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Sobre el Príncipe de Maquiavelo
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Felipe Giménez Pérez



Registrado: 14 Oct 2003
Mensajes: 1050
Ubicacin: Leganés (Madrid, España)

MensajePublicado: Vie Feb 13, 2004 6:31 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Estimados contertulios: Los gobernantes, el Soberano, el Príncipe, como tales gobernantes pueden vulnerar las normas que sean menester para salvar al Estado. Las normas sólo se deben respetar por el Estado cuando no sean incompatibles con la supervivencia del Estado. En el fondo, las normas descansan sobre la fuerza coactiva del Estado. Las normas éticas sólo tienen un valor etológico de obligar, las normas morales obligan por la presión social del grupo y las jurídicas por el poder coercitivo del Estado, pero el Estado sólo se mueve por las reglas de la eutaxia, la adaptación a las circunstancias según el buen entender de los políticos. Como dijo Herbert H. Simon, los hombres nos movemos con una racionalidad limitada. Tenemos un conocimiento imperfecto de la realidad. Nuestras elecciones como mucho pueden aspirar a ser satisfactorias, pero no maximizadoras. Por eso algunas veces el político queriendo seguir la razón de Estado, comete errores y eso puede ser su fin como político, porque en política no debe haber errores y los errores se pagan o puede ser el fin del Estado por la gravedad de los errores de cálculo.
Zarpax ha dicho muy bien lo que tenía que decir. Todo está extraído de la filosofía de Bueno y está claro por donde van las líneas del materialismo. Comparándolo con los clásicos el pensamiento de Bueno cobra su verdadera fuerza y adquiere su verdadera figura. Un jalón más en la historia del realismo político. En fin, el libro de Bueno va a ser un clásico utilizable en la ciencia política, como lo fue y lo es Maquiavelo. Atentamente,
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Eliseo Rabadán Fernández



Registrado: 12 Oct 2003
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MensajePublicado: Vie Feb 13, 2004 9:47 pm    Ttulo del mensaje: ¡ apartaos , que hemos llegado los "impíos" ! Responder citando

amigos y amigas:
tras cuatro meses de leer mensajes y tratar de plantear cuestiones, ya hoy he llegado a un límite que no me permite seguir leyendo algunos de ellos.Simplemente, por salud mental y porque ya he perdido bastante tiempo.Ya soy un poco mayorcito para que alguien pretenda "darme clases" o "enseñarme a leer"...( y encima aguantar sus insultos en cuanto se les pantea algo que no les gusta)y por cierto,ya cansa el insultante discursito FALTO DE ARGUMENTOS ( a no ser que la "palabra de Freund" sea argumento de infalibilidad...)
Lo último que he leído hoy de ahora nunca ni todos juntos harán de mi otra vez un hombre piadoso ya es el colmo...¡ y a mí que me importa si Rodríguez Vega,Felipe Giménez o María Santísima diga si es impío o si es muy pío y va a misa...!
Termino:
lo que el mensaje de Rodríguez Vega contiene es un manipuleo impresionantemente cínico( en el peor sentido de la palabra) de todo lo que se ha ARGUMENTADO en los mensajes...cambiando por completo todas las frases, manejando y manipulando los textos y citas , siempre con el estilo barriobajero,navajero,que no se qué pretende...así que , por mi parte, esto ahora sí se acabó. Ahí te quedas predicando tu doctrina...¡ que te aproveche!, y sigue "dándole a la zambomba"...ja.ja.ja.ja ( modelo barriobajero de argumentar)
Un saludo
Eliseo Rabadán
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Antonio Sánchez Martínez



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Mensajes: 339
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MensajePublicado: Vie Feb 13, 2004 11:43 pm    Ttulo del mensaje: Los matices del Panfleto contra la Democracia Responder citando

Creo que para profundizar en el entendimiento de lo que es el “cuerpo” de las sociedades políticas es conveniente recordar algunas ideas básicas que, según mi apreciación, están dificultando el buen entendimiento del “Panfleto contra la democracia…”.

Creo que deberían repasarse ideas fundamentales como las de Totalidad, Identidad y Unidad… [Ver estas nociones, que en muchos casos reproducimos casi literalmente, en el Diccionario Filosófico de www.filosofia.org, así como en la obra de Davíd Alvargonzález "El sistema de clasificación de Linneo", como en la noción de Sistema, en dicha web, y En El Basilisco…]. Entre otras cosas hay que tener en cuenta que cuando hablamos de todos los miembros de una clase o un conjunto (de la Humanidad, p.e., o de los españoles), la palabra "todos" puede tener varios significados, según el modo en que se organice la totalidad.

Cuando el conjunto de partes distributivas, con relaciones establecidas de isología (en principio de "semejanza", como los Estados de la UE) [36], se comportan como una estructura abstracta respecto de las relaciones sinalógicas [(que son relaciones de contacto, interacción, influencia, intercambio pacífico -comercial, etc.- o polémico -luchas y guerras-)]) que las partes pueden mantener (hasta el punto de dar lugar a una totalidad atributiva [más o menos "unida" compacta y coherente (organizada eutáxicamente); puede tener más de conglomerado que de unidad (como la Unión Europea)]), hablaremos de totalidades mixtas o isoméricas. Podemos ejemplificar esta situación con los organismos: el organismo será una totalidad distributiva en cuanto sea considerado como conjunto de células isológicas, en la medida en que puedan abstraerse las relaciones de interacción mutuas (en teoría, la tecnología científica actual permitiría hoy aislar físicamente cada una de las células de un organismos); sin embargo, a la vez, las células de un organismo, sin perjuicio de su isología, mantienen diferencias específicas que permiten reorganizarlas en tejidos diversos, órganos, células nerviosas, conjuntivas, &c. Otro tanto ocurre con los Estados de la Sociedad Universal, y ello debido al carácter de las unidades políticas que la componen, a su territorialidad, que conlleva la necesidad de que cada unidad política esté vinculada a otras vecinas y esto de modo recurrente y circular (dada la esfericidad del planeta). [La supuesta "sociedad universal" que abarcaría a todos los ciudadanos del mundo, es "mixta", pero basada en "contactos" -sinalogías- de tipo polémico entre sus partes: luchas, guerras, etc., no por relaciones armónicas o unitarias). Aunque todos los hombres "hablan" no todos hablan el mismo idioma (conjuntos disjuntos y plataformas idiográficas distintas, con “rasgos compartidos”, pero también con rasgos incompatibles). Un todo atributivo se constituye por acumulación de partes (diferentes funcionalmente, y con "relaciones de contacto" más que de semejanza). Una cara es un todo atributivo formado por partes heterogéneas referidas unas a otras simultáneamente. Sin embargo un conjunto de caras es un todo distributivo, en principio (sin relación entre las figuras). El conjunto de los continentes, los poliedros regulares, las especies mendelianas (plotinianas: con un origen evolutivo común, no tanto las especies megáricas, independientes unas de otras en el origen) son conjuntos o comunidades atributivas. Las relaciones Morales, se dan en relación a todos atributivos eminentemente (justicia, igualdad, aunque hay varios tipos, y depende del contexto -clase-]. De hecho se reagrupan en bloques, constelaciones (con astros y satélites), círculos tipo kula (como podría serlo la Unión Europea, como una biocenosis) que, aun definidos económicamente, tienen un reflejo político inmediato. Pero dicha "sociedad” no es "estatal" (no es atributiva en sentido estricto, no se rige por las mismas leyes, con el mismo lenguaje, sino que está distribuida en estados más o menos "independientes" -soberanos-).
Las clases hacen referencia a totalidades distributivas y los conjuntos (y “comunidades”) a todos atributivos. Las mismas totalidades son atributivas si se atiende a sus propiedades que la configuran de una forma unitaria, pero aparecen como conglomerados si se atiende a sus características distributivas (no como una unidad consistente, sino como una amalgama sin organización).

