Andalucía, al igual que Grecia y que Roma, creó cultura. Todo Oriente luce la impronta andaluza. Hasta que se abatieron entre guerras los esplendores moriscos, Córdoba, Granada y Sevilla señorearon espiritualmente en Europa. El Renacimiento dijo sus primeras palabras en lengua andaluza. Andalucía sigue en esclavitud. Hoy, en Africa y en el Oriente, nuevos lord Byron de chilaba y turbante sueñan con imposibles aventuras de redención. Y así, recientemente, en el Congreso de Delhi, pudo decir el poeta Abel Gudra, entre ovaciones frenéticas: «La revolución india es un mero episodio de la gran batalla. Las agitaciones de Africa lo son también. ¡Desengañaos! Nada conseguirán los pueblos esclavizados de Afro-Asia mientras que el despertar no venga a abrir los ojos, en la tierra sagrada de España, de nuestra cabeza, Andalucía».

LITERATURA Y REALIDAD

Blas Infante es uno de los espíritus más finos de Sevilla. Aquí, entre la paz de los libros y en la quietud amable de su bufete, se consume bien el último calor del Corpus. Fuera, en la callecita sevillana, un silencio blanco. Y la conversación se deslíe persuasiva, en un chorro tranquilo, como agua.

Infante, jefe liberalista, evoca el resurgir andaluz... Africa, Oriente, por Andalucía, La ilusión inteligentemente trabada finge morfología tangible...

-El peso primero -asegura- ha de ser económico. Hay que devolver al campesino andaluz la tierra que le fue arrebatada por derecho de conquista. A mi juicio, y desde el punto de vista gubernamental, la restitución no debe demorarse más allá de la próxima sementera. Tales afirmaciones sólo pueden espantar a los necios. Mira a Europa: en el siglo XIX, quince naciones monárquicas hicieron la reforma territorial. Y no sucedió nada. Aquí ocurrirá lo mismo.

-¿Cómo ve el problema del latifundio?

-La expropiación del latifundio debe ser inmediata. Y en su mayoría sin indemnizaciones. Casi todos los latifundios de Andalucía provienen de adquisiciones ilegítimas. Si alguien tiene que indemnizar son sus actuales propietarios. Desde hace tiempo me ocupo en estudiar los orígenes de los latifundios andaluces. ¡Son cosas que sangran!

Para que se percate de lo cierto de mi aseveración le referiré el de uno. Y es quizá el menos terrible.

Se trata del latifundio que comprende las islas Mayor, Menor y Mínima del Guadalquivir, o sea las antiguas islas Capilotes. Su extensión consta de unas 25.000 hectáreas.

En 1583, Alfonso X, por privilegio rodado, otorga terrenos a 200 guardias Elcama, que participan en la conquista de Andalucía, para que los explotaran y fundasen Puebla del Río. En 1827, bajo Fernando VII, se confirma el privilegio. Ratificación que surge al pretender D. Felipe Riera algunos derechos sobre las islas. Dos años después, el rey cambia de opinión y autoriza a D. Felipe Riera para que las trabaje por cuatro años, debiendo rellenar los pantanos, instalar motores y alzar unos croquis.

D. Felipe Riera no realizaba nada de lo pedido. Limítase, al socaire de su influencia, a percibir una cantidad por cabeza de ganado que pasta en las islas. La familia Riera vive todo el siglo XIX en París, lucrándose con centenares de miles de pesetas que no le pertenecen. Al fin, consuman el despojo y enajenan las islas en nueve millones de pesetas. ¿Qué le parece? Pues le aseguro que este latifundio es el de título más respetable.

Y así en Andalucía y Extremadura millones de hectáreas.

-¿Cree que las Constituyentes lograrán una solución acertada?

-¡De ningún modo! Su labor no puede ser fecunda porque el actual Gobierno, exceptuando a Azaña y a algún otro ministro de los no intelectuales, no ha sabido expresar la revolución. Por ejemplo, el problema del campo no se debió dejar a las Constituyentes. Ni el religioso. Ha debido resolverlos el Gabinete provisional. Así las Cortes se encontrarían ya con un sistema de hecho inapelable. Al sistema de hechos creados por la Monarquía -los monopolios de la Dictadura- debió oponer la República otro sistema de hechos. Las Constituyentes se perderán, a mi parecer, en discusiones sobre distingos legalistas.

-Entonces, ¿prevé un gran movimiento campesino?

-Es inevitable. Ya le dije que para octubre los trabajadores se deberán sentir dueños de las tierras. Cuando esto llegue no se podrá hablar de manejos políticos. Entre los campesinos andaluces -ferozmente apolíticos e individualistas- no hay organización.

-Una vez dueño de la tierra, ¿cómo ha de producirse el campesino?

-El plan que ayer le reseñara el doctor Vallina será el que rija. El Sindicato distribuirá al individuo, y su renta la cobrarán el Municipio y el Sindicato, para las atenciones que le señaló. Este plan laborado por mí, de acuerdo tácito con las organizaciones campesinas, es el que llevé a la última sesión de la Junta de la Reforma Agraria que reside en Madrid.

-¿Cree usted en la eficacia de este organismo?

-No debo decirle nada porque se acordó, equivocadamente a mi manera de ver en un régimen democrático, que sobre sus deliberaciones se guardara secreto. Acerca de las disposiciones de Largo Caballero se puede decir que, aunque bien intencionadas, no le interesan a Andalucía.

-¿El grupo liberalista está, desde luego, próximo a la C.N.T.?

-Sí y no. Nos une al sindicalismo la simpatía con que vemos sus actuaciones para devolver a los labriegos de Andalucía lo que es suyo. Los liberalistas, suprimido ese valladar de esclavitud, vamos aún más lejos: a unir en un latido común por Andalucía a 300 millones de seres a quienes destruyó la cultura, la tiranía eclesiástica.

-¿Ve ese instante inmediato?

-Un «crack» de Europa, por ejemplo una nueva guerra, lo produciría automáticamente. Entonces 1.200.000 andaluces que viven sus nostalgias de Tánger a Damasco, y los 300 millones de hombres de Afro-Asia, que sueñan por nuestra cultura, intervendrían para destruir de una vez la influencia del Norte.

-Realmente, ¿existen organizaciones prácticas con ese fin?

-No hay nada. Sólo una palabra que abre todas las puertas: al andalus. Con ella puede recorrer seguro todo Marruecos hasta el Asia. En Buenos Aires y en la Habana hay filiales liberalistas, que acatan la Constitución del Estado Andaluz que proclamamos en Ronda en 1918. Pero aún sin organizaciones, el día señalado, todo el mundo obedecerá. La Dictadura, pese al sigiloso proceder que observábamos, proceder que sólo descifró en España el señor Cambó al decirme en una charla de tren que «liberalista» quería decir «separatista» nos destrozó nuestras Sociedades, deportó a los adheridos de Córdoba y clausuró las escuelas. Entonces inventamos una pedagogía andalucista: «el alma de la escuela se forja con el anhelo del discípulo que quiera aprender y por el maestro que quiera enseñar»...

Y así es. El noble rostro de Blas Infante cuya frente se emboza en un duro mechón: la mirada viva tras los finos espejuelos de los lentes, su discurrir persuasivo, constituyen el semblante de un auténtico profesor de imaginaciones y de realidades...

Y este silencio blanco de callecita sevillana en tarde de Corpus. La fórmula se fragua: maestro, discípulo, escuela... Un anhelo de enseñar junto a un anhelo de aprender, y en un rincón de Sevilla, quizá cantado por su último rey: el poeta Almudamen...

Francisco DE LUCIENTES

Sevilla, junio.


