ndulo materialista
los foros de nódulo
www.nodulo.org


Pío Moa y la Guerra Civil española II
Ir a pgina Anterior  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10  Siguiente
 
Este foro est bloqueado: no se puede publicar, responder, ni editar mensajes en este tema.   El tema est bloqueado: no pueden editarse ni agregar mensajes.    ndice del Foro los foros de nódulo -> España
Ver tema anterior :: Ver siguiente tema  
Autor Mensaje
Antonio Sánchez Martínez



Registrado: 26 Oct 2003
Mensajes: 339
Ubicacin: Rivas Vaciamadrid (España)

MensajePublicado: Vie Sep 10, 2004 1:41 pm    Ttulo del mensaje: 1936: Los mitos de la Guerra Civil- de Enrique Moradiellos Responder citando

Según dice hoy El Mundo, p. 60, Enrique Moradiellos acaba de publicar un libro titulado “1936: Los mitos de la Guerra Civil”, que aparece con la faja “Contra las mentiras de Pío Moa”. Parece que Moradiellos pretende contestar en toda la regla a la polémica mantenida con el historiador vigués (fundamentalmente).
Por lo que se lee en la reseña creo que se mantiene en la línea de la “tres erres”, de los tres bandos (interpretados de a su manera). Pero, si no me equivoco, modifica algunos aspectos temporales: el bando reformista ahora creo que lo intenta conformar sobre todo en los años 60, entendiéndolo como una interpretación “humanitarista” de los hechos, como una especie de izquierda indefinida ):
Cita:
“Entonces aparece una lectura de la Guerra Civil con otro contenido. Entran en juego el sentido trágico de la contienda y un sentimiento vergonzante que lleva a rechazar este hecho”…”Se entiende entonces como una matanza entre hermanos sin heroísmo que loar y sí mucho por lo que arrepentirse”.


Ya veremos, pero mucho me temo que está en la línea ideológica que promueve Zapatero, la del diálogo, la fraternidad, el eticismo más confuso y (de paso) hacer el caldo gordo a los nacionalistas y otros enemigos de España (Francia y Alemania especialmente). En una palabra, aunque modifique algún aspecto superficial de su análisis, mucho me temo, por lo poco que he leído, que el transfondo interpretativo es el mismo. Veremos la potencia argumentativa con la que pretende defenderlo.
Por cierto, si pensaba continuar la polémica ¿por qué se ha negado a continuarla en El Catoblepas? Lo que está claro es que aprovechando el tirón de ventas de Moa, querrá al menos quedarse con parte del pastel, a lo que tiene todo el derecho. Esperemos que su bienestar y disfrute no contribuya aún más a la distaxia de España (como ocurrió con su maestro Negrín).

Un cordial saludo. Antonio Sánchez
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Antonio Sánchez Martínez



Registrado: 26 Oct 2003
Mensajes: 339
Ubicacin: Rivas Vaciamadrid (España)

MensajePublicado: Vie Sep 10, 2004 5:14 pm    Ttulo del mensaje: El posible pacifismo de Enrique Moradiellos Responder citando

Se me ha pasado comentar que Moradiellos, según nos dice se quedó “helado” cuando vio que la edición venía con ese lema (la faja) contra Moa. “Es cierto que su título (se refiere al libro de Moa con el mismo nombre) me parece que participa más de la ficción que de la realidad, pero mi propósito va contra otras muchas falacias sobre el fenómeno bélico, no sólo contra Moa”.
Pero, aunque supongamos que ha sido el editor el que ha decidido esa faja, está claro que Moradiellos, al menos, ha dejado hacer. Y lo curioso es que hasta el mismo título del libro hace referencia directísima a la reciente obra de Moa ¿Acaso en esto tampoco ha tenido que ver Moradiellos? ¿Tanto confía en el buen hacer de los editores, más allá de su perspicacia económica?

También nos cuenta el redactor de la noticia: “Y de nuevo planea por la enjundiosa y ponderada tesis que lanza Moradiellos la certeza de que lo que late en el fondo es el fracaso de la política”. Pero ¿De quién? ¿Por qué? ¿Acaso de la Humanidad? En ese caso está claro que Moradiellos ha caído en el Síndrome de Pacifismo Fundamentalista para el que toda guerra es un fracaso de la Humanidad, del Género Humano (genérico y confuso). Es decir, sigue la misma línea del Zapatero que pide a todos los países que tienen tropas en Irak que salgan de allí para mejorar la situación… Pero, ¿de quiénes? ¿con qué fines? … ¡Qué cosas! ¿A quién pretenden engañar? ¿A ellos mismos?

Un cordial saludo. Antonio Sánchez.
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Eliseo Rabadán Fernández



Registrado: 12 Oct 2003
Mensajes: 567
Ubicacin: España

MensajePublicado: Vie Sep 10, 2004 8:00 pm    Ttulo del mensaje: quizá,ha llegado el momento de escribir un libro Responder citando

El nuevo libro de Moradiellos que cita Antonio Sánchez Martínez, lo acabo de ver esta tarde en una librería en Santander, y efectivamente, por lo que pude leer , no aporta nada nuevo a sus posiciones y lo más grave, a mi juicio, es que no se ve que haya tomado en cuenta la polémica publicada en El catoblepas, y desde luego,
negocios editoriales a parte, quizá ha llegado el momento de que José Manuel Rodríguez Pardo, Iñigo Ongay, Antonio Sánchez y todos aquéllos quines conocen muy bien estos asuntos, escriban un libro para desenmascarar la impostura "académica" recalcitrante que defiende Moradiellos sobre la "sacrosanta" República del 36.
Merece la pena que se sepa esto además de en los foros de nódulo y en artículos de El Catoblepas, mediante un libro en las librerías. Seguramente sería un éxito editorial.

Un saludo

Eliseo Rabadán
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Antonio Sánchez Martínez



Registrado: 26 Oct 2003
Mensajes: 339
Ubicacin: Rivas Vaciamadrid (España)

MensajePublicado: Sab Sep 11, 2004 12:18 pm    Ttulo del mensaje: 1936. Los mitos de la guerra civil según Pío Moa Responder citando

Acaba de aparecer en Libertad Digital (en este día glorioso para los catalanistas, que cada día se sienten con más fuerzas para reclamar su ansiada independencia) el siguiente artículo de Pío Moa sobre la mencionada obra de Moradiellos. La basura historiográfica es persistente y difícil de barrer. Sus apoyos propagandísticos (pragmáticos) son tan fuertes que su falsedad (histórica) parece lo que no es. Moradiellos no ha entendido nada de nada de la Idea de España de G. Bueno. Y, en el plano personal, me temo que su identificación con Negrín cada día es más sustanciosa. ¡Qué gentuza!


