Luis Sarasola Luna
Registrado: 15 Ene 2004
Mensajes: 5
|
 Publicado: Mie Ago 24, 2005 8:36 pm Ttulo del mensaje: Reflexionando sobre la tal "memoria histórica" |
 |
|
Muy buenas noches:
En esto de la “memoria histórica”, que en mi caso ha sido despertada por todo el montaje de la “izquierda” (o las “izquierdas”) en los últimos años, ya que por mi edad y lecturas había dado el tema por cancelado hace años, sí que me ha surgido algo que me desasosiega un poco y me intriga, para qué negarlo...
Empiezo a tener para mí que hay algo en Franco que propicia el odio de multitud de ¿cómo llamarlos? (mejor casi no llamarlos de ninguna manera, pero quizá alguien me pueda sugerir algo..., no me gusta insultar) y que ese algo debe ser descubierto, puesto en la plaza pública y llevado a las conciencias para dejar de ser víctimas del chantaje intelectual y moral de esa heteróclita suma de demagogos delirantes por un lado, saqueadores del estado por otro y apologistas del disparate por fin.
Mi ignorancia de la personalidad y los hechos de don Francisco Franco se debe a que, como viejo marxista, incluso de familia, mis fuentes son de ese origen: Largo Caballero, Enrique Líster, Julián Zugazagoitia, Hidalgo de Cisneros, Indalecio Prieto y otros por el estilo. Naturalmente ya no les concedo credibilidad alguna y doy sus afirmaciones sobre el personaje por interesadas mentiras. No conozco las fuentes de la derecha y, la verdad, andaba por otros andurriales intelectuales y la vuelta a esto me coge un tanto desentrenado.
De todas maneras mi intención es encontrar respuestas plausibles al curioso fenómeno de que un dictador que a mí me parece tan poco inclinado a respetar (no diré a defender) muchas libertades básicas, concite la enconada enemiga de tantos adversarios de la libertad y apologistas de tiranos y genocidas.
Dicen articulistas de la derecha que Indalecio Prieto afirmó en su exilio mejicano que el mayor error de su vida había sido participar en el golpe de estado del PSOE contra la república, golpe que está en el origen de la guerra civil.
Por cierto, esto me hace pensar en el grado de estupidez que tendría que haber alcanzado la derecha para aceptar una victoria electoral del conglomerado que menos de dos años antes había intentado derribar al estado republicano con un programa totalitario calcado del programa de Lenin y que recapacite sobre la necedad casi patológica de don Niceto Alcalá Zamora convocando tales elecciones sin que nada lo obligara.
Pero volviendo a don Indalecio, tengo aquí sus recopilaciones de artículos, con el sello de mi padre, publicadas en Méjico en 1967, 1968 y1969. No aparece rectificación alguna sino la descripción llena de anécdotas de su actividad antirrepublicana, salpicada de notas jocosas y de alardes de su condición de golpista. Quizá mi bibliografía es incompleta pero don Indalecio, como tantos otros izquierdistas de la época, no oculta sus iniciativas para derribar a la República (a más de treinta años de los hechos, en este caso) y parece mostrarse muy ufano. Hoy hay una estatua de este personaje en Madrid, para ofender la vista de todos los partidarios de la libertad, y se retira la de don Francisco Franco... (esto da que pensar)
Mi pregunta sin respuesta (a mí mismo) es: ¿cómo es esto posible? ¿Qué podemos atribuir al general Franco para que merezca el honor de que los que homenajean a la GPU y al fiscal Andrei Vichinsky en la persona de Santiago Carrillo retiren su estatua de forma tan particularmente infamante? Porque que yo hiciera retirar la estatua de Franco podría explicarse (yo podría explicarlo). Pero ¿y toda esa multitud congregada en torno al hijo de Stalin, como se llamó don Santiago a sí mismo en carta a su padre don Wenceslao? A las personas se las homenajea por lo que significan y el que fuera siniestro Consejero de Orden Público, el señor Carrillo, significa eso: Kolimá, Vorkutá, Magadán...; tengo que pensar que por todo eso lo homenajeaban, por todo eso estaban allí gentes como Zapatero, Rodríguez Ibarra, Teresa Fernández De la Vega, Juan José Ibarretxe, Jordi Pujol, Iñaki Anasagasti , José Barrionuevo, Peces-Barba, Pablo Castellano, Jorge Verstrynge, Fernando Morán, Luis Corcuera, Miguel Herrero de Miñón, Joaquín Ruiz Jiménez, Rodolfo Martín Villa, Fernando Alvarez de Miranda, Sabino Fernández Campo, María Antonia Iglesias, Iñaki Gabilondo, José Saramago, Sabina, Victor Manuel, Juan Diego, José Sacristán y toda la nómina de seguidores de los autores de Katyn.
