Rubén Ãlvarez Arias
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Publicado: Sab Feb 09, 2008 8:02 am Título del mensaje: Entrevista a Bueno |
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En la revista electrónica "Muy interesante" publican la siguiente entrevista a Gustavo Bueno
Cita: | GUSTAVO BUENO
lunes, 04 de febrero de 2008
"España no era un paÃs atrasado frente a la moderna Francia de Napoleón "
A sus 83 años, este filósofo riojano, hijo adoptivo de Oviedo, sigue brillando en el escenario intelectual español. A las puertas del bicentenario de la invasión napoleónica, Bueno asegura que “la decadencia de nuestro paÃs en el siglo XIX fue una invención de la leyenda negraâ€.
Definido por The Times como el mayor filósofo español, el catedrático de Fundamentos de FilosofÃa e Historia de los Sistemas Filosóficos de la Universidad de Oviedo de 1960 a 1998, Gustavo Bueno (1924, Santo Domingo de la Calzada) es un intelectual polémico, ajeno a la tiranÃa del pensamiento único. Se define como ateo de cultura católica, marxista heterodoxo y partidario de una España ilustrada, heredera de las Cortes de Cádiz.
–¿Cuál fue la clave de la feroz resistencia española ante el invasor francés?
–Cuando invadió España, Napoleón se enfrentó a un imperio que todavÃa era una potencia poderosÃsima. La reacción estaba justificada porque nuestra historia tenÃa una trayectoria muy distinta de la historia de Francia. No comparto esa idea de que España era un paÃs atrasado, casi del tercer mundo, frente a una Francia que habÃa entrado en la modernidad y el progreso gracias a la Revolución de 1789. Ese razonamiento me parece erróneo y muy simplista.
–¿Cómo percibieron los españoles la figura de Napoleón?
–El integrismo español lo vio como una especie de anticristo que iba a destruir las iglesias y las custodias del Corpus Christi. Luego todo el pueblo reaccionó contra Napoleón y su ejército invasor. Pero el levantamiento también fue para defender a una monarquÃa encarnada por un personaje tan vergonzoso como Carlos IV y posteriormente por su hijo Fernando VII, que representó la culminación de esa gran vergüenza.
–¿Cuál es su opinión sobre el emperador de Francia?
–Napoleón fue un personaje realmente admirable. No secuestró ni traicionó la Revolución Francesa, tal y como sostienen el anarquismo y otras corrientes de pensamiento en Francia. Por el contrario, yo creo que Bonaparte trató de extender los valores de la Revolución Francesa por toda Europa porque querÃa implantar el código francés y ejercer una hegemonÃa continental al estilo de Carlomagno, algo que todavÃa pretenden hacer los franceses.
–¿PodrÃa decirse que la Constitución de 1812 fue el primer paso de España hacia la modernidad?
–Siempre se ha dicho que con las Cortes de Cádiz entró la Revolución Francesa en España. Hasta cierto punto eso fue verdad y hasta cierto punto no. En cualquier caso, la Constitución de 1812 fue un avance histórico necesario. Pero su inspiración poco tuvo que ver con la que aprobaron nuestros vecinos. Asà como la Asamblea francesa fue totalmente utópica, con la Declaración de los Derechos Humanos, la libertad, igualdad y fraternidad, e iba dirigida a aquellos que hablaran francés, la Constitución de 1812 constituyó una peculiar revolución contra el Antiguo Régimen, al situar la soberanÃa de la nación no en el rey, sino en el pueblo. Y el pueblo estaba constituido por todos los españoles del imperio, tanto los peninsulares como los de ultramar. Por eso la Constitución de Cádiz es más universal que la francesa.
–Algunos historiadores afirman que España emergió como nación en 1808. ¿Cuál es su opinión?
–El concepto de nación polÃtica apareció con la Revolución Francesa y en España ese concepto se fraguó con la Constitución de Cádiz. Sin embargo, debo decir que la idea de nación cultural surgió en España mucho antes. Podemos rastrear ese concepto en el Reino de Asturias y en 1469 con el matrimonio de Fernando e Isabel.
–En sus libros y artÃculos usted habla de un imperio español católico que se convirtió en universal con la conquista de América.
–La visión de España que tenÃan los franceses, como un paÃs analfabeto y con escasa preparación cientÃfica, era totalmente sesgada. A esa visión contribuyeron los que urdieron la leyenda negra y también algunos españoles, como Antonio Pérez y Fray Bartolomé de Las Casas. Pero en el siglo XIX, España seguÃa siendo un imperio católico poderoso, cuyo objetivo era organizar el mundo sin limitación alguna desde la ley de Dios. Un Dios que conoce a todos los hombres, cualquiera que sea su raza o condición, y que se preocupa por la libertad de todos ellos. Algo muy distinto del derecho natural que los más fuertes pudieran tener para expropiar y subyugar a los más débiles, como sostuvieron los tratadistas de la Inglaterra de Hobbes.
–Sin embargo, en diversos estudios se sostiene que la filosofÃa y la ciencia españolas de finales del XVIII y principios del XIX estaban en pañales frente a la ciencia y la filosofÃa francesas.
–No puedo admitir que se diga que la filosofÃa francesa de hace 200 años era superior a la española. Descartes fue un matemático de primer orden, pero como filósofo era totalmente arcaico. Todo el automatismo de las bestias lo tomó de Gómez Pereira, que era un médico de Medina del Campo. Los españoles hemos sido tan paletos que hemos despreciado a un precartesiano como Gómez Pereira.
–¿Y esto ocurre con otros aspectos de nuestra cultura?
–Pasa con todo. Es un complejo de inferioridad que nos ha permitido tragarnos hasta el fondo la leyenda negra. Y el problema persiste. Por otro lado, esta leyenda negra ha sido el pasto principal para todos los nacionalismos, sobre todo el catalán y el vasco, que la aprovecharon para ir contra España con objeto de presentarse ellos como los verdaderos campeones del progreso, la ciencia y la civilización.
–¿Qué legado nos queda de aquel imperio español donde nunca se ponÃa el sol?
–Muchas cosas. Un efecto de aquel imperio es la constitución de la nación española, que es parte de la historia universal. Otro efecto es la lengua española, que ya hablan como propia alrededor de 400 millones de personas. Y esto implica una visión del mundo universal, porque es un producto de muchos siglos de incorporación y asimilación de innumerables culturas. El Leonardo de las ciencias de la vida |
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