Además hay otros criterios para distinguir entre tipos de todos o clases, que se cruza con la anterior (según el tipo de relación que se dé entre las notas intensionales de los términos, conjuntiva o disyuntiva, y según el modo en que se reproducen los términos extensionales): Clases porfirianas y combinatorias…

Aunque la revolución darwinista ha dejado obsoleto el sistema lógico porfiriano para entender procesos evolutivos y generativos, sin embargo aún hay mucha gente que lo utiliza de manera incorrecta.
Ya Linneo [Ver la obra de David Alvargonzález, El sistema de clasificación de Linneo, ed. Pentalfa1992.], a partir de 1753 sobre todo, se vio obligado por el curso de sus investigaciones botánicas y zoológicas, a tener que renunciar a la perspectiva clasificatoria porfiriana, en que los géneros son considerados como lo más esencial en el conocimiento de la naturaleza (las variedades ni siquiera son tenidas en cuenta, como si fuesen una mera "selección artificial" que no podía darse de manera "natural"), a partir de cuatro notas características (fructificación, nº de pistilos, etc.), y su combinatoria mecánica, y dichos géneros son considerados "anteriores" a la determinación posterior de las especies. La denominación (esencialista) de las especies pretendía ser una clasificación y una definición de los géneros y especies. Pero, sobre todo a partir de 1753 se ve obligado a dejar el "método" de clasificación "natural" y esencialista, y se ve obligado a utilizar la denominación binomial (género y nombre común), a partir del estudio de las especies con múltiples características "alternativas" que no todas las especies del género cumplían, y a establecer los "géneros" después de las especies, a través de su comparación (géneros posteriores). [En la teoría evolutiva cabe considerar a las especies como "co-genéricas" (no subordinadas a un género concreto) y como "transgenéricas", desbordando el género, como en el caso del Hombre a través de la Anamorfosis que le lleva del mundo de los homínidos (género homo) al de la humanidad en sentido estricto, y no digamos nada de la “sociedad de personas”]. Linneo llegó a considerar al hombre como dentro del "orden" de los "antropomorfos", no como un "reino" aparte de los animales. Y llegó a pensar en que Dios no creó a las especies en un origen, sino unos individuos de "géneros primordiales" que luego se habían hibridado hasta formar las especies actuales (creyendo que los géneros monotípicos -de una especie- eran restos de aquellos). Los monstruos, la hibridación, las variedades, ya no serán consideradas como "ajenas" a la clasificación natural, sino que se preocupará de su estudio y clasificación, y con la teoría de la evolución serán considerados como parte del desarrollo por "selección natural". Pero las "ideologias" teológicas retrasaron la concepción transformista y evolucionista, que sólo ante las evidencias de especies alopátridas y el desarrollo de la geología y la paleontología permitieron entender la evolución de la tierra y de las especies que en ella han habitado, y su desarrollo de unas a partir de otras.

Las clases combinatorias, en cambio, se caracterizan, porque (1) las notas o propiedades de su intensión se comprenden de modo disyuntivo o alternativo, (2) las notas de la intensión se construyen y se entienden, a través de la extensión [a través de las "extensiones" que han existido con diferentes "notas" alternativas, evolutivamente.] como un sistema de alternativas, que pueden darse todas o algunas (que permite acumular o sumar notas en su "desarrollo", no como algo "repentino" o eterno) y (3) no hay relación inversa entre intensión y extensión, sino, muchas veces, relación directa: a más comprehensión (intensión) mayor extensión. Así se puede entender el hombre como un sujeto que recoge acumulativa y alternativamente un proceso evolutivo, pero que tiene notas genéricas y cogenéricas compartidas con otras especies (no hay dicotomía absoluta), con los homínidos, los chimpancés, los primates, etc. [Clases plotinianas en evolución, que se clasifican por su "origen" y filiación (filum)] Así el hombre comparte con otros homínidos ciertas notas (el ser "habilis", erectus, faber, etc.), y dichas características "evolutivas" no se dan de golpe (desde la eternidad), sino alternativamente (en un tiempo que modifica la intensión), perdiendo unas y añadiendo otras. Aunque también posee características específicas (Transgenéricas: normas, praxis, y moral en "civilización", gracias a procesos "anamórficos") que estructuralmente le diferencian de los animales (y de las “sociedades naturales”), sin embargo dicha estructura no está desconectada de un origen común con otras clases.

Creo que José María (y posiblemente Felipe) tienden, entre otras cosas, a reducir las “sociedades políticas” a “sociedades naturales”. Pero aquellas no sólo se dan en un ámbito “funcional” (independiente respecto de las demás), sino en codeterminación. Y su relación mutua se parece (en ciertos aspectos) a la de una “biocenosis”, pero teniendo en cuenta que esta característica es una “refluencia”, que no permite identificar, sin más, a las “sociedades políticas” con las “naturales” ¿Acaso las sociedades naturales tienen proyectos políticos?
Volvemos a repetir que la perspectiva de Felipe Giménez y José María Rodríguez Vega coinciden con los que niegan a las sociedades políticas su especificidad de constituir (en resultantes dialécticas y no acabadas) “sociedades de personas”. Si los fundamentalistas consideran a los ciudadanos delincuentes meros “enfermos” (a-responsables) o víctimas de un sistema injusto, Felipe y José María consideran, directamente, a todo tipo de ciudadano como una mera materia pasiva y sin poder efectivo y “causal” (como si los determinantes formales de la política fueran independientes de sus determinantes materiales). Si los grupos “civiles” (de la llamada “sociedad civil”) no tuvieran ningún poder político efectivo ¿Cómo explicar una guerra civil, por ejemplo?.¿Acaso en la guerra civil española, por ejemplo, no hubo una “dialéctica de estados” infiltrada, internalizada, codeterminada con la “lucha de clases” que se mostró en dos bandos principales, y que determinó formalmente, sobre todo, el devenir del bando “republicano”?¿Acaso en 1934 no había ideologías “internacionales” que determinaron fuerzas “ascendentes” en contra del gobierno de la CEDA?
No es correcta la interpretación de la “capa cortical” como una “esfera megárica” (y distributiva respecto a otras). Se trata, más bien, de una parte de un “cuerpo” político que no puede sobrevivir “autárquicamente”, y que forma parte de unas clases (especies amigas) enfrentadas a otras especies de las que también dependen para sobrevivir (pero que no son, sin más, “naturales”). Es decir: no cabe eliminar a “todos los enemigos”, porque no hay “enemigos absolutos” (megáricos), porque en nuestras propias entrañas hay múltiples rasgos (plotinianos) que compartimos con el peor de nuestros enemigos, y si los matamos “absolutamente” (no sustancialmente, que sería un exterminio, sino “esencialmente” -en muchos de sus componentes culturales y políticos-) nos matamos también, en gran medida, a nosotros mismos. En otra perspectiva (sustancial y esencial y el eje angular) ocurre como con las muertes de las especies animales de las que hablaba el jefe Seattle (si no recuerdo mal), que decía que si matamos a todos los animales es como si nos matásemos a nosotros mismos como hombres, pues las relaciones con los animales son transcendentales (constitutivas) de nuestra misma “humanidad”. Pues con los “enemigos” políticos pasa algo parecido, pero a otro nivel (de “sociedades de personas”).
Los Estados son totalidades atributivas, plataformas idiográficas diferentes (no absolutamente, pues hay múltiples rasgos comunes o semejantes, etc.) que generan determinados “ortogramas” políticos, y que pueden llegar a enfrentarse con otros (sobre todo los imperiales). Pero no cabe presuponer (dar por sabido) qué estado será el más eutáxico de dicha dialéctica. Ocurre como con la “la lucha por la supervivencia de las especies” en una biocenosis. Los biólogos dicen que las que sobreviven son las más aptas, pero lo dicen a “toro pasado”, partiendo de los resultados actuales. Pero ¿se atreverían a predecir qué especie será la más “eutáxica” en el futuro con toda certeza, sabiendo la multiplicidad de componentes que pueden alterar el equilibrio de la biocenosis en un momento dado? Si tenemos en cuenta que una sociedad política es mucho más compleja que una sociedad natural, esa pretensión es pura ciencia ficción (muy parecida a la que se oculta en el discurso que presupone los resultados de la dialéctica en curso para ensalzar al “Príncipe”). Además, lo mismo que las especies, una “sociedad política” no tienen sentido aislada, sino que precisa de otras para sobrevivir (aunque en un determinado momento no sean “competidoras enemigas”). Si en el futuro se llegase a la sobrevivencia de un solo Estado ya no cabría hablar de dicha sociedad como “estado” (en los términos que lo entendemos hoy día).

