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Carlos Pérez Jara
Registrado: 02 Jul 2004 Mensajes: 130 Ubicación: Sevilla
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Publicado: Sab Nov 25, 2006 3:29 pm Título del mensaje: Falso elogio del (c)opista |
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Se ha publicado el libro “El Texto del “quijote”. Preliminares a una ecdótica del Siglo de Oro” (Edit. Destino, Barcelona, 2006), escrito por el académico Francisco Rico, y donde se demuestra que la primera edición de la obra cervantina, hacia 1604, no puede ser considerada en modo alguno el “original” que el propio Cervantes entregó para su publicación. Confieso que no he leÃdo este ensayo de Rico, pero ya de partida, sus ideas básicas no hacen sino corroborar lo que ya se dijo en otros sitios acerca de los originales y sus copias. El anuncio y crÃtica del libro de Rico viene a cargo de Roger Chartier en el suplemento de Babelia de El PaÃs de este sábado, para quien esté interesado en leerlo. Dice Chartier, a propósito de este trabajo:
Cita: | En el siglo de Oro los manuscritos de los autores no se utilizaban nunca por los tipógrafos, que componÃan con caracteres sueltos las páginas del libro en marcha. En todos los casos, lo que manejaban era el texto puesto en limpio por un amanuense profesional que, después de haber sido enviado al Consejo de Castilla, habÃa recibido el privilegio y la aprobación correspondientes. Restituido de nuevo al autor, era éste el manuscrito que remitÃa al librero- editor, que se lo entregaba al maestro impresor y sus oficiales. Una primera diferencia separa, pues, el texto tal y como lo redactó el amanuense (y que Francisco Rico designa como borrador) de la copia en limpio u “original”, caligrafiada por un copista que le impone unas normas que faltan absolutamente en los manuscritos del autor, que no se ajustan a ninguna regularidad gráfica e ignoran por completo la puntuación. |
Dicho de esta forma, podemos asegurar con algún matiz provocador que el “Quijote”, tal y como hoy lo conocemos, no fue escrito solo por una sola persona, precisamente, sino por varias que contribuyeron de peor o mejor forma a la obra manuscrita de Cervantes; que contribuyeron a su composición material, pues, tal y como dice el propio Chartier:
Cita: | Si a ello se añade, como aquà se muestra, que una misma copia, leÃda por correctores o componedores diferentes, podÃa dar lugar a graves variaciones gramaticales y léxicas, el veredicto de Francisco Rico resulta inapelable: la edición princeps del Quijote, impresa apresuradamente en menos de sesenta dÃas, entre finales de septiembre y primeros de diciembre de 1604, no puede ser considerada, de ningún modo, como el mismo texto que escribió, en el sentido propio y material del término, Miguel de Cervantes. |
Si unimos a todo esto - podemos decir nosotros - la circunstancia de la intrusión del copiador (que no copista) de la segunda parte, vemos que, de alguna forma, Don Quijote es la certeza inequÃvoca de cómo una obra está salpicada por los más diversos factores e influencias, y que lo que se atribuye generalmente (y en medio de laureles que caen del cielo del Olimpo del Planeta Cultura) a una sola persona fÃsica (Miguel de Cervantes), de la cual no pueden obviarse las virtudes de su talento, como es de ley, no es sino el resultado de muchos otros nombres, a menudo por completo anónimos. Por supuesto, parece que también Rico resalta el hecho de que el propio Cervantes impuso sus propias correcciones sobre la copia en limpio del amanuense. El Quijote es el producto histórico de lo español, una idea cuyo soporte fundamental fue un hombre llamado Miguel de Cervantes, pero cuyos resultados finales (ya sea a través de la mano del copista "impertinente", por hacer homenaje a uno de sus relatos, o por medio de algún "falsififcador" en la sombra) no son atribuibles solo a dicho sujeto, porque Cervantes es la "pieza" necesaria de la composición quijotesca pero no la suficiente, por hacer un sÃmil lógico. Al menos como hoy la entendemos.
