ndulo materialista
los foros de nódulo
www.nodulo.org


¿Progresismo o relativismo?

 
Este foro est bloqueado: no se puede publicar, responder, ni editar mensajes en este tema.   El tema est bloqueado: no pueden editarse ni agregar mensajes.    ndice del Foro los foros de nódulo -> Textos
Ver tema anterior :: Ver siguiente tema  
Autor Mensaje
José Mª Rodríguez Vega



Registrado: 11 Oct 2003
Mensajes: 1429

MensajePublicado: Lun May 02, 2005 12:02 pm    Ttulo del mensaje: ¿Progresismo o relativismo? Responder citando

Hola.

Hoy les brindo la oportunidad de tener en una sola página un reportaje aparecido en La Vanguardia de Barcelona el pasado día 1 de Mayo. Ya sabemos más o menos de qué va la cosa, pero creo que puede ser muy útil editar este reportaje en estos Foros y en formato digital. El título general del mismo es: <¿Progresismo o relativismo?> de varios autores.
Es algo largo, pero muy instructivo para más de uno y bastante divertido. No os aburriréis leyendo estas páginas aparecidas en: url=http://www.lavanguardia.es/web/20050501/51183138275.html Adiós.
--------
La Holanda del Sur
España se descubre frente al resto de los países occidentales como adelantada de lo que la Iglesia denomina `relativismo moral´
CARLES CASTRO - 01/05/2005
El 80% se define católico, pero el 64% discrepa de las pautas del Vaticano.

España ha dejado de ser católica". Setenta años después, la polémica frase de Azaña sigue encerrando una verdad a medias. Por un lado, los sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) son taxativos: casi el 80% de los españoles se declaran católicos. Sin embargo, según esas mismas encuestas, un porcentaje superior cree que la Iglesia no debe influir ni en el voto ni en las decisiones del Gobierno. Y lo más significativo al respecto es que más de la mitad de los consultados piensa que la Iglesia no da respuestas adecuadas ni a los problemas morales del individuo ni a los de la vida familiar.

Lo paradójico es que esta última opinión no es de ahora, sino que tiene casi 20 años de antigüedad. En 1987, sólo uno de cada cuatro españoles consideraba acertadas las respuestas que ofrecía la Iglesia a los problemas morales que acechaban al individuo. Y ese distanciamiento no ha hecho más que acentuarse desde entonces. Ahora, sólo uno de cada cinco ciudadanos cree adecuadas las pautas que ofrece la jerarquía católica, mientras que más del 64% las juzga inadecuadas. Además, hoy sólo uno de cada tres españoles considera especialmente necesarias las creencias religiosas, mientras que más de la mitad no comparte esa necesidad.

De hecho, sólo uno de cada cinco ciudadanos mayores de edad defiende la religión como asignatura obligatoria en la escuela. En cambio, uno de cada dos -exactamente el 48,3%- prefiere que la enseñanza religiosa sea una opción totalmente voluntaria y sin materia alternativa. Y uno de cada diez apuesta incluso por excluir la religión de la escuela. Lo curioso es que el 48% de los votantes del PP también defiende que la enseñanza religiosa sea opcional.

Obviamente, este progresivo debilitamiento de la Iglesia como fuente normativa de conducta moral ha tenido una visible traducción sobre los comportamientos sociales. Lo que ocurre es que las virulentas críticas de la jerarquía eclesiástica a las reformas del actual Gobierno socialista podrían hacer pensar que los cambios son fruto de una coyuntura. Y no es así. La sociedad española empezó a dar la espalda a las directrices vaticanas hace ya décadas.

Por ejemplo, en las postrimerías de los años 80, más de la mitad de los españoles rechazaba las recomendaciones de la Iglesia sobre los anticonceptivos mientras que sólo uno de cada cinco compartía las indicaciones de la jerarquía católica. Y si la pregunta versaba sobre un tema tan controvertido como la interrupción del embarazo, la cifra de quienes coincidían con los criterios de la Iglesia subía hasta el 30%, pero seguía por debajo de quienes se mostraban en desacuerdo: un 43%.

De hecho, las posturas sociales con relación al aborto apenas han variado en las últimas décadas. Ya en 1988, un 55% de los consultados creía que la decisión de abortar correspondía únicamente a la mujer -frente a un 29% que rechazaba este criterio-, y en 1996 los porcentajes eran prácticamente los mismos. En realidad, ya en 1992, un 40% de los españoles se inclinaba por ampliar los supuestos de despenalización y únicamente un 16% apostaba por restringir o suprimir la ley que regula la interrupción del embarazo.

Y lo mismo cabe decir con relación a la eutanasia. Hace diez años, más del 60% de los consultados se mostraba de acuerdo con el derecho de un enfermo incurable y con grandes sufrimientos a poner fin a su vida. Sin embargo, hace casi 20 años, el porcentaje de quienes apoyaban la eutanasia ya superaba el 50%, mientras que la cifra de quienes se oponían era la misma: sólo uno de cada cuatro. De hecho, la posición en favor de la eutanasia supera el 70% entre quienes tienen menos de 29 años.