Sobre Moradiellos
Funcionarios de la historiografía
Pío Moa

el buen profesor no es un historiador propiamente dicho, sino más bien un miembro del no muy ilustre gremio de funcionarios de la historiografía
El profesor Moradiellos acaba de decir en una entrevista a El País que “hay que contar la guerra civil de forma desapasionada”. Para quienes conocemos los trucos de la manipulación, la expresión resulta reveladora, pues se pueden contar los más desvergonzados embustes con un estilo frío y en apariencia sereno, técnica en la que descuella, precisamente, El País. Un verdadero historiador sólo podría decir: “Hay que contar la historia con veracidad”, pero ya he comprobado en otras ocasiones que Moradiellos dista mucho de sentir pasión por la verdad.

De hecho, el buen profesor no es un historiador propiamente dicho, sino más bien un miembro del no muy ilustre gremio de funcionarios de la historiografía, mucho más relacionado con el erario que con la investigación independiente. No es que entre los profesores no haya historiadores independientes, por supuesto. A lo que me refiero es al mandamaseo de un nutrido grupo de funcionarios que desde hace veinte años intentan acaparar tanto el dinero público (subvenciones, congresos, etc.) como la presencia en los medios; funcionarios empeñados en una oficialización de la historia perfectamente indiferente a la espinosa cuestión de la verdad.

Este feo estilo lo manifiesta Moradiellos a cada paso, y con menos desapasionamiento del que presume. Su libro, al que tanta publicidad están dando, copia sin rebozo el mío de Los mitos de la guerra civil y viene adornado, además, con una faja en que, no con estilo desapasionado, sino panfletario e insultante, nada académico, me trata de mentiroso. En una entrevista a ABC ha dicho que la faja fue asunto de la editorial, como si él no tuviera nada que ver. Él sí miente, claro, y de forma demasiado obvia para sus pretensiones de historiador: ni la faja ni el título pueden haberse puesto sin su consentimiento. Mentira y fraude al lector, porque si éste, atraído por el título y la faja, compra el libro, se llevará la sorpresa de que Moradiellos no desmiente uno solo de mis supuestos embustes, y ni siquiera me cita, salvo una vez y de pasada. A esto en términos coloquiales se le llama golfería.

La escasa pasión de Moradiellos por la verdad vuelve a manifestarse cuando, en la entrevista, afirma con la mayor caradura que yo sólo he repetido “lo que ya habían defendido autores como Arrarás”. Nuevamente utiliza Moradiellos un truco deleznable y fraudulento. Una de las hazañas de los funcionarios de la historiografía en estos años ha sido desacreditar completamente a Arrarás, como han intentado hacerlo con De la Cierva o conmigo mismo. Por supuesto, Arrarás era un sectario, al igual, por lo demás, que los integrantes del gremio. Pero algunos libros de Arrarás, en particular su Historia de la Segunda República, son simplemente imprescindibles por el enorme caudal de datos que proporcionan, fehacientes casi todos ellos, y de ahí que le saqueen tanto y tantos, explotando sus datos sin citarle. Por ello, si hay que elegir entre sectarios, Arrarás resulta mucho más aprovechable para una historiografía no sólo desapasionada, sino veraz, que quienes han logrado sumirlo en el descrédito.

Pero, como sabe sobradamente Moradiellos, yo me he apoyado muy poco en Arrarás, y mucho en los documentos de la izquierda, en particular del PSOE, así como en los testimonios de Azaña, tan tergiversado por sus seguidores, y otros muchos parecidos. Vuelve a mentir, por lo tanto, y a conciencia, y dos veces en una sola frase, porque Arrarás, como franquista, tenía la democracia (salvo la “orgánica”) por un mal, mientras que mis estudios examinan la república precisamente desde el punto de vista de la democracia liberal. Un punto de vista que no comparte Moradiellos, como no lo compartía Arrarás, según he puesto de relieve en Los crímenes de la guerra civil. Ni repito a Arrarás ni sigo su enfoque.


No voy a entrar aquí en sus interpretaciones concretas de la guerra –las causas de la victoria franquista, el cuento de “las tres Españas” y similares–, porque se las he rebatido abundantemente en el citado libro, sin que él pudiera mantener sus tesis con un mínimo de solidez. Además, estoy a punto de publicar un nuevo libro sobre el comienzo de la guerra en este 70 aniversario del mismo, divulgación en cierto modo de Los orígenes de la guerra civil.

Sí señalaré que su entrevista en El País repite casi textualmente otra que le hicieron en ABC el día anterior, también con descalificaciones hacia mi trabajo. He enviado un artículo de respuesta a ABC, que saldrá este fin de semana. Ni siquiera se me ocurre hacer lo mismo con El País, porque este periódico, desapasionadamente fascistoide, me ha negado de forma reiterada el derecho de expresión y de réplica. Moradiellos, en cambio, no puede quejarse de quienes son llamados “fachas” por tales fascistoides.





Un cordial saludo. Antonio Sánchez
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
J.M. Rodríguez Pardo



Registrado: 10 Oct 2003
Mensajes: 1423
Ubicacin: Gijón (España)

MensajePublicado: Dom Sep 12, 2004 9:27 am    Ttulo del mensaje: Moradiellos y los complejos de la historiografía progresista Responder citando

Estimados amigos:

Poco más que añadir a lo señalado por los demás contertulios, teniendo además la polémica mantenida en El Catoblepas aún reciente. No olvidemos que hay otro libro próximo a ser publicado, Pío Moa y los complejos de la derecha española, del extremeño Francisco Espinosa. Los hipercríticos universitarios tratan de aprovechar la nueva coyuntura política, para llenar de basura historiográfica el panorama editorial, intentando tapar el éxito de Pío Moa y la propia impotencia argumentativa.

A mi juicio, es de reseñar que la impotencia argumentativa de estos izquierdistas indefinidos, eticistas, se corresponde con su impotencia en el gobierno. No hay más que ver la línea política del PSOE en la actualidad. No se cansan de denigrar al franquismo, pero crean un Ministerio de la Vivienda inspirado en Franco (véanse las fachadas de muchos edificios actuales para corroborar estos extremos) y proponen, como doctrina del Ministerio del Interior, que los clérigos islámicos sean controlados como lo eran los comunistas hace cuarenta años: es decir, obligándoles a decirle a la policía de lo que van a hablar en sus conferencias.