Si es que ya le he dicho yo alguna vez a Antonio Romero que tenía que escribir algo sobre el asunto para el Catoblepas.... Ahora vendría la cosa que ni pintada.... Anímate....
Saludos,
Pedro Insua
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Pedro Insua Rodríguez



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MensajePublicado: Sab Nov 18, 2006 12:02 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Ahí va otra dosis de "Islam moderado":

Cita:
La campaña mediática de la derecha radical

Abdennur Prado y Yonaida Selam

Desde hace poco más de dos años asistimos a una campaña mediática de demonización de la conversión al islam en occidente. El punto de partida se sitúa en las declaraciones del entonces primer ministro israelí Ariel Sharon, quien el año 2003 aseguró que “una mayor presencia musulmana en Europa supone un peligro para la vida de los judíos”.

A partir de este momento, asistimos a la proliferación de artículos vinculando la conversión al islam al ‘radicalismo islámico’, incluso al terrorismo. No por casualidad, la señal dada por Sharon dio paso a la aparición repentina de una serie de conversos supuestamente relacionados con el terrorismo. Hay que señalar los casos de Richard Reid, quien habría sido detenido cuando pretendía cometer un atentado terrorista llevando una bomba en su zapato. Y sobre todo el caso de Muriel Degauque, la ciudadana belga conversa al islam que supuestamente se inmoló en Bagdad luchando contra la ocupación de Iraq.

A raíz del caso de Muriel Degauque, el llamado ‘príncipe de la islamofobia’, Daniel Pipes, escribió un artículo titulado ‘Conversos al terrorismo’, que empieza con una frase que debió hacer las delicias de Sharon: “Los conversos al islam están asumiendo el control de las operaciones terroristas.” Y terminaba de forma lapidaria: “la conversión al islam incrementa sustancialmente las probabilidades de implicación de una persona en el terrorismo.” (Publicado en The New York Sun, 6 de diciembre de 2005, y reproducido en La Razón).

En perfecta sincronía escriben Phyllis Chesler y Nancy Kobrin, profesora de la Universidad de Haifa: “predecimos que un creciente número de conversos occidentales al islam, tanto varones como mujeres, también elegirá convertirse en terroristas… Es importante comprender que los conversos occidentales también son verdugos en plenitud de facultades.” Los servicios secretos israelíes, británicos y estadounidenses se han encargado de ‘confirmar estas predicciones’, mediante la detención de presuntos ‘radicales’, de los cuales la prensa se encargó de señalar su condición de ‘conversos’. El hecho de que a los pocos días sean liberados sin cargos no evita que la relación entre conversión y fundamentalismo haya sido establecida.

En España, esta campaña contra los conversos ha sido liderada por la derecha radical. Se ha tratado de vincular la conversión al islam con el ‘separatismo vasco’, con los atentados de Atocha como telón de fondo.

En su libro ‘La yihad en España’, Gustavo de Aristegui dedica una entrada al ‘Islamismo radical autóctono y converso en España’, donde encontramos lo siguiente: “Entre los antiglobalizadores, el movimiento okupa o incluso el movimiento callejero de ETA… ha visto como el extremismo islamista se ha instalado en su seno. Se sabe que un número que oscila entre 200 y 450 cachorros de terrorista etarra se han convertido al islam…” (p.189). Esta propaganda está vinculada a la estrategia del PP de sembrar sospechas sobre la participación de ETA en el 11-M.

Esta línea fue seguida en una serie de artículos en ABC. En ‘Islamistas y abertzales, juntos en San Sebastián’, la cifra dada por Aristegui disminuye: “se estima que en la actualidad hay unos 180 conversos vascos al Islam, de los cuales una treintena son militantes de la ilegalizada Batasuna.” Sin embargo, el autor encuentra una explicación “prosaica” para este dato: muchos de ellos se han convertido al islam para casarse con inmigrantes marroquíes. Desde el diario vasco Gara, Maite Soroa se burla con sarcasmo de todo este discurso, sin necesidad de comentarlo.

Dentro de esta campaña, destaca el libro de Rosa María Rodríguez Magda, ‘La España convertida al islam’, en el cual se califica a los conversos como “lobos disfrazados de corderos, caballos de Troya acogidos por los tontos útiles en el parque temático ideológico del multiculturalismo” (p.161). El libro es calificado como “terrible y esclarecedor” por Horacio Vázquez-Rial, quien arremete contra la teología de la liberación y Juan José Tamayo, afirmando que “La alianza perversa entre esta gente y el islam puede ser deletérea para Occidente en su conjunto. Al igual que las conversiones, que tienen el mismo origen ideológico”. Vázquez Rial es incapaz siquiera de vislumbrar la apertura que el islam representa, y por tanto se esfuerza en reducir un fenómeno espiritual profundo a una dimensión ideológica y espuria. Para él, los conversos somos enemigos de la civilización occidental (léase: del imperialismo neoliberal) que “han reemplazado El capital por el Corán”, frase absurda donde las haya.

Discursos similares encontramos en los escritos de Gabriel Albiac y Jon Juaristi. Todo esto explica la alianza entre el sionismo, los neocon americanos y el nacional-catolicismo ultramontano, que tuvo como punto culminante la participación española en la invasión de Iraq (resulta significativo que las tropas españolas fueran enviadas con la Cruz de Santiago Matamoros como insignia). Estos personajes hablan en nombre de la democracia y de occidente, pero apenas disimulan su profundo racismo y desprecio por el pluralismo.

Desde una perspectiva más amplia, la campaña contra los conversos españoles está relacionada con la demonización de al-Andalus y la defensa del catolicismo como ‘esencia de la España eterna’. En esta línea se inscriben los escritos de Serafín Fanjul, Pío Mora (SIC) y del propio Aristegui. El hecho de que un número creciente de españoles se reconozcan musulmanes es visto con recelo por los sectores católicos nostálgicos de las glorias imperiales. Para los defensores del nacional-catolicismo debe resultar insoportable darse cuenta de que el periodo de mayor esplendor cultural de nuestra historia corresponde al de la España musulmana.

Resulta significativo que muchos de estos ataques a los conversos se centren en los movimientos progresistas dentro del islam. Esto es obvio en el caso del americano Daniel Pipes, quien ha arremetido contra la Progressive Muslim Union of North America, y contra eruditos de la talla de Khaled Abou El Fadl, a los que niega el calificativo de ‘musulmanes moderados’. ¿El motivo? Se trata de musulmanes demasiado progresistas: apoyan el feminismo y critican la política americana respecto a Oriente Medio.

En España, Junta islámica y Webislam están siendo objeto de una campaña virulenta. Al ya citado libro de Rodríguez Magda, se suma un número creciente de blogs de nombres sonoros (En defensa de occidente, Es-Israel, Eurabia: la invasión islámica de Europa, Desde el exilio, La invasión, etc.), en los cuales somos calificados como “fundamentalistas”, “islamistas radicales”, y se nos acusa de todo tipo de patrañas. El último episodio de esta campaña son las calumnias vertidas por Aristegui contra Yusuf Fernández, a raíz de unas presuntas amenazas de muerte. También el melillense José Benmatías se ha sumado a esta campaña de calumnias, obviando que Junta Islámica fue la entidad que emitió la fatua contra el terrorismo, en la que se declaraba que cualquiera que hubiese cometido un acto terrorista se había situado fuera del islam. Pero esto no importa: para Pipes, Aristegui y el resto de los sionistas españoles, todo musulmán que critique al Estado de Israel y no esté a favor de la invasión de Iraq es un ‘islamista radical’.

Dentro de esta campaña contra la conversión al islam en occidente, hay que situar la increíble historia de los periodistas de la Fox que dicen haber sido secuestrados en Gaza, supuestamente obligados a convertirse al islam, e inmediatamente liberados. El mensaje de la Fox es claro: el islam es una religión fanática que solo puede imponerse por la fuerza. Así pues: ¡no os convirtáis al islam!

