Lino Camprubà Bueno
Registrado: 13 Oct 2003 Mensajes: 85 Ubicación: Sevilla
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Publicado: Dom Ene 28, 2007 8:13 pm Título del mensaje: "Trabajo" en Marx |
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Saludos,
Me permito llamar la atención sobre el artÃculo de J. M. Lahoz aparecido en el número de enero de 2007 de El Catoblepas y titulado El mito del trabajo. En mi modesta opinión, está cargado de problemas, como obviar que la definición de Marx del trabajo es la de trabajo asalariado o que en su teorÃa no se paga por “esfuerzo†sino por tiempo de trabajo “socialmente necesarioâ€; hablar de producción de modo ajeno a la economÃa o, al menos, indefinido respecto a ella; o dar por supuesta la valÃa de la doctrina de Weber sobre el origen protestante del capitalismo; o hablar de la “obligatoriedad†del trabajo con una acepción psicologista (y sólo enteramente válida para trabajos mecánicos) sin tratar la importancia que para el capitalismo supone la mano de obra “libreâ€, etc.
No es mi intención entrar en esos problemas, lo que exigirÃa conocimientos que no tengo y “rescribir†el interesante proyecto de Lahoz de modo más pausado, lo cual podrÃa hacer el propio Lahoz. Sà que me gustarÃa aprovechar la ocasión para proponer a los contertulios la discusión de una interpretación de los Grundisse y El Capital publicada por Anson Rabinbach en su libro El motor humano (The Human Motor: Energy, Fatigue and the Origins of Modernity, 1990). Una interpretación que, volviendo al artÃculo de Lahoz, acercarÃa a Marx y su perezoso sobrino.
El libro trata de las relaciones de las teorÃas e ideologÃas de economÃa polÃtica y sociologÃa con la industrialización a lo largo del siglo XIX y, especialmente, con el desarrollo de la termodinámica.
El punto de conexión que propone parece ser en gran parte el concepto de “conservaciónâ€, aunque el autor lo traslada desde la primera ley de la termodinámica (la energÃa ni se crea ni se destruye) a un concepto de ahorro o maximización absolutamente ajeno a ella. Esto es una debilidad del libro, por cuanto éste enfatiza la supuesta preponderancia, en la segunda mitad del siglo XIX, del “universo de Helmholtzâ€, entendido como la reducción de las muchas fuerzas presentes en la Naturphilosophie a una sola (Kraft, según el famoso articulo de Helmholtz de 1847) que se transformarÃa de la fÃsica a la fisiologÃa, de la quÃmica a la industria (recordemos como uno de los grandes fisiólogos que colaboraron en este proyecto, du Bois Reymond, se retracto en su Ignorabimus! de 1872, según Gustavo Bueno ante la imposibilidad de reducir unas categorÃas cientÃficas a otras). El problema es que, esta definición del universo de Helmholtz se refiere a la primera ley, y su preponderancia en teorÃas económicas y sociales se refiere a como maximizar motores y técnicas de trabajo. Esto no sigue ni siquiera la segunda ley, la ley de la entropÃa, de la que autores como William Thomson extraÃan consecuencias de decadencia inevitable del universo, mientras que los autores que Rabinbach trata en este libro (Marey, etc.) comparten una posición optimista sobre el futuro. El desajuste es notorio cuando Rabinbach intenta reducir la ley de descenso de la tasa de ganancia marxiana a esta segunda ley de la entropÃa sin pararse en explicar cómo, mediante la Revolución, se corta, dialécticamente, el proceso a la decadencia total. Tampoco la teorÃa de la plusvalÃa, en la que en el proceso de producción hay ganancia, parece tener que ver con la segunda ley.
En cualquier caso, de Marx es de quien querÃa hablar en este mensaje, y la relación a la termodinámica serÃa en su caso directa con la primera ley: Segun Rabinbach, el concepto marxiano de trabajo cambió tras sus lecturas, documentadas por los historiadores, de Helmholtz y otros autores desde un punto de vista hegeliano y afÃn a la Naturphilosophie hacia el punto de vista del “universo helmholtzianoâ€. Desde muchas fuerzas actuando imponderablemente, a una sola capaz de transformarse en trabajo y calor. El trabajo especÃficamente humano pasarÃa a ser una forma mas de trabajo fÃsico. Este cambio de cosmovisión, en principio adscribidle a la capa metodológica de la economÃa polÃtica, habrÃa afectado al núcleo del concepto central de trabajo del siguiente modo: si en el joven Marx el trabajo era lo que permitÃa la realización del trabajador, y por ello suponÃa alienación bajo el modo de producción capitalista, en el Marx maduro de El Capital, e incluso de los Grundisse, el trabajo se reducirÃa a fuerza de trabajo, cuya sustitución por maquinaria pasa a ser la única vÃa hacia la libertad del trabajador. La producción ya no seria lo esencialmente humano, sino común a otro procesos. La propia idea de libertad de Marx habrÃa cambiado: el objetivo era liberar al trabajador del “trabajo asalariadoâ€, y sustituirlo por maquinaria para que pudiera producir sin crear por ello mercancÃa. Liberar del trabajo y no por el trabajo. Más parecido a Lafargue, por tanto, o a la visión católica del trabajo (y la pobreza) como castigos divinos y la redención mediante la “riquezaâ€, aunque ésta se diga espiritual.
