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El Gran Jardín del Edén.
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Mar Feb 09, 2010 4:49 pm    Ttulo del mensaje: El impostor catalán Responder citando

Déjate, oh insensato, de citar a Tomás de Mercado, que yo te he mentado a ti, no a ningún tercero. No escurras el bulto.

Respecto al ejemplo del agua en el desierto, intenté reconstruir el errado ejemplo del insensato, pero se ve que de nada ha servido y se empeña en seguir el camino de las robinsonadas. Que lo siga, pero eso no es capitalismo, es una mera ensoñación del Gran Jardín del Edén.

Lo que no recomiendo es pasar de las robinsonadas a los créditos como si fueran lo mismo, más que nada porque los créditos siempre exigen un aval que no es desde luego el dinero, sino bienes materiales con un valor entrañado muy concreto. Pero es lógico que al insensato le patinen las neuronas y otras conexiones y axones varios en su disminuida subjetividad.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Mar Feb 09, 2010 4:57 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Tomás de Mercado me avala a mi y a él es al que tienes que refutar, pues es él el que te pilla en tus simplezas, no yo.

Por lo demás está muy claro que los escoláticos españoles son subjetivistas respecto de la teoría del valor, no creían en los cambios equivalentes, y fueron ellos los predecesores de los marginalistas austriacos. Tanto si te gusta como si no.

Ya sé lo del "aval bancario"..., y se exige en ambos lugares lo mismo: responder con bienes por el monto total de la deuda. Pero lo importante es ver que el dinero tiene un único mercado y un único valor (su interés), pero no así las aceitunas y la manzanilla.
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Mar Feb 09, 2010 5:12 pm    Ttulo del mensaje: Obsesivo compulsivo Responder citando

Yo no tengo que refutar a Tomás de Mercado porque a quien estoy interpelando es al insensato. Ya sé lo que dice Tomás de Mercado; ahora quiero saber lo que tiene que decir el insensato.

Yo, por mi parte, sólo veo claro que los escolásticos defendían los equivalentes, igual que Aristóteles por cierto en la Ética a Nicómaco, y que en todo caso, como el Estagirita, tenían la Economía incluida en la filosofía moral. Lo otro son añadidos anarcocapitalistas que habrá que demostrar.

Y si encima se reconoce que un aval bancario consiste en responder con bienes por el monto total de una deuda, ¿dónde queda ahí la estimación subjetiva? Y por otro lado, el interés no es sin más el valor del dinero; es el dinero que se queda el banco como resultado del préstamo, o el añadido de que los bancos se presten dinero unos a otros (Euribor), con el consiguiente gasto en comisiones. El valor del dinero no es ese, y tiene que ver precisamente con su realizacion en aceitunas, manzanillas y otros bienes de consumo.

De nada.
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José Mª Rodríguez Vega



Registrado: 11 Oct 2003
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MensajePublicado: Mie Feb 10, 2010 8:58 am    Ttulo del mensaje: Escurriendo el bulto- Luis de Molina. Responder citando

Este insensato no tiene ni por que tener que decir nada, pues no me las doy de sabihondo como hace el muy sensato. Yo no poseo ideas "propias" y me conformo con tener las ideas de los demás... A mi eso no me importa.

Pero el patanegra del sabihondo ha estado siempre en contra de aceptar que los escolásticos creían en un cambio no equivalente y en aceptar el subjetivismo del valor económico que ellos mantienen. Ha negado que esto sea así y aún ahora sigue haciéndolo:
el sensatísimo escribi:
<Yo, por mi parte, sólo veo claro que los escolásticos defendían los equivalentes>
, por tanto es de esto -de esta cabezonería- de lo que discutimos y de nada le vale ahora no afrontarlo y escurrir el bulto con eso de que me interpola a mi y con eso de que los escolásticos "tenían la Economía incluida en la filosofía moral". Por lo visto este sabihondo contesta y argumenta sobre lo que le viene bien y el resto lo da por resuelto (a su favor, claro).

Y para mi está muy claro que un DVD cuyo precio es 60 sea comprado por 60 porque el que vende el DVD desea menos el DVD que le sobra que no el dinero que no tiene y desea y viceversa. La cuestión es esta:<¿Cuántas veces ha ido el lector al mercado a cambiar un billete de un dólar por otro billete idéntico y luego otra vez y otra…?>, pues si el DVD se cambia por 60, tenemos que esos 60 ahora en otras manos se cambian a su vez por otros 60 en plástico, y este plástico cuyo valor sigue siendo 60 se vuelve a cambiar por otros 60 y así ad infinitum... Suma total "0"!!, por tanto hay que ir a buscar el incremento de los cambios en esfera de la producción y encontrar a la escondida plusvalía como trabajo vivo explotado, eso en una época en que ni existe ya el llamado "proletariado". ¡Cosa más tonta no hay que esto de la suma "cero"!!, pues para no ganar nada uno se queda en casa y tan contento. El asunto de los "equivalentes" o del DVD hay que retrotraerlo hasta los orígenes del cambio, hasta las épocas antidiluvianas en las cuales no había ni moneda para los cambios y en las cuales el dinero era la sal o cualquier otra mercancía. Además, para saber si los equivalentes son tales hay que poner el cambio de una misma mercancía verdaderamente equivalente, del oro por ejemplo: oro por oro; cambio de oro en Sevilla por oro en Flandes, que era como lo estudiaban los escolásticos. El resultado es una diferente valorización y una subida o bajada de los precios y por tanto una mutua ganancia en los cambios.
Ahora se nos espetará que aquí hay que "meter" las transformaciones del plástico del DVD por el trabajo, etc., y así otra vez embarullarlo todo de manera cansina y ramplona.

El tema es si los escolásticos son predecesores en algunas cosas de los economistas de la escuela austriaca de economía (marginalismo) y si son predecesores o de los primeros en dar origen teórico al "capitalismo" (y no los luteranos...Los escolásticos españoles fueron los primeros en introducir, por ejemplo, el concepto dinámico de competencia -en latín concurrentia-). Esto último es lo de menos ahora, pues ahora hay que refutar los textos de Mercado o admitir de una vez que él creía en los cambios SIN equivalencia (como así lo creía Aristóteles) y en la "estima" subjetiva para las valorizaciones. Nada más.

En el Foro de Economía el sabihondo ha dicho:
Cita:
<Yo, por mi parte, digo que los problemas planteados por Luis de Molina y otros contemporáneos suyos es más cuestión de filosofía moral (sobre la moralidad o inmoralidad de la compra-venta)...>
¡¡Esto es escurrir el bulto!! Nadie ha negado nunca que los escolásticos estuvieran preocupados por la moral. Ese era su objetivo al pensar en los cambios: que no hubiera en ellos pecado... Pero de esto no hemos discutido nunca ni yo lo voy a hacer, porque es un tema no polémico. La cuestión es que buscando el pecado encontraron a las "valorizaciones subjetivas" y el "cambio entre NO equivalentes", y en esto coinciden con los marginalistas austriacos... ¡y nada más!

Aquí de lo que se trata es de responder a esto:<¿Cuántas veces ha ido el lector al mercado a cambiar un billete de un dólar por otro billete idéntico y luego otra vez y otra…?> Esto lo preguntamos a los que cambian "equivalentes"!! Y a los que creen que los escolásticos creían o pensaban en un cambio entre justísimos "equivalentes" (porque además, y para ellos, lo moralmente "justo", el "justiprecio", es precisamente el cambio entre NO equivalentes. Lo demás son cuentos chinos para eludir, el muy y Alta Sensatez, el ridículo espantoso que hace.

Es a esto a lo que hay que responder y lo demás son cuentos.

Ahora bien... Si su majestad el Supremo sabihondo lo cree oportuno para sus intereses en la ocultación del bulto, discutiremos de esto y sólo de esto:
el sensatísimo escribi:
<Yo, por mi parte, sólo veo claro que los escolásticos defendían los equivalentes...>
Y como Luis de Molina parece ser muy de su agrado como gran defensor de los equivalentes, según su sabia e inmensa sensatez, traeremos unos textos de Molina para regocijo del sufriente y silencioso personal contertuliano en el cual pienso al escribir todo esto.

Antes es necesario conocer lo ya dicho anteriormente aquí: http://nodulo.trujaman.org/viewtopic.php?t=1605

El Gran sensato ya dijo entonces ahí que...<Y sobre todo, la igualdad y la justicia planteada por Aristóteles se refiere a lo que Marx denominó como modo de intercambio simple: Dinero-Mercancía-Dinero, circuito expresado en la fórmula D-M-D, que no supone ningún tipo de beneficio, de plusvalor. En ese sentido los escolásticos españoles, siguiendo a Aristóteles, hablan del justo precio, es decir, del precio equivalente entre dos cosas en principio distintas pero igualadas por el dinero.>

Y desde entonces (allí no respondió el gran sensato nada de nada) sigue en sus trece...

Y respecto de Aristóteles ya se dijo allí esto:<Dice Tomás de Mercado:<Esta es prueba evidente desta verdad que tratábamos, que no valen las cosas entre los hombres, lo que vale su natural, sino según dijo el filósofo, lo que es nuestra voluntad y necesidad, como la que les da estima y valor.> (Tomás de Mercado, Suma de Tratos y Contratos. 144, pág. 159. Ed. Nacional 1975). Por tanto Aristóteles (según dijo el filósofo) no creía en la supuesta igualdad o equivalencia en los cambios como le atribuye la sensatez andante.