Que estos mecanismos sean recuperados a destiempo, cuando España es una democracia de mercado pletórico, es decir, cuando no hace falta construir más pisos, pues hay de sobra, y cuando existen mecanismos de control más eficaces para seguir la pista del terrorismo islámico, no es sino una muestra de la impotencia e ignorancia de quienes están en el puente de mando. Análogo proceso se puede establecer entre los que consideran a Pío Moa un terrorista por su anterior pertenencia al Grapo, pero que al final claudican defendiendo ese terrorismo porque era antifranquista y por ello perfectamente justificable. Es decir, antifranquismo de salón, 29 años después de muerto Franco. La «derecha» de la que habla Francisco Espinosa quizás tenga complejos (habrá que ver de qué tipo), pero mucho más graves son los que ostentan las actuales izquierdas indefinidas, que prefieren adherirse a lo más rancio del franquismo antes que proponer un proyecto alternativo. No son más que gárrulos sofistas, como bien señaló Menéndez Pelayo de varias generaciones de izquierda de su época.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
J.M. Rodríguez Pardo



Registrado: 10 Oct 2003
Mensajes: 1423
Ubicacin: Gijón (España)

MensajePublicado: Dom Sep 12, 2004 5:36 pm    Ttulo del mensaje: Moradiellos, reformista hasta la muerte Responder citando

Estimados amigos:

Hoy el diario ovetense La Nueva España entrevista a Enrique Moradiellos a propósito de su último libro. En tal entrevista repite uno tras otro todos los tópicos que hemos citado aquí y en El Catoblepas, aunque incorpora algunos detalles que conviene reseñar aquí, para darnos cuenta de ante quién nos encontramos (si es que alguien todavía no se ha dado cuenta ya).

En primer lugar, Moradiellos no duda en calificar de franquista a Moa, además de decir que es «un gran polemista» (como si esto no tuviera nada que ver con sus cualidades historiográficas, que han superado netamente a las de Moradiellos). Pero luego dice que la revolución de octubre de 1934 (que Moa estudia con fuentes del PSOE, no lo olvidemos) no influyó sobre el comienzo de la guerra civil, simplemente porque no triunfó [sic]. Además, su libro, titulado 1936. Los mitos de la guerra civil, define el mito como una narración acerca del pasado que busca defender de forma maniquea a determinados sujetos o grupos sociales. Pero esta definición resulta inaplicable a los mitos reales. ¿Acaso es maniqueo el mito de la caverna de Platón? Lo que resulta realmente sintomático es que un historiador no se dé cuenta que un mito, a diferencia del relato histórico, carece de cronología. Quizás sea que los mitos, en tanto que relatos escritos muchos de ellos, son asimilables a los documentos, y dada la estrechez de miras del burócrata de turno, pues...

No menos curioso resulta que los mitos de los franquistas, para Moradiellos, eran Dios y España, mientras que los republicanos [en realidad, los frentepopulistas] defendían un mito que reflejaba las contradicciones de clase existentes en su seno [sic]. O sea, que las diferencias y divergencias entre los distintos partidos del Frente Popular eran irrelevantes, y sólo se reflejaban (teoría del reflejo) en los mitos segregados por ellos. Pero precisamente la apelación a esa unidad sin fisuras de las izquierdas definidas es mítica, el auténtico mito de la izquierda que Moradiellos se niega a ver. Como también se niega a reconocer que algunas de las generaciones de izquierda tenían también sus mitos sobre la nación española, aunque su divergencia con las demás generaciones izquierdistas los hacían inaplicables.

No obstante, Moradiellos señala divergencias, pero dentro del marco de reformistas, revolucionarios y reaccionarios, tan escasamente válido como se ha demostrado. Pero es que este marco, sorprendentemente, se traslada hasta la actual democracia del 78, diciendo que los reformistas son los que logran que se entiendan reaccionarios y revolucionarios en las personas de Adolfo Suárez y ¡Felipe González! [sic], siendo además las tesis reformistas con las que se identifica Moradiellos.

Es decir, que la tesis de Moradiellos es una coartada ideológica para justificar lo que ha sido la historiografía progresista de siempre: que la II República, en tanto que representada por el reformismo (Azaña) es la fuente de legitimación de la democracia coronada, lograda a base de unir a revolucionarios y reaccionarios. Que a Felipe González, tan hijo del franquismo como Fraga, se le llame revolucionario, es pura ideología. Pero es que además, que las tesis de las tres erres se usen para explicar el presente, y se identifique el historiador con uno de las tres criterios, demuestra que no son tesis positivas, historiográficas, sino tesis metahistóricas, filosóficas. Y Moradiellos se marchó echando pestes porque no habíamos entendido el carácter empírico del historiador. Tanto «carácter empírico» para al final defender tesis filosóficas. Moradiellos se representa empírico, pero sabe perfectamente que sus tesis de las tres erres son de todo menos empíricas. En fin, ¡menudo farsante!

Por último, Moradiellos no duda en «homenajear» al materialismo filosófico utilizando un concepto aparecido en El mito de la izquierda:


Enrique Moradiellos escribi:
Son momentos, además, en los que se produce la mal llamada recuperación de la memoria histórica, que, como ha precisado Gustavo Bueno, no es memoria sino conciencia histórica????? [SIC]


La verdad, la memoria de Moradiellos sí es selectiva, porque en El mito de la izquierda aparecen tesis que dan ciento y raya a todos los libros de Moradiellos (y que éste no cita, por supuesto), incluyendo el mito oscurantista de una «pérfida Albión» que hundió a la II República.

Por último, Moradiellos demuestra que su discurso es calcado del lenguaje políticamente correcto y eticista de nuestro presente, al condenar así a la guerra civil española:

Enrique Moradiellos escribi:
¿Qué enseñanza se obtiene de la guerra civil?

Sabemos desde las guerras civiles romanas que cualquier género de paz entre los ciudadanos [sic] es mejor que una guerra civil, que es una pésima solución política y una deplorable solución humanitaria [sic]. Genera sufrimientos inenarrables, devastaciones, miseria y destruye la fibra moral de una colectividad, porque desata rencores que duran generaciones


Amén.

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Íñigo Ongay de Felipe



Registrado: 09 Oct 2003
Mensajes: 371
Ubicacin: Bilbao

MensajePublicado: Mie Sep 15, 2004 6:58 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Estimados Contertulios;


Acabo de ojear en una librería de Bilbao el libro de Enrique Moradiellos al que se viene aludiendo últimamente en el presente foro, en mi cata rápida he podido advertir un detalle que me ha resultado de lo más revelador y es que, a pesar de que la obra está intitulada - en solapa- como "Contra las mentiras de Pío Moa", don Enrique sólo se digna a mencionar al historiador Vigués en la página 39 de su libro según se puede comprobar consultando el índice onomástico; en el párrafo dedicado a su contrincante, el profesor Moradiellos tilda de "propagandista" a don Pío, señalando que en algunas de sus obras ( se citan concretamente El Derrumbe y Los Mitos, ni una palabra sobre las otras) , Moa insiste machaconamnete sobre algunas erróneas tesis, lo que no se llega a señalar son los errados asertos y menos claro está, se digna a refutarlos esta "apariencia de historiador". Con ello, queda, creo, suficientemente claro- por si hiciera falta- el dogmatismo del proceder de Moradiellos, bastante lejano curiosamente al razonamiento apagógico, dialéctico al que Moa recurre en sus libros, lo que sin duda resulta muy de agradecer.