En definitiva, el llamado relativismo moral en materia de costumbres -o la supremacía de una ética personal por encima de los dogmas católicos- lleva tiempo impregnando a la sociedad española. Por ejemplo, hoy día, más del 60% de los españoles considera que las relaciones sexuales antes del matrimonio no son censurables. Sin embargo, en 1989, ya eran más del 50% los que compartían esa opinión. Y la tasa de quienes pensaban lo contrario era casi la misma que hoy: algo más del 30%.

No obstante, si algún tema ha experimentado una verdadera revolución en la sociedad española es el relativo a la aceptación de la homosexualidad. Un dato sirve como muestra elocuente de la magnitud y velocidad del cambio. En 1987, un 74% de los españoles consideraba un "problema grave" que un hijo suyo sostuviera relaciones homosexuales.

En el 2002, esa cifra había caído al 40,4%. Y en el 2004, al 30%. Y, paralelamente, quienes juzgaban que esa eventualidad no suponía ningún problema habían pasado de un 17%, en 1987, a más del 50%, en el 2002, y a casi el 63%, en el 2004. De hecho, hoy día, sólo un 13,3% de los ciudadanos considera a los homosexuales "enfermos" o "tarados".

Sin embargo, los sondeos ya detectaron sensibles mutaciones en la opinión pública en la década de los 90. Así, en 1995, un 65% de los consultados ya percibía la homosexualidad como "una opción personal tan respetable como la heterosexualidad". Y ese porcentaje superaba el 80% entre las personas con edades comprendidas entre los 18 y los 34 años. Eso sí, la posibilidad de que las parejas homosexuales pudieran adoptar niños, todavía suscitaba entonces un rechazo considerable. Ahora bien, dos años después, en 1997, casi el 60% de los consultados se declaraban partidarios de reconocer a las parejas homosexuales los mismos derechos que a las heterosexuales, y sólo uno de cada tres se mostraba en contra. Finalmente, siete años más tarde, en el 2004, los índices a favor del reconocimiento de iguales derechos a los homosexuales, incluido el de contraer matrimonio, se habían incrementado hasta casi un 70% de los españoles. Y, en paralelo, los índices de rechazo habían caído al 25%.

Sólo en el ámbito de la adopción de niños por parte de las parejas homosexuales se registra una mayor división de la sociedad española. Por ejemplo, según un sondeo del CIS de junio

2004, más del 48% de los consultados respalda la posibilidad de adoptar, frente a un 44% que la rechaza. En cambio, sendas encuestas de Gallup -una de ellas de ámbito europeo- sitúan entre el 54 y el 57% las tasas de apoyo social a la adopción por parte de las parejas homosexuales, mientras que reducen a entre el 37 y el 27% los índices de rechazo.

De hecho, es en el contraste con el resto de países occidentales donde se refleja la envergadura de la revolución que ha sufrido España en el ámbito de las costumbres. Buena prueba de ello es que aparece como uno de los países más tolerantes en temas como la homosexualidad o el aborto. Claro que esta circunstancia es menos novedosa de lo que parece. En realidad, los índices de aceptación del divorcio cuando una pareja no funciona o de las relaciones prematrimoniales ya eran superiores en 1989 en España a los que se registran actualmente en Estados Unidos.

Ahora bien, esta evolución hacia lo que el actual Papa denomina el relativismo moral es algo que ha alcanzado de forma transversal a todos los grupos de la sociedad española. Es decir, los cambios no han afectado sólo a los sectores tradicionalmente situados a la izquierda. Y, de hecho, el respaldo al matrimonio homosexual es mucho mayor entre las clases acomodadas. Por tanto, si hoy día las posiciones tolerantes son mayoritarias, ello se debe a que entre los votantes del PP se ha registrado también una evolución, incluso más sensible, en la misma dirección. No hay más que ver, por ejemplo, la progresión del descreimiento que se ha registrado entre los distintos grupos de electores entre 1987 y 2002. Así, mientras la tasa de votantes socialistas que creen que hay vida después de la muerte ha caído en menos de cuatro puntos, el descenso entre los electores populares roza los 20.

La paradoja de que esta evolución se haya producido en un país que ha aparecido durante décadas como paladín del catolicismo constituye al mismo tiempo la clave que lo explica todo. Un estudio sobre la juventud española publicado a mediados de los años 60 ya reflejaba los efectos contraproducentes de cuatro décadas de nacionalcatolicismo. Preguntados sobre dos maneras de ver la religión, una que se apoyaba en un Estado católico y en la intransigencia, y otra más íntima, personal y basada en la tolerancia; un 7% de los jóvenes se inclinaba por la primera, frente a un 73% que apostaba por la segunda.

Más de 30 años después, un sondeo del CIS sobre las creencias de los jóvenes refleja que sólo un 10%de ellos piensa que la Iglesia "debe permanecer fiel a sus dogmas", mientras que el 64% cree que "debería adaptarse a los nuevos tiempos".
----------------------
Corriendo hacia ninguna parte
ANTONI PUIGVERD - 01/05/2005


Siempre que en nuestros foros más populares se plantea una novedad moral, la respuesta es ´sí´. Sin una sombra de reticencia. ¿Se habla de las posibilidades de la ingeniería biológica? La respuesta es ´sí´. ¿Se pregunta sobre las facilidades para el divorcio, sobre el matrimonio homosexual, sobre la eutanasia o la ampliación de los supuestos del aborto? La respuesta es: ´¡por supuesto!´. Si esta moral es dominante en España, en Catalunya tiene una hegemonía absoluta. Quien se atreve a discrepar, es enviado a la cueva de la premodernidad. Por tanto, los que dudan, callan. Sólo se atreven a discrepar los trogloditas.