¿Qué objetivos persigue esta campaña? No hay que ser muy listo para señalar algunos de estos objetivos:

Desde el punto de vista ideológico, se trata de demonizar a los conversos. La propia existencia de un creciente número de ciudadanos occidentales que se reconocen musulmanes pone en cuestión el discurso oficial según el cual occidente y el islam son incompatibles. Y más si tenemos en cuenta que muchos de estos conversos son mujeres, personas cultas y con títulos universitarios, que no reniegan de su cultura occidental, y han visto en el islam un camino que puede satisfacer sus aspiraciones espirituales.

Desde un punto de vista político, se trata de vincular la izquierda altermundista con la nebulosa del ‘islamismo radical’. Esto tiene un doble efecto: deslegitimizar la lucha del movimiento altermundista y evitar su alianza con los sectores progresistas dentro del islam. De ahí la virulencia de la campaña contra Tariq Ramadan, común a todos los autores citados. Esta campaña se desató a raíz de la presencia de Tariq ramadan en el Foro Social, y de la publicación de su obra clave: ‘Globalización: resistencias musulmanas’. Este punto actúa como elemento vertebrador de la islamofobia en occidente: todos los autores que hemos señalado vienen de personajes que se reconocen como ‘liberales’, y critican agriamente a la izquierda democrática.

Desde un punto de vista religioso, se trata de frenar la difusión del islam en occidente. Los sectores más reaccionarios (tanto católicos como evangelistas) son conscientes del creciente interés del islam para los ciudadanos de occidente. La demonización de los conversos viene de la mano de la crítica del multiculturalismo, como una amenaza para la ‘esencia de occidente’, a su supuesta raíz judeo-cristiana (expresión absurda desde el punto de vista de la historia de Europa). Al vincular la conversión a aspectos meramente ideológicos, se persigue eludir el tema de fondo: si el islam es la religión con mayor proyección internacional en el siglo XXI habrá que analizarlo en relación a sus valores intrínsecos, y no en relación al ‘separatismo vasco’.

Lo significativo del artículo está, sobre todo, en que encabeza la web de la "Casa Árabe", esa institución que quiere ser, es, potenciada por el gobierno Petazeta...
Saludos,
Pedro Insua
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Atilana Guerrero Sánchez



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MensajePublicado: Vie Dic 29, 2006 2:07 am    Ttulo del mensaje: Responder citando

Pues ahí va otra dosis de don Serafín Fanjul, suministrada por la tercera de ABC del 27 de diciembre a propósito de la petición de los musulmanes de Córdoba de convertir la catedral en mezquita, afortunadamente denegada por las autoridades eclesiásticas. Vamos hombre.

Cita:
Retorno al Paraíso
POR SERAFÍN FANJUL
EN setiembre de 1974 asistí a un Coloquio Islamo-Cristiano en la ciudad de Córdoba, con sus encendidos cantos al diálogo interconfesional y sus nulos efectos prácticos. Normal. Como número de clausura se consiguió, mediante la presión de embajadores árabes allí presentes, que el obispo —a la sazón monseñor Cirarda— autorizase, de manera excepcional, la oración de algunos de los asistentes en la Catedral-Mezquita. Gesto amistoso equivalente a la afectuosa concesión del Papa en su visita a la Mezquita Azul de Constantinopla, donde musitó una plegaria, más como fórmula de aproximación que como imposición de nada: todos sabemos —y Benedicto XVI el primero— que en ese lugar ningún cristiano volverá a rezar en cientos de años, so pena, si lo hace a las claras, de no salir vivo. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, los musulmanes residentes en España han arreciado en su campaña endémica de exigir rezar cuando les pete en la catedral cordobesa, a sabiendas —lo saben mejor que nadie— de que su objetivo no es que algunas personas murmuren una oración de higos a brevas y para su coleto, cosa que ya hacen, sino acudir en masa y ocupar físicamente el espacio: a cambio de unas pocas palabras del Papa, sin continuación posible, tropeles de moros ocupando el mihrab y sus aledaños per saecula saeculorum. Y con el proverbial respeto con que distinguen a las iglesias cristianas.
Cuando un musulmán —paquistaní, tunecino, egipcio o de León— afirma (y lo afirman todos a la menor ocasión) «la Mezquita de Córdoba es nuestra», no está hablando en broma y es perder el tiempo intentar explicarle que la pertenencia a una confesión religiosa, la que sea, no otorga derecho de propiedad y usufructo sobre nada, aparte de los generales, que valen para cualquier ser humano, de visita y deleite visual. Pero no es el arte lo que les interesa, sino el símbolo de establecerse en el —para ellos— corazón espiritual de al-Andalus, desde el cual irradiar e imponer su fe, su modo de entender el mundo y su —para nosotros— muy rechazable forma de vivir en capítulos esenciales de la existencia.
Estamos cansados de repetir, con algún eco entre el pueblo español y con ninguno de la parte de políticos y negociantes, que «reciprocidad» es palabra inexistente en el léxico musulmán: no podemos ni pisar el suelo de La Meca, en cuyo país los otros cultos religiosos se proscriben crudelísimamente; en Marruecos, país modélico en progresismo para pescadores en aguas burocráticas, persiste la persecución de pastores protestantes que osan hacer prosélitos marroquíes (el alemán, de origen egipcio, Sadek Noshi Yassa acaba de ser condenado a seis meses de cárcel, el 28-11-06, por distribuir libros y CDs cristianos. Ha tenido suerte: podían haber sido hasta tres años); la verdad de la exquisita convivencia con el islam cuando éste domina la reflejaba bien ABC (22-12-06) refiriendo las presiones, humillación y fuga final de los cristianos en… Belén. Son asuntos viejos y recurrentes, porque la historia del islam pasado y presente —como lo fue la del cristianismo de antaño— es la historia del aplastamiento de las minorías.
Los llamamientos retóricos al diálogo y el ecumenismo no pasan de simples subterfugios circunstanciales, amén de violentar muy malamente la Historia: los nombres de Torres Balbás, Creswell y Lammens deberían bastar —caso de que los conozcan— para moderar los parlamentos, tan inexactos como melifluos, de predicadores, imanes, jeques y demás compañía cuando evocan los gloriosos tiempos en que «cristianos y musulmanes rezaban juntos». Porque no está nada claro que en la iglesia de San Vicente (como en su antecedente, la de San Juan Bautista sobre la que se erigió la Mezquita de los Omeyas en Damasco) hubiera tales rezos fraternales. Lo palmario e indiscutible es que los edificios fueron expropiados y demolidos y allí no quedó otro culto sino el islámico: un arquetipo de ecumenismo y convivencia.
Paralelamente, la erección de una gran mezquita en las afueras de Córdoba busca —como en Sevilla— atraer copia de musulmanes a residir donde no los hay; es decir, conformar artificialmente una comunidad empezando la casa por el tejado y con la frazada de centro cultural, eterna tapadera cuando se procuran otros fines, políticos o religiosos: desde los etarras que comenzaron con asociaciones de amigos del chistu y las cocochas, hasta la mezquita de la M-30 madrileña, que asegura tener actividades culturales. Desconocemos qué proyecto se acabará llevando a cabo, porque hay varios, caso de que las autoridades municipales de la ciudad y políticas de Andalucía abdiquen de sus obligaciones una vez más y autoricen cualquier barrabasada urbanística y medioambiental, como pretendían en Granada —por fortuna, con éxito relativo— o en La Habana: a la cesión de un maravilloso palacio colonial del XVIII, en la calle Oficios, para establecer la Casa Árabe, respondieron con la pretensión de erigir en ella dos alminares descomunales de cincuenta metros que arruinarían la perspectiva de conjunto de toda La Habana Vieja. También por suerte en este caso, se frustró la megalomanía teocrática y Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, no dio el permiso oportuno. Y es que, en ocasiones, la civilización occidental demuestra su existencia mediante el ejercicio de la razón y la lógica.
Puede sernos indiferente que, al estilo del Western Leone de Almería, quieran montar un «Al-Andalus Mansurone», parque temático para sacar dinero y así sufragar el resto del invento. Cada quien se divierte como puede y si van a implementar una gigantesca morería de Carnaval, con el emir que regresa victorioso de una aceifa por el norte, ahíto de despenar gallegos, con sus zocos odoríferos y sus chilabas opcionales para visitantes y afición en general, sugiero que no se olviden de: una reproducción de las tenerías de Fez (de ahora mismo); de la crucifixión de Abderrahmán Sanchol, hijo de Almanzor, en la Puerta de as-Sudda y bien flanqueado por un perro y un cerdo, no menos crucificados; de una buena colección de cabezas cortadas como elemento decorativo, de lo cual hubo profusión en el tiempo; de los restos de Ibn Hafsun y de su hijo, desenterrados tras la caída de su fortaleza de Bobastro e igualmente crucificados y expuestos al ludibrio público. Y los santiagueses que se apresten a cargar de nuevo sus campanas camino del Guadalquivir. Si atienden la sugerencia, los llenos están garantizados.
Qué duro es el papel de Paraíso Perdido. Córdoba, abandonada y empobrecida durante centurias (vean lo que cuentan de la ciudad los viajeros del XIX), de pronto se convirtió en carrusel de feria para tratantes de congresos y exposiciones, para campo de experimentación multiculturalista, con estrambóticas estatuas de Averroes y Maimónides (ambos concienzudamente perseguidos por los almohades), recuerdo probatorio del fecundo mestizaje de las Tres Culturas. Desde que el alcalde Julio Anguita, allá por el 85, donó a la casi inexistente comunidad musulmana dos antiguas iglesias, el problema no ha hecho sino crecer, al amparo de una Junta de Andalucía que ha convertido al moro de guardarropía en emblema de la región, como si todo lo sucedido antes del 711 o después de 1236 (fecha de la reconquista de la ciudad) no hubiera tenido lugar. Como si estuvieran obcecados en conseguir los objetivos expuestos en la revista infantil de Hamás (al-Fáteh): «me devolváis \[a Sevilla\], junto con el resto de las ciudades perdidas de al-Andalus (el Edén) a manos musulmanas para que la alegría y la felicidad colmen mi tierra», en definitiva, la puesta en práctica de la fetua de Yusef al-Qardawi —el egipcio miembro de los Hermanos Musulmanes escondido en Qatar— según el cual los musulmanes deben reconquistar «las antiguas colonias islámicas en al-Andalus, el sur de Italia, Sicilia, los Balcanes y las islas del Mediterráneo…», arbitrariedad mucho más atrevida y peligrosa que aquellos ensueños que, hasta hace veinte o treinta años, deslizaban los escritores árabes en sus poemas, entre sollozos tan fingidos como folklóricos por el Paraíso Perdido.
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Joaquín Robles López