Atentamente
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Antonio Romero Ysern



Registrado: 12 Oct 2003
Mensajes: 386
Ubicacin: Aracena (España)

MensajePublicado: Jue Sep 16, 2004 2:25 pm    Ttulo del mensaje: Artículo de Pío Moa en "La razón" Responder citando

Estimados amigos:

Pío Moa publica hoy en "La razón" el artículo que a continuación transcribo y que es también una respuesta al libro de Moradiellos. Un saludo.

¿Era legítimo el Gobierno del Frente Popular?
Pío Moa es historiador
El profesor Moradiellos ha sacado un libro con un título casi calcado del mío, «Los mitos de la guerra civil», acompañado de una faja que dice: «Contra las mentiras de Pío Moa». Son trucos publicitarios bastante feos en una obra con pretensiones académicas, pero aun así resultarían disculpables si el contenido del libro fuera, efectivamente, un intento de refutación de mis pretendidas mentiras. Pero Moradiellos ni lo intenta siquiera. Él prefiere irse por los cerros de Úbeda con disquisiciones generales, un tanto confusas y a ratos metafísicas, de cuyo carácter ya informa la contraportada. La contienda, dice, «fue algo más complejo y, a la par, más prosaico: una Guerra Civil, un profundo cisma de extrema violencia en la convivencia de una sociedad atravesada por múltiples líneas de fractura interna». Verdaderamente, el autor no se ha fatigado las neuronas para llegar a estas vulgaridades. Ya empieza muy mal Moradiellos cuando afirma que «la detonación inicial se produjo el 17 de julio de 1936 con una extensa sublevación militar contra el Gobierno de la República», que él declara legítimo. La detonación inicial fue, evidentemente, la insurrección de las izquierdas en octubre de 1934 con la intención deliberada y textual de organizar una guerra civil y contra un gobierno, éste sí, indiscutiblemente legítimo. Por contra, el Gobierno de Frente Popular salido de las elecciones de febrero de 1936 tenía una dudosa legitimidad inicial y la perdió por completo durante los meses siguientes. Y ello por varias razones decisivas:
a) Los partidos ganadores de las elecciones eran los mismos que se habían sublevado en 1934 contra la República, o que habían apoyado política y moralmente la sublevación, y no habían cambiado su actitud de manera significativa.
b) La campaña electoral, desarrollada en un clima de gran violencia, culminó en unas votaciones anómalas, marcadas por la inmediata toma de la calle por las izquierdas y la deserción de numerosas autoridades que debían velar por la pureza del escrutinio, como recuerda el mismo Azaña.
c) La segunda vuelta electoral no se llevó a cabo bajo el Gobierno que organizó las elecciones, el cual dimitió asustado por las violencias, sino bajo el de uno de los bandos furiosamente enfrentados, el del Frente Popular.
d) Dentro de estas anomalías todo indica que se produjo un empate práctico en votos entre izquierdas y derechas, aunque la ley electoral favoreció a las primeras con más diputados. Esto era legal, en principio, pero ya fue ilegal que las izquierdas, erigiéndose en juez y parte desde las Cortes, y en un ambiente revolucionario, arrebataran numerosos escaños más a las derechas mediante una arbitraria revisión de actas.
e) A continuación, el Frente Popular (con la colaboración del PNV), actuando de nuevo como juez y parte, expulsó ilegalmente de la Presidencia a Alcalá-Zamora, aduciendo, de modo surrealista, que su anterior disolución de las Cortes estaba injustificada: como de esa disolución derivaba el poder, las izquierdas, ello significaba que el propio poder izquierdista estaba injustificado. La destitución de Alcalá-Zamora constituyó un auténtico golpe de estado, y su sucesor interino, Martínez Barrio, señala en sus memorias la fechoría, tramada por Azaña y Prieto, los supuestos moderados del Frente Popular.
f) Se impuso un doble poder desde la calle, acompañado de una marea de asesinatos y atentados, asaltos a centros políticos, periódicos y domicilios particulares de la derecha, incendios de iglesias, huelgas salvajes, etc. Esto, de por sí, no deslegitimaba al Gobierno. Lo que acabó de deslegitimarlo fue su complicidad con tal situación, su negativa a cumplir y hacer cumplir la ley. Contra lo pretendido por esa propaganda que ha pasado por historia durante tantos años, la derecha, en general, apoyó a Azaña y le pidió reiteradamente que cumpliera con su deber más elemental de imponer la Constitución. Sus peticiones fueron recibidas con insultos y amenazas de muerte en el Parlamento, amenazas cumplidas en Calvo Sotelo y, casi, en Gil-Robles. Era evidente e inminente la amenaza revolucionaria, y ante ella la derecha terminó por rebelarse, prácticamente a la desesperada.
Importa mucho señalar estas cosas porque cuando escritores como Moradiellos insisten en que el Gobierno del Frente Popular era legítimo, están demostrando ellos mismos carecer de una idea mínimamente clara o aceptable de la democracia. Ha sido común en España -lo estamos viendo ahora mismo con el Gobierno de Rodríguez- la creencia de que la democracia consiste en que quien tenga más votos haga lo que le dé la gana, desfigurando o incumpliendo a su antojo las leyes (o robando a mansalva). Esta idea nefasta está muy extendida también en Latinoamérica y en ella radica su convulsa inestabilidad. La legitimidad democrática no proviene sólo de los votos en unas elecciones normales (las del 36 no lo fueron en ningún sentido), sino también, y ante todo, del cumplimiento de la Constitución. Pues lo que hace la democracia es regular la lucha por el poder, permitiendo la alternancia pacífica y evitando que esa lucha se desarrolle mediante la violencia. A tal fin se acuerdan unas normas que los partidos no deben vulnerar porque, si lo hacen, legitiman al contrario a defenderse vulnerándolas a su vez, y la violencia vuelve a hacerse inevitable. Por supuesto, en la política real ningún partido cumple estrictamente las leyes, pero hay una gran diferencia entre las faltas menores, por lo demás denunciables y corregibles, y el sistemático arrasamiento de las normas y reglas del juego abusando del poder. Moradiellos, como tantos otros, no entiende estas cuestiones elementales, y por eso insiste en la legitimidad de un Gobierno que no cumplía ni hacía cumplir la ley, y en la ilegitimidad de rebelarse contra él. En el fondo son apóstoles de la tiranía (siempre que esa tiranía se declare de izquierdas, ya se entiende).
Las derechas -el grueso de ellas- demostraron en los años 30 un respeto a la Constitución incomparablemente superior a las izquierdas Y ello a pesar de que dicha Constitución les disgustaba por su carácter no laico, sino antirreligioso, y por haber sido impuesta por rodillo y no por consenso. En 1934, cuando las izquierdas asaltaron la legalidad republicana, las derechas y Franco la defendieron, y gracias a eso no cayó entonces por tierra la República. Por el contrario, en 1936 las izquierdas arrasaron desde el primer momento las leyes que ellas mismas habían establecido cinco años antes: la ruptura de las reglas del juego fue completa y la amenaza revolucionaria se volvió clarísima.
Porque el problema clave del fracaso de la República, que Moradiellos y tantos historiadores más o menos izquierdistas eluden como pueden, es éste: ¿Se debió la guerra a una amenaza revolucionaria o a una amenaza fascista? Hoy ninguna persona informada puede dudar de la fuerza e inminencia del peligro revolucionario en España desde, al menos, 1934, y de que el fascismo, un fascismo muy relativo, surgió en la derecha sólo por reacción a ese peligro, y muy a última hora.
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Antonio Sánchez Martínez