Nos dice José María:

<<El Estado se enfrenta a otros Estados, no a sí mismo. Abreviando por sabido la complejidad de “los poderes” del Estado, este, en tanto Unidad política, y a pesar de estar codeterminada por otras Unidades políticas, y precisamente por ello, y en el caso límite de la guerra, se encuentra con que: <...lo que actúa frente al poder militar del Estado es otro Estado, y éste actúa desde el exterior. ¿Cómo considerarlo, por tanto, como un vector ascendente?> (G. Bueno: Panfleto, pág. 277.)...Y lo que sigue... ¿Qué reglas morales y jurídicas hay que usar para enfrentarse a la voluntad política de la agresión de otro que como enemigo nos ha elegido como a tales?>>

Precisamente las citas que hace José María del Panfleto no tienen en cuenta estas distinciones (necesarias para entender el “cuerpo”, las “capas”, etc., de las sociedades políticas), y por eso interpreta la “capa cortical” del cuerpo político como si se tratara de una estructura megárica que permitiera entender la “unidad” de un estado como “cerrada” sobre sí misma (“autárquicamente”), sin tener en cuenta las relaciones “atributivas” con otras sociedades, y entendiendo las relaciones de amistad o enemistad como algo “añadido” a dichas sociedades posteriormente, como si no fueran constitutivas de las sociedades políticas consideradas (a la manera del etnocentrismo).
Me parece que no tienen en cuenta las raíces plotinianas de muchos “rasgos culturales” compartidos de las distintas sociedades políticas, ni que muchos de dichos rasgos se dan en relación “combinatoria” a la hora de determinar múltiples realidades, como las “institucionales” (que deben tenerse en cuenta para distinguir, por ejemplo, múltiples tipos de “democracias”, “aristocracias”, etc., que pueden darse). Por eso tampoco cabe separar (aunque sí disociar) la “dialéctica de clases” de la “dialéctica de estados”, pues están codeterminadas de múltiples formas. Y en este sentido no cabe decir que una “guerra interestatal” sea un enfrentamiento entre dos “estados” (megáricos) enfrentados, pues en la dialéctica interna de cada estado (en su “sociedad civil” con sus múltiples poderes ascendentes) se entretejen “internamente” poderes de otros estados (no sólo “políticos” –ideológicos- o “descendentes”, sino también “ascendentes” -de empresas comerciales e industriales, bancos, grupos internacionales sindicales, asociaciones multinacionales, etc.-). Ni tampoco cabe decir que una guerra civil sea, sin más, un asunto “interno” del estado correspondiente. Lo que ocurre en Corea, en China o en Irak, aunque no lo vean algunos, tiene componentes internacionales, también nos afecta a los españoles (y, por supuesto, no cabe confiar en un “diálogo de bienintencionados” para encarar las contradicciones que nos acechan).
En el fondo lo que quiere decir Bueno (en esas páginas) es muy distinto a lo que interpreta José María. No cabe “separar” los factores “externos” de los “internos” (están codeterminados por relaciones múltiples –en Symploké-), ni cabe “separar” los poderes descendentes de los ascendentes (que etán conjugados, como dijimos en el Foro sobre el “Panfleto..”), como intenta poner de manifiesto en estos apartados del libro D. Gustavo, en que M (Materia Ontológico general) desborda cualquier posible determinación (que no es nunca absoluta). La dialéctica entre “ciudadano / hombre” de la que hablamos se refiere a toda esta problemática de una manera central.
En la anterior cita (de la pág. 277), precisamente Bueno pretende recoger esa “contradicción” constitutiva de las sociedades políticas (no es una simple “incoherencia” lógico formal de algunos políticos). Es una contradicción real, pues, como ocurre en una guerra civil –rebelión-(mencionada justo antes de la cita de José María) en las guerras “interestatales” también se dan contradicciones dentro de los componentes “internos” constitutivos del cuerpo de las “sociedades políticas” (que no deben considerarse, por tanto, como entes megáricos, cerrados sobre su propia interioridad):

<<La respuesta habría que comenzar a buscarla en la misma existencia de un poder militar, como órgano interno de un estado. Pero como un órgano situado en su capa cortical, en cuya “internidad” figura la acción misma del ataque exterior. La contradicción reside, por tanto, en la misma realidad de la capa cortical, que manifiesta hasta qué punto la soberanía, autonomía (por no decir también autarquía) de una sociedad política, incluso su disposición pacífica, atributos a través de los cuales se define esa sociedad, son, más que atributos efectivos, atributos intencionales, puesto que la realidad es que cada sociedad política, por autónoma que se proclame, está condicionada y codeterminada por las demás sociedades políticas que la envuelven>>

Esa es la “dialéctica” que intenta recoger Bueno, las contradicciones “constitutivas” de “todas” las sociedades políticas (no sólo de las democráticas). Y, aunque de una forma indefinida, Platón expresa algo parecido (a la manera de Heráclito) cuando dice que <<lo que la mayoría de las gentes llaman paz no es más que un nombre, y en realidad, hay por naturaleza [constitutivamente] una guerra perpetua y no declarada [no abierta] de cada ciudad con todas las demás>> (Panfleto, pág. 278. Los corchetes son míos).
Otra cosa es, como continúa diciendo Bueno, que en las sociedades democráticas la “contradicción” se estrecha en el momento en que se da por supuesto (por el “derecho internacional público”) que las sociedades democráticas han de mantener entre sí relaciones pacíficas…
Me parece que nuestros dos foristas se olvidan, entre otras muchas cosas, de que la esencia de una “sociedad política” son las “divergencias objetivas” entre sus partes, y ningún ser humano está capacitado para “prever” qué soluciones serán las precisas para llegar a un equilibrio inestable (mucho menos a una “solución final”). Si no me equivoco, y como suele pasar en multitud de ocasiones, son los “matices” los que impiden multitud de acuerdos, pero se trata de matices “transcendentales”. Vuelvo a preguntar a nuestros dos foristas: ¿Qué pinta, según ellos, la distinción entre “imperialismo generador” y “depredador” en la filosofía política de Bueno? ¿Qué pinta la idea de “sociedad de personas”?
Por no tener en cuenta estos matices cita, también (por poner otro ejemplo) el texto de la página 305:

<<La fuerza del Estado de derecho no estriba en la literalidad de sus normas o en las de las sentencias de los jueces sino en la capacidad coactiva del Estado realmente existente para hacerlas cumplir o para ejecutarlas. Si esta fuerza no existe o no actúa el Estado de derecho desaparece, porque él no obra en virtud de su pura idea.>>

Pero eso mismo (pero “completado”) es algo que estamos hartos de repetir por activa y por pasiva. De dicho texto no cabe concluir “exclusivamente” que la “idea” (los ortogramas) sean lo de menos (puras “superestructuras” sin sentido, o cuyo sentido se “presuponga” por anticipado como el del “vencedor”, y por ello digno de ser desarrollado). Repito las preguntas de antes. O, de otra forma: ¿Es lo mismo el proyecto de Hitler que cualquier otro?
Los proyectos del cuerpo político precisan de una potencia “basal, conjuntiva y cortical” para desarrollarse, pero no son puras “superestructuras” sin importancia. ¿Les gustaría a Felipe y José María ser “judíos”, negros o españoles en un IV Reich que se impusiese al resto de los estados? ¿Les gustaría, acaso, ser arios? ¿Sería una “sociedad de personas” la que resultase de sus ortogramas racistas?
Según mi punto de vista tanto Felipe como José María ponen en su boca palabras que Bueno dice con un sentido muy distinto, a pesar de las apariencias. Hablar de la “plebe” (pág. 254) no significa que se admita que todos sean “tolerantes negativamente” (la de la impotencia cobarde). Y esa misma cobardía es “responsable”, “causal” (tiene cierta potencialidad no manifestada, inhibida). Por eso precisamente no cabe considerar a la “plebe” como un simple sujeto material pasivo (como un “animal embrutecido”, una pura fuerza bruta que debe ser dirigida por la “inteligencia –como pensaba Azaña-, o como un “pobre enfermo” irresponsable). Si fuera así no cabría considerar “responsables” a las “audiencias”, como ha hecho D. Gustavo en multitud de ocasiones. De hecho la propia impotencia relativa en un momento dado no tiene por qué acabar manifestándose como cobardía. Por eso mismo el “Señor” nunca puede estar totalmente seguro de su “señorío”, pues el “esclavo” le puede dar la vuelta a la tortilla en cuanto el mismo señor se duerma en los laureles…

Un cordial saludo. Antonio Sánchez
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Antonio Sánchez Martínez



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MensajePublicado: Sab Feb 14, 2004 11:58 am    Ttulo del mensaje: Contradicciones reales en las Sociedades políticas Responder citando