Téngase en cuenta que esto supondrÃa atribuir a Marx un punto de vista similar al de Babbage y otros burgueses británicos que querÃan solucionar la cuestión social convirtiendo (ideológicamente) a todo obrero en ocioso, sustituyendo la fuerza fÃsica por maquinaria y dándoles asà libertad para “pensarâ€, no se sabe muy bien en qué.
Pero, igualmente inquietante, esto supondrÃa entender que el tiempo de trabajo socialmente necesario que añade valor a las mercancÃas no tiene porque ser tiempo de trabajo humano, y por tanto asalariado. El optimismo tecnológico de tantos capitalistas (y socialistas soviéticos) se verÃa asà justificado. Tal optimismo no serÃa exclusivo de los “chorros llenos†de la CrÃtica al Programa de Gotha.
Según este autor, el rechazo englesiano (y del Diamat) de Helmholtz y el materialismo monista equivale a fundir a Helmholtz con la dialéctica de Hegel, pero serÃa consistente con esta teorÃa del valor y del trabajo.
Según Rabinbach, en los Grundisse las dos cosmovisiones conviven y en El Capital predomina la segunda. Los Grundisse fueron en los 70 interpretados por Gustavo Bueno como la critica ontológica, posibilitada por la asunción del punto de vista del trabajador y “realizada†como economÃa polÃtica, de las categorÃas de la económica polÃtica clásica mediante la introducción del EspÃritu Objetivo hegeliano y su “vuelta del revésâ€, vÃa quiasmos, respecto el “EspÃritu absoluto†de Hegel (Sobre el significado de los “Grundisse†en la interpretación del marxismo).
Esto hecha por tierra, en ontologÃa, la identificación que Rabinbach da por supuesta entre Naturphilosophie y hegelianismo, dado el monismo hegeliano. Pero, sobre todo, la interpretación de la novedad de los Grundisse, “marco ontológico de El Capitalâ€, como novedad filosófica es diferente en Bueno que en Rabinbach. En Bueno se refiere al sistema filosófico, y por tanto a la Historia sistemática de la filosofÃa. Rabinbach, ajeno a tal Historia, presenta un aspecto local a escala de filosofÃa mundana (la del materialismo grosero), pero que podrÃa resultar de gran importancia en ontologÃa especial, en tanto serÃa clave para conformar la antropologÃa de Marx y su economÃa polÃtica, como hemos visto (si el trabajo humano es fuerza de trabajo, no es lo propio humano; para todo esto, es muy recomendable la comunicación presentada por Javier Delgado Palomar a los 39 Encuentros de Filósofos Jóvenes: http://72.14.253.104/search?q=cache:n1ZrgewBEQYJ:www.wenceslaoroces.org/cfj/pon/3.htm+javier+delgado+35+horas&hl=es&gl=es&ct=clnk&cd=1 P.d: si no funciona el vÃnculo, prueben a poner en google Javier Delgado y teorÃa del valor o 35 horas, o cualquier otra combinación razonable). En principio, esto no habrÃa de ser incompatible con la visión sistemática de los Grundisse que propone Bueno, e incluso, me parece (un tanto a bote pronto), podrÃa servir como contexto determinante de la subsunción del EspÃritu subjetivo en el Objetivo: producción frente a realización del trabajador. Tal vez se podrÃan organizar un poco estas cuestiones preguntando sà el cierre económico que la teorÃa del valor de Marx permite necesita apoyarse en una determinada concepción del trabajo humano antes que en otras; probablemente no, pues ya se han revisado muchas veces, por ejemplo, las contradicciones de la idea marxiana de proletariado (que envolvÃa una determinada concepción del trabajo).
Pero la interpretación sà parece chirriar con la ideas de Trabajo (y valor de la mercancÃa) y Hombre que se suelen adscribir a Marx y se pueden encontrar en El Capital. El problema es que también se pueden encontrar en El Capital (y Rabinbach los encuentra), textos que validen la tesis que aquà resumo, asà como la documentación sobre la lectura de Marx de Hellmholtz y los ingenieros franceses que, cuando hablaban de “travailâ€, se referÃan al poder de los motores.
En fin, ya dirán.
Saludos,
Lino |
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