Es curioso que las izquierdas en el poder impulsen con tanta afición la moral liberal. Prácticamente aparcados, por imposibles, los dos colores de la revolución francesa que apelaban a la fraternidad y a la igualdad, el combate de las izquierdas se centra ahora en la defensa del individualismo a ultranza. De un individualismo que fomenta la transformación de los ciudadanos en niños perennemente quejosos, irritables y exigentes. Se trata de un individualismo claramente antisocialista, puesto que supone que cada ciudadano parte de cero, que la moral es singular, que las vivencias sociales son una antigualla, que la tradición no existe y que el derecho, por lo tanto, debe de ser indiferente a los valores colectivos y responder sólo a las demandas del individuo.

Es curioso este fervor liberalista de nuestro progresismo, pero explicable. Las izquierdas abandonaron hace ya tiempo el lastre del marxismo (una corriente que, como escribió George Steiner, respondía a la nostalgia del absoluto y era una verdadera alternativa laica a la religión). Contrariamente, no ha cesado el progresismo de dar su apoyo a las corrientes culturales que tienen su origen en las vanguardias. Un cóctel de Marx y Baudelaire alimentó durante décadas una izquierda que se proponía transformar la realidad socioeconómica, pero también los valores colectivos. Mediante el cultivo de las flores del mal, se trataba de subvertir la moral burguesa, descrita como hipócrita, castradora y asfixiante. Se trataba de construir una nueva moral que permitiera el desarrollo pleno de las potencialidades de todos los individuos. Pasadas unas décadas, la realidad canta: la cultura de nuestros abuelos es una negra ruina prehistórica; pero los valores que la generación del 68 presentó como alternativos no están menos arruinados. Nuestra sociedad no es hoy más libre, auténtica y fraternal que ayer. Han caído los ídolos del pasado, pero otros dioses han nacido. ¿Aquel alegre afán con que los sesentayochistas se aplicaron en la destrucción de los valores burgueses, de qué ha servido si no de puerto franco en el que han desembarcado, con todas las facilidades del mundo, los usos compulsivos, egocéntricos o adictivos propios de nuestro tiempo?

La familia patriarcal, por ejemplo, ha desaparecido, pero no para dejar espacio al equilibrio entre sexos, a una infancia menos reprimida, a una mujer liberada, a una vivencia de la sexualidad más placentera y equilibrada. Todo parece indicar que los individuos y grupos afectivos tienden hoy en día más al desasosiego que al equilibrio. El aumento de la pornografía y la prostitución revelan que el sexo es todavía un misterio desconcertante que causa tanta o más frustración que en épocas represivas. La doble obligación de las mujeres las convierte en doblemente esclavas de la familia y del sistema (o triplemente esclavas si observamos cómo están siendo tiranizadas por los cánones de la belleza y obligadas a una competición insoportable contra la naturaleza y el tiempo). La progresión de las disfunciones alimentarias en la adolescencia prueba que los jóvenes de hoy, liberados de los represivos controles de otras épocas, han sido, domesticados por la publicidad y unos modelos de comportamiento igualmente crueles. El aumento de las depresiones, el uso y abuso de los psicofármacos, el alcoholismo y la drogadicción generalizadas en el ocio juvenil del fin de semana, las trágicas cifras de violencia familiar, la crisis de la institución educativa y el éxito de la telebasura son indicios significativos de un malestar que pone en ridículo las descripciones que en los años sesenta se hacían de los males que causaba la familia tradicional.

La sociedad tradicional era un nido de represión y sumisión, ciertamente. No hace falta añorarla. Pero transgredirla o destruirla no nos ha conducido a un escenario mejor. Por el camino hemos perdido algunos instrumentos morales sin los que la vida social se hace muy difícil: la importancia de la fidelidad y la lealtad, el sentido del deber, la necesidad del compromiso. Mientras el progresismo y el radicalismo liberal se afanan en su carrera, otra corriente mundial, poco visible todavía en Europa, y menos aún en Catalunya y en España, empieza a pugnar en dirección contraria. El Papa Ratzinger la ha encarnado parcialmente. Será interesante comprobar lo que da de sí esta nueva corriente. Sería de esperar que provocara, cuando menos, una parada reflexiva.


Progre no viene de progresista
Las contradicciones persiguen a un grupo presente en todos los sectores sociales
La nueva generación de progresistas prescinde de estructuras jerarquizadas.
JOAQUIM ROGLAN - 01/05/2005


No es lo mismo el progresista que el progre. El progresista trabaja honradamente y ayuda al progreso social. El progre es un oportunista camuflado reaccionario ene-Surgido bajo el franquismo, el progre ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Ser progre supuso y presupone una ética y una estética que evolucionan pero no revolucionan. En realidad, son gente dogmática anclada en la añoranza de teorías y prácticas que fracasaron y que se apunta a la última moda con tal de medrar. Los más hábiles adoptan posiciones camaleónicas y transmutaciones ideológicas que les sitúan en la cúspide profesional, social o política, aunque conservando formas progres. Su supervivencia se basa en manipular los nombres de las cosas y en imponer las últimas tendencias, siempre que sean lo más distintivas y minoritarias posible.