Continuando con el mensaje anterior debemos repetir que las “contradicciones” que menciona Bueno no son sólo propias o específicas de las “democracias” (y en múltiples variedades), sino “generales” a todas las sociedades políticas, siendo central la dialéctica “hombre / ciudadano” (como se pone de manifiesto, especialmente en la capa cortical –pág. 286-). Creo que si se repasan dichas páginas (por ejemplo la 284) se aprecia que las “divergencias objetivas” constitutivas de toda sociedad política no son “neutralizables” sin más (desde lo alto, “más allá del bien y del mal”, pues no tenemos poderes absolutos: somos “impotentes”, “incompetentes” –pág. 286-, y es necesaria la “prudencia política”). No podemos conocer todas las “consecuencias” de una determinada “política judicial”: <<La diversidad entre jueces, tribunales, vocales de estos tribunales, etc., …..>> –pág. 284 y 285-. No cabe mantener un Estado (eutaxia) sin más, si ello conlleva la disolución de las “sociedades de personas” (que no cabe concebir como algo definitivo y absoluto. Los jueces dicen “fiat iustitia, pereat mundus” , José María y Felipe dirían “hágase el Estado (entendido eminentemente a través del poder del Príncipe) perezca el mundo (la sociedad de personas)”. Pero la múltiple dialéctica que encierra el Estado no es eliminable, como pretenden José María y Felipe. Ni siquiera la URSS, con todo el “poder” que tuvo, fue capaz de evitar múltiples contradicciones (ver pág. 286 por ejemplo).
En la capa cortical, como hemos dicho, se dan dichas contradicciones de manera eminente. La cita que hizo José María sobre los “arcana imperii” de nuevo está desenfocada (es incompleta). Bueno hace referencia a la dialéctica (que se da dentro de cualquier estado, democrático o no) entre el poder militar y el poder diplomático. Es decir que el poder diplomático no desvele todos los secretos sobre el poder militar (y que, incluso, a veces, no sepa todo lo que al respecto sabe éste, no sea que meta la pata, como ha ocurrido recientemente con algunos “diplomáticos” británicos o estadounidenses que han dicho más de lo que debieran sobre los conocimientos e intenciones del ejecutivo de sus respectivos países en la guerra de Irak…). Lo que intenta poner de manifiesto Bueno son dichas contradicciones, que limitan las aspiraciones “salvacionistas” de los “fundamentalistas”, de los “democraticistas” y de los defensores del “Príncipe absoluto” de Maquiavelo, que creen estar más allá del Bien y del Mal. Bueno no da por supuesta la “eutaxia” de un estado, aunque diga que su persistencia (a “toro pasado”) es un indicador de tal eutaxia, pero no el único. Y, por supuesto, no asume cualquier “ortograma” como digno de ser desarrollado (presuponiendo todas las consecuencias de dicho desarrollo). Por eso dice lo que dice en la página 307 (<<Este panfleto… Quiere mantenerse en el análisis sistemático del presente, tratando de “ver lo que hay”, en política efectiva, como consecuencia o corolario de lo que ya ha ocurrido antes en el pretérito>>). No pretende “huidas hacia adelante” que presuponen la solución como ya “vista” (catábasis utópicas), tanto si son democraticistas (por ejemplo pág. 287 cuando se refiere a la apertura de las fronteras a la inmigración, que acabaría arruinando a los mismos “inmigrantes” –como personas-), como si son “Principescas” (presuponiendo estar “más allá del Bien y del Mal” -ético y moral-, y presuponiendo de antemano qué será lo “eu-táxico”).

Un cordial saludo. Antonio Sánchez.
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Antonio Sánchez Martínez



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MensajePublicado: Sab Feb 14, 2004 12:18 pm    Ttulo del mensaje: Política real española y Monarquía Responder citando

Se me olvidaba comentar que si D. Gustavo Bueno pensase como Felipe y José María (ver apartado de “Ideología y Política real”, págs. 33 y 34) no habría dicho lo que dice sobre la Monarquía Española (que, si no me equivoco, está en la línea de lo que dijimos, partiendo del Materialismo Filosófico tal como yo lo entiendo, en “Una reina Asturiana para la Reconquista”).

Un cordial saludo. Antonio Sánchez.
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Felipe Giménez Pérez



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MensajePublicado: Dom Feb 15, 2004 1:51 pm    Ttulo del mensaje: Confusiones Responder citando

EStimados contertulios: Sencillamente, creo que Antonio Sánchez dice cosas razonables, pero me atribuye a mí y a José María cosas que no pensamos, creo y mucho menos aún que no afirmamos.
1º NO he afirmado tener recetas para el futuro ni para el presente.
2º Decir que todo está permitido para conseguir la eutaxia no es contradictorio con lo que dice bueno. Eso es la prudencia política, la razón de Estado. Esta razón de Estado la debe seguir tanto el emperador, como el duque, como el conde, la URSS, como EE.UU. como el IV Reich.
3º Nunca he negado las afirmaciones de Antonio Sánchez sobre las contradicciones, etc., pero todo eso no niega lo que he afirmado: Que el éxito legitima la política, esto es: si lo que un Estado hace produce eutaxia, entonces, daremos por bueno lo que ha hecho. El que yo afirme eso sin hablar de la capa cortical, conjuntiva o basal, no quiere decir que las ignore, simplemente, afirmar eso es posible sin tener que explicitar todos los supuestos. Por supuesto que la capa cortical no es una esencia megárica, pero nadie lo ha afirmado aquí. Ahora bien, el gobernante, el principe o quien sea, deberá actuar según la razón de Estado, teniendo en cuenta las circunstancias. EStas afirmaciones de sentido común no son incompatibles con lo que afirma Bueno.
4º No pretendo reducir las sociedades políticas a sociedades naturales. Señalo simplemente la importancia de la razón de Estado para la salvación del pueblo.
5º Nadie ha hablado de la exterminación absoluta del enemigo, todo lo más de ETA, que en fin, sería algo de pequeñas dimensiones. Lo político implica enemistad, pero si la enemistad desaparece desaparece lo político. Eso es lo que decía Carl Schmitt y yo jamás he hablado de desaparición del enemigo.
6º No me atrevo a predecir nada. Simplemente afirmo que la eutaxia es el criterio determinante de la conducta política de los Estados y de las relaciones internacionales. Creo que se malentiende lo que digo porque no escribo lo mismo que Bueno y con su misma terminología simplemente porque propongo una lectura más simple pero no por ello menos verdadera porque no es incompatible con Bueno, es más es algo realista desde el punto de vista político.
En cuanto a los ortogramas políticos, tendrán que imponerse. No basta con que un ortograma político nos parezca mejor que otro, tendrá que tener la suficiente fuerza para triunfar. El éxito, la victoria son las que expresan la areté política. No hay un deber ser en Bueno. Sólo la realidad efectiva cuenta, por supuesto, por eso creo que lo que he afirmado no es insensato. Atentamente,
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Dom Feb 15, 2004 9:12 pm    Ttulo del mensaje: El navajas! Responder citando

Hola.

Cuanto más largos y más argumentos meto en mis mensajes, tanto menos le parecen a Eliseo Rabadán Fernández. Ahí no tengo escapatoria y me rindo. Ya no se más.

Yo no pretendo <"dar clases" o "enseñar a leer">, a nadie. Sólo he opinado...¿Qué insultos he soltado yo? He soltado dos grandísimos insultos: Que en un asunto me parecía Eliseo “cómico”, y que en otro asunto me parecía Eliseo “ingenuo”. Eso es todo.

Freund no es una autoridad...¡cierto! En la misma medida en que no lo sea Gustavo Bueno. O sea, que para mi son los dos una “autoridad”, y tanto me puede servir uno como el otro.
<...el insultante discursito FALTO DE ARGUMENTOS.>, dice Eliseo...¿Desde cuando mi parquedad en argumentos puede ser “insultante” para nadie? Si estoy falto de argumentos eso es sólo otra “opinión”, que como tal...sí que pretende ofender de verdad, pues que cuando se dice sólo puede ser para apoyar esa “opinión”...subjetiva de Eliseo que supuestamente ha de menoscabar mi...lo que sea!.
Y no todo lo dicho por mi va dirigido a Eliseo. Ese asunto de la “impiedad” sólo puede ser entendido por algunos contertulios de la extinta lista de Materialismo Hispánico, y a ellos iba eso dirigido. No a usted. Claro que no le ha de importar!

Y ahora viene el plato fuerte:
Eliseo escribi:
<...lo que el mensaje de Rodríguez Vega contiene es un manipuleo impresionantemente cínico( en el peor sentido de la palabra) de todo lo que se ha ARGUMENTADO en los mensajes...cambiando por completo todas las frases, manejando y manipulando los textos y citas , siempre con el estilo barriobajero, navajero.>

La verdad de eso falta por demostrarse. Esa es tu opinión. Me parece muy bien que ya estés harto. Eres muy libre.
Ahora bien...esto tuyo, que pretenden ser insultos: ...manipuleo cínico...en “el peor sentido” de la palabra...barriobajero y navajero...
¡Hombre! te has pasado!!...Pero te perdono. Ya que yo sí puedo irme otra vez a tocar mi zambomba...sólo faltaría que eso tan vulgar no pudiera hacerlo uno de la “plebe” como yo...Al fin y al cabo, tanto defender a la plebe para acabar ahora tildando a uno de los suyos de barriobajero y navajero...¿Mi estílo? Pero si esto no es ni el ni El Basilisco, hombre...esto es un foro de debates donde caben todos los tipos...como yo...y como tú.