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MensajePublicado: Vie Dic 29, 2006 3:46 pm    Ttulo del mensaje: otro más Responder citando

Algo tarde lo traigo, pero este artículo de Luís Martínez Conesa, publicado en La verdad de Murcia debe leerse inexcusablemente. Es espléndido.
Cita:
Zapatero, en la “guerra de las viñetas”

Una vez más, desde el 14 de Marzo de 2004, el mundo entero ha comprobado la firmeza del talante conciliador del Presidente Zapatero, esta vez interviniendo en la “guerra de las viñetas” con un artículo publicado en el International Herald Tribune, en el que, junto al presidente turco Erdogan, ha querido llamar a la calma y al diálogo, en consonancia con su noble idea de la “Alianza de Civilizaciones”.
Sin embargo, al decir que «la publicación de estas caricaturas puede ser perfectamente legal, pero no es indiferente y debe ser rechazada desde un punto de vista moral y político», los articulistas parecen ignorar las relaciones entre las nociones de legalidad, moralidad y política, tal como las conocemos, de modo que se podría pensar que asistimos a una “redefinición” de estas nociones, o a un simple –y torpe- ejercicio de hipocresía, o a una tentativa desesperada de poner paños calientes en una situación que amenaza, ante todo, la posición política de los propios articulistas. En cualquiera de estos casos, sobran los motivos para la preocupación.
Pues si se trata de una simple estrategia de “apaciguamiento” consistente en poner paños calientes “pidiendo perdón” ante aquellos sectores “moderados” de las comunidades islámicas, incluidas las europeas, de los que podría depender el control de la situación, entonces, en lugar de cultivar la retórica declamatoria, Zapatero y sus “aliados” deberían pedir a esos sectores que hicieran públicos los límites a la libertad de expresión que consideran necesarios para “salvar la paz” en Europa y fuera de Europa. Más que nada para saber a qué atenernos. Claro que esto supone que tales sectores son “moderados” y que, por tanto, la situación en sus manos estaría “controlada”, lo cual es más que dudoso, si son ciertos los datos que, en España, apuntan a un 20-30% de musulmanes “simpatizantes” del radicalismo islamista y si aceptamos como criterio de “moderación” la doctrina que esos sectores consideran válida acerca de la relación entre los Derechos Humanos y el Islam. Pues si, para el caso, analizamos la doctrina sobre la libertad de expresión contenida en la Declaración de los Derechos Humanos en el Islam promulgada por la XIX Conferencia Islámica en el Cairo en 1990 y suscrita nada menos que por 59 países “moderados”, en concreto su artículo 22, nos encontramos no sólo con que los principios de la Sharía determinan los límites de la libertad de expresión, sino con que se otorga a todo ser humano el “derecho a prescribir el bien, y a imponer lo correcto y prohibir lo censurable, tal y como dispone la Sharía Islámica” y con que se prohíbe que la información “se oponga a los valores sagrados [del Islam] o a la dignidad de los Profetas”. Por no hablar del taxativo articulo 10, según el cual “el Islam es la religión indiscutible. No es lícito ejercer ningún tipo de coerción sobre el ser humano, ni aprovecharse de su pobreza o ignorancia, para llevarle a cambiar su religión por otra distinta, o al ateísmo”, cosa que en la mayoría de estos países está penada con la muerte. Y esto era en 1990. Ya nos dirá Zapatero qué eficacia atribuye él a su retórica del apaciguamiento y qué recorrido le espera a la Alianza de las Civilizaciones con “aliados” tan moderados como éstos.
Ahora bien, si el discurso de la “Alianza de Civilizaciones” no es un simple artificio retórico intencionalmente apaciguador, sino que comporta una redefinición de las nociones de legalidad, moralidad y política, entonces sus patrocinadores, o son intelectualmente afines a alguna forma de fundamentalismo, o deben de estar bajo una especie de “síndrome de Estocolmo”, por el que ofrecen a quienes pretenden aterrorizarnos y ponernos de rodillas cierta “comprensión”. Pues éstos podrán pensar, con toda la razón dentro de sus coordenadas, que si la publicación de las viñetas es inmoral y rechazable políticamente, entonces debería ser también ilegal. Claro: Zapatero sabe que, en nuestras sociedades, no existe una única moralidad universal, que la legalidad es precisamente el resultado de intentar hacer posible la coexistencia de grupos humanos con códigos morales diferentes e incompatibles entre sí, y que la política es la actividad, llevada a cabo siempre desde uno u otro de estos grupos, de persuadir a los demás grupos de la necesidad de admitir, como mal menor, la vigencia de estas o aquellas leyes. En consecuencia, Zapatero debe saber que la política, aunque no escapa al radical pluralismo axiológico que caracteriza a la moralidad en nuestras sociedades, puede obrar el milagro de la creación de las normas legales que, mientras están vigentes, evitan la guerra civil, a la que, sin embargo, conduce cualquier intento de subvertir estas relaciones entre legalidad, moralidad y política, esto es, cualquier intento de imponer políticamente un único código moral como código legal. Ahora bien, si Zapatero sabe todo esto ¿cómo puede condenar una acción legal “desde el punto de vista de la moral y de la política”, sin exponer su moralidad y su noción de la política a la sospecha de tener alguna afinidad con el fundamentalismo islámico? Que le ocurra a Erdogan es lógico. Pero ¿por qué le pasa a Zapatero?
“¡Porque es un hipócrita!”, responderán millones de cristianos que jamás han oído de boca de Zapatero, ni de nadie “desde la izquierda”, una sola palabra de condena “moral y política” de ninguna de las numerosas manifestaciones de “intelectuales y artistas”, que han hecho de la blasfemia y de la sátira del Cristianismo, su argumento principal y, a veces, su único argumento. Pero yo creo que se trata de una conducta extraordinariamente prudente, pero no respecto de las probabilidades de alcanzar la “paz social”, sino respecto de sus propias probabilidades de mantenerse en el poder. Para decirlo brevemente: Zapatero tiene miedo de aplicar al Islam la misma vara de medir que su ideología aplica al Cristianismo porque sabe que hay gente, mucha gente, también entre nosotros, dispuesta a degollar y quemar por defender el Islam. Pero este miedo tiene su fundamento en el hecho de que él ha subido al poder gracias a las “ansias de paz” de una buena parte del electorado y sabe que disturbios de cierta importancia u otro atentado islamista en España demostrarían a esa parte del electorado que no lo comprendió hace dos años que, entonces, no se trataba sólo de “salir de Irak”, sino del más indigno e incondicional de los sometimientos de la política exterior española a los dictados del Islam político, un sometimiento envuelto en las brumas de esa ilusión pacifista llamada “Alianza de Civilizaciones”.
¿Se imaginan los lectores unos disturbios como los de París hace unos meses, o como los recientes de Líbano, Siria, Irán, etc., pero en Madrid un par de días antes de las próximas elecciones?
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Antonio Sánchez Martínez