Y para empezar de una vez, meto otra vez esto de Molina: <Y este valor -del dinero- no permanece inalterado, como si fuera indivisible, sino que se mueve dentro de unos límites definidos por el parecer de las personas, lo mismo que sucede con las mercancías no tasadas por ley.> (Luis de Molina. Disputationis de Contractibus, Del doble valor que la misma cantidad de dinero puede tener en diversos lugares. Venecia, 1601. Citado por Marjorie Grice-Hutchinson).>

Por tanto el valor de la mercancía dinero permanece "alterado" y lo determina el subjetivista "parecer de las personas" y lo mismo con todas las demás mercancías..."no tasadas por ley". Por lo tanto, una mercancía, el dinero en este caso, como dice el título del capítulo, puede tener el "puede tener doble valor que la misma cantidad... en diversos lugares"

Sigue Molina -los paréntesis son míos- :

<La necesidad de dinero y su abundancia hacen que su valor suba y baje.>

<En las tres disputas precedentes hemos examinado uno de los capítulos o razones por las que puede ser lícito el cambio que se practica en un lugar a otro cobrando un incremento por encima del principal....

Una misma cantidad de dinero puede tener más valor en un sitio que en otro de dos maneras: Primero porque por ley o por costumbre aceptada tenga, en comparación con otras monedas, un valor diferente en lugares también diferentes. Así, por ejemplo, un ducado (de oro) vale en Portugal cuatrocientos reais, y en Castilla 375 maravedíes, y un real de plata vale en Castilla treinta y cuatro maravedíes y hoy vale cuarenta en Portugal. Y en el reino de Valencia vale el real menos dines que en Cataluña....

De otra manera puede tener el dinero menos valor en un sitio que en otro; a saber, porque sea más abundante. En igualdad de circunstancias, cuanto más abunda el dinero en un lugar tanto menos es su valor para comprar cosas con él, o para adquirir aquello que no es dinero.
Así como la abundancia de mercancías hace que disminuya su precio cuando la cantidad de dinero y el número de comerciantes permanece invariante, así también la abundancia de dinero hace aumentar los precios cuando la cantidad de mercancías y el número de comerciantes permanece invariante, hasta el punto en que el mismo dinero pierda poder adquisitivo. Así vemos que, en la actualidad, el dinero vale en las Españas mucho menos que lo que valía hace ochenta años, debido a la abundancia que hay de él. En la misma proporción ha crecido el precio de los salarios, las dotes y el valor de las fincas, las rentas, los beneficios y todas las demás cosas.
Por eso vemos que el dinero vale mucho menos en el Nuevo Mundo, sobre todo en Perú, que en las Españas, debido a la abundancia que hay de él. Y donde el dinero es menos abundante que en las Españas, vale más.

El valor del dinero no es el mismo en todas las partes de las Españas, sino diferente; pues de ordinario vale menos en Sevilla, a donde llegan las naves desde el Nuevo Mundo, y donde por esa razón suele haber mayor abundancia de él, de lo que vale en otros lugares de las mismas Españas.

Aparte de esto, la mayor necesidad de dinero que SE SIENTE (subjetividad) en un lugar, por ejemplo, para comprar mercancías, gastos de guerra, de la Corte Real, o por cualquier otra razón, hace que el dinero valga allí más que en otros sitios. Es más, estas mismas razones hacen que en un mismo lugar el dinero valga más en unos momentos que en otros.

El dinero que en un lugar se cambia por dinero en otro lugar se comporta como mercancía no tasada por ley (libre), cuyo valor unas veces sube y otras veces baja, según haya más o menos necesidad de ella. Por eso la abundancia de una mercancía, su mayor o menor necesidad y el mayor o menor número de comerciantes que la quieren, hacen subir o bajar su valor en un sitio determinado. Eso mismo sucede con el dinero; su mayor o menor abundancia en un lugar, LA NECESIDAD (subjetivista) que hay de él, el mayor o menor número de quienes solicitan cambiarlos para diversos lugares y de quienes pueden y DESEAN (subjetivismo) aceptar estos cambios, son las razones por las que el dinero, en un momento determinado, vale más en un lugar que en otro, o en momentos diferentes. Y aún dentro de la misma feria y en un mismo lugar, valdrá más o menos según que al principio, al medio o al final de la feria sean más o menos numerosos quienes necesitan dinero y QUIEREN (subjetivismo) tomarlo a cambio para otros lugares, y mayor o menor sea el número de quienes QUIEREN (subjetividad) entregárselo.....

Por eso la costumbre respetó siempre, con razón y a pesar del precio de tasa, el que las monedas tuvieran este otro valor inconstante (mercado libre) en la conmutación por monedas en otros lugares, Y Pío V aprobó en su bula esta clase de cambios con incremento.>


Está muy claro a quién debe responder la Inmensa Sensatez andante: Origen católico y teórico del capitalismo (y no el luteranismo como afirmó Max Weber y el Armesilla patanegrero); subjetivismo a mansalva; valorización estimativa y subjetiva; Valor variable según la demanda y la oferta; licitud del interés o cambios con "incremento"; y cambios generales NO equivalentes...

Lo demás son paparruchas. Adiós.
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Vie Feb 12, 2010 10:35 pm    Ttulo del mensaje: Insensatez transitivo Responder citando

Estimados amigos:

El insensato prosigue con sus insensateces, e incapaz de razonar, se limita a cortar y pegar sus plomizos textos extraídos con verdadero candil y con alma de catedrático catalán. Sigue empeñado en decir que dinero se cambia con dinero, lo cual es cierto, pero no directamente. Una relación reflexiva A =A no es originaria, como piensa el insensato desde su vulgar empirismo metafísico, sino producto de relaciones simétricas previas: los 60 euros son los que vale el reproductor de dvd, es decir: un DVD = 60 euros. A =B. Pero si A = B, B = A. Y si decidimos volver a vender el DVD por el mismo precio, recuperamos los equivalentes, en virtud de la transitividad. Si A = B y B =A, entonces A = A. Se cambia un equivalente por otro, pero no directamente, sino como resultado de operaciones previas.

Expliquémonos de otro modo:

Von Mises es basura. El insensato catalán es basura. Luego Von Mises es igual que el insensato catalán.

No necesito a Tómas de Mercat para mis cálculos.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Dom Feb 14, 2010 8:10 am    Ttulo del mensaje: Responder citando

Pego a tus españoles...

Je, je, je.

Como me divierto... Te harás famoso.
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Sab Feb 27, 2010 6:18 pm    Ttulo del mensaje: La flor de mis entretelas o Alberto Recarte Responder citando

Estimados amigos:

La flor de mis entretelas del Gran Jardín del Edén neoliberal es Alberto Recarte. Distinguido economista español y Presidente de Libertad Digital, ha escrito interesantes análisis sobre el funcionamiento de las administraciones públicas, especialmente españolas y cubanas, pero también ha caído en el error del Ego esférico austriaco al analizar la crisis económica en su libro El informe Recarte 2009 (La Esfera de los Libros, Madrid 2009). Veamos:

Cita:
«Los agentes económicos, los hogares (familias), las empresas financieras y las no financieras y las administraciones públicas pueden, con lo que ingresan, consumir o ahorrar. Pero todo su ahorro se invierte. Y es inversión tanto tener billetes debajo del colchón [sic] como comprarse una vivienda»


El informe Recarte, pág. 32.

Lo de los «billetes debajo del colchón» recuerda más a uno de los actores de la Parábola de los Talentos del Nuevo Testamento que a una economía capitalista como la nuestra. Comienzan las robinsonadas marginalistas.

Cita:
«El Banco Central tiene la capacidad legal, concedida por el gobierno, de imprimir billetes de banco de curso legal», en consonancia con la citada disposición, lo que se denomina como «efectivo». Pero, por otro lado, «existen las entidades financieras monetarias, a las que denominaré, en adelante, genéricamente, “la banca”, que tienen la posibilidad legal no de emitir billetes, pero sí de crear dinero». [...]

«Permítanme que se lo explique. Si el Banco Central de un país, que es el que tiene esa competencia, autoriza la creación de un nuevo banco, se pone en marcha el proceso de creación de dinero. Supongamos que el banco, que en el momento de su constitución es idéntico a cualquier otra sociedad, se constituye con un capital de un millón de euros, que se desembolsa en billetes de curso legal. Al día siguiente comienza su actividad, que consiste en dar créditos. El Banco Central le obliga a que se quede en la caja, en efectivo, aproximadamente un 2% del total de su activo, 20.000 euros. Tiene, en ese momento, 980.000 euros para dar créditos. Pero presta mucho más, posiblemente entre 10 y 20 millones de euros. ¿Cómo lo hace? Si concede créditos iniciales por 10 millones de euros, se encontrará —es la experiencia— con que de los 980.000 euros que tenía en billete; sólo han salido de su caja fuerte, quizá, 500.000 euros, porque el resto de las empresas o familias —hogares— a los que ha concedido crédito aceptan una chequera o un número de cuenta desde la que pueden hacer pagos a terceros o a ellos mismos cuando lo necesitan».

[...]

«Si ha concedido los créditos, por ejemplo, al 7%, intentará pagar a los depositantes el 5%. El 2% restante lo necesita para sufragar los gastos de funcionamiento del banco y obtener un beneficio con el que poder pagar dividendos a los que han desembolsado el capital inicial de un millón de euros. Al final del proceso, un nuevo banco con un millón de euros de capital puede haber creado hasta 20 millones de euros de dinero. La banca crea dinero»
(págs. 33-34).

Sorprendente, incluso al aparecer escrito en letras de imprenta: ¿cómo se puede decir que la concesión de un crédito constituye la creación de dinero? Se trata de un mero adelanto numérico, avalado por bienes tangibles por parte del receptor del crédito, eso sí, para poder desarrollar una actividad económica. Una economía capitalista, con tantos emprendedores que apenas disponen de sus bienes como patrimonio, es imposible que funcione sin la ayuda de un crédito a devolver en un plazo de varios años. De hecho, desde las posiciones de Recarte y otras existe una exaltación del denominado microcrédito, algo que será interesante analizar más adelante.