Asà finalmente se establece en el artÃculo:
Cita: | (Rico) Ratifica, para el lector, el derecho a la legibilidad, y para el editor, una responsabilidad que rechace las soluciones arbitrarias y base todas sus opciones en la comprensión de las condiciones históricas que han regido en la composición, la publicación y la transmisión de los textos. Es en este sentido, pero solo en éste, que el editor puede, como Pierre Menard, ser a su vez el autor del Quijote& |
Inetesanke tema, sin uda. |
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Marcos R. Márquez
Registrado: 15 Abr 2004 Mensajes: 166 Ubicación: Sevilla
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Publicado: Dom Nov 26, 2006 11:09 pm Título del mensaje: El Quijote y los derechos de autor. |
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Estimados amigos:
Carlos Pérez Jara abre las puertas hacia otros debates que sin duda parten de éste. Y es que si afirmamos, como hace el propio Carlos, que "El Quijote es el producto histórico de lo español, una idea cuyo soporte fundamental fue un hombre llamado Miguel de Cervantes, pero cuyos resultados finales (ya sea a través de la mano del copista "impertinente", por hacer homenaje a uno de sus relatos, o por medio de algún "falsififcador" en la sombra) no son atribuibles solo a dicho sujeto...", de ahà podÃamos colegir tal vez -a menos que se añadan más elementos- que la obra en cuestión pertenece a todo el entorno literario, polÃtico, social, religioso, filosófico, &c. de la época que pudo "cristalizarse" en Cervantes (como pudo ser en otro buen escritor) y no a un sujeto operatorio concreto, a un individuo especÃfico llamado Miguel de Cervantes. O mejor aún: si Cervantes tuvo arte y parte en la obra, éste no fue el único. Su autorÃa era compartida porque sin duda en El Quijote estaban elementos presentes en (¿copiados de?) otras obras de la época. Y si la obra era el producto histórico de lo español, ¿por qué hablar entonces de derechos de autor? Aquà es adonde querÃa llevar el debate. Si todos los elementos materiales que un escritor utiliza cuando compone una obra están fuera de él e impregnan a muchos individuos, ¿por qué seguimos defendiendo el derecho de autor en las obras? Veo en el magnÃfico nuevo libro de Gustavo Bueno la frase "Todos los derechos reservados". Pero si la filosofÃa que impregna la obra "Zapatero y el pensamiento Alicia" es deudora de Platón, Aristóteles, Espinoza y de toda la tradición filosófica que el maestro octogenario ha estudiado, además de nuestro presente, ¿por qué reservar los derechos de la obra a un solo autor? Seguramente aquà deberÃamos añadir algo más.
Otro aspecto que querÃa comentar es que no creo que el trabajo de correción ortográfica, de puntuación y reparto del texto de la obra (algo más formal que otra cosa) introduzca novedades significativas en una obra. Ahora mismo en este texto que estoy escribiendo está interviniendo el corrector ortográfico de Microsoft Word (¿comparto también el "Copyright" -en el caso de que lo tuviera- de mi escrito con Microsoft?), pero al igual que en El Quijote, quien da la última palabra sobre el texto presentado a los foros de Nódulo Materialista es quien lo escribe. Por esta razón no creo que lo descubierto por Francisco Rico (al menos lo que nos da a conocer de su libro Chartier en este artÃculo) diga gran cosa sobre la originalidad de la obra. Más bien el meollo del asunto está en lo que correctamente ha apuntado Carlos Pérez Jara en su crÃtica: "El Quijote es producto histórico de lo español".