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MensajePublicado: Sab Jun 02, 2007 11:28 am    Ttulo del mensaje: Oriana Fallaci analiza la España de ZP y el Islam Responder citando

Adjunto un artículo de Mercedes Rosúa sobre los escritos de Oriana Fallaci en relación con la España de ZP y su complicidad objetiva con el Islam (lo he sacado del Blog de Pío Moa, en el que se hace referencia al "foro de Educación" de donde fue extraído previamente):


Artículo en “Foro de Educación” ( www.forodeeducacion.com)

«LA ESPAÑA DE ORIANA FALLACI»

Mercedes Rosúa [1]

La cronología ha dispuesto que los últimos libros de Oriana Fallaci, escritos en un especial estado de pasión, indignación, voluntad de raciocinio y grito de alarma ante el pasivo entreguismo de Europa, hayan coincidido con un periodo crítico para la historia de España, centrado en 2004 pero enmarcado en un contexto geopolítico intensamente determinado por el atentado del 11 S y desarrollado en un inacabado rosario de desastrosos epílogos.

Lo que comenzó como un largo artículo, redactado sin descanso durante quince días y alumbrado por la conmoción, vivida personalmente en Nueva York, de la matanza de septiembre, se transformó en tres libros, el segundo de los cuales se cierra con unas breves líneas de la autora: La fuerza de la razón se imprimía veinticuatro horas después de lo que la escritora define como enésimo ataque del terrorismo islámico contra Occidente, la masacre del 11 de marzo en Madrid, y a esos muertos dedica el libro. Las ediciones se suceden; ella afirma haber controlado palabra por palabra la versión española (traducción, por cierto, que deja mucho que desear). En el otoño del mismo año, 2004, aparecerá el tercer volumen de la trilogía (la cual no es sino un continuum) titulado Oriana Fallaci se entrevista a sí misma. El Apocalipsis. La periodista hace honor a las afirmaciones de que su cerebro la mantenía viva y lúcida por encima del cáncer, impulsado por la fuerza de voluntad y el imperativo del testimonio. Morirá en septiembre de 2006.

España adquiere en sus páginas una dimensión peculiar. Le cabe el dudoso honor de situarse en cabeza de la lograda estrategia de penetración islámica, en primera línea del antiamericanismo, y de haberse transformado con extraordinaria rapidez en un ejemplo de manual del populismo buenista. El capítulo segundo de La fuerza de la razón, redactado antes del once de marzo de 2004, se dedica a la demostración, por vía de los hechos, de que los países europeos son objeto de una ocupación islámica subrepticia que aspira a establecer estados dentro de los estados y se vale, para imponer sus usos por encima y contra las leyes del país de acogida, de la censura, el miedo y la presión de los sectores afines. Utiliza para ello a una población musulmana inmigrada, no sólo ajena a los conceptos de democracia y de libertad individual, sino manifiestamente opuesta a la integración en la nación donde se ha establecido y controlada, en connivencia con las autoridades locales, por imanes cuyas enseñanzas son incompatibles con la separación de poderes y las premisas básicas de un sistema moderno. Sus apoyos son múltiples, desde los medios de comunicación y los políticos que venden una mezcla de pacifismo pluricultural y bienestar gratuito a los intelectuales de nómina, con una base amplísima de beneficiarios de subvenciones, comisiones, contratas y petrodólares cuyo origen se sitúa, finalmente, en jeques, emires y dirigentes de verbo revolucionario y saneada fortuna. Tras pasar revista a la situación en Inglaterra, Alemania, Dinamarca y Holanda, la señora Fallaci afirma que ningún caso es tan grave como el español. En la Península, visitada antes de ir a Miami por el piloto del 11 S Mohamed Atta para entrevistarse, en la cárcel de Tarragona, con un colega experto en explosivos, campan por sus respetos los terroristas mejor adiestrados del continente y han adquirido los príncipes saudíes, el riquísimo clan marroquí y los multimillonarios del Golfo multitud de inmuebles y los mejores territorios de la costa. Éstos y aquéllos financian en España la propaganda islamista, premian las conversiones y gratifican con seis mil dólares a la conversa que da a luz a un varón y con generosas recompensas a las mujeres que se avienen a cubrirse con el velo. Aquí se encuentran los que creen en el mito del paraíso perdido del reino andalusí y aquí existe un movimiento político llamado Asociación para el Regreso de Andalucía al Islam. En el histórico barrio del Albaicín se inaugura la Gran Mezquita de Granada, con un Centro Islámico anejo. El proyecto se efectuó apelando al acuerdo firmado por Felipe González en 1992 de garantizar a los musulmanes el pleno reconocimiento jurídico, materializado y nutrido por el flujo de millones llegado desde Libia, Malasia, Arabia Saudita, Brunei y el sultanato de Sharjah, cuyo príncipe presidió la apertura y aseguró que se sentía volver a su propia patria, a lo que los conversos españoles, por entonces dos mil solamente en Granada, respondieron que se trataba de recobrar sus raíces. La Asociación para el Regreso de Andalucía al Islam nació en Córdoba hace más de treinta años, y sus fundadores no fueron musulmanes de origen, sino españoles de extrema izquierda que cambiaron las profecías de Marx y la religión del proletariado por los preceptos de Mahoma y la devoción al Corán. Naturalmente su iniciativa fue acogida con todo entusiasmo por la jet de Marruecos, Arabia y el Golfo. Llovieron dólares y asociados. Los conversos acudían, no sólo de diversas provincias españolas, sino del resto de Europa, animados además por el hecho de que con la apostasía del cristianismo no arriesgaban la vida, cosa que sí hubiera ocurrido de, a la inversa, abjurar de Mahoma. No hubo reacciones oficiales ni de la Iglesia católica ni de las autoridades. Por el contrario, en 1979, en nombre del ecumenismo, el obispo de Córdoba les permitió celebrar la Fiesta del Sacrificio, durante la cual se degüellan corderos, en el interior de la catedral. Para ello fue preciso cubrir o retirar vírgenes, santos y crucifijos y limpiar luego los restos de animales sacrificados. Visto lo visto, el año siguiente el prelado optó por enviar a los nuevos y entusiastas musulmanes a celebrar el sacrificio a Sevilla (justo es recordar, como hace la escritora, que la Semana Santa sevillana no carece de parafernalia morbosa y sangrienta), pero hubo enfrentamientos. Se los transfirió, pues, a Granada, donde se instalaron, y permanecen, en el Albaicín. Allí han creado un miniestado que obedece a sus propias leyes y posee sus propios hospital, cementerio, matadero, periódico (La Hora del Islam), tiendas, mercados, oficinas, bancos, editoriales, bibliotecas y escuelas, que son madrasas dedicadas a la enseñanza del Corán; y allí han puesto en circulación su propia moneda, de oro y plata, acuñada sobre el modelo del dirham de tiempos de Boabdil. El Estado de Derecho, la Constitución y la igualdad entre todos los ciudadanos se inhiben, como ocurre, por ejemplo, también en Italia cuando los escolares musulmanes rechazan escuchar a la profesora porque es mujer y consiguen que les envíen un sustituto varón, cuando los empleados de tal credo se valen de su religión para amenazar al empresario con denuncias de racismo si les reprocha su ineficacia laboral, cuando se pretende por imposición musulmana desterrar obras de arte, canciones, iconografía, celebraciones y usos tradicionales del país de acogida, y se transmiten por los medios de comunicación europeos las alabanzas de los inmigrantes al terrorismo y a los asesinatos de Bin Laden. Las autoridades españolas colaboran activamente con los que financian la construcción, no ya de oratorios, sino de enormes mezquitas, cuya altura supere, como es política usual de éstos, a los edificios del entorno con minaretes que demuestren su dominio sobre el infiel, edificios que sean los hitos del orden nuevo, de lo que llama la escritora la mayor conjura de la historia moderna, un proyecto totalitario que se eleva en Europa sobre las ruinas ideológicas de credos fracasados, el clientelismo parásito y los señuelos populistas, con la ayuda inestimable de organizaciones que van desde la Unión Europea hasta los grupos pacifistas pasando por los cristianos ecuménicos y los intelectuales ayunos de catecismo sociopolítico. No es casual que éstos últimos saltaran con tanta destreza de las alabanzas a Stalin al silencio respecto al goulag y del fervor antisistema al apoyo al discurso más reaccionario, el de las teocracias árabes, que existe hoy por hoy en el planeta.