La banca, según Recarte, también

Cita:
«destruye dinero. Si, por ejemplo, el Banco Central sube los tipos de interés, la misma banca, con el mismo capital de un millón de euros, puede decidir no renovar créditos a antiguos clientes o no conceder nuevos, porque crea que menos empresas o personas serán capaces de devolverle, con garantías suficientes, el principal o los intereses de sus préstamos o líneas de crédito; o algunas de las empresas que tenían créditos deciden reducirlos de forma autónoma, porque no quieren pagar tantos intereses, no hacer más inversiones a ese tipo de interés o creen que lo mejor que pueden hacer es reducir sus existencias. Incluso si no hay cambios en los tipos de interés, las empresas y los hogares pueden decidir mantener un mayor volumen de dinero fuera del sistema financiero, lo que hará disminuir la cantidad de dinero en circulación, en este caso del dinero que podemos llamar “bancario”». [...] «el total de créditos bancarios quizá ya no sean 20 millones, sino sólo 15. Y, simultáneamente, el nuevo banco pierde la misma cantidad de depósitos. Se ha reducido la cantidad de dinero en circulación, se ha destruido dinero, con la misma cantidad de billetes en circulación. Es evidente que hay dos clases de dinero en los actuales sistemas financieros: los billetes y monedas del Banco Central y el dinero que han creado los bancos con sus créditos, que son equivalentes a los depósitos de esa banca»
(pág. 35).

Por lo tanto, Recarte piensa que la banca es como Dios padre, que crea dinero de la nada. Grandioso.

Y, como Dios voluntarioso neoliberal, pide que la banca deje de estar regulada por el malvado y denomíaco estado:

Cita:
El sistema bancario es un sector intervenido, regulado e inspeccionado por los bancos centrales y por las CNMV de cada país, la SEC (Security and Exchange Comission) en Estados Unidos, en los casos en los que cotizan oficialmente en las bolsas de valores. Se fijan imperativamente la proporción de capital que deben tener, los limites en las relaciones crediticias con los clientes y los activos que se pueden sacar del balance, por no hablar de la regulación del pasivo, de cómo se pueden captar depósitos, de qué tipo de obligaciones pueden emitir y de la transparencia en sus relaciones con los depositantes. La regulación, en definitiva, es casi infinita, heterogénea, muchas veces absurda, algunas, excesiva, y otras, insuficiente»
(pág. 67).

Por lo tanto, lo ideal sería volver a los acuerdos de Bretton Woods, aquellos celebrados tras la II Guerra Mundial, en los que se fijó el «libre mercado» y la paulatina eliminación de trabas a la circulación de capitales, junto a la formación del FMI y el Banco Mundial. Sin embargo, la tendencia ha sido a poner cada vez más aranceles, lo que dificulta según Recarte la recuperación económica. La no intervención del estado en la economía, que sería una actividad propia de la sociabilidad natural humana, es el leiv motiv del Presidente de Libertad Digital.

Recarte desea que por fin el Estado deje de manipular la economía, pero no lo ve como algo cercano:

Cita:
«Ese debate no se va a reproducir ahora, a pesar del fracaso del sistema financiero internacional. Se aplicarán reglas más estrictas, se exigirán a la banca mayores fondos propios, se rebajarán los apalancamientos permitidos, se regulará más estrictamente el tipo de instrumentos financieros que pueden utilizarse, se controlará con más rigor la calidad del crédito de todo tipo de entidades financieras y quizá incluso se impongan reglas al comportamiento de los bancos centrales que les obligue a publicar todas sus deliberaciones y que les impida llevar a cabo políticas monetarias demasiado agresivas. Pero no creo que exista ninguna posibilidad de reinventarse el sistema financiero sobre las bases que defendían la Currency School y la Escuela Austríaca»
(pág. 78).

El mejor de los mundos posibles del Ego esférico o el Gran Jardín del Edén

El análisis de Recarte adolece de muchos problemas y contradicciones. De hecho, esta posición neoclásica de la Escuela Austríaca de Economía a la que se adscribe Recarte, al centrarse solamente en «la acción humana», convierte en equivalentes los sectores de la macroeconomía y microeconomía, tan diferentes entre sí, pues no es lo mismo una economía estatal que una economía meramente familiar, de subsistencia.

De hecho, el planteamiento de Recarte y otros economistas neoclásicos es el del optimismo del mejor mundo de los posibles, un Gran Jardín del Edén con la gran flor del chumbo Von Mises, donde la libre circulación del mercado derramará el cuerno de la abundancia del capitalismo sobre toda la humanidad, donde todo estará a disposición de todos. Auténtica respublica noumenon de Kant, como la que planteó en su obra El conflicto de las facultades (1798), donde todos se comportan según el imperativo categórico kantiano, como si el reino de los cielos pudiera tener lugar aquí en La Tierra. Si eso nunca ha existido, no importa: se justificará como un ideal regulativo, como el Estado fenoménico desde el que la Humanidad camina asintóticamente hacia el Estado nouménico, como una especie de punto Omega al que su evolución política haya de llevarle. La crisis, en consecuencia, se superará sin intervenir, dejando que los excesos hayan sido asimilados naturalmente. De hecho, «prosiguen los intercambios, señores», incluso pese al malvado Estado, al gran Mamón.

Así, desde este armonismo metafísico, la crisis económica actual no es más que un momento de los excesos vividos años atrás, que una vez asimilados convenientemente, permitirá volver a la normalidad económica del libre mercado, siempre que se le deje actuar sin trabas estatales, claro está.

Pero esa supuesta «normalidad» nunca ha existido. La Economía Política es por lo tanto estatal y en consecuencia intervienen en ella los Estados. Y los Estados tendrán que lidiar con los varios millones de parados que ha dejado esta crisis, y que a día de hoy no tienen expectativas de ser recolocados en ningún sector.

Sin embargo, pese a este optimismo leibniciano que confía en el mercado como algo natural que se autorregula, también existe la alternativa del pesimismo keynesiano: hay que encauzar «los ríos desbordados». De hecho, si se produjo la recuperación económica en 1929 fue gracias a las políticas de planificación estatal, al igual que en la crisis de 1997 en Asia.

En realidad el planteamiento de Recarte, siguiendo la línea libertariana y anarcocapitalista de Von Mises y su praxeología, o Von Hayek y su teoría del orden espontáneo (esto es, «natural», sin Estado) es la propia del Ego esférico, aquel que define Gustavo Bueno en estos términos:

Cita:
«Pero esta conciencia corpórea individual se resuelve en una conciencia de índole práctica, prudencial y eminentemente económica —en el sentido de lo que Aristóteles llamó la "economía monástica"—. La conciencia corpórea individual sería un concepto vacío si no la entendiéramos precisamente como la evidencia práctica de las disposiciones orientadas al mantenimiento y gobierno del propio cuerpo, como una magnitud espacio-temporal de límites bastante precisos [...] Llamemos "esfera" a esta conciencia económica individual, en la medida en que es una estructura práctica, cerrada, limitada espacio-temporalmente —y, por cierto, una estructura resultante de complejos procesos sociales e históricos».
(Gustavo Bueno, El papel de la filosofía en el conjunto del saber. Ciencia Nueva, Barcelona 1970, páginas 116-117.)

Algunos insensatos catalanes dirán que los neoclásicos son materialistas porque lo único que hacen es señalar la importancia de M2, del segundo género de materialidad. Pero ese segundo género de materialidad no es simplemente un Ego subjetivo, esférico, sino que atraviesa el Ego subjetivo y el Nosotros social, precisamente porque no se entiende como esfera, sino como totalidad de esferas. De hecho, «El concepto del Género M2 tiene la virtualidad de "atravesar" la distinción entre el Ego subjetivo y el Nosotros (social), precisamente porque M2 no es entendido, por ejemplo, como una "esfera", sino como la totalización de un conjunto de "esferas" [...]. En esta totalización es donde juega un papel decisivo la Monadología de Leibniz, como habría que mostrar en muy diversos niveles (por ejemplo, en el de la vida económica: Adam Smith)» (Gustavo Bueno, Ensayos materialistas. Taurus, Madrid 1972, pág. 298, Nota 107). Es decir, sólo desde un ajuste perfecto, el de la armonía preestablecida del mejor de los mundos posibles, podría justificarse ese Ego esférico que para nada es el Ego trascendental, el Ego que opera en la Razón económica, que desborda la mera economía de subsistencia. De hecho, la posición neoclásica sólo desde esa armonía preestablecida que relaciona las esferas (las mónadas) puede dejar de ser una mera cáscara vacía, un Ego esférico sin capacidad para operar y planificar la economía: los neoclásicos, en virtud de su anarcocapitalismo, abominan de cualquier planificación y del socialismo genérico.

Otra de las manifestaciones de este Ego esférico tienen lugar cuando Recarte afirma que sólo los que ahorran pueden invertir:

Cita:
«La inversión sólo la pueden realizar los que ahorran, ya sean familias, empresas o administraciones públicas»
(El informe Recarte, pág. 32).

Pero eso es falso en tanto que muchas empresas carecen de liquidez y ello no les impide invertir cantidades a crédito, con los avales patrimoniales correspondientes. Si las deudas empresariales sólo pudieran solventarse con activos en forma de dinero, de papel moneda, la práctica totalidad de las empresas existentes quebrarían.

Esta confusión entre una microeconomía y macroeconomía, en base a la coordinación natural entre decisiones de distintos sujetos en armonía preestablecida, reduce el Informe Recarte a posiciones ya no de racionalidad trascendental, sino de una racionalidad concreta, propia de quien tiene que administrar sus ahorros y llegar a fin de mes, sin ayuda de créditos; o, incluso, de tener «billetes debajo del colchón» (pág. 32). Es un Ego esférico que encarece el microcrédito, de fácil devolución y en escaso tiempo dada su escasa cantidad, pero sin darse cuenta que tales microcréditos sólo existen para alimentar a las pequeñas empresas, «piezas de caza» de los grandes tiburones empresariales, que se mantienen pujantes en la lucha por la vida que constituye el mercado capitalista. Es imposible una economía política actual sin deudas y con el siempre respaldado por el patrón oro.

