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Crítica al comunismo estalinista en "Vida y destino&quo

 
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Rubén Álvarez Arias



Registrado: 01 Feb 2004
Mensajes: 98
Ubicacin: Madrid

MensajePublicado: Dom Ene 06, 2008 8:58 pm    Ttulo del mensaje: Crítica al comunismo estalinista en "Vida y destino&quo Responder citando

"Vida y destino" es una novela de ficción escrita por Vasili Grossman, corresponsal de guerra soviético, con la batalla de Estalingrado como escenario. La obra ha sido reeditada recientemente en España y está concitando elogios en medios literarios así como en medios políticos tanto liberales como socialdemócratas.

Al margen de esos comentarios ¿es posible encontrar en su obra críticas al comunismo realmente existente que puedan reutilizarse por una séptima generación de izquierdas? Para tratar de determinarlo coloco un texto del libro en el que algunos personajes conversan sobre los planes de producción y la relación entre el Estado y los hombres.

Cita:
-Usted intenta buscar en las carencias del sistema soviético una explicación a nuestros reveses -señaló Sokolov-, pero el golpe que los alemanes han infligido anuestro país ha sido de tal calibre que el Estado, al resistirlo, ha demostrado con creces su fuerza y no su debilidad. Usted ve la sombra proyectada por un gigante y dice: "Mira qué sombra", pero se olvida del gigante de carne y hueso. En el fondo nuestro centralismo es un motor social de una potencia incomparable, permite realizar milagros. Y ahora los ha cumplido, y los cumplirá también en el futuro.

-Si no fuera necesario al Estado -dijo Karímov-, se desharía de usted; le tiraría junto con sus planes, creaciones e ideas, pero si su idea concuerda con los intereses del Estado, pondrá a su servicion una alfombra voladora.

-Eso, eso -dijo Artelev-. Yo fui destinado durante un mes a una fábrica de especial relevancia militar. El propio Stalin seguía la puesta en marcha de los talleres, telefoneaba al director. ¡Qué equipamiento! Materia prima, piezas de recambio, todo aparecía como por arte de magia. No hablemos ya de las condiciones de vida. ¡Teníamos bañera y cada mañana te llevaban la crema de leche a casa! Nunca antes habíamos vivido así. ¡Qué abastecimiento tan extraordinario de los instrumentos de trabajo! Y lo principal nada de burocracia.

-Probablemente el burocratismo estatal, como el gigante del cuento, estaba al servicio de los hombres -afirmó Karímov-.

-Si se ha podido alcanzar semejante perfección en las fábricas de relevancia militar -dijo Sokolov-, es obvio que finalmente se aplicará el mismo sistema en todas las fábricas.

-No -dijo Madiárov-. Son dos principios totalmente diferentes. Stalin no contruye lo que la gente necesita: construye lo que necesita el Estado. Es el Estado, y no la gente, el que necesita la industria pesada. El canal que une el mar Blanco con el Báltico es inútil para la gente; en un plato de la balanza están las necesidades del Estado; en el otro, las necesidades del individuo. ¡Estos platon no lograrán equilibrarse!

-Eso es -aprobó Artelev. Y fuera de esas fábricas especiales reina el caos total. Según el plan, debo enviar la producción necesaria para nuestros vecinos de Kazán a Chitá, y de Chitá la vuelven a enviar a Kazán. Necesito operarios y todavía no he agotado el crédito para las guarderías infantiles. ¿Qué hago? Traigo a los operarios haciéndoles pasar por puericultores. ¡La centralización nos asfixia! Un inventor encontró un medio para producir mil quinientas piezas en lugar de doscientas y el director lo echó a patadas: el plan está calculado de acuerdo con el peso total de lo que producimos. Es mejor dejar las cosas como están. Y si la fábrica se paraliza por la falta de un material que se puede adquirir en el mercado por treinta rublos, prefiere asumir un desacalabro económico de dos millones. No se arriesgará a para gar treinta rublos en el mercado.

Artelev echó una fugaz ojeada al auditorio y retomó la palabra sin dilación, como si temiera que no le dejaran acabar.

-Un obrero cobra poco, pero cobra en función del trabajo realizado. Un vendedor de agua con sirope cobra cinco veces más que un ingeniero. Los dirigentes, los directores, los comisarios del pueblo sólo saben decir una cosa: ¡cumplid el plan! ¡No importa si te mueres de hambre, debes cumplir el plan! (...)

-Hay algo en su razonamiento que no encaja -dijo Shtrum-. ¿Cómo puede afirmar que los intereses del hombre no coinciden, no confluyen plenamente con los intereses del Estado que ha creado una industria bélica para la defensa? Creo que los cañones, los tanques, los aviones con los que se envía a combatir a nuestros hijos, nuestros hermanos, son necesarios para todos y cada uno de nosotros.


Un saludo
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