Registrado: 26 Oct 2003
Mensajes: 339
Ubicacin: Rivas Vaciamadrid (España)

MensajePublicado: Vie Sep 17, 2004 12:07 pm    Ttulo del mensaje: Enrique Moradiellos y sus incongruencias Responder citando

Estimados amigos,
Os adelanto parte de los análisis de un artículo que estoy escribiendo sobre la obra de Moradiellos. Como
D. Enrique parece haber tomado nota de las obras de Pío Moa al tratar los prolegómenos de la guerra civil (incluido octubre del 34), pero sus análisis y conclusiones son tan superficiales y parciales que llega a verse en la necesidad de ser más papista que el Papa, más negrinista que Negrín, a la hora de enjuiciar los hechos y justificar a su propio maestro. El mismo Moradiellos nos presenta una carta particular de Negrín al periodista Herbert Matthews relatándole sus frecuentes conversaciones en Londres con el escritor George Orwell durante su etapa de exiliado en Inglaterra entre 1940 y 1945:

<<Inquiría también por las causas de nuestra derrota, que yo sostuve y sostengo más se debió a nuestra inconmensurable incompetencia, a nuestra falta de moral, a las intrigas, celos y divisiones que corrompían la retaguardia, y por último a nuestra inmensa cobardía que a la carencia de armas. Cuando digo “nuestra”, no me refiero naturalmente a los héroes que lucharon hasta la muerte, o sobrevivieron toda suerte de pruebas, ni a la pobre población civil, siempre hambrienta y al borde de la inanición. Me refiero a “nosotros”, a los dirigentes irresponsables, quienes, incapaces de prevenir una guerra, que no era inevitable, nos rendimos vergonzosamente cuando aún era posible luchar y vencer. Y conste que no distingo cuando repito “nosotros”. Como en el pecado original, hay una solidaridad en la responsabilidad, y el único bautismo que puede lavarnos es el reconocimiento de nuestras faltas y errores comunes>> (pág. 69)


Lo primero decir que Negrín, aunque diga que la guerra fue inevitable (en contra de lo que pensaban otros entonces) sin embargo parece asumir gran parte de la culpa de su estallido (o al menos no echa la culpa a “los militares”, como hace Moradiellos de manera también muy confusa –primero los describe como un grupo homogéneo de pretorianos y después reconoce que estaban divididos entre “rebeldes” al progresismo Constitucional y “leales” en partes iguales-). En segundo lugar, una vez asumido el hecho de tal contienda, admite la mayor responsabilidad de la derrota (el “nosotros” se refiere a los dirigentes frente populistas, y a sus máximos mandatarios principalmente: “nos rendimos vergonzosamente…”), en contra, de nuevo, de lo que pretende el negrinista funcionario extremeño. ¿Cómo se puede culpar de la propia derrota (de las propias vergüenzas) como luego sugiere Moradiellos, a los dirigentes del bando contrario? Sólo faltaba que los militares nacionales hubieran contribuido a luchar contra las divergencias, la corrupción, la desvergüenza y la cobardía de los frentepopulistas. La falsa conciencia de D. Enrique llega a tales extremos, que no advierte el esperpento y extravagancia de sus tesis. Su cerrazón llega a tales extremos que parece estar dispuesto a caer en el ridículo antes que rectificar (como sí parece que hizo, al menos en privado, su maestro Negrín).
Ni que decir tiene que el discurso de Moradiellos está plagado de confusiones y presupuestos metafísicos (Constitucionalismo desde el Estado de Derecho, separación metafísica de la Capa cortical y conjuntiva, etc.) que hacen que su obra sea ideología "políticamente correcta", pero poco más.



Un cordial saludo. Antonio Sánchez
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Antonio Sánchez Martínez



Registrado: 26 Oct 2003
Mensajes: 339
Ubicacin: Rivas Vaciamadrid (España)

MensajePublicado: Vie Sep 17, 2004 3:53 pm    Ttulo del mensaje: una corrección "evitable", pero no transcentental Responder citando

Como podéis comprobar se me ha colado un error, de esos que no perdona Moradiellos, al decir que Negrín pensaba que la guerra era “inevitable”, en lugar de “evitable” (las dobles negaciones a veces son traicioneras). Lo que quería decir es que la mayoría de la población (como pensaba el Cardenal Tarancón, al que cita Moradiellos) pensaba que la guerra era inevitable. Con todo, está claro que Negrín confiesa su culpa (y la de los frentepopulistas, los que luego perdieron) al respecto. Pero eso, con ser importante, no es lo fundamental a la hora de enjuiciar las razones, y consecuencias de la guerra. La cuestión de los proyectos objetivos divergentes (asumidos personalmente por ciertos sujetos agrupados frente a otros) es la clave del asunto.

Un cordial saludo. Antonio Sánchez
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Felipe Giménez Pérez



Registrado: 14 Oct 2003
Mensajes: 1050
Ubicacin: Leganés (Madrid, España)

MensajePublicado: Dom Sep 19, 2004 11:18 pm    Ttulo del mensaje: Checas de Madrid Responder citando