Desde su aparición en el mapa de España, el progre se autoconsideró un personaje más avanzado e instruido que la masa alienada. Por eso descubrió, tarde y mal, fenómenos de masas como el fútbol, la televisión, la moda, el rock, o la canción y la literatura popular. Aunque se le suele identificar como persona de izquierdas, se le hallaba y halla en todo el arco ideológico y social. Por ello hubo y hay progres entre la clerecía, la judicatura, la milicia, la farándula, el empresariado y hasta en la derecha, tal y como indica el comentario "vota PP, pero es más progre que su padre". Un rasgo del progre es que él se lo guisa y él se lo come. Le basta con autoproclamarse mujer progresista, periodista progresista, o fiscal progresista para otorgar credenciales de progresismo a quien estime oportuno y negarlas al resto de contribuyentes.

Nacidos para mandar o fracasar
Dotados de una áurea de superioridad ética y estética, su leyenda cuenta que ellos solitos derribaron el franquismo, construyeron la democracia y mueven el mundo. Principio y fin de una revolución que ni practicaron ni permitirían practicar, unos cayeron en el desencanto, otros se jubilaron, algunos mandan mucho y entre todos han creado una secuela que les supera. Para unos la transición se quedó corta. Y otros quieren hacerla ahora desde la alcaldía, la Generalitat o la Moncloa. Pero sus hijos y nietos les han salido más conservadores o más progres, lo cual no deja de ser una contradicción, según sus viejos manuales de dialéctica marxista. Así, algunos de los que ahora defienden el matrimonio homosexual expulsaban antes a los homosexuales de los partidos de izquierda.

Asumidas por la derecha y por las masas consumistas las reivindicaciones ecológicas, de libertad e igualdad sexual, o de respeto a las minorías, buscaron nuevos valores distintivos en actividades lucrativas que van del diseño a la alta gastronomía, pasando por la protección de bichos, el exotismo o el esoterismo. Que la historia les despistó, lo demuestra que auguraron la desaparición de la prensa del corazón y deportiva cuando cayese Franco, y ahora acuden a tertulias radiofónicas y televisivas sobre tan sesudos asuntos. Y si antes lucían una tristeza existencial, hoy degustan un hedonismo vital como nunca se imaginó más allá del muro de Berlín.

Los movimientos sociales surgidos tras la defunción del comunismo y de un socialismo llamado real y el parto de globalización les hicieron revivir. Entonces llamaron ONG a lo que ya Kennedy había creado y llamado cuerpos para la paz. Dada por imposible o poco recomendable la revolución, el profesor universitario Jaime Pastor milita en Espacio Alternativo, cuyo lema es Por una izquierda anticapitalista y alternativa, únete. Autodefinido "ex comunista heterodoxo", ahora muta el término izquierda radical por izquierda alternativa, dejando a su derecha a la izquierda de debò y su compañía verde. Su camarada Francesc Tobau fue portavoz de la plataforma Aturem la Guerra y sigue en el movimiento Revolta Global, "porque hay quien dice que no se podía ir más allá, pero no hubo voluntad de intentarlo. Tú luchas, pero hay quien se lo mira desde el balcón y a la hora de la foto sale en primera fila".

Todo el mundo es bueno
En el desencanto subsiste el libertario Pepe Ribas, fundador de la revista Ajoblanco, hoy retirado de la política allá por el Empordà. "Unos queríamos cambiar el mundo y otros se fueron a estudiar a EE.UU. con las becas Fulbright. Desde el poder americano orquestaron todo lo que ha venido". Se define "exiliado moral que no quiere participar en la cultura institucionalizada de hoy". Y lamenta: "desde entonces todo ha sido triste".

El provocador Miquel Porta Perales considera que "la de los progres es una generación de fracasados, y los que no lo son es porque se adaptaron y se han subido al carro de los triunfadores". Su libro Si un persa viatgés a Catalunya. Un panflet sobre el nacionalprogessisme català recoge lúcidas críticas contra el llamado buenismo progresista,cuyo monumento más glorioso son los restos del Fòrum. A Porta Perales le parece increíble que Rosa Regàs, ex musa de la izquierda divina y actual directora de la Biblioteca Nacional, "siga firmando apoyos en favor de Fidel Castro".

Los tratadistas definen el buenismo como "tendencia, más o menos codificada socialmente, a enfocar la realidad en términos de si los demás se comportan cordialmente o no. Tiranía del decoro que impide pensar o actuar por uno mismo. Modo de interacción basado en la ausencia de juicio crítico". Se basa en que todos preferimos lo amigable, sincero y agradable, sin tener en cuenta que lo bueno puede ser lo falso. Entre los casos de buenismo progre incluyen a los pacifistas, "cuya ética los coloca en situaciones estúpidas y ritualizadas, propias de perdedores". O a quienes no se enfrentan a la ideología reprensible de la cúpula de su organización. "Todas las causas monotemáticas, desde la ecología hasta el feminismo, y todo el apoyo que logran atraer, sólo son formas de evadir la necesidad de una ruptura cualitativa con algo más que los excesos del sistema", critican. Y avisan: "el buenismo es cada vez más infantil, conformista y peligroso. Nos mantiene a todos en nuestro lugar, y reproduce todo aquello que supuestamente aborrecemos".