Los borradores de Proyectos de Acuerdo que se están elaborando, con secretismo estratégico y ocultación parlamentaria, en varios países de Europa entre representantes islámicos y entidades oficiales y financieras significan el reconocimiento de un status especial para colectivos dentro del propio territorio, receptores legales de todos los derechos y ventajas pero eximidos de los deberes y obligaciones a que la generalidad de los ciudadanos se halla sujeta, en un esquema por demás muy parecido al que en economía reivindican las supuestas nacionalidades históricas y cuantos han descubierto las ventajas de adscribirse al victimismo de un grupo para el que minoría es sinónimo de trato preferencial e imposición a la mayoría. El caso musulmán, aunque utilice el argumento del respeto religioso, no tiene parangón con otras confesiones, que viven con normalidad su vida ciudadana. Su conflictividad, y la violencia que contra las estructuras de los sistemas europeos ejerce, reside en su radical incompatibilidad con libertad, democracia y derechos humanos y civiles. La confusión que se establece al unificar islam con árabes y con la totalidad de la comunidad inmigrada es una voluntaria maniobra para anular los derechos de los individuos y del Estado democrático y dejar a los más progresistas y laicos inermes en manos de la teocracia de origen y la red religiosa de control civil. Lejos de representar estas medidas un avance en la tolerancia y el respeto a las diferencias, tales iniciativas son un apoyo directo a la opresión ejercida por el más rico, influyente, fuerte y poderoso, sea el padre el jeque, el imán el rey, el varón del clan patriarcal o el director de la escuela del barrio. Naturalmente la renuncia del Estado de Derecho a defender la igualdad de todos los ciudadanos y a proteger, por encima de raza, religión, sexo y cultura, a la persona y su libertad tiene como víctimas directas a los más débiles: niños, mujeres, disidentes, represaliados, pobres ignorantes e ignorantes pobres. La segregación y subordinación femenina es tan clara en los preceptos coránicos y en la sharia que está a prueba de exégesis y maquillajes. Los consejos dados por el imán Mohamed Kamal Mustafá, de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, sobre cómo pegar a las mujeres son de la más estricta ortodoxia y fueron justamente aprobados por el imán de Valencia, Abdul Majad Rejab. Imán M. K. Mustafá: Usar un bastón fino y ligero, útil para golpearla aunque esté lejos. Golpearla con precisión en el cuerpo, las manos, los pies. Nunca en la cara porque ahí se ven las cicatrices y los hematomas. Tener en cuenta que los golpes deben hacer sufrir no sólo física, sino también psicológicamente. Imán A. M. Rejab: El imán Mustafá es islámicamente correcto. Golpear a la mujer es un recurso. A lo que añade el imán de Barcelona, Abdelaziz Hazan: El imán Mustafá se limita a referirse a lo que está escrito en el Corán. Si no lo hiciera, sería un hereje.

Las raíces de este afianzamiento de situaciones contra derecho se hallan también en las declaraciones hechas durante la Asamblea Parlamentaria de la Unión Europea celebrada en París en mayo de 1991. El Consejo de Europa, a propuesta de la Fundación Occidental de la Cultura Islámica, en la estela del Diálogo Euroárabe de Madrid, dio a luz una serie de ponencias centradas en La contribución de la civilización islámica a la cultura europea. El resultado fue un documento final de ciento ochenta y cinco páginas en el que los diversos delegados occidentales rivalizaban en la apología de un Islam sin tacha que sería la fuente de toda virtud, sabiduría, ciencia y cultura. Raro era el invento que, de escuchar a los congresistas, carecía de precedentes en territorios musulmanes. Oriana cuenta cómo, con el ardor de una conversa, Margarita López Gómez, de la Fundación Occidental de la Cultura Islámica sita en Madrid, les atribuía la invención de los helados, del papel (que no a los chinos), el primer estudio de la circulación de la sangre y el establecimiento de ciudades de corte moderno. A lo que se añadiría el cultivo del algodón, la inspiración de las escuelas poéticas medievales del Dolce Stil Novo por el afortunado contacto de los cruzados con el culto a la dama propio de los sarracenos, la Ilustración gracias a Al-Nabulusi quien, en 1730, expresaría en Damasco ideas luego enunciadas por Voltaire, y las bases de la economía moderna, dado que Adam Smith se habría inspirado en las normas expresadas por Mahoma. Tras esto, no cabe sino agradecer y esperar, con la lógica impaciencia, una segunda invasión que civilice, al fin, el Viejo Continente. Mientras tanto los actos se clausuraron con todo tipo de exhortaciones, recomendaciones e iniciativas para crear universidades euroárabes, publicar libros islámicos y ofrecer en prensa, radio y televisión programas relacionados con el tema. De ello es ejemplo el artículo sobre la inauguración de la mezquita de Granada, en el que la redactora entonaba una loa a la gloria andalusí, celebraba el pronto regreso a la ciudad de la voz del muecín que llamaría a la plegaria y esperaba que, con ello, se reparara en algo la ignominia cometida por Isabel de Castilla, quien en 1492 había sido la causante de dos desdichados sucesos: la expulsión de los árabes de España y el descubrimiento de América. El artículo se cerraba con el lógico lamento: Y vivimos ahora en un mundo que todavía sufre a causa del éxito de aquellas dos empresas.

