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Crítica de la Economía Política

 
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Santiago Armesilla Conde



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Ubicación: Madrid

MensajePublicado: Jue Ene 15, 2009 7:33 pm    Título del mensaje: Crítica de la Economía Política Responder citando

Este es el título de un libro de reciente publicación ("Crítica de la Economía Política. Una introducción a El Capital de Marx") del alemán Michael (Miguel) Heinrich. El autor se enmarca dentro de un movimiento que en Alemania recibe el nombre de "nueva lectura de Marx", que tiene, a tenor de lo leído por el momento, algunas similitudes con la "vuelta del revés de Marx" realizada en España desde el Materialismo Filosófico. De este libro ya puso José Ramón Esquinas Algaba una cita anteriormente en éste foro:

J. Ramón Esquinas Algaba escribió:
Saludos,

En el libro de Michael Heinrich, Crítica de la economia política. Una introducción a El Capital de Marx, que acaba de ser editado por la Ed. Escolar y Mayo, aparece en el tercer capítulo, una sección dedicada precisamente al asunto de éste hilo. Lo transcribiré entero y animo a todo aquel que esté interesado en estos asuntos la lectura completa del libro:

Cita:
II. ¿Una demostración de la Teoría del Valor-Trabajo? (Actuación individual y estructura social).

Con la pregunta por la diferencia entre la teoría clásica del valor y la teoría del valor de Marx está conectada también una pregunta ulterior, a saber, la de si Marx ha «demostrado» la teoría del valor-trabajo, es decir, si ha probado de manera incuestionable que es el trabajo y nada más lo que constituye el valor de las mercancías. En la bibliografía sobre Marx se ha discutido a menudo esta cuestión. Como veremos inmediatamente, Marx no tenía ningún interés en tal «demostración».

Adam Smith había «demostrado» la determinación del valor de las mercancías por el trabajo con el argumento de que el trabajo supone esfuerzo y que estimamos el valor de una cosa según cuánto esfuerzo nos cueste procurárnosla. Aquí el valor se atribuye a las consideraciones racionales de los individuos. De manera muy similar argumenta tambíen la moderna economía neoclásica cuando parte de los individuos que maximizan su utilidad y fundamenta las relaciones de cambio en los cálculos de utilizad que realizan los individuos. Tanto los clásicos como los neoclásicos parte de manera completamente evidente del individuo particular (y sus estrategias de actuación supuestamente universales) e intentan explicar a partir de ellas el contexto social. Para ello tienen que proyectar en los individuos una buena parte de la estructura social que pretenden explicar: así, por ejemplo, Adam Smith, como ya se ha mencionado anteriormente, hace de la «propensión al cambio» la propiedad que distingue al hombre del animal y entonces no es difícil deducir a partir de la racionalidad de éste hombre (el poseedor de mercancías) las estructuras de una economía que se basa en el intercambio de mercancías, y declararlas así como universales para todos los hombres.

Por el contrario, para Marx lo fundamental no son las reflexiones de los individuos, sino las relaciones sociales en las que se encuentran en cada caso. Lo formuló con suma precisión en los Grundrisse:

Cita:
«La sociedad no consiste en individuos, sino que expresa la suma de relaciones y condiciones en las que los individuos se encuentran recíprocamente situados» (MEW 42, p. 189)


Estas relaciones establecen una determinada racionalidad a la que los individuos se tienen que atener si quieren mantenerse dentro de ellas. Y al actuar conforme a esta racionalidad, reproducen por medio de su actuación las relaciones sociales que están a su base.

Esto se manifiesta con total claridad a través de un ejemplo obvio. En una sociedad que se basa en el intercambio de mercancías, todas y cada una de las personas tienen que seguir la lógica del cambio si quieren sobrevivir. No es simplemente el resultado de mi comportamiento «maximizador de la utilidad» el que yo quiera vender cara mi propia mercancía y comprar la mercancía ajena barata, es que no me queda más remedio (a no ser que sea tan rico que puedan no interesarme ya las relaciones de cambio). Y puesto que no veo otra alternativa, percibo mi comportamiento incluso como «natural». Si la mayoría se comporta del modo indicado, entonces se reproducen las relaciones sociales que se basan en el intercambio de mercancías, y con ello también la coacción a la que está sometido cada individuo para comportarse reiteradamente de esa manera.