Por supuesto, dada mi edad no fue a través de don Pío Moa que llegué a mis conclusiones (como tanto “jovenzanos” -mis respetos para ellos). Fue más bien a través del embrollado gatuperio de acusaciones mutuas que se mezclaron sin orden en mi cabeza con la lectura de las memorias de la guerra, escritas por comunistas, ex comunistas, socialistas enfrentados sin acuerdo posible, anarquistas, poumistas incansablemente empecinados en desvelar los crímenes de que fueron objeto, separatistas de toda laya (vascos, catalanes, el alucinado Blas Infante, al que por aquí padecemos, que casi deja en pañales, por lo que se refiere a capacidad de disparatar, a Arana y compañía)...
He visto este verano, en algunos pueblos, lápidas, colocadas en lugares muy conspicuos, recordando a víctimas de la “barbarie fascista”. En Málaga el alcalde del PP mantiene bien escondidas en los almacenes municipales las lápidas con los nombres de los sacerdotes católicos asesinados sin duda por su “feroz actividad bélica contra la democracia”.
Estoy ahora mismo en Málaga y tengo delante el libro “Muerte en Málaga”, de Edward Norton. Este libro está publicado por tres instituciones que yo tengo por enconadas defensoras de la versión estalinista de la última guerra civil (es decir, de mi forma de pensar hasta los cuarenta años): la Universidad de Málaga, la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y la Fundación Unicaja. Como en tantas otras obras se observa como bajo la llamada República una gran parte de la población española fue convertida en especie cinegética. Las palabras de Norton tenían que ser llevadas a la calle:
“Las elecciones generales se celebraron en toda España el domingo 18 de febrero de 1936... Málaga estaba en calma. Vimos a grupos de hombres armados (se refiere a milicianos anarquistas, comunistas y socialistas) circular en coche por las calles y sólo los extremistas votaron. No sorprendió que los recuentos revelaran más votos emitidos que electores en el censo y el "camarada" que no votó diez u once veces era de los "agarrados"”
O refiriéndose al manifiesto a favor de la “República” de algunos intelectuales británicos:
“¿Había olvidado este grupo que el actual gobierno fue "elegido" mediante el fraude? Sólo en Málaga las clases trabajadoras presumían de haber votado varias veces en diferentes distritos electorales; a la oposición se la mantuvo alejada de las urnas y a los pocos que votaron contra el gobierno los han matado. No ha habido una falsa electoral tan grande como la que ocurrió en España en los últimos comicios.”
O cuando intenta salvar la vida de un amigo convertido en pieza de caza porque “los rojos están matando a cualquiera que remotamente se considere fascista” (y no olvidemos que “fascista”, dicho por un progresista significa “no te considero de los míos y deseo matarte”, eso y sólo eso):
“Llamé por teléfono a Eduardo Frapolli, un diputado en Cortes que posee mucha influencia en la organizaciones rojas... como me dijo, ya no hay gobierno ni autoridad, las masas mandan y reina la anarquía”
Casi cada párrafo termina con el testimonio de un asesinato, individual o masivo.
Si hasta los neoestalinistas ya publican estas cosas... Si hasta el Presidente del Gobierno nos está amenazando muy seriamente con sus tétricos homenajes... ¿Qué más hace falta para empezar a decir la verdad a la gente.
No hubo rebelión con una República democrática en 1936, porque ni había República, ni había democracia, ni había estado de derecho; y esto no fue así desde el 18 de julio. Fue así desde que Portela Valladares salió de estampida.
No hubo rebelión franquista, porque Franco no era ni siquiera “primus inter pares”. Si quieren “sanjurjista” o “molista”. Y ¿en qué cabeza cabe que Goded, Queipo de Llano o Cabanellas” eran franquistas o se alzaron en nombre de Franco, por Dios? A Franco le tocó de pura carambola.
El Franco que hoy conoce la gente es una fantasía de la izquierda y la presunta República democrática otra.
Todo el discurso guerracivilista de la izquierda es una maraña de patrañas. No veo otro camino, ya que han decidido basar su legitimidad en su pasado de los años treinta y en nada más que llevar la batalla a aquellos años y vencerlos allí. |
|