Saludos cordiales. |
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Carlos Pérez Jara
Registrado: 02 Jul 2004 Mensajes: 130 Ubicación: Sevilla
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Publicado: Lun Nov 27, 2006 5:21 pm Título del mensaje: |
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Por mi parte, suscribo todo lo que apunta Marcos acerca de esa “cristalización” de la confluencia de factores históricos, culturales, etc, que se dan en la persona fÃsica de Miguel de Cervantes. Pero a mi juicio esto no supone “restarle” méritos a su autor (como si ahora fuese menos “responsable” de su propia obra) sino más bien al contrario: si bajo la idea de libertad, uno es libre en la medida en que es consciente de sus propias determinaciones, inferimos de ello que cada uno es responsable de sus propios actos, como Cervantes los fue de los suyos, de manera que la responsabilidad de la obra es fundamental e inherente a su autor. Claro que esta idea viene conectada con los substratos de los que se alimenta (y es ahà donde voy), es decir, de los factores que la determinan, entre los cuales se hallan las lecturas del autor, su imaginación, las ideas polÃticas, el entorno social y económico. Por eso opino que el arte narrativo (y hasta cierto punto cualquier arte, ya sea musical, escultórico, arquitectónico) es una actividad combinatoria; que el arte no nace de la nada, a diferencia de lo que leà en un más que discutible artÃculo de El Catoblepas (“La imaginación”, nº 39) donde su autor, José Ramón San Miguel Hevia, dice lo siguiente:
Cita: | Al describir la imaginación creadora o fantasÃa se puede tomar como modelo su más noble logro, es decir, la obra de arte. |
Lo que no se dice (o no dice su autor) es qué entiende por creación, si la única posible es la que hizo Dios padre y esa ya sabemos que resulta falsa. Tampoco cuando dice:
Cita: | En este sentido la obra de arte es una quasi-creación y la actividad intencional correspondiente puede llamarse con justicia, imaginación creadora |
¿Qué significa eso de imaginación creadora? Porque a mi me parece de lo más metafÃsico, a menos que lo hubiera argumentado entonces, entre lo cual podrÃa haber hecho un razonamiento sobre la idea mencionada de creación. A lo que me vengo a referir es a la idea de combinación (seamos más “humildes”, y menos metafÃsicos): ¿por qué hay tanto problema en reconocer que lo que hace el artista es una actividad combinatoria, producto de los referentes (caldo de cultivo) de los que parte de antemano?
Asimismo, de lo que he hablado (no solo aquÃ, sino también en otro trabajo) es de la idea de originalidad en términos absolutos, y está claro que desde un punto de vista materialista no hay por donde cogerla. Al referirme a los “errores” tipográficos quise hacer una traviesa mirada a lo que supone el regressus al “origen”, al texto original como una idea que parte del absoluto (tan metafÃsica como los que defienden el Big Bang); naturalmente podrÃa ser estúpido detenerse solo en ese argumento, máxime con la tecnologÃa disponible hoy dÃa (el procesador de texto actual no es el amanuense del diecisiete, claro), y con el hecho de que el proceso de imprenta del siglo XVII no es el de hoy, como es obvio. Pero Rico critica a quienes dicen que es posible “regresar” hoy dÃa al texto origen partiendo de las primeras ediciones, como si éstas fuesen solo una telilla o gasa que hay que salvar alegremente, cuando lo que se hizo con el Quijote (a lo largo de un siglo) no fue sino introducir más y más variaciones en el manuscrito hasta el punto de existir hoy palabras y cambios gramaticales que no pertenecen al autor sino a otros.
Hombre, está claro que la frase “todos los derechos reservados” es producto de una institución comercial establecida de la que se beneficia quien es responsable del trabajo ejercitado por medios combinatorios respecto a la llamada imaginación en una novela, por ejemplo. Aquà entrarÃamos en lo que es la crÃtica a la idea propia de “derecho de autor”, sin poner en duda su vigencia y justificación comercial, pues me parece a mà (por lo que ya hemos dicho sobre la idea de responsabilidad) que quien publica el libro es responsable de las ideas que en él se exponen. ¿Y si es un plagiario inconfeso? entonces hablamos de fraude editorial, de mala fe del responsable de quien lo escribe y quienes lo sacan al mercado. Yo creo que estarÃamos con una idea funcional que sirve para que los autores de los libros puedan obtener un resultado económico de su trabajo, pues al fin y al cabo no deja de ser un trabajo, y a veces bastante lucrativo. |
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Carlos Pérez Jara
Registrado: 02 Jul 2004 Mensajes: 130 Ubicación: Sevilla
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Publicado: Dom Dic 03, 2006 6:53 pm Título del mensaje: a modo de conclusión |