Por consiguiente, Marx no fundamenta su teoría del valor en las reflexiones de los individuos que intercambia. En contra de un frecuente malentendido, su tesis no es que los valores de las mercancías corresponden al tiempo necesario para su producción porque los individuos que intercambia así lo quieren. Por el contrario, Marx sostiene precisamente que las personas en el intercambio, no saben realmente lo que hacen (cf. MEW 23, p.88/89)

Con la teoría del valor, quiere poner al descubierto una determinada estructura social que los individuos deben seguir independientemente de lo que piensen al respecto. (cf. Capítulos II.VI y III.VIII). El planteamiento de Marx es aquí completamente distinto al de los clásicos y los neoclásicos: Adam Smith comenzaba considerando un acto de intercambio particular, y se preguntaba cómo se puede determinar aquí la relación de cambio. Marx, por el contrario, ve la relación de cambio particular como parte de un determinado contexto social global –un contexto global en el que la reproducción de la sociedad está mediada a través del cambio- y se pregunta qué significa esto para el trabajo gastado por la sociedad en su conjunto. Como puso de manifiesto en una carta a su amigo Ludwig Kugelmann, para él no se trata en absoluto de una «demostración» de la teoría del valor-trabajo:

Cita:
«La verborrea sobre la necesidad de demostrar el concepto de valor se debe sólo a la más completa ignorancia tanto de la cosa de la que se trata como del método de la ciencia. Hasta un niño sabe que cualquier nación perecería si cesara en ella el trabajo, no digo por un año, sino por unas cuantas semanas. Del mismo modo que sabe que las masas de productos correspondientes a las distintas masas de necesidades requieren masas de trabajo social globalmente y cuantitativamente determinadas. El hecho de que esta necesidad de la división social del trabajo en determinadas proporciones no puede ser suprimida de ninguna manera por una forma determinada de producción social, sino que ésta sólo puede transformar su modo de manifestarse, es self-evident. (…) Y la forma en al que se realiza esta división proporcional del trabajo en un estado de la sociedad en el que el trabajo social se presenta como cambio privado de los productos del trabajo individual es, precisamente, el valor de cambio de estos productos» (MEW 32, p.552 y ss.).


Si en las condiciones de la producción de mercancías la división del trabajo privado gastado en cada una de las ramas de la producción está mediado por el valor de las mercancías (pues no existe un control consciente o una división fijada de manera tradicional), entonces la pregunta interesante es cómo, en definitiva, es posible esto, o expresado de manera general: cómo el trabajo gastado puede convertirse en parte constitutiva del trabajo social global. Por lo tanto, la teoría del valor no pretende «demostrar» que la relación de cambio particular está determinada por las cantidades de trabajo necesarias para la producción [2]. Más bien pretende explicar el carácter específicamente social del trabajo que produce mercancías; y esto lo hace Marx más allá de las siete primeras páginas de El Capital de las que se ha hablado anteriormente, consideradas por el marxismo tradicional, así como por muchos críticos de Marx, como lo más importante de la teoría marciana del valor.

Nota al pie de página:

[2] De hecho, Marx muestra en el libro tercero de El Capital que las relaciones de cambio efectivas no corresponden a las cantidades de trabajo empleadas en la producción (cf. El capítulo VII.II)

HEINRICH, Michael. Crítica de la economía política. Una introducción a El Capital de Marx. Ed. Escolar y Mayo, 2008, pp.62-64


Pues bien, me gustaría poner algunos párrafos de la Introducción realizada por el traductor, el español César Ruiz Sanjuán, profesor de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid, en los que se enuncian los postulados básicos de Heinrich y de la corriente germana de la "nueva lectura de Marx" (para no crear "megaposts" iré poniendo poco a poco lo que en la Introducción se dice; las negritas son mías):

Cita:
[...]