...En “el peor sentido de la palabra”...¡Que mala uva llevan algunos por aquí! ¡Uy...!

Te perdono porque se que tu alcurnia es de una estirpe más elitista y elevada que la mía...con un “estilo” en absoluto “barriobajero” ni “navajero”. Por el contrario, tu estilo es depurado y fino, elegante y egregio y sobre todo es parsimonioso y de una paciencia digna de imitación...en fin, adiós y revísate el mal humor...no seas tan impío conmigo.

(Perdón al moderador del Foro España por aproximarnos otra vez al “chateo”, pero creo que debía decir algo sobre esto. Adiós.)
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Felipe Giménez Pérez



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MensajePublicado: Dom Feb 15, 2004 9:37 pm    Ttulo del mensaje: La razón de Estado Responder citando

Estimados contertulios: La gran aportación de Maquiavelo a la ciencia política es su realismo político. En el siglo XVI se plantea la política de forma secularizada y aparece con Botero a finales del siglo XVI el tema ya explícitamente formulado de la razón de Estado. Los moralistas la entienden como una política inmoral y yerran el tiro completamente. No es ni buena ni mala, sólo es eutáxica o distáxica. El tema de la razón de Estado nos impide eludir una problemática política que es fundamental. Tiene que ver con la aplicación de conocimientos, técnica, astucia, racionalidad al servicio del Estado. ¿Cuál es el interés del Estado? La conservación y engrandecimiento de su poder, esto es, la eutaxia. La razón de Estado consiste en reconocer esto y en considerar que esto justifica los medios empleados, incluidos la vulneración de las normas éticas, morales o jurídicas si ello fuere necesario. El fin superior de la eutaxia política del Estado hace legítima la actuación al margen de las normas jurídicas si ello fuere preciso.
Parece que hay algunas cuestiones que aquí se suscitan: 1ª la relación entre la conducta de los gobernantes qua tales gobernantes y la moral. 2ª la noción de autonomía de lo político. Bueno habla al respecto de la retícula política (capa cortical y capa conjuntiva) con una cierta autonomía relativa.
Cuando hablamos de razón de Estado hablamos también de la racionalidad política técnica, del Estado como máquina. Es hablar de fines específicos del Estado, de lo político. ¿Existe el interés del Estado? Respuesta: Sí, rotundamente sí.
Meinecke consideró el tema de la razón de Estado como un problema permanente de la política. Yo también creo que eso debe ser así considerado. De ahí la importancia de la lectura de Maquiavelo.
El escándalo de Maquiavelo residía sobre todo en la instrumentalización de la religión al servicio de la política.
La solución adoptada en el siglo XVI y en el XVII fue apelar a una buena y verdadera razón de Estado y rechazar la razón de Estado tal y como se derivaba de los escritos de Maquiavelo.
He ahí la importancia de Maquiavelo en la historia de la filosofía política. Atentamente,
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Dom Feb 15, 2004 11:17 pm    Ttulo del mensaje: Ius ad bellum. Responder citando

Hola.


Hola.

Imposible contestar a los dos correos de Antonio Sánchez Martínez, no sólo por lo largos, sino porque hay que suponer que mucho de lo que dice ya lo sabemos aunque a veces -(yo)- no lo recordemos. De todos modos, uno de los achaques que parece atribuirme es que yo no estaría comprendiendo la complejidad, las mediaciones y relaciones, las codeterminaciones y la red tan intrincada del Estado con otros Estados y consigo mismo. Eso que él ha llamado < los Estados de la Sociedad Universal.>.

Yo creo que eso, que demostrar eso...es innecesario. Que ya lo sabemos aunque no lo expongamos con la profundidad y complejidad con que lo hace ahí Antonio y Gustavo Bueno en otros múltiples lugares. Eso es decir que Pepito no está sólo en el Mundo, que sí hay cosas que se conectan con algunas otras. Si le quitamos a eso su complejidad nos quedamos en el fondo con algo que casi todo el mundo ha sabido siempre. Eso no es nuevo. Me parece muy bien que Antonio nos lo recuerde...que nos recuerde qué son los <conjuntos o comunidades atributivas>...pero no veo que eso haya sido olvidado por mi. En fin...la cosa estriba en que ahora yo tendría que especificar -por ejemplo- cómo SÍ he contado con esa característica que <...no permite identificar, sin más, a las
“sociedades políticas” con las “naturales”.>
. Ahí no se me ha entendido. Creo que todos sabemos que los Estados no surgen como los nabos o las lechugas.
Para la profundidad a la que con sus mensajes pretende llegar Antonio nos bastan los libros de Bueno y de otros. De todas formas...aparte de la Naturaleza o Pluriverso, sólo nos queda el Parnaso...o la otra vida. También lo artificial es natural o por lo menos es también material...y ahora no vamos a especificar enteramente la Ontología de Bueno. Nunca nada artificial -o sofisticado!- puede dejar atrás su raíz natural.

Hitler: Ningún “proyecto” es igual que cualquier otro...pero desde luego que en tanto “proyectos”, el proyecto de Hitler es igual a cualquier otro proyecto...además...aquello también era “una sociedad de personas” ¿es posible dudar eso?

¿Si me gustaría, ser ario o negro, &c.? Hipótesis non fingo...Por lo visto a “ellos” sí que les gustaba. Eso era un ortograma político como otro cualquiera.

Luego viene el “sentido” de las palabras de Bueno...¿Pero acaso hay un sentido único e inequívoco de cualquier cosa? Bueno puede también ser dicho de muchas maneras...si Antonio cree tener una visión (etic) acertada de Bueno, tanto mejor para él...yo tengo la mía y no puedo cambiarla así como así. Y la creo tan legítima como cualquier otra, aunque sea desde el punto de vista del mismo Bueno (emic), un completo error. Yo eso no lo se...ni creo que eso sea relevante. Al fin y al cabo, de Kant por ejemplo, no hay ni puede haber sino opiniones...políticas, polémicas.

En fin...sí creo que sí es cierto que D. Gustavo ha hecho a la plebe responsable de ver y tener la televisión que se merece: basura. Es cierto.

Y para acabar: yo puede que sea un vulgar “navajero” y &c., pero creo que Antonio lo que hace al tratar mis mensajes es precisamente “vulgarizarme”. Sobre lo que yo he dicho de los arcana imperii, por ejemplo, pienso que ni me ha entendido...pero es igual. Yo ya dejo este...<y tú más...!, y tú más!>

-------------

Yo planteo un problema: ¿Tienen los Estados un libre derecho a la guerra, el ius ad bellum soberano de que nos habla Schmitt en su obra El Nomos de la Tierra?

Este derecho, que es derecho por ser un pacto (del jus publicum europeaum, un “pacto” de caballeros, ¡sic!), tuvo o tiene que responder ante alguien externo al Estado que declara la guerra? ¿Este derecho les viene dado a los Estados (en sus consabidas relaciones) por algún Imperio o ser Superior, &c., o simplemente es un nombre que se le da a todo aquél que siendo una potencia se halla en estado de naturaleza frente a otros?

¿Este derecho a la guerra ha de venir dado o apoyado por alguna moral o ética diferente a la ética o moral que pudiera haber en la conciencia del Soberano que declara la guerra? (en Hitler se puede suponer poca “ética” y poca “moral”.)

Repito: ¿tienen los Estado libre derecho a la guerra? No me sirven esos argumentos que aquí se escudasen en la “conveniencia”, ya que la conveniencia no es ni puede ser un argumento moral o ético ni tampoco jurídico. Podemos entender por Soberano el Gobierno de los EE.UU., si os place, con sus sayos y capas conjuntivas, &c.

Si la pregunta es contestada afirmativamente: que sí, que tienen libre derecho a declarar la guerra, entonces nos basta con la guerra como voluntad política y nos sobra ahí el concepto jurídico y schmittiano de “derecho”.
Y si la pregunta es contestada negativamente, entonces ha de haber alguien con un poder mayor que permita o niegue (a veces) ese derecho.
La argumentación y recusación a una ética o moral o a una jurisdicción, sería ahí una toma beligerante a favor de uno de los dos bandos, una postura política. La pregunta es bien fácil: ¿Tienen los Estados un libre derecho a la guerra?

Y yo supongo, apreciados contertulios, que pocos Estados, por no decir ninguno, tomaría una decisión semejante sin contar con todas las complejidades imaginables de tal asunto.