El arte de cambiar
Jaume Seguí fue marxista maoísta y ahora milita en Attac, un movimiento internacional que lucha por democratizar los mercados financieros. "Es un modo de recuperar esos años de aparente vacío ideológico, cuando la sociedad parecía dormida y primaba la cultura del pelotazo y el inmovilismo". Seguí se solidariza con los jóvenes que ocupan casas y dicen luchar contra hipotecas y pisos de 30 metros, "aunque las tensiones entre generaciones son inevitables".

Entre los que han tenido responsabilidades de gobierno está Josep Verde Aldea, uno de los fundadores del PSC y ex vicepresidente del Parlamento Europeo. Su crítica es más moderada. "Si los socialistas hicieron concesiones a su ideario, es porque todo el mundo las hizo. Si no se hubiera hecho, hoy no tendríamos la estabilidad que tenemos".

"Puede que los progres estemos más acabados que Machín", dijo Joaquín Sabina en TVE. Fue la respuesta del progre republicano y bohemio oficial del reino cuando se le preguntó si era cierto -y hubo de explicarlo porque realmente era cierto- que los Príncipes de Asturias fueron a cenar a su casa.

Sobre tipos como él escribe Ignacio Vidal-Folch en su novela, Turistas del ideal.Su personaje es un escritor progre que se debate entre sus sueños revolucionarios y su vida burguesa. "No hay nada más cómico que un comunista hedonista", dice el autor con sorna.

Su crítica enlaza con el retrato mordaz que Ana María Moix hizo de la gauche divine barcelonesa, etiqueta de pedigrí acuñada por Joan de Sagarra a partir de la gauche caviar o divine gauche,París 1968. En su libro 24 horas con la gauche divine,Moix califica a Oriol Bohigas, promotor de las divinas plazas duras de Barcelona como "arquitecto muy progre y uno de los hombres más exitosos del grupo". También narra sus ropas y sus tiendas, los viajes, los cotilleos y detalles en nada parecidos a los usos y costumbres del vulgo que luchaba en sindicatos o asociaciones de vecinos. No en vano observó el poeta Jaime Gil de Biedma: "esas gentes son, en su mayoría, de clase burguesa y gozan de cierta independencia económica que les permite vivir como les da la gana a partir de las ocho de la tarde. Su ideología ha muerto en cuanto proposición práctica de orden colectivo, y sólo sobrevive en lo que ha podido ser asumido como actitud cultural". Si en algo han cambiado, es que visten de Armani o Toni Miró, les peina Llongueras, usan coche oficial y adoran la comida escasa y deconstruida.

Las nuevas generaciones
"Mucha gente de aquella generación todavía lucha", dice Silvia Lobera, de 19 años, estudiante de Educación Social y reacia a creer que luchar por la justicia sea únicamente cosa propia de la juventud. "Mis padres atribuyen mi entusiasmo a que soy joven", añade Laia Noves, de igual edad y estudiante de Humanidades.

Una noche no durmieron en casa porque la pasaron en la Universidad Pompeu Fabra con otros estudiantes de la Plataforma Interuniversitaria en favor de los inmigrantes encerrados en demanda de papeles para todos. Antes de dormirse, escucharon una larga disertación de una de las abogadas que asesoran a los inmigrantes. Los estudiantes aplaudieron y le dieron la razón. Después se fueron a descansar, que había que madrugar porque al día siguiente les tocaba luchar por la calidad de la universidad pública.

La nueva generación de progres -o "neoprogres" para utilizar la expresión de los sociólogos que estudian los nuevos movimientos sociales- se organiza a partir de acciones concretas como las movilizaciones contra la guerra de Iraq, el Plan Hidrológico Nacional, las concentraciones en apoyo de los inmigrantes, las protestas contra el túnel de Bracons o los campos de golf, las corridas de toros y la defensa de los animales abandonados o maltratados. Pero lo hacen en plataformas, sin jerarquías ni estructuras de partidos. Como sus antepasados, no confían ni en los medios de comunicación ni en los partidos políticos ni en los sindicatos, "porque son unos vendidos con una estructura burocratizada", desvela Lluc Salelles. "Otro mundo es posible", cree Lobera. Su colega, Josep Miquel Reventós, matiza: "ha habido una asimilación del discurso conservador. Nos han hecho creer que las cosas no se pueden cambiar."

Visto el pasado, presente y futuro, el dramaturgo Albert Boadella alertó: "Querían cambiar el mundo apoyados en un régimen como el soviético, que mataba a tantos millones de personas como los nazis. Los mismos que aplaudían a los de ETA cuando asesinaron a Carrero Blanco organizaron luego la guerra sucia para asesinar a los de ETA. La de los progres es una generación muy peligrosa".