La vida esférica es superada por el segundo género de materialidad (M2), en tanto que negación de la subjetividad como sustancia independiente. Y es que

Cita:
«Quien, pongamos por caso, planta olivos, no se gobierna objetivamente (finis operis) por la estructura esférica, en tanto el fruto de los olivos se recoge mucho más allá de los límites temporales de la esfera»
(Ensayos materialistas, pág. 300).

Tales de Mileto, según cuenta Aristóteles (Política, 1259a), se hizo con el monopolio del olivo en su ciudad, pero no en función de satisfacer sus necesidades meramente esféricas de olivas (que diría un marginalista), sino sabiendo que ese monopolio le haría rico (y también a sus descendientes) en el plazo de unos años, cuando los olivares dieran su fruto.

Y en efecto, la conducta esférica, por ejemplo, lo que denominó Aristóteles como «economía monástica», el cálculo económico individual, microeconómico, es racional, pero los fundamentos en los que se desenvuelve han de romper las paredes de totalización de esa esfera, no meramente corpórea, pero sí individual. Si el epicureísmo fue en los tiempos clásicos la forma más elaborada del Ego esférico,

Cita:
«Es más tarde, en la época del capitalismo, cuando la moral esférica vuelve a ser erigida como prototipo de la misma racionalidad práctica, desde los individuos —mónadas— de Adam Smith, hasta los consumidores del marginalismo de Jevons (el concepto de homo oeconomicus es típicamente esférico), [...]»
(Ensayos materialistas, pág. 301).

Ya es significativo de esta indistinción entre la microeconomía de las familias (que en efecto se basa en el ahorro y en el dinero líquido), y la macroeconomía (basada en la planificación y el estudio de cómo mantener la recurrencia del sistema), que Recarte descalifique a Keynes en varios fragmentos de su libro, al tiempo que abomina del gasto público. Pero lo cierto es que Keynes, que como dijimos en macroeconomía era partidario de la intervención estatal, en la microeconomía era seguidor de la Escuela Austríaca y del marginalismo. Incluso llega a denominar la pretensión de los keynesianos asesores de Obama de dinamizar la economía mediante el gasto público como «”economía vudú”. Las experiencias y los datos históricos que tenemos nos confirman exactamente lo contrario. El gasto público sustituye al gasto privado. No hay ningún multiplicador» (El informe Recarte, pág. 322).

Pero las economías más desarrolladas del mundo son, en contra de las ilusiones de Recarte, las que más fondos destinan al gasto público. Y seguramente los multiplicadores no existan en lo cuantitativo, ya que simplemente se pondrán más recursos en manos del Estado, pero en lo cualitativo la organización estatal está más coordinada que la mera iniciativa privada de fondos, y por lo tanto es más fácil planificar, pese a que ilustres economistas neoclásicos aborrezcan la planificación y el socialismo y lo fíen todo a la mera coordinación entre átomos individuales. Podría decirse que el economista keynesiano es un Ego esférico que ha superado su praxeología, ha roto los límites de su esfera, y tiene que operar a una escala más amplia, la estatal, para poder parchear las divergencias dentro del modo de producción capitalista, convirtiéndose en Ego trascendental.

Otros Egos esféricos, como el de Recarte, prefieren seguir presos de su subjetividad, pues como él señala: «Desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX, las relaciones económicas internacionales se gobernaban desde el principio de la libertad» (pág. 24), entendida esta como ausencia de trabas para el Ego esférico, el homo oeconomicus que sigue fielmente las recetas del FMI, ese gran organismo fundado (y controlado) por Estados Unidos, según Recarte, para promover la libertad de comercio y que sin embargo no ha intervenido durante la actual crisis para ordenar que se privatice todo y se venda al mejor postor, algo que extraña a Recarte, pues aplicando semejantes medidas en los países desarrollados, los que pertenecen a la OCDE y que dedican la mayor parte de su PIB al gasto público, resistirían económicamente sin sufrir precisamente las graves crisis que sufren quienes aplican tales «recetas». Si la Economía es ante todo Economía Política, la privatización de empresas públicas, normalmente estratégicas, tales como aquellas dedicadas a la extracción y comercialización del petróleo, para dejarlas en manos privadas, es tanto como poner los recursos de la Nación de referencia en manos de terceros. Verdadero suicidio político que ninguno de los miembros de la OCDE llegará siquiera a considerar, sobre todo si no quieren acabar sometidos a un tiburón estatal más grande.

Tanto la economía neoclásica como la monetarista encarecen el dinero —«la más importante política económica es la monetaria», señala Recarte en la página 299—, pero sin definirlo más allá de vaguedades.

Y es que el dinero no es más que un fetiche, una mera manifestación del valor, pero no el valor de los bienes y servicios, como ya señalamos en otro lugar en base a El Capital de Marx . Ponerlo como centro de la economía política supone caer en el fetichismo de la mercancía, los billetes de banco que por sí mismos no representan nada: no hay más que ver lo que sucede cuando se producen las devaluaciones de la moneda, a veces necesarias para poder agilizar el mecanismo de recurrencia del sistema económico, pero que provocan consecuencias indeseables para los grandes ahorradores: se quedan sin nada. El dinero, como ya bien sabía Aristóteles y destacó Marx , constituye un equivalente para intercambiar objetos tan heterogéneos como los que existen en el mercado: zapatos, libros, muebles, automóviles, bienes de equipo, viviendas, &c. Pero no por ello constituye un valor en sí mismo.

Recarte, haciendo gala de su indefinición y anfibología, señala que «dinero» son los billetes en circulación, las líneas de crédito, depósitos a la vista, depósitos a corto plazo, a largo plazo, la deuda pública, fondos de inversión, &c. En definitiva, «”dinero es todo aquello que se acepte como pago para saldar una deuda”. Es evidente que, en caso de duda, son mejores los billetes que los talones bancarios emitidos contra cuentas corrientes o contra una participación en un fondo de deuda pública» (pág. 316). ¿Y por qué? Todas las variedades enumeradas por Recarte no dejan de ser meros equivalentes, y en tanto que equivalentes poseen la misma garantía: la reserva nacional desde la que se emite. De hecho, cuando alguien recibe un crédito no le dan billetes, sino una mera transferencia numérica a devolver en cuotas igualmente numéricas, y no por ello se considera algo inestable sino a negociar según las condiciones económicas del momento.

De hecho, Marx señalaba que la ausencia de crédito y la abundancia de moneda en circulación es un signo del futurible crack financiero:

Cita:
Por tanto, si se produce una perturbación en esta expansión o simplemente en la tensión normal del proceso de reproducción, se producirá también una escasez de crédito; resulta difícil obtener mercancías a crédito. Pero la exigencia de pago al contado y las precauciones en la venta a crédito son, especialmente, características de la fase del ciclo industrial que sigue al crack. En la crisis misma, como todo el mundo tiene que vender y no puede y, sin embargo, tiene que vender para poder pagar, es cuando es mayor la masa, no del capital inactivo que necesita colocarse, sino del capital entorpecido en su proceso de reproducción, aunque la escasez de crédito sea mayor que nunca (y, por tanto, más alto el tipo de descuento en el crédito bancario). El capital ya invertido está efectivamente inactivo en grandes masas porque el proceso de reproducción se paraliza. Las fábricas se hallan paradas, las materias primas se acumulan, los productos acabados abarrotan como mercancías el mercado. Por tanto, no hay nada más falso que atribuir este estado de cosas a una escasez de capital productivo. Existe, por el contrario, superabundancia de capital productivo, en parte con respecto a la escala normal, pero actualmente restringida, de la reproducción, en parte con respecto al consumo paralizado


[El Capital, Libro III, Tomo II. Akal, Madrid 1978, Sección Quinta, XXX, pág. 204].

Además, el capital monetario no deja de ser un mero conjunto de equivalentes, números, pese a que aparenta multiplicarse hasta el infinito: «El hombre puede aumentar ilimitadamente sus riquezas», decía Solón, citado por Aristóteles (Política, 1256b) como ejemplo precisamente de lo contrario y de la falsedad de la crematística. Multiplicación meramente ficticia, a tenor de lo que decía Marx:

Cita:
Con el desarrollo del capital productor de interés y del sistema de crédito, todo capital parece duplicarse y a veces triplicarse por el modo diverso en que el mismo capital o simplemente el mismo título de crédito aparece en manos distintas bajo formas diferentes. La mayor parte de este «capital monetario» es puramente ficticio. Todos los depósitos, con excepción del fondo de reserva, no son más que saldos en manos del banquero, pero nunca existen como depósitos. Cuando sirven para las operaciones de giros, funcionan como capital para los banqueros, después que éstos los prestan. Se pagan unos a otros las asignaciones recíprocas sobre los depósitos inexistentes mediante la cancelación recíproca de estos saldos


(Carlos Marx, El Capital, Libro III, Tomo II. Akal, Madrid 1978. Sección Quinta, XXIX, págs. 188-189).

En la bibliografía del Informe Recarte, para seguir la línea sectaria que nunca citaría los anteriores fragmentos de Marx, se recomienda la lectura del libro de David Ricardo, Principios de economía política y tributación [1817], pero señalando que «El capítulo fundamental es el VII, "On foreign trade"» (pág. 407), sobre el comercio extranjero. Nada se dice ya no de la teoría del valor que inspiraría la marxista, que sería para los neoclásicos algo «desfasado», sino de un capítulo tan fundamental para la cuestión inmobiliaria (tan importante en la crisis española) como es el Capítulo II, «De la renta», concepto que define Ricardo como «aquella porción del producto de la tierra que se paga al propietario por el uso de la potencia original e indestructible del suelo» (David Ricardo, Principios de economía política. Sarpe, Madrid 1985, pág. 63, Sección VII, Capítulo II, 24).