La Historia concede también a España, en el tema que a Oriana Fallaci interesa, un papel muy especial a causa de la temprana invasión islámica, los siete siglos de ocupación (aunque parcial y en franco retroceso desde la baja Edad Media) y el hecho de ser el único país en haber expulsado, finalmente, a los musulmanes de su suelo. Desde luego la periodista no suscribe la teoría de la pacífica convivencia de culturas, que califica de mito colaboracionista, y remite a los lectores a las crónicas de monasterios y conventos quemados, iglesias profanadas, religiosas violadas, cristianas y hebreas raptadas para ser recluidas en harenes, crucifixiones en Córdoba, ahorcamientos en Granada y decapitaciones en Toledo, Barcelona y Zamora. La población hispanovisigótica estaba obligada a ocultar los símbolos cristianos, inclinarse al paso de los musulmanes y mostrar sumisión, y no se le exigía convertirse porque ello les hubiera eximido de pagar tributos al califa. Las invasiones procedentes del norte de África, el desembarco de ejércitos tan ávidos de botín y territorio como impregnados de fundamentalismo purista y que contaban en la Península con grupos que actuaban de quinta columna, fue una constante, como lo fue el hostigamiento de las poblaciones mediterráneas por los piratas berberiscos. En el siglo XVI los turcos, tras haberse hecho dueños en 1453 de Constantinopla con un baño de sangre, avanzaban por Centroeuropa, la ocupaban, sitiaban Viena y anunciaban claramente su propósito de englobar el Continente entero en el Gran Islam que reivindica el fundamentalismo actual y que la hubiera reducido a algo semejante a lo que son hoy los países del Magreb. En 1571 el general turco Lala Mustafá se apoderó de Chipre, hizo mutilar, y desollar en público al patricio veneciano Marcantonio Bragadino, gobernador de la isla, que intentaba negociar con él la paz, y ordenó, una vez que éste hubo muerto bajo la tortura, que le fabricasen un monigote con su piel. Mientras el rey de Francia se aliaba con la Sublime Puerta España, unida a Venecia, el Vaticano, los ducados italianos y Malta, se enfrentó en Lepanto a la flota turca y logró con esa victoria frenar el avance del imperio otomano y cambiar lo que parecía extensión imparable, que hubiese significado un mapa de Europa muy distinto del actual.

España es objeto de la atención de la señora Fallaci en otro especial momento histórico: 1975. Franco agoniza. Se perfila la transición democrática que en realidad llevaba años gestándose. En su entrevista con el Secretario General del Partido Comunista Español, y en la introducción previa, la periodista expresa, no sólo su percepción de Santiago Carrillo, sino las expectativas de una Europa que observaba el último acto de una larga y anacrónica dictadura y aguardaba expectante la reacción posterior del país. Oriana es por entonces una mujer de cuarenta y seis años, en la plena madurez de una destreza profesional de la que son parte la pasión y la energía. Con el instinto del periodista y la vehemencia de su compromiso por la defensa de las libertades, refleja y concentra en su persona lo que eran sentimientos comunes de la opinión pública: la querencia de utopías y el reconocimiento de realidades insoslayables. Existe en Occidente, junto con el rechazo de las dictaduras, un grave conflicto identitario. Sectores importantes de intelectuales y de ciudadanos habían apostado, de una forma más platónica que otra cosa, primero por el comunismo revolucionario; luego, según los desastrosos efectos de éste se hacían más obvios, por un vago socialismo que sabría conciliar teorías marxistas con democracia y libertad. Oriana abomina del estalinismo y sus seguidores, ha reflejado impecablemente el fundamentalismo marxista de Alvaro Cunhal, la franca honestidad del presidente Mario Soares (quien denuncia que Cunhal y los suyos se han hecho con todos los medios de comunicación de Portugal) y las contradicciones de otros líderes; recuerda el desprecio de su padre por la castración colectiva del albedrío de los individuos que los sistemas comunistas producen. Ya entonces, 1975, advierte la trampa del chantaje dual “Derechas/Izquierdas”: Ay de no ser tenido por persona de izquierdas, o lo bastante izquierdista. Equivalía a ser calificado de reaccionario, de contrarrevolucionario, de fascista. Al que no era comunista se le llamaba fascista. Pero ella se aferra al amor a la independencia y necesita, como tantos otros de su época, saber que las esperanzas e ideales revolucionarios no han existido en vano. En Santiago Carrillo encuentra al comunista perfecto, imprescindible, el Hombre Nuevo del futuro en quien se alían inteligencia y bondad, el dirigente de un partido marxista que opta, ¡al fin!, por la tercera vía, que ha descubierto y que promete ese “socialismo en libertad” que es la piedra filosofal de los alquimistas políticos. Carrillo, que cuenta sesenta años, es un hombre delicioso, distinto de todos los demás, encantador, enemigo de la violencia, dispuesto a aceptar alianzas con todos los partidos, a someterse al veredicto de las urnas, alguien que considera desfasada la pretensión de dictadura del proletariado e injusta la invasión soviética de Checoslovaquia. Oriana muestra hacia él una admiración rendida, difícilmente observable respecto a otros sujetos de sus reportajes. Si todos los comunistas fueran como Santiago Carrillo, el mundo sería más inteligente y más feliz. No hay apenas preguntas sobre la Guerra Civil ni aparecen temas espinosos.

Entrevista con la Historia, ese volumen en el que se publican las que Oriana Fallaci realizó entre 1969 y 1975, es un libro fascinante en el que los personajes que hace tres décadas tejían, o creían tejer, la Historia juzgan el destino del planeta, el pasado, el futuro y a sí mismos. Se trata de un documento que resulta hoy inapreciable por la comparación de aquella visión del mundo con el posterior desarrollo de la realidad. La periodista ha llegado a España dispuesta a poner flores sobre las tumbas de los últimos ajusticiados por el franquismo, a denunciar los crímenes finales del dictador. Se identifica con la lucha contra la opresión que juzga ser la de ETA. Huele por todos sitios la sangre de las víctimas del régimen que se extingue y ve en Carrillo alzarse frente a ella a un hombre que había dedicado su vida a luchar por el cambio pacífico. Sobre toda la entrevista planeará el olor de la sangre de los cinco fusilados, a los que siempre se califica de criaturas por su juventud. (No se percibe el olor de ninguna otra sangre ni se cita que a éstos chicos de entre 21 y 27 años se los acusaba de tres asesinatos, asalto y atraco). Criaturas se repite cuando habla Carrillo de las generaciones sacrificadas por el General, contra cuyas infamias él ofrece una paciencia y deseo de reconciliación nacional angélicos. Su personal pasado estalinista parece al militante español de absoluta lógica teñida, incluso durante su estancia en la URSS, de ingenuidad. Nada advirtió, en sus seis meses de residencia en Moscú: yo no puedo decir que guarde un mal recuerdo de Stalin porque en aquella época no sabía que Stalin fuese Stalin. No se veía en nada (sic). Y lo explica diciendo que él nunca aprendió ruso, y además gozaba de total libertad y podía decir a los soviéticos (recuerde el lector que se está hablando del periodo de purgas, depuraciones, asesinatos y deportaciones) lo que se le antojara. Tampoco se enteró de mucho en Nueva York, donde residió otros seis meses, a causa de su desconocimiento del idioma. Una impermeabilidad al aprendizaje de lengua extranjera difícilmente creíble en alguien de veintipocos años. La entrevista se cierra con las seguridades que el líder comunista ofrece a la periodista de que, tras el asesinato de aquellas cinco criaturas, la larga noche franquista está por acabar.