Contra los buenos, bonitos y falsos
FRANCESC-MARC ÁLVARO - 01/05/2005


La razón siempre está y estará de su parte, no pueden imaginar lo contrario. El factor determinante de los que se autodefinen enfáticamente como progresistas es el pleno convencimiento de estar en firme posesión de la razón y del conocimiento verdadero de las cosas. Los demás están equivocados y vagan entre las sombras. El progre observa con molestia y desdén a quien discrepa de sus posiciones y trata de reeducarlo con paternal suficiencia. "Amigo mío -replica el progre con tono pedagógico- no entiendes el problema, no conoces los datos, escúchame atentamente y verás que no puedes decir lo que dices". Por si esto fuera poco, el progre asegura que no sólo tiene la verdad a su favor; también es depositario de la bondad universal. Si el progre con el que hablamos es menos arrogante que la media, concederá que conoce "algunas buenas personas que no son progresistas". La excepción que confirma la regla: sin ser progre es muy difícil ser buena persona y conocer cabalmente la realidad.

Desde este complejo de superioridad moral y moralizante, el progre es un ser que está encantado de haberse conocido y pasa por la vida blindado a la crítica y la autocrítica. Está entrenado para que le rebote cualquier observación que ponga en crisis sus pétreos dogmas. Ha desarrollado un mecanismo sofisticado de falacias mediante el cual mantiene su confort ideológico que también es su retórica sentimentaloide. Él puede reírse de todo lo que detesta pero su piel tan fina no soporta que le satiricen. Lo importante es conservar el catecismo simplificador que le aguanta la máscara y defender los privilegios que se derivan de su comodidad política y ética. Así las cosas, el progre es -paradójicamente- un feroz conservador y, en muchos casos, un reaccionario peligroso, sectario y grotesco. Porque teme los cambios que, normalmente, destruyen sus recetas y sus tópicos. Aunque el mundo exterior le haya desmentido completamente -y lleva décadas haciéndolo- el progre no acepta la derrota. Al contrario, vuelve a la carga, insiste y, a veces, muda algunas palabras para seguir flotando a pesar del naufragio. El giro de la Historia ha demolido buena parte de las respuestas de los progres pero éstos viven sin darse por enterados y, en lugar de reformular las preguntas, se dedican a buscar excusas para poder cacarear sus viejas y enmohecidas consignas.

¿Cómo soporta el progre su fracaso? Con algo que es consustancial a su actitud: la impostura. El progre es un impostor, vive en la permanente y enorme impostura. Para mantenerla y soportarla sin suicidarse no duda en hacer cabriolas de todo tipo alrededor de los hechos y los conceptos. ¡Alehop! El impostor proclama un discurso que tiene muy poco que ver con lo que hace privadamente. El progre es un farsante de una comedia en la que el guión es el pensamiento políticamente correcto y la escenografía un decorado cínico pintado con el tono pastel de las buenas intenciones. Veamos algunos ejemplos: el profesor funcionario antediluviano de la universidad pública que se viste con las plumas del pavo anarquizante; el empresario que va de colega y que se solidariza con los parados, los inmigrantes y los palestinos mientras ofrece contratos basura, trata fatal a sus empleados y consigue el pelotazo del siglo gracias, por ejemplo, a negocios tan borrosos como el deporte-espectáculo; y el intelectual firmante de manifiestos que se hace la foto con todos los parias del mundo (excepto los castigados cubanos), no sin facturar su solidaridad, porque sus gustos son caros.

El principal valor que mueve al progre no es la libertad sino una utopía chata y hueca fabricada a medida. En España abunda el progre y abunda el facha, mientras -por desgracia- escasean los liberales. Los progres, aunque vendan lo contrario, disminuyen la libertad: aspiran a construir un hombre perfecto en un sistema perfecto y sólo enarbolan la crítica, la disidencia y la revuelta cuando éstas sirven para el triunfo de su causa.

CIUDADANOS
El 56% de los españoles está a favor del matrimonio homosexual, según el CIS
LA VANGUARDIA - 01/05/2005
Efe. MADRID

Un 56,9% de los españoles está a favor de los matrimonios entre personas del mismo sexo, mientras que un 32,2% se declara en contra y un 10,9% responde que no sabe o no contesta. Estos datos se reflejan en una encuesta realizada en octubre-noviembre del 2004 por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y se encuadran en un apartado sobre matrimonios homosexuales dentro de un sondeo referido a opiniones y actitudes sobre la familia.

A principios de octubre del 2004, el Consejo de Ministros conoció un informe sobre la legalización de los matrimonios homosexuales, lo que supuso el primer paso de una reforma en el Código Civil que equipara estos nuevos matrimonios a los heterosexuales, adopción incluida, y que tras su aprobación por el Congreso la semana pasada, ha iniciado su tramitación en el Senado.

La encuesta recoge que el 42,4% de los españoles está "muy o bastante" de acuerdo con que las parejas del mismo sexo puedan adoptar niños, mientras que el 40,8% se declara "poco o nada" de acuerdo. Sin embargo, para el 63,7%, lo importante es garantizar el bienestar del niño con independencia de la orientación sexual de la pareja.

Un 61% de los entrevistados asegura que "nunca" sigue las recomendaciones de la Iglesia Católica en materia de relaciones matrimoniales o de pareja, y un 13,4% expresa que "raramente" sigue estos consejos; solo un 7,6% afirma "acatarlos siempre".

Con relación al tipo de relación cuando se convive, el 55,6% de los encuestados afirmó preferir vivir casados con sus parejas. Para el 70% de los entrevistados, las parejas casadas están más favorecidas que las restantes en cuanto a ayudas sociales y beneficios fiscales; el 77,4% piensa que éstas últimas deberían tener las mismas ventajas.