Estimados contertulios: Acabo de leer "Checas de Madrid" de César Vidal. Este hombre infatigable escribiendo tantos libros (debe tener varios negros literarios porque ´si no no es posible escribr tanto). Parece ser que en Madrid fueron asesinados por el Frente Popular más de 11.000 individuos. En España se inventa la ejecución en masa en Paracuellos del Jarama, con grandes fosas comunes para echar a los muertos ametrallados y sacados previamente de las cárceles de Madrid por Santiago Carrillo, el inventor del eurocomunismo, submarino comunista en el PSOE, como Julio Álvarez del Vayo, agente soviético.
Wenceslao Roces, subsecretario de Instrucción Pública señaló que "los actuales institutos tienen que desaparecer para dar la cultura que el pueblo necesita. Vamos a acabar con la casta de bachilleres que lleva en sus entrañas una dosis de feudalismo (...) No son títulos académicos los que precisa España" Luego con la LOGSE finalmente lo consiguieron. Ganar la guerra civil para tener que soportar el progresismo en la enseñanza. El socialista González Peña declaraba: "la revolución pasada (la de Asturias) se había malogrado, a mi juicio, porque más pronto de lo que quisimos surgió esa palabra que los técnicos o los juristas llaman juridicidad. Para la próxima revolución es necesario que constituyéramos unos grupos que yo denomino de las cuestiones previas. En la formación de esos grupos yo no admitiría a nadie que supiese más que la regla de tres simple, y a partaría de esos grupos a quienes nos dijesen quiénes habían sido Kant, Rousseau y toda esa serie de sabios." Esto se llevó a cabo unos meses después en las checas del Frente Popular. Atentamente,
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado Enviar correo MSN Messenger
Íñigo Ongay de Felipe



Registrado: 09 Oct 2003
Mensajes: 371
Ubicacin: Bilbao

MensajePublicado: Mie Sep 22, 2004 5:24 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Estimados Contertulios;


A Enrique Moradiellos y a su nuevo libro, dedicaba una página en su edición de hoy, el diario El Correo Español, en el que se recogen también "las claves" de la polémica que don Enrique mantuvo con don Pío Moa Rodríguez en El Catoblepas y La Revista de Libros:





Cita:
CULTURA
Enrique Moradiellos
«La Guerra Civil no fue ni una gesta heroica ni una locura colectiva»
Enrique Moradiellos analiza en '1936' los mitos por los cuales «las mujeres de la época permitieron que sus maridos e hijos fueran al frente»
IÑAKI ESTEBAN/BILBAO

VALOR DE AZAÑA. Moradiellos defiende la posición democrática de Manuel Azaña frente a reaccionarios y revolucionarios. / MAITE BARTOLOMÉ

ImprimirEnviar
Caliente estaba la cosa como para poner un fajín en la portada del último libro de Enrique Moradiellos -'1936. Los mitos de la Guerra Civil'- con esta leyenda: «Contra las mentiras de Pío Moa». El autor se excusa y dice que de él no partió la idea de adornar el volumen con ese mensaje, algo comprensible cuando se lee la obra, que sólo cita a Moa una vez, y de pasada.

Fue el equipo comercial de la casa editora, Península, la que decidió sacar al máximo provecho a la polémica que Moradiellos y Moa, el ex militante de los GRAPO, habían tenido con anterioridad mediante un cruce de artículos. «Sí, el fajín es equívoco y descortés. Pero lo asumo porque no he hecho nada por retirarlo, y lo cierto es que mi visión de la guerra es contraria a la suya».

Según Moradiellos (Oviedo, 1961), no puede decirse que la versión de Moa sea original, a pesar del éxito que ha tenido en los dos últimos años. «Reactualiza con matices la doctrina oficial del franquismo. Gran parte de sus líneas argumentales y de sus pruebas están ya recogidas en la 'Historia de la Cruzada' de Joaquín Arrarás, ocho volúmenes publicados entre 1939 y 1943, y son muy conocidas para quien haya seguido la trayectoria de Ricardo de la Cierva».

El historiador, alumno de Paul Preston, opina que Moa «vuelve al mito franquista de la guerra como un fenómeno inevitable contra un enemigo que estaba contra Dios y contra España, es decir, demonizado y apátrida».

Ese fue uno de los mitos que justificaron la muerte de 300.000 españoles y el encarcelamiento de casi otros tantos. En el otro extremo está el de la guerra como una lucha de proletarios contra burgueses, sostenido por anarquistas, comunistas y socialistas de Largo Caballero, y recogido en el 'Homenaje a Cataluña' de George Orwell.

Un fin superior

Moradiellos utiliza la palabra mito como la forma de justificar una matanza de ese calibre y por la cual «parece justo eliminar al contrario, al vecino, al familiar. Eso se tiene que hacer en base a un fin superior, tiene que estar legitimado para que la mujer permita que su marido o su hijo vayan al frente».

Para el historiador, «la Guerra Civil no fue ni una gesta heroica, como se ha mantenido en los dos extremos políticos, ni una locura colectiva, como se empezó a decir en los años sesenta para propiciar la reconciliación nacional».

El mito que él cree más atinado es el que mantuvieron liberales como Azaña y socialistas como Indalecio Prieto. «La guerra fue entre una democracia socialmente avanzada y una reacción militar que une la tradición carlista, el ideario falangista y el espíritu africanista».

No hubo dos, sino tres bandos, como bien lo supo Unamuno antes que el maestro de Moradiellos, Paul Preston: los fascistas, los liberales y los revolucionarios. Incluso en el nacionalismo vasco hubo también tres vetas, la leal a la República del lehendakari Aguirre, la que sólo pensaba en la independencia y acabó pactando con los fascistas italianos en Santoña y la que, en Navarra sobre todo, se unió con el tradicionalismo carlista.

Para Moradiellos, la Guerra Civil no fue una excepción, o un producto de la violencia fratricida de los españoles. «Desde Hugh Thomas, los historiadores la vemos como una gran fractura social y como el resultado de una crisis de autoridad pública. España no fue diferente al resto de Europa, en el sentido de que hubo un enfrentamiento entre reaccionarios, revolucionarios y los reformistas».
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Íñigo Ongay de Felipe



Registrado: 09 Oct 2003
Mensajes: 371
Ubicacin: Bilbao

MensajePublicado: Mie Sep 22, 2004 5:32 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Y aquí va la segunda parte de la información aparecida hoy en El Correo, sobre don Enrique y su libro, libro por cierto que el propio Moradiellos presentaba esta mañana en una entrevista en el programa La Mirada Crítica ( Tele Cinco, vida mucha vida). No he podido ver el programa entero, pero por lo que pude advertir no había gran novedad en las tesis defendidas por nuestro historiador ( insistencia en las tres erres quedando como representantes de los "republicanos reformistas" nada menos que Prieto- uno de los organizadores del golpe de estado de 1934, cuyos muchachos de la Motorizada asesinaron a Calvo Sotelo, etc-, Negrín y Azaña; minimización de la ayuda soviética al frente popular, etc, etc)...


Cita:
CULTURA
'Los mitos de la Guerra Civil'
La polémica con Pío Moa
I. E./BILBAO


ImprimirEnviar
Enrique Moradiellos y Pío Moa, autor de una obra de título casi idéntico a la del primero, 'Los mitos de la Guerra Civil', mantuvieron una intensa polémica basada en sus visiones contrarias, que se desarrolló en las páginas digitales de la publicación 'El catoblepas' y en la 'Revista de libros'. Estos eran sus argumentos.