Treinta años después, ni la noche ni el día son ya lo que eran. Oriana observa con desconfianza y tristeza a una España en la que la blanda rendición ante la agresividad de las nuevas invasiones, la incapacidad de defender valores e identidad propios, la cobardía oportunista y el sectarismo tribal son, como en Italia, rasgos dominantes. España forma parte del coro de la izquierda caviar especializado en himnos al pacifismo incondicional, el antiamericanismo venenoso, el filoislamismo entusiasta y el antioccidentalismo masoquista. La pronta retirada de las tropas españolas de Irak por el gobierno llegado al poder tras el atentado de Madrid del 11 de marzo le produce desprecio, y su juicio sobre el presidente José Luis Rodríguez Zapatero se resume en calificarlo de insoportable, populista cínico y pícaro deleznable que no vale un comino. Ve, sobre todo, claro peligro en la perversión del lenguaje y en la avidez con la que grupos parásitos explotan el gran negocio del victimismo e imponen la dictadura de las minorías. Le repele la rentable y agresiva petulancia de homosexuales, ecologistas, antisistema y de cuantos, en nombre de “Paz”, “Pueblo”y “Naturaleza”, adoran la moda islámica y sirven a los enemigos de la libertad. Hace alusión al brindis al sol de Zapatero legalizando, sin que nadie le tratase al menos de cretino (sic), el matrimonio y la adopción para las parejas homosexuales, y utilizando, a falta de cosa mejor, el exhibicionismo de esos grupos para procurarse él notoriedad y clientelas. Esto mientras juega a desdeñar a una Norteamérica que es para Europa el único baluarte de la libertad, que envió por miles a sus soldados a defenderla en las dos Guerras Mundiales y que constituye el más claro exponente democrático y el único defensor real que a Occidente le queda. Oriana no reconoce -está bien acompañada en ese sentimiento- a su Italia en el país actual, acomodaticio y de dirigentes sin categoría. La suya es una patria valiente, digna, laica, defensora de su cultura y de sus principios, que no se deja intimidar. La escritora jamás renuncia a su ideal de revolucionaria impenitente enemiga del miedo y de la sangre, segura del poder de la inteligencia, la razón, la paciencia, la belleza, y se rebelará hasta el final contra esa Europa sin alma que se somete a los terroristas. Recuerda que los estadounidenses respondieron con bravura a la pública exhortación de Bin Laden antes de las elecciones. Él les dijo que no debían votar a Bush para así evitar otro Manhattan. Os hablo para deciros que seguir con la misma política conducirá a la repetición del incidente (sic; incidente figura en el discurso televisivo de Bin Laden) acaecido el 11 de Septiembre. Ellos se negaron a practicar la rendición preventiva.

(Mercedes Rosúa ha escrito los libros “Archipiélago Orwell” y “Las clientelas de la utopía”)
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Vie Jun 22, 2007 1:40 pm    Ttulo del mensaje: Banco Moruno y Alianza de civilizaciones. Responder citando

La banca, la Caixa, petrodólares, y ética moruna:


El diario El economista del jueves, 21 de junio, explica la creación de "un banco islámico español para dos millones de musulmanes".

<<<"Fomentar productos bancarios y financiero de contenido halal y ético que tiendan a la humanización de la economía y a la redistribución de la riqueza". Es uno de los diez acuerdos adoptados en el seminario "Alianza de civilizaciones, alianza por la paz", celebrado los días 18 y 19 en Córdoba y organizado por la Junta Islámica española. Acuerdos que han sido asumidos por el Liderazgo Islámico Mundial (World Islamic People´s Leadership, WIPL), un organismo que representa a las 400 organizaciones musulmanas más importantes del mundo.
El presidente de la junta islámica, Mansur Escudero, tiene el apoyo de Mohammed Ahmed Sherif (Tripoli, Libia, 1937), el secretario general del WIPL, una organización vinculada a la corriente sufí del Islam. Los musulmanes españoles quieren un banco.
"La decisión está tomada y en el programa trabaja ya Nurul Beriah Jafar, directora ejecutiva del Muamalat Institute de Indonesia", adelanta a elEconomista Audalla Conget, director comercial del Instituto Halal, de la Junta Islámica. "Se ha dividido el programa de trabajo del proyecto en tres fases. La primera es poner en marcha productos específicos en bancos y cajas de ahorros españolas para musulmanes, para lo cual deberían contar con un certificado halal. En esa línea está el acuerdo que acabamos de cerrar con Bancorreos, Deutsche Bank.

Créditos y un banco.
La segunda fase del proyecto sería, detalla Audalla Comget, "la creación de oficinas de crédito bien mediante acuerdos con la banca convencional, con un banco islámico o bien con inversores". La tercera fase es "la creación de un banco islámico español y ahí está la duda, si crear una entidad nueva para lo cual no creemos difícil asegurar los 18 millones de euros necesarios para la reserva, o adquirir un pequeño banco ya existente en España con lo que los problemas serían menores y los plazos para su puesta en marcha se agilizarían mucho en todos los planos".
Comget cree que el mercado "no sólo está en los casi dos millones de musulmanes existentes en España, según nuestros cálculos, sino en todo tipo de clientes, ya que los criterios harán muy atractivo el banco para personas a las que le importa la ética de este tipo de negocios". El drector comercial del Instituto Halal recuerda que, en septiembre de 2006, el Banco Islámico de Gran Bretaña (IBB), el primer banco islámico (sharia) en el Reino Unido, empezó a operar en la ciudad de Birmingham. Para el éxito, la Junta Islámica española sólo tendría que emular al Consejo de Ulemas de Indonesia, el país con mayor número de musulmanes del mundo, que en 2003 emitió una fatua (decreto islámico) declarando a los intereses bancarios un "beneficio ilegal". Desde entonces el sector no ha hecho más que crecer.
Isabel Romero, directora del Instituto Halal, explica que una entidad de crédito "catalana pero muy implantada en toda España" cuenta con "casi quinientas mil cartillas de ahorro de inmigrantes residentes en España. Pues bien, un estudio de la propia entidad sobre el movimiento de esas cuentas refleja que son los que mejor pagan, los que mejor cumplen, ahorran más y mejor responden a cualquier operación de riesgo. En España hay más de 200.000 pequeños empresarios inmigrantes, que ya cotizan a la Seguridad Social como autónomos. Esto significa que uno de cada seis inmigrantes en España trabaja por cuenta propia".
Según Audalla Comget "los inversores existen, están ya y a la espera de viabilidad del proyecto. El Muamalat Institute se encarga de la captación de los inversores. Para ello, Nurul Bariah Jafar ya ha mantenido contactos en países del Golfo.

El islam crece.

Según un informe de la empresa Serficoin, el Islam es la segunda religión con más seguidores en el mundo: el 19,9 por ciento de la población mundial. Es la religión que crece más rápido. "Esto es atribuible, principalmente, al mayor crecimiento demográfico en los países musulmanes y, en menor medida, a la conversión al Islam.
Austria fue el primer país europeo en reconocer al Islam como una de las religiones oficiales, mientras que Francia es el país en Europa con mayor número de musulmanes: 6 millones, un 10 por ciento de la población. En España, la cifra oficial ronda 1.200.000 pero "son muchos más", dice Comget.

.................

Un negocio casi de cuatro billones para la Banca Shari´ah.

La consultora Serficoin, que ha elaborado un informe sobre la Banca Shari´ah o Banca Islámica, señala que según datos de Standard & Poors, actualmente, los bancos islámicos manejan 400.000 millones de dólares. Sin embargo, todavía disponen de un amplio potencial de crecimiento ya que cifran su mercado en cuatro billones de dólares. El sistema financiero islámico apenas cubre el 10 por ciento de la comunidad musulmana mundial. Desde 1996 muchos bancos ya ofrecen productos específicos para musulmanes, como Citicorp (Citi Islamic Investement Bank (CIIB), HSBC (hipotecas desde 2003), UBS, Lloyds TSB, Deutsche Bank, Rabobank y Dow Jones Indexes. Además, Standard & Poor´s creó un índice en 2006 para que los inversores musulmanes puedan colocar su dinero.>>>


..................

Hasta aquí la transcripción íntegra del artículo de El economista.

Ahora podemos coger una coctelera y meter en ella todo esto más un poco de Monarquía española, Montilla PSC y Zopenco el negociador/love, a más de Alicio PSOE/ETA, junto con un poco de Clinton Rubalcabeño y CIA y tenemos con el Eje París/Berlín junto con Polanco/Botín/Pepiño la mezcal explosiva de esta temporada: el coctel se llama España neo, o neoliberal balcanización de España.

Islamización práctico/económica. Luego, como siempre, viene la ideológica, y en ello estamos. Adiós.
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