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A modo de resumen, es bueno advertir que el libro de Rico parece arremeter, sobre todo, contra una cadena clásica de tesis absurdas y peregrinas acerca de la “interpretación” de las ediciones antiguas de la obra quijotesca. Estas “interpretaciones” estarÃan basadas, cómo no, en el dudoso supuesto de que, detrás de los fallos ortográficos, las erratas y las expresiones ambiguas (producto, como hemos dicho, de los consabidos cambios impuestos por amanuenses y copistas y que luego se han “incorporado” social y culturalmente gracias a la crÃtica literaria, hasta el punto de achacarlos hoy al propio Cervantes) se esconden en el fondo propósitos ocultos, juegos sesgados e intenciones veladas. En ese sentido, todavÃa recuerdo muy bien cierto disparatado programa de TV de Sánchez Dragó donde nuestro infumable amigo reunió entorno a una mesa a una caterva de personajes del Planeta Cultura y en el que, en vÃsperas de las inevitables celebraciones a propósito de su centenario, se “destripaba” el significado auténtico de algunas partes de las dos novelas. De los contertulios (que destacaban por representar una versión burguesa e intelectualoide del Circo CrÃtico, plagado de bufones ideólogos, trapecistas lÃricos y bailarinas hermenéuticas) destacaba una versión grotesca y deprimente de Gloria Fuertes con acento ruso y que estaba empeñada en decir que detrás de la cortina de significantes posibles, el Quijote era una obra que celebraba la Cábala misma; para eso, ni corta ni perezosa, expuso sus argumentos con el empleo sólido de cifras y números de páginas y erratas, como por ejemplo: si en la página 345 aparece la palabra sercar (es un ejemplo ficticio, para que se entienda), y se multiplica dicho número por el número de páginas del segundo volumen y se divide entre tres, y se le calcula la raÃz cúbica, obtenemos un mensaje revelador, una respuesta a nuestros reumas ateos. A propósito de este asunto, quiero recomendar un artÃculo interesante sobre Estética y cuyo autor es Raúl Angulo, "La expresión en el arte":
http://www.nodulo.org/ec/2002/n008p08.htm
En él se dicen cosas tan oportunas como las que siguen:
Cita: | Sin embargo, el materialismo estético reconoce la existencia previa y necesaria de un material técnicamente trabajado o elaborado. Esta afirmación coincide con la tesis marxista y materialista de que las ciencias proceden de prácticas artesanales previas. AsÃ, la materia tomada por el arte se encuentra ya conformada prácticamente por la actividad humana, de forma que los valores con los que trabaja el artista no son «brutos» o «salvajes», recogidos de la Naturaleza, sino que están configurados culturalmente. |
El ensayo de Angulo ataca la consideración de que el artista individualmente considerado sea la “encarnación” del guÃa "espiritual" de su pueblo, entre otras cosas; donde su "obra" sea considerada el faro de la sociedad en la que vive, y donde incluso puedan vislumbrarse retazos del futuro de la misma. AsÃ, entorno a la consideración metafÃsica de una "cosa en sÃ" - la Cultura hipostasiada, y el Arte dentro de la misma- de la que el artista se nutre (casi como una revelación, lo que convierte al artista en un iluminado, tocado por la Gracia, el Don, consideración que hoy prevalece en nuestra sociedad occidental y donde a los escritores de novelas se los estima como a seres "intelectualmente" superiores, capaces de opinar con precisión inapelable sobre lo divino y lo humano) se dice claramente esto:
Cita: | Una estética materialista, y una filosofÃa del Arte acorde a ella, ha de eliminar los presupuestos del expresionismo, es decir, ha de reconocer que ni la Naturaleza ni la Cultura están dados de antemano ni preexisten a la construcción de la obra de arte. Naturaleza y Cultura, tomadas en sÃ, son hipóstasis. Desde la perspectiva de la materia ontológico-general, tan primario es un objeto natural que una obra de arte: el Quijote puede calentar una chimenea tan bien como cualquier madera del bosque. Y frente a la hipóstasis de la Cultura en el arte, habrÃa que decir que las obras del arte no son tanto expresión de su esencia (ya sea individual, ya sea del pueblo) cuanto un ámbito fenoménico (en cierto sentido, similar a una puesta de sol), que han sufrido una estilización y asà se pueden destinar a la contemplación. |
Para declarar solo después, de forma oportuna:
Cita: | Sin embargo, el materialismo estético reconoce la existencia previa y necesaria de un material técnicamente trabajado o elaborado. Esta afirmación coincide con la tesis marxista y materialista de que las ciencias proceden de prácticas artesanales previas. AsÃ, la materia tomada por el arte se encuentra ya conformada prácticamente por la actividad humana, de forma que los valores con los que trabaja el artista no son «brutos» o «salvajes», recogidos de la Naturaleza, sino que están configurados culturalmente. |
Lo que, de una forma u otra, nos sirve para corroborar, no solo lo que ya hemos dicho sobre la originalidad absoluta de una obra y las cualidades sublimes de su autor (en este caso, el Quijote) sino también los aspectos culturales, sociales y polÃticos que fermentan de forma histórica para confluir en lo que popularmente se conoce como obra de arte. |
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