J.M. RodrÃguez Pardo
Registrado: 10 Oct 2003 Mensajes: 1423 Ubicación: Gijón (España)
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Publicado: Jue May 20, 2004 10:24 pm Título del mensaje: The Game, otra pelÃcula tramposa |
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Estimados amigos:
Aprovechando un breve descanso nocturno, ayer noche tuve la ocasión de ver en video (donde pierde mucha calidad, sin duda, pero qué le vamos a hacer) la pelÃcula The Game, protagonizada por Michael Douglas y Sean Penn, y rodada en 1997. Esta pelÃcula cuenta la historia de un inversor de bolsa huraño y de vida metódica (Douglas), que no consiente que ningún detalle de su vida diaria escape a su control. Entonces, cuando va a celebrar su 48 cumpleaños, su hermano (Sean Penn), le propone participar en un misterioso juego organizado por una empresa llamada RCS, en el que se supone que el juego será su propia vida. A pesar de ser un hombre poco acostumbrado a los imprevistos, decide aceptar el reto, que comienza rellenando un cuestionario psicológico y sometiéndose a pruebas de asociación, reflejos, cualidades fÃsicas, etc., más o menos conocidas por todos.
Entonces un dÃa le llaman cuando se encuentra en una reunión, y le dicen que ha sido rechazado. Pero a partir de ahÃ, comienza El Juego: un muñeco con forma de payaso aparece en el patio de su lujosa mansión, y descubre que está dotado de una cámara desde la que los directores de «El Juego» le descubren que está siendo observado. A partir de ahÃ, todo son imprevistos en su vida: le obligan a huir de la policÃa, intentan asesinarle lanzando su coche al agua, sufre allanamiento de morada,... y la empresa RCS desaparece como por ensalmo. Además, los personajes que se van involucrando en su vida le hacen creer que su entorno, aquel en el que siempre depositó su confianza para resolver los asuntos importantes, le han engañado, para que al final, según dicen, RCS le robe todo el dinero del que dispone en varias cuentas de todo el mundo. Una vez que parece haber sucedido, despierta en Méjico, arruinado y sin documentos.
Sin embargo, sucede un final inesperado, pues logra volver a su ciudad y allÃ, en su casa que ha sido subastada, logra aprovisionarse de dinero y de valor para descubrir toda la trama que le ha llevado al borde del precipicio. Por casualidad descubre que uno de los miembros de RCS que le atendió es un actor, y logra dar con él, obligándole a punta de pistola a que le lleve al lugar donde se encuentra RCS.
Allà logra entrar, pero los guardias de seguridad le disparan y huye a la azotea del edificio secuestrando a una de las empleadas de la agencia. Entonces allÃ, ella le hace creer que todo ha sido una farsa, pero que el arma que Douglas lleva es auténtica, y que no dispare, pues pronto llegará su hermano para celebrar su cumpleaños. Pero él no les cree, y en cuanto abren la puerta dispara... sobre su hermano, asesinándole en teorÃa. Muerto su hermano y sin dinero, Douglas decide suicidarse, arrojándose al vacÃo. Pero cae sobre una cristalera y después.... ¡sobre una enorme colchoneta que ha amortiguado su caÃda a través de un cristal falso! [sic]. A continuación van apareciendo su hermano y todos los que han tenido algo que ver en todo El Juego.
En esta descripción quizás no quede bien reflejado, pero la pelÃcula es muy tramposa: lo que deberÃa ser un relato verosÃmil, por decirlo al modo de Aristóteles, se escuda en lo verosÃmil del cine para acabar mostrándonos que todo era un engaño. Además, el propio engaño no resulta verosÃmil de ningún modo. ¿No pudo haber muerto Douglas en cualquiera de los intentos de asesinato? ¿Cómo sabÃan que se darÃa cuenta de que eran actores? ¿Por qué suicidarse dejándose caer a través del cristal, y no lanzándose directamente al vacÃo? Al final la pelÃcula es como el mago malo que nos dice que todo ha sido un truco, y nos dice que en el fondo el cine no es más que truco. Aunque también la pelÃcula podrÃa dar juego para analizar las tesis de la famosa «armonÃa preestablecida» o el ocasionalismo, vista la coordinación entre la farsa y el comportamiento psicológico [sic] del personaje, que parece poderse predecir con una exactitud increÃble.
Un cordial saludo,
José Manuel RodrÃguez Pardo. |
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