Tres de cada cuatro españoles cree que el matrimonio es el mejor medio para garantizar los derechos de los hijos. A la hora de decidir casarse en vez de convivir en pareja, al 68,4% les influyen mucho o bastante el hecho de tener hijos o pensar tenerlos, y al 52,9% la estabilidad de la pareja; al 46,2% les influyen sus creencias religiosas Hasta un 99,1% considera "muy o bastante" importante el papel que juega la familia en su vida.

Diccionario irónico del progresismo
El reverso del lenguaje políticamente correcto
EUGENI MADUEÑO - 01/05/2005


Tras 40 años de asfixia nacionalcatólica -y ocho de intento de corrección conservadora-, España lidera el progresismo occidental en materia de costumbres. La ley del péndulo ha llevado a ´la Holanda del sur´a un extremo del que sin embargo, y según muchos indicadores, ya podría estar de regreso. La vuelta al rigor y los valores fuertes no lo anuncia sólo el empeño de la Iglesia por evitar la secularización definitiva de Europa, sino, paradójicamente, este paroxismo de la libertad descafeinada y consumista que desborda los platós de la telebasura e inunda los espacios públicos y los rincones privados. El antropólogo Carles Feixa, especializado en culturas juveniles, explicaba en estas páginas a Manuel Díaz Prieto que la aparición de las tendencias de la juventud en España siempre se corresponden con los ciclos políticos, cuando no se avanzan a ellos. Así, la `movida´ fue previa al triunfo socialista en los 80, como la eclosión de lo `pijo´ se adelantó al triunfo del PP, los movimientos naziskins coincidieron con las políticas inmigratorias restrictivas, y el movimiento antiglobalizador eclosionó justo antes de que los progres regresaran al gobierno de España y estrenaran el de Catalunya.

La nueva tendencia que ha de delantarse al próximo cambio político ya se está cocinando, y recoge aportaciones de todos los sectores ideológicos. Una es el empeño en desmontar o revelar las trampas del lenguaje políticamente correcto, a menudo simples coartadas para justificar actuaciones que persiguen objetivos totalmente contrarios, como el inefable oxímoron ´rascacielos sostenible" que Gehry levantará en la Sagrera. En este sentido, el Fòrum de les Cultures -convocado para promover la paz con el patrocinio de una empresa fabricante de armas y también pero también para reurbanizar la ciudad- fue la contradicción superlativa, el "final del idilio de lo progre con los progres", como lo definió Xavier Bru de Sala.

Sobre la perversidad de la corrección política, tan antidemocrática, ha escrito el `padre´ constitucional Miquel Roca, alarmado porque la gente no diga ahora en público lo que piensa, "o diga lo contrario de lo que afirma en privado". Él cita ejemplos como la inmigración, el mestizaje y los valores identitarios, sobre los que es difícil opinar sin caer en la incorrección -y por tanto ser calificado de facha-, y quizás ahora podríamos añadir las bodas gays o las innovaciones genéticas. Asistimos a cambios de las formas de vida que cambian profundamente la estructura de toda la sociedad, pero se presentan y se aprueban sin que les preceda debate ni polémica alguna, como si fueran categorías sobre las que ni siquiera se puede dudar. Y quienes las aceptan tan mayoritariamente no es porque estén personalmente de acuerdo con ellas, sino porque confían en quienes las propugnan. Y viceversa. De esta manera las grandes cuestiones sociales se reducen al esquematismo de la política española: o eres progre o eres facha.

Esta renuncia a pensar personalmente, tan fomentada por el poder -piense el lector en la anulación de la iniciativa individual en el Parlamento, donde los diputados votan en bloque según la estrategia de sus partidos-, limita la libertad de expresión -Roca dice que este derecho no es sólo para unos cuantos, sino que ampara a todos los ciudadanos por igual- y debilita la democracia, pues le sustrae el debate crítico.

Volver a pensar por uno mismo para armarse de argumentos frente a los paquetes ideológicos que nos llegan manufacturados ha sido siempre un objetivo en los manuales progresistas. Que ahora sean los conservadores quienes lo reclamen refleja la confusión ideológica en la que estamos sumidos. El profesor Ferran Sáez la ha bautizado como `síndrome Saramago´ y la explica con un ejemplo: Pujol pronuncia una conferencia sobre la familia y lee una frase claramente conservadora. Pero resulta que en realidad está leyendo un texto literal del `progre´José Saramago.

Diccionario irónico del progresismo 2.

Progre o facha. El esquematismo del lenguaje políticamente correcto -decir siempre lo que conviene y no lo que es realmente- clasifica a la gente según el prejuicio generalizado. En el libro `Què esteu fent amb Barcelona?´ (Ara llibres), Joaquim Roglan desmenuza con ironía no carente de sarcasmo las contradicciones de unas etiquetas que significan una cosa pero pueden devenir otras.

Alimentación: Debe ser bioecológica, bioética, bioenergética, bionatural y bioetcétera. No valen los transgénicos, ni los invernaderos ni las granjas. Sí que vale la gastronomía de la deconstrucción aliñada por vendedores de humo. Vinos y licores caros son una excepción.