Sin embargo —afirma también Ricardo—, la renta a veces es confundida con el interés y los beneficios del capital. Consecuencia de ello: «El aumento de la renta es siempre efecto del incremento de la riqueza del país y de la dificultad del abastecimiento de alimentos para su población creciente. Es un síntoma, pero nunca una causa de riqueza; pues ésta a menudo aumenta rápidamente mientras la renta permanece estacionaria o disminuye» (pág. 71, 29). La renta se paga porque «los terrenos no son ilimitados en cantidad ni uniformes en calidad, y porque con el progreso de la población han de cultivarse los terrenos de inferior calidad o menos ventajosamente situados, que se paga renta por el uso de ellos» (pág. 65, 25). En resumen: el aumento del valor en las rentas señala que existe riqueza, pero no es la causa de ella.

El Informe Recarte afirma, a propósito de la crisis española, que la crisis financiera e inmobiliaria en España se asemeja a la de las hipotecas subprime (bajo coste) en Estados Unidos, pues los créditos hipotecarios españoles ostentaban características similares: precios muy altos de las viviendas, créditos que avalaban el 100 por cien del valor de tasación, plazos muy largos para su devolución, cuotas muy afectadas por el euribor y otros índices, paro, &c. (págs. 206-207). Y ciertamente existen similitudes, pero hay que tener en cuenta que en Estados Unidos mucha gente carece de vivienda propia y vive su completa existencia en régimen de alquiler, mientras que en España el sueño de todos es disponer, aunque sea en un futuro lejano, vivienda en propiedad, y a ser posible cada vez mejor en consonancia con la sociedad del bienestar en la que nos imbuyó el aparentemente denostado franquismo.

Y es que aquí entra en juego la renta, puesto que el supuesto diferencial de renta que se ofrecía en las nuevas urbanizaciones. Terrenos donde hubiera sido impensable edificar (sin que la población tampoco aumentase significativamente para justificar tales proyectos), por encontrarse en zonas muy periféricas respecto a los centros urbanos, fueron sin embargo considerados como edificables, elevando exponencialmente las rentas de los terrenos, a mayor ganancia de los ayuntamientos (que incorporaron todo tipo de servicios como accesos por carretera, parques, estaciones ferroviarias, &c.), pese a que en muchos casos tales rentas fueran ficticias. La renta de las nuevas viviendas simbolizaba la riqueza que se estaba generando, pero al estar inflada por numerosos factores (como sucedió con la famosa urbanización de «El Pocero de Fuenlabrada», que quedó desierta al permanecer aislada de los núcleos urbanos), el crecimiento económico español era, en una buena parte, ficticio. Algo que los neoclásicos, en su burda simplificación, definen como «pérdida de riqueza», sin que puedan concretar esa riqueza más allá de lo monetario ni deslindar renta de riqueza: no se puede perder, en definitiva, algo que jamás se poseyó.

¿Qué es la crisis?

Alberto Recarte no define lo que es la crisis, sino que da por supuesto que todo el mundo la entiende como parálisis de la actividad económica. Algo discutible sabiendo de cuántas veces se cita el término en los más diversos ámbitos (se habla de crisis de valores o de crisis de gobierno). Sin embargo, no deja de ser interesante señalar que crisis es un término médico que surgió en la medicina helénica, referido al momento culminante en que el organismo manifiesta sus dolencias y trastornos; la crisis de una enfermedad, el punto de inflexión (el punto crítico de una función matemática) en el que se decidirá el curso de la dolencia, ya sea positivo o tendente a la curación, o negativo y tendente incluso a la muerte. Hipócrates usó mucho del término para definir el desajuste de la proporción de humores del cuerpo, que se solventará mediante la recuperación o el fallecimiento. Un cambio que sobreviene en el curso de una enfermedad anunciado con síntomas, para determinar la solución de una enfermedad, ya feliz, ya funesta. En el caso de la Economía, la crisis supone degeneración del esquema de recurrencia (una aplicación del concepto de esfera que desborda al Ego) que aparece en el libro de Gustavo Bueno, Ensayo de las categorías de la Economía Política. La Gaya Ciencia, Barcelona 1972, pág. 47 . O también el esquema de recurrencia que Marx identifica con la rotación anual del capital, tal y como establece en el Libro III de su obra El Capital.

De hecho, Hipócrates señalaba días especiales, los días críticos, ligados a las fases de la Luna o a la numerología instituida por los pitagóricos, para detectar el momento en el que la crisis de la enfermedad podía ser beneficiosa o perjudicial para el paciente. Diremos con Feijoo que atribuir la existencia de unos días críticos a las enfermedades es totalmente infundado y absurdo (Ver Feijoo, «Días críticos», Teatro Crítico Universal, Tomo 2, Discurso 10º), pues no tiene sentido afirmar que esos días estén ya establecidos previamente por los ciclos lunares o por un sistema de días pares o impares, como señala Hipócrates sobre la fiebre que se repite por cesar en los días pares (Aforismo 61, Sección VI.). Galeno seguía la misma tendencia, aunque atribuía a las crisis la presencia de una gran perturbación orgánica y una abundancia de secreciones evacuadas. Hoy día, la Medicina dispone de mecanismos más exactos para determinar cuándo se produce una crisis: por ejemplo, cuando la temperatura corporal según el termómetro de mercurio llega al estado crítico de hiperpirexia, con 40 º C.

En sentido análogo, la crisis económica no es algo que esté establecido con fecha y hora: las indicaciones y previsiones eran las de una crisis ya en el año 2006, según afirman ciertos expertos, sin que se supiera el cuándo se produciría. Otros dirán, en el caso español, que la famosa burbuja inmobiliaria ya fue detectada en el año 2000, sin que el gobierno entonces vigente dijera nada, y sin que, por supuesto, el actual hiciera algo distinto a enorgullecerse del crecimiento económico español, digno de «la Champions League de la Economía». Símil futbolístico que podríamos ampliar hasta las fechas actuales: la Economía española ha pasado, de un año a otro, de disputar la Champions League a sufrir para no descender a Segunda División, como les sucede a algunos equipos de fútbol de rendimiento irregular. Situación que va para largo y que aún no conoce su límite. Como dice Hipócrates: «En las fiebres los abscesos que no se resuelven en las primeras crisis, indican que el mal es largo» (Aforismo 51, Sección IV). Se supone, no obstante, desde coordenadas liberales, que con la crisis, pese al gran deterioro sufrido, ese «enfermo» denominado Economía llegará a la tan deseada recuperación. Como diría Hipocrates: «La noche que precede a una accesión crítica, es penosa; la siguiente suele ser más tranquila» (Aforismo 12, Sección II.).

Recientemente, sobre todo en el medio de comunicación que preside Alberto Recarte, Libertad Digital, se ha insistido en que la caída de los grandes imperios se ha debido a su quiebra económica. Así lo afirma Fernando Díaz Villanueva en su artículo del Suplemento de Historia de Libertad Digital, el 10 de Febrero de 2010 «Cómo la inflación acabó con el Imperio Romano», señalando hacia la Economía para entender el hundimiento de la antigua Roma. Pero la crisis de un Imperio o de cualquier sociedad política no es económica sin más, sino política, en tanto que tal crisis puede conducir a la alteración de esa totalidad, de tal manera que, en el límite, se produce su divergencia en forma de disolución y fragmentación, metábasis . Este es caso de los grandes Imperios, como el Imperio Romano, el Imperio Español o la Unión Soviética. Incluso Recarte, pese a su anarcocapitalismo, tiene razón cuando señala, en sintonía con nosotros, que el euro es débil no por ausencia de respaldos financieros, sino por no formar Europa una unidad política: «La Unión Europea sigue siendo una unión económica. Y eso no es suficiente para asegurar cuál va a ser el valor futuro del euro» (pág. 60).

De hecho, no es tanto la propia situación económica degradada la que conduce a la quiebra económica y destrucción final de esos imperios; podría decirse que esa situación es más un efecto del límite objetivo de esos Imperios que una causa por sí misma. El Imperio Romano pasó a ser un conjunto de feudos o de reinos medievales por la asimilación de pueblos tan diversos y tan inmensos sus dominios, lo que provocó su crisis y las posteriores invasiones bárbaras que lo disolvieron finalmente. El Imperio Español no cayó simplemente porque el enorme funcionariado y el esquema de recurrencia económica global que había fundado hubiera hecho crisis, sino que su crisis y quiebra final vino con la disolución del Antiguo Régimen y la caída del Trono y el Altar a través de la invasión napoleónica, a cuyo fin se descompuso dando paso a las repúblicas hispanoamericanas actuales. El imperio soviético, la URSS, no se descompuso solamente porque su recurrencia de economía planificada en forma de planes quinquenales fracasase, sino porque era imposible la revolución universal que extendiese dichos planes a todo el planeta. Caído el Muro de Berlín, el PCUS, ante el pujante orden capitalista de EEUU, hubo de entregar el poder.

Respecto a la URSS, es interesante señalar que siempre mantuvo una posición optimista sobre el fin del capitalismo, que vendría tras su crisis general, descrita en los siguientes términos:

Cita:
La crisis general del capitalismo, en su desarrollo, pasa por varias etapas. La primera etapa surgió en el período de la primera guerra imperialista mundial y, ante todo, como resultado de la victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia. La segunda etapa surgió en el período de la segunda guerra mundial y, sobre todo, como resultado de la aparición del régimen de democracia popular en varios países de Europa y Asia. [...] La tercera etapa de la crisis general del capitalismo ha empezado en la segunda mitad de la década de 1950. La peculiaridad de dicha etapa consiste en haber surgido no por una guerra mundial, sino en el ambiente de competición y lucha entre los dos sistemas, con la quiebra del sistema colonial del imperialismo en el mundo, con una modificación cada vez mayor de la correlación de fuerzas en favor del socialismo


(«Crisis general del capitalismo» en Diccionario soviético de filosofía. Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo 1965, págs. 91-92).

