Francisco Sanz Vilanova
Registrado: 13 Dic 2004 Mensajes: 17 Ubicacin: Lérida (España)
|
Publicado: Jue May 12, 2011 10:30 am Ttulo del mensaje: Una intervención delicada. |
|
|
Un hombre aquejado de gangrena no está dispuesto a discutir las causas de su mal ni a oponerse al autoritarismo de la amputación. Una sociedad que da la catástrofe económica como inevitable ni pedirá responsabilidades como debiera ni hará la resistencia que pudiera ante la necesidad de recortes sociales.
Del desastre provocado por el capitalismo vamos a pasar al capitalismo que se aprovecha del desastre para reforzar la autoridad del Estado que lo ha hecho posible tal como ha venido siendo hasta ahora. Su papel de mantenimiento de instituciones agonizantes parece tomado de esa nueva especialidad de medicina que consiste en el mantenimiento de semicadáveres.
Siempre me había parecido hablar de lo mal que va todo cosa de viejos derechistas, pero ahora es el progresismo vergonzante el que se presta a hacer del catastrofismo un filón. La predicción infalible del profetismo ecologista nos devuelve al viejo lugar del totalitarismo: o socialismo o barbarie. Es decir o permitimos a los burócratas del estado autoritario que nos corten la pierna o morimos de gangrena por no haberla cortado.
El ecofascismo que se acerca, la movilización para “salvar al planeta” que predica, las representaciones catastrofistas que transmite dictan nuevas reglas. Los temores que pregonan los expertos que intentan cambiar nuestra forma de vida, no son consejos, son órdenes.
Las campañas alarmistas acerca del zenit del petróleo y del calentamiento global no parece que vayan a parar el capitalismo, que vayan a detener el crecimiento, sino a darle posibilidades de inversión y mangoneo en otras áreas en nombre de la racionalidad ecológica. El Estado va a poder seguir apoyando el progreso material como siempre, con la promesa de que el progreso social depende de él. Necesitamos más Estado que nunca, más burocracia que nunca, que la crisis arrecia.
Detrás de la propaganda catastrofista no está la rebelión ni la revolución sino el acatamiento del estado de excepción, la sumisión al estado autoritario, el aceptar las cadenas de papel de los burócratas que pretenden que nos estemos quietos mientras nos cortan nuestra pierna para asegurar su supervivencia.
Hay que ser muy pánfilo para creer basta algo de perfume izquierdista-antitotalitario para quitarle a la ecodemocracia el hedor del ecofascismo. El Estado crece, las grandes empresas crecen, el único decrecimiento al que asistimos es el decrecimiento de nuestra conciencia y no va a ser suficiente para tapar nuestras narices.
Que tenemos el desastre encima está claro, y claro nos lo dejan los que pretenden que es culpa de otros y ahora les toca a ellos arreglarlo y los que pretenden seguir que los otros aun lo harían peor. Los dos quieren lo mismo, que nos estemos quietos, que nos dejemos cortar las piernas, que va a ser necesario que tengan todavía más autoridad sobre nosotros.
Las preguntas que nos hacen van simplificándose y exacerbándose. Llevan a disyuntivas falsas, como las de las elecciones o del consumo. En las que la libertad de «decir no» es restringida sistemáticamente, porque está destinada a dejar patente la superioridad de quien hace las preguntas u ofrece los productos. Decir que no se ha convertido en un riesgo que se asume en un sitio tácticamente equivocado.
Ahora toca decirle que no al catastrofista que nos dice que el que se mueve no sale en la foto. Al que dice que como la crisis ha venido y no podemos hacer nada que le dejamos no sólo hablar por nosotros sino sobre todo hacer por nosotros, que nos estemos quietos por nuestro bien, que es una intervención delicada. |
|