Las cosas son muy complejas...pero ahora el tiempo ya se ha fugado y hay que tomar una pronta decisión, ya todo ha sido sopesado y un Gobierno ha de tomar esa decisión...¿Es libre de hacerlo? Esta es la cuestión. Adiós.
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Felipe Giménez Pérez



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MensajePublicado: Lun Feb 16, 2004 9:35 am    Ttulo del mensaje: Responder citando

Estimados contertulios: Yo suscribo prácticamente todo lo que Antonio Sánchez ha declarado en cuanto a la exposición del materialismo político de Gustavo Bueno, pero la cuestión principal es si el Soberano está más allá del bien y del mal, si tiene sentido la razón de Estado, si eso es compatible con el materialismo político de Bueno. Yo creo que sí y he intentado exponerlo más prolijamente. Bueno tiene ideas de Hobbes, Maquiavelo, Aristóteles, Schmitt y Freund y no hay por qué avergonzarse de eso. Bueno tiene una teoría completa y sistemática del Estado y aquí estamos discutiendo -eso creo al menos yo- acerca del papel de la razón de Estado. Algunos piensan que hay límites éticos y morales y jurídicos a la acción del gobernante y yo pienso que no hay ninguno, que cuando se trata de salvar al Estado todo vale. -Véase si no el 18 de julio de 1936 del que tanto sabe al parecer D. José Manuel Rodríguez Pardo- Bueno, me tengo que ir. Seguiremos con esto más tarde. Arriba ESpaña.
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J.M. Rodríguez Pardo



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MensajePublicado: Lun Feb 16, 2004 8:49 pm    Ttulo del mensaje: Sobre la fuerza y los proyectos políticos Responder citando

Estimados amigos:

Felipe Giménez y Rodríguez Vega parecen en ocasiones seguir la máxima de Goebbels, «una mentira dicha mil veces acaba siendo una verdad», pues insisten en repetir siempre las mismas expresiones, sin modificar un ápice las mismas, como buscando realizar propaganda de sus doctrinas. No obstante, voy a referirme a alguna de las desacertadas expresiones de ambos.

Felipe Giménez escribi:
Algunos piensan que hay límites éticos y morales y jurídicos a la acción del gobernante y yo pienso que no hay ninguno, que cuando se trata de salvar al Estado todo vale.


Sinceramente me sorprende que Felipe Giménez se declare seguidor de Gustavo Bueno, cuando en otras ocasiones dice «atreverse a pensar por su cuenta». Creo que Felipe Giménez va más bien por la segunda vía. Pero, ciñéndonos a la temática que trata en este fragmento, he de decir que aquí nadie ha dicho que el estado tenga limitaciones morales sin más. Lo que se afirma es que entre ética, moral y derecho (el estado, para seguir la identificación de Kelsen) existen múltiples determinaciones. Como bien señala Gustavo Bueno en El sentido de la vida, desde la perspectiva del derecho se busca neutralizar las distintas morales de distintos grupos (como puede ser la ablación del clítoris como práctica contraria a nuestra moral), con el objeto de moralizar, es decir, inculcar una única moral que permita una mayor estabilidad política. Desde este punto de vista, entonces no todo vale, sino aquello que es capaz de canalizar y neutralizar estas contradicciones, y no siempre por la vía del garrotazo y tentetieso.

Rodríguez Vega escribi:
Hitler: Ningún “proyecto” es igual que cualquier otro...pero desde luego que en tanto “proyectos”, el proyecto de Hitler es igual a cualquier otro proyecto...además...aquello también era “una sociedad de personas” ¿es posible dudar eso?


Aquí Rodríguez Vega parece señalar que los proyectos son distintos pero, en el fondo, son todos iguales. Como además lo único que los justifica es la fuerza, la única garantía de éxito, entonces lo que tenemos servido aquí es la típica dicotomía base/superestructura, aunque sea por la vía del ejercicio, en la que la fuerza es lo que cuenta, y los proyectos políticos son meras superestructuras (mentiras para el vulgo, utilizando las expresiones de Felipe Giménez) que justifican la lucha contra terceros. Así, que los proyectos nazi y soviético se hundieran es simplemente debido a que no tuvieron la suficiente fuerza.

Sin embargo, esta explicación, que parece muy convincente, olvida detalles muy esenciales. El primero, que se trata de una explicación puramente mitológica, en la que una fuerza genérica, de mayor o menor grado, explica los éxitos y fracasos. Pero esta tesis pide el principio, pues hay que explicar cómo es posible que unos lleguen a tener más fuerza que otros. Y es que no basta con hablar de proyectos políticos, como si todos fueran iguales, sino que hay que comprobar hasta qué punto esos ortogramas (esas ideas inadecuadas, para utilizar la terminología de Espinosa), son más sólidos unos que otros.

Por ejemplo, es evidente que el ortograma nazi y el soviético se distinguen dramáticamente en cuanto a su área de aplicación: el primero buscaba el predominio de la raza aria (la única «sociedad de personas» válida para ellos), el segundo la revolución universal, la holización del género humano desde la perspectiva de la izquierda de quinta generación. Y esto marca una diferencia fundamental, pues hoy muy pocos reivindican un proyecto racista como el nazi, mientras un número significativo de personas, aunque ya sea reducido, se identifica, acaso parcialmente, con los proyectos comunistas. De hecho, el comunismo fue capaz de movilizar a millones de personas durante un significativo período de tiempo (como se pudo ver en la guerra civil española con las Brigadas Internacionales), algo que un nazismo reducido a la raza aria jamás podría haber logrado.

De hecho, al nazismo le derrotan militarmente en muy poco tiempo, pero el comunismo se derrumba porque sus contradicciones internas hacen imposible que continúe. ¿De verdad piensan Rodríguez Vega o Felipe Giménez que de haber sido el comunismo un ortograma racista, no hubiera sucumbido muchísimo antes? Además, no olvidemos que también el Imperio Romano se hundió ante el empuje de los bárbaros, pero éstos, lejos de sepultarlo, quisieron revivir su grandeza a su modo. Si todo fuera fuerza sin más, entonces habría que desechar a todos los perdedores, aunque hubieran dejado su impronta en medio mundo. ¿Por qué no desechar también la Hispanidad, que proviene de un Imperio también derribado?


Sobre la guerra civil española, tengo que decirle a Felipe Giménez que no todo estaba permitido para salvar a España, pues hicieron falta cinco años para que se movilizase media España ante lo que estaba sucediendo. Paradójicamente, si los nacionales ganaron no fue gracias a su superioridad militar, sino a que su ejército era tan popular o incluso más que el de los frentepopulistas. Siguiendo la trayectoria de estos últimos, es de justicia señalar que tampoco consideraron que todo estuviese permitido, pues el PCE no implantó el comunismo de forma inmediata (sin perjuicio del dominio que llegó a ejercer y el camuflaje que utilizó en la figura de Negrín), pues sabía que primero había que ganar la guerra y después hacer la revolución. Los anarquistas lo interpretaron al revés y cayeron en desgracia.

Por último, quisiera rogarle a Felipe Giménez que explique lo que significa esa expresión de que el estado se encuentra «más allá del bien y del mal» pero no «más allá de lo bueno ni de lo malo». No sabía yo que el bien y lo bueno no tuviesen relación entre sí, ni el mal y lo malo.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
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Felipe Giménez Pérez



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MensajePublicado: Lun Feb 16, 2004 9:34 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Estimados contertulios: Lo que yo he afirmado es que como el finis operis de la política es la eutaxia política del Estado, todo vale para conservarlo y salvarlo y José Manuel Rodríguez Pardo sostiene que no todo se reduce a fuerza. Pero aquí nadie ha afirmado que sólo haya que utilizar la violencia, la fuerza militar. Será el político el que decida qué es lo más razonable, lo más prudente. El gobernante debe tener prudencia política. La URSS fracasó porque su proyecto era inviable. Duró más que la Alemania nazi porque supo maniobrar mejor que los nazis. Los nazis cometieron el error de atacar a Rusia en 1941 y eso fue su tumba. Los desaciertos de los gobernantes pueden llevar a un Estado a la catástrofe. Puede ser por los ortogramas o por la falta de realismo político. De todos modos, hay una sorprendente continuidad de la política alemana desde 1871 hasta hoy, 2004: conseguir la Mitteleuropa, un imperio centroeuropeo. Hay una continuidad evidente en la política rusa desde Ivan IV el Terrible: buscar salidas al mar, controlar el continente euroasiático. Una cosa es evaluar los ortogramas políticos y otra es la técnica de gobierno de los políticos. El programa nazi es racista, pero Alemania ha tenido una política internacional bastante continuista desde 1871 por encima de ortogramas o ideologías. Lo mismo ocurre con Rusia. En cuanto a ESpaña, el Alzamiento del 18 de julio era ilegal y sin embargo se hizo y salió bien. Se salvó al Estado. Los republicanos hicieron lo que pudieron, pero perdieron. La historia la escriben los vencedores y es muy cierto. Lo que yo he dicho es que de hecho se desvinculan muchas veces, cuando es conveniente la prudencia o el arte políticos de las leyes morales y jurídicas. Independientemente de los proyectos políticos, lo que hace que triunfen es la fuerza, la violencia, la técnica, los diversos factores que determinan la eutaxia, la victoria. Atentamente,
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José Mª Rodríguez Vega



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MensajePublicado: Mar Feb 17, 2004 12:09 pm    Ttulo del mensaje: Fuerza y derecho. Responder citando

Hola.