Pero los «días críticos» establecidos por los sabios soviéticos no resultaron ser tales y más bien marcaron la evolución de la URSS hacia su crisis y disolución final: la tercera etapa fue la del asentamiento del modo de producción capitalista (vía Estado del Bienestar y no del «libre mercado») y la decadencia del socialismo específico soviético, que entró en crisis con la caída del Muro de Berlín, crisis resuelta con su destrucción como sistema y la formación de nuevas repúblicas separadas de Rusia.

No obstante, el marxismo clásico, el de El Capital, vio siempre al capitalismo como un sistema con tendencia a sufrir crisis. El capitalismo está descoordinado en cuanto a producción y consumo, y la gran diferencia entre el número de unidades producidas respecto a la población existente, provocará su crisis necesaria y el fin de su recurrencia, en forma de caída tendencial de la tasa de ganancia. De hecho, es lo que sucede hoy en el mundo y especialmente en España: hay exceso de mercancías sin vender, ya sean automóviles o sobre todo viviendas. Así lo explica Marx:

La enorme productividad, en relación con la población, que se desarrolla dentro del modo capitalista de producción y, aunque no en la misma proporción, el aumento de los valores de capital (no sólo de su sustrato material), que crece más rápidamente que la población, está en contradicción con la base cada vez más estrecha, en relación con la creciente riqueza, para la que actúa esta enorme productividad, y con las condiciones de valorización de este capital creciente. De ahí las crisis[/quote] [Carlos Marx, El Capital, Libro III, Tomo I. Akal, Madrid 1978, Sección Tercera, XV, 4, página 350].

Por mi parte ni soy un optimista que ve en este el mejor de los mundos posibles, como Recarte, la gran flor de mis entretelas, ni tampoco un optimista keynesiano que pida el parcheo del Estado para su resolución y la reactivación de la recurrencia capitalista. Es posible que no haya crisis final del capitalismo, pero eso no significa que todo seguirá como si nada hubiera pasado. Ya lo dijo Hipócrates: «Las impurezas que deja la crisis al terminarse la enfermedad, suelen producir recaídas».

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Lun Mar 01, 2010 12:05 am    Ttulo del mensaje: Responder citando

Dinero, crédito bancario y ciclos económicos:

http://www.scribd.com/doc/15010384/Jesus-Huerta-de-Soto-Dinero-credito-bancario-y-ciclos-economicos

................

Y un poco de cine...

http://www.youtube.com/watch?v=p4rlTUuTWZY

http://www.libertaddigital.tv/ldtv.php/beta/videoplayer.html/mPDKc6KEF80

http://adiosalestado.blogspot.com/2008/10/jesus-huerta-de-soto-habla-acerca-de-la.html
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Mar Mar 02, 2010 10:29 pm    Ttulo del mensaje: Dinero fiduciario. Responder citando

En el link que he dado, o sea, aquí: http://www.scribd.com/doc/15010384/Jesus-Huerta-de-Soto-Dinero-credito-bancario-y-ciclos-economicos , en la página 151 hasta la 186.

Ahí se verá si la banca, como Dios Padre, que crea dinero de la nada o no...<La mayor parte de este «capital monetario» es puramente ficticio.>(Marx)...¡Claro! Por eso con él se especula!!

Aunque no siempre el dinero es eso de "capital monetario". Hablamos de "dinero fiduciario"..., o ficticio, no basado en valores reales.

Si fuera real, como el cambio es "entre equivalentes" -según parece-, no habría posibilidad de "especulación" alguna, ya que... 2+2+2=6, no es = a 7.

Pero todo este mensaje de "La flor de mis entretelas o Alberto Recarte" ¿para qué se edita aquí y a quién interesa?....Obsesivo compulsivo que busca un clavo ardiendo donde agarrarse. Muerde Huerta de Soto que yo refocilo con todo esto de lo lindo, porque espero que este mensaje no sea para mi...

Mucho trabajo ¿para demostrar esa absurda teoría a quién? ¡Je!
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Mie Mar 03, 2010 8:47 am    Ttulo del mensaje: Dinero ficticio. Responder citando

http://www.scribd.com/doc/15010384/Jesus-Huerta-de-Soto-Dinero-credito-bancario-y-ciclos-economicos

Observen las páginas 196 y ss.
Observen la nota 29 a Fritz Macchlup de la página 339.

También: http://www.eumed.net/cursecon/textos/huerta-banca.htm

Uno también puede ojearse el "Origen del dinero de Menger: http://www.eumed.net/textos/clasicos.htm

O el capítilo XVII sobre los Medios fiduciarios y la demanda de dinero en La teoría del dinero y del crédito de Ludwig Von Mises. Unión Editorial, pág. 271 y ss.

<Comenta Mises -en las Notas- (1949, p.520): “La entidad que no emita medios fiduciarios sólo puede conceder el llamado crédito mercancía (commodity credit), es decir, únicamente prestar su propio dinero o el que sus clientes le hayan entregado en depósito, a plazo. La creación de medios fiduciarios permite, en cambio, ampliar la cuantía de las sumas prestadas, siéndole posible al banco exceder esos límites. La institución puede ahora otorgar no sólo crédito-mercancía, sino además crédito circulatorio (circulation credit), es decir, crédito concedido gracias a la emisión de medios fiduciarios.”...................[4] Esto mismo sostenía Mises en su Teoría del Dinero y del Crédito, (1912, p.338): “Llegará un momento en que ya no será posible seguir aumentando la circulación de medios fiduciarios. Entonces se producirá la catástrofe, con las peores consecuencias, y la reacción contra la tendencia alcista del mercado será tanto más fuerte cuanto más largo haya sido el período durante el cual el tipo de interés de los préstamos estuvo por debajo del tipo natural de interés y cuanto mayor haya sido el alargamiento de los procesos indirectos de producción no justificados por la situación del mercado de capital.”>
..............

Y esto como propina escolástica a la escuela austriaca. ¡Gloriosos predecesores españoles de teorías actuales!, sean o no ciertas:

<La causa de lo cual es, que el dinero vale mas donde y quando ay falta del, que donde y quando ay abundancia.> Y recordemos que el dinero es una mercancía como otra cualquiera (oro o plata). (Martin de Azpilcueta. Corpus Hispanorum de Pace, Vol. IV. Comentario resolutorio de cambios, pág. 74 y 75. y Cf. página 469 y ss Aquí se trata de los "puntos de vista bancario y monetario en la Escuela de Salamanca". En la página 470 Huerta de Soto nos explica como fue Luis de Molina "el primer miembro de la escuela de tradición bancaria que fue capaz de darse cuenta de que los cheques y documentos que ordenaban el pago a la vista de determinadas cantidades con cargo a los depósitos cumplían exactamente la misma función que el dinero metálico. No es, por tanto, correcta la extendida apreciación según la cual fueron los teóricos de la escuela bancaria inglesa los que por primera vez en el siglo XIX descubrieron que los depósitos a la vista de los bancos formaban íntegramente parte de la oferta monetaria, ejerciendo, por tanto, los mismos efectos sobre la economía que los billetes de banco."...) Y lo que sigue. En fin...

¡Viva la Escuela de Salamanca!

¡Viva España!, y abajo todo lo demás...
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Sab Mar 06, 2010 4:46 pm    Ttulo del mensaje: Un pétalo de Von Mises Responder citando

Estimados amigos:

Veo que el Jardín del Edén se ha llenado de rastrojos insignificantes que ponderan el dinero acumulado en el banco. Todo para desviar la atención y seguir enmierdado en su mierda subjetiva. Mientras, vamos a mostrar un pétalo de Von Mises, la gran flor del chumbo, auténtico ego esférico que no ve más allá de sus narices:


Cita:
«La conducta inconsciente de las células y los órganos fisiológicos es para el “yo” operante un dato más, como otro cualquiera, del mundo exterior que aquél debe tomar en cuenta. El hombre al actuar ha de considerar lo que acontece en su propio organismo, al igual que se ve constreñido a ponderar otras realidades, tales como, p.e., las condiciones climatológicas o la actitud de sus semejantes. No cabe, desde luego, negar que la voluntad humana, en ciertos casos, es capaz de dominar las reacciones corporales»


Ludwig Von mises, La acción humana. Tratado de Economía. Fundación Ignacio Villalonga, Valencia 1960, Tomo I, págs. 85-86.

Ahora resulta que Von Mises, al igual que el insensato, piensan que su cuerpo es algo ajeno a ellos. Deben de haber tenido una vida tan decrépita, que se avergonzaban de tener cuerpo y vivían en su espíritu. Qué cosas.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Dom Mar 07, 2010 7:53 pm    Ttulo del mensaje: Ignorancias económicas. Responder citando

Al margen de lo dicho aquí: http://forodespaa.creatuforo.com/varapalo-a-septimianos-revolucionarios-de-saln-y-otros-temas1214.html?highlight=#1214

Se dicen aquí algunas aseveraciones de tinte económico que comentamos: ( http://www.elrevolucionario.org/rev.php?articulo1668 )<Que la isla mantenga su posición nacionalista y no haya caído en los vicios de corte anarcoliberal de privatizar sus recursos para que terceros países los exploten, seguramente tiene mucho que ver en esas críticas.>

Aquí yace y subyace la creencia septimiana de que es posible una economía no "privatizada", "nacionalista", para así la "isla" -pobrecita- no ser explotada... Y todo lo que sea "privatizar sus recursos" es lo idéntico al demonio "anarcoliberal". Efectivamente todo esto es una perla o bazofia que cuando tenga tiempo meteré en mi Jardín del Edén.