En su lectura de El Capital, Heinrich se aparta en igual medida de las interpretaciones generalistas -en las que Marx es utilizado por el intérprete como pantalla de proyección para exponer sus propios planteamientos, con escaso apoyo textual- y de las interpretaciones que, si bien abordan de manera rigurosa la obra de Marx, resultan en muchas ocasiones tan complejas o más que los textos que tratan de interpretar. [...] La exposición de Heinrich pone de manifiesto la magnitud intelectual de la obra de Marx y su singularidad como una nueva forma de teoría en la historia del pensamiento, pero constata asímismo que Marx no siempre fue coherente en la articulación de su nueva concepción teórica y en ocasiones desarrolló sus planteamientos sober la base de sistemas conceptuales anteriores, lo que tiene como resultado que determinadas partes de El Capital presenten un carácter ambivalente.

La interpretación de Heinrich separa ambos niveles de la argumentación de Marx, lo que le permite resolver gran parte de las ambivalencias con las que se han encontrado los intérpretes y que por lo general no han sido resueltas de manera satisfactoria. Esto le permite asímismo poner de manifiesto la potencia teórica del análisis de Marx y mostrar cómo en él se encuentran los elementos teóricos fundamentales para explicar la actual configuración del modo de producción capitalista y para la crítica del mismo. [...]

Es evidente que ciertas estructuras del capitalismo están hoy mucho más desarrolladas que en tiempos de Marx, por lo que resulta legítimo preguntarse antes de abordar la lectura de El Capital -o de un texto que pretenda introducir a su lectura, [...]- si esta obra, escrita hace ya más de un siglo, todavía es válida para comprender el funcionamiento del sistema capitalista. Pero para poder responder a esta pregunta es preciso separarla de dos tipos de consideraciones con que se suele mezclr, y que impiden darle una respuesta adecuada en tanto que no permiten plantearla propiamente como tla pregunta.

En primer lugar, se afirma a menudo que el derrumbamiento de los sistemas del "socialismo real", que se han "basado" en la teoría de Marx, es la prueba definitiva de que dicha teoría ha "fracasado" y que, por tanto, ya no tiene validez. Ahora bien, para que una teoría fracase tiene al menos que existir como tal teoría; y en la lectura de El Capital, esto es, de la obra teórica de Marx propiamente dicha, se puede constatar que no hay un solo capítulo en el que se proyecte una teoría sobre una nueva sociedad socialista o comunista. Lo que nos encontramos en esta obra es un análisis teórico del modo de producción capitalista.

En segundo lugar, también es frecuente la afirmación de que el determinismo histórico de la teoría de Marx se basa en una concepción especulativa de la historia que carece de base científica y simplifica la complejidad de los procesos históricos, y que la explicación de todos los fenómenos sociales a partir de causas económicas resulta asímismo demasiado simple para dar cuenta de la complejidad de la estructura social. En este caso se confunde el análisis teórico de Marx con la doctrina ideológica que ha recibido el nombre de "marxismo", una concepción simplificada de la sociedad y de la historia que presuntamente se basa en la teoría de Marx, pero que en muchos casos no tiene demasiado que ver con ella y que ha estado al servicio de otros fines muy distintos al de la explicación teórica del modo de producción capitalista. La teoría de Marx es rechazada basándose en estas afirmaciones con un énfasis que, al igual que en el caso anterior, suele ser directamente proporcional al desconocimiento que se tiene de El Capital.

Si la pregunta se centra propiamente en la vigencia de El Capital para comprender el capitalismo tal y como se presenta en la actualidad, entonces puede plantearse con cierto fundamento la objeción de que Marx analiza en esta obra el capitalismo del siglo XIX, y que el capitalismo actual es tan distinto de aquél que el análisis teórico de Marx ya no puede servir para explicarlo. Ciertamente, dicha objeción tiene su justificación en el hecho de que los modos de producción han ido cambiando a lo largo de la historia. [...], ninguno de ellos ha sido estático, sino que su configuración ha sufrido modificaciones con el paso del tiempo. Pero asímismo resulta evidente que, a pesar de estas modificaciones, han tenido que mantenerse una serie de estructuras fundamentales dentro de cada uno de estos modos de producción para que siguiesen funcionando como tales. Esto es así tmabién por lo que respecta al capitalismo. [...] La pregunta relevante es, entonces, si el objeto del análisis de Marx en El Capital es la forma histórica del capitalismo que se presenta en su tiempo o si su investigación se centra, por el contrario, en las estructuras fundamentales que constituyen el capitalismo y lo distinguen de los otros modos de producción
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