Alternativa: La vida debe ser alternativa. Se basa en poner una alternativa detrás de toda actividad humana: medicina alternativa, deporte alternativo, música alternativa, moda alternativa, diseño alternativo, arquitectura alternativa, arte alternativo, bar alternativo...

Animales: Hay que proteger al lobo, al oso y al halcón más que a la oveja o a la paloma. Conviene introducir especies desaparecidas o foráneas aunque eliminen las autóctonas. El gato no es para comer ratones ni el perro para guardar el rebaño, sino para hacer compañía y gastar en pienso, peluquero y veterinario. En los parques públicos hay que dar más espacio a los perros y menos a los niños que les molestan y provocan.

Bicicleta: Vehículo ultramoderno que respeta el clima más que Kioto y no causa ningún problema social. Ideal para circular por las calzadas, aceras y caminos sin necesidad de normas de seguridad ni de tráfico. Si ya no las quieren ni en China, es porque los chinos se han aburguesado.

Coche: Causa de todos los males planetarios. Sólo debe usarse para salir de fiesta nocturna o los fines de semana. Se aceptan los todoterrenos porque son más seguros y los modelos más rápidos porque acortan las distancias.

Cuba: A pesar del bloqueo norteamericano, el régimen de Castro ha creado el modelo educativo y sanitario más avanzado de América Latina. Si los intelectuales, trabajadores y homosexuales emigran, lo hacen a causa de la CIA aliada a la mafia cubana de Miami. Si no hay libertad de prensa, imprenta ni expresión es para defenderse del imperialismo.

Delincuencia: Son personas victimas de la sociedad de consumo o de una infancia difícil e incomprendida. Deben recibir atenciones y cuidados de todo tipo hasta reinsertarlos en la sociedad que les maltrata.

Energía: La energía nuclear es letal. La eólica es buena, pero los molinos afean el paisaje. La solar es perfecta pero cara y no calienta la piscina. Con el agua de mar se podría generar toda la energía necesaria y a bajo coste, pero a Estados Unidos no le interesa.

Escuela: Debe ser pública, laica y sin monjas ni frailes. Pero debe aceptar y fomentar la identidad de los seguidores de otras culturas y religiones. El fracaso escolar no existe y es más importante el concepto lúdico y festivo que la lengua, el cálculo o el esfuerzo intelectual. En caso de conflicto con los docentes, padres y alumnos tienen la razón.

Fascista: Todo el que no piense como debe pensar un progresista. Muy peligrosos son los que encarceló el franquismo y ahora se han vendido al capital y van de yupis o de liberales.

Nacionalismo (español, no periférico): Sentimiento burgués, provinciano y folklórico.

Okupas: Modo ejemplar de vida para jóvenes que no pueden pagarse un piso. Mejoran los barrios, fomentan las actividades culturales y alegran la vida de los vecinos. Los especuladores, los bancos y el Estado les criminalizan porque son una alternativa a créditos e hipotecas.

Minorías: Hay que mimarlas y fomentarlas, ya que todas sumadas aportan votos al progresismo.

Multi: El progresista debe ser multiétnico, multicultural, multidiverso, multimestizo, multimusical, multireciclador y multiuso.

ONG: Siempre tienen razón. Son muy democráticas porque no se presentan a elecciones, nadie les vota ni se fiscalizan las subvenciones que reciben. Permiten hacer turismo a países pobres a precio justo. Es lógico que no paguen impuestos ni sueldos a sus empleados voluntarios.

Policía: Brazo represor del Estado. No sirve ni protege al ciudadano. Suele ser corrupta y la ley y el orden son conceptos reaccionarios.

Terapia: El estado de bienestar se logra añadiendo una terapia detrás de toda palabra: cromoterapia, risaterapia, hidroterapia, musicoterapia, psicoterapia, sexoterapia...

Terrorismo: Invento de los Estados y de los medios de comunicación para manipular a la opinión pública mundial y justificar la violencia de estado contra los luchadores y mártires de la liberación de los países oprimidos. Sus víctimas y familiares son instrumentalizados por el Estado.

Tradición: Toda tradición que tenga más de 25 años no es válida en arte, en cultura, en la familia, ni en la política. Esta vara de medir sólo sirve para las sociedades occidentales y capitalistas, que, mediante el imperialismo, el catolicismo y el cine norteamericano, imponen su atrasado modo de vida a las tradicionales culturales milenarias de África, Asia, América Latina y pueblos indígenas de Oceanía.
-----...........-----........-----
Zarpazo: Guantazo o risotada de Zarpax a todos los paranormales, anormales y demás bichos almodovarianos. Adiós.
Volver arriba
Ver perfil del usuario Enviar mensaje privado Enviar correo MSN Messenger
Mostrar mensajes anteriores:   
Este foro est bloqueado: no se puede publicar, responder, ni editar mensajes en este tema.   El tema est bloqueado: no pueden editarse ni agregar mensajes.    ndice del Foro los foros de nódulo -> Textos Todas las horas estn en GMT + 1 Hora
Pgina 1 de 1

 
Saltar a:  
No puede crear mensajes
No puede responder temas
No puede editar sus mensajes
No puede borrar sus mensajes
No puede votar en encuestas




Canal rss servido por el trujamn de la comunicacin electrnica y digital © 2003 - 2007 Trujamn