Lo peor de todo es creer que es posible una economía cuyos intercambios los llevasen a cabo solamente los Estados y no los individuos o grupos o empresas privadas. El ataque a la esencia freundiana de lo económico es claro (la economía siempre es "mixta") y es producto de la crasa ignorancia del sujeto que argumenta semejantes necedades. Por supuesto, decir "anarcoliberal" es decir seguramente ese septimiano, esto lo delata, que así se llama -seguramente- este "Grupo Promacos" en este gracioso artículo (esto es y claramente, Rodríguez Pardo).

<...frente al brutal dominio norteamericano que ha sometido al continente a ser su patio trasero.> ¡Cómo si el Imperio tuviera que pedir permiso! ¿Acaso ahora negaremos la crudeza de la vida y de la política y negaremos la tendencia natural del Estado -de todo Estado- hacia el Imperio con todo lo que ello supone? Al margen de que este Imperio sea depredador o no, hay que contar con ello, y ello es cosa del que puede, que para eso puede, no de estos gnósticos sabihondos impotentes.
Uno se pregunta si este "brutal dominio norteamericano" (¡sic!) habría de ser a los ojos de estos archirevolucionarios un asunto de más educación y buenos modales..., con menos déficits de "civilización" o de democracia. Seguramente, si el Imperio fuera el ansiado imperio "hispanoamericano", bajo estos supuestos alicios, ni sería depredador ni tan maleducado y grosero, de dominio tan "brutal"..., incluso hasta podría decreciendo llegar a ser eso de "la utopía de Tomás Moro", pues, "no faltan, desde luego, quienes afirman que en Cuba se vive esa utopía"... Supongo que los que tal cosa afirman están enfermos!

Pero si esto es cierto:<<<Ni tampoco Cuba ha sido totalmente independiente: tal fue la cantidad de recursos recibidos por parte de la URSS y tantas las directrices cumplidas por el gobierno cubano a la hora de restringir la agricultura de la isla a la plantación del azúcar y el tabaco, que hace que dudemos que haya habido algún gobierno tan dependiente de otro imperio como el cubano..>>>Si esto es cierto, digo, entonces ¿cómo es que se afirma unos párrafos antes que la isla ha "mantenido su posición nacionalista"? ¿Por qué es un "vicio de corte anarcoliberal el privatizar sus recursos para que terceros países los exploten" si "dudamos que haya habido algún gobierno tan dependiente de otro imperio -la URSS- como el cubano"? ¿Qué es lo contrario al Imperio y a la supeditación socialista y al Imperio comunista? Si no lo es el demonizado "anarcoliberalismo" (eso no existe en ningún sitio) y su libertad de mercado, entonces sólo nos queda la "autarquía", ya que los intercambios económicos son siempre -hasta con la idealizada Madre Patria- asunto de conveniencias y de beneficios por ambas partes. Aquí lo que ocurre es que la pésima e imposible gestión del régimen de Castro es disfrazada (como siempre) con la máscara del "Imperialismo", esos "terceros países -que- los explotan". Pero si para conservar la isla "su posición nacionalista" no puede -según el ER/Promacos- caer "en los vicios de corte anarcoliberal de privatizar sus recursos para que terceros países los exploten", ¿qué queda?. Estamos así y entonces otra vez postulando el..."intercambio entre equivalentes", esa phantasía que no va a ninguna parte. Si hay "explotación" es porque el intercambio no es entre "equivalentes". Tal es la alta economía que aquí se respira.
Y observen de pasada como el famoso "justísimo" intercambio "entre equivalentes" -que no se nombra, pero está- anula lo político, lo polémico, el interés, el egoísmo, etc., humanos, concretamente humanos, ya que lo político -y la economía política también- es la actividad de lo conveniente, del provecho privado mutuo y hasta darwiniano y no la actividad de la "justicia y la igualdad" ni la tontería de la equivalencia. Cuando se abandona el sentido común, este materialismo cae en la irrisión.

Y de lo económico pasamos a lo político:<<No obstante, Cuba tiene mucho de importante para España en diversos planos. No sólo la vinculación generacional entre personas que aún están vivas y hubieron de abandonar sus propiedades, expropiadas por el castrismo (el famoso tema Cuando salí de Cuba del recientemente fallecido Luis Aguilé constituye un testimonio importante al respecto), sino que dice también mucho acerca de la Nación Española: el sentimiento antinorteamericano proviene precisamente de la Guerra de Cuba en la que Estados Unidos pagó con infamias nuestra ayuda para su independencia de Inglaterra un siglo antes.>>

De este párrafo no sólo se colige un infantil patriotismo, sino un antinorteamericanismo propio de ingenuos políticos. ¿Donde y desde cuando está escrito que los aliados presentes no hayan de ser traicionados cuando y donde convenga? A eso en mi lengua no se le llama "infamia" fuera de la propaganda, a eso se le llama POLÍTICA e interés de Estado y nada más. ¿Acaso España no fue aliada de la Francia contra la Inglaterra y por lo cual acabamos en Trafalgar, y más tarde no fue la aliada de la Inglaterra contra la Francia napoleónica y pudimos acabar con los gabachos? La "infamia", esto es, la conveniencia política es lo normal en política y es lo que se lleva siempre a cabo por mor de las conveniencias. El juicio moral sobre estos actos, es una insensatez que no conduce a nada y este Promacos debería decirse lo que se decía Napoleón:"El arte de la guerra es un arte simple y en él todo es acción. Hay poco espacio para los principios, no es una cuestión de ideología"......"La política no tiene corazón, le basta el juicio".

Uno no puede por menos que subscribir enteramente esto de José Miguel:<Promacos, ¿adónde vamos con esta gentuza enemiga de España? ¿Qué alianza iberoamericana ni qué leches con el socialismo iberoamericano? Si hay que buscar alianzas, éstas serían con los países del eje norteamericano capitaneado por la Colombia de Uribe. O sea, con el capitalismo puro y duro. Nada de socialismo iberoamericano antiespañol. Son nuestros enemigos, los enemigos de la Nación española. ¿No os dais cuenta? Dejaos ya de mandangas y si queréis defender a España, atacad al socialismo iberoamericano enemigo de España. Esto os pasa por sectarios.>

je, je, je!! Adiós.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Dom Mar 07, 2010 8:35 pm    Ttulo del mensaje: INMENSO y sin medida. Responder citando

el sensatísimo escribi:
:<Veo que el Jardín del Edén se ha llenado de rastrojos insignificantes que ponderan el dinero acumulado en el banco. Todo para desviar la atención y seguir enmierdado en su mierda subjetiva.>

¡Qué filósofo más ignorante, que cree que lo que el banco le presta a él lo tiene "acumulado en el banco"! ¡Qué desprecio por ignorancia de Tomas de Mercado y de todos los sabios escolásticos españoles!

Allí ( http://www.scribd.com/doc/15010384/Jesus-Huerta-de-Soto-Dinero-credito-bancario-y-ciclos-economicos ) se demuestra lo que este sabihondo niega. Basta con leer.

el sensatísimo escribi:
<Cita:
«La conducta inconsciente de las células y los órganos fisiológicos es para el “yo” operante un dato más, como otro cualquiera, del mundo exterior que aquél debe tomar en cuenta. El hombre al actuar ha de considerar lo que acontece en su propio organismo, al igual que se ve constreñido a ponderar otras realidades, tales como, p.e., las condiciones climatológicas o la actitud de sus semejantes. No cabe, desde luego, negar que la voluntad humana, en ciertos casos, es capaz de dominar las reacciones corporales»


Ludwig Von mises, La acción humana. Tratado de Economía. Fundación Ignacio Villalonga, Valencia 1960, Tomo I, págs. 85-86.

Ahora resulta que Von Mises, al igual que el insensato, piensan que su cuerpo es algo ajeno a ellos. Deben de haber tenido una vida tan decrépita, que se avergonzaban de tener cuerpo y vivían en su espíritu. Qué cosas.>


El muy sensato al actuar, como nunca considera cual dios, lo que acontece en su propio organismo, al igual que se ve estreñido cuando se ha jartado de berzas, en lugar de pedir como cualquiera un laxante o que le arreen una lavativa, pide arroz hervido, pide más berzas hasta vomitar la última papilla y las tripas enteras. ¡Qué inmensa lógica! Este Gran Ignorante, cuando se compra una chaqueta lo hace a ojo y para nada mide su propio cuerpo como "un dato más, como otro cualquiera, del mundo exterior que debe tomar en cuenta", sencillamente se pone, no lo que le "cuadra" a su medida, sino lo que le descuadra, y así va él por el mundo comiendo todo lo que le sienta mal y arrastrando los pantalones como un farraguas, ya que él -este Szeliga- nunca y nada mide de su cuerpo, pues su cuerpo es él, y él, claro, no tiene "medida"..., es INMENSO. INMENSO y sin medida.
Ya se sabe que todo "estreñido" y no constreñido es todo aquél que no sólo "padece estreñimiento", sino también todo aquél que es un miserable, avaro, mezquino" (RAE).

Sigues haciendo el ridículo. Te aconsejo el suicidio intelectual. Adiós.
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Dom Mar 07, 2010 9:54 pm    Ttulo del mensaje: Una florecilla rancia: Carl Menger Responder citando

Estimados amigos:

El Gran Jardín del Edén neoliberal sigue llenándose de basura y de temas accesorios que hay que podar. Y qué mejor que poner una florecilla rancia, más rancia aún que el vetusto insensato. Carl Menger y su teoría de las necesidades y doctrinas superfluas.