PROPAGANDA FRANQUISTA

Moradiellos afirmaba que las tesis de Moa son «una reproducción acrítica de las líneas argumentales de la propaganda original franquista».

Según Pío Moa, Moradiellos no empuja el debate hacia «la objetividad, sino hacia la etiquetación ideológica. Que una versión sea franquista o antifranquista no tiene en principio relevancia en cuanto a la clarificación del asunto».

LA AYUDA INTERNACIONAL

Moa sostiene que tanto los republicanos como los sublevados se apresuraron a buscar ayuda en el extranjero. El Gobierno tuvo éxito en Francia y los franquistas en Alemania.

Según Moradiellos, equiparar la ayuda francesa a la República con la nazi y fascista italiana a los rebeldes es un abuso. Además, Moa insiste en un error: que los franceses entraron en la guerra primero.

LA REPÚBLICA Y EL KREMLIN

La República «cayó enseguida en manos del Kremlin» y «perdió el control sobre sus recursos financieros», mientras Franco «conservó su independencia», afirma Moa.

El Gobierno republicano colaboró con Moscú porque el PCE se comprometió con la democracia, aunque sólo fuera por atacar el frente germano-italiano en lo internacional y la influencia de anarquistas y troskistas en el ámbito nacional.

AGRESIÓN A LA DERECHA

La República pereció porque hubo «una constante agresión contra las derechas, una constante y violenta rotura del acuerdo de legalidad», en palabras de Moa.

«¿Ha quedado claro que la confesión de admiración por Negrín y Azaña no supone responsabilidad alguna por el plan Ibarretxe?», le pregunta Moradiellos a su contrincante.



A lo ya reproducido, añado un artículo de opinión publicado también en El Correo de hoy, y firmado por un autor realmente muy sagaz y que, como podrán comprobar los contertulios enseguida, da en el clavo en prácticamente todo lo que dice: vamos, es que el título mismo lo dice todo ya...





Cita:
OPINION
ARTÍCULOS
No al olvido
CARLOS PÉREZ URALDE/
Imprimir Enviar
En los tiempos extraños de la Transición se impuso el dogma interesado de que la dictadura franquista era cosa del pasado remoto y tan poco recordable como el reinado de Ataúlfo o la batalla de las Navas de Tolosa. Aquí paz y después gloria, vinieron a decir quienes apoyaron, defendieron y colaboraron directamente con el régimen del tirano, y también vino a decirlo una izquierda timorata y desleída que no quiso proponer la revisión implacable de los crímenes franquistas en aras de una reconciliación nacional para cuyo supuesto éxito no había más remedio que sacrificar la memoria de las víctimas. Mientras, buena parte de los victimarios llegaban incluso a presidir comunidades autónomas allá por el noroeste, un poco más arriba de Portugal.

Décadas más tarde, las víctimas del horror franquista y sus herederos parecen dispuestos a mirar atrás para reivindicar el recuerdo de los hombres y mujeres que fueron asesinados por defender la República legítima. Se están desenterrando los restos de las más de 30.000 personas que se calcula fueron sepultadas de mala manera en las cunetas tras el preceptivo tiro de gracia. Se exige que se anule ese esperpento que se dio en llamar justicia franquista y que se recupere con minucioso detalle la historia de la represión, además de devolver la dignidad póstuma a los represaliados por el régimen. Alemania hace tiempo que hizo examen de conciencia dolorosa sobre las atrocidades del nazismo e Italia también acerca de los crímenes fascistas. Insuficientemente en ambos casos, pero lo han hecho.

España sin embargo dejó correr el más tupido de los velos para tapar las vergüenzas ensangrentadas de ese fragmento de su pasado y concedió la inmunidad de facto a los culpables de la represión. No se ha celebrado ni un solo homenaje a las víctimas del franquismo, ni siquiera siguiendo el ejemplo reciente del canciller Schröder en su país respecto a quienes sufrieron el delirio exterminador del nazismo. Algo profundamente injusto se pactó en los juegos de salón de la Transición española. A 68 años del inicio de la carnicería es imprescindible recuperar la memoria con nombres y apellidos si queremos que nuestros hijos sepan lo que sucedió en España a partir del 18 de julio de 1936. Porque no estamos hablando del Pleistoceno superior, ni siquiera de la rebelión de Don Pelayo: estamos hablando de hace apenas unas décadas y de hechos que dejaron marcado a este país para siempre. Tantos asesinados, torturados, ninguneados no merecen el olvido. En eso estamos por fin.



Eso es para que se vea cómo anda el patio...


Atentamente
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Antonio Iglesias Díez



Registrado: 12 Nov 2003
Mensajes: 59
Ubicacin: Ávila

MensajePublicado: Mie Sep 22, 2004 5:58 pm    Ttulo del mensaje: Responder citando

Saludos de nuevo.

Para Moradiellos, la Guerra Civil no fue una excepción, o un producto de la violencia fratricida de los españoles. «Desde Hugh Thomas, los historiadores la vemos como una gran fractura social y como el resultado de una crisis de autoridad pública. España no fue diferente al resto de Europa, en el sentido de que hubo un enfrentamiento entre reaccionarios, revolucionarios y los reformistas».

A lo primero, creo recordar que Moa le da la razón: fue la actuación irresponsable y criminal de la clase política de las izquierdas republicanas las que lanzaron y enloquecieron a las masas. El nivel intelectual de la inmensa mayoría de las Cortes Constituyentes y las de 1933 eran de una indigencia y miseria cultural pasmosa. Y lo que hicieron las Constituyentes elaborando una Constitución enfrentada a las aspiraciones de la mitad de la población; la famosa Ley de Defensa de la República; las promesas gratis al pueblo; la demagogia, y la vulneración sistemática de las Leyes que ellos mismos se habían dado.

Lo segundo, pues más de lo mismo. Si toda Europa era escenario de los mismos problemas sociales y económicos, incluso con el peligro del fascismo tambien en Inglaterra y Francia, y un Gobierno del F.P. en ésta última ¿por qué sólo en España estalló una guerra civil? La respuesta es la misma. Ellos fueron los que traicionaron a la República y al pueblo español que la deseaba de veras.

La doctrina sigue ahí (aquí). Cuando acceden al poder ignoran las mismas leyes que se lo han otorgado y, como eso de la gestión y administración de la mejor forma posible de los recursos públicos así como la salvaguarda de los intereses de los que les han dado los votos, (o sea españoles, no samoanos, por ejmplo) da mucho trabajo y quedan retratados muy facilmente, se dedican a intentar salvar al mundo, a dar sermones de paz universal y a crear una nueva especie de hombre (tan humildes ellos) nuevo y definitivo. Mientras interpretan la comedia, se dedican con afán a lo que realmente les interesa: no cambiar la Administración ni mejorarla, sino a cambiar las leyes para asegurarse un monton de años de privilegios. Yo no consigo ver nada más, aparte de la misma miseria inlectual y moral.

