José Mª Rodríguez Vega
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Publicado: Dom Dic 10, 2006 10:22 am Ttulo del mensaje: Jesusito de mi corazón o la Navidad. |
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Como se acercan las navidades, la Natividad de nuestro Señor Jesusito, me van a permitir ustedes que por una vez más use de mi lenguaje de camionero, de mi lenguaje cuartelero y basto, como basto es a veces el pueblo mismo. Esta es una manera como otra cualquiera de celebrar la Natividad del Jesusito de mi corazón desde un punto de vista ateo y artera, pues compréndanme, cuando he visto entrar en casa a la parienta con un papá Noél bajo el brazo, lo primero que se me ha ocurrido es pegarle al muñeco una patada en los cojones y ponerlo más colorado de lo que ya está. También me gustaría ser por una vez un poco más original y colgarlo de una horca en el balcón, ahorcarlo, para mofa y escarnio de la estupidez callejera, esto por lo menos estaría fuera de lo común. Todo este imaginado estaría muy mal visto por los chupapollas de la progresía que se dedica al laicismo, que prohíbe el pesebre en esos colegios de Zaragoza, de Murcia y de Oviedo, acaso para no molestar a tanto moro, chino y congoleño o negro zumbón. Los muy cabrones no se quitan ni la paga de Navidad ni las vacaciones de su laico cuerpo y a la hora del regalito lo desean bien grande y caro, cuanto más caro mejor. Estos cerdos maricones en su educación para la ciudadanía nos están desmantelando por completo, pues si antes uno iba creciendo poco a poco a través de los procesos de iniciación a la p*** vida, por el bautismo, la comunión, la mili y el matrimonio..., ahora al no haber nada de eso, los individuos acaban siendo meras proyecciones desmemorizadas de la Ply-Statión, o como cojones se escriba el jueguecito de turno, o sea, que ya no saben ni quienes son; y de seguir así, habremos efectivamente de quitar hasta el nombre de los días de la semana y de la Luna, y ni podremos hacer fiesta los domingos y ni el sábado podrá ser el sábado pues que todos son nombres de antiguos dioses y días dedicados a las deidades en las cuales efectivamente nadie cree ya. ¡Que banda de mamones! Y yo, en lugar de llamarme José y María habré de llamarme Mohama Motamid, que significa en moro “chúpamela a mí”!!.
Lo curioso es que muchos de estos imbéciles son creyentes, que algunos se dicen creyentes y que si obran así es porque la famosa tolerancia les exige el respeto a todos, a todos los que no son españoles o de tradición católica, claro.
¿Qué más les queda por quitarnos? Estos ignorantes ignoran y no saben que las divinidades cuando salen por una puerta entran por otra, pues con respecto a lo divino...”Oportet enim in divinis simplici conceptu, quantum hoc possibili est”... O sea, que lo divino conviene con un concepto simple, como enseñaba el doctísimo Agustín y nos cuenta el cusano. Y esto quiere decir que lo simple forma al pueblo y lo principia a ser un Pueblo, que un pueblo cuando comienza a dejar estas simplicidades y comienza a numerar la Trinidad acaba en graves tumultos o desapareciendo... Y de esto se trata, de que olvidemos quienes somos y de donde venimos y nos pongamos a numerar imposibles.
Estos mamarrachos quitan los pesebres y los muñecos nativideños mientras por otro lado elevan a divinidad –gnostica, eso sí- la redención activa del hombre que ya nos condujo anteriormente a millones de muertos. Creen así mejorarnos a todos con su inmanencia laica y laicista empujados por una idea mesiánica de salvación: el deber ser kantiano y krausista de Alicia en su Pacte universel, la elevación hacia el exceso, a ser más que hombres, a ser gnosticos de un cielo inocente para -en su burricie-, traernos un infierno verdadero de sosería y desidentidad.
<“¡Que no, que no lo ahorcaré! ¿Has traido las lucecitas del arbol?...¿Entonces las tengo que ir a comprar yo? ¡Maldita sea!...”(Zarpax hace mutis por la puerta y se va a comprar resignadamente las lucecitas para el árbol pensando que acaso pueda dormir después del atiborramiento navideño, ya que este Zarpax nunca ha estado por el platónico euquimos y jamás ha hecho caso de las recomendaciones de los Tres libros sobre la vida de Marsilio Ficino ni sobre la sobriedad del Cornaro, aquél que decía que los banquetes hacen más muertos que el acero en los combates).>
Ya vale, que cuanto más pienso en todo esto más me cabreo. |
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