Cita:
«Cuando, el año 1862, la guerra civil norteamericana privó a Europa de su principal fuente de algodón, se perdió al mismo tiempo la cualidad de bien de miles de otros productos, cuyo bien complementario era el algodón. Me refiero a la capacidad de rendimiento laboral de los trabajadores ingleses y continentales del ramo de las industrias textiles, una buena parte de los cuales se quedaron en paro y reducidos a vivir de la caridad pública. La capacidad laboral (de que disponían aquellos hábiles trabajadores) seguía siendo la misma, pero perdió una gran parte de su cualidad de bien, porque ya no existía el bien complementario, el algodón. Por tanto, ya no podía utilizarse aquella capacidad laboral específica para la satisfacción de ninguna necesidad humana».


Carl Menger, Principios de economía política. Orbis, Barcelona 1985. págs. 56-57.

Pues vaya con las necesidades insensatas de Carl Menger. Lo que habrá sucedido es que el esquema de recurrencia económico se ha parado por la ausencia de la materia prima del algodón. Pero el algodón sigue siendo una materia muy valiosa para toda la esfera económica, y no porque deje de satisfacer las esféricas necesidades del idiota de Carl Menger, dejará de ser un bien económico.

Cita:
«Mientras todavía estamos utilizando ropas de abrigo para combatir el frío invernal, las ropas para la próxima primavera están ya camino de las tiendas de los detallistas y en las fábricas se tejen las ligeras telas que vestiremos en el verano y se preparan los hilados para la pesada ropa que nos pondremos en el siguiente invierno [...] Así, mientras que por un lado gozamos de los frutos de la previsión de tiempos pasados, por el otro formamos ya desde ahora en nuestros centros superiores a numerosos hombres para atender a las necesidades que de estos bienes tendrá la sociedad en el futuro».


Carl Menger, Principios de economía política. Orbis, Barcelona 1985. pág. 70.

En efecto: la moda de la próxima temporada ya está preparada. Pero ello es debido a que la esfera económica tiene ya unos patrones marcados, en base a las propias estaciones climáticas, las necesidades históricas, y ello no depende de la soberana subjetividad de un austríaco decimonónico ni de un sofista insensato catalán.

Cita:
«Otra circunstancia que también debe tenerse en cuenta es la capacidad de desarrollo de las necesidades humanas. Si estas necesidades pueden crecer y, como a veces se observa, pueden hacerlo hasta el infinito, podría parecer que los límites de las cantidades de bienes requeridas para su satisfacción se amplían sin cesar y hasta que alcanzan amplitudes totalmente indeterminadas y que, por consiguiente, es de todo punto imposible que el hombre consiga una previsión que cubra la totalidad de sus necesidades».


Carl Menger, Principios de economía política. Orbis, Barcelona 1985, pág. 73.

Absurdo: las necesidades humanas no crecen hasta el infinito, sino hasta donde las circunstancias históricas y materiales marcan. Nadie puede consumir más allá de lo que su poder adquisitivo marca. La supuesta ampliación de necesidades es algo puramente ficticio: no hay tal cosa como «la necesidad subjetiva de poseer un automóvil», sino un proceso causal material en el que las vías de comunicación y la ampliación de fronteras produce nuevos medios para la circulación mucho más veloces.

Cita:
«De poco nos sirve, efectivamente, disponer de los medios necesarios para la conservación de nuestro bienestar en un remoto futuro si la necesidad y la miseria han destruido ya nuestra salud en el presente o han impedido nuestro desarrollo. Y lo mismo cabe decir respecto de aquellas otras satisfacciones de necesidades que sólo tienen para nosotros la significación de placeres. Tal como enseña la experiencia, los hombres suelen dar mayor importancia a un placer del momento actual o de un próximo futuro que a otro de la misma intensidad pero situado en un futuro más distante».


Carl Menger, Principios de economía política. Orbis, Barcelona 1985, págs. 137-138.

Es cierto que si la corporeidad humana se debilita o incluso si desaparece, los bienes económicos pierden su valor. Pero es que la economía es una actividad humana, y hay que dar por supuesta esa subjetividad, no convertirla en algo sustancial. Menger comienza el Credo por Poncio Pilatos, y eso evidentemente no puede ser.



Al insensato le recomiendo que se castre verbalmente, para lograr así la continencia perfecta y plena de su ridícula corporeidad.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Lun Mar 08, 2010 5:08 pm    Ttulo del mensaje: El gran refutador de Menger y de Mises. Responder citando

No hay duda, que el sabihondo, que osa en su ignorancia corregir a Menger (no logra nada de nada), es víctima de la inexistencia de una teoría económica en el MF, pues el ESCEP no es una teoría de la economía. Su ignorancia en materia económica le lleva a soltar verdaderas bobadas.

La prueba está en esto:
El sabi-jondo escribi:
<Cita:
«De poco nos sirve, efectivamente, disponer de los medios necesarios para la conservación de nuestro bienestar en un remoto futuro si la necesidad y la miseria han destruido ya nuestra salud en el presente o han impedido nuestro desarrollo. Y lo mismo cabe decir respecto de aquellas otras satisfacciones de necesidades que sólo tienen para nosotros la significación de placeres. Tal como enseña la experiencia, los hombres suelen dar mayor importancia a un placer del momento actual o de un próximo futuro que a otro de la misma intensidad pero situado en un futuro más distante».


Carl Menger, Principios de economía política. Orbis, Barcelona 1985, págs. 137-138.

Es cierto que si la corporeidad humana se debilita o incluso si desaparece, los bienes económicos pierden su valor. Pero es que la economía es una actividad humana, y hay que dar por supuesta esa subjetividad, no convertirla en algo sustancial. Menger comienza el Credo por Poncio Pilatos, y eso evidentemente no puede ser.>


Ni se ha enterado que la cosa no va de si el valor desaparece o "pierde su valor" cuando desaparece el sujeto corpóreo que lo usa (el "valor" es un concepto antrópico, betaoperatorio, por tanto esto no cabe ni como problema), lo que es evidente..., sino que la cosa va del valor a secas, de que vale más un bien presente que no uno ausente o lejano en el tiempo independientemente de su valor-trabajo "entrañado" o conservado en el bien en cuestión en tanto "coste". Y esto no lo enseña esa "subjetividad sustancial" que el sabihondo atribuye a Menger, sino "Tal como enseña la experiencia"... Ocurre que nadie muerto compra su caja de muerto.

¿Qué se puede esperar de un sujeto CORPÓREO cuyo cuerpo no ve como distal ni paratético y que consecuentemente con ello ni somete sus dientes al ojo cubero del dentista cuando va a cambiarse un colmillo? Pues nuestro genio, nos dice lo contrario que nos dice Von Mises, a saber, "que el hombre al actuar NO ha de considerar lo que acontece en su propio organismo, y para nada ha de ponderar otras realidades, tales como, p.e., las condiciones higiénicas del dentista o la actitud de sus semejantes a la hora de "medirle" las muelas". ¡Vaya un genio!

Observen ustedes como interpreta la cosa dicha por Menger:
El sabi-jondo escribi:
"...Pero el algodón sigue siendo una materia muy valiosa para toda la esfera económica, y no porque deje de satisfacer las esféricas necesidades del idiota de Carl Menger, dejará de ser un bien económico."
Sí, pero el trabajo (creador y fuente del valor según estos archimarxistas no idiotas) ya no crea nada de nada y pasa a ser ese algo que "perdió una gran parte de su cualidad de bien"; y si en lugar del algodón ponemos el atún, cuando este se extinga, "la capacidad laboral (de que disponían aquellos hábiles trabajadores pescadores) seguiría siendo la misma, pero habría perdido una gran parte de su cualidad de bien, porque ya no existía el bien complementario, el atún".

Y es que el párrafo de Menger no trata del valor del algodón o del atún que habría desaparecido, sino del valor del trabajo que "perdió una gran parte de su cualidad de bien" por haber cesado el suministro del bien secundario del algodón o del atún. El sabihondo ni sabe lo que lee, y lo mejor de todo es eso de que "la economía es una actividad humana, y hay que dar por supuesta esa subjetividad, no convertirla en algo sustancial." Es evidente que Menger nada dice de esa "subjetividad esencial", que todo es la interpretación de párvulo y phantasmagórica que de todo esto hace este sublime sabihondo.

El resto es más de lo mismo. ¿Qué se pretende con esto aparte de escurrir el bulto a las objeciones lógicas ya expuestas? ¿Pretende el Gran Sabihondo ser el gran refutador de Menger y de Mises y de toda la escuela austriaca? ¡Qué empeño más ridículo y vano! Ellos ya están arriba hace decenios y este sabihondo a este paso no saldrá de su pueblerino lodozal.

Medio mundo se está desternillando de risa en estos momentos gracias a este Gran Filósofo en su "perfecta y plena y ridícula corporeidad", enano, feo, calvo, más feo aún...¡Pero hombre, si eres una boñiga andante...! ¿Te has mirado al espejo? Tranquilo porque ser feo tampoco es ningún desastre!!
La suciedad moral por la que este sujeto inmundo ya es famoso, se ve y se vislumbra en su obsesión por eso de la "castración". ¡Pobrecito, a lo que tiene que recurrir creyendo que eso me molesta o humilla, a mi, al Zarpax..., operado ya de un cáncer de próstata y de un cáncer de vejiga (y curado de ambos). Ser un enfermo -a mis 62 años- no es ninguna deshonra, pero ser tan necio que siempre tengas que recurrir a eso a tus treinta y tantos años, es una gran desgracia, so feo.

.................

La nieve está cuajando en Barcelona (lleva nevando 3 horas) y eso aquí se ve pocas veces al cabo del año... Me voy a hacer un muñeco con la cara del Pardo para tirarle bolas de nieve, a ver si así lo pongo guapo. Adiós.
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