Saludos. Antonio
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
J.M. Rodríguez Pardo



Registrado: 10 Oct 2003
Mensajes: 1423
Ubicacin: Gijón (España)

MensajePublicado: Jue Sep 23, 2004 12:13 pm    Ttulo del mensaje: La carta que censura La Nueva España Responder citando

Estimados amigos:

Hace ya más de una semana que envié una carta al diario ovetense La Nueva España criticando la vulgar entrevista realizada a Enrique Moradiellos en ese periódico, de la que he dado cuenta en este tema. Durante el homenaje a Gustavo Bueno realizado por la tercera oleada del materialismo filosófico, pude conversar con alguno de los asalariados del diario ovetense allí presentes, y al parecer no estaban dispuestos en el consejo de redacción a publicarla, arguyendo que insulto y menosprecio al periódico. Independientemente de que la carta salga publicada o no, semejantes dudas me parecen completamente exageradas, y dejan en mal lugar a un periódico que tenía por más ecuánime. Así que voy a publicar en estos foros la carta, para que cada cual juzgue sobre su carácter «insultante».

Un cordial saludo,
José Manuel Rodríguez Pardo.

Cita:

El probo funcionario Enrique Moradiellos

En LA NUEVA ESPAÑA de 12/09/2004 aparece entrevistado Don Enrique Moradiellos por la publicación de su último libro, cuyo título es una paráfrasis vulgar del exitoso y veraz, mientras sus detractores y difamadores no logren probar lo contrario, libro de Pío Moa «Los mitos de la guerra civil». Ya que las injurias y las calumnias no parecen haber surtido efecto, el gremio de historiadores universitarios ha decidido parasitar la fama de aquel a quien consideran «aficionado» y «propagandista».
Moradiellos no duda en tildar a Moa de «franquista», cosa muy curiosa, pues las reliquias que ha utilizado el historiador vigués son las del archivo de la Fundación Pablo Iglesias principalmente, así como las memorias de Azaña, fuentes muy franquistas todas ellas, como bien sabemos. Creo que se nota mi ironía, y en consecuencia la falsedad de Moradiellos, que alcanza la categoría de calumnia, salvo que nos acojamos a Goebbels y digamos que tantas veces ha sido repetida, que debemos considerarla verdad.
No obstante, el probo funcionario, generoso él, señala que Pío Moa es «un hábil polemista», como si la polémica no fuera parte de la historiografía, en la que es necesario confrontar determinadas tesis para mostrar su alcance y sus limitaciones. No deja de ser sintomático que el periodista que entrevista a Moradiellos se niegue a señalar que dicha polémica tuvo lugar en la revista de internet «El Catoblepas», publicación que LA NUEVA ESPAÑA utiliza en numerosas ocasiones para llenar las páginas centrales de sus ediciones, buena muestra de que el entrevistador no se lee ni su propio periódico. Aunque quizás lo que temen el periodista y el probo funcionario entrevistado es que se cite «El Catoblepas» como revista en la que Moradiellos polemizó con Pío Moa, Íñigo Ongay, Antonio Sánchez y yo mismo, y en la que el funcionario quedó en evidencia, siendo incapaz de refutar una sola de las tesis sostenidas por «aficionados» como nosotros.
Por lo demás, las tesis de Moradiellos, de las que ya dimos buena cuenta en «El Catoblepas», son graciosas: dice que Azaña y Lerroux eran «reformistas», olvidando que ambos participaron en el golpe de estado que en 1930 intentó traer la República, así como que Azaña se alió con el PSOE (partido «revolucionario», según la terminología de Moradiellos), prosiguiendo su alianza en el golpe de estado de octubre de 1934 y culminándola con el reparto de armas a los sindicatos en 1936 y su negativa a renunciar a la jefatura del estado hasta 1939, «año de la derrota».
Sin embargo, hay que resaltar que aquí el alumno Moradiellos se vuelve valiente y se desmarca de la gran verdad, de Preston, pues el inglés no duda en decir, sin preámbulo alguno, que Lerroux era un fascista (véase «La destrucción de la democracia en España»). Aunque tan tenaz es la defensa que hace Preston de la política del PSOE, que no se sabe si es Preston quien escribe o es en realidad Largo Caballero desde la ultratumba, en forma de «memoria histórica», justificando todo lo que hizo.
Y precisamente Moradiellos, al final de la entrevista, cita la «memoria histórica», no dudando en apelar a la autoridad de Gustavo Bueno para decir que «no es memoria sino conciencia histórica». En realidad, Gustavo Bueno en «El mito de la izquierda» (libro que vapulea las tesis de Moradiellos e historiadores afines una por una) dice que la «memoria histórica» es una expresión contradictoria, porque no se puede tener memoria de lo que no se vivió (Lo de la «conciencia histórica» no aparece por parte alguna. Moradiellos sabrá por qué se inventa las tesis de los libros: ¿hará lo mismo en las obras que él publica?), y sólo sirve como coartada política para partidos como el PSOE, bajo cuyo manto Moradiellos pretende desbancar libros que le dan ciento y raya a los suyos, como los de Pío Moa.
De hecho, la tesis de Moradiellos acerca de un «reformismo» que se acaba imponiendo y conduce a nuestra democracia del 78 es ella misma propia de la «memoria histórica», pues para afirmarla necesita «olvidar» que fue de la Falange de quien vino la idea de la «reconciliación nacional», y que Adolfo Suárez y Felipe González, quien nada tiene que ver con Largo Caballero (¡Si el Lenin español levantara la cabeza!), eran tan franquistas como cualquier otro. La tesis del actual régimen como continuación de la II República es falsa de todo punto, pues nuestra democracia apareció como continuidad, «de la ley a la ley», de la legalidad del régimen franquista. Régimen que en su día eliminó a los que Moradiellos denomina como «republicanos» (en realidad frentepopulistas), haciendo así posible la transición de España a una democracia de mercado al nivel de los países más desarrollados del mundo.

José Manuel Rodríguez Pardo.
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado
Mostrar mensajes anteriores:   
Este foro est bloqueado: no se puede publicar, responder, ni editar mensajes en este tema.   El tema est bloqueado: no pueden editarse ni agregar mensajes.    ndice del Foro los foros de nódulo -> España Todas las horas estn en GMT + 1 Hora
Ir a pgina Anterior  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10  Siguiente
Pgina 4 de 10

 
Saltar a:  
No puede crear mensajes
No puede responder temas
No puede editar sus mensajes
No puede borrar sus mensajes
No puede votar en encuestas




Canal rss servido por el trujamn de la comunicacin electrnica y digital © 2003 - 2007 Trujamn