<...todo derecho sólo rige, como derecho, en el lugar justo...> (Carl Schmitt. El Nomos de la Tierra. Madrid 1979, pág. 207)...Toda moral sólo rige, como moral, en el lugar justo...digo yo.

Trataré de ser muy breve:

El ejemplo que pone J.M. Rodríguez Pardo de la “ablación del clítoris como práctica contraria a nuestra moral”, no atañe al Estado en cuanto tal y en su relación con otros Estados. Eso es un asunto de la eutaxia interna que el Estado regula para su concordia y armonía...eso es un “derecho” interno y costumbre y moral interno que en nada atañe a su poder “autónomo”. El Estado no tiene que practicarse sobre sí mismo ninguna ablación del clítoris. Nadie discute que es el Estado (no sólo él) el que inculca el derecho y la moral. Eso no es derecho público. La eterna confusión es tratar de aplicar las normas del derecho privado y de la moral interna al ámbito del derecho público o del estado de excepción. ¿Acaso el estado de excepción no es una suspensión temporal por la fuerza del derecho privado? La constatación del mismo estado de excepción como “un derecho” que se reserva el propio Estado, ¿no es acaso sólo una manera tautológica de decir que lo que se reserva es la fuerza? (fuerza que, por cierto, nos falta al parecer en España, y que no es nunca, ni debería serlo, un asunto de la jurisdiccionalidad de la política, sino que eso habría de ser un asunto eminentemente político, la suspensión o no de las autonomías).

Respecto al “proyecto de Hitler: los proyectos son proyectos. Punto. Sean de cualquiera que sean, es en esto en lo que son iguales, como meros mamotretos. Luego hay que ver en qué son diferentes (cuales son sus fines). Si un proyecto está basado en el derecho, alguna fuerza habrá de sustentar ese derecho (Hitler también tenía su derecho).
No menos, sino mayor fuerza, tuvieron que tener los “proyectos occidentales” o liberales para ganar la partida a los proyectos soviético y hitlerita. La segunda guerra mundial por un lado y la carrera armamentista por otro (simplificando) son pruebas de fuerza...y la fuerza, apreciado R.P. no es nunca “fuerza bruta”, sino fuerza industrial, bélica, de instituciones u organización social, cientifico-técnica, &c., es fuerza de toda una “civilización”, pero en última instancia el resultado político es siempre el resultado de una “correlación de fuerzas”, no de parabienes y monsergas, no de jurisdicciones y códigos éticos, sino de fuerzas en relación. Gana el más fuerte, y de él sale el nuevo derecho que lo justi-fica. En esa lucha, el derecho y la moral son también armas políticas...el fin no es el derecho ni la ética consumada, sino el triunfo político, la eutaxia. De todas formas Rusia sigue siendo la misma Unidad política, aunque mermada en su territorio anterior.
Cierto que hay que explicar como unos ortogramas son más sólidos que otros. Pero eso es otra cuestión que nos llevaría muy lejos de este tema concreto.
Me parece muy ingenuo creer que el “predominio de la raza aria” fuese el fin del proyecto hitlerita. Digámoslo así: su fin era el dominio de Europa por Alemania (como ahora lo sigue siendo), su fin era y es la dialéctica entre Estados aupándose en la ideología de la dialéctica de...“razas”, por inversión y abuso ideológico de la dialéctica interna de clases. Y del segundo se puede decir (etic) lo mismo: pues esa “holización” no es nada más que un subterfugio para el dominio (Imperio -Stalin-), a costa de la dialéctica interna de clases (Trostki), a costa del “proletariado”, del propio y del universal. Hitler perdió una guerra en la que el combate ideológico ocupó en el frente de guerra el último lugar. No perdió su “proyecto de raza aria”, sino su proyecto político del dominio sobre Europa que usaba a la raza aria como cobertura ideológica moral o pseudomoral y que respondía a las deudas a pagar por el resultado de la primera guerra mundial. También Licurgo, según nos cuenta Polibio en su Historia Universal, autorizaba siempre sus pensamientos con el oráculo de la Pitia para hacer más aceptables y fidedignas sus decisiones...-políticas- (libro X, cap. II).

Dice R.Pardo:
Cita:
Además, no olvidemos que también el Imperio Romano se hundió ante el empuje de los bárbaros, pero éstos, lejos de sepultarlo, quisieron revivir su grandeza a su modo. Si todo fuera fuerza sin más, entonces habría que desechar a todos los perdedores, aunque hubieran dejado su impronta en medio mundo. ¿Por qué no desechar también la Hispanidad, que proviene de un Imperio también derribado?


Siempre hay una “fuerzas” mayores que otras! Que quieres, estas son las inconsistencias de las cosas humanas, que decía Polibio.

Creo que lo del Imperio Romano es falso. Eso es un cliché. Al Imperio Romano lo hundieron los patricios y hombres ricos al dejar de pagar impuestos huyendo al feudo, al campo (F. W. Walbank) Los barbaros lo encontraron ya moribundo. Y es que no se trata de nuestras personales preferencias. En el caso del Imperio Español está muy claro, como supo ver Schmitt, que fue el dominio de los mares por Inglaterra (la Armada inglesa) y el no saber salir o no saber ver que el dominio de la tierra no bastaba para la nueva ordenación del mundo. De todas formas, las cosas ocurren a pesar de nuestras simpatías, y es el decurso de las relaciones políticas lo que hace o no a los “perdedores”..., no sería muy extraño, que por falta de voluntad política, esto es, por debilidad, acabásemos perdiendo toda España recurriendo al “derecho”, y esto con independencia de la fuerza con la que podría quedar esa Hispanidad. La rueda polibiana no va a parar y mayores imperios caerán.

En el análisis de Rodríguez Pardo, me parece encontrar una ligera confusión: Creo que confunde el ámbito o esencia de la política con los ámbitos de la ética y de la moral. Precisamente el dilema está en ver qué ámbito o esencia ha de predominar en los asuntos entre Estados y en los asuntos de la concordia interna del Estado, entre los sujetos operatorios, si ha de predominar la política en toda su profundidad y virulencia, o el derecho y la moral con sus acotaciones a la política. Este asunto del “matiz” es lo capital, pues lo que yo afirmo, simplemente, es que cuando predominan los campos del derecho y de la moral se está en una debilidad política y viceversa, que cuando domina la política el derecho y la moral quedan debilitados y como lo que verdaderamente son: la ius-tificación de las relaciones políticas, agónicas, polémicas...de lucha por la eutaxia y por la ordenación topológica del dominio y del [ì]imperium[/i] frente a los demás Estados y para la conservación del poder dentro del Estado. Y todo esto, repito, no hay por qué entenderlo con simplificaciones, como parecen ver en nosotros, sino con sus múltiples codeterminaciones, relaciones, influencias mutuas, &c.
Lo esencial entre la Francia y la España en el asunto de Perejil -por ejemplo-, no estriba en el bien y el mal propio de la moral, ni en lo justo o injusto propio del derecho, sino en lo bueno y en lo malo...en la conveniencia para y por el perseverar propios de la política. ¿Que esa muestra de “fuerza” por parte de España está mediatizada por el Imperio americano y el resto de la correlacion de fuerzas? Pues claro...y por eso la fuerza es un asunto muy complejo y no es “mera fuerza bruta”, sino fuerza medida, civilizada, &c. ¿Que esa muestra de fuerza está apoyada por el derecho y por la moral? Pues claro, ¡tanto mejor!...Pero ya me dirán ustedes qué derecho y qué moral (que no sea pura ideología) apoya la invasión de Irak por la coalición anglo-americana? ¿Es el “enemigo justo” un asunto del Derecho público?
No creen como Schmitt, que estas cuestiones son... <...según el Derecho de Gentes , la guerra de Estados es independientes de la cuestión de la justicia o injusticia de la causa de la guerra, es eliminada también, en el aspecto jurídico-constitucional, la cuestión de la causa justa. Todo el derecho radica ahora en la forma existencial como Estado.>

¿Y la “forma existencial como Estado” no es acaso su potencia? ¿Y qué es la potencia? La potencia es el derecho a la guerra por propia y única decisión del Estado para acotarla y buscar la paz y la eutaxia. ¿Y qué tiene de moral o de ética o de jurídica la guerra? Cuando la igualdad es perfecta lo es precisamente por la ausencia de derecho...y de moral. Pues, como ya he dicho, un derecho externo o una moral externa al propio Estado es una completa inmoralidad y una imposición de otra Soberanía. Y un Gobierno con “escrupulos morales” o que se atuviera a una organización tal como la ONU, es o sería un Gobierno títere y pusilánime, abocado irremediablemente a la ruina.
No me han contestado ustedes a lo esgrimido por mi y dicho por Bueno en las página 278 y 279 de su Panfleto, aquello que he llamado ahí el “argumento anselmiano”. Díganme cómo entienden ese párrafo.

Y no olvidemos que ese “Derecho de Gentes” o el actual Derecho Internacional sólo es aquella situación en la que todos los Estados están en pie de igualdad los unos frente a los otros (pares inter pares)...y cuando la igualdad es perfecta...¿cómo o qué cosa define cual y quién es el enemigo justo, el iustus hostis? Es a esto a lo que deben ustedes responder.
Sólo hay derecho donde hay desigualdad...el equilibrio de las Naciones es un equilibrio de fuerzas, no de un “derecho”..., y menos aún una moral..

Deberían darse las citas de Bueno, páginas, &c., para poder cotejar. Creo de todas formas, que El Sentido de la Vida de Bueno va dirigido a los sujetos operatorios, que son los que viven, esto es, a las personas...pero no a la “persona jurídica” que es el Estado. Es, otra vez aquí, mezclar los asuntos del derecho y de la moral internos propios del Derecho privado en los asuntos del Derecho público. No hay duda de que cualquier estadista puede saltarse olímpicamente El Sentido de la Vida..., y a pesar de poder tener una gran conciencia individual, llegar a cometer actos malos...aquello de Maquiavelo: si podemos hablar bien del mal. O sea: bombardear Hiroshima y Nagasaki y poder decir luego que eso es...eutaxico.

Quería ser corto y ya la cosa es muy larga. Adiós.
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Joaquín Robles López



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MensajePublicado: Mar Feb 17, 2004 1:37 pm    Ttulo del mensaje: a ver si con la ética Responder citando

Propongo lo siguiente que, me parece, es algo mas claro: Eliseo Rabadán dijo -y no se le hizo, por desgracia, caso alguno- que política y moral no son clases disyuntas. Felipe y José María siguen planteando, sin embargo, la cuestión como si se redujera a la disyunción, resolviendo a favor de la política e invocando una supuesta "eutaxia más allá del bien y del mal" que todavía no se han dignado a explicar sino, antes bien, la dan como principio evidente y sacan conclusiones sin examinar el principio (diríamos, con Aristóteles, que demuestran tener la virtud dianoética de la ciencia, pero no la de la Inteligencia). Pero resulta que las tres situaciones posibles son argumentables:
1. Subordinación de la política a la moral
2. Disyunción u oposición entre ambas.
3.Subordinación de la moral a la política.
Si en vez de moral, hablamos de ética, la cosa se ve con claridad en el siguiente ejemplo extremo: la guerra es el mal ético por excelencia y, en términos generales se pueden apreciar como clases disyuntas (si entendemos que la guerra es esencial en política). Ahora bien, en plena guerra podemos encontrar no pocos episodios éticos que resultan más convenientes para ganar la guerra que su negación: por ejemplo, no exterminar al ejército enemigo "cautivo y desarmado", permitir a los individuos que lo formaron seguir con su existencia una vez que la totalización -el ejército mismo- que formaron "atributivamente" ha dejado de existir como tal, e incorporarlos como ciudadanos del nuevo estado. Es muy fácil caer en la trampa dialéctica que tienden Felipe y José María cuando al plantear como caso general lo que es un caso particular, establecen unas relaciones necesarias de contradicción entre moral (o ética) y política dando a entender que la política ha de ser a-moral siempre. Y es esto lo que se les ha criticado. Lo hizo Eliseo, Lino, José Manuel, Antonio y yo mismo sin resultados visibles. José María lo ha intuido en su última intervención cuando habla de "Estado de excepción". Sin duda porque se da cuenta de la excepcionalidad de la disyunción que, no obstante, siguen planteando como "eterna", pero si planteamos la cuestión admitiendo que tal disyunción no es necesaria, tendremos que examinar las alternativas disponibles. Por ejemplo, como ya se dijo: ¿acaso el "descubrimiento" de América no se justifica por la construcción de sociedades políticas sujetas a las normas morales del catolicismo?¿no diferencia esto a un Imperio generador del depredador? ¿Justifican Felipe y José María al imperio depredador alemán o inglés por el mero hecho de que la política está más allá del bien y del mal? Porque si lo hacen me parece a mí que no pueden seguir hablando en nombre de ninguna clase de materialismo filosófico sino en en nombre de un amoralismo antihumanista trascendental y apriorístico en donde lo único pertinente es invocar la eutaxia como duración y extensión de la voluntad de poder.
Por cierto, José María, que yo no interpreté aquel mensaje tuyo como si hubieras dicho que "el emperador japonés bombardeó Pearl Harbour por cojones" sino que dije que, según tu criterio -y aquí está el mensaje para que lo revises- lo había hecho "por que le salió de los cojones", y no es lo mismo. Y es que vuestra postura se agota en el mero voluntarismo. Felipe nos acusa de criptofundamentalistas sin caer en la cuenta de que él se ha vuelto un fideísta (luterano, además) irredento: si, como dice, la política "hace violencia" a la moral o, de otro modo: si la "razón de Estado" hace "violencia" a la "razón de la sociedad de personas -o moral" ¿en qué se fundamenta, entonces, dicha "razón de estado"? ¿en qué se fundamenta la eutaxia? En la mera voluntad de mantenerse a toda costa en el poder (reducida la eutaxia a duración). De impíos y materialistas, nada, queridos: voluntaristas groseros, fideístas y creyentes en dioses "sobrehumanos" dotados de voluntad "potente" que sólo se justifica ante sí misma (autológica). Está claro que con la moral y la ética no se gobierna, pero también está claro que no son términos en oposición, necesariamente. Y a ver si Felipe se digna de una vez a explicar eso de la eutaxia más allá del bien y del mal, que ya está bien. Por cierto: no deja de ser curioso que luego se queje Felipe de la inmoralidad del PSOE en su guerra electoral y cuando se lo dice J.Manuel diga que bueno.. pero que el PSOE no busca la eutaxia. ¡Toma ya razonamiento!
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Felipe Giménez Pérez



Registrado: 14 Oct 2003
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MensajePublicado: Mar Feb 17, 2004 4:07 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Estimados contertulios: 1º Que el Estado está más allá del bien y del mal significa que no es evaluable moral ni éticamente lo que haga. 2º Que SI ES NECESARIO HARÁ LO QUE TENGA QUE HACER COMO DE HECHO OCURRE. 3º Las normas éticas y morales y jurídicas son respetadas si no contradicen la eutaxia política. Así de claro. Entonces, no parece tan disparatado lo que digo. En cuanto al PSOE, en cuanto a su moral de grupo, funciona muy bien, en cuanto a España, el PSOE es perjudicial para ESpaña, ¿Es que eso es tan difícil de entender? Díce Joaquín, Vaya razonamiento, y digo yo, vaya sofisma eso de mezclar los partidos políticos con lo que yo digo, el Estado. Si en el fondo las cosas no son tan difíciles de entender. Lo que ocurre es que algunos entienden a Gustavo Bueno de forma literal y al pie de la letra y entonces les cuesta pensar en algunas consecuencias no escritas por Bueno en su obra. ASi pues, la moral, la ética, el derecho siempre que sean compatibles con la eutaxia política del Estado, serán respetados. Por lo demás, los proyectos políticos se imponen todos según unas reglas que no tienen nada de morales: La conquista de´América se hizo por la fuerza y hubo muertos. Eso va contra la moral y contra el derecho internacional y contra la ética pero de ahí surgió algo grande. También los EE.UU. han surgido de la violencia y ahora son algo grande. El mejor ejemplo es el 18 de julio: va contra la moral, la ética y el derecho y de ahí surgió el franquismo y de ahí lo que ahora tenemos. Atentamente,
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